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TODO SE TRATA DE AMAR

Eudomar Chacón Hernández

Si hay algo que, estoy seguro, tenemos en común todos los miembros de este grupo es que
queremos conocer más a Dios. Algunos nacieron en el cristianismo, otros tenemos algunos
años en este maravilloso camino, otros hace poco aceptaron a Jesús en su corazón, pero todos
le amamos y todos queremos verle cara a cara algún día.

El capítulo 13 de 1 Corintios nos deja una enseñanza maravillosa, y para entenderla aún más
profundo, es bueno comprender el contexto. El apóstol Pablo viene hablando en el capítulo 12
de los dones que otorga el Espíritu Santo, y culmina en el versículo 31 con una frase poderosa
que nos introduce en el capítulo 13: “Está muy bien que ustedes quieran recibir del Espíritu las
mejores capacidades. Yo, por mi parte, voy a enseñarles algo más importante” (TLA). En la
versión Reina Valera incluso dice “Yo os muestro un camino aún más excelente”.

Y acá entramos en la materia de hoy: EL AMOR. El amor es la muestra exacta de que Dios
habita en nuestros corazones, porque en Dios no solo hay amor, sino que Él es en sí mismo
AMOR.

El ser humano fue diseñado para amar y ser amado. Así nos creó Dios, y por más que nos
esforcemos, no nos podemos quitar eso de nuestro ADN. Por eso varios de nosotros (por no
decir que todos) desgastamos buena parte de nuestra vida buscando el verdadero amor, pero
al ir a las fuentes equivocadas, terminábamos frustrados, y a medida que nos íbamos
decepcionando del “amor”, le dábamos espacio a su opuesto: el temor.

El temor nos impulsa a agredir a otros antes de ser nosotros los agredidos; el temor endurece
nuestros corazones por no querer volver a ser lastimados; el temor nos paraliza; el temor nos
llena de dudas… pudiéramos hacer una lista enorme de la cantidad de cosas que provoca el
temor. Pero la Biblia nos enseña lo siguiente: “En el AMOR no hay TEMOR, sino que el perfecto
AMOR echa fuera el TEMOR” (1 Juan 4:18 RV1960).

¿Y dónde hallaremos esa fuente inagotable de amor si no es en el Señor? Es por ello que la
mayor evidencia de que Cristo habita en nuestros corazones, es que AMAMOS. Fíjense, de
hecho, lo que Pablo dice en 1 Corintios 13:1-3:

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada
soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo
para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (RV1960).

Es decir que si no tenemos AMOR, de nada vale todo lo que hemos aprendido en el Señor y
todo lo que podamos aprender en estos tiempos de estudio bíblico.

Ahora, ¿cómo sé que el AMOR se manifiesta en mi vida? Desde el versículo 4 al 8 de este


capítulo (TLA) podemos saberlo:
“El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se
cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa.
No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino
a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de
esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre”.

Al leer estas características es posible que nos sintamos confrontados, porque a ver:
seguramente hay áreas de nuestra vida en las que nos hace falta esto que la Biblia define
como AMOR. Por eso como hijos de Dios lo que más debemos anhelar es que Cristo crezca día
a día en nuestras vidas. Todo lo demás (entiéndase: profetizar, hablar en lenguas, sanar a los
enfermos, liberar a los cautivos, etc, etc, etc) es brutal y poderoso, y obviamente debemos
procurarlo, pero que jamás se nos olvide que si no tenemos amor, nada, absolutamente nada,
tiene sentido.

Y hay una fusión poderosa que abre puertas cuando unimos al AMOR con la FE y la
ESPERANZA, porque esas tres “permanecen”, como escribió Pablo (v.13). Miren lo que escribió
una vez el líder cristiano Aksel Johan Smith: “No podemos evitar ser perdedores si no tenemos
estas tres cosas en nuestras muchas situaciones de la vida, pero si las tenemos no podemos
evitar permanecer de pie. Sin fe es imposible agradar a Dios, y sin amor no somos nada. No
tenemos ninguna esperanza si nos falta fe o amor. Pero con fe y amor siempre podemos
regocijarnos en una esperanza viva que nunca será avergonzada”.

Por eso en nuestros próximos tiempos de estudios seguiremos profundizando acerca de la FE y


la ESPERANZA.

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