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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA


Magistrado ponente

AP4721-2017
Radicación 48604
(Aprobado Acta No. 235)

Bogotá D.C., veinticuatro (24) de julio de dos mil


diecisiete (2017).

VISTOS:

Decide la Sala si admite o no la demanda de casación


presentada por el defensor de LUZ MARINA VÉLEZ
LONDOÑO, CÉSAR RICARDO ÁNGEL ÁNGEL, LILIANA
ÁNGEL VÉLEZ y TATIANA ÁNGEL VÉLEZ.

HECHOS:

El Tribunal declaró probada la siguiente situación


fáctica:

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CASACIÓN 48604
LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO y LILIANA ÁNGEL


VÉLEZ, madre e hija, a través de la empresa SU INVERSIÓN
S.A., con asiento en la ciudad de Pereira, entre los años 2004
y 2009 captaron dineros del público en forma masiva y
habitual, en cuantía de $9.181.073.317. Ese capital lo
utilizaron, junto con CÉSAR RICARDO ÁNGEL ÁNGEL y
TATIANA ÁNGEL VÉLEZ, padre e hija entre sí y, a la vez,
cónyuge y padre de aquéllas, respectivamente, para adquirir
acciones y realizar otro tipo de transacciones encaminadas a
ocultar su origen ilícito. Además, las tres damas
incrementaron su patrimonio de manera injustificada, la
primera en $64.642.000, la segunda en $219.828.000 y la
última en $256.436.779.

ACTUACIÓN PROCESAL:

1. Producida la captura de CÉSAR RICARDO ÁNGEL


ÁNGEL, el 10 de enero de 2012 la Fiscalía le imputó el
delito de lavado de activos. El 19 siguiente hizo lo propio,
previa declaratoria de contumacia, respecto de LUZ
MARINA VÉLEZ LONDOÑO, LILIANA ÁNGEL VÉLEZ y
TATIANA ÁNGEL VÉLEZ, a las tres por la mencionada
conducta punible, en concurso con enriquecimiento ilícito
de particulares; a las dos primeras, además, con los de
captación masiva y habitual y negativa de reintegro. Como

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CASACIÓN 48604
LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

no aceptaron los cargos, les formuló acusación en audiencia


celebrada el 30 de abril y el 31 de mayo de 2012.

2. Surtido el trámite de rigor, en fallo emitido el 25 de


mayo de 2015 el Juzgado Segundo Penal del Circuito
Especializado de Descongestión de Pereira los condenó por
los delitos objeto de acusación, salvo respecto del ilícito de
negativa de reintegro, por razón del cual profirió absolución.

3. Por tanto, condenó a CÉSAR RICARDO ÁNGEL


ÁNGEL a 16 años, 3 meses y 1 día de prisión y 12.987,5
salarios mínimos legales mensuales de multa; a LUZ
MARINA VÉLEZ LONDOÑO a 23 años, 11 meses y 16 días
de prisión y 13.189,08 s.m.l.m. de multa; a LILIANA ÁNGEL
VÉLEZ a 16 años, 10 meses y 1 día de prisión y 13.670,61
s.m.l.m. de multa, y a TATIANA ÁNGEL VÉLEZ a 12 años de
prisión y 1.445,70 s.m.l.m. de multa. Así mismo, les impuso
la sanción accesoria de inhabilitación para el ejercicio de
derechos y funciones públicas, a todos por el mismo lapso
fijado para la privativa de la libertad, salvo a VÉLEZ
LONDOÑO que la determinó en 20 años.

4. La defensa apeló ese pronunciamiento y el Tribunal


Superior de la precitada ciudad, a través del fallo recurrido
en casación, expedido el 16 de marzo de 2016, le impartió
confirmación.

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CASACIÓN 48604
LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

LA DEMANDA:

Primer cargo. Violación directa de la ley sustancial.

El Tribunal aplicó indebidamente el artículo 316 del


Código Penal, que describe el delito de captación masiva y
habitual de dineros y dejó de aplicar los artículos 9 a 12
ibídem.

Lo anterior porque no tuvo en cuenta que en el proceso


aparece plenamente demostrado que aun cuando LILIANA
ÁNGEL VÉLEZ hizo parte de algunas operaciones de la
empresa SU INVERSIÓN S.A., su actividad fue puramente
accidental, en cuanto actuó siempre bajo las órdenes de LUZ
MARINA VÉLEZ, en quien confiaba plenamente, por ser su
mamá, persona que estuvo a cargo, junto con Luz Schneider,
de la captación de los dineros, sin que aquélla tuviera
conocimiento de la ilicitud de las conductas realizadas por
estas últimas.

No se acreditó que el abandono de las oficinas hubiese


sido promovido por LILIANA ÁNGEL y en su contra, además,
no es procedente derivar “un indicio de culpabilidad”, como lo
hizo el a quo, por el hecho de haberse presentado a las
autoridades apenas momentos antes de proferirse la
sentencia de primera instancia.

En consecuencia, le solicitó a la Corte casar la sentencia


impugnada y, en su reemplazo, absolverla respecto del delito
de captación masiva y habitual de dineros.

Segundo cargo. Violación directa de la ley sustancial.

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LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

La Corporación judicial aplicó indebidamente el artículo


323 del Código Penal, que describe el delito de lavado de
activos y dejó de aplicar los artículos 9 a 12 ibídem.

El diseño y creación de la empresa SU INVERSIÓN S.A.,


como lo señaló el juez de primer grado, fue idea exclusiva de
las señoras LUZ MARINA VÉLEZ y Luz Schneider Castillo,
quienes estaban a cargo de su manejo, sin que RICARDO
ÁNGEL ÁNGEL realizara labor específica en la misma, pues
siempre ha estado dedicado a actividades agropecuarias y
trabajaba en la Empresa de Energía de Pereira, conforme lo
corroboraron Hernando Vélez Londoño y Juan de la Cruz
Henao Valencia. Y si bien autorizó que se abrieran cuentas a
su nombre, lo hizo a instancias de LUZ MARINA VÉLEZ, en
quien tenía depositaba toda su confianza, por ser su esposa.

El fallador incurrió en una falacia argumentativa


cuando afirmó que RICARDO ÁNGEL sabía acerca del
carácter ilícito de las transacciones bursátiles realizadas a
través de sus cuentas bancarias “sobre la base de la hipótesis
del necesario conocimiento que el autor debió tener a través
del vínculo conyugal con la reputada autora de la conducta, o
sea, que edificó una conjetura sobre otro (sic) conjetura”.
Además, vulneró el principio de presunción de inocencia al
exigirle a la defensa demostrar que el procesado no tuvo
conocimiento de esas operaciones.

En fin, la existencia de esas cuentas y su utilización por


parte de quienes dirigían y controlaban la empresa no
constituyen prueba de la autoría en el delito de lavado de
activos.

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LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

Situación similar ocurre con LILIANA y TATIANA ÁNGEL


VÉLEZ. No obra tampoco prueba demostrativa de que
tuvieron conocimiento del origen mediato o inmediato de los
dineros consignados en sus cuentas. La apertura de éstas
sucedió a instancias de su mamá, quien controlaba la
empresa junto con Luz Schneider.

La posible ausencia de capacidad económica de


TATIANA ÁNGEL “para la compra de acciones nada tiene que
ver con el lavado de activos, pues bien puede suceder que este
delito sea cometido por una persona con músculo financiero o
dicho de otra manera que pueda tener en su haber bienes con
un valor muy superior a los que se endilga haber sometido a la
actividad de lavado de activos”.

Deducir la coautoría por el cierre intempestivo de la


oficina de SU INVERSIÓN S.A., así como por la entrega a las
autoridades de LILIANA ÁNGEL, por la captura de CÉSAR
RICARDO ÁNGEL y por la ausencia de TATIANA ÁNGEL, es
suplir de manera indebida la obligación del Estado de
demostrar la responsabilidad de los aludidos en el delito de
lavado de activos. Los falladores incurrieron en la falacia de
“falsa causa” cuando derivaron el conocimiento del carácter
ilícito de las actividades desarrolladas por LUZ MARINA
VÉLEZ, “de una secuencia aleatoria de acontecimientos que no
tienen relación causal entre sí”.

Es cierto que su esposo y sus hijas la autorizaron para


manejar las cuentas bancarias por ellos abiertas, pero en vez
de reconocer que éstos actuaron de buena fe basados en la
confianza que naturalmente le tenían, convirtió esa situación

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LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

en “un aporte sustancial al fin que se buscaba al margen de la


ley”. Al dar por probado el conocimiento de la ilicitud con
fundamento en la sola autorización, el Tribunal incurrió
también en la falacia de “petición de principio”.

Cuestionó el demandante al Tribunal por resolver la


dificultad para establecer el dolo, atribuyendo a los
procesados obrar con dolo directo o dolo eventual. En su
criterio, no es dable exigirles a éstos que debieron
representarse el resultado típico de su comportamiento, pues
el delito de lavado de activos es eminentemente doloso, de
manera que la negligencia o confianza excesiva (modalidades
de la culpa) son ajenas a su estructura descriptiva.

Finalmente, de la comparación entre el volumen de


fondos que manejó SU INVERSIÓN S.A. con los dineros
movidos en las cuentas de los procesados, surge claro que de
éstas se trasladaron esporádicamente algunos pocos recursos
y que, por tanto, no hacían parte de la operación ordinaria de
dicha empresa.

Con esos argumentos, le solicitó a la Sala casar la


sentencia impugnada para absolver a RICARDO, LILIANA y
TATIANA ÁNGEL respecto del ilícito de lavado de activos.

Tercer cargo. Violación directa de la ley sustancial.

El ad quem aplicó indebidamente el artículo 327 del


Código Penal, que describe el delito de enriquecimiento ilícito
de particulares y dejó de aplicar los artículos 9 a 12 ibídem.

Resulta inexplicable y contradictoria la afirmación del

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LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

juez de primer grado según la cual los dineros que ingresaron


a las cuentas de LILIANA ÁNGEL VÉLEZ constituyen un
incremento patrimonial no justificado. Según las pruebas,
esos recursos tienen origen en las sumas captadas por LUZ
MARINA VÉLEZ a través de SU INVERSIÓN S.A. y fueron
depositados a nombre de aquélla en virtud de la autorización
que otorgó a su progenitora, cuyo propósito era generar
algunos excedentes para pagarles a los inversionistas. Esos
dineros, además, no se quedaron haciendo parte de su
patrimonio sino que fueron utilizados en el mercado
accionario por VÉLEZ y Schneider.

Dicho funcionario judicial se contradice cuando predica


primero que LILIANA ÁNGEL autorizó a su madre con tal
finalidad y luego afirma que no se pudo establecer el origen
del dinero ni su destino.

Si el Tribunal, de otra parte, reconoce que esos dineros


hacían parte de las operaciones financieras de SU
INVERSIÓN S.A., no puede sostener al mismo tiempo que
constituyen una fuente de enriquecimiento personal y menos
que carecen de justa causa.

La Corporación judicial no tuvo dificultad en resolver la


duda probatoria sobre la existencia del dolo, planteando la
presencia de un dolo eventual, sin advertir que el delito exige
para su estructuración de un dolo directo.

En fin, carece de soporte probatorio la conclusión del


sentenciador conforme a la cual la autorización otorgada por
LILIANA ÁNGEL constituyó su aporte sustancial al propósito
que “se buscaba al margen de la ley”. Por esa razón, le

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LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

solicitó a la Corte absolverla respecto del delito de


enriquecimiento ilícito de particulares.

Cuarto cargo. Violación indirecta de la ley sustancial


derivada de error de derecho por falso juicio de
legalidad.

El dictamen contable con el cual se demostró el


incremento patrimonial no justificado de LUZ MARINA VÉLEZ
LONDOÑO y TATIANA ÁNGEL VÉLEZ lo rindió la perito Isabel
Cristina España adscrita al C.T.I., quien después acudió al
juicio oral para sustentarlo, pese a que no ostenta la
condición de contadora pública sino que es economista,
desconociéndose lo dispuesto en los artículos 408 de la Ley
906 de 2004 y 13 de la Ley 43 de 1990, normas al amparo de
las cuales para actuar como perito en controversias de
carácter técnico-contable se requiere tener la calidad de
contador público.

Según el recurrente, no resulta válida la interpretación


del juez de primer grado consistente en que la experiencia de
20 años ostentada por la perito en materias contables suple
el mencionado requisito, de conformidad con lo previsto en el
numeral 2º del citado artículo 408, a cuyo tenor “en
circunstancias diferentes, podrán ser nombradas las personas
de reconocido entendimiento en la respectiva ciencia, técnica,
arte, oficio o afición aunque se carezca de título”.

En su criterio, esa norma sólo es aplicable cuando en la


respectiva ciencia, técnica o arte no se confiere título
legalmente reconocido, porque de lo contrario, como acontece
con la contaduría pública, sólo podrán ejercer el cargo de

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CASACIÓN 48604
LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

perito los profesionales en cada una de esas disciplinas.

Tampoco es admisible la tesis del Tribunal acorde con la


cual la perito no rindió un dictamen contable sino que se
limitó a realizar una actividad de constatación de la
información financiera obrante en los documentos a ella
aportados acerca de los flujos monetarios de las dos personas
involucradas, para cuya labor no requería ser contadora
pública.

Para el actor, independientemente de la denominación


que se le dé al trabajo efectuado por la perito, lo cierto es que
se trata de una información de carácter técnico-contable,
cuyo propósito es “dar cuenta de la situación financiera y
contable de las acusadas, con base en sus estados de cuenta,
balances de pago, movimientos bancarios, operaciones en
bolsa, aporte a capitales en sociedades, declaraciones de
renta, adquisición de inmuebles, estudio de sus activos y
pasivos, obligaciones patrimoniales y tributarias, etc.”, razón
por la cual solamente podía incorporarse al proceso por una
contadora pública debidamente licenciada.

Como el peritaje constituye la única prueba


demostrativa del incremento patrimonial injustificado, pidió
casar la sentencia impugnada para, en su lugar, absolver a
LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO y TATIANA ÁNGEL VÉLEZ
del delito de enriquecimiento ilícito de particulares.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE:

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En razón al carácter extraordinario del recurso de


casación y, consecuentemente, para diferenciarlo de los
alegatos propios de las instancias, el legislador en el numeral
3º del artículo 212 del Código de Procedimiento Penal,
impuso al demandante el cumplimiento de unos
presupuestos de precisión y claridad, sin los cuales el libelo
está llamado a ser irremediablemente inadmitido, conforme lo
establece el artículo 213 ibídem. Esas exigencias no las
satisfizo el censor, como se explica a continuación.

En los primeros tres cargos denunció la violación


directa de la ley sustancial por aplicar indebidamente los
artículos 316, 323 y 327 del Código Penal y dejar de aplicar
los artículos 9 a 12 ibídem.

Conforme lo tiene expresado la Corte, cuando se acude a


la violación directa de la ley sustancial corresponde al actor
aceptar los hechos tal como los declaró probados el fallador,
sin que le sea dable controvertir el mérito asignado por éste a
los medios de convicción incorporados a la actuación. Su
labor debe estar dirigida a plantear una discusión netamente
jurídica, en orden a demostrar la falta de aplicación, la
aplicación indebida o la interpretación errónea de una norma
sustancial.

Tal presupuesto de sustentación no lo cumplió el actor,


pues se dedicó a sostener que en este caso no hay prueba
demostrativa de que los procesados LILIANA, RICARDO y
TATIANA ÁNGEL conocieran el carácter ilícito de las
conductas realizadas por LUZ MARINA VÉLEZ y Luz

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Schneider, quienes diseñaron y crearon la empresa SU


INVERSIÓN S.A. y eran las que la controlaban.

Pretermitió, por tanto, los términos de la sentencia


impugnada que, por el contrario, encontró plenamente
establecida la responsabilidad de los acusados en los delitos
por razón de los cuales fueron condenados.

Es evidente así que el impugnante escogió una vía


equivocada para formular el ataque, pues lo correcto era
demostrar primero, a través de la violación indirecta, que el
Tribunal incurrió en errores de hecho o de derecho, para
luego sí predicar la falta de aplicación de las normas echadas
de menos allí.

Y como, según se deduce de los fundamentos ofrecidos


en los citados tres reproches, su pretensión es censurar la
apreciación probatoria efectuada por los falladores, le
correspondía acreditar la incursión en un falso raciocinio,
indicando los criterios de la sana crítica, esto es, las reglas de
la experiencia, los principios lógicos o las leyes de la ciencia,
que vulneraron al efectuar ese trabajo funcional.

No procedió de esa manera sino que se limitó a postular


su propio criterio acerca del mérito de convicción de las
pruebas, olvidando que en sede de casación no son
admisibles ese tipo de controversias probatorias, dada la
doble presunción de acierto y legalidad de que está revestida
la sentencia impugnada, que sólo se quiebra mediante la
demostración de yerros graves y evidentes.

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Es así como, en el primer cargo, sostuvo que en contra


de LILIANA ÁNGEL no resulta viable derivar “un indicio de
culpabilidad”, como lo hizo el a quo, por el hecho de haberse
presentado a las autoridades apenas momentos antes de
proferirse la sentencia de primera instancia, sin demostrar
cuál criterio de la sana crítica vulneró el fallador en ese
razonamiento, cuestionamiento que, en todo caso, no se
corresponde con los fundamentos del fallo, pues la
circunstancia indiciaria que el Tribunal dedujo consistió, en
realidad, en la actitud inicial de la procesada de huir, junto
con sus demás parientes, hacia el exterior “con miras a no
poner la cara ni a los inversionistas ni a la administración de
justicia”.

Por lo demás, la responsabilidad de la acusada LILIANA


ÁNGEL no se cimentó con ese exclusivo hecho indiciario sino
con muchos otros, que el actor no se tomó el trabajo de
controvertir en la demanda de casación, surgiendo así
claramente intrascendente la censura. El ad quem, en efecto,
razonó de la siguiente manera:

“… se tiene demostrado el dolo propio del tipo subjetivo


con el cual operaron, acerca de lo cual hay pluralidad
probatoria: (i) la forma engañosa como se identificaban
frente a sus clientes; (ii) el ocultamiento de operaciones;
(iii) la entrega de certificados a clientes con fines
tributarios en los cuales se daba cuenta de acciones ya
inexistentes; (iv) entregas de cartas de aceptación falsas y
giro de cheques con fondos insuficientes o de cuentas
embargadas; (v) el cierre intempestivo de las oficinas

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donde laboraban en día festivo y por parte de todos los


miembros de la familia, no obstante estar advertidos del
seguimiento que se estaba adelantando en contra de la
empresa; (iv) la desaparición de registros e información
contable, financiera y comercial para impedir la
reconstrucción del ilícito por parte de los organismos de
control del Estado; (vii) las omisiones conscientes en las
declaraciones de renta ante la DIAN; (viii) los documentos
hallados en diligencia de allanamiento que daban fe de
ser sabedores del desfalco; (ix) los comentarios a terceros
acerca de la preocupación que los embargaba por las
consecuencias de lo realizado al interior de la empresa; y
(x) la fuga del núcleo familiar hacia el exterior con miras a
no poner la cara ni a los inversionistas ni a la
administración de justicia”1.

La anterior cita pone de presente la falta de razón de la


afirmación del recurrente efectuada en el segundo cargo,
según la cual en la sentencia se incurrió en una falacia
argumentativa al deducir el dolo del vínculo conyugal entre
RICARDO ÁNGEL y LUZ MARINA VÉLEZ. En realidad, no fue
esa relación la que le permitió al Tribunal concluir que el
primero conocía el carácter ilícito de las transacciones
bursátiles realizadas a través de sus cuentas bancarias sino
los múltiples hechos indiciarios allí mencionados. Con ellos el
Tribunal desvirtuó la excusa expuesta tanto por aquél como
por sus hijas LILIANA y TATIANA ÁNGEL acerca del
desconocimiento de las actividades al margen de la ley de su
esposa y madre, luego lejos está de presentarse la
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Páginas 59 y 60 del fallo de segunda instancia.

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vulneración al principio de presunción de inocencia que


aduce el defensor.

Tampoco la Sala evidencia las falacias de “falsa causa” y


“petición de principio” que el demandante aduce. Si la primera
de ellas consiste en establecer como causa de un hecho
aquel acontecimiento coincidencial que lo precede
inmediatamente en el tiempo, no se ve cómo los hechos
indiciarios considerados por el Tribunal puedan configurar
el mencionado error argumentativo, pues no se trata de
“causas” que explican el dolo sino de elementos de juicio
que sirven para inferirlo.

Por lo demás, fuera de lugar está predicar que las


premisas de las cuales partió la Corporación judicial (los
hechos indiciarios) contienen la conclusión posteriormente
sentada, esto es, el conocimiento por parte de LILIANA,
RICARDO y TATIANA ÁNGEL del carácter ilícito de las
actividades desplegadas por LUZ MARINA VÉLEZ.

Ahora bien, carece de fundamento la crítica consistente


en que el fallador consideró aspectos propios de la culpa para
sustentar la estructuración del delito de lavado de activos.
Hizo sí alusión al dolo eventual, pero se trata de una
modalidad de la conducta punible de connotación diversa a la
culposa.

Igual ocurre con la censura acorde con la cual de las


cuentas de los procesados se trasladaron esporádicamente
algunos pocos recursos en comparación con el alto volumen

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de fondos que manejó la empresa SU INVERSIÓN S.A. Si bien


ello es cierto, también lo es que el reproche formulado a
LILIANA, RICARDO y TATIANA ÁNGEL lo fue a título de
coautoría, constituyendo la mencionada actividad el aporte
que éstos prestaron al propósito perseguido por todos los
integrantes de la empresa criminal así conformada, como se
extracta del siguiente pasaje de la sentencia de segunda
instancia:

“Téngase en cuenta que los coprocesados autorizaron que


SU INVERSIÓN hiciera movimientos en bolsa, y la entidad
en cumplimiento de esas autorizaciones ordenaba
compras y ventas de acciones a nombre de ellos. Luego
entonces, como esas autorizaciones decían que eran para
hacer movimientos “a las cuentas que ellos designen”,
prácticamente le dieron una carta blanca a SU INVERSIÓN
para que pasara dineros de sus cuentas personales a esa
entidad y a terceros diferentes a los verdaderos
inversionistas, es decir, el dinero se hacía circular a
conveniencia. Todo lo cual significa que los coprocesados
hicieron un aporte sustancial al fin que se perseguía al
margen de la ley, porque sus cuentas sirvieron de medio
efectivo para lograrlo”2.

Debe señalarse, de otro lado, que la Corte no vislumbra


equivocación alguna en la decisión de los juzgadores de
evidenciar la comisión por parte de TATIANA ÁNGEL del
delito de lavado de activos en la ausencia de capacidad
económica para adquirir las acciones que sirvieron para
ocultar el origen ilícito de los dineros captados de manera
ilegal. Ciertamente, si carecía de patrimonio para dicho

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Página 59 ídem.

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propósito, nada absurdo resultaba concluir que esa


negociación la efectuó con capital obtenido fraudulentamente.

Tampoco advierte la Sala las contradicciones que el


demandante atribuyó a la sentencia impugnada en el tercer
cargo. No es cierto que allí se abrigara duda acerca del origen
de los dineros o de su destino. Sobre lo primero, el Tribunal
razonó así:

“… el hecho de que esos recursos así obtenidos lo fueron


por cuenta de la captación masiva y habitual de dineros
del público, es circunstancia que no solo no excluye por sí
sola el punible de enriquecimiento ilícito, en cuanto nada
justifica que esos capitales permanecieran en las cuentas
de los acá comprometidos y los ocultaran ante las
autoridades, sino que antes por el contrario confirma que
efectivamente esta ilicitud tuvo como fuente un delito
subyacente, lo que constituye un elemento normativo del
tipo contenido en el artículo 327…”3.

Y en relación con el destino de los dineros expresó:

“… lo que constituye un objetivo perverso, no puede


tomarse simultáneamente como causa para justificar ese
desvarío, con mayor razón cuando está claro y quedó
demostrado, así la defensa por supuesto pretenda
sostener algo distinto, que esos dineros sí fueron a parar
a las arcas de SU INVERSIÓN o a terceras personas
distintas a los verdaderos titulares de las cuentas” 4.

Contrario a lo que sostiene el censor, no resulta


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Página 36 ídem.
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Página 34 ídem.

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incompatible predicar la presencia del delito de


enriquecimiento ilícito y, al mismo tiempo, admitir que los
dineros se utilizaron en operaciones financieras por parte de
la empresa SU INVERSIÓN S.A., porque lo que determina la
estructuración de dicho punible es que esos fondos provenían
de la captación ilegal e ingresaron a las cuentas de los
acusados, como lo analizó el ad quem en el siguiente pasaje
del fallo:

“El Tribunal dirá, de entrada, que nada justifica en


términos de legalidad que esos dineros captados del
público ingresaran a las cuentas personales de los
involucrados. Situación que está debidamente acreditada
con la documentación objeto de estipulación como lo
admite el defensor apelante… Pero es que,
indiscutiblemente, si ello ocurrió y por tanto acrecentó los
patrimonios de los procesados, así fuera de manera
temporal, pues simple y llanamente tal situación por sí
misma considerada se enmarca dentro de una conducta
delictuosa, tal cual tuvimos ocasión de explicarlo al
comienzo de esta providencia”5.

No es verdad, de otra parte, que la Corporación judicial


haya planteado dudas acerca de la existencia del dolo. Es
cierto que reprochó a los procesados obrar a título de dolo
directo o de dolo eventual. Pero de ello no surge la
incertidumbre a que se refirió el demandante, pues en ambos
concurren los componentes cognoscitivo y volitivo que son
inherentes a esa modalidad de conducta punible.

El defensor también sostuvo que el enriquecimiento

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Página 58 ídem.

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ilícito sólo admite el dolo directo, pero no expresó las razones


de su criterio y la Sala tampoco las advierte, si se tiene en
cuenta que nada descartable se torna que alguien actúe con
dolo eventual cuando, con conocimiento de que otro se dedica
a actividades de captación ilegal de dineros, lo autoriza para
manejarle ilimitadamente sus cuentas bancarias, previendo
que las puede utilizar para incrementar el patrimonio del
propio cuentahabiente, a pesar de lo cual la producción de
ese resultado la deja librada al azar. Eso es lo que contempló
el Tribunal, según se desprende en este fragmento de su
sentencia:

“… la afirmación defensiva según la cual “sus cuentas


fueron utilizadas”, como queriendo darse a entender que
fue la mamá de LILIANA y TATIANA ÁNGEL, o sea LUZ
MARINA VÉLEZ, la única responsable,… es una
afirmación que no puede ser atendible para los efectos
que se propone el recurrente, como quiera que si ello tuvo
suceso fue única y exclusivamente porque ellas
autorizaron a ciencia y consciencia que un tal proceder se
llevara a cabo y LUZ MARINA aprovechó tal circunstancia
en beneficio de todos. Y así es, no solo porque los
extractos salían a nombre de cada uno de los titulares de
esas cuentas y por lo mismo no podían ignorar esos
movimientos financieros, sino porque para operar en la
forma en que se hizo se requería contar con esa previa
autorización y voluntad mancomunada, como en efecto
sucedió; así que, o se obró con conocimiento y voluntad
de acción (dolo directo) o se expuso confiadamente y se
dejó librado al alzar el resultado (dolo eventual)” 6.

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Página 59 ídem.

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En consecuencia, se inadmitirán los tres primeros


reproches formulados por el actor.

En el cuarto y último cargo denunció la presencia de


un error de derecho por falso juicio de legalidad, por
considerar que el dictamen pericial rendido por Isabel
Cristina España se practicó con desconocimiento de lo
establecido en los artículos 408 de la Ley 906 de 2004 y 13
de la Ley 43 de 1990, normas al amparo de las cuales para
actuar como perito en controversias de carácter técnico-
contable se requiere tener la calidad de contador público, la
cual no ostentaba la mencionada perito.

El referido error de derecho, como lo tiene precisado la


jurisprudencia, se configura cuando el fallador asigna validez
a un medio de prueba, a pesar de que en su formación,
producción y aducción se desconocen las reglas establecidas
en la ley para el efecto y también cuando el juzgador deja de
apreciar algún elemento de convicción, por considerar
erróneamente que en su práctica se desatendieron dichas
reglas.

Sin embargo, a pesar de que el artículo 408 de la Ley


906 de 2004 fija las calidades de quienes pueden actuar
como peritos en los procesos penales, esa norma no
contempla un requisito de validez de la prueba, de manera
que su desconocimiento no conduce a la exclusión de la
misma.

La idoneidad técnico científica y moral del perito, como


lo tiene establecido el artículo 420 de la precitada disposición
legal, constituye apenas un criterio a tener en cuenta por el

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juez al momento de apreciar el citado medio de convicción,


cuyo inadecuado ejercicio, por tanto, no estructura falsos
juicios de legalidad sino falsos raciocinios, modalidad del
error de hecho que surge cuando se vulneran, como quedó
visto atrás, los principios de la sana crítica, integrados por
las reglas de la experiencia, los principios lógicos y las leyes
de la ciencia.

A la demostración de tal vulneración debió acudir el


recurrente si pretendía diluir el mérito persuasivo del
dictamen. Como no procedió de esa manera, esta censura
está llamada a correr la misma suerte de las anteriores.

Así las cosas, la Sala inadmitirá la demanda objeto de


examen, sin que advierta la presencia de circunstancia
vulneradora de garantías fundamentales que la obligue a
intervenir de oficio para su restablecimiento.

Se precisará, finalmente, que contra la decisión


inadmisoria del recurso de casación sólo cabe el mecanismo
de insistencia, conforme lo tiene establecido el artículo 184
de la Ley 906 de 2004, cuya interposición procede bajo las
reglas fijadas en jurisprudencia reiterada de la Sala (CSJ AP,
12 dic 2005, Rad. 24322).

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL,

RESUELVE:

21
CASACIÓN 48604
LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

INADMITIR la demanda de casación interpuesta por los


defensores de RICARDO BERRÍO RAMÍREZ y MARIO
ANDRÉS CÓRDOBA ROMERO.

Contra esta determinación procede el mecanismo de


insistencia, en los términos definidos pacíficamente por la
jurisprudencia de la Sala.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.

EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER

JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

22
CASACIÓN 48604
LUZ MARINA VÉLEZ LONDOÑO Y OTROS

GUSTAVO ENRIQUE MALO FERNÁNDEZ

EYDER PATIÑO CABRERA

PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

23

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