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en
Psiquiatría
Julio Torales ◆ Andrés Arce ◆ Martín Moreno
José Brítez Cantero ◆ Víctor Adorno ◆ Osvaldo Melgarejo
Alicia Medina ◆ Hugo Rodríguez ◆ Carol Maggi
Jorge Villalba ◆ Susana Recalde ◆ Noelia Ruiz Díaz
Israel González ◆ Rodrigo Navarro ◆ Rubén López
Patricia Fretes ◆ Sandra González ◆ Enrique De Doménico
Oscar García ◆ Julio Ferreira ◆ Marcelo O’Higgins
Raquel Tejada ◆ Diego Amarilla ◆ Pamela Figueredo
Farmacología
en
Psiquiatría
Julio Torales ◆ Andrés Arce ◆ Martín Moreno
José Brítez Cantero ◆ Víctor Adorno ◆ Osvaldo Melgarejo
Alicia Medina ◆ Hugo Rodríguez ◆ Carol Maggi
Jorge Villalba ◆ Susana Recalde ◆ Noelia Ruiz Díaz
Israel González ◆ Rodrigo Navarro ◆ Rubén López
Patricia Fretes ◆ Sandra González ◆ Enrique De Doménico
Oscar García ◆ Julio Ferreira ◆ Marcelo O’Higgins
Raquel Tejada ◆ Diego Amarilla ◆ Pamela Figueredo
Torales J, Arce A, Moreno M, Brítez Cantero J, Adorno V, Melgarejo O, Medina A,
Rodríguez H, Maggi C, Villalba J, Recalde S, Ruiz Díaz N, González I, Navarro R,
López R, Fretes P, González S, De Doménico E, García O, Ferreira J, O’Higgins M,
Tejada R, Amarilla D, Figueredo P. Farmacología en Psiquiatría. 1ª ed. EFACIM.
Asunción, 2019: 256 p.
ISBN 978-99953-67-22-0
Diseño: Quadrivium
Impreso en Imprenta Álamo | Tirada: 200 ejemplares
Ilustración de tapa: rawpixel.com / Freepik
Siete de los ocho trastornos presentados en este libro se encuentran entre los
primeros catorce contribuyentes de la carga mundial de enfermedades mentales,
neurológicas y relacionadas con el uso de sustancias. Cada capítulo está orga-
nizado en secciones, que guían al lector desde los conceptos de la enfermedad
presentada, su etiopatogenia, epidemiología y clasificación, hasta las recomen-
daciones farmacológicas existentes para su tratamiento en población adulta, con
apartados específicos para adultos mayores.
Julio Torales
Profesor Adjunto de la Cátedra de Psiquiatría,
Jefe del Departamento de Psicofarmacología y Neuroquímica
Profesor Adjunto de la Cátedra de Psicología Médica,
Docente del postgrado de Especialización en Psiquiatría Clínica,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Investigador Nivel I, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Andrés Arce
Profesor Titular y Jefe de la Cátedra de Psiquiatría,
Profesor Titular y Jefe de la Cátedra de Psicología Médica,
Jefe del Departamento de Salud Mental
Coordinador General del postgrado de Especialización en Psiquiatría Clínica,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Martín Moreno
Profesor Titular de la Cátedra de Psiquiatría,
Jefe del Departamento de Internación,
Profesor Titular de la Cátedra de Psicología Médica,
Docente del postgrado de Especialización en Psiquiatría Clínica,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Víctor Adorno
Profesor Asistente de la Cátedra de Psiquiatría,
Profesor Asistente de la Cátedra de Farmacología,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Osvaldo Melgarejo
Jefe de Sala y Jefe de Guardia de la Cátedra de Psiquiatría,
Docente del postgrado de Especialización en Psiquiatría Clínica,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Alicia Medina
Jefa de Admisión y Jefa de Guardia de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Hugo Rodríguez
Auxiliar de la Enseñanza de la Cátedra de Psiquiatría,
Auxiliar de la Enseñanza de la Cátedra de Psicología Médica,
Docente del postgrado de Especialización en Psiquiatría Clínica,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Carol Maggi
Auxiliar de la Enseñanza de la Cátedra de Psiquiatría,
Docente del postgrado de Especialización en Psiquiatría Clínica,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Jorge Villalba
Jefe de Guardia de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Susana Recalde
Jefa de Guardia de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Israel González
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Rodrigo Navarro
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Rubén López
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Patricia Fretes
Médica Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Sandra González
Médica Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Enrique De Doménico
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Oscar García
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Julio Ferreira
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Marcelo O’Higgins
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Raquel Tejada
Médica Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Diego Amarilla
Médico Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
Pamela Figueredo
Médica Residente de la Cátedra de Psiquiatría,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción.
ÍNDICE
1. Farmacología en psiquiatría 17
1.1. Introducción 17
1.2. Historia de la Psicofarmacología 17
1.3. Dianas de la acción Psicofarmacológica 24
1.4. Aspectos generales de Farmacocinética
y Farmacodinámica 31
1.5. Psicofarmacología en adultos mayores 43
1.6. Psicofarmacología en mujeres embarazadas 44
1.7. Psicofarmacología en pacientes con
enfermedad renal o hepática 45
1.8. Promesas genéticas en Psiquiatría 48
1.9. Referencias bibliográficas 51
2. Farmacología de la depresión 57
2.1. Introducción 57
2.2. Generalidades 57
2.3. Recomendaciones farmacológicas 64
2.4. Reacciones adversas 83
2.5. Referencias bibliográficas 90
1.1. Introducción
17
ciencia médica(10):
◆◆ Joseph Moureau de Tours: en la primera mitad del siglo 19 contribuyó con sus
estudios sobre el hachís a dar unos primeros aportes psicofarmacológicos pla-
nificados científicamente;
◆◆ D.I. Match: sus investigaciones, muy similares a las de Kraepelin, estaban ba-
sadas en estudios científicos de las acciones conductuales de los fármacos.
18
De este modo, dado que la enfermedad mental debía tener necesariamente un co-
rrelato en alguna alteración cerebral, se hace posible la implantación de terapias
que van dirigidas a la manipulación directa de dicha alteración, a pesar de que
a menudo esta no era conocida de forma precisa. Las alternativas terapéuticas
disponibles no eran, sin embargo, muy innovadoras, y así, en la práctica de los
“manicomios” se siguieron aplicando procedimientos tradicionales como la in-
movilización, la silla giratoria, la inducción de náuseas y vómitos como terapia
antiagitación, e incluso las duchas frías y el castigo físico(13). Asimismo, durante
la mayor parte del siglo anterior había tenido lugar una progresiva implantación
de métodos terapéuticos de carácter sedante, enfocados a calmar a personas agi-
tadas o agresivas. Una forma extrema de tratamiento fue conocida como la “cura
de sueño” o narcosis continua, que buscaba mantener durante días al paciente
en estado de sueño permanente mediante una narcosis inducida con la oportuna
medicación (por ejemplo, con barbitúricos)(14).
19
1.2.2. Hallazgos neuroquímicos
Uno de los hitos neurocientíficos más importantes del siglo 20 fue el descubri-
miento de los neurotransmisores. Durante la segunda mitad del siglo 19, dos eran
las teorías que predominaban sobre la histofisiología del sistema nervioso(9,10):
◆◆ La teoría celular, por el contrario, consideraba que las neuronas estaban sepa-
radas entre sí y actuaban como unidades funcionalmente autónomas. El traba-
jo realizado por Santiago Ramón y Cajal hizo que esta teoría fuera finalmente
aceptada, a inicios del siglo 20.
Abogaron por la hipótesis química Elliott (que comprobó que la adrenalina imi-
taba los efectos de la estimulación del sistema nervioso simpático), Loewi (que
descubrió que la sustancia química vagusstoff, conocida luego como acetilcolina,
era la responsable de generar bradicardia en corazones animales) y Dale (quien
demostró que la acetilcolina actuaba como neurotransmisor en las sinapsis de los
ganglios autonómicos y en la unión neuromuscular). A pesar de estas primeras
evidencias, los círculos científicos se mantuvieron firmes en que la comunicación
interneuronal en el cerebro era eminentemente eléctrica y, además, que los traba-
jos de Elliott, Loewi y Dale se centraban en el sistema nervioso periférico, donde la
neurotransmisión química era ampliamente aceptada(10).
20
distribución regional de este neurotransmisor en el cerebro humano, y surgirían
también las primeras evidencias sobre la implicación de la dopamina en la enfer-
medad de Parkinson. Finalmente, el campo de la neuroquímica cerebral sufrió
una transformación radical, coincidiendo con los primeros estudios dirigidos a
esclarecer el mecanismo de acción de los psicofármacos, que estaban demostran-
do efectividad en el ámbito clínico. Esta nueva línea de investigación despejó las
dudas existentes sobre la neurotransmisión química cerebral, y condujo a la iden-
tificación de la mayoría de los neurotransmisores conocidos en la actualidad(10,11).
21
De hecho, hasta la síntesis de la f luoxetina a inicios de la década de 1970 no hubo
una teoría capaz de alumbrar un psicofármaco(15).
Pese a esta “endeble” base científica original, en los más de 65 años transcurridos
desde el descubrimiento de la clorpromazina se ha producido un gran progreso
científico y técnico en el que la psicofarmacología ha sido la fuerza impulsora que
ha permitido el avance de la llamada Psiquiatría Biológica. El desarrollo de las
teorías neurobiológicas clásicas sobre la depresión (monoaminérgica) o la esqui-
zofrenia (dopaminérgica) a partir de presuntos mecanismos de acción de los fár-
macos eficaces en estas patologías ha demostrado como la psicofarmacología ha
modelado a la Psiquiatría Biológica y a la práctica clínica asistencial(15).
22
◆◆ Bloom: destaca como uno de los principales objetivos de la psicofarmacología
el empleo de fármacos para descubrir los mecanismos que operan en el siste-
ma nervioso central y las bases biológicas de procesos mentales complejos(19);
y, finalmente,
Por su parte, tres términos generales e intercambiables entre sí describen a los fár-
macos utilizados en el tratamiento de los trastornos mentales: psicotrópicos, psi-
cofármacos y fármacos psicoterapéuticos(21). Tradicionalmente, los psicofármacos
se han dividido en 5 categorías: 1. Antipsicóticos o neurolépticos, para tratar la
psicosis; 2. Antidepresivos, para tratar la depresión; 3. Estabilizantes del ánimo
o timorreguladores, para tratar el trastorno bipolar; 4. Ansiolíticos, para tratar
la ansiedad (y que también son efectivos como hipnóticos); y, 5. Antidemenciales,
para tratar la demencia(1,2,21). Sin embargo, estas distinciones categóricas resultan
cada día menos válidas por las razones que se exponen en la tabla 2(2,21).
23
Más adelante en este capítulo se presenta una propuesta de clasificación de los
psicofármacos, pero antes se exponen las dianas de acción psicofarmacológica,
pilares del entendimiento actual de la psicofarmacología.
24
⚫⚫ Alteración a nivel del proceso de liberación de neurotransmisores
Dos son también las alteraciones que pueden afectar este proceso:
a. Inhibidores irreversibles: como los fosfatos orgánicos (ésteres del ácido fos-
fórico), utilizados en algunos insecticidas y plaguicidas, y muy neurotóxicos.
Otro mecanismo es el producido por sustancias que impiden que los neurotrans-
misores (dopamina, serotonina y noradrenalina) sean recaptados adecuada-
mente por el terminal presináptico, aumentando así también la concentración
de los mismos en la hendidura sináptica. Esta es la base de la acción de muchos
fármacos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (citalopram, escitalopram, f luoxetina, f luvoxamina, paroxetina,
sertralina), los inhibidores de la recaptación/antagonistas de serotonina (trazo-
dona), inhibidores de la recaptación de dopamina-noradrenalina (bupropión),
25
inhibidores de la recaptación de noradrenalina (atomoxetina, reboxetina), in-
hibidores de la recaptación de noradrenalina-serotonina (duloxetina, venlafa-
xina) y de los inhibidores duales de la recaptación de serotonina (vilazodona)(34).
Los psicofármacos poseen mecanismos de acción muy diversos, pero todos tie-
nen sus objetivos en zonas moleculares específicas que producen cambios en la
neurotransmisión(1). Existen solo unas pocas zonas de acción principales para la
amplia variedad de fármacos psicotrópicos utilizados en la práctica clínica dia-
ria(18), a saber: 1. Transportadores de neurotransmisores; 2. Receptores acoplados
a proteínas G; 3. Enzimas; 4. Canales iónicos regulados por ligando; y, 5. Canales
iónicos sensibles a voltaje.
⚫⚫ Alrededor del 30% de los psicofármacos tienen como objetivo uno de los transpor-
tadores de neurotransmisores (tanto de recaptación presináptica como de almace-
namiento vesicular) para un neurotransmisor.
26
neuronas específicas. El DAT se expresa en las neuronas dopaminérgicas que se
proyectan principalmente del área tegmental ventral y la sustancia nigra a la cor-
teza prefrontal, al núcleo accumbens y al cuerpo estriado; el SERT juega su papel
en la protuberancia y tronco cerebral superior; y, por su parte, el NET se localiza en
neuronas del locus coeruleus y del grupo tegmental lateral, que se proyectan hacia
muchas otras regiones del cerebro.
27
por las del antagonista e incluso por las del agonista inverso(1).
Los neurotransmisores naturales son agonistas totales, así como algunos fár-
macos usados en la práctica clínica. No obstante, la mayoría de los fármacos que
actúan sobre los receptores acoplados a proteínas G funcionan como antagonistas.
Unos pocos actúan como agonistas parciales y algunos como agonistas inversos.
La siguiente lista ilustrativa presenta algunos ejemplos(18,19,24-28,38):
28
La actividad enzimática es la conversión de una molécula en otra, o más especí-
ficamente, de un sustrato en un producto. Los sustratos para cada enzima son
únicos y selectivos, como son los productos. Un sustrato se une a su enzima en
un sitio activo y, finalmente, es transformado en un producto que abandona la
enzima. En presencia de un inhibidor, la enzima no puede unirse a su sustrato.
⚫⚫ Los canales iónicos regulados por ligando representan el objetivo de un 20% de los
psicofármacos.
29
actúan a nivel de los canales iónicos regulados por ligando(18,19,24-28,38):
⚫⚫ Finalmente, el 10% de los psicofármacos tiene como objetivo a los canales iónicos
sensibles a voltaje.
Estos canales iónicos se abren y cierran según los cambios de voltaje a lo largo de
la membrana neuronal en la que residen. De interés en el campo de la psicofar-
macología son el canal de sodio sensible a voltaje y el canal de calcio sensible a
voltaje(18,19,38):
30
3. La lamotrigina reduce la liberación del neurotransmisor excitador glutamato,
a través del bloqueo de canales de sodio sensibles a voltaje;
4. El litio, por ejemplo, actúa sobre las bombas iónicas, dando lugar a efectos ad-
versos hormonales y renales y, probablemente, terapéuticos(22); y,
31
1.4.1. Farmacocinética
⚫⚫ Vías de administración
Los fármacos son capaces de atravesar las membranas celulares por diferentes
mecanismos, entre los que se destacan la difusión pasiva y el transporte activo.
Los mecanismos de transporte activo requieren de la existencia de un transpor-
tador de membrana, generalmente saturable, que conduce al fármaco contra un
gradiente electroquímico, precisan de energía (ATP) y suelen asociarse al trans-
porte de iones (H+ o Na+). El transporte activo tiene algún grado de trascendencia
en el caso de la barrera hematoencefálica, el aparato gastrointestinal y biliar y los
32
túbulos renales. La L-dopa, por ejemplo, se absorbe de manera activa merced a
sus transportadores(41).
⚫⚫ Liberación
⚫⚫ Absorción
33
En general, los psicofármacos, prescriptos por vía oral, debido a su alta liposolu-
bilidad son absorbidos por procesos de difusión pasiva, por lo que, en ausencia
de patología gastrointestinal o de administración simultánea de antiácidos o de
sustancias dotadas de actividad anticolinérgica, la absorción no tendría por qué
modificarse significativamente(44).
34
en la insuficiencia cardíaca) o estasis (por ejemplo, en el embarazo). Una ventaja de
la vía intramuscular es su capacidad de asegurar el cumplimiento terapéutico en
pacientes en los que los regímenes de medicación por vía oral no pueden ser cum-
plidos correctamente. Por ejemplo, tanto el decanoato de haloperidol como la pi-
potiazina son antipsicóticos de formulación depot que se utilizan en el tratamien-
to de pacientes con esquizofrenia y baja adherencia al tratamiento por vía oral(47).
⚫⚫ Distribución
Los fármacos que circulan unidos a las proteínas plasmáticas se denominan fija-
dos a proteínas, y los que circulan sin fijar se denominan libres. Solo la fracción
libre de los fármacos es capaz de continuar con los procesos farmacocinéticos y
atravesar, por ejemplo, la barrera hematoencefálica. La distribución de un fár-
maco en el cerebro está controlada por el f lujo sanguíneo cerebral, la barrera he-
matoencefálica y la afinidad del psicotrópico por sus receptores en el cerebro. Las
acciones de un fármaco se ven favorecidas, por tanto, por un torrente circulatorio
encefálico elevado, una alta liposolubilidad y una alta afinidad receptorial(21,43,44).
Vale la pena acotar que existen zonas del sistema nervioso central no protegidas
por la barrera hematoencefálica (eminencia media, área postrema, glándula pi-
neal), por lo que el acceso de los fármacos a ellas es mucho más fácil, destacando
en este sentido el centro del vómito(41).
35
El volumen de distribución valora la capacidad de un fármaco de distribuirse por
el organismo. Un fármaco con alto volumen de distribución indica que el mismo
se distribuirá bien en los tejidos.
⚫⚫ Metabolismo
36
El alcohol, el tabaco (véase arriba la sección “Objetivos moleculares de los psico-
fármacos”) y determinados psicofármacos (por ejemplo, barbitúricos y antiepilép-
ticos) inducen la actividad de una isoenzima del citocromo P450 y generan, por
tanto, una disminución de un sustrato metabolizado por la misma. Por ejemplo,
la cimetidina (antagonista de los receptores H2 de histamina del estómago, co-
mercializada para el tratamiento de la úlcera péptica) induce la actividad de la
isoenzima CYP3A4 y, por tanto, disminuye la concentración plasmática de un sus-
trato metabolizado por ella, como el alprazolam (una benzodiazepina).
⚫⚫ Excreción
1.4.2. Farmacodinámica
37
Tabla 3. Mecanismos de acción de los psicofármacos
Las benzodiazepinas se unen a los receptores GABA-A del
Acción agonista
GABA, facilitando la apertura de canales de Cl- (modula-
sobre el receptor
ción alostérica positiva).
Los antipsicóticos típicos ejercen una acción antagonista
sobre los receptores dopaminérgicos a nivel del sistema
Acción
mesolímbico (lo cual explica sus efectos terapéuticos),
antagonista
pero también a nivel nigroestriatal, produciendo efectos
sobre el receptor
adversos extrapiramidales.
El litio, por ejemplo, inhibe el metabolismo del inositol
Acción sobre
fosfato, el cual actúa como segundo mensajero en la
segundos mensajeros
neurotransmisión.
La reserpina impide que los neurotransmisores se incor-
Alteración del alma-
poren a las vesículas de almacenamiento en el terminal
cenamiento vesicular
presináptico neuronal.
38
En lo que respecta a los efectos ocasionados por los psicofármacos, éstos pueden
ser de dos tipos(41):
⚫⚫ Interacciones medicamentosas
Uno de los factores que más puede inf luenciar el efecto de los psicofármacos es
la interacción medicamentosa. Esta se entiende como el cambio en los efectos de
un fármaco por la presencia de otro fármaco, alimento, bebida o agente químico
ambiental. El resultado puede ser un aumento o una reducción del efecto terapéu-
tico del fármaco y/o la presencia de efectos secundarios y/o tóxicos deletéreos. La
tasa de incidencia de interacciones medicamentosas, según algunas series, puede
llegar al 8,8%(48,49).
39
más arriba en este capítulo). El resultado es un retraso en el inicio de acción
del fármaco, disminución o aumento de su efecto, intoxicación o alteración de
la excreción, con el consiguiente efecto en la concentración del fármaco en el
lugar de acción; y,
40
Tabla 4. Clasificación de los psicofármacos
Inhibidores de la Donepezilo; Rivastigmina;
acetilcolinesterasa Galantamina.
Antagonistas de los receptores
Biperideno.
colinérgicos muscarínicos
Propranolol; Clonidina; Dextroanfeta-
Agonistas y antagonistas
mina; Metilfenidato; Dexmetilfenida-
adrenérgicos
to; Modafinilo.
Litio; Valproato; Carbamazepina;
Estabilizantes del ánimo Topiramato; Lamotrigina; Gapentina;
Pregabalina.
Agonistas parciales del receptor
Buspirona.
5HT1A
Benzodiazepinas (Midazolam; Tria-
Agonistas del receptor de zolam; Alprazolam; Flunitrazepam;
benzodiazepinas Lorazepam; Diazepam; Clonazepam);
Fármacos Z (zolpidem, eszopiclona).
Barbitúricos Fenobarbital.
Antagonistas del receptor de do- Clorpromazina; Levomepromazina;
pamina. Antipsicóticos de primera Tioridazina; Pimozida; Haloperidol;
generación, clásicos o típicos Loxapina.
Antagonistas de dopamina-sero-
Risperidona; Olanzapina; Quetiapina;
tonina. Antipsicóticos de segunda
Aripiprazol; Paliperidona; Clozapina.
generación o atípicos
Antipsicóticos Decanoato de haloperidol; Palmitato
de depósito de pipotiazina.
Antagonistas glutamatérgicos
Memantina.
(NMDA)
Antagonistas histaminérgicos no Difenhidramina; Hidroxicina;
selectivos. Prometazina.
Inhibidores de la recaptación/
Trazodona.
antagonistas de serotonina
41
Inhibidores de la recaptación de
Bupropión.
dopamina-noradrenalina
Inhibidores de la recaptación de
Atomoxetina; Reboxetina.
noradrenalina
Inhibidores de la recaptación de Duloxetina; Venlafaxina; Desvenlafa-
noradrenalina- serotonina xina; Milnacipran; Levomilnacipran.
Inhibidores selectivos de la recapta- Citalopram; Escitalopram; Fluoxetina;
ción de serotonina Fluvoxamina; Paroxetina; Sertralina.
Antidepresivos noradrenérgicos y
Mirtazapina.
serotoninérgicos específicos
Antidepresivos tricíclicos y
Imipramina; Amitriptilina; Clomipra-
tetracíclicos
mina; Nortriptilina; Maprotilina.
Multimodal Vortioxetina.
Agonista parcial/inhibidor de la
Vilazodona.
recaptación de la serotonina
⚫⚫ Selección de un fármaco
Ningún psicofármaco es siempre eficaz en todos los pacientes con el mismo diagnós-
tico. La eficacia de un fármaco solo puede predecirse en parte y depende de la farmaco-
cinética y farmacodinámica del psicotrópico y del trípode biopsicosocial del paciente.
Por lo tanto, la selección de un fármaco determinado se hace caso por caso, si-
guiendo el juicio clínico, y en base a lo siguiente: 1. El tipo de fármaco en cuestión
y la evidencia que sostiene su uso; 2. La biología del paciente en particular; 3. La
experiencia y el juicio clínico del médico que prescribe el fármaco; y, 4. El contexto
situacional y ambiental del paciente(1).
42
1.5. Psicofarmacología en adultos mayores
43
1.5.2. Farmacodinámica en el adulto mayor
Los pacientes adultos mayores, en general, son más sensibles a los efectos de los
psicofármacos, quizá debido a cambios en los sistemas de neurotransmisores o
en la sensibilidad receptorial(34). Algunos cambios neurofisiológicos importantes
en el adulto mayor son:
Los médicos que tuvieran que recetar psicotrópicos durante el embarazo deben
sopesar los riesgos conocidos o la falta de información sobre los riesgos que con-
lleva el tratamiento en este grupo particularmente vulnerable(55). Una regla básica
sería no administrar ningún fármaco a una mujer embarazada (en particular en
el primer trimestre) o que esté amamantando a su hijo, a menos que su trastorno
mental sea grave(21).
44
médico tratante(56). A modo de información, los psicofármacos más teratogénicos
son el valproato, la carbamazepina y, en menor grado, el litio.
Finalmente, y si bien todas las enfermedades médicas pueden inf luir en la farma-
cocinética y en la farmacodinámica de todos los psicofármacos, son la insuficien-
cia renal y la insuficiencia hepática las que afectan profundamente estos procesos
(principalmente, el metabolismo y la excreción). Es deber del médico tratante ser
45
consciente de esta realidad, para poder realizar los ajustes requeridos para cada
paciente en particular. A modo de resumen, la tabla 6 presenta la determinación
de las dosis de psicofármacos en la insuficiencia hepática y renal(19,45,56).
46
Disminuir dosis y prolongar
Fluvoxamina No requiere ajuste
el intervalo
Haloperidol No requiere ajuste
Imipramina Disminuir dosis No requiere ajuste
Necesidad de incrementar
Litio Ajustar dosis
dosis en presencia de ascitis
Riesgo de encefalopatía;
dosis inicial de la mitad
Lorazepam Ajustar dosis
si hay antecedentes de
encefalopatía
No se recomienda en casos En casos graves disminuir
Memantina
graves dosis en 50%
Mirtazapina Disminuir dosis No requiere ajuste
Nortriptilina Disminuir dosis No se afecta su semivida
Olanzapina No requiere ajuste No requiere ajuste
Iniciar con dosis de
Paroxetina
10 mg/día
Quetiapina Disminuir dosis No parece requerir ajuste
Reboxetina Disminuir dosis Ajustar dosis
Disminuir dosis por reduc-
Risperidona Disminuir dosis ción se su aclaramiento en
60%
Rivastigmina No requiere ajuste No requiere ajuste
Sertralina Disminuir dosis No requiere ajuste
Disminución de su unión a
Valproato Disminuir dosis y monitorizar
proteínas plasmáticas
Disminuir dosis en 25% o
Venlafaxina Disminuir dosis en 50%
más
No requiere ajuste si leve o
Vortioxetina No requiere ajuste
moderada
47
1.8. Promesas genéticas en Psiquiatría
48
(C4A, C4B). Estos alelos tienen diferentes niveles de expresión cerebral, con ma-
yor cantidad de C4A en la esquizofrenia. La proteína C4 humana está localizada
principalmente en las sinapsis neuronales, dendritas, axones y somas neuronales.
Las variaciones del gen C4 podrían precipitar una excesiva eliminación de sinapsis
neuronales en el cerebro del adolescente, que está aún madurando su infraestruc-
tura de comunicación. La actividad excesiva del complemento en el cerebro juga-
ría un papel en el desarrollo de la esquizofrenia, al explicar los números reducidos
de sinapsis neuronales encontradas en el cerebro de personas con esquizofrenia.
Todavía deberá pasar un cierto tiempo antes que la información genética sea
utilizada para mejorar los diagnósticos clínicos; no obstante, la misma ya puede
49
aportar importantes hipótesis acerca de los fenotipos intermedios (por ejemplo,
que pueden generarse por anormalidades de los canales iónicos o las sinapsis ex-
citadoras), así como de biomarcadores de respuesta al tratamiento(57).
Concluyendo, se puede afirmar que los trastornos mentales de los que se ocupa la
psicofarmacología tendrán desafíos más grandes que enfrentar que aquellos de
cualquier otra área de la medicina. Las dificultades inherentes a la poligenicidad,
la heterogeneidad de la enfermedad, y las limitaciones de los modelos biológicos
de estudio actual en psiquiatría constituyen ejemplos de estas dificultades. No
obstante, el ritmo de desarrollo de la neurogenética y la neuropsicofarmacología
se está acelerando, lo que brinda aires de esperanza para la pronta consecución de
nuevas herramientas terapéuticas para hacer frente a estos desafíos.
50
1.9. Referencias bibliográficas
51
15. Medrano Albéniz J. Tendencias futuras en psicofarmacología. En: Salazar
M, Peralta C, Pastor FJ, editores. Tratado de psicofarmacología. Bases y
aplicación clínica. 2a ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2010. p.
14-24.
16. Salazar M, Peralta C, Pastor FJ, editores. Tratado de psicofarmacología. Bases
y aplicación clínica. 2a ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2010.
17. López-Muñoz F, Álamo C, editores. Historia de la Neuropsicofarmacología. 1a
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55
capítulo 2
FARMACOLOGÍA DE LA DEPRESIÓN
2.1. Introducción
2.2. Generalidades
2.2.1. Conceptos
57
⚫⚫ Tristeza reactiva
⚫⚫ Duelo
Esta es una respuesta normal a una gran pérdida personal (por ejemplo, la muerte
de un ser querido, la separación marital o el divorcio). Esta reacción puede ser
extremadamente dolorosa y se prolonga por mucho más tiempo que la tristeza
reactiva. Se debe tener en cuenta que un duelo “normal” puede durar varios meses
y no es inusual que la tristeza y los sentimientos de soledad persistan por varios
años luego de la pérdida personal(2,3). La tabla 1 presenta las principales diferencias
entre el duelo y la depresión clínica.
La mayor parte de las enfermedades médicas que pueden causar una depresión
secundaria se detectan a través de la historia clínica, la exploración física y ana-
lítica habitual de sangre y orina, a lo que se deben agregar pruebas de función
58
tiroidea y suprarrenal, ya que la alteración de ambos sistemas puede manifestarse
como trastornos depresivos(5). Se desataca aquí que el hipotiroidismo, especial-
mente el subclínico, es la causa más común de depresión secundaria, generando
entre un 5-10% de todos los casos(3).
Asimismo, varios son los fármacos que pueden causar síntomas depresivos como
efecto adverso(6). En este sentido, se debe tomar nota de que el diazepam y otras
benzodiazepinas pueden generar o exacerbar una depresión. Muchas veces, el
médico se enfoca más en síntomas de ansiedad o agitación y olvida tratar una
depresión subyacente (se hace necesario recordar que hasta un 50% de los casos
de depresión mayor se acompañan de síntomas significativos de ansiedad o agi-
tación). En estos casos, las benzodiazepinas son prescriptas y el resultado es, en
general, un mejoramiento inicial de los síntomas, pero al cabo de algunas sema-
nas la depresión empeora(3). Si el trastorno de base es una depresión, con síntomas
coexistentes de ansiedad, se debe tratar la depresión. Con el apropiado tratamien-
to de la misma, los síntomas de ansiedad mejoran.
Como regla general, cuando la causa de una depresión es otra afección médica o
el efecto adverso de una sustancia, el enfoque terapéutico debe ser tratar la enfer-
medad de base o suspender/cambiar la medicación que causa la injuria. Con esta
medida, la depresión en general remitirá.
59
Tabla 2. Depresión secundaria a otra afección médica o a medicamentos
Afecciones médicas Sustancias/medicamentos
■■ Enfermedad de Addison ■■ Reserpina
■■ Vih/sida ■■ Propranolol
■■ Enfermedad de Alzheimer ■■ Metil-dopa
■■ Anemia ■■ Clonidina
■■ Apnea ■■ Acetato de cortisol
■■ Asma ■■ Prednisona
■■ Síndrome de fatiga crónica ■■ Estrógeno
■■ Infecciones crónicas ■■ Progesterona
■■ Dolor crónico ■■ Levodopa
■■ Falla cardiaca congestiva ■■ Carbidopa
■■ Enfermedad de Cushing ■■ Benzodiazepinas: diazepam y otros
■■ Diabetes ■■ Alcohol
■■ Hiper e hipotiroidismo ■■ Antivirales
■■ Hepatitis infecciosa ■■ Metoclopramida
■■ Influenza
■■ Malnutrición
■■ Esclerosis múltiple
■■ Enfermedad de Parkinson
■■ Porfiria
■■ Sífilis
■■ Artritis reumatoide
■■ Lupus eritematoso sistémico
■■ Colitis ulcerosa
■■ Uremia
60
en el funcionamiento previo, causan malestar clínicamente significativo o dete-
rioro en diversas áreas del funcionamiento y no pueden atribuirse a los efectos de
una sustancia u otra afección médica(7). La tabla 3 presenta los síntomas nucleares
de la depresión mayor.
61
⚫⚫ Trastorno depresivo persistente
Este trastorno se caracteriza por la presencia, por 2 o más años, de disforia, depre-
sión crónica de grado bajo, irritabilidad, baja autoestima y falta de entusiasmo. El
trastorno depresivo persistente es más benigno que el trastorno depresivo mayor
y en general no interfiere con el funcionamiento diario de la persona afecta(1-4).
2.2.2. Etiopatogenia
⚫⚫ Teoría biológica
⚫⚫ Teoría genética
Es de 1-1,5 veces más probable que los parientes de 1º grado de los pacientes que
sufren trastornos depresivos sufran el mismo trastorno. En cuanto a la heredabi-
lidad del trastorno, se ha observado un riesgo del 50-75% mayor en gemelos mono-
cigóticos y del 50% mayor en dicigóticos(1,2).
⚫⚫ Factores psicosociales
62
2.2.3. Epidemiología y clasificación
63
2.3. Recomendaciones farmacológicas
Casi todas las depresiones comparten síntomas universales, propios del cuadro:
humor triste, sentimientos de vacío, anhedonia, baja autoestima, apatía, dismi-
nución de la interacción social, excesiva emocionalidad, negativismo y pesimismo,
irritabilidad, baja tolerancia a la frustración, ideación suicida, culpa excesiva e
indecisión. No obstante, uno de los criterios importantes para decidir el inicio de
medicación antidepresiva es la presencia o ausencia de síntomas vegetativos/fi-
siológicos, que ref lejan la existencia de una disfunción bioquímica. La tabla 5 pre-
senta esos síntomas, que se erigen en diana para la intervención farmacológica(4).
Varias investigaciones y guías previas han informado que los inhibidores selecti-
vos de la recaptación de serotonina (ISRS), los inhibidores de la recaptación de no-
radrenalina y serotonina (IRNS) y nuevos fármacos como la agomelatina debieran
ser considerados como medicaciones antidepresivas de primera línea debido a su
mejor perfil de efectos adversos, en comparación con los antidepresivos tricíclicos.
Esta información se ha mantenido invariable en el tiempo(1,2,12-15).
64
generalmente un paciente entre 18 y 65 años debería recibir una dosis enmarcada
en el rango terapéutico. Esta puntualización es importante, puesto que uno de los
errores más frecuentes cometidos por los médicos generales es la utilización de
fármacos a dosis sub-óptimas.
Los aumentos en las dosis pueden realizarse si es que, luego de 4-5 semanas de tra-
tamiento, no se observa respuesta favorable. Si el paciente tuvo su primer episodio
de depresión antes de los 18 años, si actualmente está en un episodio recurrente
y/o si ha estado deprimido por más de 2 años, en general se requieren entre 4-6 se-
manas para que se evidencien los primeros signos de respuesta al tratamiento(1-3).
65
Tabla 7. Fármacos de primera, segunda y tercera línea para el tratamiento de la depresión
Fármacos de primera línea
Fármaco
Potencia
(mg/día)
(mg/día)
(mg/día)
Sedación
de acción
si tolerado
Dosis usual
Mecanismo
1-2 semanas,
Dosis de inicio
anticolinérgica
Incremento a las
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
Citalopram ISRS 10 20 20-60 Baja/Moderada Ninguna
Escitalopram ISRS 5 10 10-20 Baja Ninguna
66
Fluoxetina ISRS 10 20 20-80 Baja Ninguna
Fluvoxamina ISRS 50 100 100-300 Baja Baja
Paroxetina ISRS 10 20 20-60 Baja/Moderada Moderada
Sertralina ISRS 25 50 50-200 Baja Ninguna
Inhibidores de la recaptación de noradrenalina-serotonina
Duloxetina IRNS 15 30 30-60 Baja Ninguna
Venlafaxina IRNS 37,5 75 37,5-300 Baja Ninguna
Desvenlafaxina IRNS 50 50 50-100 Baja Ninguna
25, en dos 30-200, en dos
Milnaciprán IRNS 12,5 Baja Ninguna
dosis al día dosis al día
Inhibidores de la recaptación de dopamina-noradrenalina
150, en dos
Bupropión IRDN 75 150-300 Baja Ninguna
dosis al día
Antidepresivo noradrenérgico y serotoninérgico específico
Antagonista α2;
Mirtazapina antagonista 5HT2A, 7,5 15 15-45 Moderada Moderada
5HT2C y 5HT3
Agonista melatoninérgico-antagonista serotoninérgico
Agonista MT1 y MT2;
Agomelatina antagonista 5HT2B y 25 50 25-50 Baja Ninguna
5HT2C
67
Multimodal
ISRS + agonismo
completo 5HT1A, ago-
nismo parcial 5HT1B,
Vortioxetina 5 10 10-20 Baja Baja
antagonismo 5HT7 y
5HT1D + antagonismo
5HT3
Fármacos de segunda línea
Fármaco
Potencia
(mg/día)
(mg/día)
(mg/día)
Sedación
de acción
si tolerado
Dosis usual
Mecanismo
1-2 semanas,
Dosis de inicio
anticolinérgica
Incremento a las
Inhibidor de la recaptación de noradrenalina-serotonina
Levomilnaci-
IRNS 20 40 40-120 Baja Ninguna
prán
Inhibidor de la recaptación/antagonista de serotonina
Inhibidor de la recap-
68
Trazodona tación de serotonina; 50 100 150-600 Moderada Ninguna
antagonista 5HT2
Agonista parcial/inhibidor de la recaptación de la serotonina
Agonista parcial
5HT1A; inhibidor de
Vilazodona 10 20 20-40 Baja Baja
la recaptación de
serotonina
Tricíclicos
Amitriptilina Tricíclico 25 50 75-300 Alta Alta
Imipramina Tricíclico 25 50 75-200 Moderada Alta
Clomipramina Tricíclico 25 50 75-250 Moderada Alta
Fármacos de tercera línea
Fármaco
Potencia
(mg/día)
(mg/día)
Sedación
de acción
Dosis usual
Mecanismo
Dosis de inicio
1-2 semanas, si
anticolinérgica
Incremento a las
tolerado (mg/día)
69
Inhibidor de la recaptación de noradrenalina
Reboxetina IRN 2 4 8-10 Baja Moderada
⚫⚫ Trastorno depresivo persistente
⚫⚫ Depresión psicótica
Se manifiesta con ideas delirantes y/o alucinaciones que son frecuentemente con-
sistentes con temas de culpa e inutilidad(7) y se presenta en el 28% de los pacientes
con trastorno depresivo mayor(22).
70
de depresión psicótica son de alto riesgo y en general requieren de hospitalización,
por lo que una derivación oportuna al médico psiquiatra es recomendada(1,2).
◆◆ Sertralina + olanzapina(23);
◆◆ Fluoxetina + olanzapina(24);
◆◆ Venlafaxina + quetiapina(25); y,
◆◆ Amitriptilina + haloperidol(26).
71
2.3.1. Flujo diagnóstico y terapéutico
Síntomas depresivos
Trastorno Considerar
Trastorno
depresivo mayor depresivo persistente farmacoterapia
72
2.3.2. Fases del tratamiento farmacológico
⚫⚫ Fase aguda
Esta fase se inicia con la primera dosis y se extiende hasta que el paciente se vuelva
asintomático. Por lo general esta fase dura entre 6-8 semanas, aunque en muchas
ocasiones puede durar más. Elementos que podrían hacer suponer que la respues-
ta tardará en llegar más de 8 semanas son un cuadro depresivo severo o que ha
durado más de 3 meses antes de iniciar el tratamiento(1-3,18).
⚫⚫ Fase de continuación
⚫⚫ Fase de mantenimiento
73
Segundo En pacientes con factores de riesgo (historia familiar de trastornos
episodio de del humor, primer episodio antes de los 18 años y/o episodio recien-
depresión te con síntomas muy severos), la medicación se debería mantener
de por vida. En ausencia de estos factores de riesgo, se procederá a
la disminución gradual.
Tercer En este tipo de pacientes el tratamiento debe ser de por vida.
episodio de
depresión
Fase aguda
74
2.3.3. ¿Qué hacer si no hay respuesta?
75
⚫⚫ Pacientes con respuesta parcial (≥20% pero <50% de reducción en la escala de
síntomas)
En estos pacientes, una estrategia que suele resultar exitosa es la adición, como
adyuvante, de otro fármaco al antidepresivo que se está utilizando. La tabla
9 presenta los fármacos adyuvantes que pueden ser utilizados con sus dosis
correspondientes(1-3,12,15,18,19).
76
Además de la quetiapina, otros antipsicóticos atípicos son efectivos agentes po-
tenciadores del tratamiento antidepresivo, aunque todos se asocian a un mayor
riesgo de discontinuación terapéutica debido a sus efectos adversos(34). Las dosis
recomendadas de antipsicóticos en su uso como potenciadores son: 0,5-1 mg/día
de risperidona(35), 5-20 mg/día de olanzapina(36) y, como se mencionó en la tabla
precedente, 150-300 mg/día de quetiapina(37).
En los casos de respuesta nula confirmada, la estrategia sería el cambio del antide-
presivo inicial. La elección estaría guiada por el perfil de efectos adversos y por la
farmacodinamia. En general, existen 3 sistemas neuroquímicos que pueden estar
alterados en los trastornos depresivos: el serotoninérgico, el noradrenérgico y el
dopaminérgico. Todos los antidepresivos tienen diferentes efectos sobre estos sis-
temas. Si el primer intento infructuoso se realizó con un fármaco con acción sobre
la vía serotoninérgica, entonces la segunda opción debería recaer en un fármaco
con mayor acción sobre los sistemas de la noradrenalina o dopamina.
77
◆◆ De un tricíclico a un ISRS: puede hacerse indicando un descenso gradual del
tricíclico y un aumento lento del ISRS.
Si lo anterior también falla, algunas opciones a considerar serán los “combos he-
roicos”, a decir del profesor Stahl, que tienen fuerte evidencia empírica en cuanto
a su eficacia en algunos casos de depresión resistente al tratamiento(2,38):
La figura 3 resume las estrategias a utilizar frente a pacientes con respuesta par-
cial o respuesta nula al tratamiento antidepresivo(1,3,4,15).
78
Inicio de tratamiento
Respuesta No respuesta
Verificar cumplimiento
Verificar abuso de sustancias
Llegar a dosis máxima
Continúa
respuesta parcial
Adicionar:
Bupropión Respuesta parcial Cambiar clase
T3 o no respuesta de antidepresivo
Metilfenidato
Buspirona
Aripiprazol
Quetiapina
Litio
79
2.3.4. Consideraciones especiales
80
respuesta por sólo 1 o 2 meses y presencia de síntomas atípicos. Pacientes de
estas características deben ser considerados como bipolares hasta demostrar
lo contrario.
81
2.3.6. Farmacoterapia en adultos mayores
Tabla 11. Inhibición de isoenzimas del citocromo P450 producida por ISRS
Escitalopram
Fluvoxamina
Venlafaxina
Citalopram
Paroxetina
Fluoxetina
Sertralina
No afecta de forma
2D6
1A2 2D6 2D6 2D6 significativa la actividad
2D6 1A2
2c19 2C19 1A2 2C19 de las isoenzimas del
3A
citocromo P450.
La inhibición metabólica de las isoenzimas P450 por ISRS puede provocar aumento
de las concentraciones de antidiabéticos orales (con mayor riesgo de hipogluce-
mia), cimetidina (riesgo de intoxicación por ISRS), diltiazen (riesgo de toxicidad
por diltiazen), nifedipino (riesgo de toxicidad por nifedipino) propranolol (mayor
efecto β-bloqueante), teofilina (riesgo de intoxicación por teofilina), warfarina
(mayor efecto anticoagulante), y anticoagulantes orales (mayor efecto anticoagu-
lante), entre otros.
82
En el anciano, es recomendable iniciar el fármaco antidepresivo con dosis de entre
un tercio y la mitad de las del adulto, aumentando la dosificación con lentitud y
de forma gradual hasta llegar aproximadamente al límite inferior del intervalo
terapéutico del adulto(41,42). Se debe recalcar que en el anciano el tiempo de latencia
de respuesta puede ser superior a las 6-8 semanas que requiere la población adulta,
llegando hasta las 8-12 semanas según algunos estudios(41,43).
Por su perfil de efectos adversos, los ISRS y los IRNS son los antidepresivos de
primera elección en el tratamiento de la depresión en el anciano, siendo los más
aconsejados aquellos con menor grado de inhibición sobre las isoenzimas del ci-
tocromo P450.
2.4.1. ISRS
Los efectos digestivos secundarios más frecuentes incluyen náuseas, diarrea, ano-
rexia, vómitos, f latulencia y dispepsia. La sertralina y la f luvoxamina producen
los síntomas gastrointestinales más acusados. Si bien al menos durante los prime-
ros meses de tratamiento con ISRS puede haber anorexia y pérdida ponderal, has-
ta un tercio de las personas que toman estos antidepresivos aumentará de peso
(el aumento de peso más frecuente se observa con la paroxetina). Generalmente,
ejercicios físicos y dieta terminan controlando el peso(18,19).
83
En relación a los efectos adversos a nivel del sistema nervioso central, la tabla 12
informa las características de los más frecuentes(4,18,19).
Tabla 12. Efectos adversos de los ISRS sobre el sistema nervioso central
Los ISRS generan, como efecto adverso, un incremento de la ansie-
dad en las primeras semanas de iniciado el tratamiento. Esta puede
ser una causa de discontinuación del tratamiento por parte del
paciente. Por lo tanto, es práctica común asociar al ISRS una ben-
zodiazepina (por ejemplo, clonazepam 0,25-0,5 mg 2-3 veces/día),
Ansiedad/ durante el primer mes de tratamiento. Por regla general, los ISRS
activación comienzan a reducir significativamente los síntomas de ansiedad
alrededor de la cuarta semana de tratamiento; a partir de ahí las
benzodiazepinas deben ser retiradas gradualmente. La paroxetina
y el escitalopram incrementan con mucha menos frecuencia la an-
siedad, y constituyen la mejor opción si se desea la sedación, como
en el trastorno de depresión mayor con características ansiosas.
Si bien el sueño mejora como resultado del tratamiento de la
depresión con ISRS, hasta 1 de cada 4 de pacientes presenta insom-
nio, somnolencia o cansancio excesivo. En general, la fluoxetina es
el ISRS que puede provocar insomnio con mayor frecuencia, por lo
que usualmente se indica por la mañana. Asimismo, la sertralina y
Insomnio
la fluvoxamina también pueden provocar insomnio o somnolencia.
Por su parte, el citalopram y la paroxetina a menudo generan
somnolencia. El insomnio producido por los ISRS puede tratarse
exitosamente con trazodona (50-75 mg a la hora de acostarse) o
mirtazapina (7,5-15 mg, también a la hora de acostarse).
El embotamiento afectivo es un efecto adverso que puede verse
en algunos pacientes tras el uso prolongado de ISRS. Este embota-
miento es descripto por los pacientes como “incapacidad de llorar”,
Embotamien- o una sensación de apatía e indiferencia. Estrategias para hacer
to afectivo frente al embotamiento afectivo son reducir la dosis del ISRS o
agregar bupropión (por ejemplo, 75 mg dos veces al día). El médico
debe estar atento a la presentación de este efecto adverso, pues
muchas veces lleva al abandono del tratamiento.
Hasta 2 de cada 10 de los pacientes pueden presentar cefaleas
como efecto adverso del tratamiento con ISRS. Por otra parte, se
Cefaleas
destaca que todos los ISRS constituyen una buena prevención de la
migraña y la cefalea de tipo tensional en muchos pacientes.
84
⚫⚫ ISRS y embarazo
Diversos estudios han puesto de manifiesto que el tratamiento con ISRS durante
el embarazo no se asocia a un aumento del riesgo de malformaciones congénitas
mayores. No obstante, esta afirmación se basa en una evidencia limitada, puesto
que la mayoría de los estudios analizados son de tipo retrospectivo. Asimismo,
datos controvertidos recientes indican una posible asociación entre las malforma-
ciones cardíacas y el tratamiento con paroxetina, por lo que sería prudente evitar
su uso, sobre todo en dosis altas (>25 mg al día), en las mujeres que planeen iniciar
un embarazo. Si la exposición ya se ha producido, la decisión de retirar o no el fár-
maco dependerá de la gravedad de la enfermedad y las alternativas eficaces para
cada paciente, pero en ningún caso se debe retirar bruscamente el tratamiento, ni
éste se considera motivo para recomendar la interrupción del embarazo(45).
No se puede soslayar que aún queda por definir si hay una clara asociación entre
el posible incremento del riesgo de aborto, parto prematuro y bajo peso al nacer
con el uso de ISRS, ya que estas complicaciones se han relacionado con la propia
depresión mayor. Por otro lado, hay suficientes pruebas para considerar que la
exposición a los ISRS al final del embarazo supone un mayor riesgo para el niño
de peor adaptación a la vida extrauterina, con lo que puede requerir cuidados
neonatales especiales.
Por otro lado, el riesgo a largo plazo de la exposición intrauterina a ISRS no está
bien evaluado, pero los datos hasta ahora indican que no afecta el desarrollo. A es-
tos posibles riesgos hay que contraponer los beneficios del tratamiento y el riesgo
de recaída de la enfermedad, con la consecuente morbilidad materno-fetal. Si se
decide iniciar o continuar el tratamiento, se recomienda utilizar la mínima dosis
eficaz, y valorar la posibilidad de disminuir gradualmente la dosis del fármaco
al final de la gestación hasta su retirada. Todos los neonatos expuestos durante
el tercer trimestre del embarazo deben ser vigilados adecuadamente durante los
primeros días de vida(45).
Una abrupta suspensión del tratamiento con ISRS puede generar un síndrome de
discontinuación que incluye mareos, debilidad, náuseas, cefaleas, depresión de
rebote, ansiedad, insomnio, falta de atención y concentración, síntomas de las vías
aéreas superiores, síntomas pseudogripales, parestesias y semiología de migraña.
Este síndrome puede ser observado con más frecuencia ante la supresión brusca
de ISRS de vida media corta, como la paroxetina o la f luvoxamina, mientras que
85
es menos frecuente con la f luoxetina. Por lo tanto, esta última ha sido utilizada en
algunos casos para tratar el síndrome de discontinuación provocado por la retira-
da de otros ISRS (vale la pena recordar que, de todos modos, la f luoxetina puede
generar un síndrome de retirada retrasado, aunque más atenuado). El síndrome
de discontinuación también puede producirse tras la suspensión del tratamiento
con otros antidepresivos como los tricíclicos, la venlafaxina y la mirtazapina(1-4).
Se debe destacar aquí que la discusión debería centrarse sobre el síndrome de dis-
continuación/supresión (comentado más arriba) versus el síndrome de retirada/
abstinencia de sustancias. El primero se caracteriza por síntomas asociados a la
interrupción de fármacos, mientras que el segundo a los generados por el cese
del consumo de sustancias ilícitas. Nuestra posición al respecto es que los anti-
depresivos no generan adicción, puesto que si bien es cierto que la definición de
discontinuación de fármacos tiene inconvenientes que podrían superponerse con
la definición utilizada para el síndrome de abstinencia de sustancias, la ausencia
de control deficitario, de compulsión en el uso y del deseo intenso ante estímulos
relacionados con antidepresivos hace que no se pueda configurar un trastorno de
adicción a los mismos(7).
En el año 2007, la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos de
América emitió una advertencia de que aquellos pacientes de entre 18 y 24 años
en fase inicial del tratamiento con cualquier tipo de antidepresivo debían ser in-
formados sobre el riesgo de aparición de conductas suicidas. Además, sugirió una
vigilancia estrecha de estos pacientes, aunque no desaconsejó el uso de antide-
presivos para indicaciones probadas, incluyendo los trastornos de ansiedad. Sin
embargo, no existen pruebas concluyentes de que el tratamiento antidepresivo
aumente el riesgo de suicidabilidad (ideación suicida, actos destinados a realizar
un intento suicida, intentos de autolesión no mortales o muerte) en adultos.
86
La evidencia disponible sugiere fuertemente un efecto específico de la edad de
uso de los antidepresivos y el riesgo de suicidabilidad. Entre los adultos jóvenes
(y también entre los niños y adolescentes), la aparición de tendencias suicidas es
significativamente mayor en comparación con el placebo, durante al menos las
primeras semanas de tratamiento antidepresivo. Sin embargo, la misma eviden-
cia no muestra un efecto detectable del tratamiento antidepresivo sobre la suici-
dabilidad en adultos de mediana edad, y sugiere un efecto protector entre adultos
mayores(48). Se debe distinguir suicidabilidad de suicidios consumados, ya que
cuando se investiga si la prescripción de antidepresivos incrementa los suicidios
consumados lo que se detecta es más bien lo contrario: lejos de incrementarlos,
los disminuyen(2). Además, los ensayos aleatorizados y la mayoría de los estudios
observacionales sugieren que no hay diferencia en el riesgo de suicidio entre las
diferentes clases de antidepresivos(49).
Se considera prudente que los médicos adviertan a los adultos jóvenes deprimidos
que comienzan cualquier antidepresivo sobre la posible aparición de tendencias
suicidas, para alentar a todos los pacientes a comunicar rápidamente a su médico
si sufren una nueva aparición o empeoran la tendencia suicida. Asimismo, los mé-
dicos deben evaluar a cualquier paciente con tendencias suicidas cada una o dos
semanas, como mucho. Es importante recalcar que los médicos que prescriben
un antidepresivo no deben depositar exclusivamente en el fármaco el cuidado del
paciente.
Todos los ISRS (y la venlafaxina) se han relacionado con la aparición del síndrome
de secreción inadecuada de hormona antidiurética, aunque con incidencia des-
conocida. El riesgo de hiponatremia es mayor en las primeras semanas de trata-
miento antidepresivo, siendo el ISRS más implicado la f luoxetina(1,2).
87
⚫⚫ Síndrome serotoninérgico
En más del 80% de los casos, el síndrome se produce por la asociación de dos o
más agentes serotoninérgicos. El resto de los casos ocurre cuando se utiliza un
único fármaco en sobredosis o cuando se incorpora un agente serotoninérgico
inmediatamente tras suspender otro con ese mismo efecto. El tratamiento con-
siste en suspender los agentes implicados y aplicar medidas de soporte, tales como
hidratación, medidas físicas antitérmicas, benzodiazepinas, agentes antiseroto-
ninérgicos (como la ciproheptadina) y eventual ingreso a la unidad de cuidados
intensivos (ante casos de hipertermia grave, rabdomiólisis, coagulación intravas-
cular diseminada o fracaso renal)(50).
Las últimas revisiones han sugerido que el empleo de ISRS se asocia con un in-
cremento en la incidencia de sangrado digestivo tres veces mayor respecto a las
personas que no toman estos medicamentos, pudiendo llegar a ser 15 veces más en
caso de asociación a antiinf lamatorios no esteroideos (AINES). Ante la sospecha
que el sangrado en un paciente es debido a ISRS, se debe interrumpir su adminis-
tración y realizar una consulta clínico-hematológica urgente(50).
2.4.2. IRNS
Los IRNS (por ejemplo, duloxetina, venlafaxina) provocan, como efectos adver-
sos más frecuentes: náuseas, malestar gastrointestinal, constipación, pérdida de
apetito, sequedad bucal, mareos, agitación, insomnio, disfunción sexual, cefalea,
nerviosismo, sudoración y debilidad muscular(19).
88
2.4.3. Tricíclicos
89
2.5. Referencias bibliográficas
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94
capítulo 3
FARMACOLOGÍA DEL TRASTORNO BIPOLAR
3.1. Introducción
3.2. Generalidades
3.2.1. Conceptos
95
El trastorno bipolar tipo I representa el concepto actual de la clásica “psicosis
maniaco-depresiva” descripta en el siglo 19, diferenciándose de esa descripción
en que ni la psicosis o el haber experimentado un episodio depresivo mayor cons-
tituyen requerimientos para su diagnóstico. Básicamente, el trastorno bipolar
tipo I se caracteriza por la aparición de al menos un episodio maníaco completo,
independientemente de haber experimentado o no un episodio depresivo (aunque
la mayoría de las personas con trastorno bipolar tipo I experimentará depresión
en algún momento del curso evolutivo de la enfermedad)(7-9).
Por su parte, los pacientes adultos con trastorno ciclotímico experimentan, por al
menos 2 años, periodos de sintomatología hipomaniaca y depresiva, sin cumplir
con todos los criterios para un episodio de manía, hipomanía o depresión mayor.
96
3.2.2. Semiología
97
Por su parte, un episodio “hipomaniaco” se caracteriza por la presencia de un
periodo bien definido de estado de ánimo anormalmente y persistentemente ele-
vado, expansivo o irritable, y un aumento anormal y persistente de la actividad o
la energía dirigida a un objetivo, que dura como mínimo cuatro días consecutivos
y está presente la mayor parte del día, casi todos los días. Durante ese periodo de
tiempo, existen 3 de los siguientes síntomas en grado significativo (4 si el estado
de ánimo es solo irritable)(2,3,7):
98
depresivo antes de los 18 años, presencia de síntomas psicóticos, historia de trata-
mientos previos infructuosos o con buena respuesta por sólo 1 o 2 meses y presen-
cia de síntomas atípicos. Pacientes de estas características deben ser considera-
dos como bipolares hasta demostrar lo contrario(10).
Si bien la semiología descripta más arriba se corresponde con episodios en los que
el diagnóstico es claro, por tener una presentación clásica (con todas las caracte-
rísticas distintivas), esto no siempre es así en la práctica clínica diaria. Muchos
pacientes se presentan con una semiología incompleta, subsindrómica, en algu-
nos casos con comorbilidades o como parte de un espectro, lo que ha llevado a
investigadores y a clínicos a desarrollar herramientas que apoyen el diagnóstico
y la decisión terapéutica. Entre estas herramientas están, por ejemplo, el Mood
Disorder Questionnare(11), que fue validado en varias muestras y poblaciones(12) o el
Bipolarity Index(13) que integra elementos de la historia personal y familiar del pa-
ciente, el curso de su enfermedad y respuesta al tratamiento. Estas herramientas,
junto con la entrevista clínica, pueden ayudar a reducir los errores diagnósticos y,
por ende, a prescribir un tratamiento adecuado.
3.2.3. Etiopatogenia
⚫⚫ Factores genéticos
⚫⚫ Factores biológicos
99
episodios maniacos e hipomaniacos. Asimismo, se observan alteraciones neu-
roendocrinas en el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal. Tanto en la manía como en
la depresión existe disminución de las funciones inmunes(2,3). Nuevas evidencias
informan que incrementos del glutamato en los lóbulos frontales podrían contri-
buir tanto a la patogenia del trastorno bipolar como a la del trastorno depresivo(20).
También se ha evidenciado que la disrupción de la regulación del calcio, secun-
daria a una excesiva transmisión glutaminérgica o a isquemia, también tiene un
papel en la patogenia del trastorno bipolar(19).
⚫⚫ Factores psicosociales
La prevalencia del trastorno bipolar es de 0,4 a 1,6%, con igual proporción en hom-
bres y mujeres (aunque el trastorno bipolar tipo II es más frecuente en mujeres).
Como “espectro”, el trastorno bipolar tiene una prevalencia que va de entre 2,6
y 6.5%(21). El trastorno se inicia con mayor frecuencia entre los 15 y 19 años, y en
segundo lugar entre los 20 a 24 años. Es raro su inicio por encima de los 50(2,3).
100
Como se mencionó previamente en este capítulo, el DSM-5 clasifica a los tras-
tornos bipolares en una sección aparte, entre el espectro de la esquizofrenia y
los trastornos psicóticos y los trastornos depresivos. Asimismo, tal como ha sido
descripto más arriba, “un aumento anormal y persistente de la actividad y energía
dirigida a un objetivo” ha sido agregado a uno de los criterios de manía o hipoma-
nía, donde antes solo se mencionaba la necesidad de un periodo bien definido de
estado de ánimo anormalmente y persistentemente elevado, expansivo o irritable.
Además, el antes conocido como “episodio mixto” ha sido reemplazado por el espe-
cificador “con características mixtas”, que se aplica a los episodios maniacos, hipo-
maniacos y depresivos y que requiere de al menos 3 síntomas del polo opuesto(7,22).
101
3.3. Recomendaciones farmacológicas
Cabe destacar que, si bien los manuales diagnósticos describen al trastorno bi-
polar como “episódico”, el foco actual de investigación terapéutica se encuentra
en la intervención temprana, con el fin de intentar prevenir las exacerbaciones,
reconociendo que el curso del trastorno una vez establecido es difícil de predecir.
Por ejemplo, algunos pacientes pueden debutar con todas las características de
un episodio maniaco, o ser ese 1 de cada 4 pacientes diagnosticado inicialmen-
te como depresión mayor que, durante un curso de 12 años, eventualmente será
diagnosticado con trastorno bipolar(24). En nuestro contexto, intervenir de manera
temprana sería cuando los síntomas (por lo general, ya en la edad adulta) y el curso
del trastorno ya están, y cuando se conocen los antecedentes personales y fami-
liares, realizando entonces un abordaje farmacológico adecuado, de lo cual nos
ocuparemos a continuación.
El paciente bipolar en manía aguda puede presentarse con un estado agitado, que
crea un ambiente disruptivo y hasta peligroso o violento. En este tipo de pacientes,
la medicación se administrará de preferencia por vía intramuscular, la cual posee
un nivel 2 de evidencia y, además, un inicio de acción rápido. Otra vía de admi-
nistración de primera línea es la inhalada. La tabla 3 presenta los fármacos de pri-
mera y segunda línea para el tratamiento de emergencia de la manía aguda(1,3,25,26).
102
Tabla 3. Manejo de emergencia de la manía aguda
Fármacos de primera línea
■■ Vía intramuscular: aripiprazol (9,75 mg en dosis única, hasta un máximo de 15
mg/día); lorazepam (2 mg en dosis única); y, olanzapina (dosis única de 2,5 mg,
hasta un máximo de 10 mg/día, aunque hay casos en que se requiere triplicar
esta dosis).
■■ Vía inhalada: loxapina (dosis única de 5mg, hasta un máximo de 10 mg/día).
Fármacos de segunda línea
■■ Vía sublingual: asenapina (dosis única de 10 mg).
■■ Vía intramuscular: haloperidol (dosis única de 5 mg, hasta un máximo de 15
mg/día); haloperidol + midazolam (inicio con 2 mg de haloperidol y 7,5 mg de
midazolam, hasta un máximo diario de 5 mg de haloperidol y 15 mg de mida-
zolam); haloperidol + prometazina (dosis única con 2,5 mg de haloperidol y 25
mg de prometazina, hasta un máximo diario de 5 mg de haloperidol y 50 mg de
prometazina); ziprasidona (dosis única de 2 mg, hasta un máximo de 20 mg/día).
■■ Vía oral: Risperidona ODT (dosis única de 2mg, hasta un máximo de 4mg/día).
Fármacos de tercera línea
■■ Vía oral: haloperidol (dosis única de 5 mg, hasta un máximo de 15 mg/día); rispe-
ridona (dosis única de 2 mg); quetiapina (media de dosis ubicada en 486 mg).
Otras opciones farmacológicas
■■ Combinación de haloperidol (5 mg intramuscular) y lorazepam (4 mg intramus-
cular) o clonazepam (1 mg vía oral) cada 8-12 horas.
■■ Combinación de haloperidol (5 mg intramuscular) y levomepromazina (12,5-25
mg intramuscular) cada 8-12 horas.
■■ Olanzapina (5mg por vía oral, hasta un máximo de 30 mg/día).
Observaciones: si bien es una práctica común la utilización intramuscular de
levomepromazina (en combinación con haloperidol), la evidencia sugiere que la
misma debería limitarse, principalmente debido a su inferior eficacia y tolerabili-
dad. Asimismo, la combinación intramuscular de 5 mg de haloperidol y 25-50 mg
de prometazina (hipnótico antihistamínico de primera generación) es también
práctica común, debido al gran efecto sedativo de la prometazina. No obstante, su
uso también debería limitarse en base a su perfil desfavorable de efectos adversos
(xerostomía, síndrome anticolinérgico central, retención urinaria, excitación y
nerviosismo, taquicardia, excitación paradojal en menores de 18 años e hipoten-
sión en mayores de 65).
103
En general, las benzodiazepinas no deben ser utilizadas como monoterapia en
el manejo de emergencia de la manía aguda, pero constituyen adyuvantes útiles
para el manejo de un paciente agitado(23). Nuevas investigaciones también apoyan
la utilización de valproato de sodio intravenoso y divalproato XR vía oral para el
rápido mejoramiento de la manía aguda(1). Es importante destacar que el trata-
miento estándar del episodio maniaco (véase seguidamente) debe ser iniciado a la
par que se contiene la emergencia.
En caso que el paciente esté consumiendo antidepresivos, estos deberán ser dis-
continuados (tomando las precauciones de retirada descriptas en el capítulo 2
“Farmacología de la Depresión” de este libro). Asimismo, se valorará la existencia
de factores que podrían estar generando síntomas maniacos, tales como medi-
caciones prescriptas (antidepresivos o estimulantes), sustancias ilegales u otras
afecciones médicas. Si se está frente a un paciente conocido portador de trastorno
bipolar, se indagará acerca de su medicación actual, a fin de dirigir las opciones
terapéuticas(2,3).
104
Tabla 4. Recomendaciones farmacológicas en episodio maniaco
Fármacos de primera línea
■■ Monoterapia vía oral: litio; divalproato; divalproato XR; olanzapina; risperidona;
quetiapina; quetiapina XR; aripiprazol; paliperidona XR; ziprasidona; asenapina.
■■ Terapia adyuvante con litio o divalproato: risperidona; quetiapina; aripiprazol;
asenapina.
Fármacos de segunda línea
■■ Monoterapia vía oral: carbamazepina; carbamazepina XR.
■■ Terapia de combinación vía oral: litio + divalproato; litio o divalproato + carbamaze-
pina u olanzapina o ziprasidona o haloperidol.
Fármacos de tercera línea
■■ Monoterapia vía oral: clorpromazina; clozapina; oxcarbazepina.
■■ Terapia de combinación vía oral: litio o divalproato + haloperidol; litio +
carbamazepina.
Fármacos no recomendados
■■ Monoterapia vía oral: gabapentina; topiramato; lamotrigina; verapamilo.
tiagabina.
■■ Terapia de combinación vía oral: risperidona + carbamazepina; olanzapina +
carbamazepina.
◆◆ Litio: dosis de inicio de 300-600 mg, 2 a 3 veces/día, ajustando dosis según res-
puesta, hasta llegar a una litemia de 0,8 a 1,2 mEq/L. En el caso de formulacio-
nes XR (liberación prolongada), 450 mg cada 12 horas. En adultos mayores, la
dosis de inicio es de 300 mg cada 12 horas, con incrementos semanales de 300
mg. En pacientes con insuficiencia renal, la dosis debe reducirse en un 25 a 50%.
◆◆ Divalproato: dosis de inicio de 750 mg/día, en dos dosis, con aumento paulatino
hasta llegar a respuesta óptima. Dosis máxima: 60 mg/kp/día. Niveles plasmá-
ticos: 50-125 µg/dl.
105
◆◆ Quetiapina: dosis recomendada de 400-800 mg/día, en dos tomas. Incrementos
según esquema: a. Día 1: 50 mg cada 12 horas; b. Día 2: 100 mg cada 12 horas; c.
Día 3: 150 mg cada 12 horas; d. Día 4: 200 mg cada 12 horas; y, luego, incremen-
tar 100 mg por día hasta llegar a 800 mg/día.
◆◆ Ziprasidona: 40 mg dos veces al día, hasta llegar a una dosis efectiva de 60-
80mg, dos veces al día. Esta medicación debe ser administrada con comidas
para facilitar su absorción.
◆◆ Asenapina: 5-10 mg dos veces al día. La dosis efectiva se encuentra en los 10 mg,
dos veces al día. Su administración se realiza por vía sublingual, lo que puede
ser una limitación para su uso en algunos pacientes.
106
Si el tratamiento con uno de los fármacos de primera línea (litio, divalproato, an-
tipsicóticos atípicos), a dosis óptimas, no da resultados o no es tolerado, el siguien-
te paso será cambiar o adicionar un fármaco distinto, pero también de primera
línea. Tomando en cuenta la eficacia y la relativa seguridad de los fármacos de
primera línea, la utilización de agentes de segunda o tercera línea está solo re-
comendada luego de haber realizado ensayos terapéuticos con los fármacos de
primera línea, solos o en combinación(1).
107
⚫⚫ Características clínicas que ayudan en la elección del tratamiento del episodio
maniaco
108
10 y 14 de tratamiento(40). El 50% de los pacientes tendrá una mejoría significativa
en los síntomas maniacos dentro las 3-4 semanas. En general, la terapia de combi-
nación tiene una respuesta, en promedio, un 20% mayor a la monoterapia, pero se
asocia a más efectos adversos(1-3).
Optimizar dosis
Sin respuesta
Considerar añadir
fármacos nuevos o
experimentales
109
⚫⚫ Duración de la farmacoterapia del episodio maniaco antes de decidir añadir o
cambiar medicación
110
⚫⚫ Farmacoterapia de los pacientes cicladores rápidos
Alrededor de 1/3 de los pacientes con trastorno bipolar son cicladores rápidos y
presentan al menos 4 episodios del estado de ánimo en los 12 meses anteriores(1).
Estos episodios cumplen con los criterios de manía, hipomanía o depresión. Los
episodios están separados por remisiones parciales o completas de un mínimo
de 2 meses o por un cambio de polaridad (por ejemplo, de episodio depresivo a
episodio maniaco)(3,7).
111
En cuanto a la lamotrigina, su dosis se debe escalar progresivamente en 6 sema-
nas. Se debe iniciar con 25 mg/día en dosis única, por 2 semanas. Luego, aumentar
a 50 mg/día, por otras dos semanas y, a continuación, a 100 mg/día por otras dos
semanas. La terapia de mantenimiento se realiza con 200 mg/día. Esta dosis debe
reducirse a la mitad si se utiliza en conjunto con divalproato y debe aumentarse al
doble si se utiliza con carbamazepina(2,43).
112
La tabla 7 presenta las recomendaciones farmacológicas de la depresión bipolar
I(1,3,23,31,33,34,37):
Las dosis de los fármacos de primera y segunda línea ya se han detallado más
arriba en este capítulo. Las dosis usuales de ISRS pueden ser consultadas en el
capítulo 2 “Farmacología de la Depresión” del presente libro.
113
emitió una serie de recomendaciones para el uso de antidepresivos en trastornos
bipolares(46). Las recomendaciones se resumen a continuación (tabla 8).
114
9. Los antidepresivos deben ser evitados durante los episodios
maníacos y depresivos con características mixtas.
10. Los antidepresivos deben ser evitados en los pacientes
Uso en estados
bipolares con características mixtas predominantes.
mixtos
11. Los antidepresivos previamente prescriptos deben ser
discontinuados en los pacientes que están experimentando
estados mixtos en la actualidad.
12. El tratamiento adyuvante con inhibidores de la recaptación
de noradrenalina y serotonina (IRNS) o con tricíclicos debe
Tipo de ser considerado solo después que otros antidepresivos
fármaco hayan sido probados y deben ser monitorizados de cerca
debido al incremento del riesgo de switch del humor o
desestabilización.
Vale la pena destacar que la TEC es una efectiva herramienta para el tratamiento
de la depresión bipolar, principalmente en pacientes con depresión bipolar psi-
cótica severa, en pacientes con riesgo de complicaciones médicas y en aquellos
con historia de no respuesta a antidepresivos o que han virado a ciclación rápida
debido a antidepresivos. La TEC, asimismo, es una opción para embarazadas con
esta patología(1,47).
115
Evaluar seguridad y funcionalidad
Establecer lugar del tratamiento
Psicoeducación
Optimizar dosis
Agregar Agregar
ISRS/BUP o ISRS, Li o
agregar/cambiar cambiar a Litio, LAM Li QTP OLZ+ Li o DVP + Li + DVP
Li, LAM o QTP LAM o QTP ISRS ISRS/BUP
Agregar
Agregar Agregar ISRS, Li Cambiar a QTP, Cambiar Li o
Agregar/ ISRS/BUP
ISRS/BUP o o LAM o cambiar QTP + ISRS, Li, DVP a QTP
cambiar o cambiar
agregar/cambiar a Li, LAM o ISRS + Li / BUP u OLZ o cambiar
a Li o QTP Li o DVP
a LAM o QTP OLZ + ISRS o LAM ISRS/BUP a LAM
a LAM o QTP
Sin respuesta
Reemplazar uno o ambos fármacos con alternativas de la primera o segunda línea
Sin respuesta
Considerar TEC, agentes de tercera línea u opciones experimentales
Referencias: DVP (divalproato); OLZ (olanzapina), RSP (risperidona), ARI (aripiprazol), ISRS (inhibidor se-
lectivo de la recaptación de serotonina), BUP (bupropión), Li (litio), LAM (lamotrigina), QTP (quetiapina),
TEC (terapia electro convulsiva).
116
hace necesario aclarar que ninguno de ellos es completamente inocuo en términos
de seguridad(48). Tomando en cuenta la evidencia a la fecha, se considera que, en
general, un tratamiento que ha funcionado durante la fase aguda será también
el de elección para la fase de mantenimiento(38). La tabla 9 presenta las opciones
de primera y segunda línea para el tratamiento de mantenimiento del trastorno
bipolar tipo I(1,3,23,37).
Vale la pena acotar que, en caso de decidirse el uso de olanzapina, la misma debe
ser cuidadosamente monitorizada debido a sus efectos metabólicos. Asimismo, se
destaca que la risperidona (en versión inyectable de larga duración) y el aripiprazol
tienen mayor fuerza de evidencia en la prevención de la manía.
⚫⚫ Farmacoterapia de la hipomanía
117
En la hipomanía, se recomienda la monoterapia, sosteniendo esta opción por ma-
yor tiempo que en la manía antes de iniciar tratamientos combinados(1,3,49).
Se recomienda sostener
monoterapia más tiempo
que en la manía antes de
decidir una terapia de combinación
118
Fármacos no recomendados
Monoterapia vía oral: paroxetina (evidencia negativa).
Observaciones: en aquellos pacientes refractarios a tratamientos de primera y
segunda línea y en aquellos que necesitan respuesta rápida se sugiere la utilización
de ketamina intravenosa
119
3.3.3. Consideraciones especiales
⚫⚫ Litio
El tratamiento con litio debe iniciarse tras un análisis de rutina (sodio, calcio, fós-
foro, creatinina y clearance, hemograma completo, perfil tiroideo y orina simple).
En general, la dosis de inicio es de 300-600 mg, 2 a 3 veces/día, ajustando dosis
según respuesta, hasta llegar a una litemia de 0,8 a 1,2 mEq/L. En el caso de for-
mulaciones XR (liberación prolongada): 450 mg cada 12 horas. En adultos mayores,
la dosis de inicio es de 300 mg cada 12 horas, con incrementos semanales de 300
mg. En pacientes con insuficiencia renal, la dosis debe reducirse en un 25 a 50%.
Es recomendable el uso de varias dosis, puesto que de esta manera se reducen las
molestias gástricas(2,3,51).
La revisión del nivel sérico de litio se debe realizar a los 7 días después de inicia-
do el tratamiento y luego de 7 días de cualquier cambio de dosis. Las muestras
sanguíneas deben ser tomadas 12 horas después de la última dosis (y sin tomar la
dosis de la mañana, si ese fuera el caso). Una vez que el nivel sérico terapéutico se
haya establecido, se debe continuar revisando el nivel de litio, urea, creatinina y
electrolitos en sangre cada 3 meses, función tiroidea cada 6-12 meses y clearance de
creatinina cada 12 meses(2,3).
No es infrecuente que los pacientes necesiten niveles terapéuticos más altos (en-
tre 1,2 a 1,5 mEq/L.) para lograr mejoría sintomática en episodios agudos, pero
a estos niveles las reacciones adversas son comunes, por lo que el cumplimiento
terapéutico es más pobre. En ocasiones los pacientes pueden necesitar y tolerar
niveles plasmáticos inclusive mayores a 2.0 mEq/L.; no obstante, a estos niveles
el riesgo de toxicidad es muy elevado(23). Una vez que el estado de ánimo se estabi-
lice adecuadamente, la dosis de litio puede ser disminuida hasta llegar a niveles
plasmáticos de 0,8 mEq/L. para el trastorno bipolar tipo I y 0,6 mEq/L. para el
trastorno bipolar tipo II(23).
120
En el caso específico del embarazo y la lactancia, el litio ha demostrado ser teratogé-
nico y está incluido por la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos
de América en el grupo D: evidencias positivas de riesgo para el feto humano. El
riesgo de teratogenicidad del litio es del 11% para malformaciones mayores (síndro-
me de Down, macrosomía, mielomeningocele) y 2,7% para anomalía de Ebstein
(implantación baja, en el ventrículo derecho, de la válvula tricúspide). En la leche
materna, el litio aparece en una concentración del 40-50% con respecto a la plas-
mática(55), encontrándose en la categoría L4 de lactancia (posiblemente peligroso).
Las reacciones adversas más frecuentes asociadas al tratamiento con litio se pre-
sentan más adelante en este capítulo.
⚫⚫ Divalproato
⚫⚫ Carbamazepina
121
3.3.4. Farmacoterapia en adultos mayores
El tratamiento del trastorno bipolar en este grupo poblacional sigue, a dosis más
bajas y titulación prudente, los principios establecidos para pacientes más jóvenes.
Las principales diferencias se deben a la distinta farmacocinética, la comorbilidad
médica (alteraciones metabólicas, endocrinas, respiratorias y renales) y psiquiá-
trica (abuso de sustancias, ansiedad, demencia), así como a la mayor sensibilidad
a las reacciones adversas(57).
3.4.1. Litio
Más del 80% de los pacientes tratados con litio experimenta alguna reacción ad-
versa(51). A los pacientes que consumen litio se les debe informar que los cambios de
contenido de agua y sal del organismo pueden alterar las concentraciones de litio.
La ingesta excesiva de sodio (por ejemplo, exceso de sal común) disminuye la con-
centración de litio; a la inversa, muy poco sodio (por ejemplo, dietas hiposódicas
122
en pacientes hipertensos) pueden conducir a concentraciones de litio potencial-
mente tóxicas. Asimismo, la pérdida de líquido corporal (por ejemplo, debido a ex-
ceso de transpiración) puede llevar también a la intoxicación por litio. Finalmente,
fármacos de prescripción médica habitual pueden alterar las concentraciones de
litio, por lo que se debe solicitar a los pacientes que informen acerca de cualquier
tipo de medicación concomitante que estén consumiendo.
La intoxicación aguda por litio es una urgencia médica, con potencial de causar
daño neuronal permanente y muerte. El paciente intoxicado se presenta con
temblores groseros, disartria y ataxia; asimismo, tiene alteraciones digestivas,
cardiovasculares y renales. Los últimos signos y síntomas incluyen trastornos del
conocimiento, fasciculaciones, mioclonías, convulsiones, coma y muerte(23,43).
123
ml/hora), manteniendo el equilibrio de los electrolitos.
f. En pacientes con litemia mayor a 4,0 mEq/L, con falta de respuesta a la hidra-
tación e independientemente de la clínica presentada, se debe iniciar hemodiálisis
g. La diálisis podrá repetirse cada 6 horas hasta que la concentración de litio esté
por debajo del intervalo tóxico y el paciente presente mejoría sintomática.
3.4.2. Divalproato
El divalproato produce una serie de reacciones adversas, siendo las más frecuentes:
malestar gastrointestinal, incremento de las enzimas hepáticas, temblor y seda-
ción (la cual si es persistente puede requerir de una reducción de la dosis); leucope-
nia y trombocitopenia leve asintomática (reversible después de la discontinuación
de la droga/reducción); alopecia (habitualmente transitoria); incremento de ape-
tito e incremento de peso (mayor que el observado con litio). Asimismo, se pueden
generar efectos raros idiosincráticos tales como insuficiencia hepática irreversible,
pancreatitis, agranulocitosis, ovarios poliquísticos e hiperandrogenismo(43). En
general, los niveles plasmáticos deberían estar entre 50 y 125-150 µg/ml. Se des-
taca que se deben obtener dos valproemias para establecer dosis terapéutica(40).
3.4.3. Carbamazepina
124
3.4.4. Lamotrigina
10-14% de los pacientes que reciben lamotrigina pueden desarrollar un rash cutá-
neo benigno. Una minoría de ellos puede padecer de una reacción dermatológica
más severa, que requiera de hospitalización(43). Algunas características para poder
realizar el diagnóstico de un rash potencialmente letal en aquellos pacientes que
utilizan lamotrigina son: a. fiebre acompañante; b. presencia de síntomas pseudo-
gripales; c. pérdida de apetito; d. afectación del área periocular, labios, boca, fosas
nasales, áreas genitales o perineales; e. involucramiento prominente del cuello y
el tórax superior; f. lesiones que se fusionan, erupciones edematosas de color rojo,
a veces en forma de “tiro al blanco”; g. manchas purpúricas, dolorosas y que no
desaparecen a la vitropresión; h. edema y enrojecimiento en todo el cuerpo, con o
sin desprendimiento generalizado de la piel (a veces en hojas grandes)(61).
125
3.5. Referencias bibliográficas
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130
capítulo 4
FARMACOLOGÍA DE LA ANSIEDAD
4.1. Introducción
4.2. Generalidades
4.2.1. Conceptos
El término “ansiedad” proviene del latín anxietas, que significa congoja o af licción.
Puede definirse como un estado de malestar psicofísico caracterizado por una
sensación de inquietud, intranquilidad, inseguridad o desasosiego ante lo que se
vivencia como una amenaza inminente y de causa indefinida(3). La ansiedad es la
más común y primitiva reacción emocional que tienen los mamíferos y es perci-
bida como una señal de alerta que advierte de un peligro amenazante, frecuente-
mente desconocido, lo que la distingue del miedo (en el cual, el peligro es concreto
y definido). La ansiedad prepara, física y psicológicamente, a quien se encuentre
frente a una situación amenazante, para enfrentar o huir del peligro. Asimismo, a
131
veces, puede dejar paralizado o “congelado” a quien la padezca(3).
4.2.2. Etiopatogenia
Los circuitos cerebrales y regiones asociadas con los trastornos de ansiedad están
empezando a entenderse con el desarrollo de más y mejores técnicas de neuroima-
gen funcional y estructural. La amígdala cerebral parece ser clave en la modula-
ción del miedo y la ansiedad y es la responsable de activar el sistema de alarma: en
los pacientes con trastornos de ansiedad la amígdala a menudo muestra respuesta
elevada a señales de ansiedad. La amígdala y otras estructuras del sistema lím-
bico se conectan a las regiones de la corteza prefrontal. La hiperrespuesta de la
amígdala está relacionada con una reducción de los umbrales de activación, cuan-
do se responde a amenazas percibidas(6,7). Se ha demostrado que las anomalías de
132
activación prefrontal-límbica pueden ser revertidas en respuesta a intervenciones
psicológicas o farmacológicas.
Tanto las ciencias biológicas como las psicológicas han realizado aportes para ex-
plicar la etiopatogenia de los trastornos de ansiedad(1).
133
4.2.3. Epidemiología y clasificación
Los trastornos de ansiedad son los trastornos mentales más prevalentes en la po-
blación general. Las investigaciones apuntan a que uno de cada cuatro individuos
cumple criterios diagnósticos de al menos un trastorno de ansiedad, teniendo una
prevalencia del 17,7%. La franja etaria más comprometida corresponde a la situada
entre los 20 y los 40 años de edad (edad media de inicio: 25 años). Las mujeres
se ven afectadas con más frecuencia que los hombres, con una relación de 2 a 1.
Estos trastornos se asocian a una morbilidad significativa y, habitualmente, son
crónicos y resistentes al tratamiento. La duración media de los síntomas antes del
inicio del tratamiento es de aproximadamente 5 años(1,8).
134
Tabla 3. Ansiedad secundaria a otra afección médica o a medicamentos
Afecciones médicas Sustancias/medicamentos
■■ Tumor adrenal ■■ Anfetaminas y otros estimulantes
■■ Alcoholismo ■■ Inhibidores del apetito
■■ Angina de pecho ■■ Cafeína
■■ Arritmias cardiacas ■■ Abstinencia a depresores del SNC
■■ Enfermedades degenerativas del ■■ Cocaína
SNC ■■ Descongestivos nasales
■■ Enfermedad de Cushing ■■ Esteroides
■■ Delirium ■■ Estimulantes
■■ Hipoglicemia
■■ Hipertiroidismo
■■ Enfermedad paratiroidea
■■ Epilepsia parcial compleja
■■ Síndrome premenstrual
Las crisis de pánico están asociadas a una gran cantidad de síntomas sistémicos,
que incluyen entre otros a los siguientes: palpitaciones, sudoración, temblores o
sacudidas, falta de aire o sensación de ahogo, dolor torácico, nauseas o molestias
abdominales, sensación de mareo, inestabilidad o desmayo, desrealización (es
decir, sensación de irrealidad) o despersonalización (es decir, sensación de estar
separado de uno mismo), miedo a perder el control o a “volverse loco”, miedo a
morir, parestesias, escalofríos o sensaciones de calor(1,2). El DSM-5 ha reordenado
la lista de síntomas para una mayor utilidad clínica(9).
135
⚫⚫ Recomendaciones farmacológicas
⚫⚫ Puntos clave(1,2,14)
136
hiperventilación, puede ser útil reciclar el propio CO2 del paciente (a través de una
mascarilla obturada o haciendo que el paciente respire en una bolsa de papel). Es
aconsejable iniciar ya en urgencias el tratamiento de base, con fármacos de prime-
ra línea, tras el control de la crisis.
5. Aunque las benzodiazepinas son opciones de segunda línea, pueden ser útiles
en cualquier momento durante el tratamiento a corto plazo de la agitación o an-
siedad aguda o grave.
8. Las dosis usuales de los fármacos de primera línea son citalopram (20-60 mg/
día), escitalopram (10-20 mg/día), f luoxetina (20-80 mg/día), f luvoxamina (100-
300 mg/día), paroxetina (20-60 mg/día), sertralina (50-200 mg/día), venlafaxina
XR (37,5-300 mg/día).
9. Las dosis usuales de los fármacos de segunda línea son clomipramina (75-250
mg/día), imipramina (75-200 mg/día), mirtazapina (15-45 mg/día), alprazolam
(0,25-8 mg/día), clonazepam (0,5-4 mg/día), lorazepam (2-6 mg/día), diazepam
(5-40 mg/día).
137
Se considera que los pacientes que no responden a los agentes de primera o se-
gunda línea tienen una enfermedad refractaria al tratamiento. En tales pacientes
es importante reevaluar el diagnóstico y descartar primero causas de pseudo-re-
sistencia (como, por ejemplo, el haber utilizado tratamientos que no son efectivos,
dosis subóptimas, o mala adherencia al tratamiento). A continuación, se explora-
rán causas de verdadera resistencia a los fármacos: consumo de cafeína, depriva-
ción del sueño, y uso de alcohol, marihuana u otras drogas. Además, otra causa
de resistencia sería el haber realizado un diagnostico incorrecto, cuando lo que
en verdad correspondía era realizar el diagnóstico de trastorno bipolar, abuso de
sustancias o trastorno por déficit de atención e hiperactividad(16,17).
⚫⚫ Recomendaciones farmacológicas
138
Tabla 5. Fármacos en el trastorno de ansiedad generalizada
Fármacos de primera línea
Monoterapia vía oral: paroxetina; escitalopram; sertralina; venlafaxina XR; duloxeti-
na; agomelatina; pregabalina*.
Fármacos de segunda línea
Monoterapia vía oral: buspirona; imipramina; vortioxetina; quetiapina XR**. Como
adyuvantes: alprazolam; lorazepam; clonazepam; diazepam, hidroxicina.
Fármacos de tercera línea
Monoterapia vía oral: fluoxetina; mirtazapina; citalopram; trazodona. Como adyu-
vantes: olanzapina; risperidona.
Fármacos no recomendados
Monoterapia vía oral: propranolol.
*Pregabalina: aprobada para el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada
por la European Medicines Agency, pero no por la Food and Drug Administration (FDA)
de los Estados Unidos de América(22).
**Quetiapina XR: sigue siendo una buena opción en términos de eficacia, pero dada
las consecuencias metabólicas asociadas con el uso de un antipsicótico atípico,
debe reservarse para pacientes que no pueden recibir antidepresivos(15).
⚫⚫ Puntos clave(1,2,14)
1. Si se prescriben ISRS, venlafaxina o buspirona, se deberá esperar alrededor de
2-6 semanas para notar el inicio en la mejoría de los síntomas.
3. Las dosis usuales de los fármacos de primera línea son paroxetina (20-60 mg/
día), escitalopram (10-20 mg/día), sertralina (50-200 mg/día), venlafaxina XR
(37,5-300 mg/día), duloxetina (30-60 mg/día), agomelatina (25-50 mg/día), prega-
balina (300-600 mg/día).
4. Las dosis usuales de los fármacos de segunda línea son buspirona (5-40 mg/
día), imipramina (75-200 mg/día), vortioxetina (5-10 mg/día), quetiapina XR
139
(150-300 mg/día), alprazolam (0,25-8 mg/día), lorazepam (2-6mg/día), clonaze-
pam (0,5-4 mg/día), diazepam (5-40 mg/día).
⚫⚫ Recomendaciones farmacológicas
140
Tabla 6. Fármacos en el trastorno de ansiedad social
Fármacos de primera línea
Monoterapia vía oral: escitalopram; fluvoxamina; paroxetina; sertralina; venlafaxina
XR; pregabalina.
Fármacos de segunda línea
Monoterapia vía oral: citalopram; fenelzina. Como adyuvantes: clonazepam; alpra-
zolam; bromazepam.
Fármacos de tercera líne
Monoterapia vía oral: fluoxetina*; mirtazapina; divalproato; topiramato; clomiprami-
na; bupropión; duloxetina. Como adyuvantes: risperidona; aripiprazol.
Fármacos no recomendados
Monoterapia vía oral: atenolol**; propranolol**; buspirona; imipramina, quetiapina.
*Fluoxetina: los resultados con su uso han sido mixtos y existen pruebas negativas
que sugieren que la misma puede ser menos efectiva que otros ISRS en la ansiedad
social(13).
**Atenolol y propranolol: los beta bloqueantes se han utilizado con éxito en la prácti-
ca clínica para situaciones como hablar en público(15).
⚫⚫ Puntos clave(1,14,29)
1. A partir de una revisión Cochrane de 2017, se puede afirmar que los ISRS se
constituyen en los agentes de primera línea del tratamiento farmacológico.
4. Las dosis usuales de los fármacos de primera línea son escitalopram (10-20mg),
f luvoxamina (100-300 mg/día), paroxetina (20-60 mg/día), sertralina (50-200 mg/
día), venlafaxina XR (37,5-300 mg/día), pregabalina (300-600 mg/día).
141
5. Las dosis usuales de los fármacos de segunda línea son citalopram (20-60 mg/
día), fenelzina (15-30 mg/día), clonazepam (0,5-4 mg/día), alprazolam (0,25-8 mg/
día).
142
⚫⚫ Recomendaciones farmacológicas
⚫⚫ Puntos clave(1,14,33-35)
143
3. Las dosis usuales de los fármacos de primera línea son f luoxetina (20-80 mg/
día), paroxetina (20-60 mg/día), sertralina (50-200 mg/día), venlafaxina XR (37,5-
225 mg/día).
4. Las dosis usuales de los fármacos de segunda línea son f luvoxamina (100-300
mg/día), mirtazapina (15-45 mg/día). Como adyuvantes, la risperidona puede uti-
lizarse a dosis de 1-1,5 mg/día, la olanzapina a dosis de 2,5-5 mg/día y la eszopiclo-
na a dosis de 2-3 mg/día.
◆◆ El inicio de la medicación debe realizarse con la menor dosis posible (las dosis
de inicio recomendadas para los ISRS, IRNS y tricíclicos pueden consultarse en
el capítulo 2 “Farmacología de la Depresión” del presente libro), y el paciente de-
ber ser visto a la 1 semana de iniciado el tratamiento, a fin de evaluar tolerancia
al fármaco, aparición de potenciales efectos adversos, adherencia al tratamien-
to y progresos obtenidos. Los incrementos de la medicación, en general, deben
darse cada 1 a 2 semanas. Al llegar a las 4-6 semanas, los pacientes deben estar
recibiendo la medicación en el rango de dosis recomendada.
144
alrededor de la cuarta semana de tratamiento; a partir de ahí las benzodiazepi-
nas deben ser retiradas gradualmente.
145
Síntomas de ansiedad
no
no
Presencia de sí Trastorno
ataques de pánico de pánico
espontáneos
más
no ISRS, ISRN, Psicoterapia
tricíclicos,
benzodiazepinas
¿Síntomas crónicos?
sí
sí sí
¿Síntomas continuos? Presencia de obsesiones ISRS o clomipramina
o compulsiones (véase capítulo 5)
no no más
¿Limitados a situaciones Trastorno de ansiedad Psicoterapia
sociales? (ansiedad social) generalizada (preocupaciones
incontrolables)
sí
posiblemente más
146
4.3.6. Farmacoterapia en adultos mayores
⚫⚫ Recomendaciones farmacológicas
147
concurrentes y los efectos adversos de la medicación(43).
Se debe poner especial atención al hecho que los adultos mayores son más sensi-
bles a los efectos adversos de cualquier medicación psicotrópica y más propensos
a sufrir de somnolencia, hipotensión ortostática, síntomas cognitivos y síntomas
extrapiramidales. Además, en ocasiones, contrario al efecto ansiolítico esperado,
las benzodiazepinas pueden presentar reacciones paradojales de aumento de la
ansiedad, hostilidad y alteraciones conductuales. Asimismo, además de la depen-
dencia o síntomas de abstinencia asociados a las benzodiazepinas, en este seg-
mento de la población también pueden observarse sedación diurna, incremento
en el riesgo de caídas y fracturas y alteraciones de la función cognitiva debido al
uso prolongado de este grupo de fármacos(43).
Las reacciones adversas de los antidepresivos (ISRS, IRNS, tricíclicos) ya han sido
discutidas en el capítulo 2 “Farmacología de la Depresión” del presente libro.
148
porfiria o miastenia gravis, las benzodiazepinas deben ser utilizadas con especial
atención(44).
⚫⚫ Benzodiazepinas y embarazo
149
Tabla 8. Benzodiazepinas y dosis equivalentes
Fármaco Equivalente de dosis
Vida media ultra corta
Midazolam 0,25 mg
Triazolam 0,125 mg
Alprazolam 0,5 mg
Flunitrazepam 1 mg
Lorazepam 1 mg
Diazepam 5 mg
Clonazepam 0,25 mg
150
4.5. Referencias bibliográficas
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154
capítulo 5
FARMACOLOGÍA DEL TRASTORNO
OBSESIVO COMPULSIVO
5.1. Introducción
155
5.2. Generalidades
5.2.1. Conceptos
Por su parte, las compulsiones se definen como comportamientos (por ejemplo: la-
varse las manos, ordenar, comprobar las cosas) o actos mentales (por ejemplo: re-
zar, contar, repetir palabras en silencio) repetitivos, que el sujeto realiza como res-
puesta a una obsesión o de acuerdo a reglas que tiene que aplicar de manera rígida.
El objetivo de los comportamientos o actos mentales es prevenir o disminuir la an-
siedad o malestar, o evitar algún suceso o situación temida; no obstante, estos com-
portamientos o actos mentales no están conectados de manera realista con aque-
llo que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos(1-4).
156
a cabo la compulsión). Tanto la obsesión como la compulsión son experimentadas
por el paciente de manera egodistónica (causándole malestar)(3,5).
Los siguientes son los patrones semiológicos más frecuentes de trastorno obse-
sivo compulsivo(5,6):
157
⚫⚫ Simetría y orden
Necesidad obsesiva de mantener la simetría y el orden de las cosas con tanta pre-
cisión que induce a una compulsión de lentitud. Se entregan a la acción ritual por
una sensación de incomodidad que surge cuando las cosas no están a la perfección.
⚫⚫ Otros patrones
5.2.3. Etiopatogenia
⚫⚫ Anatomía funcional
Existe evidencia clínica que lesiones cerebrales (del lóbulo frontal, ganglios ba-
sales) producidas como consecuencia de cualquier tipo de injuria cerebral pue-
den dar inicio a síntomas de tipo obsesivo o agravar un cuadro preexistente de
trastorno obsesivo compulsivo. Además, ciertas patologías degenerativas (por
ejemplo, corea de Huntington o de Sydenham) se acompañan de un aumento en la
incidencia de trastorno obsesivo compulsivo.
⚫⚫ Factores genéticos
158
puede ser de entre el 80-87%). Asimismo, varios estudios genéticos han apoyado
los vínculos del trastorno obsesivo compulsivo con una variedad de genes seroto-
ninérgicos, dopaminérgicos y glutamatérgicos. Además, en algunas cohortes, el
trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno por déficit de atención con hiperac-
tividad, el síndrome de Tourette y los trastornos de tics co-varían de una manera
autosómica dominante con penetrancia variable(10-13).
⚫⚫ Factores bioquímicos
Los fármacos serotoninérgicos son los más efectivos en el tratamiento del tras-
torno obsesivo compulsivo, lo cual refuerza la hipótesis de la desregulación de la
serotonina a nivel cerebral(2,3).
⚫⚫ Factores infecciosos
⚫⚫ Factores psicosociales
159
Con respecto a la presencia de eventos precipitadores (por ejemplo, algún tipo de
estrés emocional en el entorno doméstico o laboral, o cualquier cambio vital del
que se derive un aumento de los niveles de responsabilidad) en la aparición de
los síntomas, se han encontrado resultados mixtos. No obstante, investigaciones
han señalado que los sujetos con trastorno obsesivo compulsivo experimentan un
exceso de sucesos vitales significativos en los seis meses previos a la enfermedad.
Estos sucesos son incontrolables, particularmente indeseables en las áreas de la
salud y de la pérdida emocional(16).
Se estima que el trastorno obsesivo compulsivo tiene una prevalencia de entre 1,7
a 4%, sin diferencias entre varones y mujeres. El descubrimiento de tratamientos
eficaces y la educación de los pacientes y profesionales de la salud han aumentado
significativamente la identificación de los individuos con este trastorno. Vale la
pena destacar que la incidencia de la enfermedad es más alta en pacientes derma-
tológicos y pacientes de cirugía estética(17). La edad media de inicio del trastorno
es alrededor de los 20 años (en los varones la edad de inicio es ligeramente inferior
a la de las mujeres), aunque el trastorno puede iniciarse también en la infancia
o adolescencia(3,12). Se ha descripto una relación inversa entre estar casado o en
pareja y la gravedad de la enfermedad; asimismo, una mayor devoción religiosa se
asocia con una mayor culpa en el trastorno obsesivo compulsivo(16).
160
5.3. Recomendaciones farmacológicas
5.3.2. Farmacoterapia
La dosis de inicio del fármaco elegido debe ser la mínima posible, aumentándola
progresiva y lentamente, a fin de conseguir la máxima tolerancia posible a la me-
dicación (esto se debe a que muy probablemente se deba llegar a la máxima dosis
aceptada para el fármaco en cuestión). Una vez dentro del rango terapéutico de la
droga elegida, se deben esperar entre 10 o 12 semanas para valorar la respuesta y
beneficio terapéutico(2,3,24).
161
Debemos recordar que, en el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo, la
respuesta parcial y la presentación de un porcentaje variable, pero significativo,
de pacientes que se muestran resistentes al tratamiento son la regla más que la
excepción(23,24).
La tabla 2 presenta los fármacos recomendados para el tratamiento del trastorno
de obsesivo compulsivo, según la evidencia(2,3,18,27-30).
162
Tabla 3. Fármacos de primera y segunda línea para el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo
Fármacos de primera línea
Dosis de Incremento a las 1-2
Mecanismo de Dosis usual Potencia
Fármaco inicio semanas, si tolerado Sedación
acción (mg/día) anticolinérgica
(mg/día) (mg/día)
40-60 mg
(hasta 20 mg/
Citalopram ISRS 10 mg 20 mg Baja/Moderada Ninguna
día en mayores
de 60 años)
Escitalopram ISRS 5 mg 10 mg 20-40 mg Baja Ninguna
163
Fluoxetina ISRS 10 mg 20 mg 40-80 mg Baja Ninguna
Fluvoxamina ISRS 50 mg 100 mg 200-300 mg Baja Baja
Paroxetina ISRS 10 mg 20 mg 40-60 mg Baja/Moderada Moderada
Sertralina ISRS 25 mg 50 mg 50-200 mg Baja Ninguna
Fármacos de segunda línea
Dosis de Incremento a las 1-2
Mecanismo de Dosis usual Potencia
Fármaco inicio semanas, si tolerado Sedación
acción (mg/día) anticolinérgica
(mg/día) (mg/día)
Clomipramina Tricíclico 25 mg 50 mg 100-250 mg Moderada Alta
Venlafaxina
IRNS 37,5 mg 75 mg 225-350 mg Baja Ninguna
XR
Antagonista
α2; antagonista
Mirtazapina 7,5 mg 15 mg 15-45 mg Moderada Moderada
5HT2A, 5HT2C
164
y 5HT3
Antipsicótico Baja Baja
Risperidona
atípico (anta- (en compara- (en compara-
(como 1 mg 1 mg 2-3 mg
gonista D2 y ción a otros ción a otros
adyuvante)
5HT2A) antipsicóticos) antipsicóticos)
Antipsicótico Baja Baja
Aripiprazol
atípico (en compara- (en compara-
(como 5 mg 10 mg 10-15 mg
(agonista ción a otros ción a otros
adyuvante)
parcial D2) antipsicóticos) antipsicóticos)
El tratamiento farmacológico debe iniciarse con alguno de los agentes de prime-
ra línea. Como se mencionó previamente, la dosis de inicio debe ser la mínima
posible, a fin de evitar efectos adversos. Llegado al rango terapéutico, se deberá
esperar alrededor de 10 a 12 semanas para evaluar el grado de respuesta(2,3,24,35).
Si la respuesta es adecuada se mantendrá la medicación por al menos 12 meses
tras la mejoría sintomática(13), utilizando la premisa “la dosis que te hace bien, te
mantiene bien” (36). Vale la pena destacar que es rara la remisión completa o casi
completa de síntomas en estos pacientes solo con el tratamiento farmacológico.
Si la respuesta a la terapia con uno de los fármacos de primera línea es inadecua-
da, se debe optimizar la dosis y valorar el grado de cumplimiento terapéutico del
paciente antes de decidir una terapia de potenciación, combinación o cambiar de
fármaco(27).
En aquellos pacientes con respuesta inadecuada a dosis óptima, por tiempo ade-
cuado, de un fármaco de primera línea o en aquellos que no toleran el fármaco
en cuestión, se debe cambiar el fármaco por otro de primera línea. Asimismo, se
podría considerar una terapia de combinación o potenciación con fármacos de
segunda línea.
Si ensayos terapéuticos con 2 fármacos de primera línea no han dado los resultados
esperados, la clomipramina debe ser considerada. Si la misma tampoco consigue
remisión de síntomas, se debe iniciar terapia con mirtazapina, venlafaxina XR, o
terapia adyuvante con risperidona, aripiprazol o mirtazapina(27). Estudios a me-
nor escala también han sugerido que la adición de clomipramina a un ISRS puede
estar justificada. Existen reportes de casos favorables para la duloxetina (dosis de
al menos 120 mg/día) en casos de no respuesta a ISRS ni a clomipramina(30).
165
La terapia adyuvante con antipsicóticos (por ejemplo, ISRS + risperidona) puede
ser iniciada de entrada en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo grave, con
nulo insight o en aquellos con tics comórbidos.
En el caso de que no haya habido respuesta con las medidas citadas más arriba, se
pensará en dos cuestiones: 1. al menos una reducción de síntomas (por ejemplo,
menor tiempo empleado en la realización de compulsiones) se traduce en una me-
joría de la calidad de vida de la persona, a pesar de que no se haya logrado silencio
sintomático(24);y, 2. existen terapias actualmente en investigación que resultan
efectivas y podrían considerarse una opción: estimulación cerebral profunda(30),
potenciación con memantina(26,38),y utilización de megadosis de ISRS en pacientes
seleccionados(39).
⚫⚫ Clomipramina(18)
166
La aparición del trastorno después de los 35 años, o en la vejez, es infrecuente y, en
general, debe hacer sospechar organicidad. No obstante, se han reportado casos
de trastorno obsesivo compulsivo de inicio tardío que cumplían estrictamente con
las pautas diagnósticas, aunque finalmente algunos de los pacientes afectados de-
sarrollaron síntomas compatibles con una demencia lobular frontotemporal. En el
trastorno obsesivo compulsivo de inicio tardío predominan los rituales de lavado
frente a los de simetría y orden(40,41).
Las reacciones adversas de los fármacos más utilizados en el tratamiento del tras-
torno obsesivo compulsivo (ISRS y el tricíclico clomipramina) pueden ser consul-
tadas en el capítulo 2 “Farmacología de la Depresión” de este libro. Las reacciones
adversas de fármacos adyuvantes como la risperidona, el aripiprazol, la olanzapi-
na, la quetiapina y el haloperidol serán descriptas más adelante (véase capítulo 6
“Farmacología de la Esquizofrenia”).
167
5.5. Referencias bibliográficas
168
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capítulo 6
FARMACOLOGÍA DE LA ESQUIZOFRENIA
6.1. Introducción
6.2. Generalidades
171
un solo de los dominios citados (por ejemplo, en el trastorno delirante se presen-
tan ideas delirantes por al menos 1 mes, sin otros síntomas psicóticos), mientras
que en otras, como por ejemplo en la esquizofrenia, se pueden presentar altera-
ciones en todos ellos.
⚫⚫ Ideas delirantes
⚫⚫ Alucinaciones
Se define como alucinación a toda percepción carente de objeto que la cause y que
es vivida como real por el individuo. Las alucinaciones pueden ser visuales (más
frecuentes en trastornos orgánicos), auditivas (más frecuentes en la esquizofre-
nia), olfativas, gustativas, táctiles y cinestésicas (de movimiento)(5).
172
logran el objetivo (circunstancialidad) o una pérdida de la asociación de las ideas,
sin llegar al objetivo (tangencialidad). A veces, el discurso está tan alterado que es
prácticamente incomprensible y simula una afasia de expresión (discurso incohe-
rente o “ensalada de palabras”)(5,7).
Este dominio puede expresarse de varias formas en adultos: desde conductas mo-
toras similares a las observadas en niños pequeños hasta cuadros de agitación.
Los problemas en este dominio pueden manifestarse en cualquier forma de com-
portamiento dirigido a un objetivo, lo que dificulta la realización de actividades
de la vida diaria.
⚫⚫ Síntomas negativos
173
En la alogia se observan réplicas breves a las preguntas formuladas, así como res-
tricción de la cantidad del habla espontánea (pobreza del habla); a veces el habla
es adecuada cuantitativamente, pero incluye poca información por ser excesi-
vamente concreta, demasiado abstracta, repetitiva o estereotipada (pobreza del
contenido). Por su parte, la anhedonia es la pérdida de capacidad de sentir placer.
Finalmente, las alteraciones de la sociabilidad dan cuenta de la aparente falta
de interés del paciente en las interacciones sociales, ya sea asociada a la abulia o
como consecuencia de limitadas oportunidades para la interacción social(5,7).
6.2.2. Esquizofrenia
Los pacientes, durante una parte significativa del tiempo desde el inicio del cua-
dro, presentan alteraciones en una o más áreas importantes de su actividad, como
son el trabajo, las relaciones interpersonales o el cuidado de uno mismo.
Los síntomas se presentan de manera continua, por al menos 6 meses. Este pe-
riodo de 6 meses debe incluir al menos 1 mes de síntomas de fase activa y también
puede incluir periodos de síntomas prodrómicos o residuales (donde la semiolo-
gía está marcada mayoritariamente por síntomas negativos o por dos o más sínto-
mas de fase activa, de forma atenuada).
174
Tabla 1. Afecciones médicas o sustancias/medicamentos
que pueden generar síntomas psicóticos
Afecciones médicas Sustancias/medicamentos
■■ Enfermedad de Addison ■■ Simpaticomiméticos (anfetaminas,
■■ Infecciones del sistema nervioso cocaína, crack)
central ■■ Antiinflamatorios (por ejemplo,
■■ Neoplasias del sistema nervioso esteroides)
central ■■ Anticolinérgicos (por ejemplo,
■■ Trauma cráneo-encefálico antiparkinsonianos)
■■ Enfermedad de Cushing ■■ Alucinógenos (por ejemplo, LSD y
■■ Delirium fenciclidina)
■■ Demencias ■■ Marihuana
■■ Deficiencia de ácido fólico ■■ L-Dopa (en pacientes
■■ Corea de Huntington esquizofrénicos)
■■ Esclerosis múltiple
■■ Mixedema
■■ Pancreatitis
■■ Pelagra
■■ Anemia perniciosa
■■ Porfiria
■■ Lupus eritematoso sistémico
■■ Epilepsia del lóbulo temporal
■■ Tirotoxicosis
175
Tabla 2. Síntomas de la esquizofrenia
Síntomas positivos Síntomas negativos
■■ Ideas delirantes y alteraciones del ■■ Aplanamiento afectivo
pensamiento ■■ Pobreza del pensamiento (por
■■ Alucinaciones (en general, auditivas) ejemplo, alogia)
■■ Alteraciones del juicio ■■ Anhedonia, sensación de vacío
■■ Ansiedad, agitación, descontrol ■■ Enlentecimiento psicomotor
emocional ■■ Embotamiento de la percepción (por
ejemplo, insensibilidad al dolor)
Síntomas de desorganización Rasgos caracterológicos
■■ Lenguaje incoherente ■■ Aislamiento social
■■ Conducta desorganizada ■■ Baja autoestima
■■ Confusión extrema ■■ Déficits en las habilidades sociales
⚫⚫ Etiopatogenia
Hipótesis neurobiológicas
176
computarizada por emisión única de fotones y por estudios de f lujo sanguíneo
regional cerebral.
Hipótesis genéticas
Hipótesis medioambiental
Está demostrado que se necesitan ciertas situaciones para que una persona de-
sarrolle la patología; dicho de otra manera, quizá sea necesario un factor externo
para que el trastorno af lore(3). Los factores externos suelen ser circunstancias es-
tresantes en la vida de una persona, tales como la muerte de un familiar, la sepa-
ración de los padres, la ruptura de una relación amorosa, o situaciones que a cada
persona en particular le provoque un estrés determinado.
Existe mayor riesgo para personas que viven en áreas urbanas, respecto a las que
lo hacen en zonas rurales. Otro hallazgo en la investigación de la esquizofrenia es
que las personas que han nacido en invierno o principios de primavera tendrían
una mayor probabilidad de desarrollar la patología.
177
La 5ª edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría(4) clasifica al espectro de la es-
quizofrenia de la siguiente manera (tabla 3).
6.3.1. Esquizofrenia
178
Una revolución en la historia de la psiquiatría fue el descubrimiento de las pro-
piedades antipsicóticas de la clorpromazina en 1952, con lo que se mejoró el trata-
miento de la esquizofrenia, disminuyendo la frecuencia de aparición y la gravedad
de los brotes psicóticos, mejorando el curso clínico de la enfermedad y permitien-
do una mayor integración del paciente dentro del medio familiar y social(15).
179
Tabla 4. Antipsicóticos típicos y atípicos
Antipsicóticos típicos
Equivalencia
Efectos AC
Rango de
Sedación
Fármaco
dosis
REP
Clorpromazina 50-1000 mg Alta ++ ++++ 250 mg
Levomepromazina 100-200 mg Alta + +++++ 200 mg
Tioridazina 150-800 mg Alta + +++++ 200 mg
Haloperidol 2-20 mg Baja +++++ + 5 mg
Haloperidol 10-20 veces
Decanoato IM la dosis oral Baja +++++ + 100 mg
(mg/4 sem) previa
Pimozida 1-10 mg Baja +++++ + 4 mg
Antipsicóticos atípicos
Equivalencia
Efectos AC
Rango de
Sedación
Fármaco
dosis
REP
180
Los antipsicóticos típicos son eficaces en el alivio de los síntomas positivos de la
esquizofrenia, pero presentan efectos secundarios graves y molestos (por ejemplo,
sedación excesiva, reacciones extrapiramidales, entre otros), que serán detallados
más adelante en este capítulo. Asimismo, además de su perfil de efectos adversos,
otra limitación de los antipsicóticos típicos es su falta de eficacia sobre otros sínto-
mas distintos a los positivos, como los negativos, cognitivos y afectivos. Todo esto
ha sido el motor de la búsqueda e investigación de nuevos agentes con mayores
perfiles de seguridad y eficacia(19).
El bloqueo de dichos receptores (D2 ± 5HT) sobre las diferentes vías del sistema
nervioso central produce tanto el efecto antipsicótico como efectos adversos (véa-
se tabla 5)(14,25).
181
Tabla 5. Clínica del bloqueo D2 ± 5HT
Antipsicóticos típicos Antipsicóticos atípicos
Efecto Efectos Efecto Efecto
Vía
terapéutico adversos terapéutico adverso
Reduce Abulia Reduce
Mesolímbica síntomas Aplanamien- síntomas
positivos to afectivo positivos
Empeora- Menor em-
miento de peoramiento
Mesocortical
síntomas de síntomas
negativos(a) negativos(b)
Menos efec-
Negro- Extrapirami-
tos extrapira-
estriatal dales
midales(c)
Menor o nula
Túbero- Hiperprolac-
hiperprolacti-
infundibular tinemia
nemia(c)
(a) En la vía mesocortical del lóbulo frontal, al ser una localización donde es
probable que exista un déficit de dopamina, éste se agravará por el bloqueo D2,
siendo uno de los mecanismos involucrados en el empeoramiento de los síntomas
negativos de la enfermedad)(3,13).
(b) En la vía mesocortical del lóbulo frontal, de nuevo el déficit de dopamina se
agravaría por el bloqueo D2, pero a su vez el bloqueo 5HT2A implicaría una libe-
ración de dopamina en esta región, por lo que no empeorarían tanto los síntomas
negativos(3). Es importante hacer notar que, si bien existe una mejoría estadística-
mente significativa de los síntomas negativos con la utilización de antipsicóticos
atípicos, el tamaño del efecto no es completamente relevante desde el punto de
vista clínico(26). No obstante, otros investigadores insisten que los antipsicóticos
atípicos presentan una sutil ventaja frente a los típicos en el tratamiento de sínto-
mas negativos primarios, por lo que se los preferiría(2).
(c) La baja afinidad por los receptores D2 de estos fármacos (y/o su rápida disocia-
ción de los mismos) hace que sean menos intensos los efectos extrapiramidales y la
elevación de la prolactina(3,13).
182
La farmacodinamia de los antipsicóticos incluye el bloqueo (en mayor o me-
nor medida) de otros receptores a nivel del sistema nervioso central, lo cual,
además de poder contribuir al efecto antipsicótico, genera en lo inmediato
otros efectos adversos. Por ejemplo, el bloqueo adrenérgico produce hipo-
tensión ortostática y sedación; el bloqueo colinérgico-muscarínico, estre-
ñimiento y sequedad de mucosas, y el histaminérgico, aumento de peso y
sedación. Además, en el caso de los antipsicóticos atípicos (principalmente
con clozapina y olanzapina) existe un elevado riesgo de producirse altera-
ciones del perfil glucémico y lipídico asociadas a la ganancia ponderal, pu-
diendo derivar en la aparición de un síndrome metabólico asociado(22–25,27).
Si bien los antipsicóticos atípicos no han demostrado ser más efectivos que
los típicos(6,20,21,27,28), en pacientes que inician tratamiento por primera vez,
la mayoría de las guías clínicas recomiendan la elección de un antipsicótico
atípico, justificándolo por tener una mejor tolerabilidad y menor incidencia
de discinesia tardía(14,27). En caso de indicar antipsicóticos atípicos, espe-
cialmente olanzapina o clozapina, el médico debe tener en cuenta el riesgo
metabólico asociado; asimismo, la clozapina debe reservarse para los casos
de esquizofrenia resistente.
183
Tabla 6. Factores que influyen en la elección de antipsicóticos
Factor A considerar
Síntomas cognitivos Antipsicóticos atípicos
Síntomas negativos Antipsicóticos atípicos
Resistencia al tratamiento Clozapina, olanzapina
Sensibilidad a efectos extrapiramidales Quetiapina
Discinesia tardía Clozapina, quetiapina y otros antipsi-
cóticos atípicos
Aumento de peso Aripiprazol, haloperidol
Hiperprolactinemia Antipsicóticos atípicos distintos a la
risperidona
Sedación Aripiprazol, haloperidol
Complicaciones médicas: diabetes Aripiprazol, haloperidol
Complicaciones médicas: dislipidemia Haloperidol, aripiprazol
Escasa adherencia al tratamiento Haloperidol u otros antipsicóticos de
depósito (intramuscular)
184
⚫⚫ Farmacoterapia del primer episodio de esquizofrenia
Tanto los antipsicóticos típicos como los atípicos son recomendados para el tra-
tamiento de los síntomas positivos de un primer episodio de esquizofrenia. Las
investigaciones no han encontrado diferencias significativas en la mejoría sin-
tomática de pacientes tratados con antipsicóticos atípicos en comparación con
haloperidol; no obstante, si se han evidenciado más episodios de abandono de
tratamiento y mayores efectos adversos motores y anticolinérgicos en el grupo
de pacientes tratados con haloperidol(32). Por lo expuesto, los antipsicóticos atí-
picos deberían ser la primera elección en el tratamiento de un primer episodio de
esquizofrenia.
185
Tabla 7. Fármacos para el primer episodio de esquizofrenia
Fármacos de primera línea
■■ Monoterapia vía oral: risperidona (dosis mínima efectiva: 2 mg/día; rango: 2-8
mg/día; dosis máxima: 9 mg/día); aripiprazol (dosis mínima efectiva: 10 mg/
día; rango: 10-30 mg/día; dosis máxima: 30 mg/día), quetiapina* (dosis mínima
efectiva: 150 mg/día; rango: 150-750 mg/día; dosis máxima: 800 mg/día).
Fármacos de segunda línea
■■ Monoterapia vía oral: olanzapina (dosis mínima efectiva: 5 mg/día; rango: 5-20
mg/día; dosis máxima: 30 mg/día); haloperidol (dosis mínima efectiva: 2-10 mg/
día; rango: 5-20 mg/día; dosis máxima: 30 mg/día).
*Quetiapina: algunos autores proponen no utilizar quetiapina en el primer episodio
de psicosis por su alta tasa de efectos adversos metabólicos, el riesgo de prolonga-
ción del intervalo QTc y a su efectividad reducida para prevenir recaídas(33–35)
186
la medicación deberá ser utilizada a la menor dosis posible que provea remisión
sintomática.
En los casos en que los regímenes de medicación por vía oral no puedan ser cum-
plidos correctamente, los preparados de depósito constituyen una opción válida
(decanoato de haloperidol: 100 mg por vía intramuscular cada 30 días, hasta un
máximo de 300 mg/mes; pipotiazina: por vía intramuscular 100 mg/mes, hasta
un máximo de 200 mg/mes)(3).
187
Tabla 8. Fármacos para la recaída aguda y para
pacientes con múltiples episodios de esquizofrenia
Fármacos de primera línea
■■ Monoterapia vía oral: risperidona (dosis mínima efectiva: 3 mg/día; rango: 3-8 mg/
día; dosis máxima: 9 mg/día); quetiapina (dosis mínima efectiva: 300 mg/día;
rango: 300-750 mg/día; dosis máxima: 800 mg/día); olanzapina (dosis mínima
efectiva: 10 mg/día; rango: 10-20 mg/día; dosis máxima: 30 mg/día); aripiprazol
(dosis mínima efectiva: 10 mg/día; rango: 10-30 mg/día; dosis máxima: 30 mg/
día); aripiprazol (dosis mínima efectiva: 10 mg/día; rango: 10-30 mg/día; dosis
máxima: 30 mg/día).
Fármacos de segunda línea
■■ Monoterapia vía oral: haloperidol (dosis mínima efectiva: 5-15 mg/día; rango: 5-20
mg/día; dosis máxima: 30 mg/día).
188
Tabla 9. Causas de tratamiento infructuoso en esquizofrenia
■■ Factores relacionados al fármaco (dosis subóptimas, polifarmacia con riesgo de
alteraciones en la farmacocinética y la farmacodinamia)
■■ Factores relacionados al paciente (abuso de sustancias, uso concurrente de otros
fármacos, falta de adherencia al tratamiento)
■■ Factores neurobiológicos (anormalidades cerebrales, enfermedades médicas
concurrentes)
■■ Factores ambientales (atmósfera familiar disfuncional, falta de apoyo social)
189
En los pacientes en quienes persisten síntomas positivos, especialmente aluci-
naciones auditivas, con clozapina, se propone la potenciación con estimulación
magnética transcraneal(41) o, en su defecto, con terapia electroconvulsiva (TEC)(42).
Si el cuadro cursa con síntomas negativos persistentes, la potenciación con inhi-
bidores selectivos de la recaptación de serotonina parece ser una opción válida(43).
190
la obtención de un acceso IV en pacientes con agitación psicótica puede resultar
difícil y habitualmente se requerirá de contención física previa, por lo que casi
siempre se recurre a la vía IM(32). El uso de la vía IV suele verse restringida a la
contención de pacientes hospitalizados que ya se encuentran recibiendo otras
medicaciones por esta vía. La combinación de haloperidol 5 mg y lorazepam 2 mg
por vía IM parece ser más eficiente que otros combinados y otras drogas adminis-
tradas en monoterapia. Esta combinación puede repetirse una o dos veces cada
30 minutos(46). Si no se dispone de lorazepam, la combinación intramuscular de
haloperidol 5 mg y midazolam 5 mg es también una alternativa válida.
191
Observaciones
■■ Estas drogas pueden combinarse en una misma jeringa para facilitar la administración
rápida y disminuir la incomodidad del paciente(47-48)
■■ Si bien es una práctica común la utilización intramuscular de levomepromazina (en
combinación con haloperidol), la evidencia sugiere que la misma debería limitarse,
principalmente debido a su inferior eficacia y tolerabilidad(1-3).
■■ Asimismo, la combinación intramuscular de 5 mg de haloperidol y 25-50 mg de prome-
tazina (hipnótico antihistamínico de primera generación) es también práctica común,
debido al gran efecto sedativo de la prometazina. No obstante, su uso también debería
limitarse por su perfil desfavorable de efectos adversos (xerostomía, síndrome antico-
linérgico central, retención urinaria, excitación y nerviosismo, taquicardia, excitación
paradojal en menores de 18 años e hipotensión en mayores de 65).
El primer paso del tratamiento de los pacientes con catatonía es retirar las dro-
gas con acción antagonista de los receptores dopaminérgicos (antipsicóticos, le-
vomepromazina) debido a que estos pueden precipitar o exacerbar los síntomas
catatónicos(47–50).
192
Tabla 11. Benzodiazepinas para el tratamiento de la catatonía
Fármaco Dosis inicial IV (prueba)* Dosis VO (mantenimiento)
1 a 2 mg IV en bolo. La inyección Dosis inicial de 1 a 2 mg VO, 3
debe ser lenta. En caso de no veces al día. Luego aumentar la
observar respuesta a los 5-10 dosis en 3 mg VO, cada 1 a 2 días,
Lorazepam minutos y si el paciente se teniendo en cuenta la respuesta
encuentra con hemodinamia clínica y la tolerabilidad para el
estable, puede repetirse la dosis paciente.
y reevaluar tras 5 a 10 minutos.
10 a 20 mg IV en bolo. La inyec- Dosis de mantenimiento de
ción debe ser lenta. 40 mg VO. Ajustes de dosis
En caso de no observar res- de acuerdo con la respuesta
puesta a los 5-10 minutos y si clínica y la tolerabilidad para el
Diazepam
el paciente se encuentra con paciente.
hemodinamia estable, puede
repetirse la dosis y reevaluar
tras 5 a 10 minutos.
*Dosis inicial IV (prueba): la prueba de lorazepam implica la administración de dosis
endovenosas de lorazepam que frecuentemente resultan en una resolución rápida,
pero temporal de los síntomas. Pruebas similares pueden realizarse con otras
benzodiazepinas como el diazepam.
◆◆ La mayoría de los pacientes mejoran con 6-12 sesiones, pero algunos requerirán
hasta 20 sesiones.
193
6.3.2. Trastorno esquizofreniforme
194
6.3.5. Psicofarmacoterapia en adultos mayores
195
La prevalencia de esquizofrenia (de inicio clásico, tardío y muy tardío combina-
dos) en la población de 65 o más años es de alrededor del 1%. De este porcentaje, un
25% corresponde a esquizofrenia de inicio tardío o muy tardío(58,60).
Los antipsicóticos presentan 5 efectos adversos principales que deben ser tenidos
en cuenta: sedación, efectos anticolinérgicos, reacciones extrapiramidales, au-
mento de peso y alteraciones metabólicas(3,6,22).
196
6.4.1. Sedación
La sedación puede llegar a ser un efecto adverso grave, que interfiere con la vida
diaria del paciente y dificulta la correcta evaluación y valoración del estado psico-
patológico. En general, la sedación es más marcada con clorpromazina, levome-
promazina y tioridazina. Asimismo, la sedación también es característica de la
quetiapina, olanzapina y clozapina. Por otra parte, es menor con antipsicóticos
típicos de alta potencia antidelirante (haloperidol) o no sedantes atípicos (como
la risperidona)(22).
⚫⚫ Parkinsonismo secundario
Aquí se incluyen rigidez muscular, afecto embotado (expresión facial en “cara de pó-
quer”), tremor y bradiquinesia. Estos síntomas deben diferenciarse del afecto em-
botado observado como un síntoma negativo primario de la esquizofrenia, puesto
que, si se aumenta la dosis del antipsicótico intentando aliviar este síntoma creído
como negativo, el parkinsonismo empeorará. El parkinsonismo secundario puede
aliviarse utilizando anticolinérgicos por vía oral (biperideno 2 mg, una a tres ve-
ces al día). También son útiles el trihexifenidilo, la benzotropina y la amantadina.
⚫⚫ Acatisia
197
En general, la acatisia puede corregirse reduciendo la dosis del antipsicótico o in-
cluso cambiándolo por quetiapina/olanzapina. Se puede utilizar propranolol (10-
30 mg, tres veces al día) y, asimismo, las benzodiazepinas pueden resultar útiles
(lorazepam 1-3 mg/día, diazepam 15 mg/día, clonazepam 0,5-3 mg/día). Algunos
estudios clínicos sugieren la efectividad de la mirtazapina(63).
⚫⚫ Distonía aguda
⚫⚫ Disquinesia tardía
198
6.4.4. Aumento de peso
Los efectos antihistaminérgicos de los antipsicóticos son los responsables del au-
mento de peso (y el consiguiente aumento de riesgo de diabetes). Entre los antipsi-
cóticos atípicos, el aripiprazol es el fármaco que menos se ha asociado a aumento
de peso(2,6,22).
199
Como se mencionó más arriba, el síndrome neuroléptico maligno es una urgencia
médica que compromete la estabilidad hemodinámica y se asocia a disfunción au-
tonómica, por lo que su manejo, usualmente en terapia intensiva, se basa en medi-
das de soporte (hidratación, nutrición, disminución de la temperatura, corrección
electrolítica y soporte ventilatorio), tratamiento farmacológico (agonistas dopa-
minérgicos como la bromocriptina y relajantes musculares como el dantroleno) y
TEC (recomendada en casos graves de síndrome neuroléptico maligno refractario
al tratamiento médico, a las 48 horas de su inicio o cuando predominan caracte-
rísticas catatónicas)(66–68).
Otros efectos adversos del uso de antipsicóticos incluyen ictericia colestásica, al-
teración de la tolerancia a la glucosa, reacciones de hipersensibilidad, fotosensi-
bilidad (es importante usar bloqueador solar en tiempo soleado) y pigmentación
amarilla de piel (con la utilización de clorpromazina).
200
6.5. Referencias bibliográficas
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205
capítulo 7
FARMACOLOGÍA DEL DELIRIUM
7.1. Introducción
Numerosos estudios han demostrado que los pacientes que desarrollan un delirium
tienen un riesgo aumentado de resultados adversos tanto durante la hospitalización
como tras el alta. Este riesgo es independiente de cualquier comorbilidad existente,
de la gravedad de la enfermedad, la edad u otras variables asociadas(4–6). Asimismo,
el delirium está asociado a un incremento en la mortalidad, aumento del tiempo
de hospitalización y desarrollo de disfunciones cognitivas posteriores al alta(7).
207
7.2. Generalidades
7.2.1. Concepto
Las características cardinales del delirium son: 1. un nivel de conciencia alterado (por
ejemplo, reducción de la claridad acerca del conocimiento del ambiente), con una
disminución en la habilidad de enfocar, sostener o cambiar la atención; y 2. o bien
un cambio en la cognición (por ejemplo, déficit de memoria, desorientación, alter-
aciones del lenguaje) o el desarrollo de alteraciones perceptuales (por ejemplo, alu-
cinaciones, ideas delirantes). Un concepto erróneo es afirmar que los pacientes con
delirium están alucinando o delirando, pero ninguno de estos síntomas es necesario
para realizar el diagnóstico. Otros síntomas comúnmente asociados con el delirium
incluyen alteraciones del sueño, actividad psicomotora anormal y alteraciones emo-
cionales (por ejemplo, miedo, ansiedad, ira, depresión, apatía, euforia)(7).
7.2.2. Epidemiología
208
90%(3). El delirium puede ocurrir hasta en el 60% de las personas que viven en ho-
gares de ancianos o centros de atención y hasta en el 83% de todas las personas al
final de la vida(10).
7.2.3. Etiopatogenia
209
Tabla 1. Factores de riesgo para el desarrollo del delirium
Predisponentes Precipitantes
■■ Características demográficas ■■ Fármacos
■■ Mayor de 65 años ■■ Benzodiazepinas
■■ Sexo masculino ■■ Anticolinérgicos
■■ Fármacos ■■ Anticonvulsivantes
■■ Tratamiento con múltiples agentes ■■ L-dopa
psicotrópicos ■■ Antagonistas H2
■■ Polimedicación (anticolinérgicos, ■■ Analgésicos
antiarrítmicos, analgésicos) ■■ Antiinflamatorios
■■ Abuso de alcohol ■■ Polimedicación
■■ Estado cognitivo ■■ Deprivación de drogas, fármacos
■■ Demencia o alcohol
■■ Deterioro cognitivo ■■ Enfermedades neurológicas
■■ Historia previa de delirium primarias
■■ Trastornos del ánimo ■■ Accidente cerebrovascular
■■ Depresión, ansiedad ■■ Hemorragia intracraneal
■■ Comorbilidad ■■ Meningitis o encefalitis
■■ Enfermedades graves o terminales ■■ Patología intercurrente
■■ Pluripatologia ■■ Infecciones
■■ Enfermedad crónica renal o hepática ■■ Alteraciones del equilibrio
■■ Accidente cerebrovascular previo hidroelectrolítico
■■ Enfermedades neurológicas ■■ Enfermedades agudas severas
■■ Trastorno metabólico ■■ Fiebre
■■ Fractura o trauma ■■ Hipoxia
■■ VIH positivo ■■ Dolor
■■ Estado funcional ■■ Desnutrición
■■ Déficit funcional, inmovilidad ■■ Alteraciones metabólicas
■■ Deprivación sensorial ■■ Cirugía
■■ Défictis visuales y/o auditivos ■■ Ambientales
■■ Trastornos en la ingesta ■■ Ingreso a terapia intensiva
■■ Deshidratación, desnutrición ■■ Restricciones físicas
■■ Sonda vesical
■■ Múltiples procedimientos
■■ Estrés emocional
■■ Trastornos del sueño
210
Han sido propuestas múltiples hipótesis, que pudieran considerarse complemen-
tarias en lugar de excluyentes para explicar la fisiopatología del delirium. Las
principales son la hipótesis de la deprivación de oxígeno, la hipótesis de los neuro-
transmisores y la hipótesis inf lamatoria(14,17).
⚫⚫ Hipótesis inflamatoria
211
En principio, el cuadro dura horas o días y los síntomas desaparecen una vez que
se resuelve la causa que desencadena el síndrome(2,3). Aunque también existen
casos de delirium persistente, con duración de semanas a meses(10). Se estima la
persistencia al alta en el 45% de los casos y al mes post alta en el 33%(1).
El ciclo sueño/vigila también suele verse alterado, con inversión del ciclo, periodos
de somnolencia diurna e insomnio por la noche. Finalmente, todas estas alter-
aciones pueden ir acompañadas de trastornos psicomotores y emocionales (desde
irritabilidad sutil o ansiedad, hasta disforia o incluso euforia). La presencia de
trastornos psicomotores, permite la clasificación clínica del delirium en hiperac-
tivo, hipoactivo y mixto(2,3,15,16,21).
212
El delirium hipoactivo está dominado por síntomas de somnolencia e inactividad,
razón por la cual estos pacientes pueden pasar desapercibidos para médicos y
cuidadores, ya que aquellos que son dóciles suelen no llamar la atención de los
mismos(27). El delirium se asocia con una amplia gama de factores, y el tipo hipo-
activo está particularmente asociado con algunos de ellos (insuficiencia orgánica,
deterioro cognitivo previo y deshidratación)(28,29).
El delirium hipoactivo se asocia con una peor evolución en comparación con el de-
lirium mixto o hiperactivo(27,28), lo que se traduce en un aumento de la mortalidad
y del ingreso a centros de cuidados de largo plazo. Esto puede deberse a que se
presenta o se diagnostica más tarde. Si la mala evolución en el delirium hipoactivo
se explica por un diagnóstico tardío, identificar precozmente los casos, incluidos
los pacientes que no presentan síntomas pero tienen un mayor riesgo, y tratar las
causas reversibles del delirium en estos pacientes, puede mejorar la evolución de
los mismos(29).
213
Una revisión de la fisiopatología, diagnóstico y tratamiento del delirium secund-
ario a abstinencia a drogas de prescripción médica, sustancias ilícitas, sedantes
u opiáceos está más allá del alcance de este capítulo. Sin embargo, vale la pena
destacar algunos elementos relacionados con el delirium secundario a abstinen-
cia de alcohol.
214
7.3. Recomendaciones farmacológicas
Varias fuentes y guías clínicas ofrecen consejos sobre cómo abordar el diag-
nóstico de delirium. La guía sobre delirium del National Institute for Health and
Care Excellence (NICE) del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte
recomienda identificar primero a aquellos pacientes en riesgo de delirium antes
de seguir evaluando las f luctuaciones en el comportamiento(38). Los factores de
riesgo para el delirium, incluidos aquellos más asociados con el tipo hipoactivo,
son tan comunes en personas con patologías agudas que tienen un valor predic-
tivo limitado(29).
215
1. Cambio agudo o curso fluctuante del estado mental
¿Existe evidencia de algún cambio agudo en el estado mental
con respecto al basal del paciente? ¿La conducta anormal
fluctúa durante el día, alternando períodos normales con
estados de confusión de severidad variable?
2. Alteración de la atención
¿Presenta el paciente dificultades para fijar la atención? (por
ejemplo, se distrae fácilmente, siendo difícil mantener una
conversación; las preguntas deben repetirse, persevera en una
respuesta previa, contesta una por otra o tiene dificultad para
saber de que estaba hablando)
216
Tabla 2. Test 4AT
Marque con un círculo la respuesta correcta
[1] Estado de conciencia
Esto incluye pacientes que pueden presentar somnolencia (por ejemplo, difíciles de despertar
y/o con sueño, obviamente somnolientos durante la evaluación) o estar agitados/hiperac-
tivos. Observe al paciente. Si está dormido, intente despertarle dirigiéndole la palabra o
tocándole gentilmente el hombro. Pedirle al paciente que diga su nombre y dirección para
proceder a la puntuación.
■■ Normal (completamente alerta, pero no agitado, a lo largo de la
0
evaluación)
■■ Somnolencia leve durante <10 segundos después de despertar, luego
0
normal
■■ Claramente anormal 4
[2] AMT4
Edad, fecha de nacimiento, lugar (nombre del hospital o edificio), año actual.
■■ Sin errores 0
■■ 1 error 1
■■ 2 o más errores/no valorable 2
[3] Atención
Pedirle al paciente: “Dígame por favor los meses del año hacia atrás en orden, comenzando
por diciembre”. Para ayudar a la comprensión inicial, está permitido preguntar al iniciar
“¿Cuál es el mes anterior a diciembre?” ad, fecha de nacimiento, lugar (nombre del hospital o
edificio), año actual.
■■ Acierta 7 meses o más correctamente 0
■■ Inicia pero acierta <7 meses / se niega a iniciar 1
■■ No valorable (debido a malestar, somnolencia o falta de atención) 2
[4] Cambio agudo o curso fluctuante
La evidencia de un cambio significativo o fluctuación en el estado de alerta, la cognición, otra
función mental (por ejemplo, paranoia o alucinaciones) que surjan durante las últimas 2
semanas y todavía evidente en las últimas 24 horas.
■■ No 0
■■ Sí 4
217
Puntuación 4AT:
4 o más: posible delirium ± deterioro cognitivo
1-3: posible deterioro cognitivo
0: delirium o deterioro cognitivo severo poco probable
(pero delirium todavía posible si la información [4] está incompleta)
Pruebas complementarias
Análisis estándar
■■ Hemograma
■■ Coagulación
■■ Bioquímica sanguínea (incluidos electrolitos, función renal y hepática)
■■ Pruebas de función tiroidea
■■ Sedimento y cultivo de orina
■■ Análisis toxicológico de sangre y orina
■■ Anticuerpos frente al VIH
■■ Serología de sífilis
■■ ECG
■■ EEG
■■ Saturación de oxígeno
■■ Radiografía tórax
218
7.3.2. Farmacoterapia
Sobre la base de la experiencia clínica, así como la falta de pruebas de los ben-
eficios (y los daños potenciales reconocidos) del tratamiento farmacológico, las
intervenciones no farmacológicas son la piedra angular de la gestión de los prob-
lemas de conducta en el Delirium(3,25,26).
En las salas de Medicina Interna y Cirugía, el uso de restricción física debe ser
minimizado, si no eliminado. En la unidad de cuidados intensivos, se pueden
requerir restricciones para evitar la extracción de los tubos endotraqueales, los
dispositivos intraarteriales y los catéteres intravenosos centrales. Si se aplica
restricción física, se debe monitorear cuidadosamente para reducir el riesgo de
lesiones al paciente y suspenderla tan pronto como ya no este indicada(25,26,43).
219
probablemente por sus menores efectos hipotensores y anticolinérgicos(45).
220
Paciente con delirium
■■ Revisar medicación del paciente a fin de minimizar la exposición a fármacos asociados
a delirium (véase tabla 1). Asegurar que todas las dosis son apropiadas. Prescribir
drogas alternativas para minimizar efectos anticolinérgicos, cuando sea posible.
■■ Tratar el dolor, la hipoxia, constipación, fiebre. Corregir ciclo de sueño-vigilia; evitar
luz excesiva a la noche y asegurar exposición a luz durante el día. Prevenir la depriva-
ción de sueño.
■■ Proveer de anteojos, audífonos, dentadura postiza, cuando sea apropiado.
■■ Revisar el ambiente: evitar ruidos excesivos, optimizar temperatura de la habitación,
hacer sentir al paciente seguro.
■■ Orientar al paciente en tiempo, espacio, persona. Recordarle fecha, día, hora, lugar.
■■ Favorecer la movilización temprana.
221
7.5. Referencias bibliográficas
222
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224
capítulo 8
FARMACOLOGÍA DE LA DEMENCIA
8.1. Introducción
225
8.2. Generalidades
8.2.1. Conceptos
Se calcula que hay más de 50 millones de personas viviendo con algún tipo de de-
mencia en todo el mundo (un caso nuevo cada 3 segundos). En la próxima década
ese número superará los 80 millones y para mediados de siglo esta proporción se
habrá prácticamente triplicado. En América Latina, se prevé que se producirá el
aumento más acelerado de personas viviendo con demencia en los próximos años.
La Organización Mundial de la Salud estima que, para el año 2030, habrá casi 8
millones de personas con demencia. Por su parte, la organización Alzheimer’s
Disease International ha calculado que, en la actualidad, el 58% de las personas con
demencia se encuentran en países de ingresos medios o bajos, cifra que podría
sobrepasar el 70% para el año 2050(10).
El aumento en la prevalencia de esta enfermedad no se dará de la misma forma
en todo el mundo: en las siguientes 2 décadas, el aumento de las personas con
demencia será del 40% en Europa, del 63% en Estados Unidos y Canadá, y del 77%
en el Cono Sur Latinoamericano (Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay)(10).
226
y 0,8% en mujeres. A los 90 años las tasas trepan al 21%. Entre un 40 y un 60%
de todas estas cifras corresponden a casos moderados a graves. La segunda de-
mencia más frecuente es la vascular, que está relacionada con las enfermedades
vasculares cerebrales. Constituyen alrededor del 25% del total de las demencias
Son más frecuentes en personas de entre 60 y 70 años, y afectan más a hombres
que a mujeres. Aproximadamente en un 10 a un 15% de los pacientes coexisten la
demencia vascular y la de tipo Alzheimer(4,11). Otras causas frecuentes de demen-
cias representan entre 1 y 5% de todos los casos(4). En centros donde se dispone de
metodología neuropatológica, se propone que la demencia por cuerpos de Lewy es
la que sigue en frecuencia a la de tipo Alzheimer(12).
227
8.2.2. Clasificación
⚫⚫ Desórdenes cognitivos
228
alteración predomina en estructuras subcorticales (como sucede en la demencias
vasculares subcorticales), se produce una mayor lentitud del procesamiento men-
tal (bradipsiquia), reducción gradual de la atención sostenida y la f luidez verbal,
dificultades para la evocación mnésica y alteración de funciones ejecutivas (como
sucede en las demencias vasculares) y, por afectación de fibras de proyección pro-
cedentes de áreas corticales motoras y premotoras, aparecen hipocinesia y sínto-
mas pseudobulbares(7).
⚫⚫ Síntomas conductuales y psicológicos de las demencias
En algún momento de la evolución del cuadro, hasta el 80% de los pacientes con
demencia presenta síntomas conductuales y psicológicos. En la demencia lobular
frontotemporal, por ejemplo, son frecuentes las conductas sociales desinhibidas,
desórdenes de la conducta alimentaria o sexual, síntomas compulsivos, estereoti-
pias y apatía(15,16). En la demencia por cuerpos de Lewy son frecuentes los síntomas
psicóticos, principalmente alucinaciones visuales(17).
229
Tabla 2. Algunas características de los tipos de demencia más prevalentes
Tipo de
Prevalencia Signos/síntomas comunes
demencia
■■ Inicio gradual, con declinación continua.
■■ Aislamiento social.
Enfermedad Alrededor ■■ Paranoia.
de Alzheimer del 50% ■■ Ansiedad.
■■ No generada por causa médica, psiquiátrica o
neurológica identificable.
■■ Signos focales neurológicos o evidencia de
enfermedad cerebrovascular.
Demencia Alrededor ■■ Cambios imagenológicos en la sustancia
vascular del 25% blanca (aunque muchos pacientes con enfer-
medad de Alzheimer también presentan estos
cambios).
■■ Historia de rendimiento cognitivo fluctuante.
■■ Presencia de alucinaciones visuales bien
formadas.
■■ Apego a la llamada “regla del año”: historia de
parkinsonismo y deterioro cognitivo dentro
Demencia por
Alrededor del mismo año.
cuerpos de
del 15% ■■ En la demencia asociada al Parkinson, los
Lewy
síntomas de la enfermedad de Parkinson se
inician antes que los síntomas de demencia
(dicho de otra manera, los síntomas cog-
nitivos aparecen luego de varios años de
parkinsonismo).
■■ Aquí existe evidencia proveniente de la histo-
ria clínica, el examen físico, o los auxiliares de
Demencia laboratorio de la existencia de una condición
Alrededor médica específica (trauma craneoencefálico,
debida a otras
del 5% VIH, enfermedad de Parkinson, corea de
causas
Huntington, enfermedad de Pick, enfermedad
de Creutzfeldt-Jakob).
230
⚫⚫ Etapas de la demencia
Aunque no existe una división oficial, de modo práctico pueden definirse 4 etapas
en la demencia(5).
231
En la “etapa final” de la enfermedad, el paciente con demencia puede necesitar
ayuda con gran parte de su cuidado diario personal, incluyendo comer y usar el
baño. Pierde la capacidad de responder a su entorno o para mantener una con-
versación, aunque todavía pueda pronunciar palabras o frases sueltas. Pierde
también la capacidad de sonreír, sentarse sin apoyo y levantar la cabeza, y (con
el tiempo) para controlar el movimiento (volviéndose anormales sus ref lejos, con
rigidez muscular y deglución alterada).
Las entidades más importantes con la que hay que establecer un diagnóstico
diferencial son envejecimiento normal, depresión, delirium, deterioro cognitivo
secundario a consumo de sustancias o fármacos y, en menor medida, trastornos
del desarrollo intelectual, esquizofrenia y trastornos neurológicos focales (por
ejemplo, trastorno amnésico)(19).
232
◆◆ Se suspenda toda medicación anticolinérgica antes de iniciar tratamiento con
inhibidores de la acetilcolinesterasa. Los fármacos que deberían evitarse en
pacientes con demencia son los antidepresivos tricíclicos, antiespamódicos,
antimuscarínicos, relajantes musculares, antihistamínicos, antieméticos, an-
tagonistas del receptor H2, anticolinérgicos y benzodiazepinas.
Aquí debe destacarse que una reciente revisión Cochrane ha concluido que con
el donepezilo (dosis de entre 5 a 10 mg/día) se obtiene un beneficio en funciones
cognitivas, actividades cotidianas y una mejoría clínica global cuando se mide la
impresión del médico. No obstante, no se aprecian diferencias sobre los síntomas
conductuales o en la calidad de la vida al compararlo con placebo(24).
233
Tabla 3. Recomendaciones farmacológicas para el deterioro cognitivo de la
demencia
Dosis
Etapa Línea Fármaco Dosis inicial
máxima
5 mg/día por 4 semanas,
10
1ª Donepezilo luego aumentar a 10 mg/
mg/día
día si es tolerado.
8 mg/día por 4 semanas,
16 mg/día por 4 semanas,
2ª Galantamina luego aumentar a 24 24
XR mg/día si es tolerado mg/día
Demencia en
(cápsulas de liberación
etapa inicial
prolongada).
o intermedia
1,5 mg dos veces al día
por 2 semanas, 3 mg dos
6 mg
veces al día por 2 sema-
dos
2ª Rivastigmina nas, 4,5 mg dos veces al
veces al
día por 2 semanas, luego
día
aumentar a 6 mg dos
veces al día si es tolerado.
Demencia en 5 mg/día por 1 semana,
etapa inter- luego 5 mg dos veces
media que al día, luego 5 mg en
10 mg dos
responde muy Agre- la mañana y 10 mg en
Memantina veces al
lentamente a gar la noche por 1 semana,
día
inhibidores de luego 10 mg dos veces al
la acetilcoli- día si es tolerado.
nesterasa
Los fármacos pueden representar más daño que beneficio para
Demencia
pacientes en esta etapa de demencia. Considerar suspender la
en etapa
medicación en pacientes confinados a la cama o cuando el bene-
tardía
ficio de la misma ya no es aliviar en algo la carga del cuidador.
234
En caso de que existan síntomas del estado de ánimo intensos, como un trastorno
afectivo mayor, una distimia severa o labilidad emocional grave, se podría consi-
derar terapia con antidepresivos, siendo de elección los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (ISRS). Los antidepresivos tricíclicos no deben ser utili-
zados debido a su potencia anticolinérgica. Asimismo, en caso de que existan sín-
tomas psicóticos intensos (ideas delirantes, alucinaciones) o el paciente se mues-
tre agresivo o agitado, algunos antipsicóticos atípicos pueden ser utilizados(2).
235
Observaciones:
■■ Tanto el escitalopram como el citalopram pueden incrementar el intervalo Q-T.
Se debe tener precaución al prescribir estos fármacos en pacientes con síndrome
de QT largo congénito, bradicardia, hipopotasemia o hipomagnesemia, infarto
agudo de miocardio reciente e insuficiencia cardíaca descompensada(5).
■■ El insomnio en pacientes con demencia puede ser manejado con trazodona
(iniciar con 25-50 mg/día; dosis máxima 200 mg/día) y mirtazapina (iniciar con
7,5 mg/día; dosis máxima 30 mg/día)(2,5).
■■ El beneficio potencial de los antipsicóticos atípicos debe sopesarse con el
aumento significativo en el riesgo de eventos cerebrovasculares y mortalidad en
los pacientes(1,2). Además, pacientes tratados con antipsicóticos atípicos pueden
empeorar más en las puntuaciones cognitivas que los tratados con placebo(7).
■■ Recientemente, la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos
de América aprobó un antipsicótico atípico, la pimavanserina, para el manejo
de la psicosis de la enfermedad de Parkinson, con pocos efectos adversos y poco
riesgo de empeoramiento motor(25).
236
8.5. Referencias bibliográficas
237
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238
capítulo 9
FARMACOLOGÍA DEL INSOMNIO
9.1. Introducción
Al ocupar cerca de la tercera parte de la vida del ser humano, no sorprende que las
alteraciones del dormir generen siempre un intenso interés y que sean sometidas
a amplias investigaciones. Cuando existen problemas con el sueño, y estos sobre-
pasan cierta intensidad o superan la capacidad adaptativa de la persona, es cuan-
do se convierten en patológicos, provocando malestar significativo con síntomas
que afectan tanto a la esfera física, como a la psicológica y conductual(2).
En ese sentido, el insomnio es el problema del dormir que más afecta a la pobla-
ción. Se estima que el 30% de los adultos lo padece y que hasta un 10% lo hace de
manera crónica, es decir por meses o años. Entre sus consecuencias, se citan a
las inmediatas (es decir, las que se presentan al “día siguiente” como pueden ser
la somnolencia y las dificultades para concentrarse), pero también aquellas que
aparecen a mediano o largo plazo. Los individuos con insomnio tienen un mayor
riesgo de desarrollar depresión u otros trastornos mentales, se ausentan con ma-
yor frecuencia del trabajo y su calidad de vida es menor. Asimismo, el insomnio
acompaña muchos padecimientos médicos como las enfermedades reumatológi-
cas, respiratorias y cardiovasculares (tabla 1)(1–3).
239
Tabla 1. Enfermedades médicas asociadas a insomnio
■■ Síndromes dolorosos (lumbalgia, fibromialgia, entre otras)
■■ Cáncer
■■ Infección por VIH
■■ Enfermedad pulmonar obstructiva crónica
■■ Asma
■■ Artritis
■■ Enfermedad de Parkinson
■■ Enfermedad de Alzheimer
■■ Reflujo gastroesofágico
■■ Nicturia
■■ Insuficiencia cardiaca
■■ Enfermedad vascular cerebral
■■ Síndrome de piernas inquietas
■■ Apnea obstructiva del sueño
■■ Respiración de Cheyne-Stokes
■■ Narcolepsia
9.2. Generalidades
9.2.1. Conceptos
240
o más de las siguientes quejas: dificultad para conciliar el sueño, dificultad para
mantener el sueño con despertares frecuentes o problemas para volver a dormir,
y siguientes síntomas durante la vigilia: angustia o deterioro significativo de las
áreas sociales, ocupacionales, educativas, académicas, conductuales u otras áreas
importantes de funcionamiento. Otros autores agregan fatiga, malestar, deterio-
ro de la memoria, atención o concentración, alteración del humor, irritabilidad,
problemas de conducta (especialmente en niños), incluyendo hiperactividad, im-
pulsividad o agresión, menor motivación, energía o iniciativa y error o propensión
a los accidentes(7).
9.2.2. Epidemiología
9.2.3. Fisiopatología
241
2A/2C, pueden disminuir la hiperactivación al dormir(11).
Para muchas personas las dificultades para dormir son transitorias o de poca
importancia. Sin embargo, el insomnio prolongado a menudo se asocia con una
angustia considerable, deterioro en el funcionamiento diurno o ambos. En tales
casos, un diagnóstico de trastorno por insomnio es apropiado(14).
Se diagnostica insomnio primario cuando las quejas principales son las dificul-
tades para conciliar o mantener el sueño, y el problema se mantiene durante al
242
menos 1 mes. El término primario indica que el insomnio es independiente de
cualquier enfermedad física o mental conocida, y a menudo se caracteriza por
problemas para conciliar el sueño y por despertares repetidos. A menudo, son evi-
dentes el aumento de la activación fisiológica o psicológica nocturna y el condicio-
namiento negativo respecto al sueño. Los pacientes con insomnio primario suelen
estar preocupados por conseguir dormir lo suficiente, y cuanto más lo intentan,
mayor es el sentimiento de frustración y malestar, y menos lo consiguen(7).
Se hace necesario recordar que la mayoría de los medicamentos que actúan a nivel
del sistema nervioso central pueden alterar la arquitectura del sueño. Es por ello
que se debe hacer énfasis en la anamnesis, especialmente sobre los medicamentos
que está consumiendo el paciente, incluso aquellos de venta libre(11). Asimismo, se
enfatiza que el insomnio crónico y el consumo de alcohol tienen una intrínseca
relación: 1 de cada 5 personas con problemas crónicos de insomnio utiliza alcohol
como hipnótico(11).
En resumen, se puede afirmar que las características esenciales del insomnio in-
cluyen una queja subjetiva de insomnio (respecto a la cantidad y/o calidad del sue-
ño) y dificultades diurnas en las esferas de lo fisiológico, emocional y cognitivo(2).
9.2.5. Clasificación
243
Tabla 3. Clasificación del insomnio
Según su etiología
■■ Insomnio primario: no tiene un factor etiológico claramente identificable o no
está asociado a ningún otro cuadro clínico. Puede estar relacionado con ciertos
rasgos de personalidad o estilos de afrontamiento.
■■ Insomnio secundario o comórbido: aparece como consecuencia, o en el contexto de
otro cuadro clínico, psiquiátrico o situación adaptativa.
Según el momento de la noche en que se produce
■■ Insomnio de conciliación: las quejas del paciente se refieren a dificultades para
iniciar el sueño. Se produce generalmente en jóvenes, siendo la forma más fre-
cuente de insomnio ligado a problemas médicos, consumo de drogas o algunos
trastornos psiquiátricos, como los trastornos de ansiedad.
■■ Insomnio de mantenimiento: el paciente presenta problemas para mantener el
sueño, apareciendo frecuentes interrupciones y/o períodos de vigilia durante el
mismo. Suele ser frecuente en casos de problemas psíquicos y médicos ligados
al envejecimiento.
■■ Despertar precoz: el último despertar se produce como mínimo dos horas antes
de lo habitual para el paciente.
Según su duración
■■ Insomnio de tipo transitorio: su duración es inferior a una semana. Es el más fre-
cuente y generalizado entre la población. En el período de un año, alrededor de
1/3 de la población adulta sufre algún problema de insomnio y, de ellos, aproxi-
madamente la mitad padece lo que se conoce como insomnio transitorio. Suele
estar asociado a factores estresantes desencadenantes (por ejemplo, causas
medioambientales, cambios bruscos de horario, estrés físico ocasional, crisis
emocionales) y cuando éstos desaparecen, el sueño vuelve a la normalidad.
■■ Insomnio agudo o de corta duración: dura de una a cuatro semanas. Se relaciona con
factores estresantes, pero más duraderos en el tiempo que en el insomnio de
tipo transitorio.
■■ Insomnio crónico: dura cuatro semanas o más y puede deberse a causas intrínse-
cas al organismo (por ejemplo, a una enfermedad física o psiquiátrica de larga
duración o no tener causa subyacente evidente).
244
9.3. Recomendaciones farmacológicas
245
menor peso corporal, se recomienda una dosis máxima de 5 mg. Dada su corta
vida media, su utilización es más eficaz en el insomnio de conciliación o de des-
pertares en la primera parte de la noche. El efecto hipnótico aparece a los 30 mi-
nutos, por lo que se recomienda tomarlo inmediatamente antes de acostarse(22).
246
Tabla 4. Fármacos para el tratamiento del insomnio
Clase Línea Fármaco Dosis y comentarios
Fórmulas de liberación inmediata: 5-20
mg antes de acostarse (conciliación y des-
pertares en la primera parte de la noche).
Hipnóticos 1ª Zolpidem
Fórmulas de liberación modificada: 6,25-
no benzo- 12,5 mg antes de acostarse (conciliación y
diazepínicos mantenimiento).
2-3 mg antes de acostarse (conciliación y
1ª Eszopiclona
mantenimiento).
247
■■ Muchos médicos indican antihistamínicos H1 como hipnóticos
y ansiolíticos suaves. Si bien los mismos no son de primera línea
para el manejo del insomnio, el hecho que puedan ser adqui-
ridos sin receta hace que sean fácilmente accesibles para los
pacientes. No deben ser utilizados para el tratamiento crónico
de la ansiedad. La hidroxicina, como ansiolítico, se utiliza en
dosis de 50-100 mg, 3-4 veces al día. La difenhidramina es la
más utilizada como hipnótico en dosis de 50 mg al acostarse. Se
debe resaltar que con el tiempo se genera tolerancia a su efecto
hipnótico.
248
La figura 1 resume las propuestas de intervención terapéutica en el insomnio(4).
Insomnio
sí
¿Asociado con otro trastorno? Asegurar que otros trastornos
estén adecuadamente tratados
no
no
Ofrezca al paciente
Valorar la respuesta
249
9.3.1. Farmacoterapia en adultos mayores
Se debe poner especial atención al hecho que los adultos mayores son más sensi-
bles a los efectos adversos de cualquier medicación psicotrópica y más propensos
a sufrir de somnolencia, hipotensión ortostática y síntomas extrapiramidales.
Además, en ocasiones, contrario al efecto hipnótico o ansiolítico esperado, las
250
benzodiazepinas pueden presentar reacciones paradojales de aumento de la
ansiedad, hostilidad y alteraciones conductuales en este grupo etario. Asimismo,
además de la dependencia o síntomas de abstinencia asociados a las benzodiaze-
pinas, en este segmento de la población también pueden observarse sedación
diurna, incremento en el riesgo de caídas y fracturas y alteraciones de la función
cognitiva debido al uso prolongado de este grupo de fármacos(32).
251
Los antihistamínicos (hidroxicina y difenhidramina) conllevan frecuentemente
sedación, mareos, hipotensión y descoordinación motora que serán más inten-
sos en los ancianos. En algunos casos se han observado reacciones paradojales.
Debido a su ligero potencial anticolinérgico, deben ser indicadas solo a dosis muy
bajas y con cuidado en pacientes con glaucoma de ángulo estrecho o afecciones
obstructivas digestivas, de la próstata o de la vejiga(33).
252
9.5. Referencias bibliográficas
253
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33. Sadock B, Sadock V, Sussman N. Manual de bolsillo de tratamiento
psicofarmacológico. Barcelona: Wolters Kluwer-Lippincott Williams &
Wilkins; 2012.
255
El libro “Farmacología en Psiquiatría” es particularmente
bienvenido por varias razones. La primera (y la más
importante), es que está dirigido tanto a médicos psiquiatras
como a no psiquiatras, siendo estos últimos quienes por lo
general lidian con más asiduidad con los trastornos mentales
(principalmente aquellos más frecuentes) y quienes
representan, por tanto, el primer punto de contacto de estos
pacientes con el sistema de salud. En segundo lugar, como
estos médicos estarán a cargo de prescribir otras
medicaciones para hacer frente a enfermedades físicas, este
libro les permitirá manejar las comorbilidades psiquiátricas
de una manera práctica. Finalmente, con el fin de mejorar y
retener la alianza terapéutica, esta obra ofrece información
basada en la evidencia en un formato fácil de leer y de seguir.
ISBN 978-99953-67-22-0