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¿SE VULNERAN LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA?

Los DDHH son libertades y facultades que tiene todo ser humano para hacerse
valer y respetar ante una sociedad y que, además, la existencia de estos proviene
de la injusticia provocada por los actos de barbarie por el hombre, además de
hechos racistas y diferencias étnicas que resultan degradantes en la sociedad
actual. Entonces podemos decir que son aquellas libertades, facultades,
instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen
a toda persona por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de
una vida digna.

La declaración internacional de los derechos fue hecha el 10 de diciembre de


1948, en la Asamblea General de las Naciones Unidas para que fuera distribuida y
enseñada a través de los estamentos educativos en todos los países a fin de crear
conciencia sobre la importancia de un estatuto de protección a la humanidad.

El problema con los derechos humanos en Colombia no reside en la existencia o


en la no contemplación de los mismos sino en que desde un principio, en ningún
momento se ha hecho algo verdaderamente significativo para que tengan validez;
es decir, a pesar de que están contemplados y de que efectivamente las
instituciones parecen estar diseñadas para que se atiendan, ni los ciudadanos ni el
Estado han comprendido e interiorizado la importancia y la naturalidad de estos
derechos.

Si bien es cierto la problemática de vulneración a los Derechos Humanos


fundamentales se vive en todo el territorio colombiano, teniendo diferentes grados
de afectación en algunas regiones. Cuando se miran los noticieros de la televisión,
se escuchan a través de la radio o se recibe la información a través de la prensa
escrita o el internet, tenemos que admitir con nostalgia y vergüenza patria que
estamos lejos del respeto a los derechos humanos en nuestro país. Con cuanta
frecuencia escuchamos que se viola el derecho a la vida de los colombianos, que
es el principal derecho porque truncada una existencia ya no hay sujeto para
reclamar los restantes, mediante el asesinato por innúmeras razones, los
asesinatos selectivos, las masacres de campesinos, los falsos positivos… Allí se
puede decir que el derecho se quedó como letra muerta en nuestra Constitución.
Igual situación se da con las torturas y las desapariciones forzadas.

Qué se puede decir de los desplazados por la violencia, quienes tienen que dejar
todo atrás y abandonar sus querencias, sus pertenencias y al llegar a las
ciudades les toca cambiar su rol de campesinos productores de bienes de
consumo para convertirse en mendigos, recluidos en albergues que en muchas
oportunidades se convierten en sus hogares casi permanentes hasta que reciben
los auxilios oficiales o de las Ong’s internacionales que les ayudan a paliar sus
afujías y la nostalgia de sentirse desarraigados de sus tierras, de sus
comunidades y de su entorno.

Con respecto a la libertad de conciencia es lamentable tener que reconocer que a


pesar de ser un mandato constitucional, tenemos que lamentar la muerte de
excelentes personas quienes por haber pensado y expresado públicamente sus
convicciones contrarias a lo que dicta el statu quo fueron víctimas de las balas
asesinas disparadas por miembros de fuerzas oscuras que operan al margen de
la ley y sólo conocen el lenguaje del terror para callar de una manera las voces de
quienes enarbolan las banderas de la fraternidad, la justicia y la libertad entre
nuestros ciudadanos.

Concluyendo podemos decir que nuestra Constitución recoge los derechos


humanos y los eleva a la categoría de mandatos constitucionales, lo cual se ha
constituido en la génesis de una toma de conciencia frente a su existencia, respeto
e imperiosa necesidad de acatamiento en aras de una convivencia enmarcada
dentro de los parámetros de la fraternidad, igualdad y libertad para todos las y los
colombianos del hoy y del futuro, de manera inclusiva y democrática.

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