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Claves para Procesar La Culpa
Claves para Procesar La Culpa
Te damos una guía práctica para amigarte con tus propios prejuicios.
...Que no pasamos suficiente tiempo con nuestros hijos, que nos comimos una
bolsa de caramelos en el camino de vuelta a casa y rompimos la dieta, que no
rendimos en el trabajo por tener la cabeza en mil lugares a la vez, que
deberíamos ser más demostrativas con nuestros seres queridos. “¡Culpable,
culpable, culpable”! Como si un juzgado de dedos índices señalaran cada una
de nuestra faltas para hacernos sentir lo peor de lo peor.
Pero si bien es algo que llevamos en nuestro ADN, está bueno aprender a
entenderla, procesarla y utilizarla a nuestro favor para dejar de juzgarte por
todo y amigarte con la culpa. Para eso, prueba con estas claves fáciles y
fundamentales.
Aceptar la crisis.
A. Para superar esta sensación de crisis, primero hay que aceptar que la culpa
es normal y es uno de los sentimientos sociales más comunes del ser humano.
Cualquiera que haya pasado por una situación culposa lo sabe: empiezas a
cortar vínculos, evitar “miradas”, y así te vas alejando y autocondenándote a la
soledad. Pero... ¡no te confundas! Lo que hay que tener en cuenta en estos
casos es que nos pasa lo mismo a todos, así que simplemente puedes
imaginarte formando parte de un enorme clan de imperfectos.
Abrazar el sentimiento.
“¿Quiero sentirme mal cada vez que no atiendo a fulana por teléfono?” , podría
traducirse en un: “¿Quiero seguir ocupando el rol de la amiga-que-no- falla-
nunca? ¿Cuál es el contrato entre fulana y yo? Ella recibe mi consejo telefónico
las 24 horas... ¿Y yo qué recibo a cambio?” Seguramente, el premio gordo sea
sentirte fuerte y buena, pero... ¿te cierra eso? Para decirlo de otra forma:
cuando la culpa está sostenida por la confianza, puedes poner en marcha
una nueva ética que esté más en sintonía con las decisiones que tomaste.
No te olvides de que ser infiel a una misma también es ser irresponsable.
Discernir la culpa-motor
¿Se pueden hacer cosas motivadas por la culpa? Claro que sí. Una se siente
más buena y más confiable cuando lo hace. Lo que hay que tener en claro
es qué resultado positivo para ti va a producir eso.
Decidir
Quizás esa amiga que te reclama su atención y a la que llamas sólo cuando no
das más de culpa ya no sea tu amiga. Nuestro cerebro está calibrado por un
armonioso sistema de “intercambio de favores”; uno da en la medida en la que
también recibe, quitando la vocación de servicio, claro. Pero... ¡cuidado!, que
también existen seres “parásitos” que sólo reciben sin entregar nada. Aunque
nos resulte un poco especulativo, nuestro cerebro lleva esta contabilidad, pero
muchas veces se hace el distraído y sólo registra lo que damos; por eso hay
que poner la conciencia en los beneficios de cada uno de nuestros contratos
(con la pareja, con las amigas, con los hijos, con familiares, con compañeros de
trabajo, etc.), haciendo una especie de matemática emocional. ¿Todavía nos
sigue cerrando la cuenta? Genial. Pero si no cierra, es hora de modificar las
reglas.
link: http://www.revistaohlala.com/1477370