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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION


U.E. COLEGIO VENEZUELA 90
VALENCIA – ESTADO CARABOBO

TRABAJO
PPSICION
GEOGRAFICA Y
ASTRONOMICA DE

ALUMNA: Michel Quintero


ASIGNATURA: M.T.C
4to periodo

Valencia 15 de mayo de 2020


1. ¿PODEMOS ESTABLECER ALGUNAS RELACIONES EN TRE LA POLITICA Y LOS
RECURSOS NATURALES DE UN PAIS?
En las economías y políticas públicas de muchos países, los recursos naturales juegan un papel importante
en su desarrollo económico. A través de la geopolítica de los recursos naturales, las dirigencias
gubernamentales y la sociedad pueden conocer las ventajas y desventajas de los recursos que proporciona la
naturaleza en sus países respecto al resto del mundo.
Desde las épocas más antiguas, todas las naciones han establecido posturas, premisas, políticas, leyes y
reglamentos, para el uso y conservación de sus recursos naturales, así como para la protección al medio
ambiente. Uno de los ejemplos más claros en la geopolítica de los recursos naturales son los hidrocarburos.
Durante las últimas décadas, hemos visto como los principales países productores de petróleo han impactado
a las economías de todos los países, fenómeno que se presenta principalmente por el “capitalismo”, sistema
económico imperante, así como por la globalización y las políticas públicas.
En el ejemplo anterior podemos ver como dichos países influyen de manera negativa o positiva en las
economías de las naciones productoras con menor capacidad económica. Las alteraciones en los precios, sin
considerar las afectaciones y daños colaterales, son alarmantes. Como objetivo primordial se encuentra la
“generación del valor económico agregado” y el “bienestar social” en el corto plazo de la población del país
altamente productor, dejando en un segundo plano a la creación del valor compartido entre las naciones con
menor capacidad productiva, sin darse cuenta que con el paso del tiempo se impacta de manera negativa a la
geopolítica de los recursos naturales.
Todo lo anterior ha generado conflictos y guerras entre los países, ya que ninguna nación es autosuficiente,
por más poder económico que tenga. El equilibro de sus economías y por ende el de sus recursos naturales,
dependen directamente del resto del mundo. Un dato interesante es que los países industrializados
contribuyen con 80% de las emisiones de gases efecto invernadero, y sin embargo, el resto del mundo que
aporta solo 20%, resulta ser el más afectado. Por ejemplo, Estados Unidos de Norteamérica consume 25.4%
de toda la energía eléctrica que consume el mundo y su población representa únicamente 5% de la población
total.
Desafortunadamente no podemos cambiar el sistema económico que persiste en el planeta, pero si podemos
empezar a realizar cambios internos y propuestas atractivas en nuestras organizaciones que coadyuven a que
las políticas en el manejo de los recursos naturales funcionen como fueron planteadas en los planes
nacionales de desarrollo y después poder identificar las brechas y áreas oportunidad reales. El cambio y las
mejoras de la geopolítica de los recursos naturales deben iniciar de manera personal. También es importante
que los acuerdos internacionales en materia de recursos naturales abarquen a la mayor cantidad de países y
exista un compromiso tangible en su cumplimiento, aplicación y trazabilidad.
Es relevante mencionar que la diversidad de la geopolítica es un factor a tomarse en cuenta en la aplicación
de los tratados, ya que la diversidad de los factores culturales, sociales, económicos y políticos es amplia, y
por ende la implementación no será la misma en todos los países. Por ello es indispensable que en los foros y
organizaciones internacionales se tome en cuenta el grado de diversidad y se apoye a los países para que la
aplicación de los tratados se realicen de manera adecuada, respetando los factores antes mencionados.
Si bien es cierto que los recursos naturales son una fuente de vida y un elemento fundamental en el equilibro
de la ecología y del hábitat de todos los países, en algunas naciones tienen una mayor relevancia por la
importancia que tienen para su desarrollo económico. Por ejemplo, en América Latina, los recursos naturales
tienen un papel preponderante en el desarrollo sustentable.
Debido a que en el ámbito mundial existe una escasez generalizada de recursos, la administración consciente
y adecuada los mismos es fundamental para que estos puedan desempeñar un papel estratégico en el
desarrollo económico. No se trata únicamente de explotar y vender de manera irracional los recursos
naturales. Algunos países como Brasil han demostrado en muchas de sus empresas grandes ejemplos de un
uso eficiente y racional de los recursos, impulsando corporaciones con un alto grado de responsabilidad social
y ambiental. Estados Unidos, por el contrario, ha sido un tanto resistente a las políticas internacionales para el
cuidado del medio ambiente y de los recursos naturales.
La diversidad y variabilidad del comportamiento de la geopolítica a nivel mundial tiene una gran relevancia e
impacto sobre el manejo y uso de los recursos naturales. Todos los seres que habitamos en este planeta
debemos vivir en armonía con el medio ambiente, para que nuestras futuras generaciones puedan disfrutar de
sus beneficios para vivir plenamente.
Los minerales resultan imprescindibles para muchas actividades cotidianas. Sería una irresponsabilidad dar la
espalda a algo de lo que disponemos y que, gracias a la evolución tecnológica, está al alcance de la mano,
incluso en ubicaciones a las que hace años era imposible acceder. Hoy podemos hacerlo con absoluto
compromiso ambiental y respeto por el entorno.
El mundo vive en la actualidad una nueva edad de oro de los metales. El crecimiento de los países en vías de
desarrollo en los últimos siete años se sitúa entre un 6 y un 10 por ciento, lo que ha provocado un notable
aumento del consumo de materias primas que ha derivado, a veces, en situaciones de tensión entre oferta y
demanda.
Por otra parte, aunque en los países desarrollados no se dan tasas de crecimiento tan espectaculares como
las de economías emergentes, la demanda de metales ha encontrado nuevas aplicaciones, como las
relacionadas con la sanidad, con el desarrollo de nuevas tecnologías y procesos más sostenibles o con
nuevas formas de transporte como los vehículos eléctricos e híbridos que requieren para su fabricación el
doble de cobre que los vehículos convencionales. Así, los recursos naturales juegan un papel relevante en el
mercado mundial. Estos aportan valor tangible de presente y de futuro, son parte de la “economía real”, en
contraposición a otros modelos que han sido referencia hasta hace poco, como las llamadas “economías
burbuja”.
La minería se ha convertido en un sector en alza desde hace años, que va creciendo en importancia, y con
esta perspectiva las compañías mineras se están mostrando muy dinámicas, aumentando su capacidad de
producción a la vez que desarrollando en paralelo su compromiso con el desarrollo social de las comunidades
donde tienen lugar sus exploraciones y con cuidado por el medio ambiente.
Actualmente hay más de 30 proyectos de nuevas minas, o ampliación de las existentes en cobre y zinc, por
ejemplo. Los recursos naturales juegan un papel relevante en el mercado mundial. Estos aportan valor
tangible de presente y de futuro, son parte de la “economía real
Sin embargo no podemos obviar que la explotación de una mina demanda una alta inversión inicial, con
horizontes de tiempos largos e inciertos para su recuperación. La mayor parte de los nuevos descubrimientos
de yacimientos están en zonas del planeta difíciles y remotas, que plantean grandes retos regulatorios,
especialmente medioambientales, de infraestructuras y que pueden contar incluso con la oposición de las
comunidades autóctonas, lo que añade bastante complejidad a su explotación.
Además, un país sin una base legal sólida y segura va a condicionar negativamente cualquier inversión o
futuro desarrollo en el campo de los recursos naturales.
Si retrocedemos en el tiempo, desde el origen del ser humano, éste ha tenido la necesidad de transformar los
elementos de la naturaleza para valerse de ellos; en sentido estricto ya existía la industria, pero es a finales
del siglo XVIII y durante el siglo XIX, cuando el proceso de transformación de los recursos de la naturaleza
sufre un cambio radical, conocido como revolución industrial.
Ésta se basa en la disminución del tiempo de trabajo necesario para transformar un recurso en un producto
útil, gracias a la utilización del modo de producción de la economía de libre mercado. Este modelo económico
adquiere entonces una nueva dimensión y la transformación de la naturaleza alcanza límites insospechados.
Gracias a esta revolución, algunos núcleos poblacionales empiezan a especializarse en la producción
industrial, conformando lo que conocemos como regiones industriales. La innovación es la clave para la
supervivencia en un entorno globalizado y en continuo cambio. Y es clave porque la sociedad demanda
procesos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente
Hoy sabemos que cuanto más industrializado está un país mejor funciona su economía; por eso, además de
garantizar el mantenimiento de la industria existente, hay que apostar por su crecimiento como salvaguarda
de futuro.
2. ¿PORQUE EL PETROLEO REPRESENTA UN IMPORTANTE RECURSO GEOPOLITICO PARA
VENEZUELA?
En torno al petróleo se han generado numerosos conflictos y mucha violencia, en múltiples geografías del
planeta. El mainstream de la geopolítica del ‘oro negro’ ha hecho énfasis fundamentalmente en las formas de
dominación imperial –primordialmente de los Estados Unidos de América– sobre los gobiernos de países del
Sur Global poseedores de este commodity.
Sin embargo, hay en realidad más de una dimensión en los conflictos en torno al petróleo. No se trata
solamente de la búsqueda de la apropiación de este estratégico recurso, sino de todo un mundo construido en
torno a él, un mundo que hoy está en profunda crisis y que evidencia la emergencia de nuevos escenarios
conflictivos.
Venezuela, está claramente atravesada por esta condición. Vistos desde este país, se pueden resaltar al
menos cuatro dimensiones de los conflictos del petróleo, las cuáles están profundamente entrelazadas:
 Las rivalidades geopolíticas y los conflictos derivados de la crisis de la civilización petrolera, la crisis
energética global o las “nuevas realidades del petróleo” (Bridge y Le Billon);
 La del Petro-Estado venezolano y las disputas por su control;
 La de la renta del petróleo y las disputas por su apropiación;
 La territorial y los conflictos que se producen por su explotación local, provocada por sus impactos
socio-ambientales, económicos y culturales.
Nos encontramos ante un complejo entramado de conflictos en el que se articulan simultáneamente estas
cuatro dimensiones. El colapso de la Venezuela petrolera es, en primer lugar, el síntoma más claro en todo el
mundo de la crisis de la civilización de los hidrocarburos; en segundo lugar, expresa el derrumbe
multidimensional de los factores fundamentales que han sostenido este modelo de sociedad contemporánea;
y por tanto, en tercer lugar, atiza los conflictos existentes a la vez que detona otros nuevos, siendo que
muchos de ellos no tienen que ver directamente con petróleo –pueden ser por oro, biomasa, tierras, agua,
etc.–, y que finalmente son conflictos que la gente vive en la realidad cotidiana de sus territorios –más allá de
la simple geopolítica del petróleo EEUU vs Venezuela.
Esta red de conflictos, a su vez, retroalimenta y agrava la crisis, metiéndonos en una espiral histórica muy
peligrosa que, en el corto y mediano plazo, amenaza drásticamente las condiciones mínimas de paz y
sobrevivencia.
El conflicto venezolano es por tanto, más profundo y complejo. Aunque son determinantes, va más allá de las
sanciones del Gobierno de Trump a la economía venezolana; o de las disputas por el control del Poder
Ejecutivo entre Maduro y, hoy, la coalición de Guaidó. Proponemos entenderlo así para dar cuenta de la
profundidad de esta crisis y sus disputas.
Los conflictos ambientales en Venezuela en la geo-ecopolítica del petróleo
Aunque generalmente aparezcan así, toda esta red de conflictos del petróleo no tiene sólo un carácter
económico; no tiene sólo que ver con la apropiación de ‘recursos naturales estratégicos’ o de las rentas
obtenidas del negocio de los hidrocarburos. En esencia, esta forma contemporánea de petro-capitalismo se
sostiene también de un patrón colonial/patriarcal sobre la naturaleza que genera enormes tensiones y
contradicciones sobre la reproducción de la vida; que está afectando dramáticamente los ciclos ecológicos
vitales (siendo uno de los problemas derivados más sensibles, el del cambio climático); y que está mermando
los ecosistemas y los medios de vida de millones de personas, poniendo en juego las posibilidades de
sobrevivencia en el planeta.
Así como se han agudizado en el mundo conflictos geo-económicos (muchos de ellos armados) en torno a
zonas ricas en reservas de hidrocarburos, del mismo modo se intensifican resistencias sociales en defensa de
la naturaleza y los territorios, siendo América Latina un buen ejemplo de ello –desde las resistencias
campesinas en Tariquía (Bolivia), indígenas Shuar y Achuar en la Amazonía ecuatoriana, y comunidades y
organizaciones kichwa en Loreto (Perú), hasta las campañas contra el fracking en Colombia y en defensa del
Parque Yasuní en Ecuador–, sin contar con las movilizaciones globales contra el cambio climático.

En Venezuela hay claramente una disputa internacional por la gestión del extractivismo –el cual se avizora
como el más salvaje desde los tiempos de la dictadura gomecista de principios del siglo XX–, pero debe
también tomarse en cuenta que, con la debacle de la economía rentista, la disputa social y política por la
apropiación de la renta petrolera ha ido perdiendo centralidad y se ha propiciado la multiplicación de las
economías informales de extracción, en buena medida dirigidas a la apropiación directa de recursos (oro,
diamantes, coltán, madera, especies protegidas, etc), tierras y el control de territorios, lo que intensifica y
potencia exponencialmente las disputas e impactos sobre la naturaleza, y por ende, crea nuevos conflictos.
Al mismo tiempo, el colapso de la economía petrolera deja más vulnerable al Petro-Estado venezolano, lo que
no sólo facilita las diversas formas de intervención imperial/neo-colonial –principalmente de los Estados
Unidos– en su búsqueda por la apropiación de recursos naturales del país, sino también socava los históricos
mecanismos de gobernabilidad estatal basados en la distribución selectiva de la renta petrolera, haciendo que
en cambio dicha gobernabilidad sea cada vez más violenta.
Así que, se cruzan con gran intensidad los conflictos geopolíticos, los económicos locales con los conflictos
ambientales. Por mencionar ejemplos ilustrativos, las sanciones del Gobierno de los Estados Unidos contra el
petróleo venezolano contribuyen enormemente al impulso que el Gobierno bolivariano le ha dado a la minería
de oro, la cual, ante la ausencia de inversiones privadas y públicas, se está realizando en alianza con la
minería informal, que existe en un campo muy gris entre la legalidad y la ilegalidad, y que opera además con
mercurio y prácticas ambientalmente devastadoras; la hiper-inflación, que pulveriza el valor del bolívar,
impulsa también el crecimiento de la minería ilegal de oro, recurso que se convierte en moneda de cambio en
varias partes del país; el colapso de la renta ha afectado las inversiones y mantenimiento al sistema de
distribución del agua nacional, generando muy severos problemas de acceso al agua de millones de
personas; la crisis hegemónica que se provoca con la muerte de Chávez en 2013, y que estimula
dramáticamente la competencia de intereses particulares y la corrupción, ha sido factor para la aparición de
minas no metálicas de sectores corruptos del Estado, que afectan ecosistemas y generan micro-despojos; el
desarrollo del conflicto colombiano en el período de “acuerdos de paz” y post-acuerdo ha impulsado el
crecimiento de la movilización de sectores de las guerrillas de este país a Venezuela, incidiendo estos en las
disputas territoriales por los recursos naturales; los efectos del cambio climático van intensificando las
afectaciones a las cuencas hidrográficas y por ende, el acceso al agua de numerosas comunidades del país.
La lista de ejemplos puede ser verdaderamente extensa.
Nuestro argumento es que hoy más que nunca, no tiene sentido tratar de comprender estos conflictos
ambientales localizados sin tomar en cuenta que hacen parte de una red de conflictos de mucha mayor
escala. Pero tampoco tiene mucho sentido sólo poner el ojo en las disputas geopolíticas interestatales
protagonizada por los Estados Unidos, invisibilizando todas las otras formas de operación neo-colonial, el
entramado de sujetos, territorios, contradicciones, resistencias y valoraciones que, hacia abajo, conforman
este entramado de conflictos. Ni mucho menos conviene desconocer o menospreciar los efectos derivados de
la crisis de este particular petro-capitalismo, que es la matriz del conjunto de conflictos que vivimos en la
actualidad. Esta mirada multi-escalar e integrada es lo que entendemos como la geo-ecopolítica del petróleo.
¿Hay espacios para la utopía de una democracia ecológica radical?
La intensidad de las disputas y las lógicas de sobrevivencia que están prevaleciendo en Venezuela, van
creando un escenario que acota y arrincona las posibilidades de una transformación popular, soberana y
ecológica. El escenario está abierto y crea también opciones para la emergencia de nuevas subjetividades y
procesos. Pero conviene no sobreponer innegociablemente una mirada romántica y conectarse más con los
motivos, pulsiones y razones de estas luchas que, desde abajo, defienden, a su manera, su
autodeterminación, sus medios de vida y sus propias perspectivas de la naturaleza.
Los desafíos son enormes, más si tomamos en cuenta la estrecha relación que existe entre petróleo y
violencia. No nos bastará señalar y denunciar al imperialismo, que planea ávido, desde los aires, sobre
nuestras vidas, si no advertimos lo que también se incuba ahí, en nuestros territorios. Lo que se ramifica, lo
que se articula, a nuestro costado, adoptando la forma más próxima del neo-colonialismo, que es global,
nacional y local a la vez. Es una tarea fundamental para defender la Vida.

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