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Proyecto Perla

Es una cooperativa dedicada a hacer teatro para niñas, niños y


jóvenes. Surge en 2011 como un homenaje a la directora y dramaturga
Perla Szuchmacher, con el objetivo de dar continuidad a su trabajo en el
campo del teatro para jóvenes audiencias. Tiene tres obras en
repertorio: Malas palabras, escrita y dirigida por Perla Szuchmacher;
Pato, muerte y tulipán, escrita y dirigida por Haydeé Boetto y Cosas
pequeñas y extraordinarias, escrita y dirigida por Daniela Arroio y
Micaela Gramajo. Ha participado en festivales nacionales e
internacionales, normalmente colabora con el Programa de Teatro para
niñas, niños y jóvenes del INBA, ACNUR, Teatro UNAM, y otras
compañías independientes.

Poéticas en movimiento: una pregunta como semilla de la creación.

Consideramos que cada proyecto tiene su propia poética y modelo


estético.
Trabajamos para jóvenes audiencias y un aspecto característico
de nuestro trabajo es la elección de los temas que abordamos en
nuestras puestas en escena. La adopción, la explotación infantil, la
muerte, la identidad, el exilio y la desaparición forzada, son temas
complejos y difíciles de tratar para niñas, niños y jóvenes; pero ellas,
ellos están en el mundo y ven, escuchan y viven lo que está
sucediendo. Y se hacen muchas preguntas. No buscamos darles
ninguna respuesta. Solo compartir esas preguntas con ellxs, abrir un
diálogo y a partir de ese diálogo, a partir del desarrollo y exposición de
estos temas difíciles y actuales, generar en el núcleo familiar y/o escolar
distintas reflexiones y nuevas preguntas. Ese es, desde nuestra
trinchera, el impacto social que perseguimos.

Parte esencial del desarrollo de nuestras puestas en escena es el


universo estético que las acompaña, que las potencia y que busca
generar procesos de identificación con lxs niñxs. Por ejemplo en nuestra
obra Pato, Muerte y tulipán, el libro en el que está inspirada se volvió un
objeto protagónico del montaje y la estética está basada en el universo
de la lectura. Se creó un universo que se asemeja a las texturas del
papel impreso y toda la puesta se despliega desde un gran libro. Esta
obra surgió de la necesidad de hablar de un tema específico: la muerte,
y el cuento de Wolf Erlbruch le dio voz a nuestras inquietudes. Para esta
puesta en escena, invitamos a la dramaturga y directora Haydeé Boetto.

En cambio, en Cosas pequeñas y extraordinarias, partimos


también de la necesidad de poner un tema sobre la mesa, en este caso
el exilio y la desaparición forzada, pero en esta ocasión decidimos ser
nosotras las creadoras del texto, la puesta y el diseño. A partir de esa
decisión surgieron premisas poéticas y estéticas con las que queríamos
trabajar. Por un lado queríamos que los artificios y mecanismos
teatrales estuvieran expuestos y evidenciados para lxs espectadorxs.
Por el otro -considerando que la columna vertebral temática de nuestra
puesta es la crisis de identidad que se genera en una niña o niño en una
situación de migración forzada- teníamos ganas de investigar con la
semiótica de las proyecciones y las sombras, buscando generar una
metaforización del contenido en la forma.

La desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Rural


Isidro Burgos en Ayotzinapa fue un parteaguas en el sentido de la
visibilización y, podríamos decir, de cierta conciencia sobre un problema
violento que nos aqueja como sociedad desde hace muchas décadas.
Una semilla importante de creación para el texto de Cosas pequeñas y
extraordinarias fue el encontrarnos con tantxs niñxs en las marchas,
exigiendo justicia, identificándose fuertemente con los desaparecidos,
pues ellxs son estudiantes también. Y sobre todo, niñxs llenos de
preguntas: ¿Dónde están? ¿Por qué se los llevaron? ¿Quiénes se los
llevaron? ¿Por qué se los llevaron?

No hay nadie que pueda responder ninguna de estas preguntas a


un niñx, ni a un adulto. Esa es la perversidad de este crimen atroz. No
hay ni habrá respuesta. La incertidumbre como un desasosiego que
permanece en el tiempo y no tiene final. Sentimos de inmediato que
teníamos que escribir sobre esto, pero ¿cómo hablar de esto a un niñx?
Poniendo el tema sobre la mesa, con su crudeza y dolor -desde la
mirada de una niña de ocho años- pero también desde el juego y el
humor, con la resiliencia y la capacidad de adaptación, la esperanza
contenida en la vivencia infantil ante este tipo de situaciones.

El camino que recorrimos para desarrollar la dramaturgia y la


puesta en escena fue largo, lleno de cambios y decisiones a partir de
aciertos y equivocaciones generadas en un extenso laboratorio donde
participamos todos lxs integrantes de la puesta en escena. Nos
acercamos a niñxs, madres y padres de familia, dramaturgxs, psicólogxs
y amigxs; y a partir de escucharlxs, confrontarlxs e integrarlxs, se
desarrolló la puesta en escena.

Para la creación de CPE, las autoras (Daniela Arroio y Micaela


Gramajo) decidimos hacer, además, una revisión de la historia de
nuestras familias, ya que en ambas hubo migraciones forzadas. Si bien
hemos construido una ficción, la historia está plagada de hechos,
recuerdos, sensaciones y situaciones completamente autobiográficas
que se reflejan en los ojos de Emma, una niña de 8 años que tiene que
exiliarse de su país junto a su familia.

En nuestras dos últimas producciones jugamos con un sistema de


actuación abierto. En Pato, muerte y tulipán el sistema actoral se juega
en dos planos: las narradoras que son las propias actrices que cuentan
el cuento y los personajes-títeres que viven la historia. Ambos planos
se intercalan constantemente frente a los ojos del público. Este sistema
actoral nos permite por un lado hacer contacto directo con el espectador
y generar una relación franca y directa, y por otro tener un diálogo entre
narradoras y títeres. En Cosas pequeñas y extraordinarias el juego
expuesto entre actores y personajes se volvió vital para nuestra premisa
de evidenciar la convención y el artificio teatral a lxs espectadorxs.

En el caso de PMT trabajamos de manera convencional: se desarrolló


un texto dramático primero (la adaptación de un cuento) y luego se llevó
a cabo el montaje. Para CPE el trabajo fue muy distinto. El proceso
dramatúrgico llevó más de un año, y se iba poniendo a prueba en
sesiones de laboratorio con el equipo actoral y creativo. Los resultados
llevaban nuevamente al trabajo de dramaturgia en escritorio, en un
intercambio y retroalimentación permanente. El trabajo con las y los
actores permeó y modificó la estructura de la dramaturgia hasta el
último ensayo.

Dentro del laboratorio de montaje tuvimos muchas sesiones de trabajo


dedicadas al universo plástico, desde el inicio de la investigación nos
planteamos el interés de trabajar con una artista visual, en vez de una
escenógrafa. Quisimos que conviviera la tecnología (computadoras,
cámara, proyectores y pantallas) con un trabajo artesanal (dibujos,
pinturas, collages etc.) para sumergir a lxs espectadorxs en el universo
de Emma, nuestra protagonista. Durante este proceso se integró la
artista visual Ana Bellido, quien materializó la estética de la puesta en
escena, siempre de la mano de Mario Eduardo D’León, quién fue el
encargado de diseñar y desarrollar los complejos mecanismos que
hacen posible el dispositivo de la puesta en escena.

En la última etapa del proceso se integró el compositor Jacobo


Lieberman, que estuvo presente en numerosos ensayos, acompañando
muy de cerca todo el proceso creativo. Generó universos musicales
distintos para los dos países y temas y variaciones para los personajes.

Como co directoras, autoras, productoras y actrices de la obra, nos


encontramos con el reto de dirigir la puesta desde adentro y para eso
sistematizamos el trabajo de la siguiente manera:

-La asistente de dirección elaboró una bitácora detallada de cada uno


de los ensayos.
-Se grabaron ensayos en video para poder analizar el trabajo.
-Decidimos que la alternancia de personajes entre nosotras nos
permitiría poder tener una visión más amplia y menos sesgada de la
puesta.
-Bernardo Gamboa se integró al equipo para realizar la asesoría actoral.
Un ojo externo nos permitió identificar y potencializar las premisas de
actuación que se plantearon desde la dirección.
-Un mes antes del estreno abrimos una sesión de trabajo con algunos
colegas, con quienes pudimos confrontar y retroalimentar el montaje.
¿Público específico?

En Proyecto Perla estamos convencidas de que lxs niñxs no son


una inversión, ni un público potencial al que hay que preparar para ir al
teatro una vez que crezcan. No son futuro. Lxs niñxs son público hoy y
tienen necesidades y derechos. Con esa seriedad planteamos nuestros
proyectos: a sabiendas de que el teatro es en sí mismo el fin y el medio.
Brindar un espectáculo de la mayor calidad, que conmueva y a la vez
haga pensar a quien lo habite desde la butaca.

Buscamos que nuestras puestas generen diálogo y una relación


con los espectadores siempre horizontal. En este sentido, esta relación
incide de manera medular en todos los aspectos de la creación. No
hacemos un teatro didáctico, que se coloque por encima de lxs niñxs en
una relación vertical, de poder. No sabemos más que ellos, ni buscamos
darles ninguna respuesta. Solo compartir algunas preguntas con ellxs,
que son también las nuestras. Y desde ese lugar estar, pensar, jugar y
sentir juntxs.

Podríamos decir que de unos años para acá, al menos en México,


se va ganando la batalla de sustituir el adjetivo “infantil” por la etiqueta
“para niñas y niños”. El teatro a secas, sin adjetivos ni etiquetas es el
teatro para adultos. Pero si pensamos que el teatro para niñxs es un
teatro para TODXS, para que sea disfrutado por niñxs y adultxs, y el
teatro para adultxs excluye al público de cierta edad, ¿no tendríamos
entonces que pensar que debiera funcionar al revés? Nos parece que
vale la pena al menos pensarlo y enredarnos un poco en esta discusión.
¿No estaríamos en un momento adecuado para pensar en cuestionar la
etiqueta “teatro para niñxs”? ¿Será que ese nombre constriñe de algún
modo las políticas teatrales, los espacios, los medios de producción, las
becas, los apoyos, pero que sobre todo, moldea su forma y contenido?
¿La etiqueta se vuelve un molde, con sus formas específicas y acotadas
de puesta en escena y de actuación?
Es evidente que la premisa de ‘Teatro para públicos específicos’ 1
nos hace pensar en determinados aspectos que potencian la obra y la
delimitan “positivamente” durante su creación: pensar desde y para lxs
espectadorxs a quienes está dirigida la puesta. Esto es evidente por
ejemplo, en el teatro para bebés, en el teatro penitenciario o en el teatro
comunitario. Sin duda también en el teatro para niñas, niños y jóvenes.
Por otro lado, sabemos que las etiquetas abonan a cierta claridad en la
difusión y en el cómo se acercan lxs espectadorxs al teatro o a la obra
en cuestión. Pero abona, sin duda, a la categorización del teatro para
niñxs y jóvenes como un teatro menor. Una teatra. Sabemos también
que el demérito del teatro para niñxs y jóvenes proviene de una historia
no tan lejana a nuestros tiempos, de un teatro con bajos niveles de
calidad en su factura general, las mismas adaptaciones de siempre a
cuentos clásicos, un teatro siempre con moraleja y una entraña
groseramente aleccionadora y didáctica, actuaciones huecas de sentido
y relación, puestas en escena acartonadas, añejas, con poca
imaginación… Pero hace algunos años que eso comenzó a cambiar y a
evolucionar con fuerza en nuestro país.
Por otro lado, y quizás lo que más nos preocupa, es todo lo esta
etiqueta constriñe al momento de la creación. ¿Por qué la actuación es
distinta en el teatro para niñxs que en el teatro para adultxs?
¿Técnicamente, la abordo de manera distinta, como actriz/actor?
¿Como directora/or pienso distinto? ¿Construyo de manera diferente? Al
final de cuentas, ¿Cuáles son los elementos -más allá de la etiqueta-
que inscriben a la obra en tal o cuál teatro?
No tenemos una respuesta, ni una propuesta concreta. Solo
creemos que de esta reflexión pueden surgir cuestionamientos y
caminos interesantes.

Micaela Gramajo, Daniela Arroio y Mario Eduardo D’León.


Proyecto Perla.

1
Teatro para públicos específicos’ fue una categoría de programación y tema de
una mesa de reflexión dentro de la XXXVII Muestra Nacional de Teatro, SLP,
México 2016, de la cual se desprende el presente texto.

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