Está en la página 1de 24

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SANTO DOMINGO

UASD SAN JUAN

Asignatura

Historia De La Cultura Universal (HIS-1390)

Tema:

La Utopía De Duarte

Sección:

02

Profesor:

Juan De La cruz

Nombre:

Madelin Mora Ramírez

Matrícula:

100413171
Índice
Introducción……………………………………………………………. 1
.
Génesis de la utopía de duarte………………………………………… 2

Desarrollo de la utopía en el pensamiento y en la praxis de duarte… 6

Vicisitudes de duarte por su utopía………………………………..…. 10

Continuidad y eclipses de la utopía de duarte……………………….. 13

La Republica Dominicana soñada………………….…………………. 18

Conclusión……………………………………………………………… 22

Opinión Personal……………………………………………………….. 23
Introducción
En este trabajo voy a tratar los temas: génesis de la utopía de duarte,
desarrollo de utopía en el pensamiento y en la praxis de duarte, vicisitudes
de duarte por su utopía, continuidad y eclipses de la utopía de duarte, y la
Republica Dominicana soñada temas que son de vital importancias para
todos los dominicanos ya que estos reflejan la acciones que se llevaron a
cabo por nuestros patriotas para hoy poder disfrutar de una nación soberana.
GÉNESIS DE LA UTOPÍA DE DUARTE

Pablo Duarte y Diez nació en el seno de u na


familia que tuvo como síndrome la migración
y el exilio, en ocasiones por razones
económicas y, en otras, por razones
políticas. Esto se evidencia en el caso de su
padre, Don Juan José Duarte Rodríguez,
quien nació en Vejer de la Frontera,
provincia de Cádiz, España, el 15 de
septiembre de 1768, hijo de Don Manuel
Duarte y Jiménez y Doña Ana María Ro
dríguez Tapia.

A finales del siglo XVIII, Don Juan José Duarte Ro dríguez llega a la
parte Este de la Isla de Santo Domingo, donde cinco años más tarde
contrajo matrimonio con Doña Manuela Diez Jiménez, nativa de Santa
Cruz del Seibo. Ella nació el 16 de julio de 1786, hija a su vez de Don
Antonio Diez Bayllo y Doña Rufina Jiménez Benítez.

Hacia el año 1801, cuando el líder de la Revolución Haitiana,


Toussaint L'Ouverture, asume el control de la parte oriental de la Isla
de Santo Domingo en nombre de Francia, en virtud de lo estipulado
en el Tratado de Basilea, Don Juan José Duarte y Doña Manuela Diez
emigran a Mayagüez, Puerto Rico, donde nace su hijo mayor Vicente
Celestino Duarte y Diez, hacia el año 1802.

La familia Duarte y Diez regresó al país procedente de Puerto Rico en


1811, tras la conclusión de la Guerra de la Reconquista que había
encabezado el hatero de la común de Cotuí, Don Juan Sánchez
Ramírez. A partir de ese momento la parte Este de la Isla de Santo
Domingo volvió a ser colonia española en virtud de lo estipulado en el
Acta de Bondillo, donde se consignaban cinco importantes
resoluciones, a saber:

''Artículo primero: La junta, en nombre del pueblo de la parte Española


de la Isla de Santo Domingo, a quien representa, reconoce, como lo
tiene reconocido, al señor Don Fernando 7 por legítimo Rey y Señor
natural y, por consiguiente a la Suprema junta Central de Madrid, en
quien reside la Real Autoridad.

Segundo: en atención al mérito que se ha adquirido, siendo el Caudillo


y motor de la gloriosa empresa de librarse al pueblo de Santo
Domingo del vergonzoso yugo del tirano Napoleón, Emperador de los
franceses, y en vista de la protección que por su mérito ha conseguido
del señor Don Toribio Montes, Mariscal de Campo de los Reales
Ejércitos, Gobernador, Intendente y Capitán General de la Isla de
Puerto Rico, la junta nombra por Gobernador político y militar e
Intendente interino a Don juan Sánchez Ramírez, Comandante
General del Ejército Español en Santo Domingo, hasta la aprobación
de S.A.S. la Suprema junta Central de Madrid.

Tercero: El Gobernador en lo sucesivo convocará los miembros de la


junta siempre que lo tenga a bien y será el Presidente de ella, en la
inteligencia de que esta solo queda con voz consultiva, y la decisiva
solo pertenecerá al Gobernador.

Cuarto: El sistema administrativo y orden judicial continuará como


antes hasta la toma de posesión de la Plaza de Santo Domingo, que
se hará una organización provincial arreglada a las Leyes del Reino y
Ordenanzas Municipales.

Quinto: El Gobernador prestará antes del ejercicio de sus funciones,


en presencia de la junta, juramento de fidelidad a S.M. y de
obediencia a las leyes españolas" (Juan Sánchez Ramírez, 1957: 92-
125 y Wenceslao Vega, 2010:65-67).

Tras juramentarse ese mismo día, en correspondencia con lo


establecido en el artículo quinto del Acta de Bondillo, Sánchez
Ramírez pasó a ser gobernador de una colonia que era a su vez
gobernada por la colonia España, ya que en ese momento estaba
bajo el dominio del imperio francés que encabezaba Napoleón
Bonaparte, a través de su hermano José Bonaparte.

Sánchez Ramírez no estuvo en capacidad de afrontar esa situación


adecuadamente, ya que se vio obligado a entregar una gran cantidad
de recursos económicos y par te de la producción de madera preciosa
de la colonia por el apoyo militar recibido tanto del capitán general
Toribio Montes de Puerto Rico como de la Armada Inglesa de
Barlovento, con asiento en Jamaica.

La calamidad pública en que quedó la colonia de Santo Domingo fue


de tal magnitud que se vio precisada a buscar apoyo en las finanzas
de la Metrópolis, pero la contribución no fue suficiente para encarar
los grandes retos y el Capitán General tuvo que recurrir hasta a la
venta de esclavos para cubrir los sueldos de sus funcionarios. Esto
contribuyó a que rápidamente se produjera un clima de inconformidad
y descontento generalizado con el recién renovado viejo orden
colonial, a lo que se agregó el nepotismo puesto en práctica por
Sánchez Ramírez, quien colocó en diferentes cargos públicos y
posiciones militares a sus parientes, amigos y relacionados.

Con apenas meses en el poder, Sánchez Ramírez tuvo que afrontar


varias conspiraciones. La primera fue encabezada por Manuel del
Monte, un pariente cercano del Comisario Regio Francisco Javier
Caro, el cual fue descubierto, reducido a prisión, sumariado y remitido
posteriormente a España, aunque sin mayores consecuencias, ya que
el mismo pudo retornar a Santo Domingo posteriormente, en virtud de
la gran influencia que ejerció su pariente ante la Corte Real.

Otra conspiración importante la dirigió el cubano Fermín García, en


1809, quien tramaba declarar a Santo Domingo independiente de
España. Este fue acusado de sedicioso y encerrado por espacio de
siete años en la Fortaleza la Torre del Homenaje, cargado de grillos
en los pies y en las manos, antes de ser embarcado hacia la
Península Ibérica.

Hubo, igualmente, un intento de complot de cuatro sargentos


franceses que intentaron darle un golpe de Estado a Sánchez
Ramírez para restituir el dominio francés en la Colonia de Santo
Domingo, pero fracasaron en su acción y fueron fusilados.

La más importante rebelión armada del período, fue la que ocurrió a


medianos de 1810, en la que estaban involucrados extranjeros y
dominicanos, inclusive, algunos altos oficiales del ejército.

La acción armada se conoce en la historia dominicana como la


"revolución de los italianos'; por el rol que jugaron algunos oficiales de
la península itálica que habían desertado del recién desalojado
ejército francés y se habían establecido en el país, como fueron los
casos de Emilio Pezzi, Galo y Gazotti.

La sublevación fue delatada por uno de los involucra dos, el mulato


boricua nombrado Juan José. Sus principales implicados fueron
procesados por un tribunal dirigido por el propio Capitán General
Sánchez Ramírez, siendo algunos condenados a prisión, otros
deportados y cuatro de ellos llevados a la horca.

En medio de esa situación de tensión permanente y dificultades de


todo tipo, el Gobernador Sánchez Ramírez enferma de hidropesía o
retención de líquido en los tejidos, muriendo varios meses después: el
11 de febrero de 1811.

Tras la muerte de Sánchez Ramírez, asumen el poder interinamente


el Coronel Don Manuel Caballero y Masot, como Gobernador, y el
licenciado José Núñez de Cáceres, como Teniente de Gobernador,
Asesor Jurídico e Intendente Político, quienes tuvieron que enfrentar
varias rebeliones por no querer liberalizar el país acorde con los
cambios que se habían producido en España, cuando las Cortes
Generales aprobaron y promulgaron el 19 de marzo de 1812 la
Constitución de Cádiz, resultado de la guerra popular de liberación
que libraron los españoles contra la ocupación de España por las
tropas napoleónicas francesas, al mando del general José Bonaparte.

En la Constitución liberal de Cádiz se eliminaron los tribunales de la


Santa Inquisición y se abrió la posibilidad de que los blancos, los
mulatos y los negros libres nacidos en Hispanoamérica pasaran a ser
ciudadanos españoles con derecho a elegir, ser elegidos y enviar
representantes a las Cortes.
DESARROLLO DE UTOPÍA EN EL PENSAMIENTO Y EN LA
PRAXIS DE DUARTE

Después desarrollar una intensa


labor propagandística contra el
gobierno haitiano por espacio de
cinco años, junto a José María
Serra, Duarte se propone dar pasos
más efectivos para concretizar su
utopía. Es por ello que le sugiere a
su dilecto amigo crear una
organización clandestina para
conducir la lucha independentista
nacional: la Sociedad Secreta "La
Trinitaria''. Mostrando el gran sentido
de responsabilidad que debe tener siempre un verdadero líder, Duarte
le expresa a su compatriota lo siguiente:

"Nada hacemos, querido amigo, con estar excitando al pueblo y


conformarnos con esa disposición, sin hacerla servir para un fin
positivo, práctico y trascendental''.

Con la puesta en marcha de esa sociedad independentista, el 16 de


julio de 1838, Juan Pablo Duarte, en su Condición de Presidente, junto
a ocho patriotas más: José María Serra, Juan Isidro Pérez, Juan
Nepomuceno Ravelo, Félix María Ruiz, Benito González, Jacinto de la
Concha, Pedro Alejandrino Pina, y Felipe Alfau, le imprimió un carácter
de mayor trascendencia a su proyecto utópico. Esto revela a Duarte,
con apenas 25 años, como un hombre esencialmente práctico,
dispuesto a hacer realidad su utopía, contrario a como han pretendido
presentarlo algunos sectores interesados de la clase dominante
tradicional de la República Dominicana, como un ser humano que
siempre vivía soñando ilusoriamente y pintando pajaritos en el aire.

El Juramento Trinitario, firmado mediante un pacto de sangre por los


nueve fundadores de la sociedad secreta La Trinitaria el 16 de julio de
1838, es alto indicador de que la utopía duartiana de independencia
absoluta quería dejar de ser la expresión del deseo de una sola
persona para convertirse en un anhelo colectivo. He aquí el texto del
Juramento Trinitario:

"En el nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de


Dios Omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en
manos de nuestro Presidente juan Pablo Duarte, cooperar con mi
persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano
y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda
dominación extranjera, que se denominará República Dominicana; la
cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos, encarnados y azules,
atravesados por una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos
los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad.
Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja; y
de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio
y la traición si los vendo".

En ese Juramento fundacional s destacan varios aspectos que nos


parecen esenciales, a saber:

1. El alto sentido cristiano que animó a todos los integrantes de la


sociedad secreta La Trinitaria, comenzando por su presidente Juan
Pablo Duarte, al adoptar como símbolo imperecedero el de la
Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad Omnipotente: Dios-
Padre, Dios-Hijo y Dios Espíritu Santo, lo que erige en fundamento que
da origen a la bandera tricolor (el rojo, el azul Y el blanco en forma de
cruz); al lema inmortal Dios, Patria Y libertad, así como al simbolismo
contenido en el escudo: una palma, un laurel y el texto sagrado de la
Biblia abierto en San Juan 8:32, que reza: "Y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libre"; así como también a la forma de organización
adoptada, consistente en la creación de células secretas o
clandestinas integradas por tres personas cada una, sin contacto
directo con el resto de la entidad, para evitar su destrucción en caso
de represión o persecución de algunos de sus miembros o dirigentes.

2. El alto sentido de compromiso, honorabilidad y sentido patriótico de


que estaban imbuidos, lo cual se puso en evidencia al hacer el voto
solemne de cooperar con su persona, vida y bienes a la separación
definitiva de la parte oriental de la Isla de Santo Domingo con respecto
al gobierno haitiano e implantar una república libre, soberana e
independiente, que se denominaría República Dominicana, en honor a
la Orden de los Predicadores Los Dominicos (‘Perros del señor’),
quienes lucharon en favor de la justicia, la libertad y el bienestar de
nuestros pobladores aborígenes, mediante el Sermón de Adviento,
pronunciado en las pascuas de 1511, por el sacerdote Fray Antón de
Montesinos, con la anuencia de sus superiores.

Las palabras de Duarte, pronunciadas luego de la firma del Juramento


por parte de cada uno de miembros fundadores de La Trinitaria,
reflejan claramente la disposición al sacrificio que tenían los miembros
de ésta, en aras de la liberación definitiva del país. Estas palabras
eran:

"Noes la cruz el signo del padecimiento; es el símbolo de la redención:


queda bajo su égida constituida La Trinitaria, y cada uno de sus nueve
socios obligados a reconstituirla mientras exista uno, hasta cumplir el
voto que hacemos de redimir la Patria del poder de los haitianos".

Eso hizo la mayor parte de los trinitarios, con la sola excepción de


Felipe Alfau, de quien se afirma que procedió a delatar los propósitos
del movimiento independentista ante las autoridades haitianas, tras
el derrocamiento de Boyer en marzo de 1843.

Los trinitarios se comprometieron a asumir la dirección de los trabajos


conspirativos en la parte oriental de la Isla, mientras los haitianos se
responsabilizaron de la occidental. La caída de Boyer se produjo el 20
de marzo de 1843, pero la noticia del hecho llegó a Santo Domingo el
24 de marzo, momento en que los trinitarios salieron a las calles para
mostrar su identificación con el Movimiento La Reforma y evidenciar
claramente sus propósitos independentistas.

Tras algunos escarceos de los militares identificados con el caído


dictador haitiano, que dejó como saldo cinco muertos y varios heridos,
sectores opositores haitianos que vivían en esta parte de la Isla, junto
a los trinitarios, pasaron a conformar la Junta Popular de Santo
Domingo, cuyo Presidente pasó a ser Alcius Ponhieux y el Secretario,
Ramón Matías Mella.

Los trinitarios, ni cortos ni perezosos, agilizaron sus acciones


conspirativas en favor de la independencia nacional. Es así como el 5
de abril de 1843, la Junta Popular de Santo Domingo designa al
ciudadano Juan Pablo Duarte quien era a la sazón miembro de la
misma, con una carta de ruta, para que asumiera la responsabilidad de
instalar juntas populares en las diferentes comunes por las que
pasaría, llegando a dejar constituidas las Juntas Populares de
Bayaguana, El Llano, Hato Mayor y El Seibo.

VICISITUDES DE DUARTE POR SU UTOPÍA


En su lucha permanente por hacer
realidad su utopía de que la
República Dominicana sea
totalmente libre e independiente,
Duarte padeció todo tipo de
persecuciones, vejámenes y
desconsideraciones, que, en
diversas ocasiones, tocaron
directamente a sus familiares,
amigos y compañeros de ideales y trabajos patrióticos.

Esos padecimientos fueron previos y posteriores a la proclamación de


la independencia el 27 de febrero de 1844 y de la Guerra
Restauradora de 1863-1865, ya que tuvo que enfrentar el espíritu
traidor y entreguista de personajes como Bobadilla, Santana y Báez,
entre otros.

A esos hombres perversos y malvados, Duarte los denominó


"orcopolitas" o "ciudadanos del infierno". El apóstol de la
independencia cubana, los denominó "hombres secundarios", y los
describe así:

En cambio, a quienes enfrentan de manera decidida a esos hombres


malvados y perversos, a esos "ciudadanos del infierno"; a esos
"hombres secundarios", Duarte los llama "providencialistas", de los
que dice: "Los providencialistas son los que salvarán la Patria del
infierno' José Martí, de su lado, los denomina "hombres primarios". A
esa categoría pertenecieron tanto Duarte como Martí. Veamos cómo
nos define Martí a los "hombres primarios ":

Resumiendo, veamos el contraste que establece Martí en su trabajo


"Tres Héroes '; escrito en 1889, en homenaje a Simón Bolívar, de
Venezuela; a José de San Martín, del Río de la Plata, y al padre
Miguel Hidalgo, de México, a propósito de los hombres secundarios o
sin decoro y los hombres primarios o con decoro, entre estos últimos
cabenal igual que los tres mencionados, Juan Pablo Duarte y el propio
José Martí. Esto refleja perfectamente la situación que estamos
analizando:
"Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros
que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin
decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de
decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos
hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de
muchos hombres. Esos son los que se rebelan confuerza terrible
contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarle a los
hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un
pueblo entero, va la dignidad. Esos hombres son sagrados... Se les
deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que
sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol
quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los
desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos
hablan de la luz" (José Martí, 1987: 400).

En carta-oficio del 7 de marzo de 1865, enviada el entonces Ministro


de Relaciones Exteriores, general Rodríguez Objío, en la que Duarte
informa que a partir del cambio de gobierno ocurrido en Santo
Domingo, en octubre de 1864, habían cesado sus funciones como
representante oficial de la República Dominicana ante el gobierno
venezolano, nos recuerda el vía crucis que tuvo que enfrentar para
hacer realidad su utopía:

"Si me pronuncié dominicano independiente, desde el 16 de julio de


1838, cuando los nombres de Patria, Libertad, Honor Nacional se
hallaban proscritos como palabras infames, y por ello merecí (en el
año 43) ser perseguido a muerte por esa facción entonces haitiana, y
por Riviére que la protegía, y a quien engañaron; si después en el año
44 me pronuncié contra el protectorado francés ideado por esos
facciosos y cesión a esta potencia de la Península de Samaná,
mereciendo por ello todos los males que sobre mí han llovido; si
después de veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi
Patria para protestar con las armas en las manos contra la anexión a
España llevada a cabo a despecho del voto nacional por la
superchería de ese bando traidor y parricida, no es de esperarse que
yo deje de protestar (y conmigo todo buen dominicano) cual protesto y
protestaré siempre no digo solo contra la anexión de mi Patria a los
Estados Unidos sino a cualquier potencia de la tierra, y al mismo
tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más
mínimo nuestra independencia nacional y cercenar nuestro territorio o
cualquiera de los derechos del pueblo dominicano".

Duarte nos hace una radiografía completa de la historia de la traición


llevada a cabo por el bando entreguista encabezado por Tomás
Bobadilla, Pedro Santana y Buenaventura Báez, que colaboró
estrechamente con los haitianos, tanto en la gestión de Jean Pierre
Boyer como en la de Charles Riviére Hérard; pasando por la entrega
de la Bahía y Península de Samaná a Francia, a través del
denominado plan levasseur.
CONTINUIDAD Y ECLIPSES DE LA UTOPÍA DE DUARTE

La utopía de Duarte, desde su


génesis, ha tenido grandes
enemigos principalmente a los
elementos más atrasados de
las clases dominantes de
cada período histórico, a
pesar de los actos simbólicos
que tributan en su honor. Esto
ha motivado que la misma, a
pesar de mantenerse viva en
el corazón de los dominicanos
nobles y patriotas, haya
sufrido eclipses que dan la
impresión de una mortandad definitiva.

Los eclipses que ha sufrido la utopía duartiana en su desarrollo, han


sido el producto de la lucha a muerte en que se han enfrascado dos
corrientes políticas bien definidas: una corriente patriótica, que busca
la independencia nacional plena; y otra entreguista y antipatriótica, que
tiene como propósito central vendernos al mejor postor, en función de
garantizar sus intereses particulares y de grupos.

Así caracteriza el escritor Federico García Godoy las dos corrientes


que se han disputado históricamente la con quista y permanencia en el
poder de la República Dominicana desde antes del logro de su
independencia el 27 de Febrero del 1844, hasta el presente:

"La primera de esas corrientes de opinión tiene su natural antecedente


en el 1 de diciembre de 1821, pero parte visiblemente del
establecimiento de La Trinitaria, y alcanza su punto más luminoso el
27 de febrero con la instauración de la República. La segunda de esas
corrientes data de 1843, arranca del Plan Levasseur, y en su
desarrollo, metaformoseándose curiosamente, por virtud de una serie
de trabajos antipatrióticos parará en la extinción de la nacionalidad el
18 de marzo de 1861 y en la vuelta al status colonial bajo la monarquía
española".
García Godoy hace una caracterización correcta sobre las dos
corrientes políticas que se han disputado el ejerció del poder en el país
desde la Independencia Efímera teniendo punto más trascendente la
conformación de la República Dominicana el 27 de Febrero de 1844-
hasta el presente, destacando los aportes indiscutibles que ha hecho
la primera corriente en beneficio del país, en tanto que los sectores
antipatrióticos han hecho uso de todas las alas artes para salirse con
las suyas y, de esa manera, satisfacer sus caprichos e intereses
personales y grupales.

De su lado, en carta enviada a García Godoy el 5 de mayo de 1909, a


propósito de la publicación de su obra rufinito, Pedro Henríquez Ureña
(1988: 540-541), nos ofrece su idea sobre el proceso de germinación,
desarrollo y perfección del proceso independentista dominicano:

"Para mí tengo que la idea de independencia germinó en Santo


Domingo desde principios del XIX; pero no se hizo clara y perfecta
para el pueblo hasta 1873. La primera in dependencia fue, sin duda
alguna, la de Núñez de Cáceres; no claramente concebida, tal vez,
pero independencia al f in. La de 1844 fue consciente y definida en los
fundadores; pero no para todo el pueblo, ni aún para cierto grupo
dirigente. Libertarse de los haitianos era justo, era lo natural; ¿pero
comprendía todo el pueblo que debíamos ser absolutamente
independientes? Ello es que vemos la anexión a España, y sabemos
que, si para unos esta anexión pecaba por su base, para otros fracasó
por sus resultados, y por ellos la combatieron. Y lo extraño, luego, es
que ni ese mismo fracaso bastara a desterrar toda idea de intervención
extraña, y que todavía en el gobierno Báez pensara en Estados
Unidos. Sin embargo, para entonces la idea había madurado ya: y la
revolución de 1873 derrocó en Báez, no sólo a Báez sino a su propio
enemigo Santana; derrocó, en suma, el régimen que prevaleció en la
primera República, y desterró definitivamente toda idea de anexión a
un país extraño. Esa es para mí la verdadera significación del 25 de
noviembre: la obra de ese movimiento anónimo, juvenil, fue fijar la
conciencia de la nacionalidad. Desde entonces, la acusación más
grave que entre nosotros puede lanzarse a un gobierno es la que
denuncia ante el pueblo como propenso a mermar la integridad
nacional; y cuenta que hasta ahora la acusación, en todos los casos,
parece haber sido infundada. El año de 1873 significa para los
dominicanos lo que significa en México el año de 1867: el momento en
que llega a su término el proceso de intelección de la idea nacional.

Nuestro período de independencia, por tanto, nuestro proceso moral,


se extiende para ml desde 1821 hasta 1873. En ese medio siglo, el
momento más heroico, el ápex, en 1844. Pero esa fecha debe
considerarse como central, no como inicial. La independencia de la
República como hecho, como origen creo que debe contarse desde
1821, aunque como realidad efectiva no exista hasta 1844 ni como
realidad moral hasta 1873. Es lógico: independencia, para los pueblos
de América, significa independencia con respecto a Europa, no con
relación a otros pueblos de la misma América, aunque estos hayan
sido de razas y tendencias tan contrarias a las del pueblo dominado
(como ocurrió en nuestro caso) que la dominación se haya hecho
sentir como tiranía. No soy yo, seguramente, el único dominicano, que
se ha visto en este conflicto: cuando algún hispano-americano nos
pregunta la fecha de nuestra independencia, respondemos
naturalmente 1844; pero como con frecuencia surge la pregunta de si
par a esa época todavía tuvo España luchas en América, necesitamos
explicar que de España nos habíamos separado desde 1821: con lo
cual declaramos al fin, tácitamente, que esa es la fecha de la
independencia dominicana. Y aunque fuera sólo por estética: es
mucho mejor olvidar que nos dominaron los haitianos.

No pretendo, ni mucho menos, afirmar que 1821 sea nuestra fecha


más gloriosa. No lo es: nuestra fecha simbólica debe ser siempre la
que el voto popular eligió, el 27 de Febrero: no por inicial, sino por ser
la que recuerda la obra más grave y hondamente pensada, la más
heroicamente realizada (tanto más cuanto que el mismo pueblo no la
comprendía, según lo que deja ver el propio Rufinito de Vd.) en la
cincuentena de años que he llamado 'nuestro período de
independencia: No porque Núñez de Cáceres haya aparecido como
incapaz de sostener su obra hemos de considerarla nula. Y aún sobre
el mérito real de Núñez de Cáceres habría algo que decir: la anexión a
la Gran Colombia no implicaba, mucho menos entonces, una traición,
aunque sí un error de geografía política, por desgracia no subsanable;
y en cuanto a su actitud frente a los haitianos, algo han dicho ya Don
Mariano A. Cestero y, si no me equivoco, el mismo Don José Gabriel
García, recordando frases importantes en su discurso en el acto de
entrega.

Esas razones de lógica histórica las propongo a vd. y le agradecería


que, de estimarlas justas, les prestara su ayuda con la autoridad que
su opinión ha sabido conquistar, en buena lid, en singular combate,
durante los últimos años''.

Henríquez Ureña pone sus énfasis principales en los dos procesos que
en sus respectivos momentos tuvieron como escenario común a
Hispanoamérica: en primer lugar, la lucha independentista contra el
decadente imperio colonial español en las primeras décadas del siglo
XIX, y en segundo lugar, la lucha frente al emergente imperialismo
norteamericano que se venía configurando a la sombra de la Doctrina
Monroe o del Destino Manifiesto, esbozada por el presidente de los
Estados Unidos, James Monroe, en el año 1823. Pero es más que
evidente de que la consumación de la Independencia de un país, no
es un acto simple, sino un complejo proceso que trae consigo
elementos inéditos que es necesario asociar al proceder particular de
cada pueblo. Este proceder distintivo es lo que ha hecho posible que
surja y se desarrolle una identidad propia en lo histórico y en lo
cultural, que en el caso de la República Dominicana se ha convenido
en denominar dominicanidad. Ésta ha tenido una expresión más clara
en las diferentes batallas y acciones políticas y militares desplegadas
por los/as patriotas dominicanos/as contra todos los enemigos criollos
y extranjeros que han actuado de forma mancomunada en el propósito
de despojar al pueblo dominicano de su más preciado tesoro: la
nacionalidad conquistada a sangre y fuego. Esta a su vez se ha ido
fraguando en un no menos complejo y tortuoso proceso de
afirmaciones, negaciones, contradicciones, luchas, acuerdos, prácticas
autoritarias, caudillistas y anarquizantes, así como en la sustentación
de propuestas libertarias, democráticas y participativas con tendencias
muy definidas hacia la asunción de una cultura de la alternancia en el
poder.
LA REPUBLICA DOMINICANA SOÑADA

La República Dominicana con que


soñó nuestro Padre Fundador
Juan Pablo Duarte, en la
actualidad dominada por una
pérdida total de valores ético-
morales, ciudadanos y patrióticos,
asume en el presente un conjunto
de características, que a rasgos
generales esbozaremos a
continuación:

1. La República Dominicana debe


asumir como su principio básico
la autodeterminación plena en todo los aspectos: territorial, político,
económico, social, ideológico y cultural, de manera que en el marco
del complejo contexto global en que nos desenvolvemos estemos en
capacidad de organizar al país conforme a nuestra propia idiosincrasia
como dominicanos, sin tener que depender de ninguna potencia
extranjera. En la actualidad esto pasa por la consumación de nuestra
independencia total frente a los Estados Unidos o cualquier otro tipo
de injerencia extranjera en los procesos de toma de decisiones del
Estado y de los diferentes gobiernos que de forma libre y democrática
decida darse el pueblo dominicano.

2. La República Dominicana debe ser popular en cuanto a su esencia


y fundamentos, lo que significa que el poder y los distintos
mecanismos de toma de decisiones del país deben contar con la
hegemonía y presencia mayoritaria del pueblo, entendido éste como la
diversidad de sectores y ciudadanos que conformamos la nación
dominicana y que con nuestro quehacer cotidiano producimos las
riquezas del país, definimos nuestra idiosincrasia y nuestra identidad.
Esos sectores son: los obreros, los campesinos, los pobladores de
barrios, comunidades y residenciales, las mujeres, los pequeños y
medianos productores agropecuarios y de la industria, los
comerciantes, los profesionales y técnicos en las diferentes áreas, así
como las diferentes etnias que conforman nuestra multicolor
nacionalidad.

3. La República Dominicana debe estar regida por una democracia


participativa, donde el poder político y los diferentes espacios de poder
económico, social y cultural estén centrado en la participación
democrática y plural de los sectores populares. De esa manera, el
ejercicio del poder a todos los niveles dejará de ser un patrimonio
exclusivo de una minoría para pasar a ser una práctica cotidiana y
efectiva de todos, donde los ciudadanos y las ciudadanas estén en
capacidad y en libertad de elegir y ser elegidos/as para las diferentes
funciones públicas; conserven el control soberano sobre sus elegidos,
pudiendo incluso revocarlos si no cumplen adecuadamente con su rol
y se constituyan en administradores y gobernantes locales en las
diferentes esferas de acción cotidiana. De igual manera, deben
establecerse órganos públicos de control, ante los cuales los
funcionarios estén en la obligación de rendir cuentas de su gestión
periódicamente; debe privilegiarse la decisión directa del pueblo en
asuntos fundamentales para el interés de la nación, a través de figuras
participativas como la Asamblea Nacional Constituyente electa por el
Voto Popular, el Plebiscito y el Referéndum, así como la autogestión
plena de la población, en lugar de la delegación y la representación, en
todas aquella funciones públicas que su naturaleza así lo permita y
requiera; en fin, debe crearse una cultura ampliamente democrática y
participativa, donde se prohíba la reelección en los cargos electivos y
el carácter permanente de las representaciones.

4. La República Dominicana debe estar basad a en un nuevo modelo


nacional de desarrollo integral, que supere el carácter excluyente del
que se aplica actualmente y rompa de forma definitiva con los lazos
de dependencia que nos atan a la economía norteamericana o a
cualquier otra economía poderosa del planeta. Es necesario definir
una vía propia y sustentable de desarrollo que involucra a todas las
fuerzas económicas y sociales de la nación para potenciar la
producción de aquellos bienes y s servicios que demanda tanto el país
como el mercado internacional. De igual forma, es urgente la
incorporación d nuevas tecnologías al aparato productivo de la nación,
al tiempo que se formen los recursos humanos necesarios para la
producción de alta tecnología, de manera que estemos en capacidad
de suplir la demanda nacional y exportemos tecnología a los países en
vía desarrollo que lo requieran; la integración de millones de
desemplea dos o subempleados al trabajo generador de riquezas;
fomentar la competencia sana en un marco legal que estimule la
creatividad, el desarrollo económico con redistribución equitativa de las
ganancias, la propiedad y la producción cooperativa y asociativa, la
democratización del crédito y el apoyo estatal efectivo a los pequeños
y medianos productores del campo y de la ciudad; el establecimiento
de salarios justos e indexados para trabajadores y empleados,
conforme al incremento de los precios de los diferentes artículos de
consumo; el desarrollo de la economía nacional en un marco
sustentable, donde el respeto, conservación y potenciación del medio
ambiente y los recursos naturales rurales y urbanos sean las metas
más preciadas de los/as ciudadanos/as y los sectores productivos, de
tal manera que logremos una armonía efectiva en la tríada ser
humano-naturaleza producción de riquezas. Todo lo anterior debe
responder a un nuevo esquema de redistribución de las riquezas
generadas, de tal manera que se garantice la equidad social plena y la
promoción de las condiciones sociales básicas de existencia del ser
humano, que son: trabajo, alimentación, salud, educación, seguridad
social, cultura y recreación sana.

6. La República Dominicana debe promover todos los valores ético-


morales, ciudadanos, patrióticos y culturales que contribuyan a
reafirmar nuestra identidad nacional popular, resaltando todos los
aportes realizados por el pueblo y sus diferentes líderes en el devenir
histórico social y cultural de nuestra nación, de manera que se
constituyen en una referencia positiva para las presentes y futuras
generaciones.

7. La República Dominicana debe garantizar la plena igualdad de


género y de etnia en todos los ámbitos de la vida social, económica,
política, científico-técnica, cultural e ideológica. En tal sentido,
desarrollará procesos de educación ciudadana que tiendan a crear una
conciencia clara sobre estos aspectos en toda la población, al tiempo
que se penalizaría todo trato vejatorio y/o discriminatorio, tomando en
cuenta la gravedad de los casos.
Esta opción alternativa debe ganar el apoyo mayoritario del pueblo,
para lo cual debe estar en convivencia permanente con él, levantar sus
demandas más sentidas, integrarle en espacios de participación
flexibles y acordes a sus intereses, participar en todas las coyunturas
del país (electorales y no electorales) sin agotarse en ninguna de ellas
y usar todos los métodos de lucha que permitan alcanzar sus
propósitos estratégicos en un ambiente de paz social y seguridad
ciudadana.
Conclusión
Duarte no es el joven aquel que en 1838 creó, conjuntamente con
otros hombres, la “Sociedad Secreta La Trinitaria”, fue también aquél
que todo lo dio, contar de lograr su objetivo sin desmayo en aras de
que haya y exista una nación a la que hay que respetar. Con sus
ideales y buenos deseos así como un accionar envidiable hizo posible
la creación e independencia de la República, buscando con ello forjar
la conciencia a sus conciudadanos compatriotas de que esta podía
ser una sociedad plenamente libre.
Opinión Personal
Al realizar este trabajo sobre este libro me he dado cuenta de muchos
hechos que han sucedido a lo largo de la historia en nuestro país de
los cuales no tenía el conocimiento.

De igual modo darle las gracias al autor de este magnífico libro por
poner a nuestra disposición un libro con contenidos tan valiosos para
todos los dominicanos.

También podría gustarte