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APOCALIPSIS
MENSAJE UNO
INTRODUCCION
Por la gracia del Señor, en el estudio-vida
llegamos al último libro de la Biblia, el libro de
Apocalipsis. El libro de Apocalipsis ha estado
cerrado debido a la sutileza del enemigo de
Dios, y pocos cristianos lo entienden. Son muy
pocos los que han visto allí algo de vida, de la
economía de Dios, y del testimonio de Jesús.
Por consiguiente, hemos sentido la
responsabilidad de parte del Señor de tener un
estudio-vida sobre este libro.
I. UN LIBRO DE CONCLUSION
El Apocalipsis es un libro de conclusión. Si el
Apocalipsis fuese quitado de la Biblia, quedaría un
gran vacío, tendríamos el principio sin el final. El
comienzo está en Génesis, pero sin el Apocalipsis
no habría conclusión ni consumación. Después de
tener un buen comienzo y de hacer muchas obras,
es necesario que Dios concluya Su obra. Sin el
Apocalipsis la economía de Dios quedaría
inconclusa. Dios es grande; El obra con un
propósito. Para poder cumplir Su plan, es necesario
que Su economía sea finalizada. Muchos de los que
estudian la Biblia han pasado por alto la economía
de Dios. Si no tuviéramos el Apocalipsis, no
podríamos ver la consumación de la economía de
Dios. De hecho, nos sería difícil entender lo que es
la economía de Dios, porque no veríamos el
resultado de Su economía. Pero en este libro, la
revelación de la economía de Dios está clara
porque contiene la conclusión de la economía de
Dios.
II. EL CONTENIDO
Ahora entramos en el contenido del Apocalipsis.
No piensen que el contenido de este libro se limita
a las ranas, los escorpiones, las langostas, los
cuernos, las serpientes y los caballos. No debemos
decir que el contenido es simplemente los siete
sellos, las siete trompetas y las siete copas. No, este
libro no trata principalmente de esas cosas. El
Apocalipsis es primeramente un libro acerca de
Cristo; en segundo lugar, es un libro acerca de la
iglesia, y en tercer lugar, un libro acerca de la
economía de Dios.
B. El testimonio de Jesús
es específico y consumado
Por un lado, este libro nos revela a Cristo, y
por otro, nos muestra el testimonio de Jesús,
el cual es específico y consumado, (1:2, 9;
12:17; 19:10; 20:4). El testimonio de Jesús es la
iglesia. El Apocalipsis presenta al Cristo
revelado y a la iglesia como Su testimonio. En
este libro tenemos un relato completo y
detallado de la iglesia. En ningún otro libro se
revelan las iglesias como en Apocalipsis. El
testimonio de Jesús consta de: los candeleros,
mencionados en el capítulo uno; la gran
multitud de redimidos, en el capítulo siete; la
mujer vestida del sol con el hijo varón, en el
capítulo doce; la cosecha y las primicias, en el
capítulo catorce; los vencedores de pie sobre el
mar de cristal, en el capítulo quince; la novia
preparada para las bodas, y los ejércitos
celestiales de Cristo, en el capítulo diecinueve;
y la Nueva Jerusalén en los capítulos veintiuno
y veintidós. El testimonio de Jesús es el
espíritu —la substancia, la disposición y la
característica— de la profecía (19:10). Cristo es
el Testigo (1:5), el testimonio, la expresión de
Dios, y la iglesia es el testimonio, la expresión
de Cristo. Como tal, la iglesia es la
reproducción del testimonio, la expresión de
Dios en Cristo. La revelación específica de la
iglesia en este libro es muy crucial, y todos
nosotros tenemos que verla.
C. La economía de Dio
es universal y eterna
El contenido del Apocalipsis también incluye
la economía de Dios. La economía de Dios es
Su administración universal y eterna. En el
libro de Apocalipsis vemos la administración
universal y eterna de Dios, la cual llevará a
cabo Su economía. Desde el punto de vista del
espacio, Su administración es universal, y en
cuanto al tiempo, es eterna.
A. El León-Cordero
El Cristo ascendido es el León-Cordero. (5:5-
6). En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista
declaró: “He aquí el Cordero de Dios” (Jn.
1:29). Pero en el escenario celestial después de
la ascensión de Cristo, El es revelado
principalmente como León, no como Cordero.
Mientras Juan lloraba porque “no se había
hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de
mirarlo” (5:4), uno de los ancianos le dijo: “No
llores. He aquí que el León de la tribu de Judá,
la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro
y sus siete sellos” (5:5). Es posible que antes de
la crucifixión, era razonable que Juan llorase.
Pero era insensato que se lamentara después
de la ascensión. ¿Esta usted hoy
lamentándose? Si todavía está llorando, esto
indica que no ha recibido la visión del Cristo
ascendido que aparece en el capítulo cinco de
Apocalipsis. Usted necesita ver el León de la
tribu de Judá. Génesis 49:8-9 se refiere a
Cristo como el León de Judá, y solamente en
Apocalipsis se nos dice que Cristo es el León de
la tribu de Judá. El León de la tribu de Judá, la
Raíz de David, ha vencido y es digno de abrir
los sellos de la economía de Dios. Después que
Juan oyó esta declaración de boca de uno de
los ancianos, vio “en medio del trono y de los
cuatro seres vivientes, y en medio de los
ancianos, un Cordero en pie, como recién
inmolado” (5:6). El vio al León como un
Cordero. ¿Es Cristo el León o el Cordero? Es
ambos. Por consiguiente, podemos llamarle el
León-Cordero.
B. El es digno
Nuestro Salvador es el Cordero, así como también
el León. Tenemos un Salvador que es un León-
Cordero. El es digno de abrir el libro. Aparte de El,
nadie en el universo es digno de abrir el secreto, el
misterio, de la economía de Dios. Pero el León-
Cordero es digno porque efectuó la redención y
ganó la victoria sobre Satanás. Cuando nosotros los
cristianos decimos que Cristo es digno, nuestro
pensamiento ha sido que El es digno de nuestra
alabanza, gratitud y adoración. Cuando decimos
“Señor Jesús, Tú eres digno”, pocos consideramos
que El fue digno de abrir los sellos del secreto de la
economía de Dios. Tenemos solamente el concepto
de que Cristo fue digno de recibir adoración,
alabanza, y acciones de gracias por nuestra parte,
Sus pequeñas criaturas. Este es un concepto pobre
de cuán digno es el Señor. Muchos himnos que
hablan de cuán digno es el Señor también expresan
este concepto inexacto de Su dignidad y la razón
por la cual es digno. No son muchos los himnos
que alaban a Cristo por ser digno de abrir el secreto
de la economía de Dios. Este aspecto de la
excelencia del Señor es universal e inmensurable.
Sin lugar a dudas, Cristo es digno de nuestras
alabanzas. El merece que le demos hasta nuestras
vidas. Sin embargo, debemos considerar que, según
Apocalipsis 5, la excelencia de Cristo se relaciona
con el hecho de que El es digno de abrir el secreto
de la economía de Dios. El universo es un misterio
que los científicos no han podido esclarecer. Ellos
simplemente no conocen el significado ni el
propósito del universo, porque es un secreto que se
ha mantenido oculto. Pero Cristo es digno de
revelar este secreto porque El es digno de abrir los
sellos de la economía de Dios.
II. CRISTO EN SU
ADMINISTRACION
Ahora veamos a Cristo en Su administración. Hay
una administración en el universo. El universo no
opera absurdamente, sino en conformidad con la
administración de Dios. A pesar de que no vemos
al Administrador, de todos modos, El lleva a cabo
Su administración divina. Todos los terremotos,
como el que hubo recientemente en el norte de
China, son ordenados por Su administración. Cristo
no es solamente el Salvador, el León y el Cordero,
sino también el Administrador del universo.
B. En los cielos
El Apocalipsis muestra claramente que, por un
lado, Cristo está en medio de las iglesias y que, por
otro, está en los cielos llevando a cabo la economía
de Dios. La prueba más evidente de esto se halla en
5:7, donde, refiriéndose al hecho de que Cristo
recibe el libro, dice: “Y vino, y tomó el libro de la
mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
El libro de la economía de Dios fue puesto en las
manos de Cristo; ahora tiene la economía de Dios y
la está llevando a cabo. No vemos esta revelación
en ningún otro libro del Nuevo Testamento.
Mientras Cristo está en los cielos realizando la
economía de Dios, la cual se relaciona
principalmente con el juicio de Dios sobre la tierra,
se encarga de cuidar al pueblo de Dios en la tierra
(7:1-3; 8:3-5). Esto se revela plenamente en los
capítulos siete y ocho. Dios tiene dos pueblos, los
hijos de Israel y los santos redimidos. No importa
cuán intenso sea el juicio de Cristo sobre la tierra
en conformidad con la administración de Dios, El
cuidará del Israel escogido y de la iglesia redimida.
Aleluya, todos estamos bajo el cuidado de Cristo en
Su administración. Creo firmemente que hoy Cristo
cuida a la nación de Israel. No importa lo que las
demás naciones hagan o digan, la nación de Israel
está bajo el cuidado de la administración universal
de Cristo. Los demás países pueden tratar de hacer
ciertas cosas, pero todo será en vano debido al
interés que tiene el Administrador universal en
Israel. Todos debemos adorar a Cristo como el
Administrador, como quien administra en el cielo
todas las cosas para realizar la economía de Dios.
B. Visiblemente en la nube
Al final de la gran tribulación, Cristo vendrá
visiblemente en la nube (1:7; 14:14). Entre los
cristianos hay dos conceptos de la segunda venida
de Cristo; algunos afirman que Cristo viene antes
de la tribulación, y otros alegan que esto ocurre
después de la tribulación. Muchos cristianos no han
visto los dos aspectos, o sea, el aspecto secreto y el
aspecto visible, y por eso han estado en desacuerdo
entre ellos. Tanto la venida que ocurre antes de la
tribulación como la que sucede después, tienen
base en las Escrituras. Pero la mayoría de los
cristianos, por su limitada visión, no ha tenido la
visión completa de la venida de Cristo.
Primeramente Cristo vendrá en secreto, y después
visiblemente. Vendrá secretamente para los santos
vencedores, y visiblemente para toda la tierra. Es
por esto que 1:7 dice: “He aquí que viene con las
nubes, y todo ojo le verá”. Cuando Cristo venga en
la nube toda la tierra le verá. Tenemos que ver
claramente que cuando Cristo venga, primeramente
lo hará en secreto, y después se manifestará
visiblemente.
ESTUDIO-VIDA DE
APOCALIPSIS
MENSAJE TRES
EL TESTIMONIO DE JESUS
ES ESPECIFICO Y CONSUMADO
El libro de Apocalipsis revela primeramente a
Cristo, y luego el testimonio de Jesús. En otras
palabras, este libro trata de Cristo y la iglesia.
En Apocalipsis Cristo y la iglesia se revelan de
una forma única y específica. En el mensaje
anterior dijimos que en Apocalipsis se revelan
muchos aspectos de Cristo que no se
encuentran en los demás libros de la Biblia. Lo
mismo sucede con la iglesia. El Apocalipsis
presenta la iglesia de una manera muy
específica. En este mensaje presentaremos una
síntesis de los aspectos de la iglesia hallados en
Apocalipsis, y en los siguientes mensajes
abarcaremos los detalles.
I. LOS CANDELEROS
En primer lugar, en Apocalipsis las iglesias son
reveladas como candeleros (1:11-20). En
ningún otro libro del Nuevo Testamento se usa
este término con respecto a la iglesia. En otros
libros se nos dice que la iglesia es la asamblea
de los escogidos de Dios, el cuerpo de Cristo y
también la casa de Dios. Con excepción de
Apocalipsis, no se nos dice que la iglesia es un
candelero. Como candeleros, las iglesias
brillan en la obscuridad. La palabra candelero
nos permite entender mucho sobre la iglesia y
su función. La iglesia no es la lámpara, sino el
candelero, lo que sostiene la lámpara. Sin la
lámpara, el candelero es vano y no tiene
utilidad. El candelero sostiene la lámpara que
resplandece. Como vimos en el mensaje
anterior, Dios es la luz, y el Cordero es la
lámpara (21:23). Por consiguiente, Cristo es la
lámpara, y la iglesia es el candelero que
sostiene la lámpara. Dios está en Cristo, y
Cristo, la lámpara, es sostenido por el
candelero, de modo que emana la gloria de
Dios. Este es el testimonio de la iglesia.
C. Son idénticos
Todos los candeleros son idénticos entre sí.
Muchos cristianos, basándose en un concepto
erróneo, desean ser diferentes de los demás
cristianos. Cuando llegué a este país hace
catorce años, conocí a algunos amados
cristianos que estaban preocupados porque
todas las iglesias locales eran iguales. Dijeron
que harían lo posible por ser diferentes de los
demás. Esto no es correcto. Todas las personas
tienen una cabeza, dos hombros, dos brazos,
dos manos y cinco dedos en cada mano, y
todas las cabezas humanas tienen siete
orificios: dos oídos, dos ojos, dos fosas nasales
y una boca. Es absurdo decir: “No quiero
parecerme a los demás. Para ser diferente,
quisiera tener sólo cinco orificios en mi
cabeza”. ¡Qué absurdo sería esto! Aquellos que
proclaman que cada iglesia local debe ser
única basan sus conceptos en las diferencias de
las Algunos han dicho: “Note que las siete
iglesias son diferentes”. En mis primeros años,
cuando aún era muy joven, fui afectado por
este concepto y enseñaba lo mismo. Pero un
día fui iluminado y vi que todas las diferencias
de las iglesias locales de Apocalipsis dos y tres
eran negativas, y no positivas. Efeso perdió su
primer amor, lo cual es algo negativo; Pérgamo
era una iglesia mundana, lo cual es negativo;
Tiatira era demoníaca, que también es algo
negativo; y Laodicea estaba en tibieza e
indiferencia, lo cual es negativo. Sin embargo,
todas las iglesias locales eran idénticas en lo
positivo, pues vemos que todas ellas son
candeleros de oro. Si pusieran los siete
candeleros sobre una mesa delante de usted,
no podría diferenciarlos, a menos que los
numerara. Los siete candeleros son iguales.
B. El hijo varón
Como vimos, el hijo varón es la parte fuerte del
pueblo de Dios. En el pueblo de Dios, incluso
entre nosotros hoy en el recobro del Señor, hay
una parte fuerte. Esta parte será arrebatada al
trono de Dios antes de la gran tribulación. En
otras palabras, la mujer será dejada en la tierra
y pasará por la tribulación, pero la parte fuerte,
el hijo varón, será arrebatada al trono de Dios
antes de la tribulación. ¿Por qué será
arrebatado el hijo varón antes de la
tribulación? Porque Dios necesita al hijo varón
para que pelee contra Satanás y lo arroje del
cielo. Aunque Dios tiene muchos ángeles que
pelearán, la victoria final sobre el enemigo no
la ganarán los ángeles sino el hijo varón. Dios
necesita al hijo varón. El avergonzará al
enemigo y lo derrotará usando al mismo
hombre que Satanás corrompió. Es como si
Dios dijera: “Satanás, corrompiste al hombre
que Yo creé. Pero de ese hombre corrupto, he
obtenido un hijo varón para que te derrote. El
no te derrotará principalmente en la tierra sino
en el cielo”. El hijo varón, al ascender hasta el
trono, peleará contra Satanás, y lo arrojará del
cielo a la tierra. Esto es parte del testimonio de
Jesús. Aunque Jesús derrotó a Satanás en la
cruz, es menester que la iglesia ejecute esa
victoria sobre el enemigo. Solamente la parte
fuerte del Cuerpo, el hijo varón, ejecutará la
victoria de Cristo sobre Satanás, pues muchos
miembros del Cuerpo fracasaron en esto. El
hijo varón será arrebatado a los cielos para
cumplir este cometido.
A. Las primicias
La parte de la cosecha que madura primero es
llamada las primicias. Las primicias serán
arrebatadas a Sión en los cielos antes de la
tribulación. Según lo indica 14:4, las primicias
son los que “siguen al Cordero por
dondequiera que va”. Las primicias son
arrebatadas a la casa de Dios en Sión como
ofrenda fresca para el deleite de Dios. Esto trae
satisfacción a Dios. De acuerdo con el tipo del
Antiguo Testamento, las primicias de la
cosecha madura no eran llevadas al granero,
sino al templo de Dios (Ex. 23:19). Esto indica
que los primeros vencedores serán llevados a
la casa de Dios en el cielo para el deleite de El.
No somos arrebatados principalmente para
nuestro deleite, sino para el deleite de Dios. El
objetivo del arrebatamiento es derrotar al
enemigo y satisfacer a Dios. Nosotros no
debemos ser solamente los candeleros de hoy,
sino también el hijo varón que guerrea contra
el enemigo de Dios, y además las primicias que
satisfacen el deseo de Dios.
B. La cosecha
Después de las primicias, mencionadas en el
capítulo catorce, tenemos la cosecha. El
versículo 15 dice: “Y del templo salió otro
ángel, clamando a gran voz al que estaba
sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega;
porque la hora de segar ha llegado, pues la
mies de la tierra está madura”. La cosecha será
recogida casi al final de la gran tribulación.
Esta será arrebatada a los aires, donde Cristo
estará en la nube. ¿Por qué será dejada la
cosecha en la gran tribulación? Porque los
campos verdes, que no han madurado,
necesitan un sol fuerte para madurar. En un
sentido, la gran tribulación será el sol intenso
que madurará a todos los santos que no lo
estén en ese entonces. Dicho en palabras
sencillas: si hoy usted no renuncia al mundo ni
vive para Cristo, El lo dejará en la tierra y
permitirá que pase por la gran tribulación. En
ese tiempo, usted sin duda renunciará al
mundo y entenderá que la mejor manera de
vivir es vivir para Cristo. Todos los hijos de
Dios tienen que hacer esto; de no hacerlo,
nunca madurarán. Si no creen lo que les digo
esperen y verán. Es probable que usted piense
que el mundo es demasiado agradable para
renunciar a él. Si es así, tal vez el Señor diga:
“Como amas tanto al mundo, te dejaré con él,
para que compruebes si en verdad el mundo es
agradable”. Entonces el Señor sacudirá el
mundo, y a la postre, usted dirá: “Señor, me
arrepiento”. Sin embargo, para ese entonces
tal vez sea demasiado tarde. No espere hasta
que llegue la gran tribulación para
arrepentirse. ¡Arrepiéntase ahora! Tarde o
temprano todos los cristianos genuinos deben
arrepentirse. Tengo la plena seguridad de que
al final cada uno de los salvos sabrá que el
mundo no es placentero sino venenoso.
Cuanto más ama usted al mundo, más es
envenenado por él. El mundo es enemigo de
Dios, y todos nosotros debemos despreciarlo.
Tarde o temprano el Señor nos mostrará
conocer cuánto aborrece El a este mundo.
Vendrá el día cuando todos nosotros
estaremos maduros. No diga: “No me
preocupa si estoy maduro. En tanto que sea
salvo, todo va a estar bien”. Es probable que
usted pueda argüir conmigo con vehemencia,
pero un día comprenderá que necesita
madurar. Le aconsejo que no espere la siega de
la cosecha. Por la gracia de Dios, avance y sea
parte de las primicias.
VI. LA NOVIA
En Apocalipsis 19:7-9 vemos la iglesia como la
novia. Efesios 5 revela que la iglesia es la novia
de Cristo, mas no revela la novia de un manera
tan profunda. Pero en Apocalipsis 19 vemos
cuán profunda es la revelación de la iglesia
como la novia. En este pasaje vemos que la
novia vestirá un atavío de justicia pura y
resplandeciente, pues será llamada a la fiesta
de bodas del Cordero (vs. 7-9). Este es un
aspecto muy profundo. Con relación al
enemigo de Dios, debemos ser el hijo varón; en
cuanto a la satisfacción de Dios, debemos ser
las primicias; y con relación a Cristo debemos
ser la novia. Cuando estamos ansiosos por ser
la novia, Cristo recibe satisfacción. No
solamente El será satisfecho, sino que también
nosotros nos alegraremos. Apocalipsis 19:7
dice: “Gocémonos y alegrémonos y demos
gloria”. En principio, una novia es la persona
más agradable y feliz. Hoy como iglesia, como
complemento de Cristo, sufrimos y somos
quebrantados. Pero llegará el día cuando no
habrá más persecución ni sufrimiento. Nunca
he visto una novia que sufra el día de su boda.
Tenemos que ser la novia. Cuando seamos la
novia, todas las dificultades terminarán.
VII. EL EJERCITO
La iglesia también es el ejército (19:14-19;
17:14). La parte de la iglesia que será el hijo
varón y que peleará contra el enemigo en los
cielos, también será el ejército que guerreará
junto a Cristo contra Satanás en la tierra.
Después de completarse todos los
arrebatamientos y de que los creyentes hayan
sido juzgados ante el tribunal de Cristo, todos
los vencedores regresarán a la tierra como
ejército de Cristo y con El para pelear en
contra del anticristo y su ejército. Ambos
tendrán un ejército. Aunque un ejército es
celestial y el otro terrenal, ambos pelearán en
la tierra. En otras palabras, el anticristo
peleará contra Cristo y Su ejército, y Cristo y
Su ejército responderán peleando contra el
anticristo. El falso Cristo tendrá el
atrevimiento de pelear contra el verdadero
Cristo, y éste guerreará contra aquél. En 17:14
vemos que el ejército celestial estará
compuesto de todos los vencedores, los que
han sido llamados y escogidos. Al final de esta
guerra, Cristo derrotará al anticristo.
I. EL DIOS TODOPODEROSO
El libro de Apocalipsis nos dice que Dios es el Dios
Todopoderoso (1:8; 19:6, 15). En el lenguaje
hebreo, el título “Dios” significa poderoso, aquel
que es potente. Pero en Apocalipsis vemos que
Dios no es solamente poderoso, sino también
Todopoderoso. El es Poderoso en todos los
aspectos y formas, en todas y cada una de las cosas.
El título “Dios” significa que El es el
Todopoderoso.
A. El Señor
El Dios Todopoderoso es el Señor. Ser el Señor
significa que El es el amo del universo. Podemos
decir que El es el dueño de todo el universo. El es
el Soberano, la autoridad, del universo. Lo que
nosotros u otros digamos no significa nada. Pero lo
que Dios diga tiene todo el peso, porque El es el
Señor. Cuando El dice “Sí”, significa sí, y cuando
dice “No”, significa no. Dios no es solamente el
Señor, el dueño y la autoridad, sino también el
Amo. Todo el universo, incluyendo a los ángeles y
los seres humanos, está bajo Su autoridad. Le
pertenecemos a nuestro Amo. Antes de ser salvo,
yo no sabía a quién pertenecía. Ahora puedo
exclamar: “Dios es mi Amo y mi Dueño. ¡Aleluya
El es mí Señor!”
B. El Alfa y la Omega
Apocalipsis 1:8 dice que el Señor es el Alfa y la
Omega. El Dios eterno y todopoderoso es el Alfa,
el principio de los orígenes, y la Omega, la
culminación y el cumplimiento de Su propósito
eterno. En el libro de Génesis Él fue el Alfa; y
ahora en Apocalipsis Él es la Omega. Cualquier
cosa que El inicie, la completa. En Su gobierno, El
continúa la operación que comenzó en la eternidad
y la culminará en su totalidad (21:6).
II. EL PADRE
Primeramente, el Dios Todopoderoso es el
Padre. El Padre no es otro que Dios mismo. El
hecho de que sea el Padre significa que El es el
origen. El Padre también es el Señor, y como lo
explica 1:4, El es el que es, el que era, y el que
ha de venir.
III. EL ESPIRITU
En Apocalipsis, la secuencia del Dios Triuno es
diferente a la de Mateo 28:19, donde dice que
el Dios Triuno es el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. En Apocalipsis 1:4-5 la secuencia es
otra. Los siete Espíritus de Dios se mencionan
en segundo lugar y no en el tercero. Esto revela
la importancia de la función siete veces
intensificada del Espíritu de Dios. Este punto
es confirmado por el marcado énfasis que se
hace en el hablar del Espíritu en Apocalipsis
2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22; 14:13; 22:17. Al
comienzo de las epístolas, sólo se menciona al
Padre y al Hijo, quienes dan gracia y paz. Pero
aquí el Espíritu es incluido, al hablar de
impartir gracia y paz a las iglesias. Esto
también muestra la vital importancia del
Espíritu en el mover de Dios, para impedir la
degradación de la iglesia.
IV. EL HIJO
Después de estudiar reiteradamente el libro de
Apocalipsis, he descubierto que éste contiene
veintiséis aspectos de lo que es el Hijo. Podemos
decir que Cristo abarca todas las letras del
abecedario, desde la A hasta la Z. Con El podemos
formar cualquiera palabra. ¿Quiere usted formar la
palabra luz? El es l, u y z. ¿Quiere escribir la
palabra amor? El es a, m, o y r. Con Cristo
podemos escribir cualquiera cosa positiva. Después
de tener las palabras, tenemos las oraciones, los
párrafos y los capítulos; una vez que tenemos los
capítulos, tenemos la Biblia completa. La Biblia en
su totalidad se compone de Cristo. Consideremos
ahora brevemente cada uno de los veintiséis
aspectos de Cristo que hallamos en Apocalipsis.
A. Jesucristo
El Hijo es Jesucristo. Jesús es Jehová el Salvador, y
Cristo es el ungido de Dios que lleva a cabo la
economía de Dios.
B. El Testigo fiel
El Hijo es el Testigo fiel (1:5; 3:14). El es el
Testigo de Dios. Aunque El es Dios, es también el
Testigo de Dios. Sin El, no podemos conocer ni ver
ni ganar a Dios. El da testimonio de Dios.
E. El Hijo de Dios
El Hijo es el Hijo de Dios (2:18). Como Hijo de
Dios, El es Dios mismo. El es el Dios verdadero
con divinidad.
J. El que vive
El Hijo, el todo-inclusivo, es el que vive (1:18).
El murió, y resucitó y ahora vive para siempre.
K. El Santo
Aquel que vive es el Santo (3:7) y el que tiene
la naturaleza de Dios que santifica.
L. El Verdadero
Cristo también es el Verdadero (3:7), el que es
auténtico y genuino en todos los aspectos.
M. El Fiel
En 19:11 vemos que Cristo es el Fiel, el que es
digno de nuestra confianza.
N. El Amén
El Hijo también es el Amén (3:14). El título
“Amén” tiene varios significados: realidad, sí,
así sea. Esto indica más de lo que podemos
decir. Hace trece años, me invitaron a una
reunión en Tyler, Texas. Durante la reunión
estaba un poco cauteloso, y no me atrevía a
decir “Amén” con mucho estrépito. Al final de
algunas de las oraciones, en voz baja dije:
“Amén”. En unos minutos alguien se me
acercó y me dijo: “Hermano Lee,
probablemente usted no conoce las
costumbres de este país. En este tipo de
servicio, tenemos que estar callados”. En lo
profundo de mi corazón dije: “El lugar más
callado es el cementerio. Ustedes
probablemente están tratando de convertir la
reunión de su iglesia en un cementerio”. ¿Qué
hay de malo con que nosotros digamos:
“Amén”? Es equivalente a invocar el nombre
del Señor. Cuando decimos “Amén”, es como si
dijéramos “Oh Señor Jesús”. Aprendamos
todos a decir “¡Amén!”
W. La estrella de la mañana
En 22:16 vemos que el Hijo de Dios es la
estrella resplandeciente de la mañana. En
Malaquías 4:2, El se revela como el sol, pero
aquí se revela como la estrella de la mañana. El
como el sol se relaciona principalmente con la
gente de la tierra, pero como la estrella de la
mañana está relacionado con los creyentes que
vigilan y que lo esperan. A los que esperan y
anhelan la venida del Señor, El les aparecerá
como la estrella de la mañana. Aunque deseo
verlo como el sol, ahora lo espero como la
estrella de la mañana. A todos los que amamos
al Señor como la estrella de la mañana, El se
nos aparecerá de esta manera.
X. La lámpara
En 21:23 Cristo se revela como la lámpara que
contiene a Dios como la luz. La luz es la
esencia de la lámpara, y la lámpara irradia la
luz. Dios es la esencia de Cristo, y Cristo
irradia a Dios.
Y. El Esposo
En 21:2 vemos que la Nueva Jerusalén es la
esposa de Cristo. Esto implica que Cristo es el
Esposo, quien toma por esposa a los redimidos
de Dios.
Z. El otro Angel
Finalmente, Cristo es el otro Angel (7:2; 8:3;
10:1; 18:1) enviado por Dios para llevar a cabo
la comisión de Dios. En el Antiguo Testamento
Cristo apareció muchas veces como el ángel del
Señor (Ex. 3:2-6; Jue. 6:11-24; Zac. 1:11-12;
2:8-11; 3:1-7), que venía para cuidar al pueblo
de Dios con el fin de cumplir el plan de Dios.
En este libro El también es el Angel que Dios
envía para llevar a efecto Su propósito.
I. EL ASPECTO SECRETO
A. El viene como ladrón
En Mateo y Apocalipsis vemos el aspecto
secreto de la segunda venida de Cristo.
Apocalipsis 3:3 y 16:15 nos dicen que Cristo
vendrá como ladrón, y que debemos velar. El
ladrón no viene públicamente anunciando su
venida. Como dijimos en otro mensaje, cuando
el Señor venga como ladrón, vendrá a robar los
objetos preciosos. En Mateo 24:40-41, el Señor
habló de Su venida secreta, diciendo:
“Entonces estarán dos en el campo; el uno será
tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres
estarán moliendo en el molino; la una será
tomada, y la otra será dejada”. El Señor Jesús
fue muy sabio al usar el ejemplo de dos
hermanos que están en el campo y de dos
hermanas que están moliendo en el molino.
Aparentemente no hay diferencia alguna entre
los dos hermanos ni entre las dos hermanas.
Pero repentinamente uno de los hermanos es
tomado, e igualmente, una de las hermanas es
tomada. Después de dar este ejemplo, el Señor
dijo: “Velad, pues, porque no sabéis en qué día
viene vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el
dueño de casa supiese en qué vigilia el ladrón
habría de venir, velaría, y no permitiría que
penetrasen en su casa. Por tanto, también
vosotros estad preparados; porque el Hijo del
Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (vs.
42-44). Mientras estemos trabajando, sin estar
conscientes de que Cristo va a venir, algunos
de nosotros vamos a ser arrebatados. El viene
como un ladrón y, por eso, tenemos que velar.
ESTUDIO-VIDA DEL
APOCALIPSIS
MENSAJE SEIS
COPARTICIPES EN LA
TRIBULACION,
EN EL REINO Y EN LA
PERSEVERANCIA EN JESUS
En este mensaje necesitamos considerar 1:9
donde dice: “Yo Juan, vuestro hermano, y
copartícipe vuestro en la tribulación, en el
reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en
la isla llamada Patmos, por causa de la palabra
de Dios y el testimonio de Jesús”. El libro de
Apocalipsis está escrito en una forma
maravillosa. Es muy significativo que este
versículo figure después de mencionarse la
venida del Señor en 1:7. Esto indica que si
deseamos ser los que velan y esperan la
segunda venida del Señor, tenemos que ser
copartícipes en la tribulación, en reino y en la
perseverancia en Jesús, y no en las
bendiciones externas.
I. COPARTICIPES EN LA
TRIBULACION EN JESUS
La frase “en Jesús” gobierna las palabras
tribulación, reino y perseverancia, y debemos
prestar atención especial a esto. Esta expresión
ocurre muy raras veces en el Nuevo
Testamento, mientras que “en Cristo” o “en
Cristo Jesús”, se usa muchas veces. En el
Nuevo Testamento, la verdad está
principalmente en Cristo, pero aquí se emplea
la expresión “en Jesús”. Esto nos dice que si
estamos esperando al Señor en Su venida,
tenemos que ser copartícipes en la tribulación,
el reino y la perseverancia “en Jesús”. Cuando
hablamos de la salvación, la gracia, el disfrute
y las demás cosas buenas, decimos que
estamos “en Cristo”, puesto que esta expresión
se refiere a todo lo que está en el lado positivo
de la salvación. Pero decir que somos
copartícipes en la tribulación, el reino y la
perseverancia en Jesús, significa que estamos
sufriendo. Cuando Jesús vivió en la tierra
como hombre, El sufrió constantemente.
Según los hechos de la vida de Jesús, Su
nombre denota un hombre sufrido, un varón
de dolores, experimentado en aflicción (Is.
53:3). Por consiguiente, cuando decimos que
estamos en Cristo, esto significa que somos
salvos, disfrutamos la gracia de Dios, tenemos
paz con Dios y estamos bajo Su bendición.
Pero cuando decimos que somos copartícipes
en la tribulación, el reino y la perseverancia
“en Jesús”, significa que estamos sufriendo y
siendo perseguidos por seguir a Jesús de
Nazaret. En el libro de Apocalipsis, no se usa la
expresión “en Cristo”. Por el contrario, en
Efesios “en Cristo” o “en El” se usa
reiteradamente, y se halla en todos los
capítulos de esa epístola. El libro de
Apocalipsis está dirigido a aquellos que
experimentan la tribulación “en Jesús”. Esto
significa que los que están esperando la venida
del Señor Jesús tienen que ser personas que
sufren tribulación “en Jesús”. En otras
palabras, los que están esperando la venida del
Señor son los que sufren. A los ojos de Dios,
nosotros somos los seguidores de Cristo, pero
ante la gente, especialmente ante los
religiosos, somos los seguidores de Jesús.
A. Jesús sufrió persecución
cuando estuvo en la tierra
Mientras Jesús estuvo en la tierra, fue
perseguido por la religión judía (Jn. 5:16;
15:20). El no fue perseguido por ninguna
religión pagana, sino por la religión típica,
establecida según los oráculos de Dios. La
religión es utilizada muchísimo por el enemigo
de Dios. La religión es contraria a Cristo, y
Cristo es contrario a la religión. Juan 5:16
revela que los judíos perseguían a Jesús
porque El no guardaba el día de reposo. Los
religiosos no toleran el hecho de que se
quebranten sus preceptos. Cualquier violación
de sus preceptos religiosos traerá como
consecuencia persecución contra los
transgresores. La religión judía fue establecida
sobre tres columnas, una de las cuales era el
sábado, el día de reposo; las otras dos eran la
circuncisión y las regulaciones dietéticas.
Cuando Cristo quebrantó el día de reposo,
derribó una de las tres columnas de la religión
judía. Por consiguiente, los judíos lo
persiguieron, y procuraron matarlo. A la
postre, los religiosos tuvieron éxito y mataron
al Señor Jesús, al sentenciarlo a muerte según
sus propias Escrituras. Sin embargo, por la
soberanía de Dios, los judíos de aquel tiempo
no tenían derecho a ejecutar dicha sentencia.
Por lo tanto, entregaron a Jesús al gobierno
romano, el cual, usando sus métodos para
ejecutar criminales, crucificó al Señor Jesús.
De la manera que la religión persiguió a Jesús,
también perseguirá a los seguidores de Jesús.
Vemos en el libro de Hechos que los judíos
desde las sinagogas de cada ciudad incitaban la
oposición contra los apóstoles, y Pablo sufrió
mucho este tipo de persecución. Juan, el
escritor de Apocalipsis, también sufrió dicha
persecución. Cuando Juan recibió la revelación
de este libro, estaba exiliado en la isla de
Patmos, “por causa de la palabra de Dios y el
testimonio de Jesús”. Al escribir este libro,
alentaba a los santos a que esperaran la venida
del Señor, diciéndoles que él, Juan, era su
hermano y copartícipe de ellos en el
sufrimiento y aflicción en Jesús, no en la
gracia, la vida ni la luz.
III. COPARTICIPES EN LA
PERSEVERANCIA EN JESUS
En Apocalipsis 1:9 Juan también dice que él
fue copartícipe en la perseverancia en Jesús.
Tanto en la tribulación como en el reino
necesitamos perseverar. Muchos santos que
están en el recobro del Señor carecen de
perseverancia. Algunos han sufrido
persecución de sus parientes, sus amigos y sus
vecinos, pero con el tiempo se les agota la
provisión de perseverancia. Aunque pudieron
resistir la persecución por cierto tiempo, les
faltó perseverancia para sobrellevarla más
tiempo. Cuando el Señor Jesús estuvo en la
tierra, sufrió persecución (He. 12:2-3), y sigue
sufriendo hoy la oposición y el vituperio de los
hombres. Considere cómo todavía hoy, la
gente se opone y se burla del Señor Jesús. Por
un lado, El está sentado en los cielos; y por
otro, sigue sufriendo burla, oposición y
persecución. Tal vez muchos de nosotros
esperamos que el Señor les diga a los que se
burlan de El: “Arrepiéntase o mandaré un
terremoto para destruirlos”. El Señor Jesús ha
sufrido burla por casi veinte siglos, pero El no
se venga, sino que sigue sufriendo
continuamente esos ataques. Es posible que
algunos digan: “Jesús te aborrezco”, pero El no
responde. Esta es la perseverancia de Jesús.
A. En cuanto a Dios
Consideremos ahora detalladamente la
progresión de la revelación divina en las
Escrituras. Primeramente Dios mismo se
revela a nosotros (Gn. 1:1). En Génesis 1:26
Dios se revela como Elohim, una palabra
hebrea que significa el Todopoderoso. Después
de esto, en Génesis 2:7, Dios se nos revela
como Jehová, que significa “Yo soy el que soy”.
Dios es el gran Yo soy, el Eterno, la realidad de
todas las cosas positivas. El nombre Jehová
denota la relación de Dios con el hombre. En
cuanto a la creación, Dios se revela
como Elohim; en cuanto a Su relación con el
hombre, se revela como Jehová. El nombre de
Jehová se usa en el Antiguo Testamento en
lugar de Jesús, y el nombre de Jesús se usa en
el Nuevo Testamento en lugar de Jehová. En
otras palabras, en el Antiguo Testamento Jesús
es llamado Jehová, y en el Nuevo Testamento
Jehová es llamado Jesús. El Antiguo
Testamento completo, que consta de treinta y
nueve libros, es primordialmente una
revelación de los dos títulos
divinos: Elohim y Jehová.
B. En cuanto a Cristo
El segundo paso en la secuencia de la
revelación divina, es la revelación tocante a
Cristo (Mt. 1:1). En cierto momento, Dios se
encarnó, se hizo el hombre Jesucristo. Después
del Antiguo Testamento, tenemos los cuatro
evangelios, los cuales revelan la persona
maravillosa llamada Jesucristo. El nombre
Jesús, principalmente significa Salvador (Mt.
1:21), y el título “Cristo” principalmente
significa ungido (Mt. 16:16). Jesús no sólo es
nuestro Salvador, sino también el ungido de
Dios o, usando un término contemporáneo, el
Designado de Dios. Dios lo designó para que
cumpliera Su economía eterna. El no es
solamente el Jesús que nos salva, sino también
el Cristo que lleva a cabo el plan eterno de
Dios.
Cristo necesita la iglesia para poder ejecutar el
plan eterno de Dios, y para producir la iglesia
necesita dos cosas: efectuar redención e
impartir vida. Después de redimir al hombre
creado y caído, Cristo tiene que impartir vida a
los redimidos. Esta es la razón por la cual se
necesita el Espíritu de vida, el Espíritu
vivificante. Por consiguiente, después de los
cuatro evangelios, tenemos la redención y la
impartición de vida en el libro de Hechos y en
las epístolas. En dichos libros, se menciona
frecuentemente la sangre de Cristo. Además de
la sangre tenemos el Espíritu. La sangre trae
redención, y el Espíritu imparte la vida.
Después de ser redimidos y regenerados,
llegamos a ser miembros vivos del Cuerpo de
Cristo, la iglesia. El Cuerpo, la iglesia, es el
medio por el cual Cristo realiza la economía
eterna de Dios. En la economía de Dios, la
iglesia es muy crucial. Sin la iglesia, Cristo no
puede cumplir nada. El necesita la iglesia para
poder llevar a cabo el plan eterno de Dios.
C. En cuanto al Espíritu
Dios se revela como Elohim y como Jehová, y
Cristo se revela como Jesús y como Cristo. Sin
embargo, la revelación en cuanto al Espíritu,
no es simple (Mt. 28:19); al contrario, es un
misterio. Pocos cristianos discuten en cuanto a
la revelación de Dios y de Cristo. Pero cuando
llegamos al asunto del Espíritu, hay mucho
debate debido a que la revelación del Espíritu
es un misterio. El Espíritu es misterioso
porque está relacionado con la vida. La
revelación del Espíritu se compone de muchos
aspectos: el Espíritu de verdad o realidad, (Jn.
14:16-17), el Espíritu de vida (Ro. 8:2), el
Espíritu de poder (Lc. 24:49), el Espíritu de
Dios (Ro. 8:9), el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9),
el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7), el Espíritu de
Jesucristo (Fil. 1:19), el Espíritu Santo (Hch.
5:32) y los siete Espíritus (Ap. 1:4; 4:5; 5:6).
1. La iglesia universal
La iglesia como Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:12-
13) es universalmente una (Ef. 1:22-23; 4:4-6).
Cristo como la única Cabeza tiene un solo
Cuerpo, el cual está constituido de todos los
creyentes genuinos.
II. LA PROGRESION DE LA
MANIFESTACION DE DIOS
Dios está corporificado en Cristo y es
expresado en El (Jn. 1:1, 14; 1 Ti. 3:16; Col.
2:9), y Cristo es real para nosotros y le
experimentamos como el Espíritu (Jn. 14:16-
17; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17; Ro. 8:10; Fil. 1:19).
El Espíritu es el constituyente esencial de la
iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, Su
plenitud (Ef. 1:22-23; 1 Co. 12:12). Ahora el
Cuerpo de Cristo es expresado en las iglesias
locales, las cuales son las expresiones de la
iglesia universal (1:11-12). Las iglesias locales
son la expresión del Cuerpo, el Cuerpo es la
realidad de Cristo como el Espíritu vivificante,
y Cristo es la corporificación de Dios. Por
consiguiente, en las iglesias locales tenemos a
Dios, a Cristo, al Espíritu y a la iglesia. Es por
esto que las iglesias locales son tan ricas.
¿Dónde puede uno encontrar a Dios y Su
propósito? En las iglesias locales. ¿Dónde
puede ganar a Cristo con todas Sus riquezas?
En las iglesias locales. ¿Dónde puede
participar del Espíritu vivificante
intensificado? En las iglesias locales. ¿Dónde
puede ser parte del Cuerpo en la práctica? En
las iglesias locales. ¡Las iglesias locales son
muy importantes para nosotros! ¡Aleluya,
Amén! Ya no somos vagabundos; ¡estamos en
las iglesias locales! Hemos llegado a nuestro
destino, a nuestro hogar. Estamos en nuestro
hogar eterno. Aquí en las iglesias tenemos a
Dios con Su propósito, a Cristo con Sus
riquezas, al Espíritu vivificante intensificado, y
la vida apropiada de iglesia. Aquí la Biblia no
sólo es comprensible sino también real.
¡Aleluya por las iglesias locales! Realmente
tenemos algo por lo cual podemos estar
animados.
I. EL CANDELERO EN LA
EDIFICACION
DEL TABERNACULO (EL TEMPLO)
Vimos que el candelero es necesario para el
edificio de Dios. El candelero de Exodo 25 tiene
como fin la edificación del tabernáculo; el fin del
candelero de Zacarías 4 era la restauración del
edificio de Dios, y los candeleros de Apocalipsis 1
tienen como fin la edificación de la iglesia. Esto
indica que el objetivo del Dios Triuno es obtener
Su edificio. Aunque los cristianos hablan mucho
sobre la Trinidad, muy pocos han visto que el fin
del Dios Triuno es Su edificio. El candelero
mencionado en Exodo 25 tipifica a Cristo como la
expresión de Dios, quien brilla en las siete
lámparas, los siete Espíritus de Dios.
D. La iglesia es la corporificación de
Cristo
y la reproducción del Espíritu
La iglesia es la corporificación de Cristo y la
reproducción del Espíritu. El Espíritu es la
realidad de Cristo (Jn. 14:17-20; 16:13-15), y la
iglesia es la reproducción del Espíritu (Ap.
22:17a). La iglesia, junto con el Espíritu, es la
corporificación de Cristo, el testimonio de
Jesús (Ap. 1:2, 9; 19:10). Por lo tanto, cuanto
más Espíritu haya, más iglesia y más
testimonio de Jesús tendremos.
ESTUDIO-VIDA DE
APOCALIPSIS
MENSAJE NUEVE
EL HIJO DEL HOMBRE EN MEDIO
DE LAS IGLESIAS
En el capítulo uno de Apocalipsis hay ocho
puntos cruciales: la revelación de Cristo, el
testimonio de Jesús, el Dios Triuno, la segunda
venida de Cristo, los copartícipes en la
tribulación, el reino y la perseverancia en
Jesús, las iglesias locales, los candeleros y el
Hijo del Hombre. Después de abarcar los
primeros siete puntos, en este mensaje
pasamos al octavo asunto: el Hijo del Hombre
que está en medio de las iglesias (1:12-20). En
este libro Cristo se revela primeramente como
el Hijo del Hombre. Siempre que El se
menciona en relación con la iglesia, es
revelado en Su naturaleza humana porque la
iglesia está compuesta de seres humanos. La
Cabeza de la iglesia no es solamente el Hijo de
Dios sino también el Hijo del Hombre. El
Señor continúa siendo el Hijo del Hombre
después de Su ascensión, lo cual indica que El
no se despojó de Su naturaleza humana
después de resucitar y que El se relaciona con
nosotros basándose en Su humanidad. El
triunfó como hombre en ser el testimonio de
Dios. Por lo tanto, los que estamos en las
iglesias hoy, como hermanos que somos,
también podemos ser el testimonio de Dios. El
Señor obtuvo la victoria como hombre, y
nosotros también podemos obtenerla.
I. EN SU HUMANIDAD
El versículo 13 dice: “Y en medio de los
candeleros, a uno semejante al Hijo del
Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta
los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de
oro”. Cristo no solamente es presentado aquí
como el Sumo Sacerdote por Su vestidura, sino
también como uno “semejante al Hijo del
Hombre”. El sigue siendo divino y humano. El
como nuestro Sumo Sacerdote cuida de las
iglesias en Su humanidad.
X. CON UN ROSTRO
RESPLANDECIENTE
En el versículo 16 se nos dice que “Su rostro
era como el sol cuando resplandece en su
fuerza”. En el Cantar de los Cantares 5:10, 13,
Su rostro aparece amoroso a fin de que Su
seguidora lo aprecie, y en las epístolas Su cara
refleja la gloria de Dios (2 Co. 4:6) e imparte
vida a los creyentes. Sin embargo, aquí “Su
rostro” es “como el sol cuando resplandece en
su fuerza”, igual que en Daniel 10:6, donde la
luz y el juicio traen el reino. Cuando el Señor
se transfiguró y Su faz brilló como el sol, esa
fue Su venida en el reino (Mt. 16:28—17:2).
Cuando El venga a tomar posesión de la tierra
y establecer el reino, Su cara será como el sol
(10:1).
XII. EL ES EL VIVIENTE
En el versículo 18 vemos que el Señor es el
Viviente; estuvo muerto; mas he aquí que vive
por los siglos de los siglos. El mismo Cristo que
anda en medio de las iglesias, quien es la
Cabeza de las iglesias y a quien ellas
pertenecen, es el Viviente, o sea que está lleno
de vida. Por consiguiente, las iglesias como Su
Cuerpo deben ser vivientes y estar llenas de
vida. ¡Aleluya, tenemos un Cristo viviente, el
cual venció la muerte! Nuestro Cristo, el Cristo
resucitado, vive en nosotros y entre nosotros.
El vive por los siglos de los siglos. ¡Qué Cristo
tan lleno de vida tenemos en el recobro! En el
recobro, todas las iglesias deben estar llenas de
vida como Cristo, y vencer la muerte.
ESTUDIO-VIDA DE
APOCALIPSIS
MENSAJE DIEZ
LA IGLESIA EN EFESO:
AMOR, VIDA Y LUZ
El libro de Apocalipsis está muy bien escrito.
Después del primer capítulo, los dos capítulos
siguientes nos presentan una vista práctica y
clara de las siete iglesias. Las siete iglesias son
un excelente ejemplo que revela las iglesias
locales, no en doctrina, sino en la práctica. Al
considerar estas siete iglesias podemos ver
claramente lo que es una iglesia local y lo que
debería de ser.
Las siete epístolas que aparecen en los
capítulos dos y tres presentan la crónica de la
situación que existía entre las siete iglesias del
tiempo en que fueron escritas. Sin embargo,
puesto que este libro se caracteriza por señales
proféticas, las situaciones de las siete iglesias
también son señales y tienen un significado
profético del progreso de la iglesia en siete
etapas. La primera epístola, dirigida a la iglesia
en Efeso, presenta un cuadro de la iglesia de
finales de la primera etapa, durante la última
parte del siglo primero. La segunda epístola,
escrita a la iglesia en Esmirna, es figura de la
iglesia que sufrió bajo la persecución del
Imperio Romano, etapa que va desde la última
parte del siglo primero hasta la primera parte
del siglo cuarto, cuando Constantino el
Grande, el césar del Imperio Romano, atribuyó
a la iglesia el favor imperial. La tercera
epístola, a la iglesia en Pérgamo, representa la
iglesia mundana, la iglesia que se une con el
mundo; esta etapa abarca desde el día en que
Constantino acogió el cristianismo hasta
cuando el sistema papal fue establecido
durante la última parte del siglo sexto. La
epístola a la iglesia en Tiatira muestra
proféticamente la iglesia apóstata, que es la
etapa abarcada desde el establecimiento del
sistema papal, a fines del siglo sexto, hasta el
fin de esta era, cuando Cristo venga. La quinta
epístola, a la iglesia en Sardis, representa la
iglesia protestante, desde la Reforma, en la
primera parte del siglo dieciséis, hasta que
Cristo venga. La sexta epístola, a la iglesia en
Filadelfia, predice la iglesia del amor fraternal,
el recobro de la vida apropiada de iglesia, que
existió desde principios del siglo diecinueve,
cuando surgieron los Hermanos en Inglaterra
y sacaron la práctica de la vida de iglesia del
sistema divisivo de las denominaciones, y
estará hasta la segunda venida del Señor. La
séptima epístola, a la iglesia en Laodicea, es
una sombra de la decadencia de la iglesia de
los Hermanos en el siglo diecinueve; abarca
desde la última parte de ese siglo hasta que el
Señor regrese. En este mensaje y en los
siguientes seis, trataremos de cada una de
estas iglesias.
I. EL QUE HABLA
Apocalipsis 2:1 nos dice: “Escribe al mensajero
de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete
estrellas en Su diestra, el que anda en medio
de los siete candeleros de oro”. Cada una de
estas epístolas comienza con una descripción
del que habla. Antes de dirigirse a las iglesias,
el Señor declara quién es El. En la primera
epístola El declara que El tiene las siete
estrellas en Su diestra y que camina en medio
de los siete candeleros de oro. Estas dos cosas
demuestran que el Señor es normal, genuino y
correcto. El cuida las iglesias sosteniendo en
Su diestra a los que toman la iniciativa y
caminando en medio de todas las iglesias. Los
mensajeros de las iglesias, las personas
espirituales, representados por las estrellas
brillantes, que son los que se responsabilizan
del testimonio de Jesús, están sostenidos por
la diestra del Señor, y el Señor anda en medio
de las iglesias, representadas por los siete
candeleros de oro. ¡Que escena tan
maravillosa! Mientras el Señor como nuestro
Sumo Sacerdote intercede por nosotros, las
iglesias, a la diestra de Dios (He. 7:25),
sostiene a los mensajeros de las iglesias y anda
en medio de ellas y las cuida.
A. Las obras
Consideremos ahora las virtudes de la iglesia
en Efeso. Primeramente, ella hacía muchas
cosas para el Señor. La iglesia en Efeso no era
ociosa ni descuidada; laboraba mucho para el
Señor.
B. Los trabajos
Esta iglesia no solamente hacía obras para el
Señor sino que también trabajaba para El (vs.
2-3). Debemos diferenciar entre obras y
trabajos. Trabajar es más elevado que hacer
obras. Hacer obras es común, mientras que
laborar es algo especial. Los que sirvieron a
tiempo completo durante la construcción del
local de reunión en Anaheim, no solamente
estuvieron activos, sino que trabajaron. Si
hubiéramos contratado una compañía y
hubiéramos empleado oficiales de
construcción, ellos habrían hecho la obra sin
laborar.
C. La perseverancia
La iglesia en Efeso también tenía la virtud de
perseverar. Esto indica que la iglesia estaba
bajo aflicción y perseveró en el sufrimiento.
D. No soporta a los malos
El Señor dice a la iglesia en Efeso: “No puedes
soportar a los malos” (v. 2). Creo que las
palabras que el Señor usa aquí se refieren a
dos cosas: hombres malos y cosas malas. La
iglesia en Efeso no toleraba ninguna cosa mala
ni ningún hombre malo. Indudablemente era
una buena iglesia.
III. EL ORIGEN DE LA
DEGRADACION DE LA IGLESIA
Aunque la iglesia en Efeso tenía tantas
virtudes, estaba degradada porque había
perdido su primer amor. En el versículo 4 el
Señor dijo: “Pero tengo contra ti que has
dejado tu primer amor”. La palabra griega
traducida primer es la misma que se
traduce mejor en Lc. 15:22. Nuestro primer
amor hacia el Señor debe ser nuestro mejor
amor a El. La iglesia en Efeso había dejado este
amor por el Señor.
IV. EL RESULTADO DE
LA DEGRADACION DE LA IGLESIA
En el versículo 5 vemos las consecuencias de la
degradación de la iglesia: “Recuerda, por
tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz
las primeras obras; pues si no, vendré pronto a
ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te
has arrepentido”. El resultado de la
degradación de la iglesia es que ella pierde su
testimonio. Perder el testimonio simplemente
significa que el candelero es quitado. Si
perdemos nuestro primer amor hacia el Señor
y no nos arrepentimos, perderemos el
testimonio del Señor y nos será quitado el
candelero. Hace años el testimonio que tenían
los Hermanos resplandecía, pero ése no es el
caso hoy. No hay duda de que el candelero ha
sido quitado de la mayoría de las asambleas de
los Hermanos. Cuando usted entra en una de
sus asambleas, no ve ningún brillo allí. No hay
luz ni testimonio. Debemos tener cuidado y
estar alerta constantemente para evitar que
esto nos suceda. No piense que por el hecho de
ser las iglesias locales, los candeleros y el
testimonio de Jesús, no podemos perder
nuestro testimonio. El día que perdamos
nuestro primer amor hacia el Señor, será el día
que perderemos el testimonio. En ese día el
candelero será quitado.
A. A las iglesias
Por un lado, cada una de las siete epístolas
constituye lo que el Señor dice a cada iglesia en
particular, pero por otro, constituye lo que el
Espíritu dice a todas las iglesias. Cada iglesia
debe prestar atención no sólo a la epístola que
le es dirigida en particular, sino también a
todas las epístolas dirigidas a las demás
iglesias. Esto implica que todas las iglesias,
como testimonio del Señor en el Espíritu,
deberían ser idénticas. Puesto que hoy el
Espíritu habla a las iglesias, debemos estar en
las iglesias a fin de tener la posición correcta
para escuchar lo que el Espíritu dice. De otra
manera, ¿cómo podríamos escuchar?
B. Volvamos al principio
Este asunto de comer del árbol de la vida nos
regresa al principio (Gn. 2:9, 16) debido a que
al comienzo estaba el árbol de la vida. El árbol
de la vida siempre nos vuelve al principio
cuando sólo estaba Dios. No había obras ni
labores ni sufrimiento ni ninguna otra cosa,
salvo Dios mismo. En la vida de la iglesia
debemos volvernos al comienzo, a disfrutar a
Dios como el árbol de la vida, olvidándonos de
todo lo demás.
C. Disfrutamos a Cristo
como el suministro de vida
Cuando regresamos al principio, al árbol de la
vida, disfrutamos a Cristo como el suministro
de vida. Comer del árbol de la vida, es decir,
disfrutar a Cristo como el suministro de vida,
debe ser lo primordial en la vida de la iglesia.
El contenido de la vida de la iglesia depende de
cuánto disfrutemos a Cristo. Cuanto más le
disfrutemos, más rico será el contenido. Para
disfrutar a Cristo es menester que El sea
nuestro primer amor. Si dejamos nuestro
primer amor hacia el Señor, perderemos el
disfrute y el testimonio de Jesús, y en
consecuencia, nuestro candelero nos será
quitado. Amar al Señor, disfrutarle y ser Su
testimonio van juntos.
ESTUDIO-VIDA DE
APOCALIPSIS
MENSAJE ONCE
LA IGLESIA EN ESMIRNA:
LA VIDA DE RESURRECCION
Y LA CORONA DE LA VIDA
El Señor ejerció Su soberanía al escoger a las
iglesias para cumplir Su propósito. El escogió
siete ciudades en Asia Menor: Efeso, Esmirna,
Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
De acuerdo con el griego el nombre de cada
ciudad tiene mucho significado, y concuerda
exactamente con su significado espiritual.
Como ya dijimos, Efeso significa deseable, lo
cual indica que la iglesia en Efeso era preciosa
para el Señor y deseable a Sus ojos. En griego
Esmirna significa mirra. La mirra es una
especia aromática dulce y representa el
sufrimiento. En la tipología, representa el
fragante sufrimiento de Cristo. Por
consiguiente, la iglesia en Esmirna era una
iglesia sufrida, una prefigura de la iglesia que
sufriría bajo la persecución del Imperio
Romano a finales del siglo primero y hasta la
primera parte del siglo cuarto. La iglesia
perseguida sufrió en la fragancia de Cristo. En
otras palabras, esta iglesia estaba en la
tribulación de Cristo y en la comunión de Sus
padecimientos. La iglesia en Esmirna sufrió
como Cristo y llegó a ser la continuación de
Sus padecimientos. En Colosenses 1:24 Pablo
dijo que él completaba “lo que falta de las
aflicciones de Cristo por Su cuerpo, que es la
iglesia”. Pablo completaba los sufrimientos de
Cristo. Aunque nadie puede continuar la obra
redentora de Cristo, Sus sufrimientos tienen
que ser completados por todos Sus seguidores,
tanto individual como colectivamente. En la
iglesia en Esmirna vemos la continuación
colectiva de los sufrimientos de Cristo. Debido
a que esta iglesia era la continuación de los
sufrimientos de Jesús, verdaderamente
constituía el testimonio de Jesús.
I. EL QUE HABLA
A. El Primero y el Ultimo
Consideremos ahora al que habla a la iglesia en
Esmirna. En el versículo 8 el Señor dice: “Y
escribe al mensajero de la iglesia en Esmirna:
El Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y
revivió”. El Señor le dijo a esta iglesia sufrida
que El era el Primero y el Ultimo. Esto
significa que no importa cuán grandes fueran
los sufrimientos por los que El pasó, esos
sufrimientos no pudieron terminarlo ni
dañarlo. El fue el Primero y también el Ultimo.
Al sufrir la iglesia, debe saber que el Señor es
el Primero y el Ultimo, que es eterno e
inmutable. Cualquiera que sea la
circunstancia, El permanece inmutable. Nada
puede ser primero que El, ni nada puede
existir después de El. Todas las cosas están
dentro del límite de Su control.
II. EL SUFRIMIENTO DE LA
IGLESIA
A. La tribulación
En el versículo 9 el Señor le dice a la iglesia en
Esmirna: “Yo conozco tu tribulación”. El contenido
de esta epístola está lleno de tribulación,
sufrimiento y persecución. Para la iglesia la
tribulación es una prueba de la vida. Sólo la
tribulación puede manifestar la medida en que la
iglesia ha experimentado y disfrutado la vida de
resurrección de Cristo. Además, la tribulación trae
las riquezas de la vida de resurrección de Cristo. El
propósito del Señor al permitir que la iglesia sufra
tribulación, no es solamente atestiguar que Su vida
de resurrección vence la muerte, sino también
capacitar a la iglesia para que entre en las riquezas
de Su vida. Por consiguiente, la tribulación es muy
valiosa para la iglesia.
V. LA PROMESA A LOS
VENCEDORES
A. La corona de la vida
En el versículo 10 se promete al que venza que
recibirá la corona de la vida. Al final la vida
llegará a ser una corona, y será la gloria de los
mártires victoriosos. Según el Nuevo
Testamento, una corona siempre denota un
premio dado además de la salvación (3:11; Jac.
1:12; 2 Ti. 4:8; 1 P. 5:4; 1 Co. 9:25). La corona
de la vida es un premio concedido a los que
son fieles hasta la muerte al vencer la
persecución, y denota la fuerza vencedora que
es el poder de la vida de resurrección (Fil.
3:10); también denota que estos vencedores
han obtenido la superresurrección de entre los
muertos (Fil. 3:11), la resurrección
sobresaliente.
V. LA ENSEÑANZA DE LOS
NICOLAITAS
En el versículo 15 el Señor dice: “Tienes a los que
retienen la enseñanza de los nicolaítas”. La iglesia
degradada y mundana tiene no solamente la
enseñanza de Balaam, sino también la enseñanza de
los nicolaítas. La enseñanza de Balaam distrae a los
creyentes de la persona de Cristo y los conduce a la
idolatría, y de disfrutar a Cristo llevándolos a la
fornicación espiritual; mientras que la enseñanza de
los nicolaítas destruye la función de los creyentes
como miembros del Cuerpo de Cristo, y de esta
manera anula Su expresión en el Cuerpo de Cristo.
La primera enseñanza hace caso omiso de la
Cabeza, y la segunda destruye al Cuerpo. Esta es la
obra sutil del enemigo, la cual vemos en todas las
enseñanzas religiosas.