Estamos asistiendo al desarrollo de una guerra cuyo resultado, según los ana-
listas, será el establecimiento de un nuevo orden mundial, un sistema de poder
basado en dos conceptos estratégicos que implican un cambio radical respecto
de nociones pasadas: el concepto de guerra preventiva, sumado al concepto de
enfrentamiento asimétrico. En otras palabras, una guerra basada en una supe-
rioridad bélica sin precedentes, que no deja dudas acerca de su aplastante peso
para definir la situación. En definitiva, sin embargo, la confrontación asimétrica
consiste en el reemplazo de la estrategia por la tecnología, con grandes bajas
de civiles.
Estamos, como afirma Edgar Morin, en los preliminares de una posible post-
historia, y nadie puede prever si lo que nos espera es una nueva y más elevada
etapa de civilización, o una profundización de la barbarie.
También es cierto que Sadam Hussein utiliza métodos dictatoriales, que por otra
parte no eran ignorados por las grandes potencias que lo ayudaron política y
militarmente no hace tantos años.
Es indudable que los avances de los dos últimos siglos están conectados, de uno
u otro modo, con el aumento masivo de la energía generada por la quema de
combustibles fósiles.
Para tener una idea de la significación de este proceso, basta considerar que la
mitad de la energía consumida por la humanidad en los 2000 años de la era
cristiana fue consumida en el último siglo.
En efecto, las grandes ganancias se realizan con los productos más avanzados,
y solamente al iniciarse una nueva generación de tecnología, después de lo cual
los precios bajan rápidamente.
b - La infraestructura energética
Esta doble dependencia entre la economía y los combustibles fósiles implica una
simple constatación: el sistema económico no puede prescindir del petróleo,
pero las reservas de petróleo no son ilimitadas.
¿Qué significa "tocar techo" ? Significa que la mitad de las reservas existentes
hayan sido ya explotadas.
Esto significa que, de continuar esta tendencia, las reservas restantes se estarán
explotando con una velocidad de extracción tal, que en el momento de tocar
techo, quedará muy poco margen de tiempo hasta el agotamiento cuasi total de
las reservas.
Los posibles sustitutos del petróleo (carbón, crudos pesados y arenas asfálti-
cas), no sólo son más difíciles y costosos de extraer, también significan una
mayor emisión de dióxido de carbono, con las consecuencias ambientales que
ello supone.
Es decir, consumimos dos barriles por cada nuevo barril que descubrimos!
China necesitaría 81 millones de barriles por día si quisiera tener el nivel de vida
de los EE.UU., y si se le suma India, ambas necesitarían 119.000 millones de
barriles por día, o sea, el 50% más que el total de la demanda mundial del año
2000.
Durante la Edad Media, la madera era no sólo la principal fuente de energía: las
herramientas, los carros, los baldes y zapatos, los telares, las presas de aceite,
y hasta la primera imprenta, eran construidos con madera. Y también, por su-
puesto, los barcos. Las crecientes necesidades de la Armada Británica generaron
una deforestación. El precio cada vez más caro de la madera condujo al uso del
carbón.
Hacia el siglo XVI, el carbón fue ocupando el lugar de la madera como fuente
de energía.
Hace sólo treinta años, 3/4 partes del combustible usado en EE.UU. para los
ferrocarriles, la calefacción o los barcos de vapor era madera. La industria tam-
bién contaba con molinos de viento y de agua.
Cincuenta años más tarde, se habían reducido a ocho corporaciones que últi-
mamente se fusionaron, reduciéndose a cuatro: Exxon se fusionó con Mobil,
Chevron con Texaco, Royal Dutch con Shell y British Petroleum con Amoco y
Arco. Hay algunas otras grandes empresas de capital francés, que también se
fusionaron: Total Fina con Elf.
Por los enormes costos de capital, la estructura industrial y comercial que de-
pende del petróleo tiende a configurar economías de escala, con tendencia a la
concentración de poder.
Pero a su vez, esos sistemas generan guerras por el control de territorios y para
el suministro de esclavos. Se requieren redes de transporte, maquinaria bélica
y el mantenimiento de costosos ejércitos. Hay una mayor explotación del medio
ambiente y las sociedades se transforman en estructuras altamente estratifica-
das y jerarquizadas.
Pero durante el siglo XX, las dos guerras mundiales, que dejaron un saldo de 60
millones de muertos, las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaky en
1945, la constatación de los desórdenes ambientales y sociales en continuo au-
mento, provocan la crisis de la idea de progreso ininterrumpido.
Según la ley de entropía, cada vez que se crea una isla de orden en el universo,
esto sucede a costa de crear un desorden mayor en el ambiente circundante.
Esta energía disipada ya no es susceptible de ser reutilizada, a menos que se
gaste más energía adicional que la que se quiere recuperar.
Desde este punto de vista, las grandes transformaciones históricas son un re-
flejo de la ley de entropía: cada vez hace falta más energía para sostener a la
sociedad humana, con la consiguiente pérdida entrópica en forma de calor y
crecientes desórdenes.
Para los seres vivos, la gran fuente de energía es el sol. Las plantas absorben
la energía solar por medio de la fotosíntesis, y los animales reciclan su energía
mediante el consumo de vegetales o de animales herbívoros. Pero en el proceso
de alimentación, gran parte de la energía se disipa.
Desde la perspectiva entrópica, cuanto más energía consume una sociedad, más
compleja debe ser la infraestructura tecnoeconómica generada para producir,
transformar, transportar y distribuir el flujo energético y, por consiguiente, más
compleja y centralizada será a su vez la superestructura burocrática, institucio-
nal, política, jurídica y bélica para controlar y dominar el creciente poder acu-
mulado.
¿Qué diferencia hay entre organizar, interpretar, explicar y legitimar? Es una dife-
rencia fundamental. Explicar, organizar, interpretar los datos perceptuales configura
un conocimiento invalorable para establecer nuestra conexión con el mundo natural
y el espacio social. Da cuenta del por qué de los fenómenos, permite hasta cierto
punto prever las consecuencias de los hechos y las acciones humanas, y establece
un marco normativo para canalizar las acciones individuales y sociales. Todas las
sociedades han organizado estos marcos conceptuales y valorativos en cuerpos de
conocimiento y sabiduría sumamente valiosos.
Pero la legitimación es de otra índole: presenta los espacios de poder bajo el aspecto
de espacios de derecho, y por lo tanto, bajo el manto de lo incuestionable.
Esto es visible, por ejemplo, cuando se consideran los criterios para calcular el
indicador fundamental del crecimiento económico de un país por medio del Pro-
ducto Nacional Bruto. Al calcularlo, los efectos devastadores de la industria so-
bre el medio ambiente no se contabilizan como gastos. En cambio, sí se calcula
el deterioro de máquinas y camiones, de edificios y fábricas. Este enmascara-
miento se agrava, observa Al Gore, por el hecho de que la definición del PNB y
los criterios para calcularlo son revisados por la comunidad internacional, bajo
la supervisión de la ONU, cada veinte años.
Así, la caída del Imperio Romano, vista desde las leyes de la termodinámica,
puede resumirse en los siguientes pasos: en un comienzo, las lucrativas con-
quistas militares aumentan el botín, el número de esclavos y los tributos que
sostienen el crecimiento del Imperio. Pero poco a poco, la extensión y comple-
jidad del Imperio exige el mantenimiento de tropas a lo largo de las fronteras,
la conservación de carreteras, la administración de los territorios anexados. El
rédito obtenido comienza a disminuir en relación a los costos. Se genera enton-
ces un proceso recursivo en que, para reparar los desórdenes, se gasta más
energía y se produce mayor entropía. Por ejemplo, la sobreexplotación agrícola
y la pérdida de bosques, el pastoreo excesivo, aumentan la erosión de los cam-
pos. Los campesinos deben vender sus tierras que pasan a manos de terrate-
nientes, y emigran a Roma, donde deben ser auxiliados por la asistencia pública.
Las dos guerras mundiales del siglo XX tuvieron entre sus motivaciones princi-
pales la competencia por el control de los flujos del petróleo.
Sin petróleo, el proyecto expansivo de Hitler era imposible. Por este motivo,
Alemania invade Rusia el 22 de junio de 1941. Pero los rusos hacen volar los
pozos y las refinerías del Cáucaso.
Hay que añadir también el costo humano: sólo en las carreteras de EE.UU. mue-
ren 13.800 personas por año.
Pero el sistema energético también necesita invertir cada vez más en equipa-
miento militar para proteger y controlar el suministro de petróleo.
Durante la Guerra del Golfo por primera vez EE.UU. comenzó a gastar más di-
nero en asegurar sus intereses energéticos en Medio Oriente del que percibía
en términos del valor del petróleo importado.
Para costear la actual guerra contra Irak, en la cual se llevan ya gastados más
de 100.000 millones de dólares, ya se solicitaron 70.000 millones de dólares
adicionales al Parlamento de los EE. UU.
Pero una civilización cuya mayor capacidad industrial está dirigida a la guerra y
la destrucción demuestra hasta qué punto está desvinculada de los principios
éticos, hasta qué punto la irracionalidad se ha apoderado de los criterios de
productividad, hasta qué punto se enmascara como ganancia la entropía gene-
rada.
El gasto energético genera gastos adicionales para reparar los daños. Se co-
mienza entonces la etapa de las "ganancias marginales", paso previo a la ace-
leración de los efectos entrópicos en que los impactos negativos comienzan a
ser irreversibles.
Veamos algunas cifras (cfr. Rifkin, La economía del hidrógeno, pgs. 191 y ss.)
El tiempo perdió su relación con el despliegue natural de las cosas y pasó a ser
una medida de la rapidez con que podíamos aprovechar la energía solar acumu-
lada en las minas de carbón y los yacimientos de petróleo, y de su transforma-
ción por el ritmo mecánico de la industria automatizada.
Resulta sorprendente que estas ideas, surgidas hace más de trescientos años,
aún sigan vigentes. Rifkin ha observado que "cada vez que un hombre de ne-
gocios, un político o un científico habla en público sobre alguna cuestión impor-
tante, es como si su discurso lo hubieran escrito los pensadores del siglo XVII"
(pg. 54).
Se aislaban para su estudio los hechos particulares, en vez de analizar los pro-
cesos, y se ignoraba la visión hologramática (holos: totalidad, grama: gráfico),
en que cada elemento de un sistema tiene incorporada la información de la
totalidad. De acuerdo con el concepto de holograma, "la parte está en el todo,
pero el todo está presente también en cada parte".
La perspectiva hologramática permite ver cada objeto como una red: este bolí-
grafo con el que escribo está compuesto por plástico, un derivado del petróleo,
que a su vez me remite a la industria química, tiene un tanque de metal, que
ha sido extraído de una mina, fue transportado en camiones (vinculación con el
sistema de transporte), por una carretera (sistema vial), fue vendido en una
librería . . . etc.
Consideremos las distintas direcciones que se abren para remontar esta crisis
civilizatoria.
1 - En primer lugar, habría que situar a quienes aún no han tomado conciencia
de la gravedad de esta situación. Con asombro, constatamos que en este nivel
se sitúa la casi totalidad de los principales decisores políticos, económicos y
tecnológicos. La teoría económica no registra el problema.
La mayoría de las personas creen que la nueva era en base a las energías re-
novables será igual a la actual, sólo que más limpia. Nada más alejado de la
realidad.
Esta transición no será fácil. Los paradigmas poseen una gran inercia, lo que
significa que se tiende a plantear y resolver los problemas según los criterios y
valores en vigencia.
Bibliografía
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[1] Podría argumentarse que sólo con una agricultura intensiva es posible alimentar a
una población mundial en creciente aumento. Pero también es verdad que las economías
de escala necesitan una población masiva para consumir su producción. Leemos en el
diario Clarín, (12/10/01) (Fuente: Financial Times): "La población crece poco y complica
a la economía"..."Los economistas se preocupan porque la población mundial no crezca
a una velocidad suficiente para consumir todo lo que se produce."...