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UNIDAD 6

EVALUACIÓN Y VALIDACIÓN
Módulo 1. La enseñanza en la Universidad
Unidad 6 – Evaluación y Mediación

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"Aun cuando los ojos de dos personas


tuvieran facultades iguales,
la intención de ver no sería la misma".

"La tendencia a juzgar es tan natural


que no hay conversación que no sea un litigio,
cada conversante es un juez y
cada proposición un fallo".

Simón Rodríguez

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Unidad 6 – Evaluación y Mediación

Ubicación temática

Toda evaluación encierra un juicio de valor y un ser o una institución que lo


profieren. Así, en la práctica suele dividirse el universo entre evaluadores y
evaluados, unos que juzgan y otros que son juzgados. Entran aquí de lleno las
relaciones de poder, como tantas veces se lo ha denunciado con respecto a quienes
disponen de la capacidad de juzgar. Bien dice don Simón Rodríguez que en la vida
cotidiana hacemos uso de ese recurso para atribuir cualidades positivas o negativas
a seres y situaciones.

En la práctica educativa las cosas parecen estar muy claras: evaluamos a los
estudiantes para reconocer su grado de avance en lo que llamamos aprendizaje.
Evaluamos y rara vez somos evaluados, aunque esta tradición tiende a cambiar.

Lo peor que le puede pasar a alguien es no conocer los criterios desde los cuales se
lo evalúa. Recuerdo El proceso, de Kafka: aquel señor K que un día amanece
inmerso en un interminable juicio que lo lleva a la muerte sin saber ni siquiera de
qué se lo acusa.

El ejemplo es extremo, pero muchas veces nuestros jóvenes no conocen con


claridad cómo los evaluaremos, y eso es un recurso de poder a menudo utilizado
con fuerza.

Esta Unidad se ocupa de la evaluación entendida como un modo de enriquecer el


proceso de enseñanza-aprendizaje. Para ello busca ampliar el horizonte de las
notas a evaluar, a fin de superar el esquema tradicional de evaluación de la
respuesta esperada, y acertada, con respecto al texto o a la lección.

Además se ocupa de la validación, especialmente de los materiales educativos,


entendida como la prueba de un texto o un recurso didáctico antes de su
masificación y su utilización con los estudiantes.

El detalle de los temas es el siguiente:

El valor
El proyecto educativo
Saber
Saber hacer
Saber ser
Del error al aprendizaje
Validación
Criterios de validación
Síntesis

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El valor

La palabra evaluación está ligada al verbo evaluar y a la vez éste a todo lo relativo
a atribuir, reconocer un valor a algo. Cuando partimos de esto último nos
asomamos a una de las características fundamentales de la manera de relacionarse
de los seres humanos: la tendencia a emitir juicios, a atribuir algo a alguien, a
menudo sin una buena justificación. Esto es muy claro en el seno de la vida
cotidiana donde, como dice el novelista Milan Kundera, tendemos a enjuiciar antes
que conocer a fondo.1

Históricamente los profesionales de la evaluación aparecieron en campos como el


de la justicia o la legislación en general. Le costó muchos siglos a Occidente pasar
de un juicio pegado a los hechos a otro basado en la reconstrucción de los procesos
que llevaron a esos hechos. Tomás Moro se quejaba en su tiempo de la manera de
impartir justicia: por robar una gallina tocaba perder una mano, por algo más
grande un brazo y así sucesivamente. Si se fuera más allá del hecho puntual, decía
Moro, otras serían las penas.2

El ejemplo es bueno también para aclarar parte del alcance del acto de evaluar. En
efecto, a una valoración pegada a los hechos o a las causas inmediatas, se trata de
oponer otra más fundamentada, basada en una reconstrucción de procesos, en una
historia, en una capacidad de recrear lo sucedido antes de enjuiciar un hecho
presente.

Históricamente, pues, surgieron dos tendencias en la evaluación: de productos y de


procesos. Cuando todo se centra en los primeros, es posible quedarse en juicios
apresurados, en explicaciones parciales de fenómenos muy complejos. No negamos
la posibilidad de evaluar productos, siempre que a los mismos se añada el trabajo
sobre los procesos.

Históricamente también hay una tendencia muy fuerte a mantener una rígida
división entre evaluadores y evaluados. Y esto no solo en el terreno de la justicia
(el magistrado y el acusado, por ejemplo; el jurado y el inculpado, etc.), sino
también en el campo de la educación. Buena parte de los sistemas educativos de
nuestros países están basados en un esquema vertical de evaluación, el cual
termina inexorablemente en el estudiante. Nuestros niños y jóvenes son evaluados
a veces de manera arbitraria y no pueden participar ni en su evaluación ni en la de
sus maestros.

Así, esta práctica ha estado ligada durante siglos a formas de poder y de control
social.

La evaluación como control y como ejercicio de una autoridad mal entendida,


campea en todos los espacios sociales. Cuando habla uno de alternativas en el
trabajo educativo, se hace necesario plantear esquemas diferentes. La propuesta
puede expresarse así:

1 Kundera, Milan. La broma, Barcelona, Seix Barral, 2000.


2 Moro, Tomás. Utopía, en Utopías del Renacimiento, Ed. F. C. E., México, 1941.

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convertir a la evaluación en una parte esencial del acto educativo, en tanto precioso
recurso de aprendizaje.

Del control y formas abiertas o sutiles de autoritarismo pasamos a recursos


compartidos por todos los involucrados en un proceso, a prácticas permanentes en
las que cada quien vela por su marcha y por la de los demás; a una
corresponsabilidad de la evaluación. Esto no significa una pérdida de cierto rigor y
de posibilidad de sistematizar experiencias con toda la seriedad del caso.

Una evaluación alternativa a la tradicional se fundamenta en los siguientes


aspectos:

Identificación de los referentes básicos del proceso de evaluación: quién evalúa a


quién, cómo se evalúa, con qué criterios, etapas de la evaluación, grado de
coherencia entre propósitos y resultados, grado de coherencia entre la filosofía
pedagógica y las técnicas de evaluación, grado de coherencia entre lo cuantitativo y
lo cualitativo.

Identificación de los ejes básicos a evaluar: saber, saber hacer, saber ser,
expresados en la apropiación de contenidos, relaciones con el contexto,
compromiso con el proceso, productos logrados, involucramiento con el grupo,
entre otras posibilidades.

El proyecto educativo

La evaluación es consecuencia del proyecto educativo.

Cuando todo se centra en el traspaso de información y en la respuesta esperada,


tenemos un sistema fundado en controles y en pruebas de retención.

Cuando todo se centra en los tan buscados cambios de conducta, surge el afán por
medir hasta los más ínfimos detalles del comportamiento, siempre dentro de lo que
se espera como respuesta ineludible.

En uno y otro caso la evaluación cumple una función de fiscalización, de


comprobación de lo previsto por el sistema educativo. Por eso el señalamiento de
objetivos: todo resultado estará previsto en ellos, no habrá lugar a los no
esperados. Se está más cerca de un proceso mecánico que de un proceso
educativo.

Una propuesta alternativa se basa fundamentalmente en una evaluación distinta.


Más aun, esta última es la piedra de toque del sistema, ya que permite el
seguimiento del aprendizaje.

Cuando un modelo propone la construcción de conocimientos, la relación texto-


contexto, la resignificación, la aplicación a la propia realidad, el goce de imaginar y
descubrir, la evaluación se convierte en parte de ese juego pedagógico como
instrumento para seguir, reorientar, corregir y estimular el aprendizaje.

Proponemos una evaluación que busca integrar proceso y productos. A mayor


riqueza del primero mejores productos, y cuando mejores son éstos mayor
enriquecimiento del proceso. Esa integración permite a su vez una gratificación por
el sentido que se va haciendo realidad para el interlocutor.

Una educación sin resultados inmediatos, derivados de la propia práctica, del

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esfuerzo de seguir el proceso, carece de sentido. Pero a la vez hay resultados


vacíos de sentido (si algo tienen de éste es para quien ejerce el control), como las
pruebas inconexas que se dirigen solo a comprobar cuánta cantidad de información
acertada devuelve el estudiante a sus docentes. Muchas instituciones educativas se
apoyan en productos literalmente in-significantes para el autor de los mismos, esto
es, para los educandos.

El sentido está tanto en los resultados como en el proceso. En realidad una


educación es alternativa cuando es productiva, cuando el interlocutor construye
conocimientos y los expresa, reelabora información, experimenta y aplica; recrea
posibilidades e incluso simula e inventa. Todo esto habla de un proceso intenso de
producción, cada producto ha sido logrado mediante un esfuerzo significativo
enmarcado en el sentido general del proceso.

Así como el artista se goza en su obra, así el interlocutor se goza en su creación


productiva: tiene ante sí los resultados de su esfuerzo y experiencia, de su
invención, de su capacidad de indagar y de observar, de la resignificación que hace
de su realidad.

Una producción así entendida constituye la esencia del aprendizaje. Agreguemos a


esto la posibilidad de productos logrados a través de grupos de trabajo, de un
esfuerzo de interaprendizaje.

Sobre la base de esas consideraciones, veamos ahora los aspectos a evaluar:

- saber;
- saber hacer;
- saber hacer en el logro de productos;
- saber ser;
- saber ser en las relaciones.

Saber

Una propuesta alternativa de educación no deja fuera lo relativo a los contenidos,


solo que una cosa es asimilar información, en el sentido en que lo piden muchos
textos tradicionales, y otra es apropiarse de contenidos. No se evaluará el
contenido por el contenido mismo, sino el modo en que la información, los
conceptos, pasan a acompañar procesos de reflexión, de crítica, de expresión, de
vida, en definitiva.

Algunos líneas posibles de evaluación son las siguientes:

- capacidad de síntesis;
- capacidad de análisis;
- capacidad de comparar;
- capacidad de relacionar temas y conceptos;
- capacidad de evaluar;
- capacidad de proyectar;
- capacidad de imaginar;
- capacidad de completar procesos con alternativas abiertas;
- capacidad de expresión;
- capacidad de observación.

Saber hacer

La creatividad se reconoce en los aportes del estudiante, en lo que puede innovar.


Por ejemplo, una de las formas más ricas de verificación de la apropiación de

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contenidos pasa por la capacidad del estudiante para recrearlos.

Algunos líneas posibles de evaluación son las siguientes:

- capacidad de recrear y reorientar contenidos;


- capacidad de planteamiento de preguntas y propuestas;
- capacidad de recreación a través de distintos recursos expresivos;
- capacidad de imaginar situaciones nuevas;
- capacidad de introducir cambios en el texto;
- capacidad de proponer alternativas a situaciones dadas;
- capacidad de prospección;
- capacidad de recuperación del pasado para comprender y enriquecer
procesos presentes;
- capacidad de innovar en aspectos tecnológicos.

Saber hacer en el logro de productos

Ya hemos aludido a la necesidad de complementar procesos y productos. La


pregunta central es aquí por el valor del producto.

Algunos líneas posibles de evaluación son las siguientes:

-valor del producto como reflejo de alguna de las modalidades de


autoaprendizaje;
-valor del producto para el grupo;
-valor del producto para la comunidad;
-valor del producto por las experiencias recogidas en el mismo;
-valor del producto por su riqueza expresiva;
-valor del producto por su aporte a procesos sociales;
-valor del producto por su relación con otros productos;
-valor del producto por su capacidad de comunicación;
-valor del producto como manifestación de su autor;
-valor del producto por su creatividad.

Saber ser

Se ha insistido mucho en el cambio de actitudes en educación, pero a menudo el


mismo es esperado a partir de inyecciones de información que no tienen por qué
cambiar nada. Es precisamente en un proceso de aprendizaje con significación para
el estudiante, donde se van transformando las actitudes. El principal cambio es el
de la actitud frente al estudio.

Algunos líneas posibles de evaluación son las siguientes:

-continuidad de entusiasmo por el proceso;


-continuidad de la tarea de construir el propio texto;
-capacidad de hacer frente críticamente al texto;
-ampliación y sostenimiento de una actitud investigativa;
-relación positiva con el contexto;
-capacidad de relación teoría práctica;

Saber ser en las relaciones

Partimos de una comprobación: somos seres en relación, somos entre y con los
otros, y en la medida en que mejor nos relacionemos más podremos significar
nuestra propia vida y nuestra realidad. Un proceso educativo que no enriquece la

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capacidad de relacionarse, de ser entre y con los otros, no es educativo. Todas las
propuestas de trabajo con el contexto, de interacción, de redes, se orientan
directamente a un enriquecimiento de esa capacidad.

Algunos líneas posibles de evaluación son las siguientes:

-capacidad de evaluar y analizar las relaciones que se dan en su contexto;


-capacidad de relacionar los temas estudiados con personas que pueden aportar a
ellos;
-capacidad de vinculación;
-capacidad de respeto por los demás;
-capacidad de aportar a modificaciones de relaciones para hacerlas más
significativas;
-capacidad de relación grupal;
-capacidad de construcción de conocimientos en equipo;
-capacidad de involucramiento en su comunidad, en equipo;
-capacidad de creación y sostenimiento de redes.

Del error al aprendizaje

Seymour Paper, investigador norteamericano especializado en nuevas tecnologías,


habla del valor del error para el aprendizaje. 3 Cuando se toman una equivocación o
un silencio prolongado como sinónimos de ausencia de conocimiento, se corre el
riesgo de caer en la descalificación del proceso vivido por el otro. El error es parte
natural de la marcha del aprendizaje y uno aprende de él tanto como de los
aciertos.

Una evaluación empecinada en perseguir errores deja mucha riqueza fuera, deja
procesos y oportunidades para el aprendizaje y el interaprendizaje. En realidad, la
búsqueda a menudo obsesiva del error se enmarca en un ejercicio del poder. Está
bien que nos corresponda la tarea de orientar a nuestros estudiantes, nadie discute
eso, pero cuando una mesa de examen se convierte en motivo de una experiencia
traumática, cuando la capacidad de detectar errores está de un solo lado de la
mesa, cuando incluso se llega a la humillación de un alumno, no podemos menos
que llamar la atención sobre lo que significa esa forma de evaluar.

Validación

El concepto de validación entró tardíamente en la educación, aunque se lo viene


utilizando en distintas ciencias. A modo de ejemplo, podemos mencionar lo que
sucede en el campo de las empresas:

La validación es la fase más crítica en la construcción de pruebas o baterías


para la selección y colocación de personal. La administración debe tener
absoluta certeza de que sus procedimientos de selección conducen,
efectivamente, al rechazo de aquellos solicitantes para quienes la
probabilidad de una ejecución exitosa del trabajo es muy baja. El
procedimiento usual para la validación de un test es ponerlo a prueba con

3 Paper, Seymour. Jaillissement de l’esprit, ordinateurs et apprentissage, Paris, Ed. Flamarion,


1980.

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un grupo de empleados presentes y de comparar la ejecución de la prueba


con algún criterio de eficiencia del empleado.

O bien en el campo de la medicina:

Validación de proceso es un término usado en la industria de dispositivos


médicos para indicar que un proceso ha sido sometido a dicho escrutinio y
que el resultado del proceso (un producto, un servicio u otro) puede ser
prácticamente garantizado. La validación de un proceso implica demostrar
que, cuando un proceso es operado dentro de límites específicos,
consistentemente producirá un producto que cumpla con los requerimientos
de diseño predeterminados

Cuando uno pregunta en distintas instituciones educativas sobre la forma en que


los materiales son probados con sus posibles destinatarios antes de lanzarlos a
circular, no hay muchas respuestas alentadoras, porque existen muy pocas
experiencias de ese tipo. Con lo cual se desencadena una conclusión: buena parte
de los textos y documentos con intención educativa utilizados con nuestros
estudiantes, no han sido probados previamente con ellos.

Se define validación en nuestro campo como:

la prueba de un material con una muestra o un pequeño grupo de sus


destinatarios, antes de su extensión a la totalidad de estos últimos.

La historia de la validación así entendida no deja de ser interesante. Comienza en


el terreno de la publicidad y de la propaganda política, con el propósito de
comprobar si un mensaje resulta atractivo para los posibles consumidores o
votantes (en publicidad y en propaganda política se usa el término testeo). Así, se
realizan entrevistas, experiencias de grupos focales, para recoger opiniones acerca
del color, tamaño de letra, imágenes, sonidos que incluye el mensaje. Y, sobre
todo, la claridad con que llega y las asociaciones que provoca. La palabra más
empleada para indicar estos procedimientos es testeo.

En el campo de la educación la validación llegó muy tardíamente. Tenemos


ejemplos pioneros como el del Banco del Libro, en Venezuela: un grupo de
profesionales entró en relación, hacia 1980 con chicos de un barrio y se estableció
una confianza tal que permitió proponer un relato. Fueron analizadas con los niños
palabra por palabra, imagen por imagen, hasta que llegar a un material válido para
chicos no sólo de ese país sino de otros, a través de traducciones a más de diez
idiomas.

La validación ha entrado en los últimos años en el espacio de la educación no


formal, sobre todo en materiales para adultos. Y de manera muy incipiente en
textos y otros recursos impresos y audiovisuales producidos para la primaria.

En la universidad los casos son contados, y en general se ubican en la validación


hecha entre colegas a los cuales se consulta para recoger su opinión sobre un
texto.

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Criterios de validación

La validación no se puede improvisar y llevar a cabo para colocar al mensaje como


centro del proceso. Nos referimos a lo que sucede con la validación en terreno de la
publicidad, cuando se somete a un grupo de personas a lo que se denomina
“exposición al producto”, a fin de que cada participante en el experimento opine
sobre colores, formas y significados de un determinado mensaje. En educación
estamos ante algo mucho más complejo, porque la validación se orienta a
comprobar el valor de un material educativo para todos quienes participan en
determinado proceso. El resultado es producto de un trabajo colectivo, en el que
distintos actores van ofreciendo sus percepciones y desarrollando su análisis y
crítica.
¿Qué validar? Las opciones son muy amplias, si se piensa en la gran variedad de
materiales. Nuestra propuesta se orienta más bien a la presentación de algunos
criterios que puedan servir como eje de validación:
 criterio de claridad-comprensión
 criterio de reconocimiento e identificación cultural
 criterio de capacidad narrativa-belleza
 criterio de formato

Criterio de claridad-comprensión

 En cuanto al tratamiento del tema, es importante discutir aspectos como la


cantidad de información, su coherencia a lo largo del texto, el grado de
dificultad en la comprensión ligado, por ejemplo, al empleo de tecnicismos, usos
no cotidianos del lenguaje, entre otras posibilidades.

 Criterio de reconocimiento e identificación cultural

Se relaciona con la enciclopedia disponible por los destinatarios. Utilizamos el


término enciclopedia siguiendo a Umberto Eco.4
Toda persona tiene un bagaje de conocimientos y experiencias que le permite
significar de determinada manera. Y esto está ligado al lugar social que se ocupe
y a la historia personal. Cuando es posible generalizar a un grupo (ingresantes a
primer año de la universidad, por ejemplo) ciertas características, puede
probarse el material en relación con ellas.
 Criterio de capacidad narrativa-belleza

Se refiere directamente a la fluidez del mensaje, a su relación con los sentidos, a


la manera en que atrae por su trama, por el interés que despiertan recursos
como el de un personaje rico en características, una situación que merece
reflexión para buscar soluciones, una apelación al humor, entre otras
posibilidades.

4 Eco, Umberto, Lector in fabula, Barcelona, Ed. Lumen, 1981.

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Criterio de formato

 Por último, el criterio de formato alude al uso de recursos verbales y visuales a


través de la diagramación y la letragrafía (tamaño y disposición de letras), en el
caso de impresos, usos coloquiales del lenguaje, presencia de sinónimos, etc.
Asimismo, tratándose de imágenes, aspectos como la imagen completa o
incompleta, la perspectiva, el uso de la caricatura, entre otras.

Todos estos criterios son solo parte de una propuesta que usted podrá enriquecer
en la práctica. Buscamos desmitificar la validación y hacerla accesible a cualquier
grupo de trabajo. No estamos ante una actividad propia solo de superespecialistas,
sino ante un recurso útil para probar los materiales.

Síntesis

Evaluación y validación forman parte de una necesaria tarea en el espacio de la


universidad. Si la primera es condición necesaria del aprendizaje, la segunda
resulta un recurso básico para probar nuestra oferta educativa con los estudiantes y
con los colegas. Porque, en realidad, no sólo de textos y otros materiales se trata,
sino también de la clase misma. No hemos asumido, por ejemplo, el valor de la
presencia de otros educadores, y alumnos avanzados, en nuestros cursos para que
nos sirvan de interlocutores a fin de revisar los procedimientos pedagógicos y el
desenvolvimiento de los jóvenes en el aula.
Validar implica confrontar experiencias y materiales con los demás, de manera
abierta, sin el temor al ridículo o a la crítica. Pero la tarea no termina allí, porque se
trata, fundamentalmente, de corregir todo lo que sea necesario para lograr, por
ejemplo, una mayor comunicabilidad.
Eso no es sencillo, por supuesto. No siempre quien produce un material está
dispuesto a cambiarlo. Nos toca vencer muchas resistencias y hábitos de
aislamiento y soledad en nuestra práctica. Pero cuando se logra superar esas
trabas, cabe la posibilidad de avanzar sobre nuestras virtudes y sobre la corrección
de nuestras fallas.
Tarea pública, de cara a los demás, la nuestra, con la responsabilidad de asumir las
observaciones y las críticas para crecer en el interaprendizaje.

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