Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ir a la navegación
Ir a la búsqueda
Vulcano (en latín, Volcānus, Volchanus, Volkanus)1 es el dios romano del fuego,2 además de
patrón de los oficios relacionados con los hornos en la religión de la Antigua Roma.3456Pertenece
a la fase más antigua de la religión griega; de hecho, Marco Terencio Varrón señaló, citando los
Annales pontificum, que el rey Tito Tacio había dedicado altares a una serie de divinidades entre
las que se encontraba Vulcano.7
Con el tiempo, Vulcano sufrió un proceso de identificación con el dios griego Hefesto hasta que, en
el periodo clásico, asimiló sus características.1 Por dicho motivo, su genealogía en la tradición
latina es complicada. Según las diferentes versiones del mito, se le ha considerado padre de
Céculo, Caco, Servio Tulio,1 Júpiter9 y Perifetes; hijo de Juno y de Júpiter; y amante de la esclava
Ocresia y las diosas Maya,10 Mayesta,11 Fortuna y Feronia.912
Índice
1 Etimología
2 Naturaleza
3 Genealogía
4 Culto y presencia
5 Vulcanalia
7 Vulcano en Alabama
8 Véase también
9 Referencias
10 Bibliografía
11 Enlaces externos
Etimología
La etimología de su nombre no está clara. Terencio Varrón, en De lingua latina, sostenía que
provenía de algunos términos latinos relacionados con el rayo (fulgere, fulgur, fulmen), que en
cierto modo, está relacionado con el fuego.7 Es frecuente encontrar su nombre acompañado de
tres epítetos: Mulciber (qui ignem mulcet) –«el que ablanda los metales»–1314 y Quietus15 y
Mitis16 –ambos significan «tranquilo»–1718 que se utilizaban para intentar ganarse el favor del
dios evitando su acción destructiva, por ejemplo, en los incendios.19
Hasta mediados del siglo XX se pensaba que no se trataba de una palabra latina. Las primeras
explicaciones etimológicas de su nombre se dieron por razones fonéticas: Arthur Bernard Cook,
especialista en historia de las religiones, lo relacionó con el cretense Velkhanos, dios de la
naturaleza y el inframundo;20 teoría que fue refutada por el lingüista especializado en
indoeuropeo Wolfgang Meid en 1961.21 En 1994, el autor francés Gérard Capdeville recuperó
dicha posibilidad etimológica luego de encontrar una continuidad entre Velkhanos y el etrusco
Velchans: en este caso, el dios minoico sería una deidad joven, señor del fuego y compañero de la
Diosa Madre.22 Otra hipótesis es la del lingüista y mitógrafo Christian-Joseph Guyonvarc'h, que
propuso relacionarlo con el antropónimo irlandés Olcán (en grafía ogámica, Ulccagni, en
genitivo).23
Por su parte, el lingüista soviético Vasili Abáyev lo comparó con el osetio Wærgon, variante del
nombre de Kurdalægon, un herrero mitológico de la saga de los Nart. En relación con ello, el
filólogo francés Georges Dumézil señaló que la forma Kurdalægon es estable y tiene el significado
de «herrero de la familia Alaeg» (kurd, «herrero» + -on «de la familia» + Alaeg, nombre de una de
las familias nárticas), pero consideró que la teoría de Abáyev no era aceptable, puesto que aunque
Kurdalægon y Wærgon son el nombre del mismo dios, esta última forma solo se ha encontrado
registrada en una ocasión. Es decir, según Dumézil, el hecho de que la forma Kurdalægon sea
frecuente y que Wærgon sea la excepción hace suponer que la teoría de Abáyev está
equivocada.24
Naturaleza
Vulcano forjando los rayos de Júpiter de Rubens.
No se conoce con precisión cual es la auténtica naturaleza del dios debido a que, por un lado, sus
orígenes no están claros, como sucede con la etimología de su nombre, y por otro, en el periodo
clásico, Vulcano asimiló las características del dios griego Hefesto. De una forma general, se puede
afirmar que Vulcano era el dios del fuego1 pero también de la elaboración de los metales.25 En
Creta se veneraba a Velkhanos, dios de la naturaleza y de los infiernos. Se ha planteado la
posibilidad de que Vulcano proviniera de Creta, del Mediterráneo oriental a través de Etruria, por
lo que su naturaleza original sería la de Velkhanos.26
Según Georges Dumézil, la verdadera naturaleza de Vulcano se explicaba con la teoría de los tres
fuegos de los Vedas, que proponía que para celebrar un sacrificio se debían encender tres
hogueras. Una se conocía como «fuego del amo de la casa», representaba al sujeto que realizaba
el sacrificio y servía para encender los demás fuegos. Otra era el «fuego de las ofrendas», que
llevaba el sacrificio a los dioses por medio del humo. La última era el «fuego de la defensa» o
«fuego de la derecha» o «del sur», que estaba situado en el límite del área destinada al sacrificio y
servía como baluarte contra el ataque de los espíritus malignos.27 Dumézil señaló que esta
tradición se conservó también en Roma, donde los primeros dos fuegos representaban a Vesta
mientras que el tercero era Vulcano.28 De esta forma, Vulcano constituiría el fuego que devora y
destruye, dirigido hacia las potencias hostiles. Esta teoría daba respuesta a la pregunta que se
hacía Plutarco,29 es decir, por qué los templos de Vulcano tenían que estar construidos fuera o en
límite exterior de las murallas, como es el caso, por ejemplo, del Volcanal. Además, conseguía
explicar también por qué a Vulcano se le entregaban las armas y los restos del enemigo tomados
del campo de batalla,30 que eran quemados ser aniquilados; también se le entregaban las armas
de los supervivientes de las Devotio.31
Vulcano es el patrono de los oficios relacionados con los hornos, como cocineros, panaderos y
pasteleros. De este patronazgo se encuentran registros escritos en Plauto;3 en Apuleyo, cuando
aparecía el cocinero en las bodas de Amor y Psique;4 y en el poemilla de Vespa presente en la
Antología latina, que narraba una contienda entre un panadero y un cocinero.5
Genealogía
Al confrontar los diversos relatos mitológicos, el arqueólogo Andrea Carandini consideró que Caco
y Caca fueron hijos de Vulcano y de una divinidad o de una virgen local, de la misma forma que
Céculo. Según Carandini, Caco y Caca representaban, respectivamente, el fuego metalúrgico y el
fuego doméstico, proyecciones de Vulcano y Vesta. Estos relatos mitológicos se remontarían al
periodo preurbano del Lacio y establecerían una genealogía doble: en el plano divino Vulcano
fecundó a una diosa virgen y engendró a Júpiter, el soberano divino; en el plano humano, Vulcano
fecundó a una virgen local, probablemente a una princesa, y engendró a un jefe.38 La primera
atestación de una asociación ritual entre Vulcano y Vesta se remonta al lectisternio del 217 a.C.39
Otras pistas que parecen confirmar este vínculo son la proximidad entre los dos santuarios y la
afirmación de Dionisio de Halicarnaso de que ambos cultos habían sido introducidos en Roma por
Tito Tacio para cumplir con un voto que había hecho en batalla.40
También se relaciona a Vulcano con dos divinidades femeninas antiguas, Stata Mater,12 que es
probablemente la diosa que detiene los incendios, y Maya,10 cuyo nombre según el helenista H. J.
Rose derivaba de la raíz MAG, por lo que debía interpretarse como la diosa que controlaba el
crecimiento, quizás el de las cosechas.26 Macrobio hizo referencia a la opinión de Cincio para
defender que la compañera de Vulcano era Maya, justificando esta afirmación a partir del hecho
de que el flamen Vulcanalis hacía un sacrificio a Maya durante las calendas de mayo; mientras que
según Pisón la compañera del dios no era Maya sino Mayesta.11 Por último, Gelio también asoció
a Vulcano y a Maya, basándose en los libros de oraciones que se usaban en sus tiempos.10
Culto y presencia
El templo principal y más antiguo de Vulcano en Roma era el Volcanal, situado en el area Volcani,
una zona al aire libre a los pies de la Colina Capitolina, en la esquina noroccidental del Foro
Romano, donde se ubicaba un altar dedicado al dios y un fuego perenne. Según la tradición
romana, Rómulo hizo el Vulcanal y allí ubicó una cuádriga de bronce para Vulcano, un trofeo de
guerra conquistado tras la derrota de los fidenas dieciséis años después de la fundación de Roma
—aunque según Plutarco la guerra en cuestión fue contra Cameria—. Rómulo también colocó una
estatua de sí mismo con una inscripción redactada en caracteres griegos que incluía una lista de
sus éxitos.41 En esta última estatua, según Plutarco, Rómulo estaba coronado por la diosa
Victoria.42 Además el rey habría plantado en el santuario un árbol de loto sagrado, que existía
todavía en tiempos de Plinio el Viejo y se decía que era tan antiguo como la propia ciudad.8 Se ha
planteado la hipótesis de que el templo se remonte a la época en la que el Foro estaba todavía
fuera de la ciudad. Tito Livio menciona el Volcanal en dos ocasiones en relación con unas extrañas
lluvias de sangre, la primera en 183 a. C.43 y la segunda en 181 a. C.44
A principios del siglo XX fueron encontrados restos de cimientos construidos en toba volcánica
detrás del Arco de Septimio Severo y que probablemente pertenecían al Volcanal, además de
restos de una especie de plataforma rocosa de 3,95 metros de longitud y 2,80 metros de anchura,
que había sido cubierta de cemento y pintada de rojo. Su superficie superior estaba socavada de
pequeños canales y enfrente se encontraron los restos de un canal de drenaje hecho de lastre de
toba. Se planteó la hipótesis de que se tratara del altar de Vulcano. La roca mostraba signos de
daños y de reparaciones y en la superficie había algunas cavidades redondas y descuadradas que
guardaban una cierta semejanza con las tumbas y que han sido consideradas como tales por
algunos autores.54 El arqueólogo alemán Friedrich Von Duhn, después del descubrimiento de
antiguas tumbas de cremación en el Foro, defendió que el Volcanal era en su origen el lugar donde
se quemaban los cadáveres.55
También se erigió otro templo a Vulcano antes del 215 a.C. en el Campo de Marte, en el Circo
Flaminio donde se realizaban los juegos en su honor durante los Vulcanalia. Vitruvio afirmó que
también los augures etruscos prescribían en sus libros que se construyeran los templos a Vulcano
fuera de las murallas de las ciudades para evitar que el fuego se dirigiera hacia las casas.56
Culto en Ostia
La Solfatara en Pozzuoli.
En Ostia, el culto de Vulcano era el más importante de la ciudad,1 así como lo era su sacerdote,
denominado Pontifex Volcani et Aedium Sacrarum, que tenía el control de todos los edificios
sagrados de la ciudad57 y concedía o negaba el permiso de la erección de estatuas dedicadas a las
divinidades orientales. El pontífice de Vulcano era nombrado de forma vitalicia, probablemente
por la junta de los decuriones, y su posición correspondía a la del pontífice máximo de Roma.
Asimismo, era la máxima posición de la carrera administrativa de la ciudad de Ostia. De hecho, se
elegía de entre las personas que ya habían ostentado un cargo público en la ciudad o a nivel
imperial. El pontífice de Vulcano era la única autoridad que disponía de un cierto número de
ayudantes, más concretamente, de tres pretores y dos o tres ediles, cargos religiosos que, aunque
compartían el nombre con los cargos civiles de pretor y edil, tenían funciones diferentes.58 Con
base en una inscripción fragmentaria encontrada en Annaba, la antigua Hippo Regius,59 se
considera probable que el escritor Suetonio haya ostentado el cargo de Pontifex Volcani.60
Hay otras referencias a Vulcano fuera de Roma. Gracias a Estrabón se sabe que en Pozzuoli había
una zona denominada en griego ágora de Hefesto (Forum Volcanes en latín), una llanura
caracterizada por numerosas desembocaduras de vapor volcánico, donde se ubica la Solfatara.61
Además, Plinio el Viejo indicaba que en las proximidades de Módena el fuego salía de la tierra en
los días dedicados a Vulcano.62
Vulcanalia
A propósito de la fecha del 23 de agosto, el historiador Apiano relató cómo el 23 de agosto de 153
a. C. tuvo lugar el primer enfrentamiento entre el ejército romano, al mando de Quinto Fulvio
Nobilior, y el ejército celtibérico de segedenses y numantinos al mando de Caro de Segeda. El
resultado de esta primera batalla fue favorable a los celtíberos y desde entonces Roma declaró
este día como nefasto y decidieron evitar batallar en esa fecha.68 Desde el año 2002, en el
municipio aragonés de Mara, la antigua Segeda, se celebra una recreación de aquella batalla
histórica, llamada, precisamente, Vulcanalia.6970
Vulcano se asimiló al dios griego Hefesto y asumió sus características. En la Edad Clásica adquirió
también su genealogía; empezó a ser considerado hijo de Júpiter y de Juno y esposo de Venus. Ya
el poeta Lucio Accio en su Philocteta Lemnius llamó a Lemnos, la isla de Hefesto, con el apelativo
de Vulcania.71
En la Eneida, Virgilio mezcló temas arcaicos romanos con otros helenizantes: por una parte,
Vulcano se identificó con la furia del fuego que quema los barcos72 o con las chispas que
centellean en las antorchas73 siguiendo la tradición romana, y por otra, se identificó con el dios
griego Hefesto al ser llamado «el dios de Lemnos». En la misma obra también se reveló otro
episodio helenizante en el que la diosa Venus sedujo a Vulcano para convencerlo de abastecer de
armas a Eneas.74 El dios aceptó y corrió a la isla de Lipari bajo la que los cíclopes fraguaban las
armas para los dioses. Vulcano les ordenó interrumpir el trabajo y dedicarse enteramente a la
fabricación de armas para Eneas,75 entre las que se encontraba un escudo en el que se grabaron
los principales acontecimientos de la historia romana desde Rómulo hasta Augusto.76
También en Ovidio había un mezcla similar entre el mito romano y el griego: en Las Metamorfosis,
Vulcano era asociado a la violencia del fuego77 y a las llamas que salían de la nariz a los toros
mitológicos que Jasón debía combatir para obtener el vellocino de oro,78 temas de origen
romano; mientras que después se le atribuía la paternidad de Perifetes, hijo de Hefesto.79
En la literatura latina del siglo III, Vulcano estaba ya totalmente identificado con Hefesto. Es el caso
del De concubitu Martis et Veneris de Reposiano, un poema contenido en la Antología latina, que
cuenta el episodio homérico del descubrimiento de la traición de Venus con Marte. Es decir, se
narraba el mito griego con la única salvedad de que los dioses recibían su nombre romano en lugar
del original griego.80 La unidad de Vulcano con Hefesto permaneció en los siglos siguientes. Es
reconocible, por ejemplo, en las numerosas representaciones de Vulcano en el arte del
Renacimiento y en el arte de la Edad Moderna como La fragua de Vulcano, pintura de Diego
Velázquez (1630)81 o en algunas obras de épica burlesca de la literatura italiana como La rete di
Vulcano de Ferrante Pallavicino, publicada en 1640 o la obra con el mismo título de Domenico
Luigi Batacchi, publicada en 1812. En todas ellas se relata el mito griego de la infidelidad de
Afrodita a Hefesto.82
Vulcano en Alabama
En el siglo XX, la ciudad estadounidense de Birmingham erigió una estatua de Vulcano de hierro
fundido que se encuentra en la cima de la Red Mountain («Montaña Roja»), en el interior del
Vulcan Park, desde el que observa la ciudad. Mide diecisiete metros, y está situada en un pedestal
de treinta y ocho metros, de tal forma que constituye la mayor estatua de hierro fundido del
mundo y se ha convertido en un símbolo de la ciudad.83
Es obra de Giuseppe Moretti (1857-1935), escultor de origen italiano, que la diseñó para la
Exposición de San Luis de 1904 como símbolo de la actividad industrial de la ciudad. Tras el
evento, fue devuelta a Birmingham. En 1936 se la situó en su actual ubicación.84 Con el paso de
los años la estatua comenzó a presentar signos de deterioro y sobre todo de formación de óxido,
por lo que entre octubre y noviembre de 1999 fue desmontada en varias piezas y sometida a una
restauración financiada por la comunidad.84 La operación de desmontaje tuvo dificultad por la
presencia del cemento que se había colocado en las piernas de la estatua para estabilizarla. El
proyecto de restauración recibió un premio de la National Trust for Historic Preservation en
2006.85 Tras la restauración, se volvió a colocar la estatua en su lugar en el 2003 y, en el 2004, año
del centenario, el Vulcan Park volvió a abrirse al público.84
Véase también
Volcanal
Vulcanalia
Hefesto
Ramos Crespo, Juan María (1990). «Las Volcanalia: un dios debe ser aplacado.». Estudios
Humanísticos. Filología. (12): 152.
«Jean-Frédéric Lespect, nota n.º 5 a su edición de Iudicium coci et pistoris iudice Vulcano» (en
francés). Consultado el 12 de julio de 2019.
Mastrocinque, Attilio (1993). Romulo. La fondazione di Roma tra storia e leggenda. Este: Zielo
Editore.
Gelio, Aulo. «§23, 2». Noches áticas. Libro XIII. cfr. Maiam Volcani. Archivado desde el original el
10 de septiembre de 2006.
Grupo Tempe (1998). Los dioses del Olimpo. Madrid: Alianza. p. 216. ISBN 84-206-3648-7.
Festo (1846). De verborum significatu (M. A. Savagner, trad.). Libro XI. cfr. Mulciber. p. 245.
«Dizionario latino-italiano Olivetti, voz Mitis» (en italiano). Consultado el 12 de julio de 2019.
«Dizionario latino-italiano Olivetti, voz Quietus» (en italiano). Consultado el 12 de julio de 2019.
Daniels, Kimberly (2014). El diccionario sobre los demonios. Volumen 2. Casa Creación. p. 166.
ISBN 978-1-62136-872-4.
Cook, Arthur Bernard (1925). Zeus: a Study in Ancient Religion 2. p. 946 y siguientes.
Meid, Wolfgang (1961). «Etr Velkhans - lat. Vulcanus». Indogermanische Forschungen (66): 259-
266.
Capdeville, Gérard (1994). Volchanus. Rechérches comparatistes sur le culte de Vulcain. Roma.
Guyonvarc'h, Christian-Joseph (1969). Le nome de la forme dans les langucs celtiques (91). p. 364.
Dumézil, Georges (1925). La religione romana arcaica. cfr. nota 12. Milán: Rizzoli. p. 284.
Herbert Jennings, Rose (1995). Dizionario di antichità classiche. cfr. lema Vulcano.
Blanco Freijeiro, Antonio (1985). «Los dioses indoeuropeos». Historia (Centro Virtual Cervantes) 16
(108): 105-112. Consultado el 11 de enero de 2019.
Dumézil, Georges (1925). La religione romana arcaica. Milán: Rizzoli. p. 277 y siguientes.
Servio. «Capítulo 562». Comentario a la Eneida. Libro VIII. Archivado desde el original el 29 de
septiembre de 2007.
Catón el Censor. Origines. fragmento 65. citado en «§681». Scholia Vergilii Veronensia. Libro VIII.
cfr. apartado 16. p. 438.
Champeaux, Jacqueline (1982). «Fortuna, I». Fortuna dans la religion romaine archaïque. Roma:
Ecole française de Rome.
Carandini, Andrea (1997). «§45». La nascita di Roma. Turín: Einaudi. p. 52. ISBN 88-06-14494-4.
Diccionario Ilustrado: Latín. Latín - Español. Español - Latín. VOX. 2008. p. 485. ISBN
9788483321942.
Diccionario Ilustrado: Latín. Latín - Español. Español - Latín. VOX. 2008. p. 247. ISBN
9788483321942.
Gelio, Aulo. «§5». Noches áticas. libro IV. Archivado desde el original el 9 de septiembre de 2006.
Ball Platner, Samuel (1929). A Topographical Dictionary of Ancient Rome. Londres: Oxford
University Press.
Klaus Dieter Weiss (2003). Bothe, Richter, Teherani. Ed. Birkhauser Verlag. p. 15-16. ISBN 978-3-
7643-6629-2.
Ministero per i Beni e le Attività Culturali (2010). «Boletín de Arqueología online» (en italiano).
Archivado desde el original el 27 de abril de 2018. Consultado el 26 de abril de 2018.
Pavolini, Carlo (1986). La vita quotidiana a Ostia. Roma-Bari: Laterza. ISBN 88-420-4817-8.
Suetonio (1994). «Introduzione». En Gianfranco Gaggero, ed. Vida de los doce Césares. Milán:
Rusconi. ISBN 88-18-70081-2.
Varrón. De Lingua Latina. Libro VI. Archivado desde el original el 19 de octubre de 2006.
Dumézil, Georges (1989). Feste romane. Génova: Il Melangolo. p. 70. ISBN 88-7018-091-3.
El periódico de Aragón (27 de agosto de 2007). «Mara recrea la batalla entre celtas y romanos».
Ovidio. «§251». Metamorfosis. Libro IX. Archivado desde el original el 16 de julio de 2013.
Consultado el 8 de abril de 2018.
Ovidio. «§104». Metamorfosis. Libro VII. Archivado desde el original el 16 de julio de 2013.
Consultado el 8 de abril de 2018.
Ovidio. «§437». Metamorfosis. Libro VII. Archivado desde el original el 16 de julio de 2013.
Consultado el 8 de abril de 2018.
«La red de Vulcano, Domenico Luigi Batacchi]]». 1937. Consultado el 13 de julio de 2019.
Glionna, John M. (12 de abril de 2015). «Birmingham Vulcan» [La estatua de Vulcano de
Birmingham, a menudo objeto de chistes, sigue siendo querida]. Los Angeles Times (en inglés).
Consultado el 11 de abril de 2018.
«Timeline | Vulcan Park & Museum: Birmingham, AL» [Cronología | Parque de Vulcano y Museo:
Birmingham, Alabama]. VisitVulcan.com (en inglés). Consultado el 1 de mayo de 2018.
National Trust for Historic Preservation (2 de noviembre de 2006). «Vulcan Park» [National Trust
presenta el premio de Honor al Vulcan Park de Birmingham, Alabama] (en inglés). Archivado desde
el original el 7 de septiembre de 2012. Consultado el 11 de abril de 2018.
Bibliografía
Fuentes clásicas
Apuleyo. Metamorfosis.
Macrobio. Saturnales.
Ovidio. Fastos.
Ovidio. Metamorfosis.
Plauto. Aulularia.
Suetonio (1994). Gianfranco Gaggero, ed. Vida de los doce Césares. Milán: Rusconi. ISBN 88-18-
70081-2.
Virgilio. Eneida.
Fuentes modernas
Ball Platner, Samuel (1929). A Topographical Dictionary of Ancient Rome. Londres: Oxford
University Press.
Capdeville, Gérard (1994). Volchanus. Rechérches comparatistes sur le culte de Vulcain. Roma.
Champeaux, Jacqueline (1982). Fortuna dans la religion romaine archaïque. Roma: Ecole française
de Rome.
Cook, Arthur Bernard (1914-125). Zeus: a Study in Ancient Religion. Roma: École française de
Rome.
Dumézil, Georges (1977). La religione romana arcaica. Milán: Rizzoli. ISBN 88-17-86637-7.
Herbert Jennings, Rose (1995). «Vulcano». Dizionario di antichità classiche (Turín: San Paolo). ISBN
88-215-3024-8.
Mastrocinque, Attilio (1993). Romulo. La fondazione di Roma tra storia e leggenda. Este: Zielo
Editore.
Meid, Wolfgang (1961). «Etr Velkhans - lat. Vulcanus». Indogermanische Forschungen (66).
Pavolini, Carlo (1986). La vita quotidiana a Ostia. Roma-Bari: Laterza. ISBN 88-420-4817-8.
Weiss, Klaus-Dieter (2003). Bothe, Richter, Teherani. Ed. Birkhauser Verlag. p. 15-16. ISBN 978-3-
7643-6629-2.