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Queridos Abuelo y Abuela

hace mucho no les escribo pero espero eso no les haga dudar que
permanecen constantemente en mi recuerdo y mejores deseos. Ahora
estoy en una ciudad al Oeste de São Paulo, en el mismo estado,
llamada Campinas. Estoy en la casa de unos amigos dentistas que me
van a operar las cordales. De aquí iré a Brasilia, la capital a
comenzar un trabajo con un amigo. Mis planes académicos se
desarrollan de igual manera pero sobre esos prefiero hablar solo
cuando se hayan concretado.

Y así va pasando el tiempo, desde que salí de Colombia hace casi dos
años es maravilloso lo que el camino me ha traído y aunque no espero
que lo entiendan del todo porque bien imagino lo extraño que desde
allí debe verse mi viaje, espero confíen en la veracidad de mis
palabras: la felicidad y la paz están aquí y ahora, pero si no
hacemos nada para verlas y alcanzarlas ellas se disuelven en medio de
las convenciones sociales de lo que debe ser una vida bien vivida.
Encontré un rumbo que me llena de felicidad y de paz, no me atrevería
a resumirlo con mis palabras porque las palabras carecen del poder de
la experiencia pero en las palabras antiguas de aquel que mostró el
camino este podría definirse básicamente como

“No realizar acciones insalubres,


realizar acciones benéficas,
y purificar la mente”

así de simple y así mismo de una profundidad y sutileza


indescriptibles (luego si quieren puedo enviarles más aforismos y
textos).

Quería compartir con ustedes este fragmento de mi vida ahora.


Contarles que mi corazón está lleno de gratitud por ser ustedes
quienes pacientemente y con la más bella de las intenciones crearon a
quien a su vez me criaría a mi. Mucha gratitud y mucho amor para
ustedes.

Para despedirme quería también citar a Foucault, aprovechando que lo


encontré en un libro que estoy leyendo hace un tiempo en el cual
hablando sobre la vejez dice

“(...) es preciso comprender que no hay que considerarla [a la vejez]


como un término en la vida y tampoco percibirla como una fase en la
cual la vida mengua. Al contrario, la vejez debe considerarse como
una meta, y como una meta positiva de la existencia. Hay que tender
hacia ella, y no resignarse a tener que afrontarla algún día. Con sus
formas y valores propios, ella debe polarizar todo el curso de la
vida”

Espero se encuentren bien y reciban un cariñoso abrazo que envío


junto a este breve mensaje.

Germán.

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