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ISSN: 1794-3841
revistahallazgos@usantotomas.edu.co
Universidad Santo Tomás
Colombia
Aceptado: 1 de abril de 2016 Esta reflexión rehúnde sus raíces en la tensión original de la
conciencia con su correlato, esto es, de la conciencia como con-
ciencia de algo. Sobre este pilar de la fenomenología husserliana,
Sartre construye las estructuras del para-sí que, en la segunda y
en la tercera parte de El ser y la nada, enmarcan esa tensión en-
tre la nada humana como para-sí y el en-sí como ser macizo. Esa
conciencia, por tanto, pasará a ser una conciencia de nada como
conciencia refleja, permitiendo que se instaure en esa relación on-
tológica con el ser una ausencia en la comprensión total de la
condición humana. En esta perspectiva se construirá una onto-
logía del obrar humano como construcción de un ser personal
siempre aplazado, es decir, ausente. Esta reflexión pretende, por
tanto, una lectura del texto que vincule la intencionalidad como
pilar de la fenomenología con el concepto de ausencia como com-
ponente subyacente a la tensión en-sí−para-sí. El texto se divide
en tres momentos: la nada, la ausencia y el ser; la ausencia como ne-
gatividad creadora; y el obrar ontológico.
* Este artículo tiene es producto de la investigación de Maestría en Filosofía, presentada en la Universidad Pontificia Bolivariana, sede Medellín en el
año 2012.
** Doctor y Magíster en Filosofía, Filósofo y Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Pontificia Bolivariana, sede Medellín. Se ha desempeñado
como docente de cátedra en la Facultad de Filosofía de la universidad en mención. Su investigación se centra en la filosofía francesa del siglo XX,
hermenéutica, estética y la relación filosofía-literatura. ID ORCID: 0000-0001-5782-2732 E-mail: waymes4@hotmail.com
HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 14, N.° 27 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 93-110 93
Intencionalidad y ausencia en El Ser y La Nada de Jean-Paul Sartre
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Wilfer Alexis Yepes Muñoz
Accepted: April 1, 2016 Esta reflexão afunda suas raízes na tensão original da consciên-
cia com seu correlato, isto é, da consciência como consciência de
algo. Sobre este pilar da fenomenologia husserliana, Sartre cons-
trói as estruturas do para-si que na segunda e na terceira parte de
O ser e o nada, delimitam essa tensão entre a nada humana como
para-si e o em-si como ser maciço. Esta consciência, por tanto,
passará a ser uma consciência de nada como consciência reflete,
permitindo que se instaure em essa relação ontológica com o ser
uma ausência na compressão total da condição humana. Nesta
perspectiva se construirá uma ontologia do obrar humano como
construção de um ser pessoal sempre adiado, aliás, ausente. Esta
reflexão pretende, por tanto, uma leitura do texto que vincule a
intencionalidade como pilar da fenomenologia com o conceito
de ausência como componente subjacente à tensão em-si-para-si.
O texto se divide em três momentos: a nada, a ausência e o ser; a
ausência como negatividade criadora; e o obrar ontológico.
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libres de cesar de ser libres» (Sartre, 2008, p. al esfuerzo cotidiano que da fe de su bús-
599). Tenemos que cargar con el peso de un queda del principio partiendo de un núcleo
suelo ontológico. La libertad sería ese pun- que no puede cerrarse, porque siempre está
to de partida en tanto nada que se nihiliza escindido. En la libertad, siendo núcleo o
a sí misma como ser pleno. En efecto, en- fundamento del ser del hombre, toda acción
contramos que, en la apuesta de Sartre, esa es susceptible de reactivación, toda acción
libertad es un suelo que se agita y admite es un poner en el en-sí la necesidad de ha-
–incluso exige– el obrar como parte esencial cerse con la necesidad de crearse sin fin. Ese
del arrojamiento. creador que es la misma nada, en su crea-
ción –creación de nada y de ser–, descubre
No llegamos a la esencia como al atardecer
la responsabilidad insalvable de hacerse.
de la vida. No arrancamos de las acciones
un sentido, una huella y una influencia ¿Llegaremos a pensar la esencia como quie-
compleja de un en-sí que nos recordó siem- tud equiparada a la muerte? ¿Será suficiente
pre la nada, la intencionalidad profunda- comprender la condición humana en El ser y
mente humana que subyace a todo progra- la nada a partir de la ausencia? Si es suficien-
ma epistémico. No miramos con los ojos de te la ausencia, ¿qué obstáculos hallaremos a
la esencia, de un ser propio que es prestado. nuestro paso? ¿Tendremos que aceptar la
Miramos el mundo como quien avizora su nada como núcleo que vence la idea de un
propia imagen. Pero el existencialismo nos ser pleno que no nos corresponde? Avan-
entrega una ruptura frente a la teoría del cemos en la respuesta a estos interrogantes
conocimiento: conocer, tender por naturale- dividiendo la reflexión en tres momentos,
za a conocer envuelve una intencionalidad recurriendo a algunos estudios de la obra
existencial: ese hombre arrojado es la nada, de Sartre y centrándonos principalmente
su propia nada. Ahora bien, esta nada no es en los planteamientos de su obra de 1943: el
alguien estable. Esta nada se impulsa a ser, primer momento, lo llamaremos la nada, la
aunque tiene que nadificarse. Tiene que ha- ausencia y el ser: el segundo, por la cercanía
cerse nada. Y a pesar de llenarse, de histo- de la ausencia con el obrar, la ausencia como
rizarse, es un vaciamiento, un conocimiento negatividad creadora y, finalmente, el obrar
de nada, un reconocimiento de su ausencia. ontológico.
El hombre es la ausencia, la falta de ese ser
que posibilita su obrar. La nada, la ausencia y el ser
Reactivemos la idea de un hombre com-
Al hablar de la conciencia tenemos que re-
plejo, problemático e indeterminado que
mitirnos a la nada. La conciencia por sí sola
interpretaremos en un trasfondo de intere-
no es posible, ni siquiera pensable; es siem-
ses ontológico-antropológicos. Un hombre
pre una nada referida, una nada que tiene
siempre remitido, tematizante del en-sí, de
que nihilizarse como nada y como ser. De
intencionalidades que configuran el conoci-
este modo, cuando aludimos a la concien-
miento más como una búsqueda de sentido
cia, tenemos que incluir su correlato: «toda
que como una odisea de la verdad. En efec-
conciencia, como lo ha mostrado Husserl, es
to, este hombre inesencial nos remite al vacío,
conciencia de algo. Esto significa que no hay
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conciencia que no sea posición de un objeto es suprimida. Nuestra hipótesis es que a esa
trascendente, o, si se prefiere, que la con- nada y a ese ser subyace la ausencia. Para
ciencia no tiene «contenido» (Sartre, 2008, nosotros, la existencia consiste en esa au-
p. 18). Por este motivo, nuestra visión del sencia, en esa oscilación de conocimiento y
mundo como incorporación de la concien- de re-conocimiento a pesar de no encontrar
cia, incluso como su ser, un ser intenciona- una habitación segura a su paso que le per-
do, descentrado, envuelve no solo el en-sí, mita reconocerse plena en el conocimiento y
sino también una nada que más allá de un en la construcción de posibilidades; esa ten-
programa cognoscitivo se arraiga en una sión queda reducida a proyecto. El ser y la
intención profunda: el ser, la ausencia (Sartre, nada, mi nada y mi ser quedan en tensión.
2008, p. 211). Claro está, aunque la atraviesa
Teniendo en cuenta las reflexiones prelimi-
una ausencia de orden ontológico, preferi-
nares en torno a la ausencia, tenemos que
mos el nombre ausencia, ya que en este con-
preguntar: ¿por qué la condición humana
cepto inscribiremos la tensión subyacente a
del para-sí puede concebirse en términos de
ese ser y a esa nada.
ausencia? ¿Cómo entiende Sartre esta ausen-
En este trayecto subordinaremos el cono- cia? ¿Qué elementos de esta propuesta se
cimiento y la configuración del en-sí a una acercan a la relación primordial nada-ser?
intención profunda que construye y afirma el Comenzar a plantear una reflexión sobre la
ser del en-sí como plenitud, pero al mismo ausencia desde El ser y la nada implica entrar
tiempo como el reflejo de una problemati- a las condiciones de posibilidad de esa rela-
zación que aparece justo en el momento en ción en-sí-para-sí, a las intenciones profundas
que la conciencia nihiliza el en-sí, buscando que encontramos al hablar de un conoci-
e incluso pre-ocupando su ser. En esa in- miento más humano para superar el idea-
tención profunda existe un llamado del ser, lismo que criticó Sartre de sus maestros más
sumado a un llamado a ser. Cuando somos cercanos, especialmente Husserl, incluso de
conscientes de este llamado en una relación, una tradición filosófica que justificó el hom-
en una intención de cosas, descubrimos tam- bre a partir de una determinación esencial.
bién que Sartre emprendió la construcción Para ilustrar esta afirmación, transcribamos
de sus categorías en un plano humano del la crítica que plantea Sartre contra Leibniz:
conocimiento, enmarcando así su postura
Pero hay aquí un error análogo al que
de existencialista, es decir, pasando de la
señalábamos antes en Leibniz, aun-
conciencia como conciencia de algo a esa nada
que situado en el otro extremo de la
que se constituye a sí misma en el obrar.
existencia. Para Leibniz, somos libres,
En ese juego serio de la existencia, la nada puesto que todos nuestros actos ema-
que nos revelamos y el ser que nos urge, nan de nuestra esencia. Pero basta que
incluso el ser que nos instiga aparece como nuestra esencia no haya sido elegida
posibilidad, es decir, como mi ser, un de- por nosotros para que toda esa liber-
venir aplazado, nunca logrado, y mi nada, tad de detalle recubra una total servi-
que reconoce, se llena, actúa, elige, aunque dumbre: Dios ha elegido la esencia de
siempre tiene que vaciarse. Su necesidad no Adán. (Sartre, 2008, p. 728)
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En la intención de cosas, el para-sí tematiza no es tomar el ser por el cuello. Así, el ser
realizando una primera negación: se ha- del conocimiento no coincide con el ser del
ce-en-el-mundo, respondiendo a su arro- para-sí. Recurrimos a una especie de vacia-
jamiento originario; existe en la medida en miento. Ser-en-el-mundo consiste en inten-
que hace posible ese mundo. Pero hacer po- cionar la conciencia, desplegarla, sacarla,
sible el mundo mediante la intención de cosas desprender de la intencionalidad temati-
no significa hacer posible mi ser: «la realidad zante una negación de sí. Por tal motivo, la
humana, siendo acto, no puede concebirse conciencia deviene conciencia de nada. No
sino como ruptura con lo dado, con su ser. corresponde con el correlato; solo se hace
Ella es el ser que hace que haya algo dado, posible en la situación de un hacerse fuera,
rompiendo con ello e iluminándolo a la luz de un jugar a ser a partir de la negación. Su
de lo aún-no-existente» (Sartre, 2008, p. 650). actitud de apropiación recobra algo más:
en la relación en-sí-para-sí, mi ser y mi nada
Esta ontología está situada del lado del va- nunca confluyen. Así la intención profunda
ciamiento; la posesión de entornos, expe- encierra un problema. Mi ser no es el en-sí,
riencias y tematizaciones no corresponde sino la necesidad de en-sí, la necesidad de
necesariamente al ser del hombre; no existe plenitud que cobija toda orientación onto-
una identificación con el mundo. Tenemos lógica de apropiación. Y el para-sí coincide
que aplicar la negación a esa relación. Pri- con la relación mi-ser-mi-nada. El para-sí está
mera negación, la negación del vaciamien- en tensión; una tensión que vacía la primera
to, la que tiene que habérselas con aquella tensión, que es posesión para crear una ima-
tensión que encuentra la nada, pero no la gen de no-correspondencia con la intención
ausencia. Esta intención consiste en llenar el originaria.
mundo de intenciones, hacer posible la signi-
ficación del ser y no tanto la posesión. Sartre La intención profunda es tensión originaria,
reclama también un conocimiento en el es- nos revela lo fallido, lo ausente, lo cons-
pacio de la negación: ciente, que es lo mismo que in-tensión, es
decir, la tensión de la existencia despren-
La cosa es, antes de toda comparación, dida de toda justificación anterior. En esta
antes de toda construcción, lo que está negatividad primera, que desprende la ne-
presente a la conciencia como no sien- gación profunda de la negación como en-sí
do conciencia. La relación originaria se refleja la necesidad de colmar lo faltante,
de presencia, como fundamento del de sustraer, de responder a una totalidad
conocimiento, es negativa. Pero, como desrealizada de suyo, de trascender y no
la negación viene al mundo por medio ser más que un fingimiento de ser cuando
del para-sí y la cosa es lo que es, en la juega en correlación. A veces conocer se
indiferencia absoluta de la identidad, convierte en un poner máscaras al para-sí,
la cosa no puede ponerse como siendo confundirlo con lo conocido, identificarlo
el para-sí. (Sartre, 2008, p. 252) con aquella imagen, con aquel residuo de
la intención de cosas.
Conocer no es coincidir con lo conocido, co-
nocer no es alivianar la necesidad; conocer Lo que el hombre niega no es el ser; el ser
no significa calmar la sed de ser; conocer es innegable. También la nada como un
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desprenderse. Pero al entrar en una nega- v. gr., una percepción. Esta es algo fác-
ción del ser enmarcado en la nada, la esen- tico, algo individual y temporal; es,
cia queda en suspenso. La esencia es algo pues, mi percepción en este momento y
negativo, como una imagen que se tiene, con una figura determinada: la percep-
pero una imagen teleológica. Digamos que, ción de este árbol. Pues bien, para lle-
en la intención profunda, sí es posible deli- var a cabo la reducción considero otras
mitar el sentido de la tensión, y el sentido percepciones reales o me imagino otras
de la tensión revela la temporalidad como posibles. En tales variaciones hago a un
condición necesaria de suspensión, pero, al lado lo variante: lo específico de cada
mismo tiempo, como un enfrentamiento de percepción individual, y retengo lo in-
la libertad. variante: lo común a todas ellas. Lo que
resulta de esta operación es la esencia
Podríamos comprender la ausencia en dos de la percepción en general, o sea, su
sentidos: en sentido positivo, como temati- eidos. (Cruz, 2001, p. 87)
zación del en-sí. Existe un interés primero
de negación en la reducción en-sí-para-sí. El Existe una escisión con la idealización de la
para-sí tiende al en-sí al mismo tiempo que conciencia para justificar el fenómeno y la
se distancia del en-sí. En este punto, la re- reducción fenomenológica. En este punto,
flexión de Sartre es mucho más cercana a Sartre se acerca a Heidegger. Por ello recu-
Husserl1 en cuanto toma de él la relación rre a la autenticidad y a la historicidad del
fenomenológica de la conciencia como in- Dasein, y lo hace precisamente para aproxi-
tentio o tendencia ineludible a su correlato. marse a la pregunta por el ser como lo ex-
Pero esa conciencia reduce el plano de la plica Uribe:
idealización, porque no podemos idealizar
Las nociones de autenticidad e histori-
la esencia en consonancia con una reducción
cidad, vinculadas al concepto de hom-
eidética como la explica Cruz:
bre, son las principales nociones que
En la reducción eidética, como lo indica Sartre toma de Heidegger. Simone de
su nombre, el reducendo es lo eidético y Beauvoir relata en sus memorias que
lo reducido lo psíquico como algo fác- Sartre leía a Heidegger desde princi-
tico. Esta reducción se logra mediante pios de 1939, en la traducción de Cor-
lo que Husserl llama el método de las bin y del texto alemán: «…Me explica-
variaciones. Tomo un hecho psíquico, ba lo que significaba la definición del
hombre como ‘ser de lejanías’ y cómo
1 Uribe expresa este vínculo citando a Colette Audry: «Colette Audry ‘el mundo se revela en el horizonte de
decía igualmente que «El ser y la nada era la obra de un joven filó-
los instrumentos descompuestos’…
sofo en rebelión contra una formación idealista y racionalista, bajo
la influencia de la fenomenología alemana; el libro de un solitario Sartre, a quien siempre le había impor-
alimentado con libros, animado en sus investigaciones por el deseo tado, en primer lugar, salvar la realidad
de dar cuenta racionalmente de lo irracional y llevado así a describir
una dialéctica del individuo». En esta obra, efectivamente, Sartre re-
del mundo, apreciaba en la filosofía de
chazaba el idealismo y expresaba su idea esencial, que había con- Heidegger una manera de reconciliar
cebido desde sus cursos de filosofía, y por la cual fue a Alemania a lo objetivo con lo subjetivo; no la con-
estudiar a Husserl: «que toda teoría que no dijera que la conciencia
ve los objetos exteriores tal como son, estaba condenada al fraca- sideraba muy rigurosa, pero era rica en
so»» (Uribe, 2005, p. 74). sugerencias». (Uribe, 2005, p. 77)
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asocia el ser para otros con el infierno está comprendemos la nada en el ser, la nada
replegando la nada. Y la nada no es posible que nos recupera y nos responsabiliza, la
sino como nada comunicada. Se comunica nada que sitúa al hombre entre un mundo
la nada, no el ser. Claro está, en esa relación, construido, configurado y la significación
el otro puede ser tomado como un infierno de sus propias posibilidades. La conciencia
cuando se delega en él la responsabilidad siempre mira a lo lejos, y en ese mirar a lo le-
de ser. En este caso, sí convendría una se- jos descubre lo que le falta, apuntando siem-
paración positiva, que sería respuesta per- pre, señalando su objetivo, dibujándolo en
sonal, vaciamiento y búsqueda del ser. En aquella historia que escriben sus acciones.
consecuencia, las relaciones con el otro en En efecto, podemos preguntar: ¿qué lugar
esta reflexión sobre la ausencia pretenden ocupa el obrar humano en esta reflexión
una comunicación de un en-sí configurado sobre la ausencia? ¿Logra esta configuración
intersubjetivamente. Buscamos lo que nos resignificar la comprensión del hombre
hace únicos, una historia particular que se contemporáneo desde El ser y la nada?
extiende a la posibilidad de proyectar la nada
A la primera pregunta que orienta este nu-
para nunca perder esa ironía sartriana que
meral, debemos anteponer un supuesto ba-
define el hombre en un hacer, un hacer que
sado en la lectura de Heidegger. Recorde-
también se desenmascara y se escinde.
mos que Heidegger retoma la pregunta por
el sentido del ser, partiendo de la facticidad
El obrar ontológico misma del Da-sein, de su Da, de «[…] ese
existir en cada ocasión» (Heidegger, 2011,
En terminología sartriana, el para-sí es liber-
p. 25), sin una apropiación teorética inicial
tad ontológica pues obra, se hace-en-el-mun-
en la que se inscribe la intuición reflexiva de
do y depende de sus elecciones, más aún,
Husserl (Escudero, 2010). Este rasgo parti-
de las relaciones que establece con el en-sí
cular de la interpretación heideggeriana se
y otros para-sí. Esas relaciones denotan una
alimenta del llamamiento clave de la feno-
parte de su ser. Pero en este punto conviene
menología, iniciado por su maestro: a las
acentuar la tensión, es decir, la ausencia, el
cosas mismas. Pero su preocupación por el
ser sin máscara que aparece en todo momen-
sentido del ser del ente le permite instaurar
to, la conciencia de nada. Así la nada constituye
una posición radical, que va de la fenome-
ese algo del para-sí que Sartre concentró en
nología reflexiva de Husserl a una fenomeno-
el correlato. Su tensión de la nada y el ser se
logía hermenéutica. Jesús Adrián Escudero
mantuvo en el extremo husserliano: ese algo
esboza esa articulación temática y metodo-
estaba lleno. Ahora, en nuestra tensión ha-
lógica de su obra temprana, especialmente
blamos también de un alguien vacío, de una
en la quinta parte de su texto Heidegger y
nada, conciencia de nada. El ser del hombre no
la genealogía de la pregunta por el ser. Tam-
está-ahí, su ser-ahí es un ser en otra parte, un
bién es preciso resaltar los trabajos de Ra-
ser proyectado, un ser aplazado.
món Rodríguez (1997) y Ángel Xolocotzi
Si captamos la intencionalidad de la con- (2004) en torno a ese giro hermenéutico de
ciencia a partir de las relaciones posibles, la fenomenología.
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Intencionalidad y ausencia en El Ser y La Nada de Jean-Paul Sartre
Existe una pre-comprensión del ser en un parte, en efecto, significa el qué-es y algo
ente que pregunta por su ser, en el Da del determinado y, de otra parte, la cualidad, la
Dasein, en la temporalidad como su hori- cantidad o cualquier otra de las cosas que se
zonte. Heidegger debe denunciar ese olvi- predican de este modo» (Aristóteles, 1028a,
do del ser, un ser oscurecido en totalidades 10). Este ser estaba enmarcado en todo un
que daban cuenta de un contexto específico sistema de construcciones categoriales que
e igualmente de preocupaciones específicas: operaban simultáneamente a partir de la
la preocupación por el Dios judeocristiano y silogística. Ese ser se predicaba, se hacía
la razón, como faro orientador de la ciencia presente en la pregunta por el ser y en un
en el proyecto moderno. A fin de cuentas, conjunto de categorías.
totalidades en las que se despliega la acción
Ahora bien, quitando esa analogía y entre-
de equiparar el Ser de los entes con un Ente
gando el ser a su sentido ontológico, a la fac-
supremo: Dios, Mundo, Razón.
ticidad misma en que ya se tiene una com-
El ser era equiparado a una totalidad entita- prensión previa del ser, separándolo de los
tiva e incluso lógica –la «universalidad» del entes y entregándolo a su acontecer, encon-
género2– que envolvía el sentido de los de- tramos una oportunidad: «el concepto de
más entes en orden secundario. Nos referi- «ser» es, más bien, el más oscuro» (Heide-
mos particularmente al ser aristotélico, que gger, 2014, p. 13). Existe una particularidad
se comprende por analogía y que, por ende, en esta aproximación ontológica: la aletheia
se puede predicar de múltiples maneras: aristotélico-tomista de la presencia no da lu-
«la expresión «algo que es» se dice en mu- gar a lo latente, al ser que se vela, porque es
chos sentidos, según distinguimos ya con «presencia sin sombra», al acontecimiento
anterioridad en el tratado Acerca de cuántos en que el abismo del ser se abre al otro ini-
sentidos (tienen ciertos términos). De una cio en el ensamble de la resonancia, el pase, el
salto, la fundación, los futuros y el último dios
2 En la primera parte Ser y Tiempo, Heidegger denuncia ese olvido (Heidegger, 2006). Heidegger tendrá que
del ser, que lo guiará al análisis existencial del Dasein: «Pero la «uni-
enfrentar los tres prejuicios en que se enmar-
versalidad» del «ser» no es la del género. El «ser» no constituye
la región suprema del ente en tanto que éste se articula concep- ca el olvido del ser, a saber: como concepto
tualmente según género y especie: oúte tò ón génos. La «univer- «universal», como concepto «indefinible»
salidad» del ser «sobrepasa» toda universalidad genérica. El «ser»
es en la nomenclatura de la ontología medieval, un «trascendental»
y como concepto «evidente» por sí mismo
(«trascendens»). La unidad de este «universal» trascendental frente (Heidegger, 2014, p. 24-25). Ese olvido del
a la multiplicidad de los supremos conceptos genéricos quiditativos ser, no obstante, abre una posibilidad.
fue reconocida por Aristóteles como la unidad de la analogía. Con
este descubrimiento, Aristóteles, pese a su dependencia respecto
Volvamos al para-sí sartreano, distanciado
del cuestionamiento ontológico de Platón, puso el problema del ser
sobre una base fundamentalmente nueva. Pero tampoco él logró di- de la analítica existencial de Heidegger en
sipar la oscuridad de estas conexiones categoriales. La ontología tanto radicaliza la ausencia de la libertad,
medieval discutió copiosamente el problema, especialmente en
que tematiza el en-sí. En esa ausencia hay
las escuelas tomista y escotista, sin llegar a claridad de fondo. Y
cuando, finalmente, Hegel determina el «ser» como lo «inmediato primero una conciencia de algo: pervive la in-
indeterminado» haciendo de esta definición la base para todo el ul- tencionalidad de Husserl como correlación
terior despliegue categorial de su Lógica, sigue mirando en la misma
dirección que la ontología antigua, con la única diferencia que deja
de reflexividad. Por tanto, conciencia de ser y
de mano el problema, ya planteado por Aristóteles, frente a la multi- conciencia de nada ponen en juego esa doble
plicidad de las «categorías» quiditativas» (p. 24).
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conciencia: una aproximación no justifica la libertad, como una exigencia de ser (Sartre,
patencia absoluta del ser. Más aún, cuando 2008). La libertad tiene que ser ontológica,
acercamos esa aproximación a una concien- ya que no depende de unas condiciones em-
cia de nada, es decir, de la ausencia que re- píricas específicas, sino de su necesidad y
conoce el hombre en su propia condición, de sus posibilidades. La libertad sería tam-
descubrimos una postura de matiz nihilista bién una tensión que refleja la necesidad de
en Sartre: negar aquello que no le es propio, ser algo, y
desplegar sus posibilidades, su intencionar,
La realidad-humana es libre porque no su trasegar, su caminar con la mirada en el
es suficiente; porque está perpetuamen- horizonte.
te arrancada a sí misma, y lo que ella
ha sido está separado por una nada de En el núcleo de la libertad estamos expues-
lo que es y de lo que será; y, por últi- tos, nuestra temporalidad se patentiza a
mo, porque su mismo ser presente es partir de la tematización del en-sí. Pero la
nihilización en la forma de reflejo-refle- temporalidad no es accesoria. En nuestro
jante. El hombre es libre porque no es caso, la temporalidad tendría que ver con
sí-mismo, sino presencia a sí. El ser es una elección de la finitud, de la búsqueda, del
lo que no puede ser libre. La libertad obrar en tensión, en ausencia. Aludimos a
es precisamente la nada que es sida en un obrar en ausencia que oscila entre el ser y
el meollo del hombre y que obliga a la la nada: el ser como objetivo y la nada como
realidad-humana a hacerse en vez de punto de partida. Ese ser es lo más oscuro,
ser. (Sartre, 2008, p. 615) porque se patentiza en la conciencia de nada.
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obrar tampoco es un sucedáneo. En el obrar vemos pasar en múltiples historias del mun-
construimos lo que somos, nos hacemos la do en que vivimos. No podemos desconocer
posibilidad de lo que somos. No obstante, que un mundo interconectado y plagado de
en cada acción se patentiza la ausencia de información, de felicidades sucesivas que se
aquella libertad que siempre se intenciona. venden y se tiran, disuelve esta estructura
El obrar es ontológico, porque nunca es su- (Lipovetsky 2011).
ficiente. El obrar es ontológico en la medida
El hombre no podría reconocerse a sí mis-
en que pone de relieve la tensión original.
mo más que dentro de la gran maquinaria
Terminamos por devolvernos a nuestra con-
que lo absorbe en su soledad y en sus posi-
ciencia de nada. Y así, la existencia no solo
bilidades. Un mundo que todo lo inmedia-
queda reducida a devenir, sino también a
tiza, que nos entrega un sentido de realidad
oscilación.
ligado a discursos de poder sobre el otro, es
La existencia no es únicamente el devenir, un mundo sin nosotros. Nos hemos identifi-
la búsqueda, la posibilidad de una libertad cado con nuestro mundo en demasía. Y esa
que procura una identidad. La existencia identificación es la que nos hace olvidar de
parte de la relación fenomenológica con el nosotros mismos, de nuestra exigencia on-
en-sí. Tal vez en esta relación de tematiza- tológica. No hemos hecho más que ponerle
ción expresamos nuestro deseo de configu- máscaras a nuestra ausencia. Por eso nues-
rar una esencia que integra tanto el núcleo tro mundo, ese mundo plagado de informa-
como lo vivido; en otras palabras, una esen- ción infinita, es un mundo que nos enseña
cia precedida por un ser fundamental, una a jugar y a olvidar: jugamos a no estar; nos
conciencia de nada y todos los esfuerzos de entretiene la posibilidad de olvidar lo que
invención y desvelamiento de nosotros mis- realmente deseamos.
mos. Una esencia a partir de la tensión, de
La ausencia sitúa al hombre en el límite. No
lo oscuro de ese ser, de la ausencia que nos
es que lo separe de la cultura, de las costum-
hace demasiado humanos.
bres y de las prácticas sucesivas que podrían
absorberlo en identificaciones y costumbres
Para concluir homogeneizantes. Situar al hombre en el
límite significa emplazarlo en el punto me-
En esta reflexión que enmarcó la categoría
dio donde comienza a individuarse, pero
ausencia como lugar de la tensión que se libra
también donde comienza a ser parte de una
entre la nada humana y el ser en tanto pleni-
construcción común del mundo. En esta
tud, la libertad significa también elección de la
medida, se abre una posibilidad: la tensión
finitud: «el acto mismo de libertad es, pues,
entre ese ser que proyectamos y esa nada
asunción y creación de la finitud. Si me hago,
que nihiliza el en-sí, incluso las acciones que
me hago finito y, por eso mismo, mi vida
tienden a sustituir la búsqueda por una can-
es única» (Sartre, 2008, p. 738). De hecho,
sada conclusión que podríamos llamar esen-
entendemos por finitud la libre elección de
cia del acomodo o elección de la quietud, está
ser todo lo que hacemos para no caer en una
ligada a otra tensión: la tensión de hacerse
anomia devastadora de las posibilidades que
uno y no perderse cuando se es parte de un
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Wilfer Alexis Yepes Muñoz
grupo y de una identidad socio-cultural. El una propiedad que pertenezca entre otras a
hombre no puede eludir esa condición. la esencia del ser humano» (Sartre, 2008, p.
68). Al preguntar por el ser, patentizamos la
La ausencia es tensión de individuación pro-
nada, reconocemos la nada que somos. En-
yectiva y una asignación de nombre propio
tonces la esencia forma parte de esas elec-
a una esencia construida. También constitu-
ciones, de esas acciones, y como en ellas no
ye una tensión de buscar estar dentro, estando
termina por agotarse, queda en manos de
fuera, perder la familiaridad con un mundo
un sentido de posibilidad.
humano que construye discursos capaces
de hacer perder la posibilidad. Encontramos No es gratuito que El ser y la nada aparezca
una primera condición: la libertad. Pero no en la época de los genocidios, los campos de
una libertad como valor, sino como condi- concentración y el derrumbe de los ideales
ción fundamental del para-sí: humanos, construidos durante la moderni-
dad de un animal racional que abría camino
La libertad es total e infinita, lo que
hacia la luz con su ser. También podemos
no significa que no tenga límites, sino
destruir el en-sí de la cultura y perder el
que no los encuentra jamás. Los únicos
rumbo. Cuando somos expulsados de ese
límites con que la libertad choca a cada
paraíso prometido del proyecto moderno,
instante son los que ella se impone a sí
convertido en un panorama desolador, no
misma y de los cuales hemos hablado,
queda más que vagar, elegir el destierro y la
a propósito del pasado, los entornos y
posibilidad. Frente a una realidad como esa,
las técnicas. (Sartre, 2008, p. 718)
queda el sentido de posibilidad, una ontología
En la concepción de una libertad ontológi- del hombre que se busca a sí mismo.
ca, la ausencia se atiene a ella como núcleo
donde se ejecuta ese vaciamiento constante Bibliografía
de conocimientos que dan sentido al mun-
do. Un conocimiento que simultáneamente Aristóteles. (1994). Metafísica. Trad. Tomás
nos descubre nuestra conciencia de nada. Y Calvo Martínez. Madrid: Gredos.
la conciencia de nada, una conciencia ontoló- Cruz Vélez, D. (2001). Filosofía sin supuestos:
gica, nos revela en el centro de El ser y la de Husserl a Heidegger. Manizales: Uni-
nada un permanente aplazamiento del ser versidad de Caldas.
que buscamos, un re-conocimiento perso- De Beauvoir, S. (2006). La plenitud de la vida.
nal de precariedad y, por tanto, una tensión Buenos Aires: Sudamericana.
que no está totalmente del lado del ser, pero Escudero, J. A. (2010). Heidegger y la genea-
tampoco del lado de la nada. La libertad logía de la pregunta por el ser. Una articu-
siempre está en medio. No solo apuntala al lación temática y metodológica de su obra
ser; siempre está mirándose como nada: «Lo temprana. Barcelona: Herder.
que tratamos de definir es el ser del hombre Gerassi, J. (1993). Jean-Paul Sartre: La con-
en tanto que condiciona la aparición de la ciencia odiada de su siglo. Trad. María
nada, y ese ser nos ha aparecido como liber- Victoria Mejía Duque. Bogotá: Norma.
tad. Así, la libertad, como condición reque-
rida para la nihilización de la nada, no es
HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 14, N.° 27 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 93-110 109
Intencionalidad y ausencia en El Ser y La Nada de Jean-Paul Sartre
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