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La lectura de Robert G. Eccles, nos aproxima a esta revolución que se está dando en el ámbito
de la medición del desempeño dentro de las organizaciones. Nos introduce al tema de cómo se
están volviendo obsoletas las costumbres de medición de desempeño a través de la data
financiera como rentabilidad, utilidad, precios de acciones, etc.; y a su vez, cómo se está
reforzando la idea de incluir variables cualitativas u otras variables ajenas a las financieras, que
pudieran brindar una afirmación, un tanto, más exacta del desempeño de la empresa.
Además, el autor comenta que estas variables deben ser elegidas bajo la planeación
estratégica de la empresa, es decir, medir aquellos factores importantes relacionados con los
objetivos de la organización, además de su tamaña, tipo de empresa, etc. Se señaló que las
medidas utilizadas en los años 80, fueron aquellas métricas relacionadas con la calidad, las
cuáles fueron evolucionando para que en los 90 se pensara en una medición del servicio al
cliente.
Dentro de este orden, se asocia al benchmarking competitivo como una de las variables que ha
ayudado a la revolución en la medición del desempeño. En este contexto, considero que el
desarrollo de esta capacidad de la organización para evaluar las competencias y ventajas
diferenciales que las otras empresas pudieran tener frente a la nuestra es decisoria. Debo
recalcar que lo señalo como “capacidad”; en el sentido que, muchas empresas aún
entendiendo la importancia de esta acción e incluso efectuándola pecan de un egocentrismo
puro que mantiene a la organización en una ceguera permanente, ya que no aprovecha las
mediciones de la competencia, considerándola de bajo valor en el mercado.