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PROS Y CONTRAS DE LAS CONSTITUCIONES DE 1979 Y DE 1993

Análisis. Una revisión de las principales diferencias entre ambas constituciones. La posibilidad
de que el oficialismo promueva tarde o temprano la Constitución Política de 1979 ha
provocado más de un escozor entre los defensores de la Carta de 1993 . Vea la infografía sobre
las diferencias entre ambos documentos.

Ana Núñez.

Resulta irónico que al Congreso saliente se le haya demandado hasta el último día de su
legislatura que cumpla con sacar adelante reformas constitucionales pendientes y que ahora,
ante la asunción del gobierno de Ollanta Humala, la posibilidad de efectuar cambios en la
Constitución encienda la señal de alerta en ciertos sectores. Y resulta curioso, además, que en
algún momento se haya hablado del retorno a la Constitución del 79 como una reivindicación
democrática y ahora esa posibilidad provoque más que escozores, lo que quedó probado con
la reacción airada del fujimorismo durante el juramento del nuevo jefe del Estado.

Muchos se preguntan cuáles son las “abismales” diferencias entre estas dos Constituciones
que son, en estos tiempos, el centro del debate político, donde el oficialismo ha adelantado
que buscará consensos para sacar adelante temas concretos.

Diferentes circunstancias

Antes que nada es necesario decir que, tras el gobierno fujimorista, todos los gobiernos
democráticos han realizado determinados cambios a la actual Carta. El primero fue el
presidente del gobierno transitorio, Valentín Paniagua, quien el 2001 –en su corto gobierno de
transición– modificó el artículo 204 de la Constitución de 1993, el cual permitía la reelección
inmediata de un presidente de la República, regresándolo a la fórmula del 79: un ex presidente
puede volver a postular tras un periodo de gobierno.

La modificación hecha durante el gobierno de Paniagua tiene que ver con una de las
principales diferencias (y contradicciones) entre las dos Constituciones: las circunstancias de su
nacimiento. Raúl Ferrero Costa, constitucionalista, y Delia Revoredo, jurista y ex magistrada del
Tribunal Constitucional, explican que la Constitución de 1979 tuvo como objetivo transitar de
un sistema de facto a uno democrático mientras que la del 93 fue todo lo contrario.

“La Constitución de 1979 tuvo como objetivo salir del gobierno militar y llevarnos a un régimen
democrático”, precisa Ferrero Costa, mientras recuerda que la del 93 se elaboró luego de que
se rompiera el sistema de democrático y para establecer un sistema de corte autocrático con
un gobierno que quería tener el control de todas las instituciones. “Entonces, los objetivos no
solo son diferentes, sino son contrapuestos”, precisa Ferrero, quien fue uno de los
parlamentarios electos en 1990, y que optó por no avalar el autogolpe de 1992 participando
en el Congreso Constituyente.

Para seguir con el análisis habría que indicar que por lo menos las tres cuartas partes de la
Carta del 79 se encuentran en la de 1993, que es la decimotercera de nuestra historia
republicana. “Solo algunas de las características básicas cambian, lo que varía es poco”, precisa
el jurista Ferrero.
En palabras del constitucionalista, además de la contraposición en la concepción de ambas
Cartas, una de las diferencias más importantes entre ambas es que la del 79 estableció, como
casi todas las Constituciones peruanas, el sistema bicameral, mientras que la del 93 decidió por
sistema unicameral “que siempre es más fácil de tratar de manejar”.

Ferrero Costa sostiene que el sistema bicameral permite un balance interpoderes mucho más
completo. A diferencia del sistema unicameral el bicameral busca menos leyes, pero de mayor
calidad”, añade.

Como se anotó previamente, hasta el 2001, otra de las diferencias entre las dos Constituciones
es que la del 93 permitía la reelección inmediata, lo cual fue reformado por el gobierno de
transición para regresar al artículo 112 de la Constitución de 1979 que fija la reelección pero
no inmediata. “Yo diría que este cambio (el que permitía la reelección) fue la razón sustancial
por la cual Fujimori quiso cambiar la Constitución”, dice el constitucionalista.

Diferencias significativas

La ex magistrada del Tribunal Constitucional, Delia Revoredo, se refiere a cambios concretos


con respecto a la Carta de 1979. En un primer punto, el derecho de los ciudadanos a participar
en asuntos públicos a través del referéndum solo está contemplado en el artículo 31 de la
Carta vigente.

El segundo punto, el capítulo económico referido a la actividad empresarial del Estado, varía
radicalmente entre las dos Cartas. “Mientras que en la Constitución actual su intervención se
condiciona a la imposibilidad de los privados de satisfacer una necesidad del mercado, en la
Carta de 1979 su participación es principal e irrestricta”, señala Revoredo.

La jurista considera que la Constitución de 1979 genera espacios para la limitación del derecho
de la propiedad privada. Debido a ello se hizo la reforma a través de la cual los supuestos de
expropiación se limitan a causas de seguridad nacional o de seguridad pública.

Claves

Punto a favor . Según la jurista, Delia Revoredo, el cambio en el Capítulo Económico es


positivo, pues garantiza una libertad económica que no existía anteriormente.

DIFERENCIA. Raúl Ferrero pide recordar que la Constitución de 1979 se elabora antes de la
caída del Muro de Berlín. La Carta de 1993, tras la caída del comunismo, revisa los sistemas
económicos y se impone progresivamente la libertad económica y la libre empresa.

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¿Qué es la Constitución?

En primer lugar fijemos el concepto de Constitución ¿Qué es una Constitución?.

Lasalle nos dice que una constitución es una ley fundamental sobre el cual descansa todo el
sistema jurídico político de una nación. Es un ley fundamental que expresa los verdaderos
factores de poder que rigen en un país.

Hans Kelsen dice que una constitución es el fundamento del estado, es la base del orden
jurídico. Es un principio donde se expresa jurídicamente el equilibrio de las fuerzas políticas, es
la norma que regula la elaboración de las leyes y la conducta recíproca de los miembros de una
sociedad.

Carlos Santiago Nino nos dice que una constitución es una “carta de navegación “, porque guía
y orienta el destino de un país mediante procedimientos y valores que revisten de legalidad y
legitiman el poder político garantizando el respeto, la promoción y el desarrollo de los derechos
humanos.

Es decir, la Constitución es un conjunto de normas que fundamentan y regulan la existencia del


Estado, el gobierno y la sociedad. Es la ley de leyes, es decir, la madre de todas las leyes,
porque de ella se derivan todas las leyes que forman parte del ordenamiento jurídico de una
sociedad política.

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NUESTRO ACTUAL DILEMA: ¿CAMBIO O REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA PERUANA?

Patrocinio L. Correa Noriega

1. CAMBIO Y REFORMA CONSTITUCIONAL EN LA HISTORIA PERUANA:

Ciento ochenta y seis años han transcurrido, desde que los fundadores de la República
intentaron poner en vigencia la primera Constitución Política peruana de 1823. Ciento ochenta
y seis años de azarosa vida política, en la que militares y civiles se han disputado el poder del
Estado, utilizando modos violentos, a menudo reñidos con la normatividad constitucional.
Constituciones políticas no nos han faltado. En promedio, hemos cambiado de texto
constitucional cada 15 años. Lo que no hemos tenido es constitucionalidad ni supremacía de
las cartas fundamentales; lo que no hubo es democracia; lo que nos ha faltado y sigue
faltándonos es institucionalidad en el quehacer estatal.

Con mucha razón el maestro Jorge Basadre afirmaba que los gestores de la independencia
fueron nobles, generosos, idealistas, desprendidos y sacrificados, pero, a su vez, fueron
también incapaces de ubicarse en el tiempo y en el espacio. Vacilaron al momento de decidirse
por el tipo de Estado que habrían de construir. Unos propusieron la monarquía, sistema
gubernamental del pasado; otros, la república, régimen del porvenir. Todos ignoraban dónde
comienza y dónde termina el suelo patrio.

Vieron que EE. UU. de Norte América y Francia, entre otros países, se dieron sendas
constituciones, y trataron de imitarlos, quizá en una sana tentativa de no quedarse rezagados
en la historia. Así hicieron sus constituciones políticas, sin tener conocimiento preciso para qué
les iban a servir. Quizá la propia independencia se hizo únicamente para expulsar a los
españoles de estos territorios, sin saber lo que han de hacer después con el país, ni cómo
habrían de gobernarlo.

Ello explica, sin duda, el porqué de tanta improvisación, de tantos ajetreos golpistas en torno
de la Casa de Pizarro, de los numerosos cambios de gobiernos de hecho y de tantas
constituciones que no llegaron a regir los destinos de la patria.

1.1. Superabundancia de Constituciones y Estatutos Políticos:

En 1823 nos dimos la primera Constitución, que no llegó a regir. Recién en 1827 se la puso en
vigenica, pero solo transitoriamente.

En 1826, Bolívar nos impuso su Constitución Vitalicia, con la firme intención de asegurarse, de
por vida, en el gobierno, y con la posibilidad, de designar, vía sucesión testamentaria, a su
heredero en el sillón presidencial. Duró siete semanas. Fue sustituida por la Constitución de
1823 que, como ya lo dijimos, entró en vigencia de modo transitorio, hasta que el país se diera
una nueva Constitución.

En 1828 entró en vigencia la tercera Constitución Política del Perú. A ésta se le ha llamado la
“madre de las constituciones peruanas”, en razón de que las que le han sucedido, han sido
copias “reducidas o aumentadas”, pero copias al fin y al cabo, de la Constitución de 1828. Esto
nos hace pensar que si los peruanos hubiésemos tenido un espíritu ahorrativo, empresarial y
práctico, la hubiéramos conservado hasta hoy, reformándola para evitar que caiga en
obsolescencia.

En 1834 entró en vigencia la cuarta Carta Política peruana. En un afán perfeccionista los
constituyentes de 1827, previeron la posibilidad de insertar reformas a la Constitución de 1828,
lo cual fue aprovechado más bien para derogarla definitivamente, elaborando un nuevo texto
constitucional muy parecido a su antecesor.
En 1839, luego de frustrarse la Confederación Peruano-Boliviana, en un intento de centralizar
en Lima el manejo del poder estatal, se dio una nueva Constitución, tan conservadora como la
de 1826, pues entre otros aspectos, eliminaba los gobiernos municipales en todo el país,
terminando definitivamente con los remanentes federalistas de la primera década
independentista.

En 1856, en procura de apertura democrática, se puso en vigencia la sexta Constitución Política


Peruana, de corte mucho más liberal que las de 1823, 1828 y 1834.

Al momento de promulgarla, Don Ramón Castilla, anunció la necesidad de hacer profundas


reformas en su contenido, con miras a viabilizar la gobernabilidad del Estado. En el fondo, lo
que realmente estaba diciendo, es que la aplicación de esta Carta era inviable.

En 1860 entró en vigencia la séptima Constitución Política peruana. Esta no nació de un órgano
constituyente, sino de la coordinación de fuerzas políticas existentes al interior del parlamento
ordinario de esa época. Fue una Constitución de consenso y duró hasta 1920, con un ligero
paréntesis de seis meses en 1867.

En 1867 entró a regir la octava Constitución Política peruana, ésta fue nuestra última Carta
liberal del siglo XIX. Como ya lo vimos en el acápite precedente, solo tuvo una corta duración
de seis meses. Derogada ésta, volvió a regir la vieja Constitución de 1860.

En 1920, con el propósito de introducir en nuestro sistema legislativo los derechos sociales,
económicos y culturales, entró en vigencia la novena Constitución Política peruana. La
dictadura de Augusto B. Leguía impidió su plena aplicación.

En 1933 nos dimos nuestra décima Carta Política. La intencionalidad del constituyente era
ampliar los derechos sociales, económicos y culturales.

Perseguidos los representantes más preclaros de ese momento histórico, fue imposible
materializar tan noble ideal. Se aprobó un texto sin mayores alcances que su predecesor.

En 1979 entró a regir la décimo primera Carta Fundamental de los peruanos. En ella se resumió
el consenso de todas las fuerzas políticas existentes en ese entonces. Su texto contiene lo más
avanzado del constitucionalismo social. Fue una de las mejores constituciones de América
Latina. En tanto que sus antecesoras fueron constituciones descriptivas, ésta fue nuestra
primera Constitución prescriptiva.

En 1993, con la clara intención de restringir los derechos sociales, económicos y culturales,
entró a regir la décimo segunda Constitución Política peruana.

La forma de procesarla, los particulares intereses de sus promotores, etc., le han dado un
talante de ilegitimidad, por lo que su vigencia es muy controvertida. Se ha llegado a decir que
es un Constitución nula. La gran mayoría de peruanos pugna por reformarla totalmente o por
sustituirla por un nuevo texto constitucional o, en todo caso, por la vuelta a la Constitución de
1979.

A las doce constituciones políticas que hemos reseñado, hay que agregar un apreciable número
de estatutos políticos que han regido como si hubieran sido constituciones. Ellos son:
a. El Reglamento Provisional de San Martín de 1821.

b. El Estatuto Provisional de San Martín de 1821.

c. El Pacto de Tacna de 1837.

d. El Estatuto Provisorio de 1855.

e. El Estatuto Provisional de 1879.

f. El Estatuto Revolucionario de las Fuerzas Armadas de 1968.

g. Ley del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional de 1992.

Los mencionados no son los únicos. Debemos tener en cuenta que cada gobierno de facto ha
tenido su propia ley que le servido de “constitución”.

1.2. Razones de Nuestra Exuberancia Constitucional:

La razón central de nuestra superabundancia constitucional es, sin lugar a dudas, nuestra
crónica falta de proyecto nacional. Existimos como comunidad estatal, somos, más o menos,
conscientes de nuestra realidad presente, sabemos de dónde venimos, conocemos la forma en
que hemos evolucionado. Lo triste es que no sabemos a dónde vamos ni lo que vamos a ser en
el futuro.

Éste, sin embargo, no es un mal de nuestro tiempo. Estuvo con nosotros desde el mismo
nacimiento de la República. Despojamos del poder a los españoles y, una vez que estuvimos en
el gobierno del estado, no supimos qué hacer con el país.

La estructuración del Estado peruano no fue la respuesta dada por la clase dominante a las
necesidades del pueblo, sino una burda imitación de lo que sucedía en Francia o en EE. UU. de
Norte América. Nuestras instituciones políticas tienen ese sello. Tienen ese distintivo también
las constituciones y las leyes que se han dado a lo largo de la historia. Sin objetivos, metas,
estrategias y tácticas comunes, hemos vivido buscando caudillos, en la vana creencia de que
éstos podrían darnos la orientación que requeríamos para forjar nuestro desarrollo integral.

Lo que sucedía era que cada caudillo tenía su proyecto personal o grupal, y, sin percatarse de
ello, el país entero enarbolaba dicho proyecto, muchas veces sin conocerlo bien, y lo
abandonaba tan pronto se daba cuenta de sus estrecheces y limitaciones, para levantar en alto
otro proyecto de otro caudillo, con similares caracteres y resultados.

La historia de los últimos treinta años es clara muestro de lo que decimos. Buscamos a
Belaúnde Terry para que nos liberara de los militares; llamamos a Alan García con la esperanza
que iba a renovar el Estado y la política peruana; votamos por Fujimori, persuadidos de que
con su lema “honradez, tecnología y trabajo”, modernizaría el país; elegimos a Toledo para
que nos salve de la corrupción fujimorista; volvimos a llamar a Alan García para que dirija un
“cambio responsable”. Como ninguno ha hecho lo que el país esperaba, ahora seguimos
buscando caudillos. Y esa es una forma prehistórica de hacer política.
Con un proyecto nacional a largo plazo y metas de mediano y corto plazo, sabríamos lo que
debemos hacer en economía, educación, inversión, etc., identificaríamos las leyes que nos
faltan, pensaríamos mejor a la hora de elegir a nuestros gobernantes, en fin, el proyecto nos
orientaría, informándonos si es o no necesario hacer más constituciones o reformar la que
tenemos.

EE. UU. de Norte América es un país con proyecto. Sabe lo que busca para el futuro. No pierde
el tiempo en redactar nuevas constituciones. La vieja Constitución de 1787 la sigue
conservando hasta ahora.

Con un proyecto nacional, elaborado por todas las fuerzas políticas de nuestro país, nosotros
también podríamos avanzar, hacia la solución definitiva de nuestros seculares problemas, lo
que nos permitiría encauzar los esfuerzos del pueblo en procura de nuevos y superiores
destinos para todos los peruanos.

1.3. Conviene Seguir Haciendo y Deshaciendo Constituciones?

No. Esa es una manera de distraer al país y desviarlo de sus verdaderos fines. Nunca tendremos
seguridad jurídica si seguimos haciendo y deshaciendo constituciones. Nunca tendremos un
sistema legislativo estable, confiable, predecible y creíble si no tenemos un texto constitucional
firme, rígido y perenne.

Si, como hemos dicho más arriba, hubiéramos conservado la vigencia de la madre de las
constituciones peruanas, hubiésemos tenido claridad, estabilidad y seguridad jurídica a todas
luces, desde 1828.

No es que no trabajen los poderes del Estado. Si trabajan. Pero si no hay proyecto nacional, su
trabajo es sin objetivos ni metas definidas. De avanzar avanzan, pero sin rumbo ni concierto.

Penélope tejía en el día y destejía en la noche, para evitar terminar una túnica. A nuestro modo
nosotros hacemos lo mismo con las constituciones políticas.

Penélope, sin embargo, sabía que tejiendo y destejiendo evitaría un nuevo matrimonio,
abrigando la esperanza del retorno de Ulises, su marido. Nosotros en cambio ¿qué
perseguimos haciendo y deshaciendo constituciones? ¡Honestamente, nada!.

2. PROPUESTAS DE CAMBIO Y REFORMA CONSTITUCIONAL EN DEBATE:

Las propuestas que, sobre la reforma constitucional peruana, se hallan actualmente en debate,
son las siguientes: Reformar la Constitución de 1993, retorno de la Constitución de 1979 y
elaboración de una nueva Constitución Política, para cuyo efecto habría que convocar a una
Asamblea o Congreso Constituyente.

Veamos cada una de estas propuestas:

2.1. Reforma de la Carta Política de 1993: Quienes manejan esta propuesta, afirman que es
necesario terminar con la vieja tradición de cambiar la Constitución cada quinde años y, en vez
de estar dilapidando los dineros del erario público con elecciones y referéndums
constitucionales, tenemos que dedicarnos a forjar el desarrollo nacional, tomando a la
Constitución del 93 como el núcleo duro de nuestro bloque de constitucionalidad. Si hiciese
falta reformarla, habría que hacerlo en la medida y proporción que fuese conveniente.

Por lo demás, esta Constitución se ha legitimado, dicen sus mentores, en virtud del referéndum
del 31 de octubre de 1993, evento destinado a subsanar cualquier defecto que su
procesamiento pudo haber contenido.

2.2. Retorno de la Carta Política de 1979:

Quienes piensan que la Constitución Política de 1993 es nula, ilegítima, irregular y espúmea,
plantean su inmediata sustitución por el texto constitucional de 1979, en la firme convicción de
ésta fue la mejor Carta Fundamental de América Latina. Señalan que, si hace falta reformas,
debe ponérsela en vigencia primero y luego pasar a reformarla en todo aquello que resulte
necesario.

Resulta extraño que Valentín Paniagua, Alejandro Toledo y el mismo Alan García, no hayan
restituido esta Constitución, cuando el Art. 307 de la misma establece con claridad meridiana
la obligación de hacerlo una vez que se haya removido los factores que tansitoriamente
hubiesen impedido su vigencia.

Creemos que esta es la posición más razonable y digna de ser tomada en cuenta con seriedad y
responsabilidad histórica nacional.

2.3. Elaborar una Nueva Constitución Política.

Una tercera posición se pronuncia por la inmediata convocatoria a un Congreso o Asamblea


Constituyente, órgano supremo que tendría la misión de dar al país un nuevo texto
constitucional.

Está demás decir que discrepamos con este respetable planteamiento. Si el Perú estuviese a
punto de cambiar de forma de Estado y adoptar un nuevo régimen, por ejemplo convertirse en
monarquía, en un Estado federal, en una República popular socialista, o algo así, tal vez si
fuese necesario cambiar de Constitución Política; pero, si vamos a seguir con el sistema
representativo de gobierno republicano, con los lineamientos de una democracia formal y un
sistema económico social de mercado, no hace falta una nueva Carta Política. Líneas arriba
hemos dicho que nuestras constituciones, a partir de 1834, son copias de la

Constitución de 1828. Esta afirmación no la sostenemos por mero prurito intelectual. Basta
comparar el contenido de las dos últimas constituciones que hemos tenido, la de 1979 y 1993,
para darnos cuenta que cerca de un 80% del contenido de la Carta vigente hoy en día, es copia
fiel y exacta de su predecesora. Ese 20% diferencial pudo haberse introducido vía reforma
constitucional; pero Fujimori, Presidente de facto a la sazón, necesitaba una Constitución con
nombre propio para salvar sus responsabilidades, y sin miramientos de ninguna naturaleza,
impuso a los peruanos la Constitución que hasta hoy nos rige.

2.4. Crear el Modelo Peruano de Democracia Directa.

De todo lo dicho hasta aquí, a modo de conclusiones, podemos sostener las siguientes:
a. El Perú necesita articular un proyecto nacional, con especificación clara de sus objetivos,
metas, estrategias y tácticas políticas, sociales, económicas y culturales para los próximos cien
años.

b. Solo de esa manera podremos darnos exacta cuenta de lo que somos y prefigurar lo que
debemos ser en el futuro. Con ello elaboraremos un programa que nos precise lo que debemos
hacer en cada momento del quehacer nacional. Solo así sabremos qué tipo de Constitución
necesitamos, qué leyes nos hacen falta y qué gobernantes deberemos elegir.

c. Sabiendo el derrotero del país, conmoceremos el itinerario de los gobernantes, sabremos el


tipo de control que deberemos ejercer los ellos. De este modo la democracia no será una
dádiva del poderoso sino un requerimiemnto real y profundo del país.

d. Necesitamos crear una nueva cultura constitucional que garantice una efectiva supremacía
de nuestro texto jurídico fundamental. Las autoridades, las leyes y los hombres comunes y
corrientes, estarán sujetos a un solo mando, una sola estrategia, una sola dirección. La
Constitución Política será la biblia de la democracia, del sistema de gobierno republicano y del
Estado de Derecho.

e. El Perú necesita un quiebre constitucional. Basta ya de hacer y deshacer constituciones. En


tanto se articula el proyecto nacional que necesitamos con urgencia, retomemos la
Constitución de 1979 y reformémosla del modo más idóneo para resolver los problemas
nacionales, irresolutos desde hace casi dos siglos. Conquistemos, de una vez por todas, la
democracia formal y demos el definitivo paso a la democracia real. Será el mejor aporte de la
presente generación a las que nos sucederán mañana en este hermoso y rico suelo que se
llama Perú.
1.- Que diferencia existe entre cambio y reforma?

195 años han transcurrido, desde que los fundadores de la República intentaron poner en
vigencia la primera Constitución Política peruana de 1823.

En promedio, hemos cambiado de texto constitucional cada 15 años. Lo que no hemos tenido
es constitucionalidad ni supremacía de las cartas fundamentales; lo que nos ha faltado y sigue
faltándonos es institucionalidad en el quehacer estatal.

Si el Perú estuviese a punto de cambiar de forma de Estado y adoptar un nuevo régimen, por
ejemplo convertirse en monarquía, en un Estado federal, en una República popular socialista,
o algo así, tal vez si fuese necesario cambiar de Constitución Política; pero, si vamos a seguir
con el sistema representativo de gobierno republicano, con los lineamientos de una
democracia formal y un sistema económico social de mercado, no hace falta una nueva Carta
Política

El cambiar nuestra constitución es una manera de distraer al país y desviarlo de sus verdaderos
fines. Nunca tendremos seguridad jurídica si seguimos haciendo y deshaciendo constituciones.
Nunca tendremos un sistema legislativo estable, confiable, predecible y creíble si no tenemos
un texto constitucional firme, rígido y perenne.

Si, hubiéramos conservado la vigencia de la madre de las constituciones peruanas, hubiésemos


tenido claridad, estabilidad y seguridad jurídica a todas luces, desde 1828.

En la Reforma de la constitución quienes manejan esta propuesta, afirman que es necesario


terminar con la vieja tradición de cambiar la Constitución cada quince años y tenemos que
dedicarnos a forjar el desarrollo nacional, tomando a la Constitución del 93 como el núcleo
duro de nuestro bloque de constitucionalidad. Si hiciese falta reformarla, habría que hacerlo
en la medida y proporción que fuese conveniente.

2.- Cual es tu opinión de la constitución de 1993. ¿Debería cambiarse o seguirse reformando?

Yo opino que la constitución de 1993 está legitimada, en virtud del referéndum del 31 de
octubre de 1993, evento destinado a subsanar cualquier defecto que su procesamiento pudo
haber contenido. Y más aun que Valentín Paniagua, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta
Humala, Pedro Pablo Kuczynski y el actual presidente Vizcarra no hayan restituido esta
Constitución, cuando el Art. 307 de la misma establece con claridad meridiana la obligación de
hacerlo una vez que se haya removido los factores que transitoriamente hubiesen impedido su
vigencia.
Creo que debe seguir reformándola en la medida que fuese conveniente, tal como a la fecha se
está haciendo. , en vez de estar dilapidando los dineros del erario público con elecciones y
referéndums constitucionales,

3.- Cual es el proceso de Reforma de la constitución de 1979

En el Titulo VI - REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN., dice en el Artículo 306.Toda reforma


constitucional debe ser aprobada en una primera legislatura ordinaria y ratificada en otra
primera legislatura ordinaria consecutiva.

El proyecto correspondiente no es susceptible de observación por el Poder Ejecutivo.

La aprobación y la ratificación requieren la mayoría de los votos del número legal de miembros
de cada una de las Cámaras.

La iniciativa corresponde al Presidente de la República, con aprobación del Consejo de


Ministros; a los Senadores y Diputados; a la Corte Suprema, por acuerdo de Sala Plena, en
materia Judicial; y a cincuenta mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional
de Elecciones.

4.- Trate sobre el proceso de reforma de la constitución de 1993?.

5.- cuales son las diferencias entre una Legislatura ordinaria y una extraordinaria y quienes
pueden convocar a la realización de esta última (reglamento del congreso).

6.- Cual es el concepto de régimen económico de un estado?


Un régimen Económico (Sistema económico) se le llama a la forma en la que se organiza la
actividad económica de un estado, la producción de bienes y servicios y su distribución entre
sus miembros. Cada sistema económico se caracteriza por su ordenamiento jurídico que
especifica el régimen de propiedad y las condiciones de contratación entre particulares.

Es el estado el que elabora e impone este ordenamiento jurídico y se reserva para si ciertos
ámbitos y formas de actuación. El sistema económico sirve por tanto para determinar que
agentes y en qué condiciones podrán adoptarse decisiones económicas

7.- Cuales son las características de un régimen económico capitalista?

aracterísticas del capitalismo:

-Propiedad privada de los medios de producción.

-División del trabajo, maquinismo y producción en masa (común a otros sistemas).

-Economía empresarial, empresa, consecución máximo beneficio privado.

-Sistema de libre mercado. Libre intercambio entre productores y consumidores. A través del
mercado se ponen de acuerdo oferentes y demandantes y se fijan los precios de los productos.
Oferta y demanda.

-Las empresas son precio-aceptantes: no pueden ni establecer ni modificar precios.

-Libertad de trabajo y de contratación. Es relativa: sindicatos, por una parte, con sus presiones;
patronal, por otra, con las suyas; papel del Estado con el Welfare State, reglamentaciones,
normas, convenios, etc.

-Existencia de diversas sociedades privadas. Elevada iniciativa privada.

-Disociación capital-trabajo.

-Escasa intervención estatal.

-Libertad de entrada/salida del mercado.

-Información total y gratuita para todos.

8.- Cuales son las características de un régimen económico socialista?

Es un sistema económico en que consiste en que la mayoría de las empresas y compañías son
del estado, así como las empresas de comunicación, y estas compiten entre si.
Características

La base económica del socialismo radica en la propiedad social sobre los medios de producción
en sus dos formas -la estatal (de todo el pueblo)

En el sistema socialista de economía nacional sobre la base de la gran producción maquinizada


en todas las ramas de la economía, en la supresión de la explotación del hombre por el
hombre.

El sistema capitalista es un sistema económico y social basado en la obtención del máximo


beneficio económico posible, fomentándose así la rivalidad entre productores, tratándose de
conseguir el máximo rendimiento con el mínimo coste. Se basa principalmente en estos
puntos:

- Los medios de producción están en manos del capital privado.

- Se prima el capital a la mano de obra.

- No existe el control estatal y hay una libre iniciativa para emprender actividades económicas.-
El empresario es el gestor de los recursos y por tanto, tiene el papel central.

- La mano de obra está al servicio de la producción.

Transcripción de Régimen Económico de la Constitución: tipos de regímenes.

Régimen económico de la constitución peruana en términos generales

La Constitución Política del Perú de 1993 reconoce que la sociedad económica peruana se rige
por los principios de una Economía Social de Mercado, entendida como una condición sine qua
non de un Estado Social y Democrático de Derecho, y que pretende ser compatible con los
fundamentos axiológicos y teleológicos inspiradores del mismo Estado. En tal sentido, el
Estado asume como función esencial orientar el desarrollo del país a través de mecanismos
que permitan a los agentes del mercado actuar de forma libre, al tiempo que protege a los
consumidores y garantiza la competencia. Es decir, constitucionalmente se reconoce la
presencia de un modelo económico que tiene como principio fundamental el respeto a las
libertades económicas, pero que está al servicio de la persona.

Tipo de regímenes.- De los diferentes modelos de vida económica, dos son los modelos de
economía que han configurado los distintos regímenes de la sociedad mercante. Por un lado se
hallan sistemas orientados por una economía de libre mercado; y por otro, sistemas donde la
economía planificada es la base de su desarrollo. El hecho que una sociedad se organice según
uno u otro modelo no es más que fruto de su historia. Por un lado, aquellos sistemas que
operan en el marco de una Economía de Libre Mercado consideran que los agentes de éste son
quienes se auto regulan – sean productores y/o consumidores –dado que el mercado
interactúa de manera independiente y se vale, únicamente, de las fuerzas de la oferta y la
demanda. Por otro lado, existen sistemas donde la regulación de la vida económica se deja en
manos del Estado, por lo que las posturas liberales anteriormente explicadas carecen de todo
fundamento. Este modelo económico se conoce con el nombre de Economía Planificada. Bajo
ambos escenarios, las diferentes economías a nivel mundial han adoptado fórmulas
intermedias, habiéndose llegado a configurar modelos con características propias de cada
sistema. Una de estas variaciones aparece con el surgimiento de las economías mixtas, en
virtud de las cuales el Estado puede intervenir económicamente, al tiempo que colabora con la
iniciativa privada, orientando su actividad, pero de manera genérica; diseñando Políticas de
Estado que fomenten un desarrollo equilibrado con las economías globalizadas, conservando
así la aplicabilidad de la Ley Económica de oferta y demanda.

Economía social del mercado.

Para los peruanos una Economía Social de Mercado, satisface las necesidades de la población,
lo cual es un grave error que se sustenta, bien en intereses particulares o en una simple
ignorancia. Pues, si la Economía Social de Mercado se basa en la libertad de la iniciativa
privada, entonces ésta se produce para lucrar y no para satisfacer las necesidades de la
población.

Al hablar de una Economía Social de Mercado, debería acentuarse el adjetivo "social", que da
una apariencia de unión y comunidad, imponiéndose sobre el sustantivo "economía". Sin
embargo, entre "Economía Social de Mercado" y "Economía de Mercado", tenemos que la
segunda es antimonopólica, y el monopolio destruye la competencia.

Según, principalmente, los artículos 58 de la constitución actual y 115 de la constitución de


1979; es el Estado quien actúa, no de manera exclusiva sino, para promover el desarrollo
económico social a través de áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, etc.
Régimen Económico de la Constitución: tipos de regímenes, Economía Social de Mercado,
régimen peruano

A nivel constitucional, nuestra Carta Magna reconoce que el Perú se rige bajo una Economía
Social de Mercado. Este reconocimiento antecede desde 1979. No obstante, el primer
antecedente de la relevancia jurídica de algunos temas económicos se remonta hacia 1823,
época en la que constitucionalmente, se realza la función de la Hacienda Pública, cuya labor se
orientaba a la captación de rentas y demás productos correspondientes al Estado. En 1828, el
tema vuelve a tomar vigencia al realzar la actividad económica del Estado a través del manejo
presupuestario en el interior del sistema público.

Desde aquella época el pensamiento económico de los sucesores constituyentes ha ido


explayándose, hasta que en 1979 el Preámbulo de la misma Constitución reconoce, aunque de
forma muy general, que las actividades económicas de la sociedad se ejercen según los
lineamientos de una Economía Social de Mercado. Recién en la década de los noventa, con la
dación de la actual Carta Constitucional se realizan algunas modificaciones de fondo
Controversia acerca de las constitución del 93 y de la 79.

La Constitución de 1993 nació luego del autogolpe de abril de 1992. Este documento fue
aprobado de manera ilegal, ya que el referéndum de ese año fue reconocido ampliamente
como fraudulento.

Por otro lado, el recuerdo de la Constitución de 1979 ha abierto una importante discusión: la
necesidad de reformar la Constitución en aspectos sustantivos

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