SUPERIOR UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL “SIMÓN RODRIGUEZ” EXTENSION LAMAS
VIDA Y OBRA DE SIMÓN RODRIGUEZ
FACILITADOR: NOE LIENDO PARTICIPANTE: NIURKA SANTOS
SECCION: B1LM ADMINISTRACIÓN RRHH Ilustre personaje de la historia venezolana, alma libre, filósofo, fiel creyente en sus ideales de libertad, destacando por su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana; pasó su vida enseñando y luchando por cambiar el sistema educativo de Venezuela y América, que estaba aún bajo los vicios y mentalidad colonial, mejor conocido como el maestro de Simón Bolívar. Trabajó en diversos oficios para su subsistencia, Simón Rodríguez expresaba con frecuencia: “No quiero parecerme a los árboles, que echan raíces en un solo lugar; sino al viento, al agua, al sol, a todas esas cosas que marchan sin cesar”. Nacido en Caracas el 28 de octubre de 1769 Simón Narciso Jesús Rodríguez era hijo natural de Rosalía Rodríguez y de un hombre desconocido, de apellido Carreño, abandonado en las puertas de un monasterio, se crió en la casa de un clérigo de nombre Alejandro Carreño, quien se presume que era su padre, junto a su hermano Cayetano Carreño. Simón Se cambió el apellido paterno por el materno, a raíz de una violenta discusión que tuvo con su hermano Cayetano que era conservador y concupiscente, con ideas contrarias al espíritu liberal y reformista que evidenciaba Simón desde muy joven. Un día discutieron tan violentamente que, para no parecerse en nada a su hermano, decidió adoptar el apellido Rodríguez. El joven maestro se inicia oficialmente cuando el Cabildo de Caracas le otorga en 1791, el permiso para ejercer de maestro de escuela de primeras letras en la única escuela pública de esa ciudad. A los veinte años de edad según se dice, ya había leído a Jean-Jacques Rousseau, particularmente su obra “Emilio” o “De la educación” y una traducción de la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”; Como muestra del ímpetu y la avidez de sus reflexiones siempre originales y a contrapelo del medio, presentó al ayuntamiento de Caracas, en 1794, un estudio titulado “Reflexiones sobre los efectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento”, en este ensayo expone la necesidad de formalizar la educación pública por medio de la creación de nuevas escuelas y la formación de buenos profesores; de esta forma argumentaba, se promovería la incorporación de más alumnos y la disminución progresiva de la enseñanza particular; se requería además buenos salarios. Fue en esa época cuando, en la escuela de primeras letras del Cabildo de Caracas, tuvo entre sus alumnos, hasta los catorce años, al entonces travieso Simón Bolívar y, durante este tiempo Rodríguez fue ganado a la causa independentista debido a la lectura de los pensadores de la Ilustración; por lo que en 1797 se vincula al proyecto de emancipación inspirado por el pedagogo Juan Picornell, en asociación con los venezolanos Gual y España. Luego del descubrimiento y fracaso de esta primera tentativa revolucionaria, Rodríguez deja Venezuela y no regresa jamás. En 1797 luego de su salida del país, se traslada a Jamaica donde reside por algún tiempo y en el que cambia su nombre por el de Samuel Robinson. Posteriormente, viaja a Estados Unidos y finalmente a Europa. Más tarde, en la ciudad de París, se empadronaría en el registro de españoles de la manera siguiente: "Samuel Robinson, hombre de letras, nacido en Filadelfia, de treinta y un años"; y esta identidad la mantendría los siguientes veinte años de su vida en el viejo continente, allí conoció a Fray Servando Teresa de Mier, sacerdote revolucionario mexicano, que lo convenció para que juntos abrieran una escuela de lengua española. También estudió física y química, y se convirtió en el expositor de orden de las investigaciones del laboratorio para el cual trabajaba. Ya para el año de 1804 se encuentra con el joven bolívar y juntos realizan un largo viaje por Europa. En 1805 emprendieron una larga travesía hasta Italia, cruzando a pie los Alpes. Fueron de Chambéry a Milán estando allí presencian la coronación de Napoleón Bonaparte. luego a Verona y Venecia, Padua, Ferrara, Florencia y Perusa. por último, llegaron a Roma. Aquí fue donde subieron al Monte Sacro y se produjo el famoso juramento de Bolívar de libertar América: "Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español". Luego de una breve visita de Bolívar a Nápoles retornan a París hacia fines de 1805, separándose tiempo después. En 1806 inicia un largo peregrinar por Europa, viviendo en Italia, Alemania, Prusia, Polonia y Rusia; que culmina en 1823 cuando llega a Londres, donde se encuentra con Andrés Bello emprendiendo ese mismo año el retorno a América. Una vez enterado de la estancia de Rodríguez en Colombia, Bolívar le escribió una carta en la cual lo invitaba a encontrarse con él en el sur, donde se hallaba en plena campaña. Con la ayuda de Francisco Paula Santander, ordenado por Bolívar, Rodríguez marcha a unirse con él, emprendiendo por Cartagena el viaje a Perú a través de Panamá y Guayaquil, llegando a este último puerto a fines de 1824 o principios de 1825. A su paso por Ecuador dejó importantes obras: en La Catunga dicta clases de agricultura y botánica en el Colegio Nacional; en Quito presenta al Gobierno un Plan de colonización para el Oriente de Ecuador y en Ibarra, funda una "sociedad de socorros mutuos". En 1825 Bolívar lo recibe en Lima y lo incorpora de inmediato a su grupo de colaboradores directos. En noviembre de este mismo año, es nombrado "director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes, director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana”. El primer día del año 1826 comenzaría a funcionar la llamada Escuela Modelo, que en el cuarto mes de su andadura tenía ya doscientos alumnos. El plan de enseñanza era muy original: se agrupaba a los alumnos y se concertaban los métodos educativos, mezclándose la técnica y el espíritu. Los niños, entregados por entero a las tareas de aprendizaje, aun durante los ratos de diversión, eran observados individualmente por personal facultativo para identificar las inclinaciones de cada alumno, la gente no comprendía aquello y le parecía excesiva la inversión que demandaban las escuelas. El mariscal Sucre se vio influido por la crítica del medio, y escribió al Libertador para mostrarle su descontento con la obra de Robinson, como lo solía llamar. Después de enemistarse con todos, Simón Rodríguez renunció a su cargo. Con profunda rabia y decepción escribió una carta al Libertador, en la que se quejó amargamente de la incomprensión que había padecido. Por tal motivo se marcha a Arequipa, allí montó una fábrica de velas, de la cual esperaba obtener fondos para su manutención puesto que la inversión en las escuelas lo había dejado arruinado; las velas representaban también una muestra sarcástica de aquello que en su opinión había significado el "siglo de las luces" para América. El éxito de su negocio, sin embargo, estuvo en su retorno a las actividades de maestro: los padres acudían masivamente a la tienda para que se encargara de la educación de sus hijos; y fue así como Simón Rodríguez pidió nuevamente licencia para ser maestro. En 1828 publicó su primera obra titulada Sociedades americanas la primera parte fue impresa en El Mercurio Peruano al año siguiente, y continuada en El Mercurio de Valparaíso en noviembre y diciembre de 1829. También publicó en la imprenta pública una obra en defensa de Bolívar titulada El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social. Otras obras suyas fueron publicadas, entre las que figura un proyecto de ingeniería e hidrología en torno al terreno de Vincoaya. Luego de esto se marchó a Chile, En 1834 publicó Luces y virtudes sociales, obra acabada de su gran proyecto de instrucción. Desgraciadamente, su suerte se vio teñida una vez más por la fatalidad: el terremoto de Concepción de 1835 acabó con todo, incluyendo la estancia de Simón Rodríguez en esa ciudad; "en América no sirvo para nada", exclamaría. Se marchó a Santiago de Chile y protagonizó un maravilloso encuentro con Andrés Bello, del cual brotaría parte del impulso de la universidad fundada por el insigne humanista. Sufriendo el temor de que su obra se perdiera, alrededor de 1842 escribió: "La experiencia y el estudio me suministran luces, pero necesito un candelero donde colocarlas: ese candelero es la imprenta. Ando paseando mis manuscritos como los italianos sus Titirimundis. Soy viejo y, aunque robusto, temo dejar, de un día para otro, un baúl lleno de ideas para pasto de un gacetillero que no las entienda. Si muriera, yo habría perdido un poco de gloria, pero los americanos habrían perdido algo más". Tenía 82 años y conservaba aún un aspecto atlético. Dictó una conferencia que sorprendió al público por sus experiencias y por sus amores tórridos e hijos dejados por el mundo, al igual que por sus ideas. Finalmente, en 1853, a pesar de haber manifestado su intención de volver a Europa con la ilusión de que allí todavía se podía "hacer algo", se trasladó a Amotate, ciudad peruana en la que falleció el 28 de febrero de 1854, a los 83 años de edad. Simón Rodríguez contemplaba asumir el carácter político, formar personas útiles y con voluntad de trabajo, sin menos cabo de su condición ni raza y consciente de que cada persona debía estar formada para asumir procesos, tomada en cuenta la integración de los niños pobres los enseña a pensar con cabeza propia para no repetir como loros. Enseñar cosas útiles, desde el trabajo. Enseñar a los niños a ser preguntones para usar la razón y no repetir lo que el maestro quería si no lo que ellos entiendan de la clase. fue el primero que quiso aplicar en Sudamérica los audaces métodos educativos que empezaban a utilizarse a comienzos del siglo XIX en Europa, y por todos los medios trató de imponer en las atrasadas provincias de Bolivia y Colombia las novedosas y revolucionarias teorías sobre la educación de la infancia.