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Asignatura: ANÁLISIS DINÁMICO DEL COMPORTAMIENTO


Profesor: Diego Jorge González Serra
9 septiembre de 2005, Agosto de 2006

Clase No. 2
ENCUADRES E INDICADORES DINAMICOS PARA EL ESTUDIO DE LA
CONDUCTA.
Bibliografía:
J. Bleger “Psicología de la Conducta” (1973) en ANALISIS DINAMICO DEL
COMPORTAMIENTO. P. 14 a 23 (Compilador Manuel Calviño)
M. Calviño “Orientación Psicológica. Esquema inferencial de alternativa múltiple”
(2000) en ANALISIS DINAMICO DEL COMPORTAMIENTO. P. 27 a 31
D. González Capítulo 2 El Concepto de Motivación p. 51 a 60, y Capítulo 5 p. 175
a 204 en PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN , 2008

Temario de la clase No. 2

1 El concepto de motivación o de dinámica del comportamiento.


2 Encuadres para el estudio de la conducta según J. Bleger.
2.1 Encuadre histórico
2.2 Encuadre dinámico
2.3 Encuadre dramático.
3 Significado funcional de los indicadores dinámicos del comportamiento.
3.1 Reguladores del comportamiento.
a) Dimensión psicodinámica.
b) Dimensión personológica o caracterológica.
c) Dimensión comunicacional, interactiva o adaptativa.
3.2 Tipos de relaciones entre tales dimensiones.
3.3 Relación con los niveles de conciencia.
3.4 El sistema de interrelaciones que se establece entre las dimensiones y
sus diferentes expresiones en el comportamiento.
4 La dinámica de la motivación normal y adulta: un reflejo creador de las
relaciones del sujeto con su medio social.

1 EL CONCEPTO DE MOTIVACIÓN O DE DINÁMICA DEL


COMPORTAMIENTO. (Véase Psicología de la Motivación Capítulo 2)

Los procesos psíquicos regulan la actividad en dos aspectos o direcciones


fundamentales. S.L. Rubinstein1 distingue la regulación inductora de la ejecutora.
La regulación inductora es efectuada por los procesos psíquicos y determina que
la actividad tenga una dirección respecto a un determinado objeto, sujeto o
situación, con un determinado sentido (de aproximación o evitación) y con una
determinada intensidad o grado de activación o fuerza. A esta regulación inductora

1
Véase Rubinstein,S.L. El Ser y la Conciencia Editorial Nacional de Cuba. La Habana,
l965, pag. 358 y 359
2

le llamamos motivación.2 Ella determina el por qué y para qué de la actividad, o


sea, sus metas últimas.

La regulación ejecutora es efectuada por los procesos psíquicos y determina que


la actividad refleje cognoscitivamente de manera adecuada las condiciones en que
ella se produce para ajustarla a las mismas. Ella determina el cómo del
comportamiento.
Pongamos un ejemplo sencillo. Un estudiante de preuniversitario es prevenido
por el director del Instituto en el sentido de que si no mejora su conducta y
aprovechamiento será separado del mismo. El alumno toma conciencia de su
situación: su aspiración para el futuro es ser maestro, su padre le ha dado el
ejemplo y estimulado en este empeño, debe, por lo tanto, esforzarse en mejorar su
conducta y aprovechamiento para lograr su meta. Esta es la regulación inductora.
Pero, para cumplir este empeño necesita saber qué se le critica, qué aspectos de
su conducta puede mejorar y conocer mejor los contenidos que van a examen
para ajustar su conducta a estas situaciones objetivas. Esta es la regulación
ejecutora.

El querer y el saber: el querer se refiere a la regulación inductora, el saber a la


ejecutora. Ambos pueden y deben diferenciarse pero se encuentran en
estrechísima unidad.

En la regulación inductora o motivación participan todos los procesos psíquicos,


pero son los afectivos (emociones, sentimientos y tendencias) los que ocupan el
papel central. En la regulación inductora participan todas las propiedades y
estados de la personalidad pero ella es, fundamentalmente, una expresión del
carácter. En la regulación inductora o motivación se manifiestan, pero además
también se forman el carácter, las necesidades, disposiciones, valores y motivos
del ser humano y en consecuencia se modifica su motivación.

En la regulación ejecutora participan todos los procesos psíquicos pero son los
cognoscitivos (sensación, percepción, memoria, representación, pensamiento,
etc.) los que ocupan el papel central. En la regulación ejecutora participan todas
las propiedades de la personalidad pero ella es, fundamentalmente, una expresión
de las capacidades intelectuales (hábitos, conocimientos, habilidades,
inteligencia). En la regulación ejecutora se manifiestan, pero , además, también se
forman las capacidades intelectuales y en consecuencia se modifican sus
procesos cognoscitivos y la regulación cognoscitiva de su actividad.
En conclusión, por motivación entendemos la compleja integración de
procesos psíquicos que determinan la dirección (el objeto – meta buscado o
evitado), la intensidad y el sentido (de aproximación o evitación) del
comportamiento.

2
Véase González Serra,D.J. Teoría de la Motivación y Práctica Profesional Editorial
Pueblo y Educación. La Habana, l995. (pag.2)
3

La motivación despierta, mantiene, fortalece o debilita la intensidad del


comportamiento y pone fin al mismo una vez lograda la meta que se persigue
En el presente curso vamos a estudiar la regulación inductora o motivación,
vamos a realizar un análisis dinámico del comportamiento. Y también
estudiaremos los procesos afectivos: las emociones y sentimientos. Claro, que no
se puede estudiar la motivación sin tener en cuenta la regulación ejecutora o
cognitiva del comportamiento.

2 ENCUADRES PARA EL ESTUDIO DE LA CONDUCTA SEGÚN J. BLEGER.

Bleger destaca tres encuadres: el histórico, el dinámico y el dramático.


Todo encuadre destaca un aspecto o sector de la realidad y determinadas
variables. Los encuadres también expresan la ubicación filosófica del investigador.

Encuadre histórico.
Consiste en ver la vida psíquica en cambio, evolución, desarrollo e involución y
se expresa en los siguientes aspectos:
1) Descripción, relato, recuerdo o reconstrucción realizada en seriación
cronológica de acontecimientos, conductas, circunstancias. Distingue entre la
historia que relata el sujeto y la historia que realmente ha ocurrido, debiendo
darse valor a ambos.
2) Indaga o deriva una lógica o una relación entre distintas conductas,
fenómenos o acontecimientos.
a) Establece relaciones entre distintos momentos de la misma conducta. Por
ejemplo, distintos momentos de la locomoción o de la ansiedad.
b) Establece relaciones entre distintas conductas aparecidas en el decurso
del tiempo. El nexo es manifestación de un mismo proceso o conflicto.
c) Establece relaciones entre conductas que se repiten en el curso del
tiempo.
3) Establece la relación o el nexo causal entre distintas conductas (derivar el
presente del pasado). Explicación del presente adulto por el pasado infantil.
El encuadre histórico es utilizado por el método clínico y es base del
psicoanálisis.
Encuadre dinámico.
Implica varios significados:
1) Estudio de la conducta como proceso cambiante y no estático.
2) La reducción de todo fenómeno a las fuerzas que lo originan y condicionan.
(fuerzas externas, físicas, o instintos biológicos)
3) Todo estudio psicológico que se centre en la motivación de la conducta.
Encuadre dramático.
Fue planteado y desarrollado por G. Politzer.
Su objetivo es mantener la descripción y el estudio de la conducta en el nivel
psicológico.
Se opone a la reducción neurológica, físico – química o mitológica.
Los datos son los hechos psicológicos.
Los encuadres dramático y dinámico coinciden en el 1 y el 3, pero no en el 2.
4

3 SIGNIFICADO FUNCIONAL DE LOS INDICADORES DINÁMICOS DEL


COMPORTAMIENTO.

3.1 Reguladores del comportamiento.


El profesor Manuel Calviño plantea 3 tipos de dimensiones básicas:
a) La dimensión psicodinámica.
Lo que ha sido llamado estructura profunda, asociada a determinantes primarios,
arcaicos, impulsos básicos de fuerte valor afectivo. Presencia de conflictos
inconscientes, distorsiones de la estructura intrapsíquica.
b) La dimensión personológica o caracterológica.
Suele llamársele “estructura estable” y se vincula a los modos estables del
funcionamiento y comportamiento del sujeto. Se trata sobre todo de modos o
formas establecidas en el sujeto de regular la incidencia de los componentes
intrapsíquicos.
c) Dimensión interactiva o adaptativa.
Nivel superficial de la vida psíquica.
Ahí están los modos concretos de hacer, de interrelacionarse, de reaccionar, de
planificar, de sentir y hacer sentir de los seres humanos. Esto es la subjetividad
como hecho de la vida cotidiana que se descubre ante el ser humano como los
comportamientos de su – yo – s que expresan lo que siente, cree, piensa y decide,
y los comportamientos de los otros.

3.2 Tipos de relaciones entre tales dimensiones.


Existen tres tipos de relaciones entre tales dimensiones y al interno de cada una
de ellas y que son las siguientes:
a) Unidad
Un fenómeno en su vínculo con otro, u otros, conforman uno diferente de los
constituyentes. H2 + O2 producen H2O (agua); otro ejemplo, el pensamiento
verbal es la íntima unidad de pensamiento y lenguaje que forma otra realidad
que no es pensamiento solo, ni lenguaje solo. Esto no excluye la existencia del
pensamiento solo y del lenguaje solo que pueden relacionarse entre sí pero en
formas que no son de unidad.
b) Independencia.
Los fenómenos existen por sí mismos en forma propia, aunque potencialmente
puedan unirse entre sí o con otro cualquiera. Por ejemplo, el hidrógeno y el
oxígeno existen por sí mismos de una manera independiente el uno del otro.
Igualmente el pensamiento y el lenguaje existen independientemente.
c) Interdependencia.
Dos o más fenómenos entran en relaciones de mutua influencia, apoyatura,
etc. cada uno desde su especificidad, con una inscripción o destino específico.
Relaciones entre variables.

3.3 Relación de estas dimensiones con los niveles de conciencia. (concepto


adjetivo o descriptivo del inconsciente).
La dimensión psicodinámica es predominantemente inconsciente.
La dimensión interactiva es predominantemente consciente.
5

La dimensión caracterológica se encuentra entre lo consciente y lo


inconsciente.
3.4 El sistema de interrelaciones que se establece entre las dimensiones y sus
diferentes expresiones en el comportamiento
El sistema de interrelaciones puede operar en las siguientes formas:
A) Expresión o relación propia.
Un contenido determinado de cualquier dimensión se expresa en la conducta sin
utilizar los recursos (modos, configuraciones, etc.) de alguna otra dimensión. Esto
no quiere decir que él se exprese directamente en su peculiaridad, sino que el
contenido expresado y consecuentemente la conducta que lo expresa es relevante
sólo a esa dimensión.
B) Expresión o relación transactiva.
Un contenido de la dimensión caracterológica o psicodinámica (no puede
suceder con la interactiva) se expresa iindirectamente en la conducta tomando la
forma expresiva de los contenidos de otra dimensión.
C) Expresión o relación inclusiva.
En un comportamiento determinado se expresan relaciones propias de algunas
de las dimensiones y relaciones transactivas de otras. El comportamiento
representa un espacio plural, en el que están expresando contenidos de diferente
tipo, con significados psicológicos diferentes.
Estamos totalmente de acuerdo con estos factores dinámicos planteados por
Calviño, pero queremos añadir lo que nosotros hemos aportado en ese sentido

4 LA DINÁMICA DE LA MOTIVACIÓN NORMAL Y ADULTA:


UN REFLEJO CREADOR DE LAS RELACIONES DEL SUJETO
CON SU MEDIO SOCIAL (Véase Psicología de la Motivación, Capítulo 5)
.
El medio social y cultural, en su interacción con el sujeto, se refleja
psíquicamente en éste actuando a través de sus condiciones biológicas
(heredadas y adquiridas) y de sus características psíquicas (no conscientes y
conscientes) y sobre estas bases este reflejo crea y transforma el psiquismo
humano, el cual regula el comportamiento.
Por esto decimos que el psiquismo y la conducta del ser humano son creaciones
del sujeto a partir del reflejo de su interacción (su actividad externa) con el medio
social, en la cual el medio social (la cultura) determina fundamentalmente el
contenido, estructura y naturaleza del psiquismo, mientras que el organismo
explica principalmente su existencia y energía y algunas diferencias individuales.. 3
Debe tenerse en cuenta que el medio social externo no es puramente externo al
sujeto, sino que contiene también lo que el sujeto ha ejercido sobre él, o sea, que
contiene también al sujeto. Pues el medio social externo y el sujeto, del otro lado,
se reflejan y contienen recíprocamente. No obstante, estos determinantes
externos al psiquismo (sociales y culturales) constituyen realidades en sí mismas,

3
El reflejo no es sólo del medio social, también el sujeto refleja su organismo biológico e interactúa con él,
pero debido al hecho de que el medio social es el determinante fundamental del psiquismo, hemos hecho aquí
abstracción del reflejo del propio organismo y lo hemos considerado como un factor interno que condiciona el
reflejo del medio social.
6

con sus leyes propias y no pueden ser reducidas a la influencia que ha ejercido el
sujeto sobre ellas. Solamente actúan a través y en dependencia de esta influencia.
De acuerdo a este principio general formulamos el criterio de que la motivación
humana es un reflejo de los determinantes externos (sociales) y a la vez la
resultante creadora de la actividad interna del sujeto surgida sobre la base de
dicho reflejo.
.
4.1 La motivación como una unidad de dos polos: el afectivo y el cognitivo.

La unidad de lo afectivo y lo cognitivo es una característica de toda la


personalidad, En el psiquismo humano desarrollado hay tres funciones
fundamentales que se encuentran estrechamente unidas y penetradas
recíprocamente: la función cognitiva (que conduce a reflejar o conocer el mundo
mediante procesos cognitivos como la percepción o el pensamiento); la función
afectiva (que lleva a reaccionar o actuar mediante emociones, sentimientos o
tendencias según afecte el mundo, favorable o desfavorablemente, las
necesidades del sujeto); y la función volitiva (que resulta de la integración de la
función cognitiva y la afectiva mediante la elaboración de fines y proyectos que
regulan el comportamiento).
En esas tres funciones se da la unidad de lo cognitivo y lo afectivo pero de
manera diferente según sea el predominio de lo afectivo (en la función afectiva) o
el predominio de lo cognitivo (en la función cognitiva) y el predominio de ambos en
la función volitiva.
La motivación se refiere a la función afectiva y a su manifestación en la función
volitiva, por lo tanto, en ella predomina lo afectivo, pero también se da la unidad de
lo cognitivo y lo afectivo.
La motivación es el conjunto de procesos psíquicos que impulsan y dirigen el
comportamiento. Y ella surge precisamente de la relación entre las necesidades
de la personalidad y el reflejo cognoscitivo de la realidad.
Este vínculo entre las necesidades de la personalidad y el reflejo cognitivo de la
realidad es el que engendra el estado dinámico, la intensidad y dirección del
comportamiento. Toda necesidad o motivo es referida a un objeto o situación que
es reflejado cognitivamente de manera consciente o inconsciente. El sujeto
percibe que le falta algo o que existe la posibilidad de satisfacerse y en
consecuencia son activadas y dirigidas las necesidades que se expresan en
emociones, tendencias o fines que regulan el comportamiento.
La motivación humana constituye una constante interacción, penetración y
transformación recíproca de dos polos: las necesidades del sujeto de un lado y el
reflejo del mundo externo del otro. Entre ambos se intercala una formación
intermedia: la imagen de sí mismo. (Véase Psicología de la Motivación p. 86 – 91)
En consecuencia, podemos decir que la motivación humana constituye
una unidad de dos polos: el afectivo y el cognitivo.
El desarrollo ontogenético de la motivación en el paso del niño pequeño al adulto
y al adulto mayor consiste en una constante interacción entre lo cognitivo y lo
afectivo en la cual las nuevas estructuras cognitivas transforman la motivación y
esta última es el motor que impulsa el desarrollo cognitivo.
7

La consideración de la unidad de lo afectivo y lo cognitivo en la motivación nos


lleva a diferenciar el concepto de intensidad del concepto de eficiencia
motivacional. La intensidad indica la fuerza con que el sujeto se dirige hacia su
objeto – meta. Pero la eficiencia se refiere a en qué medida el sujeto obtiene su
objeto – meta lo cual está determinado en gran parte por el adecuado ajuste entre
la motivación y las capacidades cognoscitivas del sujeto. Una motivación puede
ser muy intensa y sin embargo, poco eficiente pues no logra su objeto – meta
debido a que no planifica bien cómo lograrlo. Es más, la intensidad puede
bloquear la eficiencia y la buena eficiencia puede conducir a una menor intensidad
motivacional, pues se puede lograr más con menos esfuerzo.

4.2 La motivación adulta constituye la unidad de sus niveles:


la motivación arcaica, la superior y la actual.

Llamamos niveles a la presencia actual de estratos que han surgido en el


tiempo, antes y después. Los niveles inferiores surgieron antes, los superiores,
después.
Llamamos motivación arcaica a la que surgió en la infancia y la adolescencia del
sujeto y se expresa actualmente en la personalidad adulta. Principalmente es una
resultante del conflicto paterno – infantil y de su interiorización en la estructura del
“yo y el otro”4 resultante de dicho conflicto.
Llamamos motivación superior a aquella que ha surgido en la juventud y se ha
ido transformando en la vida adulta. Consiste principalmente en la resultante de la
asimilación de la conciencia social, del funcionamiento de las instituciones y de los
deberes5 y metas que ellas contienen, que asume principalmente formas
conscientes, pero también inconscientes. La motivación superior actúa como un
sistema de fines y proyectos, autónomos o adaptativos 6, que se traza el sujeto,
dirigidos hacia el futuro.
Llamamos motivación actual a la que surge y cambia constantemente como
resultado del reflejo del momento presente que vive el sujeto.
Debe tenerse en cuenta que en cada uno de estos niveles se dan los dos polos:
el afectivo y el cognitivo, que se manifiestan tanto como vivencias infantiles o
adolescentes o como proyectos adultos o como circunstancias actuales.

4
Esta expresión del “yo y el otro” ha sido tomada por nosotros del artículo de Henry Wallon titulado “Le role
de l’autre dans la conscience du moi” en Journal Egyptien de Psychologie” Vol. 2, No. 1, 1946.
5
Al hablar de deberes hemos de reconocer la diversidad de las necesidades humanas que pueden dividirse
en puramente individuales y sociales. Las sociales son los deberes (morales, políticos, familiares, etc.), y las
necesidades puramente individuales son aquellas que parten del individuo y se clasifican en: psicobiológicas
(hambre, sed, sueño, sexo, etc.); psicogénicas (necesidad de actividad, de estimulación sensorial, de contacto
afectivo); y sociogénicas (intereses cognoscitivos, autovaloración, sentido de la vida y otras)..
6
La motivación puede ser reactiva , cuando constituye una reacción a los estímulos externos, y activa,
cuando parte de fines y proyectos internos. A su vez los fines pueden ser adaptativos o autónomos. Los fines
adaptativos son determinados por las circunstancias externas sobre la base de las posibilidades de satisfacción
o insatisfacción. Los autónomos son elaborados por el sujeto con independencia de las circunstancias del
medio. Por lo general, en todo fin se da la unidad de lo autónomo y lo adaptatativo. Unos son
predominantemente autónomos, otros son principalmente adaptativos.
8

Estos tres niveles de la motivación humana son diferentes cualitativamente, pero


se influyen y penetran recíprocamente y en consecuencia, al cambiar uno,
cambian los otros dos.
Veamos brevemente algunas hipótesis teóricas sobre la motivación arcaica.

La motivación adulta es superior e irreductible, pero a la vez expresa el


desarrollo ontogenético previo

La consideración de los niveles inferiores y superiores que actúan en el psiquismo


humano nos lleva a considerar cómo repercute el desarrollo ontogenético en la
motivación adulta y a enfrentar ciertas teorías, como las del psicoanálisis, que
apoyadas en este enfoque genético, reducen la motivación humana a tendencias
biológicas e "instintivas" o a situaciones externas que han adoptado una forma
concreta en la infancia.
Freud ha planteado la tesis de que las fijaciones infantiles de los instintos siguen
actuando en la personalidad adulta. Aseguró que el Complejo de Edipo, surgido en
la infancia, constituye un factor motivacional fundamental de la personalidad
adulta. El psicoanálisis pretende encontrar los motivos de un acto en los
contenidos dinámicos del pasado de un individuo.
Por el contrario, K. Lewin destaca que la motivación es una función del campo
psicológico actual, y los teóricos del sí mismo (Maslow, Allport, Rogers, Nuttin y
otros) enfatizan que la personalidad se orienta hacia el futuro en la realización de
su "yo ideal".
En nuestra opinión, la motivación superior y adulta es cualitativamente diferente de
la infantil, aunque esté ligada en su génesis a las experiencias infantiles y en ella
'se expresen los hechos y tendencias de la vida anterior. Las experiencias
infantiles han quedado grabadas en la personalidad, constituyen condiciones
internas del proceso motivacional y del desarrollo de las necesidades, pero no
debemos ni podemos reducir las motivaciones adultas a las infantiles, pues los
objetos-metas del comportamiento adulto son diferentes y superiores.
Una hipótesis sobre la interrelación entre la vida infantil y la personalidad adulta..
¿Qué relación existe entre la vida infantil y la personalidad y la motivación
adulta?
Para plantear estas hipótesis nos fundamentamos en los propios aportes
teóricos del psicoanálisis, en los criterios de psicólogos humanistas como el de J.
Nuttin, y en los puntos de vista de psicólogos histórico sociales como S. L.
Rubinstein, H. Wallon y otros.
Llamamos “conflicto paterno – infantil” a la relación que se establece entre el
niño o el adolescente y las personas que influyen de manera fundamental en su
educación como son los padres, los tutores, los familiares, los maestros y otros
adultos. Aquí “paterno” tiene un sentido amplio, se refiere a los adultos que
participan en la educación y la enseñanza de los niños y adolescentes. Los padres
o tutores tienen la mayor importancia, porque son los que primero y de manera
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más decisiva y estable participan en la educación.


Decimos conflicto porque la conducta espontánea del niño no coincide con las
exigencias y normas sociales. En consecuencia, se establece una contradicción
entre ambas que puede ser no antagónica y conducir al desarrollo normal del niño
o por el contrario puede no haber contradicción o esta ser aguda y antagónica y
crear serias dificultades en la formación de su personalidad.
Vigotsky señaló la ley genética del desarrollo la cual plantea que la relación
interpsíquica entre dos personas (en este caso, el niño y sus padres y maestros)
se interioriza y pasa a ser intrapsíquica. Toda función mental tiene su origen en
una relación externa social y culturalmente condicionada y se interioriza como una
función o una propiedad psíquica de la personalidad. Y añadimos que es
necesario tener en cuenta la cultura material que condiciona y determina esta
interacción externa.
Wallon destacó que el sujeto constituye la unidad del yo y el otro. Esta relación
interpersonal se interioriza para ir formando la personalidad humana. El otro pasa
a formar una parte esencial y fundamental de la propia personalidad. La
personalidad humana es la unidad del yo y del otro. La actitud ante el otro se
convierte en la actitud hacia sí mismo. El otro pasa a ser una parte del yo.
En consecuencia, distinguimos tres situaciones diferentes en el conflicto paterno
infantil que a su vez engendran tres tendencias fundamentales que actúan en la
personalidad adulta como expresión y resultado de su vida infantil. Las personas
se diferencian en cuanto al grado en que cada una de estas tendencias influye en
ellas. Las situaciones y las tendencias derivadas son las siguientes:
Formas del conflicto paterno infantil Tendencias derivadas en el adulto.
1) Exigencia social basada en el amor. 1) Armonía y predominio de lo social.
2) Carencia de exigencia social. 2) Disarmonía y predominio de lo individual
3) Exigencia social basada en el rechazo. 3) Disarmonía y predominio de lo social
en antagonismo con lo individual.
En la educación actúan generalmente estas tres formas del conflicto paterno –
infantil, pues influyen sobre el niño diferentes padres, familiares y maestros en
distintos momentos de su vida.. Sin embargo, algunas formas son más influyentes
que otras. Las primeras influencias tienen la importancia de que condicionan las
posteriores y tienden a influirlas decisivamente, pero esto no es absoluto.
Expliquemos brevemente cada una de estas formas del conflicto paterno – infantil
y las tendencias que evocan.
1) Exigencia social basada en el amor.
Esta es la forma no antagónica del conflicto paterno – infantil. Existe
contradicción entre el niño y el medio social que le rodea con determinadas
exigencias, pero estas exigencias se basan en el ejemplo positivo y en el amor al
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niño y su aceptación incondicional por parte del padre, tutor, familiar o maestro.
Esta forma de exigencia produce en el niño una frustración positiva, la cual
consiste en que es el propio niño el que se frustra por su iniciativa propia sobre la
base de las ventajas e incentivos que lo llevan a una auto frustración. El arte
educativo consiste en favorecer de manera espontánea en el niño su tendencia al
desarrollo y a resistir las frustraciones y privaciones que esto implica. Como dijo
Martí “no me parecen definitivas sino las conquistas de la mansedumbre”. (t. 9 p.
16). No obstante esta forma del conflicto paterno – infantil no es fácil de lograr y
siempre tiene mayores o menores limitaciones.
La exigencia social basada en el amor durante los primeros cinco años de vida,
en la niñez y en la adolescencia, engendra en el adulto una tendencia a la armonía
y al predominio de lo social significativo. Esta tendencia es favorecedora de la
salud mental y de una motivación tanto autónoma como adaptativa, pero centrada
en los deberes e ideales sociales asumidos, los cuales conducen a la armonía de
la personalidad y no llevan a frustraciones de las necesidades puramente
individuales ni a vivencias negativas.
2) Carencia de exigencia social.
Esta carencia de exigencia social puede darse en variadas formas. Una forma es
la sobreprotección que libera al niño de los sacrificios esfuerzos y peligros y le
concede todo lo que desea. Otra forma es darle malos ejemplos al niño y permitir
o favorecer su incumplimiento de las exigencias sociales.
La carencia de exigencia social como forma del conflicto paterno infantil se
proyecta en el adulto como una tendencia a la disarmonía y predominio de lo
individual. En este caso las tendencias puramente individuales surgidas y no
superadas en la infancia siguen actuando en la personalidad adulta en forma tal
que van en contra de las exigencias sociales y de la moral. Esta tendencia
favorece la patología psíquica y promueve conflictos y graves trastornos de la
conducta adulta.
3) Exigencia social basada en el rechazo.
Los padres o tutores exigen fuertemente el cumplimiento con las normas y
exigencias sociales, pero basados en la falta de amor y en el rechazo al niño. Aquí
ocurre la frustración negativa que consiste en frustrar desde fuera los deseos y
aspiraciones del niño favoreciendo la represión de las mismas y promoviendo una
conducta patológica. La identificación con padres rechazantes conduce al rechazo
de sí mismo. Esta forma del conflicto paterno infantil favorece una tendencia
patógena en el adulto caracterizada por la disarmonía y el predominio de lo social
en agudo antagonismo con lo individual en la cual el cumplimiento con lo social
supone una grave frustración de las necesidades puramente personales y
frecuentes trastornos emocionales. Por lo general esta forma de exigencia social
engendra la tendencia opuesta que se manifiesta en sufrimiento y constantes
defensas o mecanismos inespecíficos o en el incumplimiento con los deberes
sociales asumidos y en una orientación predominantemente individual.
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Puede existir aún otra forma peor de influencia paterna sobre el niño que resulta
de una combinación de la segunda con la tercera. Es la combinación del rechazo
afectivo con la falta de exigencia. Esta forma de influencia puede darse en la
relación de los padres o tutores con el niño, pero también en el abandono.
Estas tres tendencias derivadas de las formas del conflicto paterno infantil
actúan de manera más o menos inconsciente en la personalidad adulta, en su
motivación superior y junto a las influencias que ejerce el medio social sobre el
individuo generan tensiones y ansiedades los cuales derivan hacia la motivación
inespecífica, hacia las defensas.
Es necesario enfatizar que las distintas formas del conflicto paterno infantil
por lo general actúan simultáneamente predominando la una o la otra o
ambas y generando así diferentes tendencias en la personalidad adulta.

4.3 La estructura de la motivación normal y adulta.

La motivación adulta puede ser normal o anormal (patológica, inmadura).


Llamamos motivación normal y adulta a aquella en la que existe una
relativa armonía entre sus dos polos (afectivo y cognitivo) y entre sus tres
niveles (arcaico, superior y actual) en la cual, en caso de conflicto entre
ellos, por lo general predomina el nivel superior. Sin embargo, en última
instancia, con la acumulación y el agravamiento de estos conflictos, también
resulta normal que el sujeto transforme el contenido del nivel superior para
ponerlo en consonancia con los otros determinantes 7.
Al modificarse la motivación superior también cambian la arcaica y la actual.
El predominio del nivel superior supone por lo general hacer prevalecer los
deberes y proyectos asumidos sobre las tendencias y motivaciones reactivas
opuestas a su cumplimiento.
Llamamos motivación anormal (patológica, inmadura) a aquella en la que
existen contradicciones agudas y antagónicas entre sus dos polos (afectivo
y cognitivo) y sus tres niveles (arcaico, superior y actual) de modo tal que en
caso de conflicto entre ellos no predomina por lo general la motivación
superior, sino la arcaica o la actual. También se caracteriza esta
personalidad anormal por la incapacidad de transformar en última instancia
el contenido del nivel superior para ponerlo en consonancia con los otros
niveles.
Ahora bien, es necesario tener en cuenta que la motivación normal y adulta está
penetrada por la anormal y viceversa y que entre ambas existe un interacción, una
lucha y una transformación recíproca.
Veamos primeramente la contradicción entre el polo afectivo y el cognitivo y el
equilibrio o desequilibrio entre ambos.

7
Aquí nos referimos al cambio de la motivación superior, pero no sólo cambia ella, la motivación actual
constantemente está cambiando y la motivación arcaica también se modifica en el decurso de la vida.
Además, debe tenerse en cuenta que en la motivación superior están expresadas todas las necesidades.
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Entre estos dos polos puede existir una contradicción no antagónica o


antagónica8. Lo afectivo (las reacciones emocionales, los impulsos, las
tendencias) pueden alterar o impedir lo cognitivo, pueden bloquearlo o por el
contrario favorecerlo y desarrollarlo. A su vez lo cognitivo (el reflejo del mundo
exterior y de sí mismo, tanto en el pasado como en la vida actual) puede afectar
negativamente las necesidades del sujeto (como ocurre cuando el sujeto percibe y
conoce la frustración, privación y amenaza a la cual se ve sometido) o puede
favorecerlas (cuando percibe o conoce que ha sido satisfecho o que tiene
perspectivas de satisfacción).
En la persona normal y adulta y en una situación más o menos adecuada por lo
general la contradicción entre lo cognitivo y lo afectivo no es antagónica, pues
lleva a un desarrollo tanto del polo cognoscitivo como del afectivo.
Por el contrario, la enfermedad mental se caracteriza por una contradicción
antagónica entre lo cognitivo y lo afectivo en la cual el contenido cognitivo altera y
desequilibra lo afectivo (lo cual ocurre por lo general en las neurosis y trastornos
situacionales) o lo afectivo altera y destruye el funcionamiento cognitivo
impidiendo que refleje adecuadamente la realidad (lo cual ocurre en alguna
medida en las neurosis y principalmente en la psicosis).
Veamos a continuación el equilibrio y el desequilibrio entre los tres niveles de la
unidad afectivo – cognitiva.
La relativa armonía entre estos tres niveles consiste en que la motivación
arcaica (en virtud de una adecuada educación infantil y adolescente del sujeto) se
integra armoniosamente con la motivación superior y la motivación actual. No
obstante, esta integración armónica no es absoluta y siempre existen
contradicciones que tienden a ser superadas. Esto es lo típico de la personalidad
normal y adulta.
Por el contrario, la aguda contradicción entre estos tres niveles consiste en que
existe un antagonismo entre la motivación arcaica, la superior y la actual, pues se
oponen radicalmente entre sí. Esto es lo típico de la personalidad psíquicamente
enferma. El psicoanálisis ha llamado la atención sobre los conflictos entre el ello y
el super yo que reflejan esta contradicción entre la motivación arcaica y la
superior. Pero también la situación actual que vive el sujeto puede ser un
importante factor de desequilibrio. Igualmente la motivación superior puede
responder a metas inadecuadas y desequilibradoras.
Resulta propio de la personalidad normal y adulta el predominio en todo
momento y en caso de conflicto, de la motivación superior sobre la arcaica y la
actual, aunque también resulta típico que con el agravamiento y mantenimiento de
estos conflictos el sujeto normal transforme su motivación superior para ponerla en
armonía con la arcaica y la actual. En la personalidad psíquicamente enferma este
equilibrio se pierde.

4.4 La motivación como un reflejo creador:


crítica del psicoanálisis, el humanismo, y el conductismo.
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Llamamos contradicción no antagónica a aquella que lleva al desarrollo de una determinada calidad (por
ejemplo, el equilibrio y la armonía de la motivación, el predominio de un determinado valor, etc.) y
contradicción antagónica a aquella que conduce a la eliminación o sustitución de una determinada calidad que
se transforma en otra.
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De lo anterior se comprende que la motivación superior y predominante del


individuo normal y adulto cambia bajo la influencia de las circunstancias externas
(sociales y del propio organismo): es un reflejo de lo externo social. Al cambiar la
sociedad también cambia el individuo como un reflejo. El ser humano es un
producto socio histórico concreto (véanse las posiciones de la psicología histórico
cultural a la cual nos adherimos). Pero a su vez él participa en la creación de la
historia y de la cultura, pues sobre la base del reflejo de lo externo, de la
motivación arcaica y de la superior anteriormente existente, el sujeto crea y
transforma su motivación superior y con ello construye y modifica toda su
motivación adulta, la cual repercute sobre su conducta y su medio social.
La concepción teórica aquí planteada se esfuerza por asimilar críticamente todo
lo positivo que ha aportado el psicoanálisis, el conductismo y el humanismo a la
teoría de la motivación.
El psicoanálisis tiene en cuenta todos los niveles de la motivación humana, pero
dice que el fundamental es el arcaico el cual actúa de manera inconsciente. Para
el psicoanálisis los motivos fundamentales del ser humano son inconscientes y
enraizados en la infancia. No existe diferencia cualitativa y esencial entre la
motivación normal y la patológica. La terapia psicoanalítica va dirigida a la
modificación de la motivación arcaica e inconsciente. En el psicoanálisis hay
elementos ciertos y valederos, pero exagerados y unilaterales, por lo que, en
consecuencia, ofrece una imagen distorsionada de la motivación humana.
El conductismo hace depender la motivación del reflejo de la interacción
individuo – medio (estímulo – respuesta). En consecuencia, en el mejor de los
casos sólo reconoce la motivación actual como determinante fundamental. Niega
el rol creador y constructor del sujeto y su proceso interno relativamente
independiente del reflejo de lo externo. No obstante, en el conductismo también
hay elementos valiosos dentro de una concepción total inaceptable.
El humanismo va a enfatizar la motivación superior y su automovimiento que
parte del sujeto. Esto es correcto, pero el humanismo no enfatiza igualmente que
la motivación superior es un reflejo de su medio social, que surge y se transforma
constantemente bajo la influencia de los determinantes externos y sociales. Por lo
tanto, hay cosas buenas en el humanismo, pero este no nos da una imagen lo
más certera posible de la motivación humana, pues pierde de vista su
determinación histórico social.
Asimilar los aspectos positivos de estas escuelas supone una apertura crítica a
sus componentes ciertos y a sus técnicas psicoterapéuticas.
IV LA MOTIVACIÓN COMO UN REFLEJO DE LA ACTIVIDAD EXTERNA:
SUS DETERMINANTES EQUILIBRADORES Y DESEQUILIBRADORES.
Con respecto al equilibrio psíquico (ya definido como la relativa armonía entre
los distintos factores y el predominio de la motivación superior) existen situaciones
externas desequilibradoras y situaciones externas equilibradoras, que conducen al
equilibrio, lo refuerzan y perfeccionan.
A Determinantes equilibradores.
Llamamos determinante equilibrador a la armonía entre satisfacción e
insatisfacción (ASI). La satisfacción conduce a la insatisfacción y la insatisfacción
a la satisfacción.
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Las satisfacciones que se ofrecen al individuo lo llevan a esforzarse y


sacrificarse para obtener nuevas satisfacciones. Por ejemplo, los padres tratan
con cariño al hijo, pero a la vez son ejemplos para éste y le exigen. En
consecuencia, la satisfacción del niño con sus padres le lleva por su propia
iniciativa a esforzarse por cumplir sus deberes y tareas.
O también ocurre que el individuo se esfuerza por obtener un premio, se
sacrifica y lo logra y en consecuencia la insatisfacción conduce a la satisfacción.
En estos casos se destaca el rol activo del sujeto que por su propia iniciativa se
esfuerza y esto conduce a la construcción y superación de su personalidad y a la
satisfacción que esto implica.
Esta armonía entre satisfacción e insatisfacción (ASI) favorece el equilibrio de la
motivación tanto en la infancia y en la consecuente motivación arcaica, como en la
juventud y la adultez (motivación superior) y en todo momento (motivación actual).
En consecuencia, estos determinantes equilibradores externos engendran
tendencias y características como las siguientes:
1) Una relativa armonía entre los polos afectivo y cognitivo de la motivación
que conduce al desarrollo de ambos.
2) El predominio más o menos estable de los deberes asumidos sobre las
tendencias opuestas a los mismos, basado en una relativa armonía entre lo
social y lo individual.
3) El predominio de los fines y proyectos asumidos sobre las tendencias
reactivas que se oponen a ellos y el constante planteamiento de nuevas
metas una vez cumplidas las anteriores.
4) La búsqueda de una armonía en última instancia entre los deberes
asumidos y las tendencias puramente individuales y entre los fines y
proyectos y la motivación reactiva. Esto supone el logro de una distancia,
pero a su vez una relativa cercanía entre el yo ideal y el yo real.
5) El logro estable de un estado emocional predominantemente positivo,
orientado al cumplimiento con los deberes y proyectos asumidos.
6) El desarrollo de una autovaloración adecuada, centrada en los aspectos
positivos y reales de la personalidad, pero que reconozca igualmente sus
limitaciones y errores.
7) La relativa armonía entre las motivaciones conscientes e inconscientes en
la cual por lo general predominan las conscientes.
8) La interrelación relativamente armónica entre las motivaciones específicas
e inespecíficas (los mecanismos de defensa) pero con el predominio de las
específicas.
B) Determinantes desequilibradores
Llamamos determinantes desequilibradores a la disarmonia entre satisfacción e
insatisfacción (DASI). En este caso la satisfacción no conduce al esfuerzo, no se
le exige al sujeto, no se promueve en él su desarrollo, no se le estimula para
lograrlo (a esto comúnmente se le llama sobre protección). En otro caso la
insatisfacción no conduce a la satisfacción. Se trata aquí de la privación, de la
frustración, de la amenaza, que engendra el medio social en el individuo y que no
conduce a su satisfacción sino sólo a su insatisfacción. A esto comúnmente se ha
llamado “rechazo” sobre todo con respecto a la educación infantil.
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En estos casos se destaca el rol pasivo del sujeto, quien no se esfuerza por su
propia iniciativa espontánea en cumplir con las exigencias externas y superarse, o
si lo hace (en el caso del rechazo o la amenaza) es debido a una presión externa y
no a una iniciativa propia.
Esta disarmonía entre satisfacción e insatisfacción (DASI) engendra
desequilibrio y agudas contradicciones que se manifiestan en la infancia y en la
consecuente motivación arcaica, pero también en la juventud y la adultez (en la
motivación superior) y en todo momento (motivación actual).
Esta disarmonía se manifiesta en una serie de tendencias desequilibradoras que
actúan tanto en la motivación arcaica, como en la superior y la actual y que, entre
otras, son las siguientes:
1) Un antagonismo entre el polo afectivo y el cognitivo que lleva al
desorden emocional o a la tergiversación cognitiva.
2) El predominio de lo social significativo en detrimento innecesario e
inadecuado de la satisfacción puramente individual y asociado a
vivencias negativas o agresivas de frustración y privación.
3) El incumplimiento con los deberes asumidos (lo social significativo) y el
predominio de lo puramente individual en perjuicio de los deberes
asumidos.
4) El predominio de la conducta reactiva sobre los fines y proyectos
asumidos o la ausencia de estos últimos.
5) La existencia de agudas contradicciones antagónicas entre lo social y lo
individual, entre los fines y proyectos asumidos y las posibilidades
externas, capacidades personales y conductas reactivas (la existencia
de una gran distancia entre el yo real y el yo ideal).
6) Un estado emocional negativo predominante (ansiedad, agresión,
depresión) que no favorece el cumplimiento con los deberes y metas
asumidas.
7) La existencia de una autovaloración inadecuada por subvaloración (que
puede engendrar tendencias compensatorias de superioridad) o por
sobrevaloración, que desequilibran al sujeto.
8) La existencia de motivaciones inconscientes dominantes en el control
de la conducta y en aguda contradicción con las conscientes.
9) El predominio de las motivaciones inespecíficas en aguda contradicción
con las específicas.

Para nosotros existe una diferencia cualitativa entre la estructura dinámica de la


persona sana y la de la enferma. (Véase Psicología de la Motivación, p. 193 a
196).
La persona sana se caracteriza por una relativa armonía entre las distintas
instancias de su personalidad en la cual predominan los aspectos superiores,
conscientes, sociales.
La persona enferma se caracteriza por el conflicto antagónico entre los
elementos que componen su personalidad o por la pérdida del normal predominio
de los aspectos superiores, conscientes, sociales, o por ambas cosas.
Ahora bien, esto no niega que exista una penetración y transformación
recíprocas entre lo normal y lo patológico. Lo más frecuente es la existencia de
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componentes patógenos o patológicos en la personalidad normal pero que están


sometidos al poder integrador y al funcionamiento superior de la personalidad
sana. Igualmente en el enfermo mental podemos encontrar componentes sanos,
pero que están subordinados a su funcionamiento patológico predominante.

V UN IDEAL ÉTICO PARA LA PSICOLOGÍA:


LA FORMACIÓN DE UN SER HUMANO EQUILIBRADO PERO CON UNA
ORIENTACIÓN COGNITIVA EFICIENTE, UNA ORIENTACIÓN SOCIAL
AUTÓNOMA Y ARMÓNICA Y UNA PERSPECTIVA POSITIVA.
(Véase Psicología de la Motivación, p. 49 a 50)
La psicología no debe ser sólo un conocimiento de la realidad, sino que debe
responder a una ética, a una serie de metas morales.
No podemos conformarnos sólo con lograr un ser humano equilibrado, pues se
puede ser equilibrado y a la vez un antisocial, o un egoísta, o un individuo
totalmente adaptativo que no tiene metas ni creaciones propias o que tiene un
insuficiente conocimiento de la realidad, o que se caracteriza por una visión
pesimista de la realidad.
En nuestro criterio debemos crear un sujeto con una orientación cognitiva
eficiente (que refleje adecuadamente la cultura humana en su momento histórico y
participe en su creación), que tenga una orientación pro social al servicio de la
humanidad, centrado en los deberes sociales que ha asumido, pero en forma
autónoma, que surja de lo más íntimo de su personalidad y en relativa armonía
con la satisfacción de todas sus necesidades. Que sea un individuo realista y
optimista, cognitivamente guiado por los aspectos y posibilidades positivas,
desarrolladoras, tanto de sí mismo como de la realidad externa a él.

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