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Die

(Vertretungs-)Macht
des Grafen Dracula
Agency, Auftrag und
Grundstückskauf in der
Literatur

von

Dr. Leysser León-Hilario


Professor an der
Päpstliche katholische Universität von Peru

Lima, 2017
Cómo evitar
poderes ineficaces
Problemas frecuentes en su
redacción, inscripción y ejercicio
Aníbal Torres Vásquez / Mario Castillo Freyre / Rita Sabroso Minaya /
Laura Castro Zapata / Jhoel Chipana Catalán / Oswaldo Hundskopf
Exebio / Eric Palacios Martínez / Fort Ninamancco Córdova / Roger
Vidal Ramos / Gino Rivas Caso / Oscar Huerta Ayala / Olga A.
Alcántara / Omar Sumaria Benavente / Leysser León Hilario
BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ
Centro Bibliográfico Nacional
345.71 Cómo evitar poderes ineficaces : problemas frecuentes en su
C6 redacción, inscripción y ejercicio / Aníbal Torres Vásquez, Mario
Castillo Freyre, Rita Sabroso Minaya … [et al.].-- 1a ed.--Lima :
Gaceta Jurídica, 2017 (Lima : Impr. Edit. El Búho).
398 p. : il. ; 18 cm.

Incluye referencias bibliográficas .


D.L. 2017-02323
ISBN 978-612-311-422-0

1. Perú. [Código civil (1984)] - Interpretación y aplicación 2.


Representación legal (Derecho procesal civil) - Perú - Ensayos,
conferencias, etc. 3. Representación legal (Derecho procesal civil) -
Legislación - Perú - Interpretación y aplicación 4. Representación legal
(Derecho procesal civil) - Perú - Formularios 5. Derecho procesal civil
- Perú - Interpretación y aplicación I. Torres Vásquez, Aníbal, 1942-
II. Castillo Freyre, Mario, 1964- III. Sabroso Minaya, Rita, 1980- IV.
Gaceta Jurídica (Lima)

BNP: 2017-0794

CÓMO EVITAR PODERES INEFICACES


Problemas frecuentes en su redacción, inscripción y ejercicio
© Aníbal Torres Vásquez / Mario Castillo Freyre / Rita Sabroso Minaya / Laura Castro
Zapata / Jhoel Chipana Catalán / Oswaldo Hundskopf Exebio / Eric Palacios Martínez /
Fort Ninamancco Córdova / Roger Vidal Ramos / Gino Rivas Caso / Oscar Huerta Ayala /
Omar Sumaria Benavente / Leysser León Hilario
© Gaceta Jurídica S.A.
Director: Manuel Alberto Torres Carrasco
Coordinador: Jhoel Chipana Catalán
Primera edición: Febrero 2017
3890 ejemplares
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú
2017-02323
ISBN: 978-612-311-422-0
Registro de proyecto editorial
31501221700209
Prohibida su reproducción total o parcial
D.Leg. Nº 822
Diagramación de carátula: Martha Hidalgo Rivero
Diagramación de interiores: Rosa Alarcón Romero

G J S.A.
A.A O Nº 526, U . M
M ,L -P
C T : (01)710-8900
E-mail: ventas@gacetajuridica.com.pe / www.gacetacivil.com.pe
Impreso en: Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
San Alberto Nº 201, Surquillo
Lima - Perú
Febrero 2017
Los poderes (de representación)
del conde Drácula
Agency, mandato y compraventa inmobiliaria
desde la literatura(*)

Leysser LEÓN HILARIO(**)

I. NUEVAS LECTURAS, NUEVOS DESCUBRIMIENTOS


Emprender otra vez el escrutinio de un clásico de la literatura con el cual
el primer y antiguo contacto fue desprevenido y catártico propicia lozanas
reflexiones, desde las perspectivas que con el transcurrir de la existencia han
enriquecido el acervo cultural personal. La de ahora, entonces, es una óptica
experimentada, de lector prejuicioso(1), para no anotar solamente que de lec-
tor “entrado en años”, por la sencilla razón de que en la juventud, como hacía
notar Italo Calvino, la lectura y todas las experiencias se impregnan de gusto
e importancia particulares, mientras que en la madurez “se aprecian (debe-
rían apreciarse) muchos detalles, niveles y significados más”(2).

Sobre el negocio jurídico de otorgamiento de poderes representativos y


la problemática de la representación voluntaria, en general, se ha escrito poco

(*) Doctor en Derecho por la Scuola S. Anna di Studi Universitari e di Perfezionamento di Pisa (Ita-
lia). Profesor de Derecho Privado en la Facultad de Derecho y Escuela de Graduados de la Pontifi-
cia Universidad Católica del Perú. Abogado. Socio de Philippi, Prietocarrizosa, Ferrero DU & Uria
Abogados.
(**) Para Arianna Stella, mi amada primogénita, cautivada, como su padre, por la historia del Príncipe
de las Tinieblas.
(1) En su inconclusa autobiografía Vivir para contarla. Editorial Norma, Bogotá, 2002, p. 295, al evo-
car su experiencia como lector del Ulysses joyceano, Gabriel García Márquez distingue una incur-
sión inicial en el texto, de “temeridad prematura”, y una posterior, formativa, de “relectura en serio”.
(2) CALVINO, Italo. Por qué leer los clásicos (1991), trad. de Aurora Bernárdez, Tusquets, Barcelona,
1992 (reimpresión, 1997), p. 14.

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Leysser León Hilario

y raramente con realce en nuestra bibliografía jurídica(3). Pasadas más de tres


décadas desde la promulgación del Código Civil, donde el título dedicado a
esta materia abarca, innovadoramente, más de una veintena de artículos (145
a 167), continúan siendo ajenos a nuestra doctrina y práctica los fundamentos
teóricos de la disciplina de esta institución del derecho privado, trasplantada
al Perú desde la experiencia germana por vías indirectas y con orfandad de
esfuerzos ilustrativos de los juristas nacionales, que se echan de menos, toda-
vía más, al conocerse las importantes contribuciones académicas(4), las pro-
puestas de armonización normativa(5) y las reformas legislativas(6) que, sobre
el tópico, han visto la luz en el Viejo Continente en lo que va del siglo XXI.
En cambio, de la novela que inspira estas páginas, Drácula (7), del dubli-
nés Abraham, “Bram”, Stoker (1847-1912), se ha escrito copiosamente en
todo el mundo, muchas veces con mérito, con originalidad y pluralidad de
enfoques(8), por ciento veinte años. Es un título que jamás ha dejado de ree-

(3) No es un estudio sobre el Derecho Civil peruano, sino una investigación doctrinaria y comparativa,
hasta hoy insuperada, la monografía del diplomático peruano, radicado por muchos años en Vene-
zuela, ITURRIAGA ROMERO, José (1920-2012). La representación en el derecho privado. Direc-
ción Universitaria de Biblioteca y Publicaciones de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
Lima, 1974.
(4) Entre otros: MCMEEL, Gerard. “Philosophical Foundations of the Law of Agency”, en “The Law
Quarterly Review”. Vol. 116, Londres, 2000, p. 387-411; DIDIER, Philippe. De la représentation en
droit privé, L.G.D.J., París, 2000; DE LORENZI, Valeria. Rappresentanza diretta volontaria nella
conclusione dei contratti e analisi economica del diritto, Giuffrè, Milán, 2002; EAD. La rappresen-
tanza, en Il Codice civile - Commentario fondato da P. Schlesinger diretto da F. D. Busnelli, Giuffrè,
Milán, 2012; ALBUQUERQUE, Pedro de. A representação voluntaria em direito civil - Ensaio de
reconstruçao dogmática. Almedina, Coimbra, 2004; BUSCH, Danny y Laura J. MACGREGOR
(editores), The Unauthorised Agent - Perspectives from European and Comparative Law, Cam-
bridge University Press, Cambridge, 2009. En la bibliografía de América Latina: HINESTROSA,
Fernando. La representación. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2008.
(5) En el Draft Common Frame of Reference (DCFR) elaborado por el Study Group on a European
Civil Code y el Research Group on EC Private Law (Acquis Group), y destinado a aportar las bases
para una armonización del derecho civil europeo, la sección dedicada a la representación comprende
doce disposiciones (II.-6: 101 a 112): Von Bar, Christian y Eric Clive (editores), Principles, Defi-
nitions and Model Rules of European Private Law - Draft Common Frame of Reference (DCFR) -
Full edition. Sellier, vol. I, Múnich, 2009, pp. 411-451.
(6) La reforma del Derecho de Obligaciones y contratos del Código Civil francés, vigente desde el 1 de
octubre del 2016, ha introducido un régimen general de la representación, hasta hace poco extraño
este modelo de codificación, que comprende ocho artículos (los nuevos 1153 a 1161).
(7) Para escribir estas notas he tenido a la vista la primera edición estadounidense, que formó parte de
la colección “The International Adventure Library”: STOKER, Bram, Dracula - A Mystery Story,
W. R. Caldwell & Co., Nueva York, 1897. En adelante, la cito como STOKER. Dracula (1897).
También he consultado una edición moderna, la de Wordsworth Editions (Herdfortshire, 2000) con
introducción de David Rogers, profesor de la Kingston University.
(8) Entre las obras recientes que más han llamado mi atención, aunque no está dedicada únicamente a
la novela de Stoker, destaco la antología de estudios al cuidado de HOBSON, Amanda y U. Melissa
Anyiwo (editoras). Gender in the Vampire Narrative. Sense Publishers, Rotterdam, 2016, 196 p.

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Los poderes (de representación) del conde Drácula

ditarse, desde su aparición en Inglaterra, en 1897, simultánea a una sesión


de lectura teatral, Dracula or The Un-Dead, apuradamente dispuesta por su
autor con la finalidad de proteger sus derechos dramatúrgicos(9), y en Estados
Unidos, donde, por el contrario, un error en el cumplimiento de los trámites
administrativos requeridos ocasionó que la obra pasara al dominio público
poco tiempo después(10).

Creo, pues, hallarme dispensado de explicar lo satisfactorio que me


resulta hacer el intento, por lo menos el intento, de sumarme al segundo
grupo, y no al primero, en una antología de estudios sobre la representación
en el derecho privado, que el animoso coordinador, de seguro, habría prefe-
rido destinar a la compilación de contribuciones de exclusivo tinte jurídico.

Sin perjuicio de la opción tomada, confirmo que es de la institución de


la representación voluntaria de lo que me ocuparé, de todas maneras. En la
novela de Stoker, el conde, que reside en Transilvania, una ciudad de Europa
centro-oriental(11), adquiere, con la asistencia legal de un bufete de abogados

(9) La puesta en escena fue el 18 de mayo de 1897 en el Lyceum Theatre y duró cuatro horas, tal como
lo reseña, entre otros: BELFORD, Barbara. Bram Stoker and the Man who was Dracula (1996),
reimpresión, De Capo Press, 2002, p. 269. El texto del libreto, preparado velozmente por Stoker
para la ocasión, puede leerse en: Jones, Stephen (editor), The Mammoth Book of Dracula (1997),
reimpresión, Constable & Robinson, Londres, 2011, p. 2 y s. Un sobrino nieto de Stoker ha publi-
cado una “secuela” de la obra más famosa de su ilustre pariente, a la que ha titulado, justamente:
Dracula: The Un-Dead (New American Library, Nueva York, 2009). He tenido a la vista la reim-
presión de esta obra, publicada el 2010, que cito en adelante, y la edición italiana, en la que, llama-
tivamente, se recorta el título: STOKER, Dacre Calder e Ian HOLT. Undead - Gli inmortali, trad. de
Annalisa Crea, Piemme, Milán, 2009, 407 p.
(10) BELFORD. Bram Stoker and the Man who was Dracula, cit., p. 272. Las normas que no fueron
observadas fueron las de la International Copyright Act (también conocida como “Chace Act”) de
1891, que obligaban al depósito periódico y oportuno de ejemplares de la obra en la United States
Copyright Office (dependencia de la Library of Congress). No hace mucho tiempo, una funcionaria
de esta oficina testimonia haber verificado, con documentos oficiales, que Stoker sí realizó el trá-
mite en ocasión de la primera edición estadounidense: W , Margaret, “Copyright and Dracula”
(2013), en el portal de la Library of Congress: <https://blogs.loc.gov/law/2013/02/copyright-and-
dracula/>. Dacre Stoker, en su nota de autor a Dracula: The Un-dead, cit., p. 400, comenta amarga-
mente: “With the U.S. copyright lost, Hollywood, corporate America, and anyone else was free to
do whatever they wanted to Bram’s story and characters. The Stoker family was never again asked
for input or approval of any of the hundreds of incarnations of Dracula over the next century”.
(11) En el siglo XIX, en la época en que está ambientada Drácula, Transilvania, que significa “más allá
de los bosques”, formaba parte del Reino de Hungría y, por lo tanto, de la monarquía dual austro-
húngara, instaurada en 1867. Hoy pertenece a Rumania, a la que fue anexada al finalizar la Primera
Guerra Mundial, en 1918. Sobre estos aspectos históricos y geopolíticos, véase: WALKER, Gerald
y WRIGHT, Lorraine. “Locating Dracula: Contextualising the Geography of Transylvania”, en
Davison, Carol Margaret (editora), Bram Stoker’s Dracula - Sucking Through the Century 1897-
1997, Dundurn Press, Toronto-Oxford, 1997, p. 49 y s. Stoker no estuvo nunca en Transilvania,

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Leysser León Hilario

inglés, una residencia en Londres. ¿Cuál es el instrumento legal utilizado en


esta compraventa inmobiliaria a distancia? El siglo XIX, en el que se desa-
rrolla la trama de la obra, fue, por coincidencia, aquel en el que la represen-
tación (Stellvertretung) se emancipó del contrato de mandato (Auftrag), en la
Confederación Germánica y en el área geográfica de influencia del derecho
privado alemán en Europa continental. Pero ¿qué ocurría, en el entretanto,
en el common law inglés? ¿Cómo influyó en el tratamiento literario de estos
aspectos jurídicos en Drácula la formación de Stoker en abogacía? Estas son
solo algunas de las preguntas que busco responder en las páginas que siguen.

II. CUATRO DÉCADAS DE ESTUDIOS UPIROLÓGICOS


“Los vampiros me introdujeron en un horror del que jamás me
libraré del todo”(12). Julio Cortázar (1914-1984)

Mi acercamiento iconográfico al conde Drácula y a la temática del vam-


pirismo comenzó precozmente y gracias al Séptimo Arte. No se trató, empero,
de un interés nacido o cimentado en las salas cinematográficas, porque de
estas me tenía rigurosamente apartado mi minoría de edad. La atracción hacia
el universo temático del personaje concebido por Stoker surgió en el hogar,
a fines de los setenta, junto a mis padres y hermanos, frente a un televisor de
tubos, en blanco y negro, con la visión de una película producida por la Ham-
mer Films(13), editada para la pantalla chica: Horror of Dracula (1958), donde
los papeles principales estaban a cargo de dos notables actores ingleses: Peter

de la que tuvo referencias puramente bibliográficas (véase infra, notas (39) a (41), pero labró una
imagen recreada y perdurable de aquella región. “The spectacular dimension of Stoker’s Transyl-
vania –comenta Crişan, Marius-Mircea “Bram Stoker and Gothic Transylvania”, en Wynne, Cath-
erine (editora), Bram Stoker and the Gothic: Formations to Transformations, Palgrave Macmillan,
Hampshire, 2016, p. 77– contributed significantly to the success of the novel and to its countless
sequels in different media. By transforming some referential representations of a geographical space
into a gothic reality, Stoker opened one of the greatest doors to the continuous flourishing of gothic
literature”.
(12) CORTÁZAR, Julio. Territorios. Siglo Veintiuno Ed., México, 1978 (7ª edición, 2002), p. 47.
(13) He recordado estas películas entrañables en una “Encuesta sobre Cine y Derecho”, publicada en
Foro Jurídico - Revista de Derecho. Año IV, N° 8, 2008, Lima, p. 173. Leí hace poco, con verdadera
delectación, el entretenido volumen de ARDANUY BARÓ, Jordi. Los vampiros ¡vaya timo! Lae-
toli, Pamplona, 2009, pp. 7-9, donde el autor, solo siete años mayor que yo, comienza su discurso
escéptico sobre el tema narrando el origen de su interés por el vampirismo, con un testimonio bio-
gráfico muy similar al mío y, a lo mejor, al de varios de nuestros contemporáneos. Este libro ha sido
publicado con el auspicio de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, de España, de la
que son miembros destacados Mario Bunge y Fernando Savater.

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Los poderes (de representación) del conde Drácula

Cushing (1913-1994) y Christopher Lee (1922-2015). Recuerdo que este filme,


en cuyos primeros fotogramas aparecen gotas de sangre salpicantes sobre la
lápida del conde, fue por varios días objeto de inocentes comentarios con los
amigos del colegio, y no faltó quien exhibiera, nada más que por ser mayor en
un año o dos que el resto, una versación superior en la materia, y la vinculara,
con o sin el refuerzo de una naciente cinefilia, con la mitología de los licán-
tropos y con tradiciones sobre otros seres fantásticos.

Así, lejanos aún de la adolescencia, aquellos párvulos dialogantes apren-


dimos que los vampiros eran no-muertos, cadáveres animados que salían de
sus tumbas por las noches(14) para atacar a los vivos y beber su sangre, que no
se reflejaban en los espejos(15), que podían transformarse a voluntad en ani-
males o en niebla, que tenían poderes hipnóticos y fuerza descomunal, que
no soportaban el olor de los ajos ni la visión de los crucifijos, y a los que se
exterminaba con una técnica infalible: un estacazo en el corazón. Ese cono-
cimiento compartido, integrador y de franco compañerismo hacía que aque-
llas pláticas infantiles, ocasionalmente dirigidas por algún adulto, produje-
sen temor e intranquilidad, porque el argumento tratado no era percibido,

(14) No es el caso del conde Drácula, valga la precisión, porque en múltiples pasajes de la novela de
Stoker realiza actividades matinales (pasea por las ciudades, por ejemplo, en Transilvania y en Lon-
dres). Solamente sus ataques son nocturnos. INDURAIN, Noelia y URBIOLA, Óscar. Vampiros - El
mito de los no muertos. Tikal Ed., Madrid, s.a. (pero del 2000), p. 48, conjeturan: “Por qué se acabó
identificando al vampiro solo con la noche es algo que tal vez tenga mucho que ver con el proceso
de demonización al que fue sometido. Era la religión la que, en gran medida, dirigía la vida de los
pueblerinos. (...). Y el diablo, al ser un miembro de las tinieblas, de la noche, contribuyó con ello a
que el vampiro también lo fuera”. Pero aclaran (ivi, pp. 49-50): “Los vampiros de antaño eran vis-
tos tanto de día como de noche, y ha sido más tarde cuando solo se les ha dejado salir tras ocultarse
el Sol (de esto se encargó, en parte, la literatura del siglo pasado, aunque los primeros relatos sobre
vampiros ofrecían a estos la capacidad de moverse con facilidad durante el día. Lord Ruthven, Car-
milla y Drácula salían durante el día, aunque preferían la noche. En el caso de Drácula, el conde per-
día sus poderes sobrehumanos durante las horas de sol, pero el astro no le era dañino ni le suponía
un peligro mortal necesario de evitar”.
(15) Este “perfil” fílmico de los vampiros está basado, en gran medida, en un pasaje donde STOKER,
Dracula (1897), cit., pp. 239-240, hace explicar al médico (y abogado) holandés, Van Helsing, que
a estos monstruos no los mata el paso del tiempo, que rejuvenecen al beber la sangre de sus vícti-
mas, que no se alimentan como los seres humanos normales, que no tienen sombra ni reflejo, que se
pueden transformar en lobos, murciélagos o niebla, que tienen el poder de controlar el clima (de pro-
vocar tormentas, por ejemplo), que pueden empequeñecerse para atraversar espacios diminutos y
que pueden ver en la oscuridad. Luego (ivi, p. 240) enumera sus debilidades: que solo ingresan a los
lugares adonde han sido invitados, que sus poderes cesan con el amanecer, que su libertad de des-
envolvimiento es limitada hasta que se oculta el sol, que pueden atravesar las aguas solo con marea
baja, que son inermes frente al ajo o cosas sagradas como crucifijos, que una rama de rosa salvaje en
sus tumbas les impide descansar en estas, y que se les aniquila con balas bendecidas, hundimiento
de estaca o decapitación.

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Leysser León Hilario

en modo alguno, como remoto, sino como cercano y hasta acechante(16). El


espanto o miedo, como lo describiera un ilustre pensador, es una “extrañeza
del alma, que le quita el poder para resistir a los males que piensa como
próximos”(17).

En los ochenta llegaron a mis manos, en versión castellana, las legen-


darias historietas de The Tomb of Dracula(18), título de la Marvel Comics con
guiones de Marv Wolfman y dibujos de Eugene, “Gene”, Colan. Eran revis-
tas con tapa de cartón, impresas en Barcelona por la editorial Vértice, que
se vendían en los kioscos del aeropuerto “Jorge Chávez”. El conde, en esas
páginas, mostraba una perversidad y brutalidad superiores a las de las repre-
sentaciones fílmicas que me eran conocidas. En el episodio “The Voodoo-
Man!” (1973), por ejemplo, castiga a unos motociclistas vándalos, que le han
hecho una afrenta, de una forma muy singular: mediante control hipnótico les

(16) A decir de INTROVIGNE, Massimo. La stirpe di Dracula - Indagine sul vampirismo dall’antichità
ai nostri giorni. Mondadori, Milán, 1997, p. 437, el horror provocado por los vampiros, a diferencia
del que causa el diablo, “es ciertamente cercano a la experiencia cotidiana, hecha de carne y sangre.
Pero quien se aproxima al vampiro no solamente queda aterrorizado. El vampiro fascina, a pesar de
que desde ningún punto de vista nació para fascinar”.
(17) DESCARTES, René. Tratado de las pasiones del alma (1649). Trad. de Eugenio Frutos, RBA Edi-
tores, Barcelona, 1994, art. CLXXIV, p. 184 (cursivas añadidas). La “cercanía” o “acechanza” del
vampirismo, acentuadas por la técnica “epistolar”, talentosamente utilizada por Stoker, constituye
una las claves del éxito de la obra, según el estudioso alemán MÄRTIN, Ralf-Peter. Drácula - Vlad
Tepes, el Empalador, y sus antepasados (1980), trad. de Gustavo Dessal, Tusquets, Barcelona, 2014,
p. 191: “El que su novela (...) tuviera una difusión tan grande se debe a que (...) supo elaborar ele-
mentos sobrenaturales con suma verosimilitud. El carácter documental del libro, los apuntes del dia-
rio, el protocolo y las cartas, la exacta descripción del viaje en ferrocarril y en barco, y los detalles
geográficos sugerían tanta legitimidad como la elección de Transilvania –lugar donde, de hecho, se
sospechaba desde hacía mucho tiempo de la existencia de vampiros– para la residencia habitual de
su supervampiro. El nexo entre el vampiro y la historia real acabó de otorgar autenticidad a su relato
y lo convirtió en una amenazadora advertencia, ya que la veracidad de los hechos podía ser compro-
bada”. El propio Stoker, en el prólogo escrito para la edición islandesa de Drácula (publicada tem-
pranamente, en 1898), probablemente para intrigar a sus lectores, comenta que la historia narrada
era real, y que solamente se había limitado a cambiar los nombres de los personajes. La traducción
al inglés de dicho prólogo aparece en el erudito volumen de BERNI, Simone. Dracula by Bram
Stoker - The Mistery of the Early Editions. Trad. de Stefano Bigliardi, Biblohaus, Macerata, 2016,
pp. 43-44. Por su valor histórico, más allá de tratarse de la única versión prologada por el autor (ni
siquiera la original tuvo tamaño privilegio), la edición islandesa ha sido recientemente retraducida
al inglés: Power of Darkness - The Lost Version of Dracula, trad. de Hans De Roos, The Overlook
Press, Nueva York, 2017.
(18) La serie original, creada por Gerard, “Gerry”, Conway y “Gene” Colan (1926-2011), se publicó en
Estados Unidos entre 1972 y 1979. Marv Wolfman escribió los guiones a partir del séptimo número,
y se mantuvo a cargo de las historias hasta su culminación, con la septuagésima entrega. Las edicio-
nes de Vértice a las que hago referencia, a todo color, se publicaron en 1981. Hubo números anterio-
res, también de Vértice, pero con otro formato y en blanco y negro, que se publicaron durante 1980.

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Los poderes (de representación) del conde Drácula

ordena dirigirse a toda velocidad hasta el borde de un precipicio, y acelerar


sus vehículos una vez frente al vacío.

En el mismo periodo arribaron a Lima también, provenientes de Bogotá,


en papel de mala calidad y desprovistas de color, historietas en nuestro idioma
de The Amazing Spiderman, donde destacaba el número de debut del trágico
personaje del profesor Michael Morbius, “the living vampire”(19). Y en alguno
de los recordados supermercados Scala, probablemente el de Maranga, en
San Miguel, mi hermano menor y yo convencimos a nuestro padre para que
nos obsequiara una rareza libresca exhibida en los escaparates: la guía enci-
clopédica Vampiros, hombres-lobo y demonios(20), de Lynn Myring, cuyas
terroríficas ilustraciones, pintadas por Iain Ashman, me provocaron pesadi-
llas recurrentes y despertares con sobresalto por varias madrugadas, pese a
una aliviadora advertencia de la autora: “los vampiros no existen”(21).

Myring, sin embargo, narraba una historia verídica, ocurrida en el siglo


XVIII en Medveđa, una villa cercana a Belgrado, bajo la dominación de los
Habsburgo. Era la historia la de Arnold Paole(22), un campesino fallecido al caer
de un carro de heno, a cuyo cadáver redivivo se atribuyó la extraña muerte de
cuatro pobladores. El imputado había contado a sus vecinos que durante una

(19) Morbius apareció por primera vez en The Amazing Spiderman N° 101, octubre, 1971. Fue creado
por el guionista Roy Thomas. En aquella época, los dibujos de la serie estaban a cargo de Gil Kane
(1926-2000). Los números a los que me refiero fueron conocidos en Perú en la versión en blanco y
negro del Grupo Editorial Colombiano (GRECO). El personaje fue rebautizado como “Mórbido”.
Hoy existe una excelente adaptación al cómic de Drácula, al cuidado de Leah MOORE y John REP-
PION, trad. de Óscar Estefanía, Panini España, Girona, 2010.
(20) La edición en español, que presté y jamás recuperé (lección aprendida, pero desatendida muchas
otras veces), era de Publicaciones y Ediciones Lagos S.A. (PLESA) de Madrid y apareció en 1982.
El 2004, durante mi estadía doctoral en Hamburgo, adquirí de un particular, contactado por Ama-
zon, el original inglés: Vampire, Werewolves & Demons, Usborne Publishing Ltd., Londres, 1979.
(21) Esto (“los vampiros no existen”) es lo que se lee en la edición en castellano (p. 26), pero no en la
original (mismo número de página), donde la autora se pregunta, más bien: “Do vampires really
exist?”. En la novela, por el contrario, Van Helsing afirma: “There are such beings as vampires:
some of us have evidence that they exist. Even had we not the proof of our own unhappy experi-
ence, the teachings and the records of the past give proof enough for sane peoples”. Así: STOKER.
Dracula (1897), cit., pp. 236-237 (Mina Harker’s Journal).
(22) MYRING, Vampiros, hombres-lobo y demonios, cit., pp. 16-19. Sobre este famoso caso, véase tam-
bién, con propósito desmitificador: MAYO, Herbert. Popular Superstitions and the Truth contained
therein, Linday and Blakiston, Filadelfia, 1852, p. 32 y s. Ahora, con Google Books, se puede con-
sultar fuentes contemporáneas a esta crónica, principalmente: POHL, Johann Christoph y HERTEL,
Johann Gottlieb. Dissertationem de hominibus post mortem sanguisugis, vulgo sic dictis Vampyren,
Langenheim, Leipzig, 1732, p. 23; y RANFTS, Michael. Tractat von dem Kauen und Schmatzen der
Todten in Gräbern, worin die wahre Beschaffenheit derer hungarischen Vampyrs und Blut-Sauger
gezeigt, Teubner, Leipzig, 1734, p. 168 y s.

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Leysser León Hilario

campaña militar contra los turcos otomanos en la que él intervino como sol-
dado, fue atacado por un vampiro, y que intentó curarse impregnando sus ropas
con sangre del monstruo y comiendo tierra de su tumba. Los regentes loca-
les dispusieron que el cuerpo de Paole fuese desenterrado. Parecía tener poco
tiempo de muerto, a pesar de los días transcurridos desde su fallecimiento: sus
ojos estaban abiertos, sus uñas habían crecido y de su boca brotaba sangre.
Para calmar a los aldeanos, se aplicaron contra el supuesto vampiro los proce-
dimientos tradicionales: hundimiento de estaca en el corazón, decapitación e
incineración. Tiempo después, empero, ocurrieron otras muertes a causa, según
lo que el vulgo continuaba creyendo, de la ingesta de carne de animales infec-
tados por el no-muerto. Como el miedo cundió, tuvo que acudir al lugar una
comisión de autoridades austriacas, de la que formaba parte el cirujano Johan-
nes Flückinberg, a quien se debe un reporte escrito de lo acaecido.

En la secundaria leí por primera vez la novela completa, publicada en


una añorada colección de best sellers(23) que se editaba en Colombia. El libro,
que aún conservo, incluye como capítulo introductorio el cuento de Stoker
“Dracula’s Guest”, publicado póstumamente por su viuda y albacea literaria,
Florence Balcombe(24). Mi extrañeza de lector no familiarizado con la técnica
narrativa de las novelas epistolares(25), estructuradas con diarios personales,
recortes de periódicos, cartas, telegramas y transcripciones de registros fono-
gráficos, hizo que mi memoria atesorase solamente algunos pocos pasajes,
y continuase vinculada a las imágenes fílmicas de mi niñez. Recuerdo, con

(23) STOKER, Bram. Drácula, trad. de Francisco Torres Oliver, Editorial La Oveja Negra, Bogotá, 1984
(N° 19 de la colección “Best Sellers”).
(24) STOKER, Bram. Dracula’s Guest and other Weird Stories (1914), 6ª reimpresión, George Rout-
ledge & Sons, Ltd., Londres, 1922. El cuento citado figura en las pp. 1-18 de esta edición.
Florence Balcombe (1858-1937), que en su juventud fue pretendida por Oscar Wilde, con cuya
familia tuvo cercanía Bram Stoker, demandó exitosamente en Inglaterra a Prana-Film, productora
de la película de Friedrich Wilhelm Murnau, Nosferatu (1922), por violación de los derechos de
autor de su esposo, al tratarse de una adaptación no autorizada de Drácula. La viuda de Stoker, ante
la imposibilidad de obtener una compensación pecuniaria debido a la quiebra de Prana-Film, logró
que las autoridades británicas dispusiesen la destrucción de todas las copias de la famosa película.
El error de Stoker, mencionado retro, nota (10), al registrar su novela en los Estados Unidos fue
determinante para que aquella joya del cine expresionista germano sobreviviera hasta nuestros días,
a partir de las copias que atravesaron el Atlántico. Sobre este vínculo de Drácula con el derecho
véase: SKAL, David J. Hollywood Gothic. 2a ed. revisada, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York,
2004, p. 77 y s.; Id., Something in the Blood - The Untold Story of Bram Stoker, the Man Who Wrote
Dracula, Liveright Publishing Co., Londres y Nueva York, 2016, p. 505 y s.
(25) Técnica determinante para lograr el efecto de verosimilitud comentado retro, nota (17), y que ha
dado lugar a importantes estudios literarios, como el de SEED, David. “The Narrative Method of
Dracula”. En: Nineteenth-Century Fiction. Vol. 40, 1985, p. 61 y s.

284
Los poderes (de representación) del conde Drácula

todo, haberme estremecido al leer, por ejemplo, la bitácora de la nave Déme-


ter, que transporta al conde desde el puerto búlgaro de Varna hasta Whibty,
en la rubia Albión, con sus desgraciados tripulantes exterminados, uno por
uno, por el vampiro.

Posteriormente, llegaron diversos libros especializados en “upirología”,


como el del parapsicólogo catalán Angel Gordon(26), comprado en la librería
Época del miraflorino óvalo Gutiérrez, y otras historias de terror como El Viyi,
de Nikolai Gogol, inserta en uno de los números de la Biblioteca Universal de
Misterio y Terror(27), y las novelas estadounidenses Soy Leyenda(28), de Richard
Matheson, y Salem’s Lot(29) de Stephen King. Ya en los noventa, cuando era
estudiante universitario, acudí con amigos entrañables a ver Nosferatu (1922),
notablemente presentada en El Cinematógrafo de Barranco, mientras que la
televisión por cable rescataba para mi generación el tesoro filmográfico de la
Universal Pictures, del que forman parte las películas protagonizadas por el
mítico actor húngaro Bela Lugosi (1882-1956) en el papel del conde(30).

Con todas estas bases “formativas”, si se les puede considerar así, fue
inevitable que Bram Stoker’s Dracula (1992), filme de Francis Ford Coppola,
celebrado multitudinariamente por mis contemporáneos, me supiera a una

(26) GORDON, Angel. El gran libro de los vampiros. Tratado de Upirología. Ediciones Aura, Barce-
lona, 1987. “Upirología” es un neologismo, poco feliz en realidad, acuñado por el propio Gordon
(ivi, p. 57) a partir del término “upir” que es la transcripción fonética de la palabra “vampiro” en
ruso (Упирь). En la antología de IBARLUCÍA, Ricardo y CASTELLÓ-JOUBERT, Valeria. Vam-
piria, de Polidori a Lovecraft. 3ª edición, Adriana Hidalgo Ed., Buenos Aires, 2007, se incluye el
cuento de TOLSTOI, Alexei. “Upires” (1841). Trad. de Olga Wolkonsky, pp. 195-257.
(27) Este cuento de terror fue publicado por Nikolai Gogol (1809-1852) en 1835. El número 27 de la
colección aquí recordada, apareció una versión libre de la narración, por Eusebio Zabaleta (pp.
86-100). La “Biblioteca”, dirigida por José Antonio Valverde para Ediciones UVE (Madrid, 1981),
totalizó cuarenta entregas, y se difundió también, semanalmente, por nuestros kioscos de periódicos.
(28) MATHESON, Richard. Soy Leyenda (1954). Trad. de Jaime Bellavista, Ed. La Montaña Mágica,
Bogotá, 1987.
(29) KING, Stephen. ’Salem’s Lot (1975), New American Library, Nueva York, 1976.
(30) También Lugosi y su paradigmática encarnación fílmica del conde terminaron vinculados con el
mundo jurídico, cuando los herederos del actor pretendieron que la Universal Pictures les recono-
ciera una propiedad intelectual, por vía sucesoria, sobre el nombre y la imagen del causante en la
famosa película y, por lo tanto, derechos económicos sobre el merchandising abundantemente pro-
ducido. La causa, culminada negativamente para los accionantes ante la California Supreme Court
en 1979, que desconoció la transmisión mortis causa de los derechos de la personalidad, ha dado
lugar a una bibliografía interminable. Véase, para un panorama sobre este debate, el artículo, coes-
crito por un descendiente por el actor: LUGOSI, Bela G. y Mankey, Caroline H. “Life after Death”.
En: Los Angeles Lawyer. Abril 1999, p. 41 y s.

285
Leysser León Hilario

tergiversación de mal gusto(31) y con pésimas actuaciones (excepto la de Gary


Oldman), y que la abulia me consumiera al ver la adaptación cinematográfica
de Entrevista con el vampiro (1994), obra de Anne Rice(32).

Durante mi posgrado en Italia, comenzando el siglo XXI, mi biblio-


teca se enriqueció con una reimpresión facsimilar de la edición veneciana de
las famosas Disertaciones(33) del monje benedictino Augustin Calmet (1672-
1757), donde se menciona una crónica jesuita sobre aparecidos en el terri-
torio del virreinato del Perú(34); con el tratado de Augustus Montague Sum-
mers (1880-1948) sobre el vampirismo en Europa(35); con una traducción
de la narración The Vampyre(36), del escritor y médico John William Poli-
dori (1795-1821); y con una erudita investigación del sociólogo Massimo
Introvigne(37).

(31) Hoy leo, reconfortado, que un especialista en la obra de Stoker, como SKAL. Something in the
Blood, cit., p. 568, califica el rótulo del filme de COPPOLA como “one of the most misleading film
titles of all time”.
(32) RICE, Anne. Entrevista con el vampiro (1976), trad. de Marcelo Cobián, Ediciones B, Barcelona,
1999.
(33) CALMET, Augustin. Dissertazioni sopra le apparizioni di spiriti e sopra i vampiri o i redivivi
d’Ungheria, di Moravia, ec., Simone Occhi, Venecia, 1756 (reimpresión facsimilar, Ed. Artkos,
Carmagnola, 1986). Ahora, con Google Books se pueden consultar también la edición original
(París, 1746; hay impresiones sucesivas y corregidas, como las publicadas en Avignon, en 1751, y
en Einsiedeln y en Senones, ambas de 1759, todas en dos volúmenes) y la edición en inglés: Disser-
tations upon the Apparitions of Angels, Daemons, and Ghosts, and concerning the Vampires of Hun-
gary, Bohemia, Moravia and Silesia, M. Cooper, Londres, 1759 (hay otra edición, estadounidense,
publicada en Filadelfia en 1850, traducida por el reverendo Henry Christmas).
(34) CALMET, Augustin. Dissertations sur les apparitions des anges, des démons et des esprits. Et sur
les revenans et vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie et de Silesie, De Bure, París, 1846,
Dissertation sur les revenans et les vampires, cap. XXII, Revenans au Pérou, p. 315 y s. La referen-
cia de Calmet, de la que él mismo deja constancia en una nota (que no aparece en la edición vene-
ciana), proviene de una comunicación de la misión jesuita en Itatí (localidad que fuera parte de la
Gobernación de Río de la Plata y del Paraguay, y que hoy pertenece a Brasil), donde se habla de la
aparición del espectro de una joven de nombre Catalina, condenada a vagar como alma en pena por
haber infringido, en vida, el sacramento de la confesión. El testimonio es atribuido al padre Diego
de Samaniego S. J. (1541-1621) y fue reportado a la Compañía de Jesús por el padre Francesco
Benci S. J. (1542-1594) en las Litterae Societatis Iesv ad patres et fratres eiusdem Societatis (años
1590-1591), in Collegio eiusdem Societatis, Roma, 1594, pp. 761-769. La noticia figura, asimismo,
en obras anteriores a la investigación de Calmet, como por ejemplo: SACCHINI, Francesco. His-
toriae Societatis Iesu. Parte V, tomo I, ex Typographia Varesij, Roma, 1661, p. 547-560; y R -
, Carlo Gregorio, Maraviglie di Dio nei suoi Santi, en I ., Opere spirituali e morali, Stamperia
Baglioni, Venecia, 1723, tomo I, Centuria Terza, Maraviglia XXIV, p. 561-562.
(35) SUMMERS, Augustus Montague. The Vampire in Europe (1929). Bracken Books, Londres, 1996.
(36) POLIDORI, John William. Il Vampiro (1819). Trad. de Erberto Petoia, Newton Compton Ed.,
Roma, 1993.
(37) Citada retro, nota (16).

286
Los poderes (de representación) del conde Drácula

Hoy, con el servicio de Google Books, es posible leer hasta las fuentes
consultadas por Stoker(38) para la elaboración de su novela más famosa, como
el estudio histórico-político del diplomático William Wilkinson sobre los
principados de Valaquia y Moldavia(39), la investigación de Sabine Baring-
Gould sobre el mito de los hombres-lobo(40), los dos volúmenes de crónicas
sobre Transilvania escritos por Emily Gerard(41) (1849-1905), y la versión en
inglés del relato de Karl Adolf von Wachsmann “Der Fremde” (1847), donde
el “forastero misterioso” de la historia es el caballero Azzo von Klatka, que
al final se revela como un vampiro, y que, al igual que la creación de Stoker,
habita en los Cárpatos y tiene el poder de controlar a los lobos y convertirse
en niebla(42). En Estados Unidos, mientras tanto, apareció una edición crítica
de Varney the Vampire(43) (1847), de James Malcolm Rymer (1814-1884),
obra antecesora de Drácula, de la que se ha publicado también una edición
en lengua italiana(44), que abarca tres tomos.

(38) En los manuscritos de Stoker, expurgados hasta el último de los detalles por sus biógrafos y los
investigadores de sus obras, se ha encontrado referencias a las obras de WILKINSON, BARING-
GOULD y GERARD citadas infra, notas (39) a (41). Véase: Bram Stoker’s Notes for Dracula - A
Facsimile Edition, anotadas y transcriptas por Robert Eightenn-Bisang y Elizabeth Miller, McFar-
land & Company, Inc. Pub., Jefferson (North Carolina) y Londres, 2008, pp. 120-121, 128-131 y
244-245.
(39) WILKINSON, William. An Account of the Principalities of Wallachia and Moldavia: With Various
Political Observations Relating to Them, Longman, Hurst, Rees, Orme, and Brown, Londres, 1820.
(40) BARING-GOULD, Sabine. The Book of Were-Wolves - Being an Account of a Terrible Superstition,
Smith, Elder and Co., Londres, 1865.
(41) GERARD, Emily. “Transylvanian Superstitions”, en “The Nineteenth Century”, Vol. XVIII, Lon-
dres, julio-diciembre 1885, p. 130-150; E ., The Land Beyond the Forest - Facts, Figures, and
Fancies from Transylvania, William Blackwood and Sons, Edimburgo, 1888, 2 vol. El propio
Stoker reveló su deuda para con la obra de Gerard, en entrevista concedida a The British Weekly,
publicada el 1 de julio de 1897. Sobre la vida de Gerard, véase: HEISS, Lokke. “Madame Dracula:
The Life of Emily Gerard”, en “Journal of the Fantastic in the Arts”. Vol. 10, N° 2, pp. 174-186.
(42) La traducción al inglés, titulada “The Mysterious Stranger: A Tale”, se publicó sin consignar el nom-
bre de su autor en “Chamber’s Repository of Instructive and Amusing Tracts”, Londres y Edim-
burgo, 1856, 32 p. El original en alemán apareció en el periódico literario “Würzburger Conversa-
tionsblatt”, Wurzburgo, 1847, p. 223 et passim.
(43) RYMER, James Malcolm. Varney the Vampire; or, the Feast of Blood, edición al cuidado de Curt
Herr, Zittaw Press, California, 2008.
(44) RYMER, James Malcolm. Varney il vampiro - Il banchetto di sangue, trad. de Chiara Vatteroni,
Gargoyle Books, Roma, 2010, 3 vol. Esta edición incluye como autor también el nombre de Tho-
mas Preskett Prest, con lo que rinde testimonio de una disputa que parecía haber quedado disipada
a favor de Rymer.

287
Leysser León Hilario

III. EL DERECHO EN LA LITERATURA: UNA TARDÍA PERO JUS-


TIFICADA VINDICACIÓN DE DRÁCULA
Tiempo atrás, en una investigación que se remonta a los inicios de mi
carrera docente, destaqué la inexplicable indiferencia que el movimiento de
Law and Literature mostraba hacia el caudal artístico de Stoker(45). En aquel
momento, atribuí la relegación, similar a la vivida por el autor antes y des-
pués de la publicación de Drácula, a la injustificada concentración del inte-
rés de los cultores de esta metodología en textos cuyo reconocimiento como
“clásicos”(46) o como “doctos”, inclusive, no admite ser cuestionado: la Divina
Comedia, Don Quijote de la Mancha, Fausto o Crimen y Castigo, por ejemplo.
Con gusto atestiguo ahora, sin embargo, que aquella apatía, o a lo mejor sub-
estimación, ha sido superada desde la Literatura(47) y también desde el Dere-
cho(48), con investigaciones notables. Drácula ha llegado a ser juzgada, final-
mente, como una fuente informativa de enorme valor para conocer, entre otras
cosas, cómo se organizaba y regulaba la profesión legal en la Inglaterra victo-
riana(49), especialmente en lo que atañe a la función de las Inns of Court y de
la Incorporated Law Society, a la sempiterna división entre barristers y soli-
citors(50), y, este es el tema que abordaré, al papel que los abogados desempe-
ñaban, como hasta hoy, en la contratación inmobiliaria inter absentes.

(45) LEÓN HILARIO, Leysser. “Derecho y Literatura: la cultura de los juristas y la llamada ‘jurispru-
dencia literaria’”. En: Revista Peruana de Jurisprudencia. Año 6, N° 35, Trujillo, 2004, p. 106, nota
(53).
(46) Obligatorio es el reenvío a CALVINO. Por qué leer los clásicos, cit., p. 13 y s.
(47) CARPI, Daniela. “A Biojuridical Reading of Dracula”, en “Pólemos”, Vol. 6, N° 2, 2012, pp.
169-182.
(48) MCGILLIVRAY, Anne. “‘He Would Have Made a Wonderful Solicitor’: Law, Modernity and
Professionalism in Bram Stoker’s Dracula”, en PUE, W. Wesley y David SUGARMAN (editores),
Lawyers and Vampires. Cultural Stories of Legal Professions, Hart Publishing, Oxford y Portland
(Oregon), 2003, pp. 225-267.
(49) Sobre el papel histórico de las Inns of Court en la formación de los abogados en Inglaterra, véase:
WIGMORE, John Henry. A Panorama of the World Legal Systems. West Publishing Company,
Saint Paul, 1928, vol. III, p. 1080 y s. Entre los comparatistas italianos: MOCCIA, Luigi. Compa-
razione giuridica e diritto europeo. Giuffrè, Milán, 2004, p. 168 y s., 330 y s.; y MATTEI, Ugo.
Il modello di common law. 2ª ed. con la colaboración de Luisa Antoniolli Deflorian, Giappichelli,
Turín, 2004, p. 31 y s.
(50) Sobre ambas categorías de abogados, véase: MORINEAU IDUARTE, Martha. Una introducción al
common law (1998). Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM), México, 2ª reimpresión, 2004, p. 34: “El barrister, nombre que podríamos tra-
ducir literalmente al español como barrista, es el abogado propiamente dicho, el que defiende en jui-
cio: en otras palabras, es quien está autorizado para actuar frente al tribunal, esto es, cualquier corte
de justicia, superior o inferior, representando a su cliente. Cuando un barrister se inicia en el ejerci-
cio profesional los ingleses dicen que fue ‘llamado a la Barra’. (…). El solicitor, por su parte, puede
actuar en juicio ante las cortes inferiores, pero se considera que su principal función es la de servir

288
Los poderes (de representación) del conde Drácula

Se sabe que la elaboración de Drácula demandó seis años a su autor,


entre marzo de 1890 y abril de 1896(51). El emprendimiento coincidió, por
lo tanto, con un hecho destacable de la biografía de Stoker: el 30 de abril de
1890 fue “llamado” como barrister-at-law a la Honourable Society of the
Inner Temple(52), una de las cuatro organizaciones forenses de Londres, de la
que formaron parte también personalidades como Sir Francis Drake, James
Boswell, John Maynard Keynes y Gandhi. Para Stoker, fue la culminación
de cuatro años de preparación en dicha escuela profesional, que le valieron
la habilitación para litigar ante los tribunales de justicia. En aquel momento,
además de su trabajo literario, que no le había dado mayor fama, se desem-
peñaba como administrador financiero del afamado Lyceum Theatre, situado
también en Londres, cuya presencia cultural en el orbe se asentaba en la
figura del mítico actor sir Henry Irving (1838-1905), a quien se ha identifi-
cado siempre como modelo fisonómico del conde.

No hay rastros de que Stoker, graduado con honores y con mención en


matemáticas, además, por el Trinity College de su ciudad natal, haya llegado
a ejercer la abogacía, pero su competencia en cuestiones legales no puede
pasar desapercibida en una lectura “jurídica” de Drácula. Jonathan Harker,
con cuyo diario comienza la novela, es un flamante solicitor, que acaba de

como consejero legal, en relación a los asuntos de sus clientes, y generalmente es quien prepara los
casos que más tarde presentarán los barristers en el tribunal. El grado universitario por sí solo, no
es suficiente para poder ejercer la profesión, sino que, para hacerlo, hay que pertenecer, además, a
alguna de las organizaciones profesionales. De tal forma, el barrister debe pertenecer a cualquiera
de las Inns of Court, cuatro en número, con sede en Londres y que se llaman Lincoln’s Inn, Inner
Temple, Middle Temple y Gray’s Inn. Estas Inns, en el pasado también funcionaron como institucio-
nes docentes, ya que en ellas se preparaban los futuros abogados. Al barrister se le exige, también,
un tiempo de práctica profesional, al lado de otro colega que ya haya sido ‘llamado a la Barra’. El
solicitor, por su lado, debe pertenecer a la Law Society, y también debe cumplir con un determinado
tiempo de ejercicio profesional”.
(51) Bram Stoker’s Notes for Dracula, cit., p. 275. El dilatado y minucioso trabajo de investigación de
Stoker es objeto de una crónica de POSTEGUILLO, Santiago. “La biblioteca del conde Drácula”.
en Id., La sangre de los libros, Planeta, Barcelona, 2014, p. 131 y s. MYRING. Vampiros, hombres-
Lobo y demonios, cit., p. 28, en cambio, señala inverosímilmente que Stoker tuvo la idea de escribir
Drácula después de una pesadilla; tesis que no se condice con el esmerado trabajo realizado por el
autor, que ni siquiera era escritor a tiempo completo ni podía darse el lujo de apartarse de sus que-
haceres como administrador del Lyceum Theatre.
(52) Su afiliación a esta Inn of Court es mencionada, a propósito de una investigación en la biblio-
teca, para la redacción de un artículo periodístico sobre la relación entre actores y managers, en
STOKER, Bram. Personal Reminiscenses of Henry Irving. The Macmillan Company, Nueva York,
1906, vol. I, p. 47.

289
Leysser León Hilario

rendir los exámenes respectivos en la Lincoln’s Inn(53), y que viaja a los Cár-
patos, para ser recibido en el castillo de un noble de Transilvania, cliente
extranjero de su mentor, el abogado Peter Hawkins, domiciliado en Exeter,
con el propósito de ponerse a las órdenes de su anfitrión y obtener su firma en
ciertos papeles relativos a la compra de una propiedad en Londres.

El encargo asignado a Harker, tal como se plantea en la obra y como


el personaje mismo reconoce en algún pasaje, es más exactamente el de un
solicitor’s clerk(54), esto es, el de un asistente legal, al servicio de Hawkins (y
también de Drácula, de forma indirecta). La operación inmobiliaria está bas-
tante avanzada, de acuerdo con esta parte de la historia. La residencia elegida
para el conde se llama “Carfax” y está ubicada en el pueblo de Purfleet.

“‘Come’, he said at last, ‘tell me of London and of the house which


you have procured for me’. With an apology for my remissness, I
went into my own room to get the papers from my bag. Whilst I
was placing them in order I heard a rattling of china and silver in
the next room, and as I passed through, noticed that the table had
been cleared and the lamp lit, for it was by this time deep into the
dark. The lamps were also lit in the study or library, and I found
the Count lying on the sofa, reading, of all things in the world, an
English Bradshaw’s Guide. When I came in the cleared the books
and papers from the table; and with him I went into plans and deeds
and figures of all sorts. He was interested in everything, and asked
me a myriad questions about the place and its surroundings. He
clearly had studied beforehand all he could get on the subject of the

(53) STOKER, Dracula (1897), cit., p. 31 (Jonathan Harker’s Journal): “Last evening when the Count
came from his room he began to asking me questions on legal matters and on the doing of certain
kind of business. I had spent the day wearily over books, and, simply to keep my mind occupied
went over some of the matters I had been examined in at Lincoln’s Inn”.
(54) Harker precisa que ya es abogado, pero el trabajo que Hawkins le encomienda realizar en Transil-
vania, es el de un asistente legal. Véase: STOKER, Dracula (1897), cit., p. 15 (Jonathan Harker’s
Journal): “Was this a customary incident in the life of a solicitor’s clerk sent out to explain the pur-
chase of a London state to a foreigner? Solicitor’s clerk! Mina would not like that. Solicitor, –for just
before leaving London I got word that my examination was successful; and I am now a full-blown
solicitor!”. Según la organización de la abogacía en Inglaterra, en el siglo XIX, uno de los requisitos
para ser reconocido como solicitor era, justamente, el de haber realizado un periodo de clerkship,
mediante un contrato escrito y por cinco años, bajo la dirección de un practising solicitor. Todo este
procedimiento es detallado por PULLING, Alexander. The Law of Attorneys and Solicitors. 2ª ed.,
William Henry Bond & Bell Yard, Londres, 1854, p. 20 y s. En un pasaje posterior de la obra, Haw-
kins hace socio de su estudio a Harker, y le anuncia, además, que será su heredero testamentario.
Así, con la muerte de Hawkins, Harker se convierte en el único titular de la firma.

290
Los poderes (de representación) del conde Drácula

neighborhood, for he evidently at the end knew very much more


than I did. When I remarked this, he answered:
‘Well, but, my friend, is it not needful that I should? When I go there
I shall be all alone, and my friend Harker Jonathan –nay, pardon me,
I fall into my country’s habit of putting your patronymic first– my
friend Jonathan Harker will not be my side to correct and aid me.
He will be in Exeter, miles away, probably working at papers of the
law with my other friend, Peter Hawkins. So!’
We went thoroughly into the business of the purchase of the estate at
Purfleet. When I had told him the facts and got his signature to the
necessary papers, and had written a letter with them ready to post to
Mr. Hawkins, he began to ask me how I had come across so suitable
a place”(55).

Hawkins ha realizado para su cliente todas las gestiones que normal-


mente se asocian con la representación en sentido estricto, es decir, con la
actuación jurídica por cuenta y en interés de otro. El abogado, en efecto, sir-
viéndose de la colaboración de Harker(56), ha buscado y elegido el inmueble,
y una vez que ha asumido que este, por sus características y por su ubicación,
podría ser del gusto del conde, se hace necesario que el clerk viaje hacia el
centro del viejo continente para entrevistarse directamente con el “represen-
tado”, rendirle cuentas de la actuación y documentar el negocio.

La intervención de Harker en la última fase de la transacción no es deli-


berada, sino accidental, porque Hawkins ha sufrido un ataque de gota, que le
impide atender por sí mismo a su cliente. Así, al presentarse ante el conde,
Harker pone en manos de su anfitrión una carta personal de su jefe, y esto es
lo que ocurre:
“I handed to him the sealed letter which Mr. Hawkins had entrusted
to me. He opened it and read it gravely; then, with a charming
smile, he handed it to me to read. One passage of it, at least, gave
me a thrill of pleasure:

(55) STOKER, Dracula (1897), cit., pp. 22-23 (Jonathan Harker’s Journal).
(56) Harker es también agent de Hawkins. En la versión teatral, Dracula or The Un-Dead, citada retro,
nota (9), p. 3, el conde lo recibe con estas palabras: “I am Dracula, and you are I take it, Mr. Jonathan
Harker, agent of Mr. Peter Hawkins? I bid you welcome Mr. Harker to my house”.

291
Leysser León Hilario

‘I much regret that an attack of gout, from which malady I am a con-


stant sufferer, forbids absolutely any travelling on my part for some
time to come; but I am happy to say I can send a sufficient substitute,
on in whom I have every possible confidence. He is a young man,
full of energy and talent in his own way, and of a very faithful dispo-
sition. He is discreet and silent, and has grown into manhood in my
service. He shall be ready to attend on you when you will during his
stay, and shall take your instructions in all matters’”(57).

Las expresiones que Hawkins dirige al conde son descriptivas de algu-


nas de las cualidades esenciales de la prestación de un abogado profesional
y que resultan de valor para el singular cliente dado su maligno proyecto: el
abogado debe mostrarse merecedor de la confianza de su cliente, ponerse a
órdenes de este (recibir y ejecutar sus “instrucciones”) y comprometerse a
cumplir con absoluta reserva y discreción los encargos recibidos.

IV. LOS NEGOCIOS INMOBILIARIOS DEL VAMPIRO: UN CASO DE


UNDISCLOSED PRINCIPAL
La pregunta que me he propuesto responder, y que llegados a este punto
considero oportuno recordar, es cómo el conde Drácula, sin apartarse de su
castillo en Transilvania ni de la compañía de sus cortesanas(58) ni del arrullo

(57) STOKER. Dracula (1897), cit., pp. 17-18 (Jonathan Harker’s Journal).
(58) En el castillo del conde habitan también tres mujeres-vampiro, a las que Drácula, según algunos de
los pasajes más truculentos de la obra, alimenta con niños secuestrados del pueblo.
Pocos años después de aparecida la novela de Stoker, el escritor peruano Clemente Palma (1872-
1946) publicaba la primera edición de sus Cuentos malévolos (Imp. Salvat, Barcelona, 1904, con
prólogo de Miguel de Unamuno). En la segunda edición (Librería P. Ollendorf, París, 1912, con
prólogo de Ventura García Calderón, pp. 207-227) se incluye el cuento Vampiras, originalmente
publicado en la revista, dirigida por el propio Palma. “El Ateneo”. Tomo VIII, N° 39, Lima, 1906,
pp. 85-99, que constituye, quizás, la primera incursión de un autor peruano en la temática. No me
parece que “La virgen de cera”, de Abraham Valdelomar (1888-1919), aparecida con dos años de
precedencia (en Ilustración Peruana. N° 44, Lima, 27 de julio de 1910, p. 372-373), sea, propia-
mente, un cuento sobre vampiros. Sobre el vampirismo como tema en la literatura peruana, véase:
GÜICH RODRÍGUEZ, José. “Vampiros marca Perú”. En: Pasavento-Revista de Estudios Hispáni-
cos. Vol. I, N° 1, Universidad de Alcalá de Henares, Madrid, 2013, p. 47 y s. La antología de rela-
tos más importante, agotada hace buen tiempo, es la de HONORES Vásquez, Elton y PORTALS
ZUBIATE, Gonzalo (editores). Los que moran en las sombras. Asedios al vampiro en la narrativa
peruana, El Lampadero Alucinado, Lima, 2010. El mito de Sarah Ellen (1872-1913), la supuesta
vampiresa sepultada en el cementerio de Pisco a comienzos del siglo XX, ha inspirado obras des-
tacables, como las de CALDERÓN FAJARDO, Carlos. La ventana del diablo (Réquiem por Sarah
Ellen). Ediciones Altazor, Lima, 2011 (última parte de la trilogía novelística iniciada con El viaje
que nunca termina); y DONAYRE HOEFKEN, José. Doble de vampiro. 2ª ed., Ediciones Altazor,

292
Los poderes (de representación) del conde Drácula

de los aullidos de “los hijos de la noche” pudo comprar una propiedad (a real
estate) en la lejana Londres, con el fin de emprender, desde el corazón del
imperio británico, su siniestro cometido de poblar al mundo con sus congéne-
res, para así dominarlo, según la apocalíptica interpretación de un entendido
en estos temas, como Howard P. Lovecraft (1890-1937)(59).
Los datos a tomar en cuenta para prosperar en esta indagación los ofrece
el propio Stoker, cuyos estudios en el Inner Temple resultan decisivos en el
esbozo de las relaciones profesionales que establecen los personajes de la obra.
Stoker, no hay que olvidarlo, era un hombre de teatro, y a esto puede haberse
debido la preocupación que muestra en la ambientación y en la cronología de
los hechos, así como en dotar a cada uno de los “actores” de su narración de un
“papel” bien definido, lo cual demandaba trabajar en sus perfiles psicológicos
y, como en el caso de Harker, en sus antecedentes y oficio. Si estaba decidido
que la novela se iba a componer, principalmente, con una sucesión de apun-
tes en diarios íntimos, o sea, por notas que no están destinadas a ser conocidas
por alguien distinto de quien las escribe, el lector tenía que ser capaz de imagi-
narse, a partir de aquellas confesiones, la personalidad y sentimientos de cada
protagonista. Stoker tenía que pulir y hacer creíble, entonces, hasta el estilo de
redacción de cada diario y de cada documento según su autor: hombre, mujer,
médico o abogado. Su éxito, en este plano, fue rotundo.
El conde, en cuya biblioteca, escenográficamente descrita por Stoker, y
para sorpresa de Harker, no faltan libros sobre abogacía, manifiesta gran inte-
rés en conocer el ambiente londinense por boca de su huésped. En los diálo-
gos que tienen aparecen también, inevitablemente, los asuntos de índole legal
como, por ejemplo, la posibilidad y la mecánica de la actuación de más de un
abogado al servicio de un mismo cliente, para la realización de diversos tipos

Lima, 2014. Véase también la compilación de relatos cortos coordinada por este último autor: Tres
veces Sarah - Un proyecto de José Donayre, Ediciones Altazor, Lima, 2017.
(59) LOVECRAFT, Howard Phillips. El horror en la literatura (1927), trad. de Francisco Torres Oli-
ver, Alianza Editorial, Madrid, 1982 (reimpresión, 2002), p. 77. Esta consideración del famoso
autor estadounidense se basa en diversos episodios de la obra. Tal vez el más destacable es aquel
en el que Harker, prisionero en el castillo de Drácula, recorre desesperadamente sus espacios, en
busca de la llave de la puerta de entrada, para huir, y tiene que explorar, por segunda vez, el sarcó-
fago donde yace el vampiro. Ante la terrible imagen, acrecentada porque el conde da la impresión
de haber atacado recientemente a alguna víctima, Harker comenta: “This was the being I was help-
ing to transfer to London, where, perhaps, for centuries to come he might, amongst its teeming mil-
lions, satiate his lust for blood, and create a new and everwidening circle of semi-demons to batten
on the helpless. The very thought drove me mad”. Así: STOKER. Dracula (1897), cit., p. 52 (Jona-
than Harker’s Diary). Hay otros puntos en los que es Van Helsing quien toma la palabra, para refe-
rirse al exterminio del vampiro como una empresa destinada a la salvación de la humanidad.

293
Leysser León Hilario

de gestiones, como el porteo y consignación de mercancías y bienes muebles,


que en la novela resultan ser un lote de ataúdes rellenos con tierra de Tran-
silvania, enviados por Drácula a distintos puntos de la ciudad para proveerse
más de una guarida y confundir a sus perseguidores.
“First, he asked if a man in England might have two solicitors or
more. I told him he might have a dozen if he wished, but that it would
not be wise to have more than one solicitor engaged in one transac-
tion, as only one could act at a time, and that to change would be cer-
tain to militate against his interest. He seemed thoroughly to under-
stand, and went on to ask if there would be any practical difficulty in
having one man to attend, say, to banking, and another to look after
shipping, in case local help were needed in a place far from the home
of the banking solicitor. I asked him to explain more fully, so that I
might not by any chance mislead him, so he said: –
‘I shall illustrate. Your friend and mine, Mr. Peter Hawkins, from
under the shadow of your beautiful cathedral at Exeter, which is far
from London, buys for me through your good self my place at Lon-
don. Good! Now here let me say frankly, lest you should think it
strange that I have sought the services of one so far off from London
instead of some one resident there, that my motive was that no local
interest might be served save my wish only; and as one of London
resident might, perhaps, have some purpose of himself or friend to
serve, I went thus afield to seek my agent, whose labours should be
only to my interest. Now, suppose I, who have much of affairs, wish
to ship goods, say, to Newcastle, or Durham, or Harwich, or Dover,
might it not be that it could with more ease be done by consigning to
one in these ports?’. I answered that certainly it would be most easy,
but that we solicitors had a system of agency one for the other, so that
local work could be done locally on instruction from any solicitor, so
that the client, simply placing himself in the hands of one man, could
have his wishes carried out by him without further trouble.
‘But’, said he, ‘I could be at liberty to direct myself. Is it not so?’.
‘Of course’, I replied; ‘and such is often done by men of business, who
do not like the whole of their affairs to be known by any one person’.
‘Good’! he said, and then went on to ask about the means of mak-
ing consignments and the forms to be gone through, and of all

294
Los poderes (de representación) del conde Drácula

sorts of difficulties which might arise, but by forethought could be


guarded against. I explained all this things to him to the best of my
ability, and he certainly left me under the impression that he would
have made a wonderful solicitor, for there was nothing that he did
not think of or foresee. For a man who was never in the country,
and who did not evidently do much in the way of business, his
knowledge and acumen were wonderful. (…)”.

El pasaje reproducido, donde Harker lanza la llamativa conjetura de que


Drácula habría podido ser un abogado excelente, es clave para identificar con
nitidez el vehículo jurídico usado por el vampiro para la compra de su residen-
cia londinense(60). La relación contractual instaurada entre el conde y el abogado
Hawkins es de agency, o sea, un vínculo en cuya virtud el agent, Hawkins, es
autorizado por un principal, el noble transilvano, para actuar como alter ego
de este(61) en todas las cuestiones atinentes a la compra del estate. Y Carfax,
por cierto, es el primer inmueble del cliente en esta ciudad, porque luego él,
haciéndose pasar como el conde De Ville, realiza por su propia cuenta otras
adquisiciones, en la calle Piccadilly, en Walworth, en Mile End New Town y
en Bermondsey, a las cuales destina sus sarcófagos, en distinto número.

La agency, cuando se refiere al comercio de mercancías, a las opera-


ciones sobre inmuebles y, en general, al ejercicio de las profesiones libera-
les, tiene cierta similitud operativa y en el plano de la eficacia con el otorga-
miento de poderes representativos, pero no son categorías equivalentes. El
ámbito de la agency es mucho más amplio que el del mandato, poder y repre-
sentación, además de no estar limitado al campo de lo jurídico(62).

(60) La escuadra integrada por Harker, el médico holandés (y también abogado) Abraham Van Helsing,
el doctor especialista en enfermedades mentales John, “Jack”, Seward, el noble Arthur Holmwood,
lord Godalming, y el amigo estadounidense de este último, el tejano Quincey P. Morris, esteriliza
todos los “lugares de descanso” del conde, con el depósito de hostias consagradas en cada uno de los
ataúdes que el conde, con el concurso de otros agents, ha distribuido en sus distintas propiedades.
(61) La expresión es de POSNER, Richard A. Economic Analysis of Law. 8ª ed., Wolters Kluwer, Nueva
York, 2011, § 4.8, p. 142. En el siglo XIX, el mismo calificativo (de alter ego) es utilizado por
THÖL, Heinrich, Trattato di diritto comerciale. Trad. de Alberto Marghieri, Ricc. Marghieri di
Gius, Nápoles, 1881, vol. I, § 50, p. 163, pero con respecto a la figura del “procurador”.
(62) En nuestra bibliografía, a pesar de los años transcurridos, conserva su valor como primer acerca-
miento a esta institución del common law el muy ilustrativo artículo de LLONA BERNAL, Alvaro.
“‘Agency’ en el Derecho Norte-Americano”. En: Derecho PUCP. Revista de la Facultad de Dere-
cho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. N° 16, Lima, 1957, pp. 110-120.
Por la subrayada amplitud semántica del término agency, resulta cuestionable desde su título mismo
el artículo de BULLARD GONZÁLES, Alfredo y CHAN ARELLANO, Alfredo. “Yo no fui...
Relaciones de agencia y responsabilidad vicaria”. En: AA.VV. Libro homenaje a Felipe Osterling

295
Leysser León Hilario

Como instrumento legal, por otro lado, la agency precede en el tiempo


a la forja doctrinaria del negocio de apoderamiento y de la representación
voluntaria directa en el Derecho germano; evolución enmarcada en un con-
texto de neta preeminencia del contrato de mandato, tal como ocurría en el
resto de Europa continental. Hay tratados ingleses sobre la agency que se
remontan a las primeras décadas del siglo XIX(63), desvinculados de las cues-
tiones teóricas, en sintonía con la visión pragmática del derecho que distin-
gue al common law, y dedicados a la explicación puntual de cómo, mediante
la colaboración de otros sujetos y bajo diversas modalidades, la actividad de
comerciantes y profesionales supera los obstáculos materiales y las fronteras
geográficas de sus puros esfuerzos personales.

Parodi, Palestra Editores, Lima, 2008, vol. I, p. 991 y s. Fuera de lo discutible de traducir agency
relationships como “relaciones de agencia”, mucho más cuando ni siquiera se incluye una nota
explicativa para que los lectores puedan identificar cuál es el significado de agency utilizado por los
autores, la propuesta de estos, inconscientemente, equivale a un retorno a la “representación” como
fundamento de la responsabilidad extracontractual del patrón por los hechos de sus dependientes;
tesis decimonónica de la cual la doctrina civilista se apartó, prácticamente, de inmediato. Fue defen-
dida, entre otros, por CHIRONI, Giampietro. Istituzioni di diritto civile italiano. Fratelli Bocca Edi-
tori, Turín, 1889, vol. II, § 371, pp. 189-190. Para desvirtuarla, bastó con que alguien hiciera notar
que la ley impone al patrón la responsabilidad civil por la actuación de sus domésticos, comisiona-
dos, encargados, etcétera, al margen de toda consideración de la existencia de una relación de repre-
sentación o mandato. Así, entre otros: SECHI, Orazio, La responsabilità indiretta dei padroni e dei
commitenti. Unione Tipografica Editrice, Turín, 1897, p. 16 y s., quien, por cierto, era partidario de
la teoría, también cuestionada a la larga, de la responsabilidad por culpa (in eligendo e in vigilando).
En castellano, por lo demás, “agencia” no significa ni tiene relación con los vínculos entre patro-
nes y dependientes (masters y servants), como sí ocurre en el idioma y en el Derecho inglés, donde
se ha hablado de “refusal of the common law to draw any distinction between the law of principal
and agent, and the law of master and servant”. Así: HOLDSWORTH, (Sir) William. A History of
English Law. Vol. VIII, 2ª ed., Methuen & Co. Ltd., Londres, 1937, p. 227.
Este descuido en la traducción se aprecia también en la versión en nuestro idioma de POSNER, Eric
A. “Agency Models in Law and Economics” (2000), incluida en AA.VV. El análisis económico del
derecho y la Escuela de Chicago - Lecturas en honor de Ronald Coase. Trad. de María Teresa Bein-
golea y Claudia Delfino, Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, Lima, 2002, p. 309 y s. Apré-
ciese, como confirmación del vicio de los faux-amis, que en el título mismo de esta antología se
escribe “lecturas” por lectures, a pesar de que este último término significa “lección”, “clase” o, en
todo caso, “conferencia”.
(63) Por ejemplo: PALEY. A Treatise on the Law of Principal and Agent. J. Butterworth, Londres, 1812;
y MAUGHAM, Robert. A Treatise on the Law of Attornies, Solicitors, and Agents. J. & W. T.
Clarke, Londres, 1825, cap. X, p. 405 y s. En el common law estadounidense: STORY, Joseph. Com-
mentaries on the Law of Agency as a Branch of Commercial and Maritime Jurisprudence. Charles
C. Little and James Brown, Boston, 1839. Antes que Drácula aparecieron, por lo demás, las dos
obras más importantes sobre la agency escritas en Inglaterra, que continuaron editándose durante el
siglo XX: ANSON, (Sir) William R. Principles of the English Law of Contract and of Agency in its
Relation to Contract. 3ª ed. (1ª ed., 1879), Clarendon Press, Oxford, 1884, parte VI, p. 322 y s.; y
BOWSTEAD, William. A Digest of the Law of Agency. Sweet & Maxwell, Ltd., Manchester, 1896.
La obra de Bowstead es considerada por TREITEL, (Sir) Guenter. The Law of Contract. 11ª ed.,
Thomson - Sweet & Maxwell, Londres, 2003, p. 705, como “the leading work on this subject”.

296
Los poderes (de representación) del conde Drácula

Así, el conde puede negociar y hacer realidad la compra de su inmueble


en Londres encomendando la operación a un agent inglés. Luego, dado que
Hawkins tiene su estudio en Exeter, a casi trescientos kilómetros del lugar
donde se debe buscar el bien y negociar su adquisición, surge la necesidad de
asignar a un solicitor de la firma, acaso al más novel, al recién habilitado Har-
ker, la ejecución concreta de lo encomendado. En este punto, Stoker tiene el
cuidado de explicar, en las suspicaces palabras de Drácula antes citadas, que
ha contratado a Hawkins, que no domicilia en Londres, para evitar conflictos
de intereses en la ejecución de esta agency, y para asegurar en todo momento
la prevalencia del bienestar del principal. El cliente teme, con razón, que un
abogado londinense podría verse influenciado a llevar a cabo el negocio con
algún colega de su entorno, en términos que no serían neutrales ni objetivos.

297
Leysser León Hilario

La progresiva organización del comercio determinó que ya en el


Medioevo, tal vez por influencia del Derecho Canónico(64), o del Derecho
hebreo(65), como también se ha postulado, Inglaterra contara con aquel sis-
tema de agencies, es decir, de formas de colaboración interpersonal que faci-
litaban a todos, no solo a los hombres de negocios, hacer realidad sus inicia-
tivas y realizar la coordinación y gestión de operaciones que se encontraban
fuera del alcance para los meros actores individuales. Ese era el contexto en
el que entraban en escena los factors y brokers(66). A los factors se acudía para
que realizaran, a nombre propio o del principal, operaciones de compraventa
de mercancías provistas por el principal. A los brokers, en cambio, se les
comisionaba la celebración de contratos en interés del principal, usualmente
en nombre de este, respecto de bienes del principal o de terceros.

Un particular tipo de broker era el real estate broker, un agent al que


se encomendaba todo lo relativo a la contratación inmobiliaria, por cuenta
de una de las partes o de ambas, inclusive(67). Esta última tarea era una de las
tantas de las que se podía hacer cargo un solicitor(68), precisamente, con el
añadido de que si tal era la situación, el solicitor asumía una obligación de
“mantener en secreto todas las comunicaciones confidenciales del cliente y
toda la información y conocimiento adquiridos en ocasión del encargo, res-
pecto de los negocios del cliente”(69).

(64) HOLDSWORTH. A History of English Law. Cit., vol. VIII, p. 223. Véase también: PROCACCIA,
Gualtiero. “On the History of Agency”. En: Tel Aviv University Studies in Law. Vol. 2, 1976, p. 78
y ss.
(65) LEVINTHAL, Israel Herbert. “The Jewish Law of Agency”. En: The Jewish Quarterly Review. Vol.
XIII, N° 2, 1922, p. 127.
(66) Véase: RUSSELL, John A. A Treatise on the Laws relating to Factors and Brokers. T. & J. W.
Johnson, Filadelfia, 1845, p. 15 y s. Asimismo: MUNDAY, Frederick. “A Legal History of the Fac-
tor”. En: Anglo-American Law Review. Vol. 6, 1977, pp. 229-232.
(67) Sobre las funciones que cumplían los real estate brokers, véase: CHAMBERLAIN, John Aldrich.
Principles of Business Law. W. H. Anderson Co., Cincinatti (Ohio), 1908, pp. 102-103. Con el auxi-
lio de las fuentes, no reviste mayor dificultad la reconstrucción histórica de cómo se negociaban y
celebraban las transacciones sobre inmuebles en la Inglaterra decimonónica, aunque el detalle no
es necesario en mi presente trabajo. Remito, en todo caso, y entre otros autores, a DART, Joseph
Henry. A Compendium on the Law and Practice of Vendors and Purchasers of Real Estate. V. & R.
Stevens and G. S. Norton, Londres, 1851, especialmente, sobre el papel de los agents, p. 83 y s.
(68) Hasta la fecha, en manuales de Derecho inmobiliario internacional, como el dirigido por KÄLIN,
Christian H. International Real Estate Handbook. John Wiley & Sons, Ltd., West Sussex, 2005, cap.
9, Real Estate Acquisition in the United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland, England
and Wales, a cargo de JACOB, Nicholas y Paul KINSELLA, p. 652, se recomienda, para las com-
pras de propiedades en Inglaterra, Irlanda del Norte y Gales, que “the title, possible encumbrances
and terms of the purchase contract be checked by a suitably qualified lawyer”.
(69) Así: BOWSTEAD. A Digest of the Law of Agency. Cit., p. 124.

298
Los poderes (de representación) del conde Drácula

Harker, entonces, es a la vez un agent (de Hawkins y de Drácula), un


broker y un solicitor.

Lo anterior no significa, desde luego, que el tráfico y la circulación de


la riqueza hayan quedado relegados o sumidos en el atraso en el territorio
de Europa continental. Tiene valor universal aquel dictamen de Max Weber:
“toda forma racional de negocios requiere la posibilidad de adquirir dere-
chos contractuales y asumir obligaciones por medio de representantes tem-
porales o permanentes”(70). Lo que las fuentes históricas demuestran es que el
comercio, del otro lado del canal de la Mancha, también alcanzó su sistema-
tización jurídica con influencia del Derecho Canónico(71) y del Derecho natu-
ral(72), pero sobre la base de vínculos de subordinación y comisiones mercan-
tiles que, al constituir formas de servidumbre, de relaciones de mandato o de
locación de servicios, alineadas a la tradición y tipología romanista, no admi-
ten ser equiparadas a las agency relationships.

Ahora bien: tengo la impresión de que las instrucciones(73) imparti-


das por el conde a Hawkins solo pueden ser cabalmente entendidas bajo un
marco legal como el de la agency, que permite al singular cliente, por con-
venir a sus malignos proyectos, permanecer oculto frente al tercero que le
transfiere la titularidad de Carfax. Es una hipótesis de undisclosed princi-
pal, propia del common law(74), en la que el agent cumple aquello que se ha

(70) WEBER, Max. Economy and Society. 4ª ed. alemana. Trad. de Max Rheinstein y otros, University
of California Press, Berkeley (Los Angeles), 1968 (reimpresión, 1978), p. 681.
(71) BRISSAUD, Jean. Manuel d’histoire du droit privé. Albert Fontemoing Ed., París, 1908, p. 493 y s.
Véase también: MÜLLER FREIENFELS, Wolfram. “Law of Agency”. En: The American Journal
of Comparative Law. Vol. 6, 1957, p. 167 y s.; RIGAUX, François. Le statut de la représentation. E.
J. Brill, Leiden, 1963, p. 39 y s.; y ALBUQUERQUE. A representação voluntaria em direito civil.
Cit., p. 179 y s.; ZWEIGERT, Konrad y KÖTZ, Hein. Introduction to Comparative Law. 3ª ed., trad.
de Tony Weir, Clarendon Press, Oxford, 1998, p. 431 y s.; KÖTZ, Hein y PATTI, Salvatore. Diritto
europeo dei contratti. Giuffrè, Milán, 2006, p. 375 y s.
(72) ZIMMERMANN, Reinhard. The Law of Obligations - Roman Foundations of the Civilian Tradition
(1990). Oxford University Press, Oxford, 1996, pp. 56-58.
(73) El solicitor, indica BOWSTEAD. A Digest of the Law of Agency. Cit., p. 125, tiene la obligación de
explicar cabalmente la operación al cliente, y de revelarle todo lo que conozca sobre la materia del
vínculo que se establecerá. Así lo hace Harker en los pasajes transcriptos.
(74) Véase, en perspectiva comparativa: MÜLLER FREIENFELS. “The Undisclosed Principal”. En:
The Modern Law Review. Vol. 16, 1953, p. 299 y s.; Id. “Comparative Aspects of Undisclosed
Agency”. En: The Modern Law Review. Vol. 18, 1955, p. 33 y s.; SEAVEY, Warren A. “Undisclosed
Principal; Unsettled Problems”. En: Howard Law Journal. Vol. 1, 1955, p. 79 y s.; y FERNÁNDEZ
GREGORACI, Beatriz y SAINTIER, Séverine. “Indirect Representation and Undisclosed Agency
in English, French and Spanish Law: A Comparative Analysis”. En: European Review of Private
Law. Vol. 17, 2009, p. 25 y s.

299
Leysser León Hilario

autorizado, pero sin revelar a la persona con la que interactúa ni la existencia


ni la identidad del que lo ha investido de los poderes para la operación.

En el common law, la actuación del agent que no revela el nombre de su


principal al realizar el negocio tiene como consecuencia la asunción perso-
nal de responsabilidad por parte del agent frente al tercero. Al agent, enton-
ces, le resultan exigibles los compromisos que, realmente, deberían recaer en
el poderdante, cuyo nombre no ha sido revelado al tercero. A la vez, empero,
se faculta al principal para el ejercicio de acciones directas contra el tercero,
aun cuando para este la contraparte en el negocio celebrado es el agent. Se
ha observado que así se termina distorsionando la contractual privity(75), o
sea, la eficacia relativa que debería caracterizar una operación en la que han
tomado parte únicamente el agent y el tercero.

El conde, por lo tanto, tiene derecho a exigir al vendedor de su casa en


Purfleet todas las obligaciones derivadas del contrato celebrado entre dicho
tercero y el abogado Hawkins. Es el mismo tipo de operación que realizó
Walt Disney en los años cincuenta, para la adquisición de aquel inmenso
terreno en Orlando, donde tenía proyectada la construcción de su famoso
resort, a precios que difícilmente se habrían podido pactar si los vendedo-
res hubiesen sabido que el grupo empresarial del magnate era el undisclosed
principal, y que no tenían al frente, como se les hizo creer, a la Real Estate
Development Company, que cumplió el papel de secret agent(76).

Todo lo anterior, sin perjuicio del reconocimiento, y de la justificación,


inclusive, de las muchas razones que pueden llevar a un principal a deci-
dir que su nombre se mantenga en reserva su nombre frente al tercero(77), ha

(75) Véase: LANG, Ania. “Unexpected Contracts versus Unexpected Remedies: The Conceptual Basis
of the Undisclosed Principal Doctrine”. En: Auckland University Law Review. Vol. 18, 2012, p. 114.
De “rompecabezas” para los propios juristas del common law, en relación con el undisclosed princi-
pal y sus reglas, habla GRAZIADEI, Michele. “La rappresentanza nel diritto inglese”. En: VISIN-
TINI, Giovanna (al cuidado de). Rappresentanza e gestione. Cedam, Padua, 1992, p. 63.
(76) El episodio es recordado por AALBERTS, Robert J. y George J. SIEDEL, III. Real Estate Law.
7ª ed., South-Western Cengage Learning, Mason (Ohio), 2008, p. 198. En relación con este punto,
SCHIFF, Martin. “The Problem of the Undisclosed Principal and How it Affects Agent and Third
Party”. En: Detroit College of Law Review. 1984, p. 48, señala como “motivos de negocios” que
pueden hacer más ventajoso para un principal permanecer oculto, precisamente, la circunstancia de
que el conocimiento de los terceros incida en la fijación del precio del contrato (si se conoce al prin-
cipal, se pide más dinero) o en la decisión misma de celebrar el contrato (si se conoce al principal,
el tercero no estaría dispuesto a contratar).
(77) El trabajo de HIGGINS, Patrick Farrell Phillips. “The Equity of the Undisclosed Principal”. En:
The Modern Law Review. Vol. 28, 1965, p. 167 y s., por ejemplo, busca demostrar que, aun cuando

300
Los poderes (de representación) del conde Drácula

determinado que desde comienzos del siglo XX esta modalidad de agency, a


la que se ha calificado como “anomalía” del Derecho de los contratos(78), sea
objeto de críticas y experimente un ostensible declive en Inglaterra y en Esta-
dos Unidos(79). En la época en que se escribió Drácula, sin embargo, la prác-
tica no parece haber sido inusual. En todo caso, dicha circunstancia no fue
tomada en cuenta por Stoker.

V. AGENCY Y REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA CONTRASTA-


DAS (TAMBIÉN A LA LUZ DEL RÉGIMEN DEL CÓDIGO CIVIL
PERUANO)
En el mundo del civil law, en cambio, y especialmente en el supuesto
de que la normativa aplicable fuera la peruana, un planeamiento contractual
como el trazado por Hawkins, respetuoso del interés de su cliente extranjero
en mantener en secreto su identidad frente al tercero que le vende la residen-
cia londinense, podría sugerir la aplicación de varias figuras, que deben ser
examinadas en detalle y según sus respectivas implicancias: interposición fic-
ticia de persona, contrato por persona a nombrar, contrato a favor de tercero o
mandato sin representación.

En nuestro Derecho Civil, la interposición ficticia de persona está gober-


nada por las reglas en materia de simulación relativa (artículos 191, 192 y

contrastante con las common law rules of contracts, la figura del undisclosed principal es plena-
mente concordante con las rules of equity.
(78) Así la califican, entre otros: AMES, James Barr. “Undisclosed Principal - His Rights and Liabil-
ities”. En: Yale Law Journal. Vol. XVIII, 1909, p. 443; GOODHART, A. L. y HAMSON, C. J.
“Undisclosed Principals in Contract”. En: Cambridge Law Journal. Vol. 4, 1932, p. 346; MÜLLER
FREIENFELS. “The Undisclosed Principal”. Cit., p. 299; y SCHIFF, Martin. “The Undisclosed
Principal: An Anomaly in the Laws of Agency and Contract”. En: Commercial Law Journal. Vol.
88, 1983, p. 229 y s. Otras referencias en BARNETT, Randy E. “Squaring Undisclosed Agency Law
with Contract Theory”. En: California Law Review. Vol. 75, 1987, pp. 1969-1970, nota (2). Para una
visión actual: ATIYAH, Patrick y SMITH, Stephen A. Introduction to the Law of Contract. 6ª ed.,
Clarendon Press, Oxford, 2005, pp. 346-347.
(79) En el tercer Restatement dedicado a la agency (The American Law Institute, Saint Paul, 2006, 2
vols.), se señala (§ 6.03) que cuando el agent actúa con actual authority, y celebra un contrato por
cuenta de un principal oculto, el principal, a menos que el propio contrato lo excluya, es conside-
rado de todas maneras como “parte” contractual, junto con el agent y el tercero (third party). La
hipótesis de undisclosed principal es definida (§ 1.04.2.b) como aquella en la que el agent y la third
party interactúan, pero sin que esta última tenga conocimiento de que el agent está obrando para un
principal. Asimismo, la actual authority es definida (§ 2.01) como el caso en que el agent, al desen-
volverse, lo hace creyendo razonablemente y según lo que le ha manifestado el principal, que este
tiene la voluntad de que el agent proceda.

301
Leysser León Hilario

221, inciso 3, del Código Civil), según las cuales el contrato aparente es nulo,
mientras que el contrato oculto se tiene por válido, a menos que lesione el
derecho de un tercero, en cuyo caso es anulable. Esto significa, de regreso a
la situación analizada, que al conde se le consideraría propietario del inmue-
ble comprado en virtud del contrato oculto (relación establecida entre él y
el tercero), mientras que el contrato aparente (que simula una relación entre
su testaferro o prestanombre, Hawkins, y el tercero) sería nulo. Para todo
esto, sin embargo, y dejando a un lado los visos de fraude, se necesitaría una
declaración judicial, por lo que esta interpretación queda descartada.

En el contrato por persona a nombrar, en cambio (artículo 1473 y


siguientes del Código Civil), lo característico es que los celebrantes convie-
nen en reservar para un momento posterior la designación de la parte que, en
definitiva, asumirá los derechos y obligaciones surgidos del vínculo. En el
Código Civil se estatuye, sin embargo, que “la declaración de nombramiento
debe comunicarse a la otra parte dentro de un plazo que no podrá exceder de
veinte días, a partir de la fecha de celebración del contrato” (artículo 1474).
No me parece que un plazo tan corto como el fijado en nuestra normativa
resulte favorable a los designios del conde, por lo que este camino tampoco
es satisfactorio.

La alternativa del contrato en favor de tercero (artículo 1457 y siguien-


tes del Código Civil) ni siquiera merece mayor atención, porque en ella el
promitente se obliga frente al estipulante a realizar una prestación que bene-
ficiará a una tercera persona. Fuera de lo extraño que resultaría no identificar
al tercero beneficiario (en una suerte de combinación con el contrato por per-
sona a nombrar), la eficacia de esta modalidad contractual depende de que el
tercero (artículo 1458) haga conocer al estipulante y al promitente su volun-
tad de hacer uso del derecho, para que este sea exigible con carácter retroac-
tivo. Sería menester, por lo tanto, que el conde revelara su presencia, y esto
neutralizaría el anonimato que persigue.

Queda solamente, entonces, el camino del mandato “sin” representación,


o sea, del contrato en que el tercero se vincula únicamente con el mandatario,
dado que este actúa en nombre propio, sin perjuicio de los compromisos asu-
midos frente al mandante y que son de ejecución posterior (artículos 1809 a
1813 de nuestro Código Civil). En este supuesto, la responsabilidad por todas
las implicancias del negocio celebrado entre el mandatario y el tercero, en

302
Los poderes (de representación) del conde Drácula

calidad de partes, recae únicamente en los celebrantes, y no alcanza inmedia-


tamente la esfera del mandante.

Recuérdese que el objetivo del conde es comprar su primera casa en


Inglaterra al margen de toda intromisión de los circunstantes, para lo cual
se sirve de la labor de los solicitors, que le son deudores de estrictos debe-
res de confidencialidad, a los cuales Stoker, con celo de persona entendida en
estos menesteres, no deja de hacer referencia(80). La meta puede alcanzarse
siempre que Drácula, de acuerdo con una práctica jurídica del lugar donde
realiza su adquisición, se mantenga como undisclosed principal, de modo
que el tercero, que incluso podría conocer que el agent actúa por cuenta de
otro, no sabe de quién se trata. ¿Se conseguiría este fin, en los ordenamien-
tos regidos por el Derecho Civil, con el recurso a un contrato de mandato sin
representación?

Este es uno de los puntos en los cuales se acostumbraba identificar una


férrea línea divisoria entre el common law y el Derecho Civil de Europa
continental: en un contexto, la admisión del undisclosed principal; en el otro,
la prioritaria regulación de la representación directa, la cual demanda, a fin
de que los efectos jurídicos de la gestión representativa recaigan en la esfera
del poderdante, la observancia del requisito de la invocación de su nombre
(contemplatio domini) por el apoderado(81).

(80) Cuando Harker pretende valerse de su condición de abogado para que unos colegas suyos le bri-
den información sobre la identidad del comprador de la mansión en Piccadilly, y así poder seguir
la pista de los sarcófagos del conde, recibe como respuesta: “The affairs of their clients are absolu-
tely safe in the hands of Mitchell, Sons, & Candy”. Y comenta: “Your clients, sir, are happy in hav-
ing so resolute a guardian of their confidence. I am myself a professional man”. Véase: STOKER.
Dracula (1897). Cit., p. 266 (Jonathan Harker’s Journal). Luego, gracias a las influencias de Lord
Godalming, los abogados inquiridos acceden a informar, mediante una carta: (i) que el inmueble fue
vendido por los herederos de Mr. Archibald Winter-Suffield; (ii) que el inmueble fue comprado por
un noble extranjero, el conde De Ville; (iii) que el comprador realizó la compra por sí mismo; (iv)
que pagó al contado. Véase: STOKER. Dracula (1897). Cit., p. 273.
(81) Además de la bibliografía comparativa citada hasta este punto, véase: MARKESINIS, (Sir) Basil;
UNBERATH, Hannes; y JOHNSTON, Angus. The German Law of Contract - A Comparative Trea-
tise. 2ª ed., Hart Publishing, Oxford-Portland, 2006, pp. 209-210; y VERHAGEN, Hendrik. “Agency
and representation”. En: SMITS, Jan M. (editor). Elgar Encyclopedia of Comparative Law. Edward
Elgar, Cheltenham-Northampton, 2006, pp. 46-47. En el Derecho Civil italiano: BIANCA, Cesare
Massimo. Diritto civile 3, Il contratto. 2ª ed., Giuffrè, Milán, 2000 (reimpresión, 2002), p. 94, nota
(88). Estos autores, como la mayoría de los estudiosos modernos, consideran que la división entre
el civil law y el common law en cuanto a este punto se ha atenuado con el tiempo, o es menos neta
de lo que se solía creer. Advierte GRAZIADEI. “La rappresentanza nel diritto inglese”. Cit., 65, sin
embargo, que “el paralelismo entre las construcciones doctrinales acogidas en los dos sistemas no
garantiza de por sí que el derecho en acción sea el mismo en Inglaterra y en Italia”.

303
Leysser León Hilario

En el Derecho Romano la actuación por otro existía, pero no bajo el


modelo de la representación voluntaria directa, aparecido mucho tiempo des-
pués y perfilado de modo definitivo por los pandectistas en el siglo XIX,
con un aporte fundamental de los expertos en Derecho Comercial(82), que
habían auspiciado un código renovado en materia de poderes representati-
vos. Durante la época romana clásica, se recurría al mecanismo del mandato,
ciertamente, pero este contrato, gratuito por lo demás, era inhábil para que la
actuación del mandatario produjese efectos en el mandante de manera inme-
diata. La tendencia romanista era contraria a la “estipulación por otro”(83),
aunque esta se permitía en casos excepcionales, como el del curador de la
persona con discapacidad mental (curator furiosi). Si un ciudadano domici-
liado en Roma quería comprar una casa situada en Pompeya, por ejemplo, o
lo hacía mediante un descendiente sujeto a su patria potestad o mediante un
siervo, que eran como su propia personificación expandida(84), o la operación

(82) Véase: LEHMANN, Heinrich. Allgemeiner Teil des Bürgerichen Gesetzbuches. 13ª ed., Walter de
Gruyter & Co., Berlín, 1962, pp. 285-287; FLUME. Das Rechtsgeschäft. Cit., § 45, p. 785 y s.;
y ZIMMERMANN. The Law of Obligations. Cit., pp. 57-58. En el Derecho Comercial italiano,
la autonomía de la representación se comenzó a difundir con la publicación de la obra de THÖL.
Trattato di diritto commerciale. Cit., vol. I, p. 202 y s. En títulos como el de VIVANTE, Cesare.
Trattato di diritto commerciale. 2ª ed., Fratelli Bocca Ed., Turín, 1902, vol. I, p. 289 y s., la repre-
sentación constituye ya un capítulo independiente.
(83) El itinerario seguido del Derecho Romano al derecho privado decimonónico (al germano, en par-
ticular) fue reconstruido detalladamente por MITTEIS, Ludwig. Die Lehre von der Stellvertretung
nach römischem Recht. Alfred Hölder, Viena, 1885. Más recientemente: FLUME, Werner. Allge-
meiner Teil des Bürgerlichen Rechts. T. II, Das Rechtsgeschäft. 4ª ed., Springer, Heidelberg, 1992,
§ 43, p. 750 y s. En los tratados y manuales de Derecho Romano de distintas épocas, véase: SOHM,
Rudolf. The Institutes. Trad. de James Crawford Ledlie, 3ª ed. inglesa (12ª ed. alemana), Clarendon
Press, Oxford, 1907, § 45, p. 219 y s.; PETIT, Eugène. Traité élémentaire de droit romain. 4ª ed.,
Arthur Rousseau, París, 1903, p. 482 y s.; GIRARD, Fréderic. Manuel élémentaire de droit romain.
4ª ed., Arthur Rousseau, París, 1906, p. 660 y s.; ARANGIO RUIZ, Vincenzo. Istituzioni di diritto
romano. 14ª ed., Jovene, Nápoles, 1960 (reimpresión, 2006), p. 93 y s.; MARRONE, Matteo. Isti-
tuzioni di diritto romano. 2ª ed. (1994), 7ª reimpresión, Palumbo Ed., Palermo, 2000, p. 182 y s.;
ZIMMERMANN. The Law of Obligations. Cit., p. 45 y s.; GUARINO, Antonio. Diritto privato
romano. 12ª ed., Jovene, Nápoles, 2001, p. 403 y s.; KASER, Max y KNÜTEL, Rolf. Römisches
Privatrecht. 19ª ed., C. H. Beck, Múnich, 2008, § 11, p. 75 y s.; MOUSOURAKIS, George. Funda-
mentals of Roman Private Law. Springer, Heidelberg, 2012, p. 200 y s. En la ensayística especiali-
zada: TARTUFARI, Luigi. “Della rappresentanza nella conclusione dei contratti”. En: Archivio Giu-
ridico. Vol. XLIII, 1889, p. 66 y s.; RICCOBONO, Salvatore. “Receptions of Forms of Agency in
Roman Law”. En: New York University Law Quarterly Review. Vol. IX, 1932, p. 271 y s.; HAMZA,
Gábor. “Fragen der gewillkürten Stellvertretung im römischen Recht”. En: Acta Juridica Acade-
miae Scientiarum Hungaricae. Vol. 25, 1983, p. 89 y s.; LIGT, Luuk de. “Roman Law and Roman
Economy: Three Case Studies”. En: Latomus. Vol. 66, 2007, p. 12 y s.; y GÓMEZ BLANES, Pablo.
“Efectos de la actuación en interés ajeno: una aportación a la doctrina de la representación jurídica”.
En: Persona y Derecho. Vol. 74, 2016, p. 355 y s.
(84) MACKELDEY, Ferdinand. Lehrbuch des römischen Rechts. 14ª ed. al cuidado de Johann Adam
Fritz, Carl Gerold’s Sohn, Viena, 1863, t. II, § 481, pp. 234-236.

304
Los poderes (de representación) del conde Drácula

se estructuraba en dos actos y momentos: la adquisición de la propiedad por


el mandatario, en nombre propio, frente al vendedor, y la posterior transfe-
rencia de la propiedad del bien adquirido, del mandatario al mandante, en
ejecución del vínculo nacido del mandato. Esta última vía coincide con lo
que se llama representación mediata o indirecta, o también representación
“oculta” (verdeckter Stellvertretung)(85).

Un vestigio del mandato clásico se encuentra, ahora, en las disposicio-


nes de nuestro Código Civil sobre el mandato sin representación, todas las
cuales provienen del Código Civil portugués de 1966. Esencialmente, según
lo estipulado en los artículos 1809 y 1810, respectivamente: “el mandatario
que actúa en nombre propio adquiere los derechos y asume las obligaciones
derivados de los actos que celebra en interés y por cuenta del mandante, aun
cuando los terceros hayan tenido conocimiento del mandato”; y “el manda-
tario queda automáticamente obligado en virtud del mandato a transferir al
mandante los bienes adquiridos en ejecución del contrato, quedando a salvo
los derechos adquiridos por los terceros de buena fe”.

En el mandato con representación, opuestamente, según el artículo


1806: “si el mandatario fuere representante por haber recibido poder para
actuar en nombre del mandante, son también aplicables al mandato las nor-
mas del título III del Libro II” y “el mandatario debe actuar en nombre del
mandante”. El apartado del Código Civil al que efectúa el reenvío es el de la
representación en general.

Bajo el pandectismo germano, la representación logra autonomía res-


pecto del contrato de mandato. Al mismo tiempo, se admite la posibilidad de
instituirla mediante un negocio jurídico unilateral: el otorgamiento de pode-
res representativos, apoderamiento o procuración(86). A partir de entonces, son

(85) Así: FLUME. Das Rechtsgeschäft. Cit., § 43, p. 749; y KÖHLER, Helmut. BGB Allgemeiner Teil.
28ª ed., C. H. Beck, Múnich, 2004, § 11, p. 175. De “representation imperfaite” (imperfecta) se
habla, en cambio, en el derecho francés: MALAURIE, Philippe; AYNÈS, Laurent y STOFFEL-
MUNCK, Philippe. 4ª ed., Defrénois - Lextenso Ed., París, 2009, pp. 421-422. La expresión “repre-
sentación oculta” se utiliza también en la versión en nuestro idioma de la última edición de los Prin-
cipios Unidroit sobre los contratos internacionales (Roma, 2010): “Artículo 2.2.4. (1) Cuando un
representante actúa en el ámbito de su representación y el tercero no sabía ni debiera haber sabido
que el representante estaba actuando como tal, los actos del representante afecta solamente las rela-
ciones entre el representante y el tercero”.
(86) La evolución del Derecho germano es descrita por MÜLLER FREIENFELS. “Legal Relations
in the Law of Agency: Power of Agency and Commercial Certainty” (parte 1). En: The Ameri-
can Journal of Comparative Law. Vol. 13, 1964, p. 197 y s. Los romanistas y civilistas italianos

305
Leysser León Hilario

los poderes otorgados por el representado los que, en el caso de la representa-


ción directa, revisten de legitimación al desenvolvimiento del representante,
quien vincula con su actuación, sin más, al representado frente al tercero,
siempre que se respeten los alcances del apoderamiento conferido.

De tales postulados es heredero el Código Civil peruano. Conforme al


régimen vigente de la representación voluntaria directa, alineado a las pau-
tas pandectistas(87), si bien con la intermediación del Código Civil italiano
de 1942(88), el negocio jurídico celebrado por el representante (artículo 160)
“dentro de los límites de las facultades que se le haya conferido, produce
efecto directamente respecto del representado”, pero se establece, asimismo
(artículo 164), que el representante tiene la obligación de “expresar en todos
los actos que celebre que procede a nombre de su representado, y si fuere
requerido, a acreditar sus facultades”. Esta última disposición, que estatuye
el requisito de la contemplatio domini, presenta una particularidad respecto
del derecho privado alemán e italiano. Nuestra norma, a diferencia de aque-
llos modelos foráneos, es enfática. Ella no da por sobreentendido el requi-
sito de la invocación del nombre del poderdante, sino que lo exige con toda

han brindado también ejemplares síntesis de aquella decisiva etapa: TARTUFARI, Luigi. Della
rappresentanza nella conclusione dei contratti in diritto civile e commerciale. Unione Tipogra-
fico Editrice, Turín, 1892, p. 340 y s.; NATTINI, Angelo. La dottrina generale della procura - La
rappresentanza, Società Editrice Libraria, Milán, 1910, p. 9 y s.; PACCHIONI, Giovanni. “Le teo-
rie moderne sulla rappresentanza”. II adición a BAUDRY-LACANTINERIE, Jean. Trattato teo-
rico-pratico di diritto civile: Dei contratti aleatori, del mandato, della fideiussione e della tran-
sazione. Francesco Vallardi, Milán, s. a., p. 755 y s.; Id., Dei contratti in generale. 3ª ed., Cedam,
Padua, 1939, p. 295 y s.; MALVAGNA, Simone. “Sulla natura giuridica della rappresentanza”. En:
Rivista di Diritto Civile. Año XXIII, 1936, p. 257 y s.; MOSCO, Luigi. La rappresentanza volon-
taria nel diritto privato. Jovene, Nápoles, 1961, p. 113 y s.; DE LORENZI. “La rappresentaza nel
diritto tedesco - Excursus storico sulla dottrina”. En: VISINTINI (al cuidado de), Rappresentanza
e gestione. Cit., p. 72 y s.; EAD. Rappresentanza diretta volontaria. Cit., p. 124 y s.; EAD. La rap-
presentanza. Cit., p. 53 y s. En el derecho francés: DIDIER. La représentation en droit privé. Cit.,
pp. 40-41, pero ya BOYER, Maurice. Essai sur la représentation dans les actes juridiques (tesis).
Imprimerie Gimet-Pessau, Toulouse, 1898, p. 17 y s. En el derecho portugués: ALBUQUERQUE.
A representação voluntária em Direito Civil. Cit., p. 603 y s. En el derecho español: MIGUEL TRA-
VIESAS, Manuel. “La representación voluntaria”. En: Revista de Derecho Privado. Año X, 1922,
p. 196 y s.
(87) Del BGB (1896) proviene la regla (§ 164.1) según la cual “una declaración de voluntad realizada
por alguien dentro del poder de representación otorgado y en nombre del representado tiene efica-
cia directa a favor y en contra del representado” (cursivas añadidas).
(88) Del Codice Civile (1942) proviene, a su vez, la regla (artículo 1388, subtitulado “Contratto concluso
dal rappresentante”) según la cual: “el contrato celebrado por el representante en nombre e interés
del representado, dentro de los límites de las facultades que le han sido conferidas, produce efecto
directamente frente al representado”.

306
Los poderes (de representación) del conde Drácula

precisión. Tampoco hace referencia a la posibilidad de que el requisito se


tenga por cumplido tácitamente.

La respuesta a la cuestión planteada, de la compra del inmueble situado


en Londres desde fuera de las fronteras inglesas, en las condiciones de reserva
exigidas por el poderdante, no es compatible, como resulta evidente, con la
operatividad de la representación directa. De todas formas, creo que reviste
interés explicar en este punto ciertos aspectos del marco legal peruano sobre
la contemplatio domini, en el que, como se verá, se han combinado influen-
cias normativas foráneas, pero también antecedentes legales, del Código
Civil de 1936 y del Código de Comercio de 1902, más todavía si se tiene en
cuenta que en las experiencias jurídicas extranjeras que han tenido ascenden-
cia sobre la nuestra se vive, desde hace tiempo, una atenuación de la relevan-
cia de este requisito(89).

De acuerdo con un comentario escrito al poco tiempo de promulgado


el Código Civil(90), el origen del actual artículo 164 se encontraría, ni más ni
menos, en un precepto de la regulación del contrato de mandato en el Código
Civil derogado, el artículo 1640, donde se señalaba: “el mandatario está obli-
gado a expresar en todos los contratos que celebre, que procede a nombre
de su mandante”. En la influyente obra exegética de José León Barandiarán
(1899-1985) sobre el Código Civil de 1936, donde no existían normas espe-
cíficas sobre la representación, que seguía siendo considerada inescindible
del mandato, se indicaba que la contemplatio domini constituía una condi-
ción inherente de dicha institución: que el representante y el tercero contraten
“en la inteligencia de que el contrato debía producir sus efectos con relación
a la persona representada”(91).

(89) Véase, por ejemplo: DIDIER. La représentation en droit privé, cit., p. 68 y s. El autor concluye (ivi,
p. 94): “parecería, entonces, que la exigencia de la contemplatio domini, tanto en los contratos como
en la gestión de negocios, no es una condición de validez del acto. Es solamente una medida de la
garantía que el representante acepta brindar al tercero”.
(90) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Comentario sub artículo 164, en COMISIÓN ENCARGADA DEL
ESTUDIO Y REVISIÓN DEL CÓDIGO CIVIL. Código Civil - Exposición de motivos y comen-
tarios, compilación a cargo de Delia Revoredo, s.e., Lima, 1985, tomo IV, p. 293. La justificación
que se propone en relación con esta norma (ivi, p. 294) es la siguiente: “lo que interesa es que el ter-
cero contratante tome conocimiento que los efectos del acto se dirigen a persona distinta de la que
manifiesta la voluntad y que el representante está debidamente facultado para celebrar el acto. Por
ello, el tercero contratante puede exigir al representante la demostración de los poderes de que está
investido”.
(91) LEÓN BARANDIARÁN, José. Comentarios al Código Civil peruano, tomo III, De los contra-
tos, Librería e Imprenta Gil, 1944, p. 15: “Tres son las condiciones propias de la representación:

307
Leysser León Hilario

La relevancia otorgada a la contemplatio domini, se justificaba en el


Código Civil de 1936, tal vez porque en su normativa no existía un régimen
específico en torno de la representación voluntaria nacida del apoderamiento,
ni una “parte general” sobre esta institución, además de que no se distinguía
entre el mandato con representación y el mandato sin representación. Lo que
se normaba, con adhesión al modelo tradicional francés, era el mandato civil
simple, al que los civilistas y la jurisprudencia gala nunca han tenido inconve-
nientes de reconocer como un mandato “con” representación(92). El mandato

a) precisa que el representante manifieste una voluntad propia; b) que tenga, así como el tercero
contratante, la intención de hacer reflejar los efectos del contrato sobre el representado; c) que esté
premunido de la facultad para representar. (…). b).– Para que haya representación se requiere que
exista contemplatio domini. El representante, así como el tercero, deben haber contratado en la inte-
ligencia de que el contrato debía producir sus efectos en relación a la persona representada. Como
se ha dicho muy gráficamente, el representante se presenta en la operación jurídica como un punto
de tránsito (Durchsganspunkt) y no como un punto final (Endpunkt), de la imputación jurídica”. En
una obra posterior, Id., Contratos en el derecho civil peruano, Imprenta de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, Lima, 1975, t. II, pp. 150-151, el jurista lambayecano, seguramente infor-
mado sobre los modelos legislativos italiano y portugués, en materia de mandato, señala: “el man-
datario es el representante del mandante y puede como tal celebrar negocios jurídicos con terceros
comprometiendo al mandante. Se est[á] en el caso de lo que se llama mandato con representación.
(…). Cuando el mandatario concierta un vínculo jurídico con un tercero, obrando aquél en nombre
de su mandante, este queda obligado frente al tercero por causa de tal vínculo, así como a dicho ter-
cero le puede exigir el mandante las obligaciones que haya asumido por intermedio del mandata-
rio. Tal es el efecto propio de la representación ejercida por el último”. Finalmente, encontrándose
cercana la promulgación del Código Civil de 1984, en Id., Curso del acto jurídico - Con referen-
cia al Proyecto del CC peruano, Imprenta de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima,
1983, p. 16, incluye de nuevo como “condición inherente a la representación”, que “haya la inten-
ción mutua y declarada del representante y el tercero de que los efectos del acto se reflejen sobre el
representado y no sobre el representante”. Y explica: “la intención de que los efectos de la declara-
ción prestada por el representante se reflejen en el representado es definitoria de la representación.
El representante y el tercero al celebrar el negocio deben manifestar expresamente tal intención;
pero ella también resulta tácitamente cuando en general se sabe quién es la persona representada;
así ocurre si quien negoció con el tercero es un empleado de determinada persona y el negocio se
celebra para que tenga efecto sobre la última”. El aporte de León Barandiarán radica en haber sido
el primer autor peruano en tratar autónomamente el tema de la representación, como una “cuestión
complementaria” del derecho de los contratos.
(92) En el tratado de MAZEAUD, Henri, Léon y Jean, y CHABAS. François. Leçons de droit civil. T. II,
vol. I, Obligations - Théorie générale, 9ª ed., Montchrestien, 1992, p. 143, por ejemplo, la represen-
tación es tratada como un capítulo de la teoría general de las obligaciones, aun cuando la normativa
de base, en el caso de la representación voluntaria, es la del mandato. Es por ello que ITURRIAGA
ROMERO. La representación en el derecho privado. Cit., p. 85, dictamina, bajo el régimen dero-
gado del Código Civil de 1936: “Cuando deba ocurrir la cooperación jurídica se hará en forma de
mandato con representación como lo expresa claramente el artículo 1.640. No hay, por consiguiente,
mandato sin representación. De allí se desprende que el Código peruano vigente sigue la huella,
como también lo hacía el Código Civil de 1852, de la mayor parte de los Códigos clásicos y consi-
dera que si la cooperación jurídica ocurre dentro del mandato, tiene que ser en forma de representa-
ción directa y no de la indirecta, porque solo aquella y no esta es la verdadera representación. De tal
modo, el ordenamiento jurídico peruano confunde la representación con el contrato de mandato por

308
Los poderes (de representación) del conde Drácula

mercantil, en cambio, tenía sus propias reglas en el Código de Comercio de


1902, y es a ellas a las que se hace referencia como fuentes de la contempla-
tio domini en el modelo de mandato recogido en el Código Civil derogado.

En el Código de Comercio, a imagen y semejanza de su equivalente


español, de 1885, el mandato mercantil conoce dos especies, la comisión
mercantil y el factoraje. En ambos casos, se contemplaba la posibilidad de
que el comisionista (artículo 240) o el factor (artículo 278) actuaran en nom-
bre de un “comitente” o “principal”, respectivamente(93). También se estable-
cían, sin embargo, reglas de responsabilidad personal para el supuesto en que
el comisionista (artículo 239) o el factor (artículo 281) realizaran sus activi-
dades en nombre propio(94). Es probable que dicho marco legal y los estudios

creer que aquella es elemento integrante de la relación de mandato”. La apreciación final, que tam-
bién efectúa CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos. Mandato. En: Id. Estudios de Derecho Privado. I, Edi-
ciones Jurídicas, Lima, 1994, p. 519, no es de compartir, sin embargo, porque obedece a una simple
apreciación favorable de tales autores hacia el modelo germano, que no toma en cuenta el hecho de
que las diferencias entre este y el modelo napoleónico jamás han significado para el Derecho francés
atraso ni obstaculización de las operaciones comerciales, ni mucho menos desaprobación en térmi-
nos de “confusión”. PÉDAMON, Michel. Le contrat en droit allemand. 2ª ed., LGDJ, París, 2004,
p. 73, señala, realistamente: “l’institution juridique de la représentation (Stellvertretung) fonctionne
pour l’essentiel sur le même modèle en Allemagne et en France”.
Bajo el Código Civil de 1852, en línea con el enfoque francés, ORTIZ DE ZEVALLOS, Ricardo.
Tratado de Derecho Civil peruano. E. Rosay, Lima, 1906, pp. 415-416, anotaba: “¿Cuál es el carác-
ter distintivo del mandato? Lo que permite distinguir al mandato con seguridad de muchos otros
contractos con los cuales tiene muchas semejanzas, es que el mandatario representa al mandante,
procede y habla en su nombre, de suerte que, el acto una vez realizado por el mandatario, la situa-
ción es la misma que si el mandante hubiese realizado él mismo el acto” (cursivas añadidas).
(93) Código de Comercio (1902): “Artículo 240.- Si el comisionista contratare en nombre del comitente,
deberá manifestarlo; y si el contrato fuere por escrito, expresarlo en el mismo o en la antefirma,
declarando el nombre, apellido y domicilio de dicho comitente. En el caso prescrito en el párrafo
anterior, el contrato y las acciones derivadas del mismo producirán su efecto entre el comitente y la
persona o personas que contrataren con el comisionista; pero quedará este obligado con las perso-
nas con quien contrató, mientras no pruebe la comisión, si el comitente la negare, sin perjuicio de la
obligación y acciones respectivas entre el comitente y el comisionista”.
“Artículo 278.- Los factores negociarán y contratarán a nombre de sus principales, y en todos los
documentos que suscriban en tal concepto, expresarán que lo hacen con poder o en nombre de la
persona o sociedad que representen”.
(94) Código de Comercio (1902): “Artículo 239.- Cuando el comisionista contrate en nombre propio no
tendrá necesidad de declarar quién sea el comitente, y quedará obligado de un modo directo, como
si el negocio fuese suyo, con las personas con quienes contratare, las cuales no tendrán acción con-
tra el comitente, ni este contra aquellas, quedando a salvo siempre las que respectivamente corres-
pondan al comitente y al comisionista entre sí”.
“Artículo 281.- El contrato hecho por un factor en nombre propio le obligará directamente con la
persona con quien le hubiere celebrado; mas si la negociación se hubiere hecho por cuenta del prin-
cipal la otra parte podrá dirigir su acción contra el factor o contra el principal”.
La última disposición plantea un régimen parcialmente semejante al del undisclosed principal, por-
que el tercero tiene acción respecto del factor y del principal, a pesar de que la operación se ha

309
Leysser León Hilario

de posgrado seguidos por León Barandiarán en Alemania lo hayan llevado a


considerar que la contemplatio domini resultaba imprescindible en la prác-
tica de la representación voluntaria directa, y fue así, según parece, que se
trazó el curso de la codificación nacional vigente, manteniéndose excluida
de toda regulación la hipótesis del representante que, al margen de cuál sea
su origen (legal, negocio de otorgamiento de poderes, mandato o gestión de
negocios) se desenvuelva sin informar al tercero que lo hace en nombre de un
poderdante(95).

realizado a nombre del factor. La equiparación se limita a este aspecto, sin embargo, porque el fac-
tor peruano es “la persona que ejerce un negocio o administra un establecimiento mercantil ajeno,
en nombre y por cuenta del propietario”. Así, en nuestra bibliografía decimonónica: ELMORE,
Alberto A. Tratado de Derecho Comercial. Imprenta Liberal de F. Masías y Ca, Lima, 1888, p. 583.
En la doctrina mercantilista española de la época, véase, en cambio, la definición más amplia pro-
puesta por DEL VISO, Salvador. Lecciones elementales del Derecho Mercantil de España. 3ª ed. al
cuidado de Salvador Salom y Puig, Imprenta y Librería de Ramón Ortega, Valencia, 1886, p. 169:
“Se llaman factores aquellos agentes destinados en algunos parajes para hacer compras, ventas o
cualquiera otra negociación, o dirigir un establecimiento mercantil por cuenta y a nombre de otro”.
(95) En el BGB, el § 164, párrafo 2° (“si la voluntad de actuar en nombre ajeno no resulta reconocible,
la falta de voluntad de actuar en nombre propio no es tomada en cuenta”) es interpretado en el sen-
tido de que las consecuencias de los negocios celebrados recaen exclusivamente en el representante
si este omite la contemplatio domini. Véase: FLUME, Das Rechtsgeschäft, cit., § 44, p. 775-776.
A idénticas conclusiones arriba la doctrina italiana, también en ausencia –como en el caso peruano–
de norma expresa sobre esta cuestión. Véase: BETTI, Emilio. Teoria generale del negozio giu-
ridico. 2ª ed. (1950), 4ª reimpresión, ESI, Nápoles, 1994, p. 573. Más recientemente: BIANCA,
Diritto civile 3, Il contratto. Cit., p. 95: “Si el acto no se presenta como cumplido en el ejercicio del
poder de representación el representante queda personalmente obligado frente al tercero. El repre-
sentado, sin embargo, puede aprovecharse de los efectos del acto según la regla válida para la repre-
sentación indirecta”. En el Código Civil italiano, asimismo, donde la representación voluntaria es
regulada como un sector del contrato en general, lo que se estipula, es que (artículo 1393) “el ter-
cero que contrate con el representante siempre puede exigir a este que justifique sus poderes y, si la
representación resulta de documento escrito, que le provea una copia firmada por él”. No obstante
alguna posición crítica, que atenta a la jurisprudencia ha notado una progresiva pérdida de relevan-
cia en el desarrollo de las operaciones de intermediación, la contemplatio domini sigue siendo con-
siderada como requisito esencial para la eficacia de los negocios celebrados por el representante
frente al representado; atributo que el ordenamiento itálico se deduce, según la norma pertinente, de
la necesidad de que la actuación del representante sea “en nombre” del representado (artículo 1388:
“El contrato celebrado por el representante en nombre y en interés del representado, dentro de los
límites de las facultades conferidas, produce efecto directamente frente al representado”). Explica
DE LORENZI. La rappresentanza. Cit., pp. 226-227: “Para la eficacia directa del contrato cele-
brado respecto del representado se señala, además, en el artículo 1388 del CC, que el representante
debe realizar su actividad jurídica en nombre del representado. La invocación del nombre ajeno del
representado, o sea, con la terminología tradicional, la contemplatio domini, significa la indicación
por parte del representante al tercero contratante, al momento de la celebración del contrato, de que
la parte en la contratación no es el que estipula el contrato, sino otro sujeto. (…). La invocación del
nombre es esencial para indicar quién en la parte contractual en el contrato que se celebra. Cuando
un sujeto estipula un contrato, en caso de no invocar el nombre de otro sujeto, y si no actúa en nom-
bre ajeno (nomine alieno), se presume que lo hace en su propio nombre (nomine proprio), y que
vincula negocialmente a sí mismo con la contraparte contratante. Viceversa: un sujeto, en caso de

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Los poderes (de representación) del conde Drácula

El paralelo entre el régimen peruano y el inglés del siglo XIX no per-


mite, por lo tanto, establecer con certeza si los objetivos del conde se habrían
podido lograr con un mandato sin representación, porque únicamente con la
agency como vehículo legal, y con la modalidad del undisclosed principal,
era factible para el comprador adquirir su primera propiedad en Londres sin
revelar su identidad y sin que dicho ocultamiento significara para el vampiro
un límite en el ejercicio inmediato, incluso ante los vendedores, de sus dere-
chos como nuevo titular del inmueble.

VI. COMENTARIO FINAL


En una entrevista concedida a la periodista Claudia Dreifus, pocos
meses antes de recibir la noticia de que la Academia Sueca le había conce-
dido el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez (1927-2014),
confeso admirador de Drácula(96), comentó: “este es un libro fantástico por
donde se le mire, pero que los intelectuales consideran carente de valor”(97).

Con el paso del tiempo ha quedado demostrado, sin embargo, que el


reproche del autor de Cien años de soledad no ha sido desoído. Si mi tes-
timonio personal mereciera alguna estimación, he verificado que la biblio-
grafía existente sobre la obra de Stoker, desde todas las disciplinas(98), es

invocar el nombre ajeno, no vincula contractualmente a sí mismo: solo aquel cuyo nombre es invo-
cado queda vinculado y puede quedar vinculado con la contraparte del contrato celebrado”. La posi-
ción crítica a la que hago referencia es la planteada por DE NOVA, Giorgio, en: SACCO, Rodolfo y
DE NOVA, Giorgio. Il contratto. 3ª ed., en Trattato di diritto civile diretto da Rodolfo Sacco. Utet,
Turín, 2004, tomo II, p. 179: “es fácil entender que, mientras más se admitan por la jurisprudencia
formas implícitas de contemplatio, el requisito de la invocación del nombre resultará, por decir lo
menos, devaluado”.
(96) De su “continua reverencia” por la obra de Stoker, “narrada con maestría”, deja constancia MAR-
TIN, Gerald. Gabriel García Márquez - Una vida. Trad. de Eugenia Vásquez Nacarino, Debate,
Buenos Aires, 2009, p. 201. En El olor de la guayaba, Ed. La Oveja Negra del Perú, Lima, 1982,
p. 124, interrogado por su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, sobre cuáles eran sus héroes de novela
favoritos, respondió: “Gargantúa, Edmundo Dantes y el Conde Drácula”.
(97) Esta entrevista fue publicada en la revista Playboy en 1983, y ahora está incluida en BELL-
VILLADA, Gene H. (editor). Conversations with Gabriel García Márquez, University Press of
Mississipi, Jackson, 2006, p. 100. La conversación fue en francés, y el dictamen del autor de Cien
años de soledad apareció traducido al inglés de esta forma: “is really an absolutely fantastic book
but one that intelectuals consider unworthy”.
(98) Nuestro recordado vate Antonio Cisneros (1942-2012) dedicó a los personajes de Stoker una serie
de poemas reunidos bajo el título “Drácula de Bram Stoker”, incluido en su volumen Las inmensas
preguntas celestes (1992), ahora en Id., Poesía (1981-1992), Peisa, Lima, 2000, p. 139 y s. Al res-
pecto, véase: SALDÍAS, Amanda. “Qué se ganó o perdió entre estas aguas - Una entrevista a Anto-
nio Cisneros”. En: Revista Chilena de Literatura. N° 44, 1994, pp. 152-153. En la bibliografía de

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Leysser León Hilario

inmensamente superior a la de otros títulos cuya calificación como lecturas


cultas resulta indiscutido. Tal vez el único ámbito en el que restaba saldar las
cuentas era en el del Derecho, donde también, a la larga, han terminado ocu-
rriendo las postergadas reivindicaciones.

El interés incesante y siempre creciente en Drácula es un justo recono-


cimiento al denuedo de su autor, por su laboriosidad e ingenio y por haber
regalado a sus lectores no solo un paradigma imperecedero de monstruo
maligno, sino por el cuidado puesto en cada detalle, includos los aspectos
legales, con la finalidad de dotar a su creación de verosimilitud, aunque ello
haya significado, para quienes crecimos cercanos a las emulaciones mediáti-
cas, logradas o desafortunadas, del conde, fobias, inquietudes y turbaciones
ingenuas, ante las cuales no quedaba sino confiar, de la misma forma que con
respecto a las tragedias y atrocidades de la vida real, en una postrera supre-
macía del bien sobre el mal.

crítica literaria: ALBADA-JELGERSMA, Jill Elizabeth. “Antonio Cisneros and Bram Stoker: Con-
tinuties and Discontinuities”. En: Chasqui. Revista de Literatura Latinoamericana. Vol. 25, N° 2,
1996, pp. 19-29.

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