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FICHA DE LECTURA #3
Algunos partidarios del movimiento de la no-violencia optan por convicción por una
ética absoluta, defendiendo principios a primera vista, independientemente del
contexto y las consecuencias, cayendo en una especie de pacifismo absoluto, aunque
paradójicamente, esperen de los protagonistas de la violencia y la guerra un código
ético y moral reciproco. (Estrada, 2003, p. 35)
La no- violencia activa en El hecho de que el conflicto interno que ha vivido Colombia por más de medio siglo este
el caso de un conflicto justificado en múltiples razones (lucha por las tierras, abandono estatal, desigualdades
interno sociales, decadencia de valores sociales, éticos y morales, entre otras motivaciones políticas,
ideológicas y económicas), no legitima los actos atroces cometidos contra la sociedad civil,
pues a pesar de dichas diferencias e injusticias, existen otros medios alternativos de ejercer
presión al Estado y de exigir justicia social, basadas en el diálogo y en relaciones
humanizadoras que no atenten contra el bienestar de la sociedad.
Aunque los actores armados confrontados pueden construir diversas razones desde el
punto de vista ético y político para justificar el recurso a la violencia, su uso no
puede ser indiscriminado, debe enmarcarse estrictamente entre los actores
confrontados y debe excluir de manera tácita la población no combatiente, es decir,
la población civil como objetivo político o militar. (Estrada, 2003, p. 42)
Los argumentos que ofrece el autor sobre la no-violencia, resultan muy interesantes en el sentido de que se ubica desde la
óptica de ambos extremos (defensores y detractores de la violencia), es decir expone la tesis, la antítesis y finalmente
defiende con argumentos de mucho peso, por qué para él es válida la lucha política y no la lucha armada, por qué preferir la
palabra en lugar de una bala. Este documento conduce a la reflexión acerca de los procedimientos o el camino que los seres
humanos están tomando para resolver sus conflictos, entendiendo que como seres sociales el conflicto será inherente más no
la violencia, la clave estará entonces en como se resuelvan aquellas diferencias, de tal forma que no se lleguen a los
extremos de polarizar o exterminar al otro solo porque piensa diferente.
A modo de reflexión es importante no perder las esperanzas de poder cambiar la historia y el rumbo de nuestro país,
apostarles a otras vías para resolver los conflictos, creer en la posibilidad de una sociedad más tolerante, solidaria, justa, libre
e igualitaria, en la que pensar diferente no sea una razón para ser exterminado, en la que los representantes políticos no
conviertan sus legados en ambiciones desmedidas por el poder y en la que se escuchen y se tengan en cuenta las necesidades
y demandas del pueblo.
La sociedad de baja conflictividad, no es aquella en la que no hay diferencias, ni disputas, sino aquella en la que
cuando aparecen los conflictos, son manejados de tal manera que se evita el rencor extremo, la polarización y la
violencia irrefrenable (Estrada, 2003, p. 322)