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Laura Tatiana Jiménez Rodríguez

Curso Opción de Grado Estudios Literarios y Filosofía.

Tema 1: La semántica de Frege y el giro lingüístico.

Sobre sentido y referencia, Gottlob Frege

Ponencia

El matemático, lógico y filósofo alemán, Gottlob Frege, dedicó sus estudios a la


filosofía del lenguaje y de las matemáticas bajo la concepción de que ambos
factores son una extensión de la lógica, por lo cual analizó dichos fundamentos en
cada uno; trabajo que dio por resultado el paso a nuevas ramas de la lógica:
matemática, moderna y del lenguaje. Sus obras más reconocidas son Ideografía
(1879), Fundamentos de la aritmética (1884) y Sobre el sentido y la referencia
(1892), de la cual se hablará hoy.

En esta, su obra más leída en la actualidad, Frege tiene como objetivo delimitar la
diferenciación entre el sentido y la referencia en una oración, para él esta relación
binaria es el componente puntual a la hora de definir el significado. Dicha posición
pone en duda la teoría de John Locke que indica que las palabras son signos de
ideas que, a su vez, descansan en la mente humana y se sirven del lenguaje para
ser expresadas, en este sentido, niega la relación entre el lenguaje y el mundo.
Para Frege, el problema de la teoría radica en tomar palabras aisladas como si
estuviesen dotadas de sentido por sí mismas, cuando lo que tiene significado
primariamente son las oraciones que ellas conforman.

Inicialmente, Frege señala las reflexiones de la igualdad o identidad que lo llevan a


buscar una distinción entre referencia y sentido, tales como: ¨ ¿Es la igualdad una
relación?, ¿es una relación entre objetos?, ¿o entre nombres o signos de objetos?
¨ (Valdés, Luis, 1991:29), de este modo expone dos enunciados que favorecen sus
cuestionamientos:

1) a=a
2) a=b

Para él, ambas expresiones difieren en tanto valor cognoscitivo, pues a=a no
representa información nueva y es de corte analítico, mientras que a=b sugiere
nuevos conocimientos que no se pueden establecer de la misma forma que la
primera expresión. De esta manera, si se establece la identidad como una relación
entre lo que los nombres refieren, no habría diferencia entre los enunciados 1 y 2
pues se refieren a lo mismo, lo que establece una relación entre los signos en
tanto designan algo. Sin embargo, dicha relación está sujeta a la subjetividad del
usuario que puede tomar un acontecimiento cualquiera como signo, así la oración
no refiere al objeto sino a su modo de designación.

Para que haya una distinción entre los signos esta se debe establecer en el modo
de presentación de aquello designado con el fin de dar un conocimiento efectivo,
para ello es importante distinguir la referencia y el sentido en las expresiones: la
referencia es el objeto (signo) y el sentido es el modo de presentación ya
mencionado, por ello, al decir a=b se revelan dos formas de referirse a un mismo
objeto. De esta manera, la referencia del signo es la unión de este con lo
designado, relación que Frege llama sentido del signo que es donde está el modo
de presentación.

¨Sean a, b y c las rectas que unen los vértices de un triángulo con los
puntos medios de los lados opuestos. El punto de intersección de a y b es
entonces el mismo que el punto de intersección de b y c. (…) La referencia
de las expresiones ¨el punto de intersección de a y b¨ y ¨el punto de
intersección de b y c¨ es la misma, pero no sus sentidos¨ (Valdés, Luis,
1991:30).

Ahora bien, la relación ya planteada determina que, si bien el signo tiene un


sentido determinado y una referencia, la referencia no hace parte de un único
signo, debido a que cada lenguaje le otorga distintas expresiones a un mismo
sentido; asimismo, el sentido puede carecer de referencia.

Por otro lado, la designación de la referencia depende del contexto en que es


expresada para poder clasificar el uso de la palabra como habitual. A este
respecto, si se emplea una cita directa, la referencia habitual habrá de buscarse
en las palabras de la persona que las enunció en primer lugar, en cuanto a las
palabras de la segunda persona son signos de los signos primarios. No obstante,
si el estilo de las palabras es indirecto, su referencia lo será también, por lo que es
necesario distinguir entre los dos modos de referencia que también se extienden
hasta el sentido (sentido habitual o indirecto); ¨la referencia indirecta de una
palabra es, de acuerdo con esto, su sentido habitual¨ (Valdés, Luis, 1991:32).

La relación binaria se extiende con un tercer elemento que es fundamental


distinguir de la referencia y el sentido: la representación del signo. Frege asocia la
referencia del signo con un objeto sensible, es decir, sensorialmente perceptible, si
este cumple con esa percepción, entonces su representación es una imagen que
surge desde el recuerdo de las sensaciones producidas por el objeto mismo, de
este modo, la representación es subjetiva por lo que surgen una gran cantidad de
estas, aunque se hable de un mismo sentido, esa es la distancia entre el sentido
de un signo, la referencia y su representación.

Así pues, a este punto, existen tres niveles de diferenciación entre palabras,
expresiones y oraciones completas:

1) La diferencia atañe a lo sumo a las representaciones


2) La diferencia atañe al sentido, pero no a la referencia
3) La diferencia atañe al sentido y también a la referencia

Una vez considerada la distinción en términos singulares, es puntual analizar esta


misma en oraciones que no son necesariamente verdaderas, así pues, cuando
una oración tiene esta característica contiene un pensamiento; al ser susceptible a
la duda, el pensamiento no es la referencia, sino que hace parte del sentido y
dicha oración puede no tener referencia determinada. No obstante
¨Hemos visto que a una oración hay que buscarle siempre una referencia,
cuando se está interesado en la referencia de sus partes componentes; y
esto sucede cuando y solo cuando se da el caso de que nos preguntamos
por el valor de verdad.

Así pues, esto nos impulsa a aceptar que el valor de verdad de una oración
es su referencia, entendiendo por valor de la verdad de una oración la
circunstancia de que es verdadera o falsa¨ (Valdés, Luis, 1991:35).

En este sentido, tanto las oraciones verdaderas y falsas comparten la misma


referencia y su valor de verdad se proporciona cuando la referencia se relaciona
con el pensamiento y, teniendo en cuenta el contexto lingüístico, una oración
expresa en estilo indirecto un pensamiento, mientras que, en estilo directo, una
oración se refiere a otra. Este direccionamiento se ve reflejado en la referencia y el
sentido en las oraciones subordinadas que son una oración secundaria ligada a
una compuesta y se presenta de igual forma como principal. Al ser una fracción de
un todo, la oración subordinada no tiene un sentido total (como pensamiento) sino
una parte de este, además, su condición de verdad no afecta la condición de
verdad del todo.

Asimismo, como en dos partes de una oración completa se pueden encontrar


referencias con valor de verdad que se diferencian del sentido que es
pensamiento o parte de él, es factible encontrar una oración cuyas partes sean
dos pensamientos completos sin referencia por prestarse meramente al sentido,
este es el caso de la inferencia. Por ejemplo, la frase ¨Colón infirió de la redondez
de la Tierra que, viajando hacia el Oeste, podría alcanzar las Indias¨, está
compuesta una creencia en dos cosas: 1) que la Tierra es redonda y 2) si se viaja
por el Oeste se pueden llegar a las Indias debido a la creencia número 1. Aunque
en valor cogniscitivo la segunda premisa pueda negarse, para Colón esta
inferencia era verdad, por tanto, si su pensamiento fue erróneo, no negará la
verdad de la oración.

Otro de estos casos puede verse en una oración adverbial que presente un ¨para
que¨ al final, puesto que esa finalidad será un pensamiento, ya que la referencia
es presentada a través de un subjuntivo (modo verbal que expresa una acción
como hipotética), por tanto, la referencia es un modo de pensamiento, entonces,
hace parte del estilo indirecto de enunciación.

En las oraciones subordinadas que dependen de verbos como ¨ordenar¨, ¨pedir¨,


¨prohibir¨ y a estos les proceden la conjunción ¨que¨, el estilo indirecto se
establece como imperativo, de esta forma, dicha oración no contiene una
referencia en ninguna de sus partes, por el contrario, solo tiene sentido, pues si
bien una petición no es un pensamiento, sí se encuentra en el mismo nivel de uno;
esta oración no es un valor de verdad, solo una orden.

De igual manera sucede con las preguntas subordinadas que buscan responder
dudas (¨dudar que¨, ¨no saber que¨), en este caso la referencia es indirecta. Sin
embargo, cuando tales oraciones contienen ¨qué¨, ¨dónde¨, ¨quién¨, ¨cuándo¨,
¨cómo¨, entre otras, pueden ser similares a oraciones adverbiales cuya referencia
es habitual, en estos casos, el modo de diferenciar una de la otra de forma
lingüística es a través de la identificación del modo del verbo.

Cuando la referencia se establece a través del subjuntivo, las preguntas


subordinadas y la referencia indirecta hacen imposible intercambiar un nombre
propio por otro del mismo objeto.

¨Las palabras de la oración subordinada tenían su referencia indirecta y por


eso es explicable que la referencia de la oración subordinada misma fuese
indirecta, es decir: no un valor de verdad, sino un pensamiento, una orden,
una petición, una pregunta. La oración subordinada podría concebirse como
un nombre; de hecho, podría decirse: como un nombre propio de ese
pensamiento, de esa orden, etc., pues como tal aparecen en el contexto de
la oración compuesta¨ (Valdés, Luis, 1991:40).

Ahora bien, una oración subordinada puede no contener un pensamiento como


sentido, sino una referencia en su modo habitual como lo indica la siguiente frase:
¨El que descubrió la forma elíptica de las órbitas de los planetas murió en la
miseria¨, es decir, ¨Kepler murió en la miseria¨.
Para analizar si el sentido es un pensamiento, se debe tener en cuenta la
posibilidad de expresar dicho pensamiento en una oración principal. En este caso
específico, el sujeto gramatical tiene una relación directa con la oración ¨murió en
la miseria¨, por esta razón la oración subordinada no es un pensamiento completo
ni un valor de verdad. Al momento de aseverar algo, existe una presuposición de
que los términos singulares, en efecto, tienen una referencia, pues el nombre
¨Kepler¨ designa algo, no obstante, que se tenga tal presunción no quiere decir
que el nombre propio esté contenido en el sentido, es decir, que en sí mismo
designe algo; basta con cambiar la oración a negativa para estudiar este punto,
Frege lo propone de la siguiente manera:

 ¨Kepler no murió en la miseria¨


 ¨Kepler no murió en la miseria, o el nombre ¨Kepler¨ carece de
referencia¨
 Que el nombre Kepler designa algo es una presuposición de la aserción.

Que exista esa presunción se debe a las oraciones que, por su forma gramatical,
parecen designar un objeto, mas cuando se las estudia en casos particulares, no
logran la designación porque dependen del valor de verdad de otra oración
diferente que las acompañe. En este sentido, la oración subordinada puede, por
un lado, referirse en realidad a un objeto y, por otro lado, carecer de referencia y
aparentar la designación. Es por ello que la oración ¨ El que descubrió la forma
elíptica de las órbitas de los planetas murió en la miseria¨ a primera vista parece
contener un pensamiento como parte de su sentido, sin embargo, si esto fuera
correcto, Frege expone la negación que lo comprobaría:

¨El que descubrió por primera vez la forma elíptica de las órbitas de los planetas,
no murió en la miseria, o no hubo nadie que descubriese la forma elíptica de las
órbitas de los planetas¨ (Valdés, Luis, 1991:40).

Por otra parte, cuando una oración subordinada tiene un sentido completo tiene
una referencia y, por ende, un valor de verdad, debido a que los componentes de
la oración compuesta son un todo en sí mismos que se correlacionan, pero a la
vez transfieren información independiente, en este caso la oración puede
intercambiarse con otra con el mismo valor de verdad si gramaticalmente no hay
limitaciones que lo impidan.

Como ejemplo, Frege expone la siguiente frase:

¨Napoleón, que cayó en la cuenta del peligro para su flanco derecho, dirigió él
mismo a su guardia contra la posición enemiga¨ en la cual se pueden identificar
dos pensamientos completos:

1) Napoleón cayó en la cuenta del peligro para su flanco derecho,


2) Napoleón dirigió él mismo a su guardia contra la posición enemiga.

Si las oraciones son verdaderas, entonces se aseveran simultáneamente,


mientras que, si alguna de sus partes llega a ser falsa, entonces el todo es falso.

En cuanto al reemplazo de la oración subordinada por otra con el mismo valor de


verdad, existen razones que limitan ese intercambio, de este modo no se debe
realizar dicho procedimiento cuando:

1) Una subordinada no refiere ningún valor de verdad. Sucede cuando se


menciona una referencia en estilo indirecto y cuando una parte de la
oración se indica indeterminadamente.
2) Una subordinada no tiene pensamiento completo sino solo una parte de él
y, por tanto, solo una parte del valor de verdad. Esta acepción es debido a
que en este caso la oración maneja una referencia habitual y una indirecta,
lo cual la hace ser un componente de otro pensamiento que, a la vez, tiene
un sentido relacionado con la oración principal.

Las variantes que surgen como acepciones a las proposiciones expuestas surgen
debido a que el lenguaje es imperfecto. Las acepciones también alcanzan al
lenguaje simbólico de análisis cuando aparecen distintas composiciones de signos
que contribuyen a la apariencia de referencia cuando carecen del mismo, la
ambigüedad de las expresiones conlleva a errores lógicos.

¨De un lenguaje lógicamente perfecto ha de reclamarse que cada expresión


que se ha formado como nombre propio de modo gramaticalmente correcto,
a partir de signos ya introducidos, designe también de hecho un objeto, y
que no se introduzca ningún nuevo signo como nombre propio, sin que
tenga asegurada una referencia¨ (Valdés, Luis, 1991:41).

GARCÍA-CARPINTERO

Bajo el análisis del investigador Manuel García-Carpintero, se esclarecen ciertas


dificultades y especificaciones que debaten, y a la vez explican, las proposiciones
que Frege manifestó en su artículo Sobre sentido y referencia.

Devuelta con la teoría de Locke donde se defiende ¨ la idea de que el paradigma


de la relación de significado lo ofrece el vínculo nombre-cosa nombrada y, por
consiguiente, los términos sincategoremáticos significan nombrando sus
significados¨ (García-Carpintero, 1996:179), la proposición que hace Frege para
resolver la falla de una consideración como esa, donde se analizan palabras
aisladas y, por tanto, significados aislados, es establecer el análisis partiendo de
dos principios de acción para investigar el significado de una oración según sus
componentes:

1) Principio de contexto
2) Principio de composicionalidad

El primero defiende que las palabras deben contribuir de modos distintos al


significado de las oraciones en el contexto de la expresión, mientras que el
segundo señala que el significado de las oraciones se obtiene según reglas de
composición que lo rigen y está determinado por el significado de sus partes
(unidades léxicas o palabras). Para él, si no se tienen en cuenta estos dos
principios, no se puede explicar que un usuario del lenguaje tenga la capacidad
lingüística de entender un número infinito de oraciones.

Para ejemplificar lo anterior, se tienen en cuenta las raíces (cuyo significado es un


tipo de acontecimiento) y las desinencias de una palabra (siendo estas últimas un
morfema final que indica una variación gramatical como el género, número, tiempo
verbal, entre otras); su significado es asistemático pero contextual al mismo
tiempo, puesto que se analiza su contribución al significado de una expresión
verbal completa en función a la categoría a la que pertenecen, en este caso, de
contextualidad y sistematicidad.

Por lo tanto, en el Principio de Composicionalidad se hace necesario establecer el


significado de las palabras caso por caso; mientras que, en el Principio de
Contexto, el significado de las unidades léxicas debe ser contextual, es decir, es
preciso que las reglas de significado expongan el modo en que contribuyen junto
con otras palabras que, a su vez, pertenecen a otras categorías lingüísticas pero
que juegan un papel dentro del sentido y la referencia. Sin embargo, no se debe
reducir una oración a una lista de palabras, puesto que estas hacen parte de
categorías semánticas que se diferencian por sus funciones del mismo tipo en la
oración.

Mientras que en la teoría de Locke afirma que los significados de las palabras se
manifiestan en actos que comunican algo sin necesidad de hacerlo verbalmente,
conocidos como actos de ostensión, a ello Frege responde que para entender las
palabras dichos actos no bastan, pues las palabras no significan todas del mismo
modo, por ello es necesario analizar su contexto y composición. No obstante, ante
esto García Carpintero recalca que

¨la construcción de una teoría de las reglas composicionales que permiten


determinar el significado de las oraciones a partir del significado de las
palabras requiere clasificar las palabras en diferentes categorías o grupos;
las palabras en el mismo grupo contribuyen del mismo modo a la
determinación del significado de las oraciones en que aparecen, y de
modos distintos al modo en que lo hacen las palabras en otros grupos¨
(1996:183).

Como solución, Frege ofrece la categoría de los términos singulares, que hace
referencia general a los nombres propios, a esta categoría hacen parte las
descripciones definidas, los nombres propios en sentido estricto y las expresiones
deícticas en las cuales su contribución semántica dependa del contexto, tales
como ´yo´, ´aquí´, ´allí´, ´tú´, ´ese´, ´ahora´, entre otras. Sumado a ello, es
importante traer a cabo la definición que adopta a la hora de emplear los nombres
propios o términos singulares: ¨Un nombre propio (palabra, signo, combinación de
signos, expresión) expresa su sentido, se refiere a, o designa, su referencia. Con
un signo expresamos su sentido y designamos su referencia¨ (Valdés, Luis,
1991:34).

Ahora bien, para analizar el sentido y referencia de términos singulares, se deben


tener en cuenta reglas composicionales que estudien por qué las oraciones de un
lenguaje tienen el significado que tienen. A este respecto, la filosofía del lenguaje
busca aclarar bases de teorías semánticas, las cuales asocian en cada oración
propiedades de este tipo como la expresión de un sentido y la referencia a un
referente, para lo cual Frege propone la configuración binaria inicial ya
mencionada, donde los significados constan de sentidos y de referencias y
también los enunciados entre ellos.

La razón por la que Frege marca la distinción entre sentido y referencia es que un
hablante

¨puede suponer diferentes los referentes de las expresiones (…) en que


difieren coherentemente con su competencia lingüística. Mientras que, por
otro lado, existen razones intuitivas (…) para pensar que los referentes son
los significados, por consiguiente, la competencia lingüística consiste en
conocer el vínculo lingüístico de las expresiones con los mismos¨ (García-
Carpintero, 1996:193).

Así pues, define la referencia como una entidad objetiva a la cual se evalúa la
verdad o falsedad de los enunciados, es una relación entre la expresión y algo otro
y está determinada por sus sentidos. Debido a que los enunciados son
susceptibles a valoraciones de veracidad, la referencia se verá en el sentido de
verdad, el cual se analiza a través de una competencia lingüística que indica las
condiciones que lo hacen verdadero o no, a estas se le denominan condiciones de
verdad en un enunciado y no debe mezclarse con las condiciones de verdad con
valor de verdad.
Frege presenta tres proposiciones que marcan la significación de un término
singular y su referencia:

1) La referencia de un término singular se puede ver por su caracterización, es


decir, su identificación precisa. No obstante, dicha referencia depende del
valor cognoscitivo de los usuarios, de este modo, la persona podrá aceptar
como verdadero un enunciado y rechazar otro.
2) En esta proposición, Frege aclara que un individuo puede rechazar
lingüísticamente un enunciado por falta de valor cognoscitivo, sin embargo,
proporcionará un sentido tras un proceso analítico.
3) Finalmente, la tercera proposición exhibe que las diferencias en las
referencias dadas por valor cognoscitivo pueden ser explicadas únicamente
si se le dan diferencias en sus significados a las expresiones en que los
enunciados son diferentes.

Dichas las tres proposiciones, existe entre ellas una contradicción, puesto que la
definición de referencia se presenta ambigua y, por lo tanto, los significados de las
expresiones cambian si se analiza desde casos particulares. Para García
Carpintero, la referencia no debería ser solo ¨la relación entre la expresión y algo
otro (…) sino el vínculo semántico entre la expresión y el referente¨ (1996:191). A
pesar de que Frege señala, a modo de solución de este punto, que la referencia
no se identifica con el referente, sino que se debe relacionar entre la expresión y el
mismo, esta propuesta choca con la tercera proposición ya mencionada, que
manifiesta que las diferencias de valor cognoscitivo se explican a través de
significados relativos a los referentes y no a las referencias. Así pues, el hecho de
que sean distintas las expresiones, no explica las diferencias en el valor
cognoscitivo.

En este orden de ideas, se concluye que las proposiciones resultan paradójicas,


pues si bien la primera expone puntos clave para determinar el significado con el
referente, la segunda y la tercera apuntan en la dirección contraria. Esto es debido
a que el argumento de Frege es general y aplicable solo en la categoría del
término singular, pues el lenguaje presta una amplia cantidad de acepciones a las
propuestas y sería una lista interminable de posibilidades en las cuales dichas
normas no podrían ser aplicadas.

Ante esta problemática, Frege introduce un nuevo elemento: el modo de


designación de las referencias, que refiere cuando el signo se toma como
cualquier acontecimiento, por ende, los referentes de los términos singulares son
entidades objetivas y los términos no significan objetos sino modos de
presentación. Entonces, conocer el referente es distinguirlo de los demás por sus
características individuativas, por lo tanto, los referentes de los términos singulares
son ¨entidades objetivas que solo pueden ser conocidas mediante el conocimiento
de modos de presentación que las identifican distintivamente; diferentes modos de
presentación pueden sin embargo identificar la misma entidad¨ (IBID:198) y la
referencia es ¨el vínculo semántico entre la expresión semántica de la expresión
con un sentido¨ (IBID:199) y el sentido se da por el conocimiento de la referencia.

Sumado a ello, una referencia puede cambiar dependiendo del contexto lingüístico
en el que se exprese: contexto directo, donde las expresiones son una cita literal;
o contexto indirecto, en el cual se trata de buscar el sentido de las palabras y no la
expresión literal del otro contexto.

¨En contextos indirectos las palabras (…) aunque no se designan a sí


mismas, tampoco refieren a sus referentes usuales: designan más bien los
sentidos con los que están semánticamente asociadas en sus contextos
usuales¨ (IBID:203).

De este modo, si una referencia significa en su condición de verdad, el sentido es


indiferente a esa condición, así, una oración puede tener referencia y no sentido,
como también puede tener sentido y no referencia, dependiendo del contexto
lingüístico en el que se encuentre, pues en los discursos indirectos, ¨las palabras
mudan su referencia¨ (IBID:210).

Para dilucidar la distinción entre referente y sentido, Frege menciona los


enunciados de identidad, donde la referencia es el objeto al que dotamos de un
signo y el sentido delimita el modo de presentación del objeto (este no
necesariamente es material). La identidad es una relación que se posiciona en el
signo siempre y cuando la referencia denote algo. No obstante, si dicho enunciado
de identidad se ve permeado por el modo de presentación, el sentido del signo es
una categoría subjetiva, por tanto, la referencia se ve influenciada por la
percepción del usuario que la contempla, además si el sentido es variable y la
referencia le corresponde, su representación opacará la determinación objetiva
que el lenguaje proporciona, de este modo, la referencia resulta ambigua.

GARCÍA SUAREZ

Finalmente, ante las posibles incongruencias de la teoría de Frege, García Suarez


ofrece, como lo dice el título de su artículo, cuatro rompecabezas de la teoría de
la referencia para poner a prueba las proposiciones de la teoría de la
designación; tres de ellos son presentados por Bertrand Russell y, el último, es
extraído del texto Sobre sentido y referencia de Frege.

1) La paradoja de la identidad
La pregunta de Frege respecto a este apartado es ¿cómo puede haber
enunciados de identidad que sean verdaderos e informativos? Si la oración
es ¨Clarín es Leopardo Alas¨ y si el enunciado es verdadero, entonces los
dos nombres corresponden a un mismo término singular, en este sentido, la
oración indica que el objeto es idéntico consigo mismo; tal como se
evidencia en los enunciados a=b y a=a. Para marcar la diferencia, si se
añade a=a a la oración presentada se diría que ¨Clarín es Clarín¨, a este
respecto, ambas oraciones se distancian en valor cognoscitivo, pues si bien
la segunda es una obviedad, la primera es informativa.

2) Enunciados existenciales singulares

El problema aquí radica en la significatividad de los enunciados existenciales


singulares. Así si hay un enunciado afirmativo como ¨Mercurio existe¨ y el
nombre es el referente, el enunciado significa en tanto su condición de verdad.
Sin embargo, si el enunciado es falso ¿no habría referente y el enunciado
estaría vacío? A modo de solución, se podría afirmar que, debido a que las
obviedades pueden significar si son verdaderas, entonces la oración ¨Mercurio
existe¨ es una tautología, pero no es así. Además, la oración cae en ser
arbitraria, pues se nombra un objeto que por ser referente se afirma que existe,
mas si el objeto no existiese ¿cómo se puede referir previamente a él?

Ahora bien, si el existencial singular es negativo como en la frase ¨Vulcano no


existe¨, el nombre propio refiere un objeto, sin embargo, si no existe el objeto
referido no se puede negar su designación, pues ¨supuesta la existencia de
ese objeto, sería contradictorio predicar de él la inexistencia¨ (1997:56).

3) Términos singulares no denotativos

¿Puede una oración que tenga un nombre vacuo significar? ¨si el significado de
un nombre es su portador, los nombres no denotativos carecerán de
significado¨ (IBID), en este orden de ideas, y como el nombre es una parte de
un todo según el Principio de Composicionalidad, las oraciones en las que
dicho nombre sea mencionado tampoco tendrán significado, pues este
depende de los significados de los componentes, los cuales, en este caso, son
vacuos. En el caso de ¨Vulcano no existe¨ esta es una oración con nombre no
referencial y no solo es significativa, sino que también tiene condición de
verdad, de este modo se presenta una incongruencia con la significación según
la verdad de un enunciado determinado.

En este caso el puzzle es el siguiente:

La oración ¨El actual rey de Francia es calvo¨ parece que no puede ser
verdadera, así que se debería considerar que entonces su negativa ¨el actual
rey de Francia no es calvo ¨ es verdadera por contraposición. No obstante,
¨observa Russell, si hacemos una lista con todos los individuos calvos y otras
con todos los no calvos, no encontraremos en ninguna de ellas al actual rey de
Francia¨ (IBID).

4) Contextos oblicuos
Aquí se hará referencia a la imposibilidad de sustituir términos singulares
correferenciales en contextos oblicuos. Las oraciones con verbos de actitud
proposicional son las que generan esta ruptura. Si el enunciado ¨Jorge IV
quería saber si Scott era el autor de Waverley¨ es verdadero, gracias al
principio de identidad de Frege, entonces se podría reemplazar ¨el autor de
Waverly¨ por ¨Scott¨, de este modo ¨Scott es el autor de Waverly¨ también sería
verdadero. El problema se da cuando al hacer el reemplazo, se niega la
primera parte de la oración que corresponde al deseo de Jorge IV, pues se la
elimina por carecer de veracidad. Así pues, en oraciones que comparten un
enunciado falso y uno verdadero, por el principio de identidad, ¿significa solo el
que es verdadero o el todo es falso?

De esta manera, García Suarez pone en evidencia las problemáticas que


derivan de algunos vacíos en la teoría de la denotación o del sentido y
referencia.
Referencias
 Frege, Gottlob. (1892). Sobre sentido y referencia en Valdés, Luis. (1991)
La búsqueda del significado. Madrid, España: EDITORIAL TECNOS.
 García-Carpintero, Manuel. (1996). Las palabras, las ideas y las cosas.
Barcelona, Editorial Ariel, S.A.
 García Suarez, Alfonzo. (1997). Modos de significar, una introducción
temática a la filosofía del lenguaje. Madrid, España: EDITORIAL
TECNOS.

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