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Estas prácticas cultuales de los helenos se extendían más allá de la Grecia continental, a las islas y
las costas de Jonia (en Asia Menor), a la Magna Grecia (Sicilia e Italia meridional), y a las colonias
griegas dispersas por el Mediterráneo occidental, como Massilia. Ejemplos griegos moderados son
el culto y las creencias etruscas y la religión romana.
Hay una creencia entre los eruditos de que la primera religión griega provino de, o estuvo muy
influenciada por el chamanismo de las estepas de Asia Central hasta la colonia griega de Olbia (en
Escitia), en la orilla norte del Mar Negro, y de allí a Grecia.1
Índice
1 Introducción
4 Principales divinidades
5 Las fuentes
6 Principales nociones
7 El culto
8 Los oráculos
10 Véase también
11 Referencias
12 Bibliografía
13 Enlaces externos
Introducción
La sociedad griega antigua era muy distinta de la actual. La palabra «religión» no existía en griego
antiguo. Los conceptos que sirven para describir los fenómenos religiosos contemporáneos no
están adaptados para el análisis de lo que era para los griegos lo divino.2
Los griegos eran politeístas: rendían culto a varias divinidades, en especial a los doce dioses
olímpicos, llamados theoi y a los héroes. Cada uno de ellos podía ser invocado bajo diversos
aspectos en función del lugar, del culto y de la función que cumplía. Estos dioses dotados de
poderes sobrenaturales, bajo el mismo nombre, podían presentar una multiplicidad de aspectos.
Los epítetos cultuales (las epíclesis), señalaban su naturaleza y su ámbito de intervención. Existía,
por ejemplo, Zeus Kéraunos (tonante), Polieo (guardián del orden político, de la polis), Horkios
(garante de los juramentos y de los pactos), Ktésios (protector de la propiedad), Herkeios
(guardián del cercado, del redil), Xenios (protector de los huéspedes y de los extranjeros). Las
otras figuras del panteón griego seguían también este esquema.2
Para los antiguos griegos, los primeros dioses estaban en el exterior del mundo, y los dioses del
panteón estaban en el planeta. Se tenía la concepción de un inicio del universo, y por genealogía
se fueron creando a sí mismos, y en el último eslabón, los hombres. Los dioses eran inmortales
(nacimiento sin muerte), que se traducía en un estilo de vida particular. Se alimentaban con
ambrosía (sustancia deliciosa, nueve veces más dulce que la miel, se decía), de néctar y del humo
de los sacrificios. En sus venas no corría la sangre, sino otro líquido: el icor. Estaban sometidos al
destino e intervenían constantemente en los asuntos humanos. Nacidos unos de los otros y muy
numerosos, los dioses formaban una familia, una sociedad, fuertemente jerarquizada.2
Se trataba, en primer lugar, de hacer nacer el mundo (kosmos) a partir de tres poderes: Caos ("el
vacío que ocupa un hueco"), Gea (la Tierra) y Eros ("la renovación"), quienes dieron, cada uno,
nacimiento a otros poderes de manera independiente. De la unión de Gea y de Urano nacieron los
Titanes (el más joven de los cuales era Crono), los tres Cíclopes y los tres Hecatónquiros (los de
cien manos). De los hijos de Gea y de Urano que engendraron poderes divinos, Crono castró a su
padre, luego reinó con Rea sobre los otros dioses. Para que ninguno de sus hijos fuera rey, tras
nacer se los tragó. Nacido de él, Zeus escapó a sus intenciones. Una vez que creció, obligó a Crono
a vomitar a sus hijos, lo destronó y lo incitó, con la generación de sus hermanos, los Olímpicos, a
un combate contra los Titanes. En adelante, los dioses se organizaron esencialmente en torno a
Zeus, soberano del Olimpo (del cielo, de la región etérea donde viven los dioses), quien repartió el
mundo con sus hermanos: a Hades, el inframundo y a Poseidón, el mar. Repartió entre los
Olímpicos todos los honores (timai) e inauguró un reinado de paz y de justicia.2
Los relatos míticos, como los de Hesíodo, explican las prácticas cultuales (sacrificios, fiestas y
competiciones) y los ritos que acompañaban la vida social y política. Justifican las reglas
fundamentales que rigen la colectividad, las vuelven inteligibles a los hombres y aseguran su
perennidad.2
En la sociedad griega, la religión estaba completamente imbricada en todos los dominios de la vida
familiar, pública, artística y social. La oposición entre lo "profano" y lo "sagrado", los límites entre
lo "laico" y lo "religioso" son inciertos, incluso no pertinentes. Los gestos, los comportamientos, las
ceremonias de la vida familiar, social y política componían casi siempre un aspecto religioso.2
La religión griega no se apoya en ninguna revelación. La ciudad griega no conocía ni instituciones
que dirigieran la religión, ni dogma. Las conductas religiosas, piedad (eusébeia: respeto de las
obligaciones hacia los dioses), e impiedad (asébeia: ausencia de respeto a las creencias y a los
rituales comunes de los habitantes de una ciudad), no tenían un carácter definido y rígido. La
piedad parece haber sido el sentimiento que tenía el grupo o el individuo, de ciertas obligaciones.2
En cambio, era considerado, generalmente, como impío todo lo que iba en contra de la tradición,
en materia de religión, toda innovación: la introducción en la ciudad de dioses que no eran
oficialmente aceptados, las concepciones que ponían en entredicho las creencias tradicionales, la
modificación de ritos ancestrales. Incluso, cualquier atentado contra la integridad del patrimonio
divino (el robo en detrimento de un templo, la mutilación o el cultivo de árboles sagrados), toda
profanación, imitación o falsificación de una ceremonia religiosa, las violencias cometidas contra
los sacerdotes de un culto eran actos impíos.2
La piedad no era la expresión de un sentimiento de relación íntima con una divinidad; no era
tampoco sólo la observación escrupulosa y estricta de los ritos prescritos. Ser piadoso era creer en
la eficacia del sistema de representaciones establecidas por la ciudad para organizar las relaciones
entre los hombres y los dioses, y también participar en ellas activamente.2
Principales divinidades
Zeus
Poseidón
Atenea
Perséfone
Artemisa
Afrodita
Apolo
Eros
Hermes
Dioniso
Ares
Demeter
Las fuentes
Los templos a las divinidades y los oráculos abundaban en la antigua Grecia. El oráculo de Delfos,
una acrópolis que recibía visitantes de toda Grecia. Permaneció funcionando durante siglos, y tras
la invasión de Roma comenzó un lento período de decadencia, hasta su clausura definitiva en el
siglo IV de nuestra era, tras el edicto de Tesalónica decretado por Roma
Principales nociones
Artículo principal: Religión de la Antigua Grecia (nociones)
Distinta de la mitología, la religión se apoya en una piedad marcada por respeto a los ritos y un
gran apego a la pureza natural.
El culto
El culto se organiza alrededor de las oraciones, de las ofrendas y de los sacrificios y, en Atenas, a
partir de Clístenes, alrededor del teatro. De las ceremonias más importantes de los griegos
estaban los misterios de Eleusis.
Los oráculos