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ASIGNATURA:

DERECHO AGRARIO
CATEDRÁTICA:
Abog: Marcela Alejandra Midence herrera
TRABAJO:
Estructuralismo, Desarrollismo y Reformismo Agrario.

Presentado por :
HORACIO JOSUÉ BAQUEDANO JARQUÍN 201820110223

CHOLUTECA DE MARZO DEL 2020

Contenido
INTRODUCCIÓN............................................................................................................................3
CONTENIDO..................................................................................................................................5
PRINCIPALES INICIATIVAS DE POLÍTICA AGRARIA RELACIONADAS CON LA TIERRA......................9
REFORMA AGRARIA EN HONDURAS...........................................................................................11
TENENCIA DE LA TIERRA.............................................................................................................11
Intereses dominantes.............................................................................................................12
Intereses Superpuestos:.........................................................................................................12
Intereses Complementarios...................................................................................................12
Intereses Enfrentados:...........................................................................................................12
LA TENENCIA DE LA TIERRA SE DIVIDE FRECUENTEMENTE EN LAS SIGUIENTES CATEGORÍAS:
...............................................................................................................................................12
PRIVADA:................................................................................................................................12
COMUNAL..............................................................................................................................13
DE LIBRE ACCESO:..................................................................................................................13
ESTATAL:................................................................................................................................13
ENCOMIENDA.........................................................................................................................13
LATIFUNDIO............................................................................................................................15
MINIFUNDIO...........................................................................................................................15
MEDIERÍA...............................................................................................................................16
APARCERÍA.............................................................................................................................16
CORRETAJE.............................................................................................................................16
COLONATO.............................................................................................................................17
BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................................18

INTRODUCCIÓN
Durante el periodo estudiado, el desarrollismo, como corriente del
pensamiento económico, concibe el desarrollo como un cambio de
estructuras. A partir de una especial interpretación de los procesos que
reglan las relaciones entre los países centrales y los periféricos, pone
énfasis en un conjunto de reformas estructurales que es necesario encarar
de manera global para superar, precisamente, los obstáculos para el
desarrollo.
Partiendo de la división internacional del trabajo y de la constatación
empírica de la existencia de términos de intercambio negativos para los
países exportadores de productos primarios, se constata que se dan fuertes
oscilaciones en el volumen de la demanda y de los precios internacionales
de los mismos; ello provoca fuertes contracciones en la capacidad de
importación y, por lo tanto, un alto grado de vulnerabilidad externa y
grandes desequilibrios en el ritmo de funcionamiento de la economía.
También se advierten severas restricciones estructurales en la transferencia
del progreso técnico de los países centrales a los periféricos, debido a la
mayor concentración de innovación tecnológica en los productos
industriales que estos importaban. Ante este estado de la cuestión, la
solución no podía ser otra que la industrialización, comenzando por aquel
tipo de industria que fuese capaz de sustituir los bienes importados más
escasos y estratégicos. En estas condiciones el funcionamiento de la
economía no podía ajustarse a los dictados del mercado ni moverse
erráticamente conforme al interés privado de los empresarios capitalistas,
sino que era imperativo que lo hiciese en el sentido necesario para cerrar
los baches del comercio exterior e incorporar procesos productivos
complejos que elevasen el valor agregado nacional, absorbiendo el mayor
progreso técnico posible. Esta industrialización planificada tenía además la
ventaja de crear puestos de trabajo en las ciudades, en un momento en que
la población se urbanizaba aceleradamente. Es así como la industrialización
se convierte en el eje del proyecto desarrollista, que perseguía la
incorporación masiva de la técnica moderna, la reforma agraria y la
democratización política. En efecto, el desarrollismo combinó políticas de
modernización y de expansión industrial con la vigencia de instituciones
parlamentarias y prácticas electorales. En el primer periodo doctrinario de
la CEPAL (1948-1955) las ideas básicas fueron la concepción centro,
periferia, la teoría del deterioro de los términos del intercambio y la
interpretación del proceso de industrialización de los países
latinoamericanos. A partir de este conjunto de ideas, la CEPAL abrió el
debate en torno a la necesidad de una política deliberada y específica de
industrialización, capaz de promover la acumulación y el desarrollo de la
región y, también, en su calidad de organismo supranacional de orientación
y consulta, generó una serie de recomendaciones de política económica,
cuyos tópicos concernían a la planificación del desarrollo, la protección del
mercado interior, la integración latinoamericana, el financiamiento externo,
entre otros. Entre 1955 y mediados de la década de los sesenta la corriente
cepalina, al amparo del marco teórico desarrollado en la etapa precedente,
profundizó el análisis de lo que denominó los obstáculos estructurales al
desarrollo. Por un lado, atacó las cuestiones contenidas en el concepto de
estrangulamiento externo: los desequilibrios de las balanzas de pago de los
países latinoamericanos, la asistencia exterior, etc.; y por otro, centró su
atención sobre los obstáculos internos al desarrollo latinoamericano: el
subempleo, la distribución regresiva del ingreso, la marginalidad.

CONTENIDO
En síntesis, la política de desarrollo habría de poner el acento sobre un
conjunto de reformas estructurales en la función del Estado como
orientador, promotor y planificador y en un cambio y ampliación sustancial
de las modalidades de financiamiento externo y del comercio internacional.
Esta corriente de ideas tuvo probablemente su culminación política en 1961
en la Carta de Punta del Este y en la concepción inicial, y nunca realizada,
de la Alianza para el Progreso, ocasión durante la cual los gobiernos
latinoamericanos —dentro de un nuevo esquema de cooperación
internacional multilateral con Estados Unidos— expresaron su decisión de
impulsar y realizar ese conjunto de políticas, utilizando la planificación
como instrumento para plasmarlas en la realidad.
Desde comienzos de la década de los cincuenta el atraso relativo de
América Latina es creciente. En vísperas de lanzarse la Alianza para el
Progreso, a comienzos de 1961, el escenario económico y social no había
variado, más aún, el momento en el que surge este programa coincide con
una creciente inquietud popular y con un proceso de inestabilidad política
que a partir de entonces se acentúa en Brasil, El Salvador, Guatemala,
Santo Domingo, Colombia, Venezuela, Argentina y Perú; todo ello en el
contexto de una etapa de consolidación y avance de la revolución cubana.
En la Declaración a los Pueblos de América, donde efectivamente se
acuerda constituir la Alianza, los firmantes se comprometen a perfeccionar
y fortalecer las instituciones democráticas; acelerar el desarrollo económico
y social; impulsar, dentro de las particularidades de cada país, programas
de reforma agraria; asegurar a los trabajadores una justa redistribución;
acabar con el analfabetismo y extender la educación a todos los niveles;
reformar las leyes tributarias para exigir más a quienes más tienen;
mantener una política monetaria y fiscal que defienda el poder adquisitivo
de las mayorías; dar rápida y duradera solución al problema de las
variaciones excesivas de los precios de los productos latinoamericanos de
exportación, y acelerar la integración de América Latina. 
No cabe duda de que los procesos que aquí se enuncian son gravitantes,
pero admitir la significación de tales medidas es mucho más factible que
comprobar su viabilidad. La incorporación a este modelo de acumulación,
signado por la penetración de las transnacionales como eje esencial, está
condicionada por dos tipos de procesos. En primer lugar, un país que
exhibe un mercado interno amplio y con una demanda diversificada,
recursos naturales disponibles, mano de obra calificada, economía
exportadora generadora de excedentes y de divisas para hacer frente a los
servicios del capital extranjero, y un sector público capaz de proveer los
principales insumos que el nuevo sistema de acumulación requiere. En
segundo lugar, y no obstante las ventajas antes mencionadas, el país
también muestra una estructura social compleja, en tanto interactúan un
sector terrateniente con experiencia para defender los excedentes que
genera, un sector de la burguesía nacional no monopólica que intenta
buscar —cada vez con menos probabilidad de éxito— mantener su
presencia en el mercado interno, y una clase obrera organizada,
comprometida con la defensa de sus salarios reales y dispuesta a
movilizarse y a negociar para establecer alianzas en defensa de sus
intereses.
. Además, es de destacar que la etapa de industrialización se caracteriza por
el control que sobre este proceso ejercen las firmas multinacionales y por
su orientación hacia el mercado interno; se trata de la nueva estrategia del
gran capital internacional que apunta a la inversión directa en la
producción, especialmente en los bienes de consumo durable, aunque
también se efectúan importantes inversiones en química, petroquímica y
siderurgia. Y en este contexto, el Estado tiene el papel fundamental de
apoyo y ampliación del esfuerzo industrializante. Así, el Estado invertirá en
sectores de infraestructura pesada, energía, productos de base y transporte,
que convengan a los intereses de las grandes firmas multinacionales, que se
constituyen en agentes muy dinámicos en el ámbito económico.
Además, si bien compartimos ampliamente el criterio según el cual el
contexto económico constituye un poderoso impulso para promover
reformas "estructurales", no basta por sí solo para redefinir cuándo, cómo y
en qué medida debe efectuarse, por lo que es necesario completar el
análisis teniendo en cuenta un segundo orden de factores contextuales
internos: estos son precisamente los de carácter político y se articulan con
la influencia que ejercen las ideas, las fuerzas sociopolíticas y las
instituciones en la decisión e implementación de las políticas públicas. Es
fundante la capacidad de los gobiernos para diseñar y ejecutar programas
de desarrollo, en tanto es ineludible la tarea de remover todo tipo de
obstáculos al proceso de modernización económica y social iniciado en el
periodo de la posguerra.
El aporte que se intenta generar es la investigación específica de la política
agraria durante el periodo 1958-1962, articulada en un todo con el
programa socioeconómico y político del desarrollismo, pero partiendo de
una perspectiva analítica particular. En efecto, se tratará de contemplar las
referencias a los límites y condicionamientos que ponen las específicas
coyunturas económicas, tanto internacionales como locales; pero también a
las opciones que se hacen desde el Estado. En este sentido es necesario
considerar cómo las restricciones y/o limitaciones y las oportunidades que
el contexto exhibe, son evaluadas a partir de las ideas, los intereses y los
recursos de los elencos gubernamentales; perspectiva que permite apreciar
que el peso de los condicionantes aparece como inseparable de la
percepción que de ellos tienen los diferentes actores políticos.
Se manifiesta en estos años un cambio del régimen político, coexistiendo
con la continuidad de la intervención del Estado en el proceso de
desarrollo, lo que deriva en un nuevo subtipo de Estado social: el Estado
desarrollista. En el contexto general del desarrollo, adquiere centralidad el
proceso de modernización, considerada como una progresión objetiva de la
historia que avanza sobre dos pilares esenciales: el desarrollo económico y
la democracia política.
De allí la ineludible investigación en torno a la política económica estatal, y
agraria en particular. En este marco interesa analizar la naturaleza de los
objetivos entonces tenidos en cuenta, las políticas implementadas para su
concreción, y fundamentalmente poder llegar a determinar el impacto real
sobre el sector potencialmente afectado, vía expropiación de grandes
unidades de producción privadas, distribución de tierras públicas, y/o
colonización de nuevas tierras.
Es destacada la significación de centrar el interés en el estudio de las
políticas públicas, en función de constituirse —tanto las macroeconómicas
como las estrictamente agropecuarias, en un país tradicionalmente
agroexportador como Argentina— en una de las variables fundantes,
aunque no exclusiva, para el conocimiento de las características de auge o
de retracción productiva; y del impacto sobre las distintas clases sociales
del ámbito rural.
La utilidad potencial del análisis histórico que aquí se propone se
manifiesta en dos procesos: en primer lugar, ceñida la investigación a las
políticas públicas agrarias relacionadas con el factor productivo tierra,
creemos que pueden aportarse contribuciones al conocimiento específico,
sobre todo porque en el periodo priorizado, se genera una proficua acción
estatal en torno a las políticas agrarias, que potencialmente pueden
continuar con el proceso de transformación de la gran propiedad que se
viene dando desde la década anterior, lo que implica modificaciones en la
naturaleza y dinámica de la clase dominante argentina tradicional. En
segundo lugar, es central la revitalización de la discusión en torno a las
características del desarrollismo, y ello por dos razones: porque puede
contribuir a la tarea de reinterpretación del fenómeno desarrollista que lo
recupere, a pesar de su fracasada consolidación, en su carácter de una de las
alternativas históricas que se abrieron a las sociedades más avanzadas de
América Latina, al clausurarse el periodo de cambios sociales y políticos
asociados con la primera etapa de industrialización sustitutiva; y porque el
caso del desarrollismo sugiere una problemática más general que en la
actualidad adquiere una relevancia especial, sobre todo para el Cono Sur: la
posibilidad de que regímenes basados en la vigencia de alguna modalidad
de democracia política no están necesariamente vinculados a la satisfacción
de demandas que postulen el logro de formas de organización social más
igualitarias.
La producción agraria continúa siendo una de las más importantes en el
país y la principal fuente de divisas; por lo tanto, es fundamental la
elaboración de una política que tenga en cuenta los datos objetivos de la
realidad y "se aparte de las doctrinas agraristas incorporadas
indiscriminadamente a las plataformas de los partidos".
La política agraria entraña una reforma real y profunda, en tanto que, al
multiplicar la productividad y la producción, eleva el nivel de la vida del
hombre de campo, en su condición de productor, no de propietario. En
efecto, tal política no persigue beneficiar al propietario de la tierra por
serlo, sino en tanto la trabaje y la haga producir, no estimulando la
especulación, sino desalentándola. Propietarios y arrendatarios
agropecuarios se beneficiarán por igual, en tanto todo el capital disponible
se introduzca en el sector para mejorar las condiciones técnicas, "y no se
distraiga en cambiar la condición jurídica de la tenencia de la tierra".
Las soluciones para el problema agrario se reducen a conseguir que la tierra
produzca en las mejores condiciones posibles de economía, para lo cual es
imprescindible desalentar tanto el latifundio como el minifundio
improductivo, incrementar la tasa de capital-hombre ocupado y dotar al
campo de instrumentos modernos de producción; en este sentido, la
verdadera reforma agraria es la que en su aspecto económico provee al
productor los recursos financieros y técnicos necesarios para hacer de su
actividad una verdadera empresa moderna y de alto rendimiento; es la que
en el aspecto social transforma la comunidad rural proveyéndola de
energía, caminos, vivienda, transportes, escuelas, teatros, radio, televisión,
dando a la familia campesina idénticos sentimientos de seguridad y de
constante perfeccionamiento de su vida material y espiritual de que gozan
las comunidades urbanas desarrolladas
El problema del atraso, en países de América Latina, no reside en la
cuestión de la mala distribución de la tierra, sino que tiene su punto central
en la escasa productividad de la misma, y esto no depende de que la posean
pocos o muchos individuos, sino de la relación capital-hombre ocupado. En
efecto, fraccionar los latifundios no equivale a multiplicar la productividad,
por el contrario, muchas veces equivale a disminuirla, en tanto hacer
propietario de la tierra a un peón sin capital ni medios para labrarla, no
mejora su condición socioeconómica ni beneficia a la comunidad rural: es
la incorporación masiva de capital y de insumos tecnológicos lo que
transforma a un agro atrasado en una economía rural altamente productiva
y retributiva, ya sea para los propietarios, arrendatarios o asalariados que
participan en la producción. La necesidad de una política agraria racional
es apremiante.

PRINCIPALES INICIATIVAS DE POLÍTICA AGRARIA


RELACIONADAS CON LA TIERRA
El marco contextual más general que va a condicionar las políticas públicas
agrarias se articula con la situación de estrangulamiento de la economía,
que deriva hacia una insuficiente capitalización, y que se atribuye
principalmente a la conjugación de factores tales como el sensible
empeoramiento de la relación de precios del intercambio exterior, el
descenso considerable del volumen físico de las exportaciones, el
desarrollo insuficiente de la producción de petróleo y el inmenso
crecimiento de la demanda de productos industriales.
 La CEPAL ha examinado las posibilidades de crecimiento y los medios
requeridos para lograrlo; ante todo el país ha de corregir dos graves fallas
que han dificultado su crecimiento económico: la insuficiencia de capital y
la escasez de productos intermedios; y las líneas de acción han de
conjugarse en tres campos diferentes: la industrialización, el petróleo y la
tecnificación agraria; esta, juntamente con el incremento de las
exportaciones, la explotación creciente de petróleo y la disminución de
importaciones, permitirán hacer frente al aumento de las compras en el
exterior de bienes de capital y productos intermedios.
 

Respecto al Plan de Estabilización, si bien procura contribuir a la meta final


de la expansión de la economía y el mejoramiento de las condiciones
materiales de vida, su finalidad directa es otra. No es su propósito
inmediato aumentar la productividad o elevar el nivel de vida de la
población. Su objetivo consiste en establecer un mínimo de orden previo
que suministre las bases indispensables para un plan de desarrollo
económico. Se ha entendido que cualquier política expansiva tropezaría
con dificultades insalvables y que todos los esfuerzos quedarían en la nada
mientras no se hubieran logrado resolver previamente algunos problemas
fundamentales que afectan peligrosamente el funcionamiento mismo de la
economía. Estos problemas, cuya solución constituye el objetivo propio del
Plan de Estabilización, se pueden reducir concretamente a tres: el equilibrio
del balance de pagos, la eliminación de la inflación y el aumento de la
capitalización. Para el desarrollismo la fortaleza de la expansión se asienta
en la gran empresa privada, aunque el Estado no ha de asumir una posición
neutral; debe promover el desarrollo, favoreciendo la capitalización privada
en los sectores considerados clave; de allí que se hayan utilizado los
resortes estatales para promover la inversión extranjera a través de la
devaluación y de ventajas crediticias e impositivas. Entre las finalidades del
plan económico oficial, una de las fundamentales fue proporcionar
estímulos de desarrollo a la economía agropecuaria, principalmente a
aquella que produce saldos exportables y que puede proveer las divisas que
se requieren. El país necesita la integración del sector agrario al proceso de
desarrollo, en tanto elemento dinámico de la economía, no sólo por su
vinculación con el problema del balance de pagos, sino también por la
potencial disminución de saldos exportables e inadecuado abastecimiento
del mercado interno. El sector terrateniente vio favorecida su capitalización
a través de la implementación de mayores precios relativos, créditos y
paulatina desgravación impositiva.
Lo que se manifiesta primordialmente, tanto en el análisis de las políticas
públicas agrarias como en el ámbito del discurso de las corporaciones
representativas de los sectores más concentrados, es la existencia de una
aguda disputa entre fracciones de la clase dominante en tanto se van
generando cambios en las relaciones de fuerza al interior de esta clase, en
función del tránsito hacia un nuevo régimen de acumulación.
Bajo las condiciones del capitalismo internacional, la industrialización —
en su fase superadora del proceso de sustitución de importaciones— sólo
parece posible en el ámbito de países en desarrollo, en los que los
regímenes burocráticos/autoritarios pueden organizar el proceso de
producción, y particularmente la fuerza de trabajo, con el objetivo de
satisfacer las demandas y expansión de las corporaciones transnacionales.
REFORMA AGRARIA EN HONDURAS
La precaria situación del campesinado hondureño en la década de los
cincuenta, agravada posteriormente por la creciente demanda de tierra de
los campesinos, trajeron como consecuencia que el 5 de agosto de 1960 el
gobierno de Honduras, presentara un primer esbozo de lo que en el futuro
sería la Ley de Reforma Agraria y en el mismo perfil se proponía la
creación de una institución autónoma con amplias facultades para resolver
los problemas complejos que surgirían en la ejecución de la misma Ley
En octubre de 1961, ingresó al País la Misión 105 de la Organización de
Estados Americanos (OEA) y los asesores de la Organización para la
Alimentación y Agricultura (FAO), quienes efectuaron labores de
investigación técnico-científica en el territorio nacional, a instancias de la
comisión encargada de elaborar el planteamiento de la reforma agraria.
El Instituto Nacional Agrario (INA) es el organismo rector de la política
agraria del país y sus programas y proyectos debe estar en armonía con el
Plan Nacional de Gobierno.
La finalidad del INA es lograr la transformación de la estructura agraria del
país, e incorporar la población rural al desarrollo integral de la nación.
Su función fundamental es dotar de tierra al campesino y estimular la
organización de los beneficiarios, que permita la adopción de tecnologías
tendientes a elevar el nivel de vida, aumentar la producción, la
productividad y la generación de empleo en la zona rural.

TENENCIA DE LA TIERRA
Tenencia de la tierra es la relación, definida en forma jurídica o
consuetudinaria, entre personas, en cuanto individuos o grupos, con
respecto a la tierra (por razones de comodidad, «tierra» se utiliza aquí para
englobar otros recursos naturales, como el agua y los árboles). La tenencia
de la tierra es una institución, es decir, un conjunto de normas inventadas
por las sociedades para regular el comportamiento. Las reglas sobre la
tenencia definen de qué manera pueden asignarse dentro de las sociedades
los derechos de propiedad de la tierra. Definen cómo se otorga el acceso a
los derechos de utilizar, controlar y transferir la tierra, así como las
pertinentes responsabilidades y limitaciones. En otras palabras, los sistemas
de tenencia de la tierra determinan quién puede utilizar qué recursos,
durante cuánto tiempo y bajo qué circunstancias.
La tenencia de la tierra es una parte importante de las estructuras sociales,
políticas y económicas. Es de carácter multidimensional, ya que hace entrar
en juego aspectos sociales, técnicos, económicos, institucionales, jurídicos
y políticos que muchas veces son pasados por alto pero que deben tenerse
en cuenta. Las relaciones de tenencia de la tierra pueden estar bien
definidas y ser exigibles ante un tribunal judicial oficial o mediante
estructuras consuetudinarias dentro de una comunidad. En otros casos,
pueden estar relativamente mal definidas, con ambigüedades que se prestan
a abusos.
Así pues, la tenencia de la tierra constituye una red de intereses
interrelacionados. Entre ellos figuran los siguientes:
Intereses dominantes: cuando un poder soberano, por ejemplo, una nación o
una comunidad, tiene facultades para asignar o redistribuir la tierra
mediante expropiación, etc
Intereses Superpuestos: cuando varias partes han recibido derechos diferentes
sobre la misma parcela de tierra, por ejemplo, una parte puede tener
derecho de arrendamiento y otro derecho de paso, etc
Intereses Complementarios: cuando diferentes partes tienen el mismo interés
en la misma parcela de tierra, por ejemplo, cuando los miembros de una
comunidad comparten los derechos comunes a la tierra de pastoreo, etc
Intereses Enfrentados: cuando diferentes partes reclaman los mismos
intereses en la misma parcela de tierra, por ejemplo, cuando dos partes
reclaman independientemente el derecho a la utilización exclusiva de una
parcela de tierra de cultivo. Los conflictos por la tenencia de la tierra suelen
ser consecuencia de la existencia de reivindicaciones opuestas.
LA TENENCIA DE LA TIERRA SE DIVIDE
FRECUENTEMENTE EN LAS SIGUIENTES CATEGORÍAS:
PRIVADA: asignación de derechos a una parte privada, que puede ser un
individuo, una pareja casada, un grupo de personas o una persona jurídica,
como una entidad comercial o una organización sin fines de lucro. Por
ejemplo, dentro de una comunidad, las familias individuales pueden tener
derechos exclusivos a parcelas residenciales, parcelas agrícolas y algunos
árboles. Otros miembros de la comunidad pueden quedar excluidos de la
utilización de estos recursos sin el consentimiento de quiénes ostentan los
derechos.
COMUNAL: puede existir un derecho colectivo dentro de una comunidad
en que cada miembro tiene derecho a utilizar independientemente las
propiedades de la comunidad. Por ejemplo, los miembros de ésta pueden
tener derecho a llevar su ganado a un pastizal común.
DE LIBRE ACCESO: no se asignan derechos específicos a nadie, ni se
puede excluir a nadie. En este contexto se suelen incluir las actividades
marinas, en que el acceso a alta mar está generalmente abierto a todos;
pueden incluirse también los pastizales, bosques, etc., cuando todos gozan
de libre acceso a los recursos (una diferencia importante entre libre acceso
y sistema comunal es que en virtud de este último quienes no son miembros
de la comunidad están excluidos de la utilización de las áreas comunes).
ESTATAL: se asignan derechos de propiedad a una autoridad del sector
público. Por ejemplo, en algunos países las tierras forestales pueden quedar
bajo mandato estatal, sea el poder central o un gobierno descentralizado.
En la práctica, dentro de una sociedad pueden encontrarse la mayor parte
de las formas de propiedad, por ejemplo, derechos comunes de pastoreo,
propiedades privadas residenciales y agrícolas y propiedad estatal de los
bosques.
La tenencia consuetudinaria implica normalmente derechos comunales a
los pastizales y derechos privados exclusivos a las parcelas agrícolas y
residenciales. En algunos países, los derechos formalmente reconocidos a
estas tierras consuetudinarias recaen sobre el Estado o el presidente, en
calidad de «depositarios» de los ciudadanos.
El derecho que tiene una persona sobre un objeto como la tierra puede
considerarse como una forma de propiedad. El concepto de propiedad es
amplio e incluye, por ejemplo, la propiedad intelectual. En el caso de la
tenencia de la tierra, algunas veces se describe con mayor precisión como
el derecho de propiedad a la tierra. Muchas veces se establece una
distinción entre «bienes raíces» o «bienes inmuebles», por un lado y
«propiedad personal» o «bienes muebles», por el otro. En el primer caso, la
propiedad incluiría la tierra y sus elementos fijos (edificios, árboles, etc.)
que se considerarían como bienes inmuebles. En el segundo, se incluirían
bienes no vinculados a la tierra, por ejemplo, el ganado, etc.
ENCOMIENDA
La tierra fue una posesión real cedida comedidamente como merced a los
conquistadores, por temor a la formación de feudos, y a los Cabildos de las
nuevas ciudades indianas para su distribución entre los vecinos. La Corona
siguió detentando la propiedad de las tierras de los indios, en las que se
establecieron encomiendas para evitar su enajenación. Nadie puso
objeciones a esto pues no había especial apetencia de tierra. El español no
deseaba transformarse en campesino, sino en señor, como hemos dicho,
viviendo a costa del trabajo del indígena encomendado. En esta época hubo
pocos litigios por tierras, pero infinitos por encomiendas. La situación
cambió a mediados del siglo XVI, cuando empezó a disminuir
alarmantemente la mano de obra encomendada, al tiempo que aparecieron
las minas de plata y crecieron las ciudades. Producir alimentos se convirtió
entonces en un buen negocio y muchos criollos demandaron tierra para
ello. No la había, pues estaba ya repartida. Recurrieron a dos
procedimientos: arrendar las tierras comunales de las ciudades, sirviéndose
de un cargo o de un amigo en el Cabildo, o invadir las tierras de los indios
(del Rey, en realidad), muchas de las cuales estaban prácticamente vacías a
causa de la mortandad de naturales. A fines del siglo XVI, el problema era
tan grave que indujo a las composiciones de tierras, una operación que
consistió en otorgar título de propiedad a los ocupantes mediante el pago de
una suma a la Real Hacienda. Hay que tener en cuenta que ésta, la hacienda
del Rey, era en definitiva la legítima propietaria de la tierra invadida. El
proceso se inició en 1591 pero tuvo menos éxito del esperado, ya que para
los ocupantes representó un simple impuesto. Se dieron por ello infinidad
de plazos para la legalización, especialmente en momentos de apuro
económico de la Corona. Junto a las composiciones de tierras se emprendió
un reajuste territorial, con objeto de disponer de tierras vendibles. El rey
reasumió la propiedad de todas aquellas que no tenían título legal (distintas
de las de composición, que no tenían título alguno) y las dividió en tres
lotes: uno para los cabildos, otro para los indígenas y el tercero para
mercedes reales. De esta forma pudieron venderse algunas tierras (que
compraron religiosos, vecinos de las ciudades y algunos mineros) cuyo
importe engrosó la Real Hacienda. Posteriormente, se paralizaron las
reformas de tenencia de la tierra y ésta fue pasando de unas manos a otras
por sucesión o por esporádicas ventas. Los grandes terratenientes siguieron
siendo la Corona (dueña del suelo de las encomiendas y de los indios
puestos en la Corona), los Cabildos (de la propiedad colectiva), los criollos
(que configuraron los patrimonios familiares) y la Iglesia. Esta última se
convirtió con el transcurso de los años en el primer propietario de tierras,
pues invirtió en ellas sus ingresos procedentes de diezmos, donaciones y
legados testamentarios. Por principios morales no podía especular con el
dinero y su capacidad de inversión en la construcción de iglesias
monumentales se saturó pronto. En cualquier caso, el mercado de tierras
fue muy escaso, ya que ni la Iglesia, ni la Corona, ni los Cabildos se
desprendían de ellas y las de los particulares se transmitían mediante
mecanismos de mayorazgo y dote.
Los más perjudicados por esta situación fueron los mestizos, a los que se
les negó así la única oportunidad de acceder a ellas.
LATIFUNDIO
Es una finca o grupo de fincas ubicadas en una gran extensión de tierra,
explotada, generalmente, con fines agrícolas. Puede pertenecer a uno o
varios propietarios, quienes suelen recurrir a mano de obra asalariada para
las labores de operatividad y mantenimiento del mismo.
Los latifundios se formaron por causas históricas, especialmente
coincidiendo con conquistas militares y colonizaciones (en la formación del
Imperio de la antigua Roma, en las invasiones germánicas, en la
Reconquista española, en la colonización europea de América de los siglos
XVI-XVIII, etc.) o con cambios políticos y socio-económicos (en la
feudalización de Europa oriental de los siglos XIV al XVIII, en los
enclosures británicos de los siglos XVIII y XIX, en la desamortización
española del siglo XIX, en la colectivización de la propiedad en la Unión
Soviética etc.).
MINIFUNDIO
Minifundio es una finca agrícola de extensión muy reducida que dificulta
su explotación. Más que con el concepto de parcela (terreno agrario dentro
de una linde) o con el de propiedad agraria (totalidad de parcelas
pertenecientes al mismo propietario), se relaciona con el de explotación
agraria (parcelas explotadas por el mismo responsable de gestión, sea o no
su propietario). La extensión mínima de una explotación para permitir una
gestión adecuada es diferente según la calidad de la tierra, el cultivo, el
trabajo, el capital y las técnicas utilizadas, y el espacio geográfico en el que
se encuentre.
Un minifundio tiene, por definición, unas dimensiones tan reducidas que
impiden al agricultor obtener una producción suficiente para ser
comercializada u obtener ingresos monetarios suficientes, obligando al
autoabastecimiento y la agricultura de subsistencia. Aunque suele coincidir
con ella, el minifundio no es estrictamente sinónimo del concepto de
pequeña propiedad, dado que una explotación agraria podría componerse
de varias pequeñas propiedades hasta alcanzar un tamaño suficiente. Más
frecuente aún es que una gran propiedad se arriende en pequeños lotes a
muchos campesinos individuales, cuyas explotaciones, sin tamaño
suficiente para una gestión eficaz, son verdaderos minifundios.
El minifundio puede formarse en los regímenes de herencia en los que el
testador divide su propiedad a partes iguales entre sus herederos, resultando
así pedazos de terreno progresivamente más pequeños
MEDIERÍA
La mediería es un contrato agrícola de asociación en el cual el propietario
de tierras (llamado concedente) aporta una finca rural y un agricultor
(llamado mediero) aporta su trabajo y herramientas, se dividen,
generalmente en partes iguales, el producto y las utilidades de la finca
trabajada. La dirección de la finca rural generalmente corresponde al
concedente.

APARCERÍA
Se puede definir como aquel contrato por el que el titular de una finca o de
una explotación cede temporalmente su uso y disfrute o el de alguno de sus
aprovechamientos, así como el de los elementos de la explotación, ganado,
maquinaria o capital circulante, conviniendo con el cesionario aparcero en
repartirse los productos por partes alícuotas en proporción a sus respectivas
aportaciones.
En suma, por regla general el propietario o cedente aporta la tierra (y/o
otros elementos de la explotación) y el aparcero aporta su trabajo, de forma
que ambas partes participan en los gastos e ingresos en la forma y cuantía o
proporción que acuerden, por lo que ambas partes asumen un riesgo
empresarial.
CORRETAJE
Contrato por el cual una persona denominada corredor pone en relación a
dos personas que desean contratar. Este contrato, denominado también
de mediación, consiste en la obligación que contrae una persona de pagar a
otra, llamada corredor, una remuneración, denominada comisión, por
la información que le proporcione sobre la oportunidad de concluir
un contrato o por la mediación en un contrato. Por tanto, el corredor pone
en relación a dos partes para que contraten entre ellas. El derecho a cobrar
la comisión depende de la efectiva celebración de un contrato en el que
el corredor no interviene como parte contratante. El corredor, a diferencia
del comisionista, no está obligado a realizar ningún contrato por cuenta ni
en nombre ajeno. También se diferencia el corretaje de la agencia, en que el
primero es esporádico y la segunda es permanente.
COLONATO
El colonato es una forma de explotación de las tierras de cultivo, que
constituye una forma de transición entre el sistema esclavista del Imperio
romano, y el sistema feudal que predominó durante la edad media. El
colono poseía un estatus intermedio entre la esclavitud y la libertad: era
aquella persona libre que cultivaba una tierra que no le pertenecía y estaba
ligado a ella, sin poder abandonarla. Por el hecho de cultivarla pagaba un
canon o renta anual, ya fuera en dinero o en especie.
 

BIBLIOGRAFÍA
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radicalismo, CEAL, Buenos Aires, 1984.          Aguilar Monteverde,
Alonso, Problemas estructurales del subdesarrollo, Instituto de
Investigaciones Económicas-UNAM, México, 1979.       
 Asborno, Martín, La moderna aristocracia financiera 1930-1992, El
Bloque Editorial, Buenos Aires, 1993.         
 Bidoglio, Pablo, "La reforma agraria en el Programa Nacional de
Desarrollo Económico", Revista del Instituto de Investigaciones
Económicas, Comerciales y Políticas, Universidad Nacional del
Litoral, año 3, núms. 10-11, enero-junio de 1960.         
 Bustelo, Pablo, Teorías contemporáneas del desarrollo
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 Cavarozzi, Marcelo, El capitalismo político tardío y su crisis en
América Latina, Homo Sapiens, Rosario, 1996
 CEPAL, El desarrollo económico de la Argentina, CEPAL, Santiago
de Chile, 1958
 Graciarena, Jorge, "Estado periférico y economía capitalista:
transiciones y crisis" en Pablo González Casanova (coord.), El
Estado en América Latina. Teoría y práctica, Siglo XXI/ Universidad
de las Naciones Unidas, México, 1990.         
 Hary, Pablo, "La Reforma agraria, operación política",
en Hereford, 1959

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