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De acuerdo con Rafael Rojina Villegas (1998) el daño moral es toda lesión sufrida por
la víctima en sus valores espirituales: honor, honra, sentimientos y afecciones, la cual
admite una indemnización equitativa. La Suprema Corte de la Nación, distingue a su
vez al daño moral y lo categoriza en daños al honor, consistentes al daño sufrido en la
parte social del patrimonio moral, daños estéticos, referentes a las pérdidas del
damnificado en su normalidad y armonía corporal, y daños a los sentimientos, que se
refieren a daños en la parte afectiva del patrimonio moral. Aunado a lo anterior, la
misma Corte añade la distinción de las consecuencias que provoca el daño moral,
señalando que hay consecuencias patrimoniales y extrapatrimoniales, así como
presentes y a futuro del daño moral.
Rafael de Pina define a la responsabilidad civil como la obligación que una persona
tiene con respecto a otra de reparar los daños y resarcir los perjuicios que una haya
ocasionado como consecuencia de un acto propio o ajeno o por el efecto de las cosas
u objetos inanimados o de los animales. En cuanto a su clasificación, la
responsabilidad civil puede clasificarse por el origen de esta, siendo contractual o
extracontractual, y a su vez clasificable en subjetiva u objetiva.
El caso Gran Mayan, que fue resulto por la Suprema Corte de la Nación el 26 de
febrero de 2014, es uno de los casos más importantes que la máxima Corte del país ha
resuelto en materia de daño moral. El caso consiste en la demanda presentada por los
padres de un joven fallecido dentro de las instalaciones del Hotel Mayan Palace en
Acapulco, Guerrero contra la sociedad Admivac, misma que es quien administra dicho
hotel. En este juicio, llevado a cabo en la Ciudad de México, el juez resolvió que
Admivac era responsable por daño moral consistente en el menoscabo a los
sentimientos de los padres frente a la muerte de su hijo por las negligencias de la
empresa al no darle mantenimiento al estanque donde la víctima murió electrocutado,
así como el pago de 8 millones de pesos por concepto de indemnización. Ambas partes
apelaron, y en la resolución de la Sala, se cambió el sentido de la sentencia,
disminuyendo el monto de indemnización a únicamente 1 millón de pesos. Al promover
juicio de amparo, la Suprema Corte atrajo el asunto e hizo un estudio a profundidad
sobre el como se debía cuantificar el daño moral. Dando como resultado la resolución
emitida por la misma, donde obligó a pagar 30 millones
Referencias: