Entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000, más de 300 hombres armados que
portaban brazaletes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entraron a la
región y sembraron el terror dejando como huella torturas, asesinatos, violaciones y un
sinfín de vejámenes con un saldo de más de 60 víctimas en este pequeño pueblo.
LA MASACRE
La planeación y la organización
El viernes 18, ya durante la invasión, forzaron las casas que permanecían cerradas y ametrallaron
a sus ocupantes. (Crónica, el pueblo que sobrevivió a una masacre amenizada con gaitas por
Alberto Salcedo Ramos)
A las 9 de la mañana del 18 de febrero del 2000, un helicóptero dispara ráfagas desde
el cielo hacia las casas, hombres y mujeres armados del bloque norte de las
autodefensas irrumpen en el pueblo y sacan a los indefensos lugareños, no hay
escapatoria, todas las vías de acceso estaban acordonadas por los crueles victimarios y
se daba inicio a una masacre que causo indignación y marco terriblemente las
memorias de propios y ajenos.
EL TERROR
2- Rodeado el pueblo por todas sus vías de acceso, más de 300 paramilitares guiados
por cinco desertores de la guerrilla, avanzaban hacia el salado robando ganado,
asesinando campesinos de forma sigilosa para no alertar a los saladeños, ahorcando,
degollando o golpeando certeramente para no usar los fusiles y después de una larga
caminata llegaron a su destino, los desertores guerrilleros vociferaban conocer a
quienes cooperaban con la guerrilla.
—¡Partida de malparidos: párense firmes, que somos los paracos y vamos a acabar
con este pueblo de mierda!
Al acabar con los de la lista no hubo satisfacción plena en los hombres de las
autodefensas. Decidieron entonces dejar en manos del azar y de los desertores de la
guerrilla por sus señalamientos quienes serían merecedores de morir, o simplemente le
mataban por tener miedo.
Cada media hora se escuchaba y ahora a quien le toca y se llevaba a cabo una muerte
y con ella un festejo de gaitas y tambores.
Otro caso fue el de Rosmira Torres Gamarra, que por ser la madre de uno de los
asesinados se supuso era simpatizante de la guerrilla. La única mujer a quien le
replicaron las torturas que previamente se habían infligido únicamente a hombres, fue
amarrada del cuello y halada de un lado y del otro hasta quitarle la vida, o aquella
enfermera a quien asesinaron por el simple hecho de tener marcas en los hombros
producto del sol a los que ellos dijeron era guerrillera porque esa marca la produce el
morral. Estos son solo menciones de algunas de las víctimas mortales, y bien cabe
nombrar también aquellas mujeres víctimas de acceso carnal violento propiciado por los
paramilitares para su divertimento.
El acto enfermizo de poner como espectadores a los lugareños que obligaron a ver tal
crueldad, prohibiéndoles expresar el sufrimiento que les causaba presenciar la muerte y
la agonía de familiares y amigos.
Crueldad extrema de llevar a la celebración con gritos de victoria y resueno de gaitas
con cada muerte.
Eduardo Novoa Alvis, la primera de sus víctimas. Le arrancaron las orejas con un
cuchillo de carnicería y después le embutieron la cabeza en un costal. Lo apuñalaron en
el vientre, le descerrajaron un tiro de fusil en la nuca. Al final, para celebrar su muerte,
hicieron sonar los tambores y gaitas.
La crueldad extrema que acabo con la vida de animales por aparecerse en la escena,
una crueldad que aun después de tanto tiempo sigue viva en la mente de quienes la
vivieron y lograron sobrevivir, sus voces se quebrantan al narrar con horror aquellos
hechos y es tal el impacto que genera esta masacre que quienes escuchamos tales
relatos nos invade un sentimiento de profunda tristeza al solo imaginar el dolor que
vivieron.
EL CONTEXTO
El Carmen de Bolívar era epicentro de una disputa armada, la región por su factor
económico era esencial en la logística y obtención de recursos, la prosperidad del
salado era objetivo de la guerrilla por lo cual hostigaron a la fuerza pública hasta que el
pueblo quedo expuesto, víctimas de extorciones y hostigamiento, geográficamente el
territorio proporcionaba conexión entre el Río Magdalena, la carretera Troncal de
Occidente y el Golfo de Morrosquillo. El corregimiento El Salado fue denominado por la
guerrilla como retaguardia estratégica, pues su posición geográfica permite un
despliegue operativo hacia la totalidad de los puntos cardinales en la región y de esta
forma se fue apoderando de la zona y se le atribuyó al salado la etiqueta de pueblo de
guerrilleros.
En este punto las AUC arremeterían contra los lugareños pues el salado estaba
estigmatizado como pueblo activo con presencia guerrillera siendo los saladeños
compinches de estos.
En el momento de la masacre, en la región de los Montes de María operaban los
frentes guerrilleros 35 y 37 de las Farc, y Jaime Bateman Cayón del Eln, también
operaba el frente Rito Antonio Ochoa de las Auc (Autodefensas Unidas de
Colombia). La fuerza pública, por su parte, hacia presencia en el territorio a través
de la Primera Brigada de Infantería de Marina y los Comandos Departamentales
de Policía de Bolívar y Sucre. (datos del grupo memoria histórica)
En los días en que se llevó a cabo esta masacre, no había presencia de autoridad ni
antes ni durante el hostigamiento, victimizaron a todo un pueblo y los reunieron en una
cancha donde llevaron a cabo muertes y actos de terror desde entrada la mañana del
18 de febrero de ese año, tras las muertes y su vitoreo propio formaron fiestas y
consumaban una matanza sin escrúpulos.
Tras la amenaza de los autores de la masacre los lugareños se fueron dejado al salado
deshabitado, aun tras su retorno continuo sin existir presencia activa de la fuerza
pública, no existía una escuela, ni entes bancarios o de salud, solo existía el dolor y el
rostro triste de habitantes horrorizados que día a día reviven en sus mentes tan
terroríficos días.
LAS MEMORIAS
4- Se hace necesario una reconstrucción de los hechos teniendo como narradores a los
directos implicados, parece algo enfermizo porque ¿Quién quiere recordar algo tan
cruel y doloroso?
Hay muchos interrogantes entre las victimas tras la posibilidad de otorgar el perdón a
quienes de manera fría y terrorífica causaron ese marcado momento, un análisis
detenido y riguroso sacara a relucir los alcances que tuvo la masacre, permite entender
lo que implica para los autores, la sociedad y el Estado mismo lo que sucedió y todo
eso que ahoga en diferentes sentimientos a las víctimas.
(El recuerdo que tengo de ella [Rosmira Torres] es que era buena persona, y su
hijo, buenas personas, a ellos no debieron de haberlos matado así, personas que
mataron ignorantemente, y buenas, porque a esa niña le gusta servir, le gustaba
trabajar, ella nunca se metió en problemas con nadie, y lo mismo era el hijo [Luis
Pablo Redondo] testimonio de una sobreviviente)
La memoria de las victimas retazos que entretejidos forman un telar de sufrimiento y
horror y preguntas sin respuestas.
Los hechos hablan por sí solos y demuestran las distintas posiciones de los actores que
van desde terror, miedo y desesperación, pasan por la frialdad, crueldad, mentes
enfermizas y desquiciadas hasta ausencia y desolación.
Las víctimas se sienten desprotegidas ante el maquillaje que se ha querido dar a lo que
llamaron un hecho desafortunado típico de una “clásica masacre” llevada a cabo por
grupos insurgentes. Muchos perciben que su experiencia ha sido invisibilizada,
opacando un poco los hechos sucedidos, pues se pretende desconocer el sufrimiento
de campesinos inocentes a manos de los llamados paracos entre el 16 y el 19 de
febrero, hechos que narran los múltiples actos terroríficos que en su contra fueron
cometidos y que marcaron piel y mente de forma desgarradora.
A una chica de 18 años con embarazo le metieron un palo por las partes [...]
Varias fueron violadas. Desde un rancho próximo a El Salado se escuchaban los
gritos [...].
Este es uno de los testimonios que se dieron a conocer mucho tiempo después de
causada la masacre, ¿se ignoraba los brutales crímenes sexuales cometidos
abiertamente contra mujeres en el salado? Muchos eran los silencios que fueron
irrumpidos cuando se expuso abiertamente estos hechos, silencios de vergüenza por el
atroz acto de empalamiento público y todo tipo de actos inmorales y enfermizos contra
las mujeres y que se cubrieron para no soportar señalamientos.
Los silencios que querían salir a gritos implorando justicia pero, seres humanos somos
que ante la vergüenza preferimos callar y soportarlo todo antes de estar como solemos
decir en boca de todos, si se sabía de los actos sexuales violentos en contra de
mujeres que en un sitio aparte eran sometidas a dar placer forzoso a toda una fila de
los llamados paracos, esas violaciones fueron conocidas; pero el silencio escondió
dolorosamente los infames actos de abuso y empalamiento que mujeres sufrieron en la
plaza pública ante la mirada aterrorizada de los habitantes, silencio que se dio debido a
la incapacidad que tuvieron de dar ayuda a estas, incapacidad resultado del miedo a no
poder seguir viviendo así fuera llenos de remordimientos vergonzosos.
Si las mismas victimas guardaron silencio en algunos hechos, cuán grande fueron los
silencios de los medios que asumían era una evento producto de combate entre grupos
armados, del estado que debido a su lenta actuación solo afirmo era una masacre que
sería investigada y de los mismos victimarios que decían fue un fin justificado para
acabar con la guerrilla, diciendo que eran exageradas algunas de las acusaciones y que
las victimas debían ser más “seriecitos” al afirmar semejantes cosas que sobrepasaban
la barbarie, sumados los silencios y el olvido de las otras víctimas de pueblos aledaños
que tendría que ser otra historia.
LAS MEMORIAS DE LA RESISTENCIA: La crónica que lleva por nombre “El pueblo
que sobrevivió a una masacre amenizada con gaitas” tiene la palabra clave que
determina la resistencia del salado para ser recordado siempre; SOBREVIVIO,
así es la supervivencia de estos lugareños que reclaman justicia y
reconocimiento por su valor y por el deseo de no ser fantasmas ante el gran mal
llamado violencia.
Estas memorias que no se centran solo en la masacre del 2000 sino que desde tiempo
atrás en la masacre del 97 con la muerte de líderes comunitarios se pedía a gritos una
mirada ante el peligro que los rodeaba constantemente, y aun después de tan infame
suceso siguió cobrando victimas al querer retornar y luchar por lo que les pertenece, su
vida, vida en un lugar que con trabajo y amor han construido.
Dormían apretujados en cinco casas contiguas del Barrio Arriba, pues temían que los
bárbaros regresaran. Reunidos —decían— serían menos vulnerables. Su consigna era
que quien quisiera matarlos, tendría que matarlos juntos. Tan grande era el miedo en
aquellos primeros días del retorno que algunos dormían con los zapatos puestos, listos
para correr de madrugada en caso de que fuera necesario.
Un retorno lleno de miedo, zozobra desaprobación del estado, pero sobre todo con un
lugar a la esperanzar de regresar a su terruño como lo llamaban los desplazados
ansiosos por volver.
El 18 de febrero del año 2002 regresan alrededor de 300 personas Elegir la fecha de
conmemoración de la masacre fue un acto simbólico para
resignificar la tragedia y marcar un nuevo comienzo y demostrar el valor de los
sobrevivientes y su lucha por la dignidad de las víctimas.
INICIATIVAS DE MEMORIA: Los habitantes del salado llevaron a cabo una iniciativa
para recordar los fatídicos hechos que los habían desplazado de su tierra y que dejaron
víctimas mortales.
En memoria a las víctimas se realizaron actos de conmemoración en los cuales se les
rindiera homenaje. A pesar de las dificultades del desplazamiento forzado y la
supervivencia del entorno amenazante, los sobrevivientes organizaron y celebraron la
primera conmemoración el 18 de febrero de 2001 en El Carmen de Bolívar. Desde
entonces, y de manera ininterrumpida cada año se celebra este acto ya desde el mismo
territorio.
Se erige un monumento a las victimas caídas, El 18 de febrero de 2006 se instaló la
primera piedra del Monumento, que fue
inaugurado un año después. Construido sobre la mayor fosa común que se cavó en El
Salado después de la masacre de 2.000, donde aún están los restos de algunas de las
víctimas, está conformado en su centro por una cruz grande que antecede a un muro
visualmente cubierto por ella, en el cual se encuentran las placas con los nombres de
cada una de las víctimas, aunque aún faltan algunos nombres reclamados por la
comunidad: Están los nombres y los apellidos de 49 víctimas de las masacres de
febrero de 2000, marzo de 1997 y las posteriores al
retorno del 2002.
Otras iniciativas han sido la creación de murales y grandes dragones pintados en las
casas para expresar la resistencia, el vencer la impotencia; y simboliza el deseo
personal de cambiar la historia y desaparecer la experiencia traumática.
LOS IMPACTOS
Las viviendas no se reclaman sólo por su valor económico sino como un símbolo
de seguridad y protección del individuo y de la familia como núcleo afectivo de la
vida social. (esa guerra no era nuestra, la masacre del salado)
DAÑOS MORALES: SENTIMIENTOS Y EXPRESIONES ALREDEDOR DEL
SUFRIMIENTO:
El daño colectivo perpetrado en la masacre de El Salado marco de manera absoluta las
víctimas, emocionalmente son presas del miedo, la tristeza, impotencia, humillación,
vergüenza y un puñado más de sentimientos que generan un trauma en las victimas
difícil de borrar.
Estos impactos psicosociales las han afectado a todas, con variaciones asociadas con
la generación, el género, la condición de retornado o desplazado, y el lugar de la
experiencia.
Todos han experimentado esos sentimientos, que han derivado en episodios de
pánico y de crisis nerviosas, alteraciones del sueño, pena moral y trastornos
mentales y de salud física que somatizan conflictos emocionales causados no
sólo por el hecho violento como tal, sino también por la imposibilidad de procesar
y tramitar subjetivamente la experiencia traumática debido a las difíciles
condiciones de vida a que fueron lanzadas las personas, la permanencia de la
amenaza, la inseguridad y el miedo, la poca solidaridad social y la precaria
respuesta estatal para hacer efectivos sus derechos a la verdad, la justicia y la
reparación.
(esa guerra no era nuestra. La masacre del salado)
Todas las noches soñaba con eso, soñaba lo mismo que vi, con los paramilitares,
con mis amigos huyendo, con lo que hicieron, todo horrible.
(Testimonio de Mujer, Adulta y Desplazada-El Carmen de Bolívar Testimonio)
Una historia con olor a tabaco como símbolo de prosperidad, y de auge económico de
gran desarrollo que trastabillaba con movimientos campesino en los años 70 y la
guerrilla de los años 90, sobre todo con la inserción de la guerrilla de las Farc en los
Montes de María que derivó más de una coyuntura ya que acto seguido esta entraba al
radar de los paramilitares, se enfrentaron a actos bélicos y masacres desgarradoras sin
ayuda o protección alguna pues estaban sufriendo de la precariedad estatal, la
presencia de la fuerza pública era casi nula.
Según la historia al decir El Salado no muestra un antes sino un ocurrir terrorífico que
termina denominando El Salado como "el pueblo de la masacre", así como San Jacinto
es el de las hamacas, Tuchín el de los sombreros vueltiaos y Soledad el de las
butifarras.
VOCES:
7- Muchas son las voces que resuenan algunas a bajo tono que con algún tipo de
indignación narran la masacre de un pueblo.
VOZ DEL AUTOR: Son muchas las crónicas narrativas de la masacre de un pueblito
del caribe llamado EL SALADO, los autores de estas narrativas tienen como objetivo
persuadir al lector, sumergiéndolo en el relato directo presentado por las victimas
sobrevivientes de tan fatídico acto.
El autor describe de manera certera el entorno y acto seguido al directo narrador que
fue testigo de la masacre, consiguiendo no solo con asombro conmoverse el sino
también al lector, proporciona de manera clara casi con asombro el transcurrir de los
eventos y como se perpetraron los hechos.
La voz del autor consiguió transportarnos a esas escenas barbáricas difíciles de olvidar.
VOZ DEL LECTOR: Muchos éramos los que desconocíamos este acto tan atroz e
infame en contra de personas tan merecedoras de dignidad, vida y respeto como
nosotros o como todos, como lectores fuimos tocados en fibras muy sensibles y
sumamos nuestra voz al rechazo de tales accionares de parte de grupos insurgentes
sean cual fueren.
Emocionalmente conmovidos nuestra mente hizo su trabajo tras la narración tan
rigurosamente descriptiva del lector, recreamos el evento mentalmente mientras a voz
alta leíamos el relato crónico, perturbados ante algunos de los testimonios de las
víctimas, era imposible no detenerse y decir: -que terrible!
¿por qué hicieron eso?
El relato nos deja un sentimiento, un hecho y un poco de tristeza por las desafortunadas
víctimas.
LA VOZ DEL DERECHO A LA JUSTICIA: Bien dice el dicho que la justicia es coja,
pero llega, ¿en la masacre del salado se escuchó la voz del derecho a la justicia?
Muchos son los actores y factores implicados que por estos hechos han salido a relucir,
tenemos el caso de La Corte Suprema de Justicia que dejó en pie la condena impuesta
contra el capitán de la Compañía Orca del Ejército Héctor Martín Pita Vásquez por no
haber actuado para evitar las acciones de los paramilitares en la masacre de El Salado
que ocurrió entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000.
Las voces proclamando justicia se han ido sumando la Corte Suprema pidió a la
Fiscalía que esta masacre sea declarada como delito de lesa humanidad.