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Sandra M. Gómez
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diversas y que las mismas se vinculan a los habitus, disposiciones ligadas a los esquemas de
percepción, acción y apreciación que se van asimilando más allá de la conciencia de los agentes,
como modo esperado de hacer las cosas para ese grupo de pertenencia.
La energía que se invierta en distintas acciones sociales dependerá del deseo y del
reconocimiento que el grupo haga de aquello que considera vale la pena. Bourdieu lo llamará
Illusio.
URL: https://www.youtube.com/watch?v=3mChkak7_3A
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2.1 - Pierre Bourdieu. Estructuras sociales y estructuras mentales.
Pierre Bourdieu nació en el año 1930 en Francia y falleció en el año 2002. Estudió Filosofía.
Desde 1955 ejerce la docencia desempeñando esta función en Argelia y en Francia. Es en
Argelia (1958 a 1960) donde comienza sus trabajos de investigación que fundamentarán la
reputación que más tarde alcanzará en Sociología. En 1964 publica junto a J.C. Passeron sus
primeros textos relacionados con la educación, entre ellos Los Herederos. En sus últimos años
produce textos que dan cuenta de la exclusión social, de los desheredados de la
modernización, del progreso tecnológico y de la globalización.
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Frato (1975)
de las Estructuras
Mentales
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En relación a estas concepciones también nos dice que hay una doble historicidad en
las estructuras mentales, ya se construyen esquemas prácticos incorporados en la
socialización (ontogénesis) generándose estructuras como lo resultante del trabajo histórico
de las generaciones sucesivas (filogénesis)
Doble existencia de lo
Distribución desigual
CAPITAL Económico
Cultural
Social
Conocimiento práctico
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Los habitus se entienden como sistema socialmente constituido de disposiciones
estructuradas y estructurantes, adquirido mediante la práctica y siempre orientado hacia funciones
prácticas. Es perdurable (pero no inmutable) y transponible de esquemas de percepción, apreciación
y acción como resultado de la institución de lo social en los cuerpos. Es una subjetividad socializada
con una racionalidad limitada.
- Principio de generación y de percepción de las prácticas.
- Concepto bisagra entre lo individual (estructuras internas de la subjetividad) y lo social
(estructuras externas sociales) como dos estados de la misma realidad.
- Disposiciones a actuar, sentir, valorar y pensar de una cierta manera más que de otra,
que se han interiorizado en una trayectoria de vida.
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Tipos de capitales
• Incorporado
Económico • Objetivado Social Simbólico
• Institucional
izado
El capital económico hace referencia a los medios de producción y a los bienes materiales que se
poseen.
El capital cultural se vincula a los conocimientos y al arte y en sus tres tipos podemos decir que:
- el objetivado remite a los bienes culturales como libros, obras de arte, instrumentos,
tecnologías, etc.
- el institucionalizado son los títulos escolares como acreditaciones legitimadas que dan
cuenta de una trayectoria académica,
- el incorporado: son los conocimientos que efectivamente tienen los agentes. Son las
disposiciones durables en ideas, valores, habilidades. Una de las formas más importantes para
analizar este tipo de capital es el éxito y fracaso escolar.
El capital social refiere a la red de relaciones que tiene un agente que según sea su
magnitud lo posicionan de manera diferente en el campo social. Este círculo de relaciones ofrece un
inter-conocimiento e inter-reconocimiento, que supone lazos permanentes y propiedades comunes.
Estas relaciones, de modo consciente o inconsciente, se orientan a la reproducción de la relaciones
sociales ya sea en los lazos de parentesco, en el trabajo, etc.
El capital simbólico se define por el reconocimiento que se haga en el campo social de la
acumulación de alguno o todos los tipos de capital mencionados. Se vincula a la autoridad, a la
consagración. Dice el autor: el capital simbólico refiere a las formas que revisten los otros capitales
cuando son percibidos como legítimos. Por ejemplo, Jorge Luis Borges tenía un reconocimiento
simbólico en relación a su capital cultural aunque también poseía capital social y económico.
Recuerden que la perspectiva es relacional por lo que al pensar las posiciones y los recursos
debemos establecer relaciones para dar cuenta de la constitución de los espacios sociales.
En esta idea de espacio social, distinto a la clásica noción de clase, agrega a la diferenciación que
se origina en el capital económico y cultural, un sobreañadido que son los capitales sociales y
simbólicos. Este añadido ofrece un principio de diferenciación y de distinción que se agrega a la
posición que ya tiene el agente.
El capital simbólico es poder simbólico. Otorga una fuerza al agente a partir de la cual puede
ejercer violencia simbólica. Esta última se ejerce con la anuencia de los agentes en una especie de
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complicidad, socialmente aceptada y desconocida como arbitraria ya que lo que no se conoce son
los mecanismos por los que opera.
Para Bourdieu la acción pedagógica es violencia simbólica. Leemos el texto que escribió junto a
Passeron:
1- Toda acción pedagógica es objetivamente una violencia simbólica en tanto que imposición,
por un poder arbitrario, de una arbitrariedad cultural. Refieren a que en la acción pedagógica hay
una violencia simbólica por las relaciones de fuerza entre los grupos en tanto hay un poder
arbitrario que instaura una relación de comunicación pedagógica cultural según un modelo
arbitrario de imposición y de inculcación.
2- Es también una violencia simbólica porque la imposición se corresponde con los intereses
de las clases dominantes y la selección de contenidos en una arbitrariedad cultural que responde a
una necesidad sociológica de la perpetuación de las posiciones.
Para Bourdieu y Passeron (2001), la autoridad pedagógica se comprende a partir del poder
arbitrario y de la arbitrariedad cultural. Hay un poder arbitrario que aparece disimulado en un
actividad aparentemente neutra (semejante el planteo de Althusser) que oculta los mecanismos en
los que se ponen en juego los intereses materiales y simbólicos de los grupos respectivos.
El trabajo pedagógico, desde esta posición, reproduce las estructuras de que es producto
consagrando la autoridad pedagógica y legitimando su función de reproducción.
La educación va a estar ligada a la noción de violencia simbólica. Bourdieu en vez de hablarnos de
ideología, va a desarrollar este nuevo concepto. Retoma los aportes marxistas y la categoría
freudiana de inconsciente. Sólo tomaremos lo que respecta a la noción de ideología. (Bourdieu,
1993) Este autor preferirá hablar de doxa. El objetivo central de sus estudios fue descubrir los
mecanismos ideológicos que constituyen los habitus y las estructuras objetivas. Estos mecanismos
son inconscientes. Él critica la noción clásica de ideología como falsa conciencia, como
representación; prefiere hablar de doxa refiriendo a que hay muchas cosas que la gente acepta sin
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saberlo asintiendo más de lo que creen y mucho más de lo que saben.
La violencia simbólica es esa coerción que se instituye por mediación de una adhesión que el
dominado no puede evitar otorgar al dominante (y, por lo tanto, a la dominación) cuándo sólo
dispone para pensarlo y pensarse o, mejor aún, para pensar su relación con él, de instrumentos de
conocimiento que comparte con él y que, al no ser más que la forma incorporada de la estructura de
la relación de dominación, hacen que ésta se presente como natural... (Bourdieu, 1999, p.224/225)
Afirma que es un mecanismo, un instrumento ideológico, más fuerte que los medios de
comunicación.
La dominación simbólica se absorbe como el aire y ejerce una presión invisible siendo un medio
de opresión efectivo y del cual es muy difícil escapar; es un mecanismo que nos remite al nivel de la
inconsciencia. Piensa que la comunicación sin distorsión (en la comunidad de habla ideal que
propone Habermas) es una excepción y que se puede dar sólo en condiciones extraordinarias.
La doxa implica un conocimiento práctico incorporado en la constitución de los habitus. La
violencia simbólica entendida como presión invisible ha hecho que los sujetos se adapten mucho
más a su situación de lo que se puede creer. Bourdieu sostendrá que la actitud dóxica no significa
felicidad sino una sumisión corporal, inconsciente, que puede manifestarse en una tensión
internalizada y en el sufrimiento corporal. En este punto podemos establecer relaciones con el
pensamiento intuitivo y los esquemas prácticos que desarrolla Piaget.
Podemos brindar como ejemplo, los espacios sociales marginales en donde se toma como
natural que los niños repitan algún grado de la escolaridad primaria. Esa apreciación dóxica o
creencia implícita se puede reconocer en enunciaciones de los mismos padres o de los docentes
quienes manifiestan que sería necesario que repita el grado “porque le va a venir bien para
madurar”. Se naturaliza así la repitencia, sin poder identificar los aspectos psicológicos y sociales
que habría que considerar para esa decisión como también los efectos de la repitencia en el alumno.
De este modo se da por esperado que los niños que pertenecen a grupos sociales desfavorecidos,
repitan grados escolares.
La violencia simbólica es el mecanismo eficaz que reproduce las estructuras de dominación. Estas
estructuras son el producto de un trabajo continuado- histórico de reproducción en el que
contribuyen los agentes singulares y también las instituciones: familia, iglesia, escuela, estado.
La violencia simbólica se instituye a través de la adhesión en la que el dominado se siente
obligado a conceder al dominador (por consiguiente, a la dominación) cuando no dispone, al
imaginarla o para imaginarse asimismo o, mejor dicho, para imaginar la relación que tiene con él, de
otro instrumento de conocimiento que aquel que comparte con el dominador y que, a no ser más
que la forma asimilada de la relación de dominación, hacen que esa relación parezca natural…, es
decir que los esquemas que pone en práctica son el producto de la asimilación de las clasificaciones,
de ese modo naturalizada, de las que su ser social es el producto. (Bourdieu, 2007, p.51)
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2-2. Habermas y la Teoría de la Acción Comunicativa.
Sociólogo y filósofo alemán. Principal representante de la "segunda generación" de la
Escuela de Frankfurt, entre 1955 y 1959 trabajó en el Instituto de Investigación Social de la ciudad.
Estudió Filosofía, Psicología, Literatura y Economía en las universidades de Göttingen, Zürich y Bonn.
Plantea una serie de preguntas sobre las posibles formas de convivencia entre las sociedades
industriales avanzadas y la democracia. En la Teoría de la Acción Comunicativa presenta una idea
sociedad moderna en la que las instituciones debieran organizarse desde una política deliberativa.
Este proceso puede explicarse a partir de los procesos de aprendizaje que permitan
racionalizar las imágenes del mundo en un proceso constructivo que implicará sucesivas
descentraciones, tal como lo sostenía Piaget.
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Habermas recupera de Piaget el concepto de aprendizaje según los
siguientes supuestos: a) refiere a solución de problemas en la que el sujeto participa de forma
activa; b) el conocimiento en general es considerado como producto de un proceso y, c) ofrece la
posibilidad de generar interpretaciones reflexivas que puedan ser contrastadas con otras y a las que
haya que defender argumentando para demostrar su validez. (Habermas, 1991) Estas pretensiones
de validez suscitan una valoración crítica de forma que el reconocimiento intersubjetivo pueda
servir de fundamento para un consenso motivado racionalmente. Así los actores se entienden
recíprocamente en una actitud realizadora para la reproducción del mundo vital común. Los
procesos comunicativos suponen pretensiones de validez sentadas en la verdad, la corrección
normativa y la sinceridad. Es a partir de la posibilidad de emitir juicios y poner en consideración
(revisión) que se inauguran acciones comunicativas en la intersubjetividad (el propio mundo interno
y el de los otros) en donde
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Desde un modelo no estratégico de acción, Habermas refiere a los actos de
entendimiento como acciones comunicativas reguladas por normas en la que los miembros de un
grupo social orientan su práctica por valores comunes. Esta teoría sustituye el modelo estratégico
de influencia por un modelo en el que el entendimiento asegura relaciones recíprocas y de respeto
mutuo que persiguen un acuerdo según las expectativas generalizadas de comportamiento. Los
actores en la interacción se refieren a algo en el mundo objetivo (hechos), en el mundo social
(normas) y en el mundo subjetivo (vivencias). En la situación comunicativa (como fragmento de un
mundo de la vida delimitado por relación a un tema) interactúan los sujetos desde un contexto
formador de horizonte para los procesos de entendimiento. El mundo de la vida es desde donde se
habla. Es un concepto acuñado por Husserl, luego retomado por Schutz y finalmente por Habermas.
Este último diferencia “mundo” de “mundo de la vida”. Los “mundos de la vida” son un conjunto de
certezas aproblemáticas que conforman una suerte de plexo siendo el trasfondo a partir del cual
una persona va a definir su horizonte. Este conjunto de implícitos son inconscientes. Aquí aparece
una articulación entre lo social (procesos de socialización) y lo subjetivo (constitución psíquica del
sujeto). Como saber holísticamente estructurado, no está nuestra disposición, oficiando así de telón
de fondo, conteniendo precomprensiones que se han incorporado en los procesos de socialización
en el marco de una cultura. Sólo un fragmento del mundo de la vida puede ser susceptible de
tematización. En los procesos comunicativos el mundo de la vida nos provee de convicciones y es un
recurso en la constitución del entendimiento. Los actores se comunican desde este acervo
lingüísticamente estructurado de supuestos de fondo que permiten que los actores:
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Es en la idea de reproducción y de renovación de las estructuras simbólicas que se
piensan las transformaciones en la dimensión semántica de los significados y contenidos, en
la dimensión social (integración) y en la dimensión histórica (socialización y filo génesis). "El
mundo de la vida acumula el trabajo de interpretación realizado por las generaciones
pasadas". Este acervo de saber cultural puede ser susceptible de crítica si los individuos en
su génesis superan la posición sociocéntrica (Piaget) permitiendo “una diferenciación entre
el mundo de los estados de cosas existentes, el mundo de las normas vigentes y el mundo
de las vivencias subjetivas susceptibles de expresión". (Habermas, 1999, p 105) Para el
cambio social es necesario someter a crítica los sistemas de interpretación, lo que implica la
racionalización del mundo de la vida en tanto someter a crítica categorías interpretativas y
sistemas normativos. Dichas orientaciones racionales de acción deben permitir una
reflexividad que permita despojarse de lo dogmático (la doxa, diría Bourdieu) a través de
procesos cognoscentes "guiados por hipótesis y filtrados argumentativamente, en los
ámbitos del pensamiento objetivante, de las ideas práctico- morales y de la percepción
estética". (Habermas, 1999, p.106).
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b) la integración social, en la dimensión del espacio social, conecta situaciones nuevas con
estados del mundo ya existentes, de modo que las acciones se coordinen a partir de
relaciones legitimadas en órdenes institucionales que generan "estabilización de las
identidades de grupo" y "la solidaridad de los miembros".
c) la socialización de los miembros del mundo de la vida (en la dimensión del tiempo
histórico) conecta situaciones nuevas a las ya existentes según sistemas de personalidad que
ha generado una identidad donde los actores se reconocen en pertenencia a un grupo
adquiriendo capacidades generalizadas de acción, en una "sintonía entre las vidas
individuales" y "las formas de vida colectiva".
Para evaluar estos procesos de reproducción Habermas plantea las siguientes dimensiones: la
racionalidad del saber, la solidaridad de los miembros y la capacidad de responder
autónomamente de sus acciones.
La reproducción simbólica del mundo de la vida puede verse perturbada ocasionando crisis
de legitimación y de orientación que se traducen y manifiestan en una pérdida de sentido, de
modo que los esquemas de interpretación construidos fracasan. En relación a la integración social
se produce anomia perturbando la solidaridad. Por último, con respecto a la constitución de la
identidad se producen perturbaciones psicopatológicas con los consecuentes fenómenos de
alienación.
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Habermas, en su Teoría de la Acción Comunicativa, toma al entendimiento como mecanismo
coordinador de la acción donde un hablante y un oyente "refieren a algo en el mundo objetivo, en
el mundo social y en el mundo subjetivo". El primero tiene que ver con los hechos, el segundo con
las normas y el último con lo vivencial.
Si en las comunicaciones entre los sujetos se privilegian los fines encaminados a producir
determinados efectos como influencias en el accionar de otros, entonces, éstas pueden generar
diferentes perturbaciones. Estas perturbaciones pueden manifestarse, por ejemplo, en sucesos de
violencia. Habermas sostiene que el avance burocrático y económico sobre los sujetos ha
producido una colonización de los mundos de la vida invadiendo con una lógica racional
instrumental, originando patologías inducidas sistémicamente. Estos mundos de la vida como
contextos formadores de sentido, proveedores de convicciones de fondo y del acervo de saber
necesario para los procesos de entendimiento, han sido jaqueados por las transformaciones
políticas, económicas y sociales. Dichos cambios han sacudido estos mundos de la vida provocando
violentación, inestabilidad y confusión en los sujetos.
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URL: http://www.lapaginadelprofe.cl/sociologia/habermas/estructurassimbolicas.gif
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aun cuando sólo focalicen temáticamente uno de estos tres componentes. Como mencionamos, la
reproducción simbólica depende de las acciones orientadas al entendimiento, en cambio, la
reproducción material del mundo de la vida participan tanto acciones estratégicas como acciones
comunicativas.
Una interacción en la que uno trata a otro como objeto de influencias pasa de largo ante la
dimensión de la intersubjetividad lingüísticamente generada; en el marco de influencias causales
recíprocas, no pueden transmitirse contenidos culturales, integrarse grupos sociales, ni socializarse
ningún sujeto. (Habermas, 1999)
Su posición, a veces un tanto utópica, nos permite pensar modos de superación de las
patologías sociales así como re-direccionar las acciones educativas favoreciendo la formación de un
sujeto “capaz de acción y lenguaje”, entonces reflexivo, autónomo y responsable.
Ofrece Habermas una propuesta democrática y dialógica que facilita las acciones
comunicativas orientadas al entendimiento, propias de un ámbito social de comunicación y
discusión libre de coacciones. Va a ser el lenguaje (la palabra) el vehículo de la acción política que
permita la discusión para la decisión responsable que bregue por el bien común.
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Propone así un modelo normativo de democracia sentado en una política deliberativa. Para
dar curso a esta propuesta es que los procesos de formación de los sujetos, desde su infancia, deben
orientarse a la constitución de una persona-individuo que pueda actuar autónomamente. Va a ser la
ética discursiva el procedimiento adecuado para la discusión, la argumentación y puesta en
consideración de las pretensiones de validez en la defensa, aceptación o rechazo de una afirmación.
La Teoría de la Racionalidad Habermasiana se apoya en la Teoría de la Argumentación. Será racional
aquello que aparece en las interacciones dialógicas de los sujetos en la cotidianeidad y que se va
construyendo a partir de lo que los actores aceptan o rechazan, poniendo a disposición de los otros
para que el argumento sea observado y criticado. “Los participantes en la interacción se ponen de
acuerdo sobre la validez que pretenden para sus emisiones, es decir, reconocen intersubjetivamente
las pretensiones de validez, que recíprocamente se entablan unos a otros”. (Habermas, 1999b,
p.493)
Acuerdos posibles ya que los participantes aceptan un saber como válido, es decir, como
intersubjetivamente vinculante. Las convicciones compartidas vinculan a los sujetos en términos de
reciprocidad. De este modo la actitud de orientación al entendimiento genera a los sujetos
dependientes unos de otros sobre la base del reconocimiento intersubjetivo de pretensiones de
validez (afirmaciones y negaciones en las emisiones)
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Bibliografía
Bourdieu, P. (2007) La dominación masculina. Ed. Anagrama Barcelona 2007
Bourdieu, P; Passeron, J.C. (2001) La Reproducción. Elementos para una teoría del sistema
de enseñanza. España: Editorial Popular
Bourdieu P.; Eagleton, T. (1993) Doxa y vida corriente en la Revista El cielo por asalto. Año
III. Nº5.
Bourdieu, P. (1999) Meditaciones Pascalianas, Ed. Anagrama
Habermas, J. (1999) Teoría de la Acción Comunicativa I. Racionalidad de la acción y
racionalización social. Ed. Taurus
Habermas, J. (1991) Conciencia moral y acción comunicativa Ed. Homo Sociologicus.
Península Barcelona 2º Edición 1991.
Habermas, J. Acción comunicativa y razón sin trascendencia. Ed. Paidós. Buenos Aires 1º
Edición 2003
Habermas, J. (1999) La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Editorial Paidós.
Barcelona.
Habermas, J. (1999b) Teoría de la Acción Comunicativa Texto II Crítica de la razón
funcionalista Ed. Taurus Madrid
Laino, D. (2003) “Violencia simbólica, violencia social, violencia escolar” En “Psicopedagogía
en la actualidad” Laino Dora (comp.) Ed. Homo Sapiens. Santa Fe.
Lecturas sugeridas:
URL : http://sociologiac.net/biblio/Bourdieu-LosTresEstadosdelCapitalCultural.pdf
URL alternativa :
http://apuntes.cejvg.com.ar/sites/default/files/Los%20tres%20estados%20del%20capital%20c
ultural-BOURDIEU.pdf
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