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Primero Misterio: La Anunciación y encarnación del hijo de Dios (Capilla)

El hágase de María, nos muestra, no solo la gran docilidad de nuestra Madre al


Plan de Dios, sino la acogida amorosa del don de la maternidad, con la que ha sido
bendecida. El mismo Dios nos recuerda, que ha sido Él quien desde la eternidad
nos ha llamado a nuestra vocación personal y al igual que nuestra madre María, a
responder con un hágase a asumirla con amor.

Segundo Misterio: La visitación de la virgen María a su prima Santa Isabel


(Kelly)

La alegría de llevar consigo al reconciliador, lleva a nuestra madre Santa María a


salir presurosa al encuentro de su prima Isabel, así también nosotros, que hemos
experimentado la alegría de anunciar a Jesús, reconozcamos en ello una gran
bendición de Dios, puesto que El en su inmenso amor por la humanidad nos ha
elegido para ser sus apóstoles.

Tercer Misterio: El Nacimiento del niño Jesús (Angie)

La alegría de María se hace más plena con el nacimiento de su hijo, el Señor Jesús,
y todos estos momentos los guarda en su corazón. Haciendo suya la experiencia
universal del género humano, Ella es ahora, modelo y guía de madre, enraizada en
su maternidad divina, contribución suprema al bien del género humano.

Cuarto Misterio: Presentación del niño Jesús en el templo (Ramiro)

La vida de María como madre estuvo llena de momentos de alegría dolor, por eso
nadie más que ella comprende lo que significa asumir el dolor y ser fiel aún
sabiendo que una espada traspasará su alma. Por ello, hoy María nos invita a
acogerla en los momentos gratos y dolorosos de la vida, para cada día aprender,
de su mano, a esforzarnos por ser fieles siempre al Plan de Dios.

Quinto Misterio: Jesús, perdido y hallado en el Templo (Yaquis)

Es fácil imaginar la preocupación, angustia e inquietud, de María frente a este


acontecimiento. Verdaderamente, vemos en ello que los caminos de Dios son a
veces muy difíciles de comprender, incluso para personas tan llenas del Espíritu
Santo y tan dóciles a Él, como María y José. Sin embargo, María conserva en su
corazón docilidad al Plan de Dios, pues sabe que todo proviene de Él. Así,
nosotros, con un corazón dócil entreguémonos con confianza a los planes de Dios,
encaminándonos a la búsqueda y encuentro de quién es El Camino, La Verdad y La
Vida.

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