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Dudas por prueba de alcoholemia
Bogotá
8 Jul 2014 - 10:22 AM
Redacción Bogotá
Familiares de Guillermo Rincón, el taxista que falleció el domingo pasado
después chocar con el carro de un subteniente de la Policía, señalan que hubo
irregularidades en el proceso.
Así fue el choque entre el carro particular de Iván Darío Prieto y el taxi de Guillermo Rincón. / Bombero
John Lemus

Sentimientos de dolor e incertidumbre se han apoderado de la familia de


Guillermo Rincón, un taxista de 51 años que murió el pasado domingo tras un
choque con un carro particular en la calle 22 con carrera 94 (localidad de
Fontibón). Los familiares de la víctima denuncian posibles irregularidades en la
investigación preliminar. El hombre que conducía el carro era Iván Darío Prieto,
subteniente de la Policía Antinarcóticos. Aunque inicialmente la Policía señaló
que él conducía en estado de embriaguez, una contramuestra analizada por
Medicina Legal desvirtuó esta información. Por esta razón, la Fiscalía no solicitó
medida de aseguramiento en contra del oficial.

De acuerdo con las autoridades, eran las 6:30 a.m. cuando Guillermo Rincón
cumplía su turno en el taxi y fue chocado por otro carro, que invadió su carril.
Según testigos y autoridades que atendieron el accidente, Prieto (quien iba con
dos acompañantes) presuntamente conducía en estado de embriaguez.

“Nosotros intentamos auxiliar al taxista, que estaba inconsciente, y luego


verificar a los demás. Notamos que el hombre del carro particular tenía tufo y que
no venía solo. También estaba una mujer, que fue remitida a la clínica Colombia,
y un hombre que después desapareció”, aseguró Andrés de la Torre, testigo del
accidente.

Según la Policía de Tránsito, a Prieto le practicaron tres pruebas de alcoholemia.


Las primeras dos determinaron que el subteniente sí conducía bajo los efectos del
alcohol. Sin embargo, la tercera prueba, realizada tres horas después por
Medicina Legal, salió negativa y por eso el entonces detenido ahora está en
libertad. Su caso será remitido a un fiscal seccional de Bogotá para seguir con la
investigación.

Lo preocupante para los familiares y el gremio taxista es que este caso quede en
la impunidad, pues de acuerdo con sus declaraciones, “si no es por los taxistas,
los policías habrían podido encubrir al conductor”. De acuerdo con De la Torre,
los taxistas que estaban en el lugar fueron al CAI de Hayuelos para corroborar
que se estuvieran haciendo los trámites correspondientes.

Kenna Rincón, hija del taxista fallecido, le dijo a este diario que el que hombre
que acompañaba al subteniente Prieto desapareció tras el accidente. Para ella y
otros testigos, queda el interrogante de quiénes lo acompañaban en el carro, pues
hasta ahora las autoridades desconocen sus nombres y su paradero. “Cuando
llegamos, Guillermo estaba muerto. Los taxistas me dijeron que tuviera cuidado,
porque el que iba conduciendo era un policía. Luego nos dimos cuenta de que
uno de los acompañante se había volado”, agregó la hija.

A la presión de los familiares se suma la del gremio de taxistas. Uno de los


voceros en pronunciarse sobre este caso fue Hugo Ospina, presidente de la
Asociación Nacional de Taxistas: “Estamos indignados y vamos a convocar a los
taxistas, porque no es posible que en el dictamen de tránsito el conductor
aparezca con grado uno de alcoholemia y tres horas más tarde Medicina Legal
diga lo contrario. ¿A qué entidad le creemos? ¿Si alguien conduce borracho es
inocente hasta que Medicina Legal demuestre lo contrario?”.

En mayo de este año la Policía reportó una reducción del 62% en la cifra de
conductores ebrios en la capital respecto al año pasado. Mientras que en los
primeros cinco meses de 2013 las autoridades registraron 5.020 pruebas de
alcoholemia positivas, en el mismo período de este año la cifra se redujo a 1.865.
De estos casos, solamente 49 correspondieron a mujeres. El 54% de los
conductores borrachos fueron motociclistas y el 46% fueron conductores de
carros. La reducción de accidentes relacionados con el consumo de alcohol,
según la Policía de Tránsito, está relacionada con la efectividad de la ley que
endureció las multas contra los conductores ebrios. Desde diciembre del año
pasado, las multas por conducir en estado de embriaguez ascendieron: si la
prueba de alcoholemia registra grado 1, la suspensión de la licencia es de tres
años y la sanción económica asciende a $3’537.000. En grado 3, la licencia es
suspendida por 10 años y la multa alcanza $14’148.000.

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