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ORIGEN Y CARACTERES.
Las circunstancias y hechos históricos que originan dicha transformación comienzan a partir
de un momento histórico de gran trascendencia en la vida jurídica romana: la creación de la
pretura peregrina, aproximadamente hacia el año 242 a.c.
Las legis actiones solamente podían ser utilizadas por ciudadanos romanos. Pero a medida que
la ciudad de Roma fue convirtiéndose en el centro mercantil y cultural del mundo
mediterráneo, los negocios con los extranjeros se multiplicaron, surgiendo litigios entre
ciudadanos romanos y extranjeros, o entre estos últimos, que no podían ser resueltos a través
de las legis actiones. De esta manera, en la jurisdicción del pretor peregrino se fue formando
un procedimiento que acabó imponiéndose por muchas de sus ventajas. Las causas
determinantes de que el proceso se encamine hacia las nuevas y más abiertas formas las
encontramos en el nuevo procedimiento que instaura la jurisdicción peregrina y en la
recepción de estas formas más simples en la urbana.
La jurisdicción internacional del pretor peregrino tendría un carácter arbitral, ya que al ser
distintos los ordenamientos jurídicos de los litigantes, el proceso adoptaría los cauces del
arbitraje.
Las nuevas formas y tendencias, imperantes en la jurisdicción peregrina, fueron acogidas por
la urbana y precipitaron la evolución hacia nuevas formas procesales. Los ciudadanos se
vieron atraídos por el nuevo procedimiento, más simple y menos arriesgado, y el mismo
pretor urbano tendía a imitar a su colega peregrino.
● Una ley Ebucia, aproximadamente del año 130 a. C., introdujo el procedimiento
formulario, aunque circunscrito exclusivamente a las reclamaciones que podían
tramitarse mediante la condictio. Para las restantes del ius civile entre ciudadanos
romanos, seguía vigente el procedimiento de las legis actiones.
● Dos leyes Julias de juicios públicos y privados, promulgadas por Augusto en el año 17
a. C., llevan a cabo transcendentales reformas. La ley Julia de juicios privados
reconoció la legalidad del procedimiento formulario para toda clase de reclamaciones
y las legis actiones quedaron abolidas.
La editio actionis extraprocesal exigía que el demandante mostrara todos los documentos y
pruebas que iba a hacer valer en el juicio. Así el demandado sabía perfectamente a qué
atenerse en el juicio y las pruebas que podían ser aportadas en él.
La citación ante el magistrado continúa siendo el acto formal por el cual el demandante debe
citar a juicio al demandado.
El demandado debe comparecer ante el magistrado, con independencia de que el actor haya
cumplimentado o no la editio actionis extraprocesal, y sólo algunas personas, por razón de su
cargo o de la inoportunidad del momento, pueden no ser citados a juicio (el cónsul, el
prefecto, procónsul y demás magistrados con imperio, el pontífice, los novios cuando
contraen matrimonio, ni el que va en la comitiva de un entierro, ni los locos, ni los menores,
ni los ascendientes...)
Podía suceder que sin tratarse de ninguno de estos casos, el llamado se ocultase.
Cuando en la primera comparecencia ante el pretor, no daba tiempo para terminar los
trámites procesales pertinentes y llegar a la litis contestatio, el demandado debía garantizar
la nueva comparecencia; esta garantía la prestaba él mismo mediante una sponsio, pero con
el refuerzo de otros fiadores (sponsores).
Presentes ya las partes ante el pretor, el demandante solicita del mismo la concesión de la
acción: editio y postulatio actionis.
El procedimiento formulario también podía terminar en la fase in iure, por alguna de las
siguientes causas:
En sentido general, la fórmula puede definirse como un acto de las partes, que se manifiesta
libremente a través de la aceptación de un modelo predispuesto por la ley o por el pretor.
Características:
■ Existen dos actos del pretor conexos a la fórmula: son el iudicium dare y
el iudicare iubere. Estos dos actos sancionan y dan eficacia práctica a la
fórmula. Con el iudicium dare la fórmula encuentra su reconocimiento y
efectos, y con el mandato de juzgar su definitiva sanción en cuanto se
envía al juez con orden de aplicarla.
Se diferencian las partes ordinarias, que son aquéllas que normalmente se encuentran en las
fórmulas, y las extraordinarias o accesorias, que son las que pueden agregarse a cualquier
clase de fórmula.
Partes ordinarias:
En todos los casos de acciones arbitra, el juez permite que sea el propio demandante quien
valore la cosa no restituida o no exhibida y preste juramento sobre su estimación.
Cuando el demandado no obedece al juez diciendo que no puede restituir, se distinguen dos
supuestos: si tiene la cosa y no obra con dolo malo se transfiere su posesión por ministerio
judicial y ejecución coactiva.
Si obró con dolo malo para no poder restituir, se le condena la cantidad que el adversario
hubiera jurado en estimación del litigio, pero sin limitación en la cuantía.
Partes extraordinarias:
La alegación del demandando en que consiste la exceptio podía ser contrarrestada por otra
del demandante o replicatio, que también quedaba incluida en la fórmula. En ocasiones, esta
réplica viene contestada por el demandado mediante una dúplica.
Las fórmulas son civiles o pretorias. Las civiles pueden derivar de una antigua legis actio. Así
sucede con la acción reivindicatoria, que proviene de la legis actio sacramento in rem, o la
fórmula de la actio certae creditae pecuniae.
Es el momento procesal central y a este momento es preciso referirse en relación con los
efectos que produce en el litigio, puesto que las partes han fijado sus posiciones: el actor, a
través de la acción ejercitada y concedida por el pretor, y el demandado, a través de las
excepciones propuestas. Los litigantes ya no pueden introducir variaciones. Las partes han
aceptado el iudicium concedido por el magistrado y se han sometido a la futura decisión del
juez o jueces.
1. Las cosas que son objeto del litigio no pueden ser vendidas.
1. El efecto más importante de la litis contestatio es la consumición de la acción. La
acción no puede volver a ejercitarse cuando es personal (in personam), con fórmula in
ius (basada en el ius civile) y se trate de un juicio legítimo.
En las acciones reales (in factum) o en los juicios que dependen del poder del magistrado, la
consumición de la acción también puede producirse, siempre y cuando el demandado haya
opuesto la excepción de cosa juzgada o deducida en juicio.
1. Las acciones intransmisibles, o las que tienen un plazo para su interposición, se hacen
a partir de la litis contestatio transmisibles y perpetuas.
1. La litis contestatio se produce una solo vez. En los casos de que alguna de las partes
muere o se produce un cambio de juez, es preciso redactar una nueva fórmula.
Cuando el demandado se oculta después de la litis contestatio se transfiere a su fiador
o fiadores.
Los litigantes que han designado al juez y han intervenido activamente en la redacción de la
fórmula, han asumido la obligación de comparecer ante el juez, con objeto de llevar a
término el juicio.
En esta fase tienen lugar los debates, siempre orales, de los abogados, cuya misión principal
consiste en la exposición pormenorizada de los medios de prueba que puedan aducir sus
defendidos.
a. Rige el principio de la libre apreciación de la prueba por parte del juez. El juez
no está sujeto a reglas ni a presunciones, o dispensas de prueba.
Cuando el juez ha formado su opinión en relación con el asunto debatido, emite la sentencia,
iudicatum. También puede abstenerse de juzgar si no ha llegado a formarse una idea clara
acerca del asunto litigioso, mediante el juramento non liquere.
Los litigantes que se sometieron a la decisión del juez vienen obligados a cumplir la
sentencia. Pero en caso de no hacerlo, debe ser cumplida aun en contra de la voluntad del
demandado y condenado. La ejecución de la sentencia es personal. Esto significa que también
esta época existe la ejecución personal y la semiesclavitud por deudas. La actio iudicati es
concedida por el pretor contra el condenado y el confessus, el demandante debía solicitarla
en el término de treinta días, contados a partir de haber sido pronunciada la sentencia.
Si el demandado se opone a la actio iudicati2, porque niega la deuda reconocida o por oponer
alguna exceptio, se tramita un nuevo proceso cuya pérdida le condenaría al doble.
La ejecución patrimonial se dirige contra todo el patrimonio del ejecutado aunque la suma de
la condena sea notoriamente inferior al valor del patrimonio. El pretor decreta la missio in
bona3, y en virtud de ese decreto el acreedor es puesto en posesión de los bienes del
ejecutado. Pero esa missio in bona reviste el carácter de mera detentación y sólo tiene por
objeto la conservación y administración del patrimonio.
El deudor al que se le embargue, que incurre en infamia, goza del beneficium competentiae
durante un año, respecto de las deudas y los acreedores que no hubiesen concurrido a la
venditio bonorum. El beneficium competentiae consiste en una condemnatio según las
posibilidades del deudor. Pero si hubiese vendido bienes con objeto de defraudar a los
acreedores, el pretor tiene la venta por no realizada, concediendo un interdictum
fraudatorium, destinado a la recuperación de la posesión de los bienes vendidos.
La venta de los bienes por partes, o distractio bonorum, está destinada al pago de los
acreedores evitando los perjuicios de una venta del patrimonio total. Evitaba además la
missio in bona y la nota de infamia.
Una ley introdujo la posibilidad de cediera los bienes el deudor (cessio bonorum) que se
encontraba en una situación de insolvencia sin culpa. Esta cesión evitaba el procedimiento
altamente perjudicial de la venditio bonorum, así como la nota de infamia. Es el deudor el
que debe solicitarla.
a. Interdictos. Son órdenes del pretor. Pueden estar dirigidas a prohibir ciertos
actos o hechos de carácter violento o, por el contrario, a ordenar la realización
de algún acto. Clasificaciones de los interdictos:
Según Ulpiano, los interdictos son de tres clases: los exhibitorios, los prohibitorios y los
restitutorios. Hay también otros mixtos que son prohibitorios y exhibitorios.
También hay interdictos simples y dobles. Son simples aquellos en los que hay un demandante
y un demandado. Se llaman dobles aquellos en los que la posición de ambos litigantes es
idéntica, sin que se pueda decir quién es demandado y demandante, sino que tanto uno como
otro litigante asumen a la vez la función de demandado y demandante. (Gayo).
El actos debe solicitar del pretor el interdicto mediante una postulatio interdicti. Éste realiza
a continuación un breve examen de los hechos que dan lugar a la solicitud del interdicto y, si
lo estima, emite un decreto que contiene la orden prohibiendo u ordenando la actuación
solicitada.
Si ante la orden del pretor el demandado o demandados no la acatan, podría abrirse el
procedimiento ex interdicto para llevar a cabo su ejecución.
Las restitutiones in integrum pueden tener lugar antes o después de haberse celebrado el
juicio y se da en los supuestos siguientes:
● En atención a la edad (ob aetatem), a los menores de veinticinco años con tutor falso.
● En atención a la ausencia rei publicae causa (ob absentiam) y que por este motivo
hubiese sufrido perjuicio.
● A causa del dolo (ob dolum).
La restitutio in integrum se solicita del magistrado, postulatio, quién la concede mediante
decreto si la estima procedente.