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La herramienta del mal

Pedro se encontraba de espaldas al campamento de su abuelo, mientras talaba un gran árbol, que
por sus cualidades se resistía a ceder ante el filo de su hacha, pero finalmente logró cortarlo para
posteriormente dividirlo en pequeñas fracciones facilitando así su traslado hasta la ubicación de su
pariente, la magnitud del árbol hizo de esta tarea una muy dispendiosa, pero el ruido producido
por la oscilación del hacha y su contacto con la madera parecía apresar a este joven que
desadvertía por completo la fatiga que recorría sus músculos y el ocaso del sol, mas al término de
su labor se percató que la oscuridad embebía el bosque en el que se encontraba, Pedro un tanto
desconcertado por el paso del tiempo se dispuso a retornar al sitio en donde se encontraba su
abuelo, y lo que vio en aquel lugar hizo que deseara nunca haber tenido ojos, pues el cuerpo del
anciano se encontraba finamente descuartizado a lo largo del campamento.

Hago una pausa en este momento de la historia para advertir como la mayoría de los humanos
crean su realidad a partir de aquello que perciben sus sentidos sin percatarse de que estos son tan
manipulables como la realidad misma que los rodea, y esa ciega fe en su percepción los convierte
en el objetivo favorito de diversos seres malvados que los usan como herramientas para satisfacer
sus mas impuros deseos.

El joven tembloroso por tan horrendo hallazgo se dirigió al pueblo más cercano en busca de ayuda,
sin darse cuenta que las manchas de sangre presentes en su rostro y en sus manos lo delataban
como el autor de tan atroz asesinato.

Daniel Ramírez Valencia

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