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La escritura y la lectura como parte de mi vida

Por: Cristian Dario Prieto Avella Grupo: 303


Los humanos somos seres sociales y como seres sociales que somos tenemos la
necesidad de comunicarnos y comunicar nuestras ideas. Para esto hemos desarrollado
una serie de mecanismos como fue primero la oralidad y la escucha para
posteriormente desarrollar la escritura y la lectura. Que a fin de cuentas no es más que
establecer una serie de símbolos con un significado común entre un conjunto de
personas para después interpretarlo. En el caso de la escritura y la lectura a diferencia
de la oralidad y la escucha, que se empiezan incluso desde el vientre de nuestras
madres, son habilidades que se aprenden más conscientemente (en caso de ser
aprendidas). Cada persona tiene una historia diferente sobre el desarrollo de estas
mismas. Esta es mi historia.

Mi primer acercamiento a la escritura fue obviamente con su simbología. Lo primero


que recuerdo de esta es cuando en el jardín de niños la profesora nos ponía a decorar
las vocales con escarcha, pinturas, bolas de papel o simplemente coloreándolas. En
este punto de mi vida, con no más de 2 años, me presentaron a estas 5 amigas. Que
en combinación con las 22 consonantes formas 2.136 silabas que a su vez forman
millones de palabras; que a su vez forman una cantidad incalculable de oraciones; que
a su vez forman una cantidad aún mayor de párrafos; que a su vez forman infinitos
textos; que son capases de representar todas las ideas habidas y por haber. El poder
llevar, de alguna manera, estos elementos tan abstractos al mundo real, me parece
fascinante y es lo que me atrae al mundo de la escritura y la lectura. Sin embargo, a mi
yo de 2 años no le parecía tan fascinante. Como la mayoría de niños estaba interesado
en otras cosas dejando la lectura de lado.

Después de unos años, cuando ya estaba en el colegio, en esa etapa donde te


empiezan a hacer dictados. Mis habilidades con la escritura y la lectura seguían
seriamente limitadas, pues aunque podía leer y escribir oraciones muy cortas podía
durar incluso horas en eso. Justo en estas épocas era diciembre y en mi casa a los
adultos se les ocurrió la grandiosa idea de hacer competir a los niños. El principio ellos
lo hacían para hacernos repasar lo que aprendíamos en la escuela, pero en ese
momento en lo único que pensábamos nosotros era en los dulces que nos daban como
premio. Eran dos pruebas una en la tarde y otra en la noche. La primera consistía en 5
problemas de operaciones básicas matemáticas (suma, resta, multiplicación, división),
en la segunda prueba teníamos que leer una parte de la novena en presencia de toda
la familia. En la primera parte nunca tuve ningún problema y anqué ocasiones una que
otra operación me quedaba mal casi siempre ganaba, pero cuando llegaba la noche
enserio me paraliza. Como dije antes podía durar horas leyendo una sola oración, así
que lo que pasó fue que los primeros días ni siquiera podía terminar. Los adultos me
quitaban la novena cansados de esperar a que terminara. Para los últimos días de la
novena elabore un sistema donde hacia un poco de trampa. Antes de empezar la
novena le decía a mi hermano mayor que me leyera la parte que me tocaba a mí para
supuestamente entender lo que decía, pero en realidad lo que hacía era grabarme lo
que lo que leía mi hermano. Para después en la noche simular que leía mientras decía
lo que me había grabado de memoria. Todos pensaban que había mejorado pero en
realidad ni siquiera intentaba leer. Desde esa navidad odio leer en público y la brecha
que tenía con el mudo de las letras se amplió.

Aunque no sería así para siempre. En una ocasión, cuando todavía era niño, me
encontré con un libro cuya ilustración me llamo la atención. Era un libro de historias
cortas y mi padre al ver mi interés procedió a leerme la primera historia. Desde ese día
por los siguientes días buscaba siempre a mi padre para que me leyera la siguiente
historia. Hasta que un día las historias simplemente acabaron, cuando le lleve otro libro
que he había llamado la atención mi padre ya se había cansado de tenerme todos los
días con él. Entonces me dijo que si quería saber que decía el libro tenía que leerlo yo,
era un libro mucho más pequeño que el anterior así que de mala gana empecé a leer.
“Que me cuenten historias… Es lo que a mí más me gusta y ha gustado siempre” estas
son las primeras palabra del libro Por todos los dioses y también las primeras palabras
del primer libro que leí. Me identifique tanto con esas palabras que desde ese día
disfruto escuchando, viendo o leyendo todo tipo de historias. Gracias a mi padre
descubrí mi gusto por las historias, supongo que es una de las pocas cosas que le
puedo agradecer. Se pude decir que desde hay disfruto más de leer. Sin embargo, ya
que esta no era la única forma de disfrutar de las historias, no era muy frecuente mi
lectura.

Hubo una etapa en mi vida que yo llamo, la época oscura porque la verdad no tengo
recuerdo alguno de lo que sucedió en esa fracción de tiempo. Lo único que sé es que
termino alrededor de mis 14 años y que después de eso mi personalidad había
cambiado drásticamente. Había pasado de ser una persona callada y reservada que
pasaba la vida en piloto automático a una persona mucho más conversadora; que ya
no aceptaba las cosas solo porque si, en lugar de eso me preguntaba porque las cosas
eran de tal o cual manera; podía pasar días pensando en un concepto; ya quería hacer
más cosas y no solo vivir por vivir; quería disfrutar de mi existencia. También en esta
parte de mi vida fue cuando leí El principito de Antoine de Saint-Exuperio, un libro que
me mostro que un texto podía ser interpretado de diferentes formas y que una historia
podía ser una gigantesca metáfora sobre cualquier cosa.

Entonces me empecé a interesar por la filosofía de Sócrates, Nietzsche y Camus. Por


supuesto sus escritos también me llamaron la atención, fue aquí cuando leí mi primer y
último libro digital. El mito de Sísifo fue un libro cuyo concepto de lo absurdo me
encanto pero que por el formato en que lo consumí no fue muy disfrutable.

Entonces llegue a la conclusión de que la mejor forma para la lectura era en su forma
impresa, al contrario de la escritura que se me facilita más en la forma digital,
suprimiendo mi mala letra y ortografía. Aunque, esta última no me ha interesado mucho
hasta hace poco. Cuando llegue a la universidad y por fin un profesor pudo explicarme
bien el concepto y la utilidad de los signos de puntuación. Antes solo me explicaban los
signos desde la perspectiva del lector, como pausas para tomar aire, pero nadie me
había enseñado que estos servían para separar ideas. Agradezco mucho esto, pues
ahora a pesar de que me falte mucho quiero mejorar mi escritura. Porque entiendo bien
que la escritura y la lectura me han acompañado y me seguirán acompañando a lo
largo de mi vida.

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