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La desertificación1 es un proceso de degradación ecológica en el que el suelo

fértil y productivo pierde total o parcialmente el potencial de producción.

Las causas de la desertificación son la deforestación y destrucción de la cubierta


vegetal, la subsiguiente erosión de los suelos, la sobreexplotación de acuíferos,
la sobreirrigación y consecuente salinización de las tierras o la falta de agua.
Con frecuencia el ser humano favorece e incrementa este proceso como consecuencia
de actividades como el cultivo y el pastoreo excesivos o la deforestación.2

El cambio climático también puede ser una causa de la desertificación mediante la


reducción o las alteraciones en los patrones de las precipitaciones, lo cual
provoca un mayor estrés hídrico y largos periodos de sequía en distintas zonas de
África, Europa y Asia.[cita requerida] Esta escasez de lluvias tendría también
efecto directo en los cultivos de secano provocando una reducción de producción de
los mismos. Estos aumentos de temperatura y la reducción de las cantidades de
lluvia provocarán la desaparición de gran parte de los bosque de América Latina.

Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el
35 % de la superficie de los continentes puede considerarse como áreas desérticas.3
Dentro de estos territorios sobreviven millones de personas en condiciones de
persistente sequía y escasez de alimentos. Entre muchos otros factores, se
considera que la expansión de estos desiertos se debe a acciones humanas.4

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