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El petróleo y la guerra
contra el terrorismo
Fragmento de regalo
Colección
Ciencias Políticas
www.librosenred.com
Dirección General: Marcelo Perazolo
Diseño de cubierta: Daniela Ferrán
Diagramación de interiores:Julieta L. Mariatti
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Índice
Introducción 9
Capítulo 1 10
El 11 de septiembre de 2001 10
El autor del atentado 14
El motivo de la guerra 15
La oferta rechazada 16
Conocer al enemigo 17
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Capítulo 1
En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia,
pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.
Nicolás Maquiavelo
El 11 de septiembre de 2001
En la mañana del 11 de septiembre de 2001, entré a un establecimiento
para ordenar un café y algo de comer. Era una panadería cerca de donde
yo trabajaba, en Guayabo, Puerto Rico. Acudía a diario a este lugar, casi
siempre a la misma hora.
Desde que llegué me percaté de que tenían la radio encendida en una
emisora que no trasmitía música, algo que era inusual. Los empleados
estaban pendientes de la radio, que se encontraba en el área de trabajo,
lejos del lugar donde se atendía al público.
Pregunté:
–¿Pasó algo? ¿Qué? ¿No me quieren atender?
Un empleado me contestó:
–¡Cano!, ¿es que tú no sabes lo que pasó?
Yo le respondí:
–No, dime.
Así fue que me enteré de lo que estaba ocurriendo ese fatídico día.
Yo no permanecí mucho en mi trabajo esa jornada; en realidad, no podía.
Me tuve que ir a mi casa, lo cual no me hizo sentir mejor. El resto del día
lo pasé como la mayoría de los estadounidenses: mirando televisión y
sufriendo de diferentes sensaciones, todas cambiantes, todas extremas.
Sentí rabia, odio, miedo, lástima y confusión, todo en su límite: fue uno de
los peores días de mi vida.
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Jesús Manuel Bonilla
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Conociendo la realidad
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Jesús Manuel Bonilla
Comentarios:
En 1898, el presidente William McKinley se dirigió a la nación para informar
que necesitaba voluntarios para librar una guerra contra el Imperio español.
Al otro día, un millón de ciudadanos americanos atendieron el reclamo de
su presidente. Esto no empecé a que la mayoría no sabía de qué se trataba,
nunca habían tenido un problema con ningún español, y España no había
atacado a los EE.UU.
1. Traigo este tema a escena porque entiendo que si George Bush
hubiese realizado el mismo reclamo, habrían sido millones de
voluntarios los que hubiesen respondido. Aun hoy día, después de
todo lo que ha sucedido con el asunto de la guerra, si el presidente
Barack Obama hiciera el mismo llamado, se podría igualar o superar
la cifra de 1898.
2. Entiendo que el abuso al que se ha sometido a nuestros activos y
reservistas ha sido injusto. Nuestras tropas han estado más tiempo en
servicio en estos casi 10 años que cualquier ejército norteamericano en
el pasado. Ellos están cansados mental y físicamente.
3. Esto no tenía que haber sido así. El presidente Bush, conociendo el
problema que tenía entre manos y con la popularidad de los primeros
años de su administración, unido al nivel de patriotismo reinante; pudo
haber creado el ejército adecuado para esta operación.
4. Los soldados que vuelven a casa no tienen que regresar en la rotación
una y otra vez. A esto hay que añadirle las regiones que nuestras tropas
han recuperado de terroristas e insurgentes que, luego de haberlas
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El motivo de la guerra
La razón que motivó a Bin Laden y a Al Qaeda a declararle la guerra a los
Estados Unidos fue la presencia de tropas y bases militares estadounidenses
en territorio saudita. Estas tropas fueron ubicadas allí para garantizar que
Saddam Hussein (presidente de Irak desde el 16 de julio de 1979 hasta el 9
de abril de 2003) no invadiese el reino de Arabia Saudita y para sacar a las
fuerzas invasoras iraquíes del emirato de Kuwait, esto durante la Primera
Guerra del Golfo de 1991.
Luego de que finalizara la Primera Guerra del Golfo, la presencia militar
estadounidense permaneció en territorio saudita. Esta presencia militar
era para hacer valer una resolución de las Naciones Unidas (ONU), que
prohibía al régimen de Saddam Hussein realizar excursiones aéreas en
ciertas zonas iraquíes (resolución de la ONU número 688 del 5 de abril
de 1991) .
Esta resolución tenía como propósito proteger a la población civil que se
había rebelado contra el régimen durante la guerra y que en el pasado
había sido víctima de ataques aéreos con armas químicas por parte de
Saddam Hussein y su régimen del terror.
Estas bases militares se encontraban allí con el permiso de las autoridades
sauditas y con el conocimiento y aceptación de las Naciones Unidas,
quienes a su vez autorizaban las misiones que se realizaban en estas
bases.
Estas bases aéreas en territorio saudita servían también como protección
al reino. Es muy conocido que, aun después de enormes gastos militares
por parte del reino saudí, las fuerzas armadas sauditas son una de las más
vulnerables en la región.
El presupuesto militar saudí se utiliza, en su mayoría, en la fuerza aérea
y en el campo de la inteligencia militar (servicios secretos), no tanto en el
ejército convencional. La familia real saudí no confía mucho en ejércitos
grandes; tal vez temen ser derrocados por estos, práctica muy común en
Oriente Medio.
Los Estados Unidos siempre han protegido a la familia real (dinastía
Saúl), desde la época del presidente estadounidense Dwight David “Ike”
Eisenhower. La amistad americana-saudita siempre ha sido altamente
productiva para ambas naciones.
Los Estados Unidos han obtenido el petróleo a un menor costo, a
diferencia de Europa o Canadá, donde la gasolina es más cara. La
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L a oferta rechazada
Cuando tropas iraquíes invadieron el emirato de Kuwait el 2 de agosto
1990, el reino de Arabia Saudita se sintió amenazado, en especial cuando se
percataron de que el ejército de Saddam Hussein se estaba concentrando
en la frontera con su país.
El rey de arabia Saudita Fahd bin Abd Aziz (16/2/23 al 1/8/05) había recibido
una oferta de parte del presidente Bush (padre) para el envío de un fuerte
contingente militar estadounidense. Esta le llegó al rey vía los generales
Colin Powell y H. Norman Schwarzkopf, quienes habían viajado hasta Arabia
Saudita para tratar de convencer al rey de que su país necesitaba la ayuda
estadounidense para defender su reino.
Más tarde, Osama Bin Laden se acerca al rey de Arabia Saudita y le ofrece
traer su ejército de muyahidín para proteger el reino en caso de un ataque
y para sacar por la fuerza a las tropas de Saddam Hussein del emirato de
Kuwait. El rey decide aceptar la oferta de los Estados Unidos y rechaza la
de Bin Laden.
Esto enfureció a Osama que, hasta ese momento, era tratado como el
hijo pródigo en Arabia Saudita. Osama rompió su relación con la realeza
saudí y le declaró la Guerra Santa a los infieles americanos y a los traidores
monarcas saudíes.
No es casualidad que Osama (y solo Osama) decidiera que doce de los
diecinueve atacantes suicidas que participaron en los ataques del 11 de
septiembre fueran sauditas. Esto era parte del mensaje dirigido a los
Estados Unidos y a la realeza saudí ese fatídico día de septiembre de 2001.
Kamil. –No se puede aceptar que ejércitos infieles acampen y vi-
van en tierras santas, como parte de un negocio de la familia
real con los americanos. Tropas americanas en tierras del profeta
Mahoma sólo pueden significar una cosa: declaración de guerra.
Si los musulmanes carecemos de gobiernos valientes que den a respe-
tar nuestros principios y nuestra fe por temor a perder el poder, pues
tienen entonces que surgir figuras como Osama para que cubran ese
vacío ético.
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Jesús Manuel Bonilla
Conocer al enemigo
Jesús. –La operación militar realizada por Al Qaeda el 11 de
septiembre de 2001 nos da una imagen de la realidad a la
que nos enfrentamos; nos muestra el rostro del enemigo. Un
enemigo que desafía y supera todo lo que nos hemos enfren-
tado antes.
Podemos decir que quienes nos atacaron eran unos asesinos cobardes,
sin ninguna consideración a la vida, pero lo que debemos concientizar
para beneficio en nuestra lucha es que son individuos pacientes y
calculadores, que están determinados a continuar con la misión que se
les ha asignado.
Los enemigos de América pelean y se sacrifican, no por los hombres o por
una nación, una filosofía o una manera material de ver la vida (el sueño
americano). Pelean por Dios, por lo que Dios ha profetizado en un libro
sagrado. Esa es la doctrina que les enseñan; eso es exactamente lo que
creen; esa es la verdad en sus cabezas.
Nada que tú o yo digamos o escribamos cambiará eso. Ante esto me
pregunto: ¿qué se puede hacer? ¿Cómo se combate a un ejército así? ¿Puede
haber una causa más justa que la causa de Dios?
No es casualidad que el presidente Bush definiera la causa antiextremista
como la lucha entre el bien y el mal. Esta retórica no salió de la cabeza
de Bush, sino de una oficina dedicada a estrategia militar. “Si tu enemigo
posee un buen discurso, tú tienes que inventarte uno igual o mejor”.
Kamil. –¿Qué es eso del sueño americano? ¿Dedicar la mayor par-
te de la vida a trabajar para tener productos materiales? Una ca-
sa, un carro… Tener que someterse mientras uno viva a bancos,
aseguradoras y organismos recaudadores de impuestos. ¿De eso
se trata la felicidad en América? Sabrán los americanos que exis-
ten millones de personas que no quieren ese estilo de vida, al que
consideran superficial y patético.
El atacante suicida
Jesús. – El prototipo de un atacante suicida es el de una persona
orgullosa, familiar, pobre, religiosa, con una vida y un futuro mi-
serable. Al decidir integrarse a esta legión de atacantes suicidas
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Conociendo la realidad
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Los terroristas islámicos pueden tener sus razones para ser como son,
pero esto no cambia nada, hay que vencerlos. No porque los odiemos o
porque creamos que son malas personas, sino porque son una amenaza a
la civilización. Ellos cruzaron una línea imaginaria y llegaron a los extremos,
esto hace que los terroristas y la civilización no puedan coexistir en un
mismo mundo. ¡No es algo personal!
Todos odiamos la civilización por algo y todos tenemos nuestras razones, pero
la civilización tiene derecho a defenderse si es atacada. Una superpotencia
tiene el derecho a defenderse y una nación tiene el deber de defender a sus
ciudadanos de la manera que sea más efectiva.
¡Claro está! Si los terroristas renunciaran a las armas y decidieran integrarse
a esta imperfecta y odiada civilización, se les podría perdonar. Pero yo estoy
seguro de que no lo harán.
Kamil. –Nosotros no vamos a desarmarnos por varias razones. Pri-
mero, Alá está con nosotros en este conflicto. Segundo, estamos
ganando la guerra, ¿por qué desarmarnos? Y tercero, tenemos
muchos enemigos en todos lados, si nos desarmamos nos matan.
Los americanos no nos van a proteger de aquellos que busquen
represalias. Ya no se puede parar. Aunque queramos... Ya es tar-
de; no se puede echar el reloj hacia atrás.
Jesús. – Muchos americanos tenemos la tendencia de interpretar
las acciones de los atacantes suicidas como antinaturales; accio-
nes que solo responden a mentes desquiciadas. Tendemos a ridi-
culizar los actos de estos suicidas con esas esperanzas de las siete
vírgenes que los esperan en el paraíso una vez que se inmolen.
La realidad es que en las vírgenes es en lo menos que piensan estos suicidas
cuando están efectuando sus ataques. Por lo general van concentrados en
su misión; tienen más miedo a fracasar que a la muerte en sí. Se consideran
soldados con un deber que cumplir, y esto convierte los últimos segundos
de sus vidas en un todo.
Kamil. –¿Qué religión es esa que cuando uno se muere y va al
paraíso no se encuentra con vírgenes? ¿Con quién se supone que
vamos a fornicar?
¡Con los ángeles! Tal vez por eso es que los americanos tienen dilemas
con el sexo, tienen que tener todo el sexo que puedan en la Tierra
porque, cuando se mueren, en su paraíso no hay nada de eso; se
tienen que conformar con la presencia de Jesús. ¿Eso es un paraíso?
¡Qué aburrido!
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El ataque
Jesús. –En los Estados Unidos se hablaba y escribía mucho sobre
el peligro de ataques terroristas en suelo estadounidense mucho
antes de que ocurrieran los atentados de septiembre de 2001. Los
servicios de inteligencia estadounidenses reconocían que era la
nueva guerra tanto del presente como del futuro.
La población estadounidense había experimentado ataques terroristas
dentro de los Estados Unidos dentro y fuera de ellos con anterioridad a esa
fecha; incluso los estudios cinematográficos lograban grandes dividendos
haciendo películas que atendían las consecuencias catastróficas de esta
amenaza.
El pueblo norteamericano y su gobierno estaban a la espera de la era del
terrorismo pero, cuando esta llegó, la realidad fue tan escalofriante que
todos nos comportamos como si fuera algo que nunca nos hubiésemos
imaginado. Yo comparo esto a las poblaciones que se encuentran en zonas
de gran incidencia telúrica o zonas susceptibles a catástrofes climáticas.
“No importa cuánto uno crea que se ha preparado para lo que viene;
cuando llega, descubres que nada te prepara para lo que presencias”.
Si comparamos el daño psicológico que dicho ataque dejó en la mente de
los estadounidenses, con los ataques previos que han sufrido los Estados
Unidos, ninguno tuvo el impacto que tuvo este, ni siquiera podemos
compararlo con el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941.
Kamil. –Nuestros yihadistas completaron su misión con valentía y
humildad; lograron hacerle a los Estados Unidos lo que imperios
como el japonés, el nazi y el soviético no pudieron: ponerlos de
rodillas. “Con poco esfuerzo se puede hacer mucho daño, y con
mucho daño se puede cambiar el mundo” Se buscaba una nueva
era y se logró el objetivo. Por ese lado: misión cumplida.
Jesús. –América fue atacada de esa forma tan terrible por te-
ner un sistema de defensa deficiente. El sistema de defensa esta-
dounidense, en especial el de los servicios de inteligencia, fueron
confeccionados para defenderse de otros países, como la antigua
Unión Soviética.
Durante la Guerra Fría, la CIA (Agencia Central de Inteligencia, por sus siglas
en inglés) y el FBI (Oficina Federal de Investigaciones, por sus siglas en inglés)
efectuaban tareas de inteligencia fuera de lugares religiosos. Cuando llega
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Conociendo la realidad
Clinton
En el verano de 1999, el presidente Clinton les concede un indulto a dieciséis
terroristas puertorriqueños que conformaban una agrupación terrorista
llamada FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional) “Los macheteros”.
Era, hasta el 11 de septiembre, la agrupación terrorista que más lejos había
llegado, con el ataque directo al Congreso de los Estados Unidos. Este fue el
último mensaje que Bill Clinton le envía al resto de los grupos terroristas en el
mundo.
Es un mensaje extendido también a los familiares de las víctimas de este
grupo terrorista, que se opusieron en vano al indulto. Aunque le suplicaron
a su presidente que no lo concediera, Clinton decidió dejar en libertad a
militantes de la organización terrorista que más atentados había perpetrado
en los Estados Unidos después de Al Qaeda y el KKK (Ku Klux Klan).
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L as armas y estrategias
Jesús. –El enemigo que enfrentamos es uno que aparenta care-
cer de los recursos para librar una guerra, en especial con una
superpotencia como los Estados Unidos. Pero para sorpresa de
muchos, este enemigo trae al escenario de guerra armas y estra-
tegias que están diseñadas para luchar y vencer en este tipo de
conflicto.
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Jesús Manuel Bonilla
Los Estados Unidos poseen un arsenal militar como ningún otro país en la
historia de la humanidad. Se trata de bombas inteligentes que reducen la
posibilidad de errar a un objetivo. No obstante; por más impresionante que
esta tecnología pueda parecer, no existen en el arsenal estadounidense
bombas más inteligentes que un atacante suicida.
Esta bomba inteligente puede usar todas las neuronas de un cerebro
humano para decidir dónde, cómo y cuándo activarse. Los Estados Unidos
no poseen nada en su arsenal que se asemeje a esto.
Los Estados Unidos poseen un discurso de libertad y democracia que motiva
a sus tropas y les ayuda a ganar adeptos a su causa, aun en el terreno
enemigo; pero el enemigo responde con discursos coránicos arraigados en
la fe y la devoción religiosa para lograr el mismo propósito. El alto mando
militar norteamericano no puede traer nada que compita con el mismo
nivel de pasión y entrega a una causa como lo que traen estos extremistas
islámicos.
En el campo de batalla, los extremistas musulmanes solo escuchan un
discurso, un grito de guerra: “¡Yihad!”, y su misión es clara y fácil. “Even a
caveman can do it”.
En los Estados Unidos la historia es muy diferente, uno escucha cientos
de discursos que van de lo patriótico a lo apocalíptico, hasta llegar a las
disparatadas, pero superentretenidas, paranoias conspirativas.
Kamil. – Nuestro campo de batalla es donde esté el enemigo. El
campo de batalla de los americanos es prolífico y complicado.
Ellos pelean en la prensa, en la televisión, en Hollywood, en los
hogares, en las calles y en las universidades.
Cada uno de esos campos de batalla es diferente y conlleva una estrategia
diferente, pero son estos campos de batalla los que nosotros no conocemos
y no nos importa.
Nuestra lucha es sencilla, se puede resumir en pocas palabras: donde veas
al enemigo mátalo; si se esconde, búscalo; si huye, síguelo; y si viene con
fuerza, corre y encuentra refugio. Pero ¿cuál era la estrategia militar de los
norteamericanos? ¿Existe algún norteamericano que me lo pueda explicar?
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