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Planta del Antiguo Borgo Vaticano con la ubicación
del Circo de Adriano.
Carlo Fontana, 1694
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BREVE HISTORIA DEL BORGO VATICANO
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Las Siete Iglesias Mayores en 1575, Gra-
bado de A. Lafrery.
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Con el traslado de la sede papal a Avignon en 1305 comienza
un período de decadencia para el Borgo que durará hasta el
pontificado de Nicolás V, cuando aparece la primera idea de
intervención radical para crear nueva ciudad, y se trasciende la
consideración de la basílica como un hecho aislado. Desde sus
inicios el Borgo Vaticano se había configurado como una ciudad
autónoma. Excluido de las murallas aurelianas, signo y límite de
Roma, se mantiene en una contraposición que no será sólo
topográfica o urbanística sino, sobre todo, estratégica y políti-
ca. El auténtico inventor de este modelo es Nicolás V. El Borgo
Vaticano tendrá que competir con otras zonas que encarnan y
personifican los otros poderes de Roma: el Campidoglio, como
localización del poder comunal y emblema de la Roma milenaria
y el Laterano, sede del obispado de la ciudad y símbolo de la
gloria imperial cristianizada en su relación con Constantino.
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Vista general de la Plaza de San Pedro
antes de la reconstrucción de la basílica.
Dibujo de Philip Galle de finales del
XVII.
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EL PROYECTO DE NICOLÁS V.
LA CIUDAD NUEVA PARA EL VIEJO BORGO VATI-
CANO
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Detalle del Borgo Vaticano en Urbis
Roma Descrptio. Brambilla, 1590.
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El Borgo Vaticano en la Planta de Roma
de Cataro.
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que las conectaban y edificios7 y rasgos decorativos. Nos cen-
traremos en la idea de Nicolás V de la plaza que debía prece-
der a la basílica de San Pedro y las calles que accedían a ella y
veremos como ésta se anticipa en más de un siglo a la opera-
ción realizada por Bernini durante el papado de Alejandro VII,
e incluso al proyecto de Piacentini.
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El ancho de la plaza vendría condicionado por la distancia de
las dos calles laterales. Los puntos terminales de las calles se-
rían la puerta central para la calle central de la basílica, la en-
trada principal al palacio para una de las laterales y para la otra
el obelisco en su emplazamiento original al sur de la basílica.
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con forma de arco. Y estos tres arcos habrían sido probable-
mente la columnata. En cuanto a las edificaciones que confor-
marían las calles explica que estarían dotadas de pórticos conti-
nuos a ambos lados, entre cuyos espacios existirían comercios,
tiendas y pequeños talleres con viviendas en los pisos superio-
res. Las breves descripciones de casas con pórticos y talleres
se corresponden a un prototipo de casa común en Roma a lo
largo de toda la Edad Media. En cuanto a la basílica de San
Pedro el proyecto de Nicolás V contempla restaurar y ampliar
el edificio constantiniano y medieval sin sustituirlo por uno de
nueva planta. Y describe alguna de las intervenciones que se
realizan. Al Palacio Vaticano se le añaden nuevas construccio-
nes y se remodelan antiguas que Manetti describe en detalle.
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Detalle de la Plaza de San Pedro en la
Planta de Roma de Dupèrac.
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NOTAS
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cano. En la zona Sur del Borgo hay partes de las murallas que parecen
haber sido construidas en tiempos de Nicolás V aunque fueron
sustituyéndose posteriormente. Según Manetti el palacio y la basílica
iban a ser parte del sistema defensivo.
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Domenico Fontana presenta a Sixto V el
proyecto de la Biblioteca Vaticana.
Pietro Facchetti
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SIXTO V Y DOMENICO FONTANA.
LOS OBELISCOS Y LA CUALIFICACIÓN DEL
VACÍO
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sólo existe uno de ellos allí y se conoce el paradero de otros
ocho: tres en Roma, uno en Florencia, dos en Constantinopla,
uno en Nueva York y uno en Londres. Hoy quedan solamente
nueve obeliscos en Egipto, otros nueve de origen egipcio se en-
cuentran en Roma y diez más están derribados o destruidos en
distintos lugares.
Los romanos conquistaron Egipto en el año 30 a.d. C. Al menos Uso del obelisco como reloj de sol inven-
tado por los romanos. L´Arte di restuire.
quince obeliscos fueron trasladados a territorio romano. El barco Meyer, 1685.
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las basílicas define la ciudad en clave monumental a través de
las referencias visuales que suponen los hitos pétreos. En el
traslado del Obelisco Vaticano se combinaron tres elementos:
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ellos el apóstol Pedro, en las proximidades de los mismos ci-
mientos del templo que ahora se erigía en su honor. El traslado
de un monumento tan importante desde su emplazamiento es-
condido junto a la Sacristía, era una obra simbólica, si se con-
vertía además en el monumento principal que ocupara el centro
de la nueva Plaza que se proyectaba ante la Iglesia dedicada al
mártir. En el momento del traslado las naves de San Pedro se
encuentran en construcción y aún se encuentra la Antigua
Sacristía circular.
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La propuesta de Fontana es una combinación de madera, tiran-
tes, palancas, cuerdas y poleas para elevar el obelisco, y los
rodillos que permiten su traslado en posición horizontal a su
nuevo emplazamiento. Se promulgó un edicto que autorizaba a
Fontana a obtener la mano de obra y medios necesarios, así
como servidumbres de paso.
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Plaza de San Pedro durante la primera
elevación del Obelisco, Abril 1586.
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Colocación del Obelisco de Luxor en la pla-
za de la Concordia de París, 1836.
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Veduta de Roma con la nueva Strada
Sixtina, en la Biblioteca Vaticana.
En este punto, junto a la idea poética del vacío del mundo se-
ñalado por piedras verticales, de obeliscos circulando por el
Iglesia de San Carlino. Francesco Borromini. mundo a través de siglos y océanos, aparece la idea del pliegue
de la ciudad de Roma en la operación del Buco de Piranesi en
la puerta y el jardín de la Orden de Malta en el Priorato. En
palabras de Deleuze:
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Plaza de San Pedro en 1642. Pintu-
ra anónima. Roma, Palazzo
Venezia.
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LA PLAZA DE SAN PEDRO DE ROMA DE
BERNINI 1656-67
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En 1586 la fachada a la plaza aún consistía en una amalgama
de cinco edificios. Estos fueron demolidos y la gran fachada de
San Pedro, como la conocemos hoy, junto con su pórtico, fue
construida por el sobrino de Fontana, Carlo Maderno, y no fue
terminada y consagrada hasta 1626. La vieja fachada fue de-
molida en 1605 y la nave fue prolongada hacia el lado del obe-
lisco. Maderno desfiguró la centralidad del cuadrado de Miguel
Ángel con la inclusión de un cuerpo longitudinal a modo de
nave y con ello la cúpula, eje de aquella centralidad, quedaba
reducida a una función puramente litúrgica. Para el diseño de la
fachada, Maderno se ajustó al sistema del coro y transeptos de
Miguel Ángel que tuvo que continuar a lo largo del exterior de
la nave. La columnata tardó en construirse otros setenta años.
Bernini no desfiguró sino que transfiguró la imagen que había
concebido Miguel Ángel. Hoy no podemos intuir la imagen que
de San Pedro concibió Miguel Ángel sino es a través de la in-
terpretación triunfalista que de ella hizo Bernini2.
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con algunas de las principales ideas barrocas. Más allá de cues-
tiones ideológicas y semánticas, el barroco romano posee como
característica su atención a la ciudad, abandonando la obsesión
por los edificios separados de su contexto. La arquitectura, por
primera vez se entiende constructora de la ciudad, relacionando
Área del Borgo Vaticano en la planta de
el proyecto del edificio con el de su contexto en una ciudad que
Tempesta y De Rossi, 1693.
en estos años de importantes conquistas cristianas, transmite una
atmósfera moral triunfante que ejercerá gran influencia en el de-
sarrollo de las artes y las costumbres de los años siguientes.
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este gran estilo la arquitectura tiende cada vez más hacia lo
grande y lo grandísimo. El gusto por lo grande y colosal, más o
menos familiar en Roma desde la antigüedad tiene en la opera-
ción del vacío de San Pedro un ejemplo decisivo.
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Nuevamente, un procedimiento de teatro acudía a servir a una
idea religiosa. A esta iglesia de peregrinaje, cuya sola vista era
una oración y que debía despertar la emoción del peregrino al
término de su largo viaje o la del romano que volvía a encon-
trar, en sus pasos cotidianos, el estado anímico del peregrino,
no convenía incluirla, en una perspectiva de la ciudad, como un
Detalle de San Pedro en el Plano Jubi- monumento o incluso como cualquier otra iglesia. Era necesario
lar de Roma, 2000.
aislarla de algún modo o situarla entre construcciones, sin más
fin que el de tornarla más bella, hacer apreciar mejor su carác-
ter excepcional y encontrar la distancia para divisarla desde el
límite del vacío que le aporta la plaza.
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un pequeño arco de triunfo. De este modo se encontraría cons-
truido y articulado un conjunto de tres galerías. Al circular por
ellas, en el momento se multiplicarían los efectos de descubri-
miento. La amplitud de la basílica sorprendería aún más, por
quedar oculta en parte hasta el instante de penetrar entre las
columnas.
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universal de la bendición papal, que se otorga urbi et orbe: a
la ciudad y al mundo8. Como en otros conjuntos monumentales
(Versalles y el sol) de este periodo prevalece la mentalidad ba-
rroca de convertir la obra en encarnación de ideas abstractas9.
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opuesto de la basílica con un corto brazo que continuara exac-
tamente la arquitectura de los brazos largos. Para él la plaza
era una espacie de patio de la iglesia, comparable a un atrio
inmensamente extendido.
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dos que atraviesa el espacio intermedio en que el espectador se
encuentra11.
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La elección de las plantas elípticas u ovales nos habla de la exis-
tencia de innumerables visiones de un espacio frente a la imagen
casi única de los espacios lineales del renacimiento o de las pers-
pectivas. Los arquitectos barrocos en Italia demostraron menor
interés por la aplicación “correcta” de los órdenes que los fran- Dibujo de Giuseppe Vasi, mediados del XVIII.
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NOTAS
Dibujo de Luigi Rossini. 2 Argan, Giulio Carlo y Contardi, Bruno: Miguel Ángel arquitecto. Elec-
ta, Milán 1990. p. 276.
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8 Rupert Martin, John: Barroco. Xarait Ediciones. Libros de Arquitectu-
ra y Arte. Bilbao 1986., p.127
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0 50 m
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Aviones de la Orden de Malta
sobrevolando la Plaza de San Pedro.
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EL PLIEGUE DENTRO DE LA CIUDAD.
LA ORDEN DE MALTA
Y LA PLAZA DE SAN PEDRO
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es la de recomponer un lenguaje, la suya es recrear un esplen-
dor. Al mismo tiempo y paradójicamente, sus trabajos niegan
de manera implícita la posibilidad de comprensión de esas épo-
cas pasadas. Sus reconstrucciones acotan el ámbito de lo frag-
mentario. La ley, el sistema, nos están negados. Piranesi repre-
senta la magnificencia de aquel otro tiempo mediante recursos
como la acumulación, la yuxtaposición y la megalomanía.
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Carceri, Lámina IX (segundo estado).
Grabado de Giovanni Battista Piranesi en
Carceri d´invenzione, Roma 1761.
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rascacielos que propone con la colina de Montjuic. Roma está
construida sobre siete colinas y desde cada una de ellas se
contempla el paisaje construido en las otras4.
La lejana montaña
se destaca en los ojos
de la libélula
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NOTAS
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carente de leyes de superestructura, el apartamiento de las leyes de la
perspectiva; hasta el punto que parecen reales unas sucesiones
inexistentes de estructuras”.
Tafuri, Manfredo: La esfera y el laberinto. Gustavo Gili, Barcelona 1984.
p. 31.
4 «Roma está construida sobre siete colinas y desde cada una de ellas
se contempla el paisaje construido en las otras. Es un conjunto de igua-
les, como personas en una actitud contemplativa entrecruzada. La topo-
grafía proporciona esa experiencia esencial que hace que los objetos
acumulados de la ciudad sean percibidos en un cuadro visual completo,
excitando y satisfaciendo la mirada del pintor. La arquitectura se hace a
un lado y es visible desde la distancia. En estos escenarios se aglutinan
las diversas figuras de los objetos arquitectónicos y se precipitan en
unidad, fijándose como en una naturaleza de Morandi».
Navarro Baldeweg, Juan: “Desde la academia”, en Accademia Spagnola
di Storia, Archeologia e Belle Arti Roma 1996, Roma 1996.
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Vistas del Borgo Vaticano antes de la
apertura de la Vía de la Conciliazione.
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MUSSOLINI
Y LA VÍA DE LA CONCILIAZIONE
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Trabajos de construcción de la Vía e imagen actual.
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guardaba sus reliquias y había aprendido a frecuentarlas de for-
ma natural, como testimonios del pasado. Así la ordenación
quedó intacta hasta hace menos de un siglo.
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conciliación formal entre el Reino de Italia y la Santa Sede,
simbolizada en la construcción de la Vía de la Conciliazione en-
tre el Castel San Angelo y la Plaza de San Pedro. Italia reco-
nocía la soberanía de la ciudad-Estado del Vaticano (palacios y
parques del Vaticano, diversos edificios en Roma y la villa
pontificia de Castelgandolfo); la Santa Sede, a su vez, recono-
cía al Reino de Italia y renunciaba a Roma.
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con aperturas de perspectiva en el entramado urbano y la ex-
pulsión de las clases populares hacia la periferia. El régimen
fascista encontraba su vocación monumental en esta nueva
Roma que aspiraba a expandirse y la retórica nostalgia por la
grandeza de la ciudad antigua destruía el equilibrio del conjunto
de Bernini. Los dos ejes de la propaganda fascista fueron la
exaltación de la romanidad y la italianización. Además de la in-
corporación de símbolos y referentes del Imperio romano a los
rituales y nombres oficiales, la Roma imperial fue objeto de
atención preferente: la Roma medieval fue, así, destruida a fin
de abrir la Vía de los Foros Imperiales entre el Coliseo y el
Foro de Trajano o la Vía de la Conciliazione. El arte oficial
volvía a los modelos romanos. La Vía de la Conciliazione haría
que el antiguo barrio medieval desapareciese por completo.
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BIBLIOGRAFÍA
Brochard, Gilles: Pequeño tratado del té. José J. De Olañeta Editor, Bar-
celona 1998.
Brook, Peter: El espacio vacío. Arte y técnica del teatro. Nexos Penín-
sula. Barcelona 1998.
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Deleuze, Gilles: El pliegue. Leibniz y el Barroco. Editorial Paidós, Barce-
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Trillo, Juan Luis: Argumentos sobre la contigüidad en la arquitectura.
Universidad de Sevilla, Sevilla 2001.
Utzon, Jorn: “Platforms and Plateus”. Revista Zodiac nº10, Nueva York
1962.
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Benévolo, Leonardo: Diseño de la ciudad. Gustavo Gili, México D.F. 1979.
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