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Efecto Invernadero, cambio climático y variabilidad climática y

sus efectos en la disponibilidad de aguas en fuentes superficiales

ASIGNATURA : Recursos Hidráulicos


DOCENTE : Ing. Iván Alarcón Manini

ALUMNOS : Altamirano Soria Miriam


Bragagnini Follana Andrei
Escobar Carrion Joseph
Garrafa Quillo Andre
Monzon Diaz Gilbert Alberto

CARRERA PROFESIONAL: Ingeniería Civil

SEMESTRE ACADEMICO: VI

CUSCO-2019
Efecto Invernadero, cambio climático y variabilidad climática y sus
efectos en la disponibilidad de aguas en fuentes superficiales.
Clima y cambio climático
El clima no ha sido constante a lo largo de la historia. Los registros históricos y
geológicos muestran claramente las variaciones del clima en una amplia gama en la
escala temporal. En la escala pequeña, de unos cuantos meses, las variaciones están
representadas por sucesiones de periodos secos y lluviosos a lo largo del año. En
cuanto a las escalas largas, como de varios siglos, están determinadas por eras
glaciares e interglaciares (por ejemplo, la Pequeña Edad de Hielo, correspondiente a
un período frío desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX, fue seguida por
un periodo más cálido y es el que rige en nuestros días). A finales del siglo veinte y lo
que va corrido del veintiuno se ha presentado uno de los periodos más cálidos y la
temperatura media de la Tierra ha tenido los valores más altos de los últimos 130.000
años. En el boletín de la OMM del 7 de agosto de 2007, se informó sobre los nuevos
record mundiales, siendo enero y abril del 2007 los más cálidos desde 1880,
superándose el promedio de enero en 1,89ºC y en 1,37ºC el de abril. En diciembre de
2007 la OMM señaló que la década 1998-2007 fue la más caliente de acuerdo a los
registros históricos con un promedio de 14,42 ºC (el promedio del periodo 1961-1990
fue de 14,0ºC). Los últimos informes del IPPC (2007), valoran que la tasa lineal de
calentamiento promedio de los últimos 50 años es de 0,13ºC por década (siendo casi el
doble al promedio de los últimos 100 años) y que el año 1998 ha sido el año más cálido
con una temperatura media global de 14.54°C.
Sistema climático
El sistema climático es un sistema altamente complejo integrado por cinco grandes
componentes: atmósfera, hidrosfera (océanos y mares), litosfera (superficie terrestre
continental e insular), criósfera (hielo marino, cubierta de nieve estacional, glaciares de
montaña y capas de hielo a escala continental) y la biosfera (vida vegetal y animal,
incluida la humana), y las interacciones entre ellos . El sistema climático evoluciona con
el tiempo bajo la influencia de su propia dinámica interna y debido a forzamientos
externos como las erupciones volcánicas, las variaciones solares y los forzamientos
inducidos por el ser humano, como los cambios en la composición de la atmósfera y los
cambios en el uso de la tierra.
CICLO HIDROLÓGICO
Se puede definir que:
- El ciclo hidrológico es la sucesión de estados que atraviesa el agua al pasar de la
atmósfera a la tierra y volver a la atmósfera: evaporación del suelo, del mar, o de
superficies de aguas continentales; condensación para formar nubes, precipitación,
acumulación en el suelo y en superficies de agua y re evaporación.
- El ciclo hidrológico externo es la componente del ciclo hidrológico tal que el vapor de
agua evaporado de la superficie del mar se condensa bajo la forma de precipitación, la
cual cae sobre los continentes.
- El ciclo hidrológico interno es la componente del ciclo hidrológico limitado a una cierta
superficie continental: el vapor de agua evaporado por esta superficie se condensa bajo
la forma de precipitación dentro de los límites de esta misma región. (En realidad, parte
del agua evaporada no entra dentro de la circulación interna porque es arrastrada por
los vientos fuera de los límites del territorio dado).
Efecto Invernadero
Es un mecanismo por medio del cual la atmósfera de la Tierra se calienta
La atmósfera terrestre es una delgada capa de gases que rodea a nuestro planeta,
para darnos una idea de las escalas, la atmósfera equivale a envolver con papel
aluminio un balón de futbol, el balón representando la Tierra, el grosor del papel
aluminio al de la atmósfera. Esta delgada capa de gases que rodea al planeta, es muy
importante dado que en ella residen los gases que son fundamentales para el
desarrollo de la mayor parte de la vida en el planeta, además de que la atmósfera
representa un medio importante en el que reside una buena parte de la vida de la
Tierra. La composición química de la atmósfera (que gases la forman y en que
proporciones) incluye mayoritariamente a solo dos gases, Nitrógeno (N), en un 79% y
Oxígeno (O2) en un 20%. El 1% restante esta formado por diversos gases entre los
que los más abundantes son el Argón (Ar) en un 0.9% y el dióxido de carbono (CO2)
en aproximadamente un 0.03%
Este último gas, presente en proporciones tan bajas, es de crucial importancia en el
proceso de calentamiento de la atmósfera.

Los gases que forman a la atmósfera no pueden absorber la luz solar, de alta energía
-ondas de longitud corta, cargadas hacia la luz visible y ultravioleta-, y dejan pasar la
mayor parte hacia la superficie de la Tierra. Del total (100%) de la luz solar que nos
llega al plantea, el 30% es reflejado como espejo hacia el espacio (termino conocido
como albedo), la atmósfera retiene solo un 20% de la energía solar y el 50% restante
llega hasta la superficie terrestre, calentándola
Al calentarse la superficie de la Tierra transforma la luz solar (de alta energía) en
radiación de baja energía -ondas de longitud grande, cargadas hacia el infrarrojo- que
refleja nuevamente hacia la atmósfera. Esa energía de onda amplia o infrarroja, si
puede ser absorbida de manera muy eficiente por algunos de los gases atmosféricos,
de manera particular el CO2 (pero también el vapor de agua, el metano y otros), siendo
ésta la principal fuente de calor para la atmósfera, de allí que la temperatura más alta
de la Tropósfera sea justamente el punto de contacto con la superficie del planeta.

A esto es a lo que llamamos efecto invernadero, y hace que la luz solar sea más
eficiente para calentar la atmósfera y elevar su temperatura media. Sin el efecto
invernadero que le da a nuestro planeta su atmósfera con 0.03% de CO2, estaríamos
perpetuamente congelados, con una temperatura media global de cerca de -15°C (bajo
cero) en lugar de los muy confortables 15 °C (sobre cero) que es la temperatura media
del planeta. Es claro, entonces, que la composición de la atmósfera afecta de manera
fundamental al clima; mientras más gases de invernadero como el CO2 se encuentren
en la atmósfera terrestre, mayor será la temperatura global del planeta, y mientras
menos haya, más fría será la Tierra.
Dos fotografías del Glaciar Rhône, Suiza, la primera tomada alrededor de 1906 y la
segunda tomada en 2003, donde se muestra el impresionante retroceso del glaciar
Las causas del cambio climático
Actividad humana y efecto invernadero.
La mayor parte del aumento observado en las temperaturas medias globales desde
mediados del siglo XX se debe al incremento de las emisiones de gases de efecto
invernadero procedentes de las actividades humanas.
En el clima de la Tierra influyen múltiples factores como la concentración atmosférica
de aerosoles y de los gases de efecto invernadero, la cantidad de radiación que recibe
del Sol o las propiedades de la superficie terrestre. Cuando el equilibrio entre estos
elementos se rompe, ya sea a través de procesos naturales o humanos, se modifica la
cantidad de energía que la Tierra absorbe o devuelve al espacio, provocando un
calentamiento o enfriamiento del planeta.
 A lo largo de la historia los fenómenos de cambio climático no han sido una rareza,
pero se habían producido por causas naturales, sin la influencia del hombre. Desde la
revolución industrial, la situación ha cambiado y la acción humana está influyendo y
acelerando el proceso de cambio climático global.
El conocido como “efecto invernadero” es un proceso natural que se debe a la
presencia de ciertos gases en la atmósfera, como el dióxido de carbono (CO2), que
permiten pasar la luz pero absorben el calor que a su vez irradia La Tierra, lo que
consigue que la temperatura en la superficie se mantenga a un nivel que permite la
vida en nuestro planeta.
 
El cambio climático global se está produciendo por un desequilibrio que potencia el
efecto invernadero, originado por el aumento en la atmósfera de los niveles de dióxido
de carbono y otros gases que retienen el calor, cuya causa está relacionada con la
actividad humana.
 La influencia de la actividad humana en el potenciamiento del efecto invernadero ha
sido objeto de estudio por la comunidad científica. A través de la aplicación de modelos
informáticos se ha comprobado que aquellas modelizaciones que incluyen la influencia
humana sobre el clima reflejan acertadamente el actual patrón de calentamiento que
estamos experimentando, mientras que los modelos que sólo tienen en cuenta los
factores naturales predicen temperaturas muy por debajo de las realmente registradas.
 Aunque son muy variadas las formas en las que la acción del hombre influye sobre el
calentamiento global, como la liberación de metano que se produce por la eliminación
de residuos en vertederos, o las emisiones originadas por la utilización excesiva de
fertilizantes, las actividades que influyen en mayor medida en la intensificación del
efecto invernadero son el uso de combustibles fósiles y la deforestación.
 Los combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, destinados a producir
electricidad y utilizados en calefacción, refrigeración y transporte, constituyen la
principal fuente de emisión de gases de efecto invernadero, por lo que la solución para
combatir el cambio climático pasa necesariamente por la reducción el uso y mejora en
la eficiencia de estos combustibles.
 Asimismo, resulta esencial para combatir el cambio climático invertir la tendencia a
la deforestación, en particular a la desaparición de las selvas tropicales, ya que las
masas boscosas actúan como sumideros que absorben el dióxido de carbono,
contribuyendo al mantenimiento del equilibrio del efecto invernadero.
Gases de efecto invernadero.
Se denomina gas de efecto invernadero al componente gaseoso de la atmósfera,
natural o antropógeno, que absorbe eficazmente la radiación infrarroja emitida por la
superficie de la Tierra, por la propia atmósfera y por las nubes, dando lugar al
denominado efecto invernadero.
 El vapor de agua (H2O), el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el
metano (CH4) y el ozono (O3) son los gases de efecto invernadero primarios de la
atmósfera terrestre. La atmósfera contiene, además, cierto número de gases de efecto
invernadero enteramente antropogénicos, como los halocarbonos u otras sustancias
que contienen cloro y bromo.
 El Protocolo de Kioto, acuerdo internacional sobre cambio climático, enumera seis
gases, o grupos de gases de efecto invernadero (GEI) como los constituyentes
principales del total de las emisiones procedentes de las actividades humanas, y cuyas
emisiones se comprometen a reducir los firmantes de dicho acuerdo:
 - dióxido de carbono (CO2)
- metano (CH4)
- óxidos de nitrógeno (NOx)
- hexafluoruro de azufre (SF6)
- hidrofluorocarbonados (HFCs)
- perfluorocarbonados (PFCs)
De todos ellos, el emitido a la atmósfera en mayores cantidades y por lo tanto el
responsable principal del cambio climático es el dióxido de carbono. El CO2 es un gas
incoloro, inodoro e incombustible que se encuentra en baja concentración en el aire
que respiramos, y cuyo origen preferente es la oxidación de cualquier material o
sustancia que contiene carbono. Las actividades humanas liberan dióxido de carbono a
través de la quema de combustibles fósiles en procesos industriales y domésticos, y en
el transporte. Los incendios forestales constituyen también una fuente importante de
CO2 atmosférico.
El metano es un gas incoloro e inodoro que se origina durante la descomposición
anaeróbica de la materia orgánica, por lo que una de las principales fuentes naturales
son los pantanos. El depósito de residuos orgánicos en vertederos genera metano que,
si no es captado, se emite a la atmósfera, al igual que ocurre en muchas de las
actividades agrícolas y ganaderas, así como en la extracción de gas natural o en la
combustión incompleta de combustibles fósiles.
El término óxidos de nitrógeno se aplica a varios compuestos químicos binarios
gaseosos formados por la combinación de oxígeno y nitrógeno. El proceso de
formación más habitual de estos compuestos inorgánicos es la quema a altas
temperaturas de combustibles fósiles, pero el aumento de su concentración en la
atmósfera también es debido al uso creciente de fertilizantes nitrogenados.
El hexafluoruro de azufre, los gases hidrofluorocarbonados y los perfluorocarbonados,
son denominados genéricamente como gases fluorados o “gases F”. Se trata de gases
artificiales creados por el hombre para aplicaciones industriales específicas, como la
refrigeración o la fabricación de aerosoles, que han experimentado un significativo
aumento de su concentración en la atmósfera durante los últimos 50 años y que
generan un impacto importante debido a su larga vida media.
Potencial de calentamiento global.
Cada uno de los gases de efecto invernadero afecta a la atmósfera en distinto grado y
permanece allí durante un periodo de tiempo diferente. La medida en la que un gas de
efecto invernadero determinado contribuye al calentamiento global se define como
su Potencial de Calentamiento Global (PCG).
Para hacer comparables los efectos de los diferentes gases, el PCG expresa el
potencial de calentamiento de un determinado gas en comparación con el que posee el
mismo volumen de CO2 durante el mismo periodo de tiempo, por lo que el PCG del
CO2 es siempre 1.
 Algunos gases provocan mucho más calentamiento que el CO2 pero desaparecen de
la atmósfera más rápidamente que éste, de modo que pueden representar un problema
considerable durante unos pocos años pero pasan a ser un problema menor más
adelante. Por el contrario, otros pueden tener una persistencia mayor, planteando así
problemas durante un largo periodo de tiempo.
 
Por ejemplo, el PCG del metano durante 100 años es 25 y el del óxido nitroso es 298,
lo que significa que las emisiones de una tonelada métrica de metano o de óxido
nitroso son equivalentes a las emisiones de 25 y 298 toneladas métricas de dióxido de
carbono respectivamente. Uno de los gases fluorados, el HFC23, es 12.000 veces más
potente que el CO2 considerando un periodo de 20 años, convirtiéndose incluso en
más potente (y por tanto “peligroso” para el clima) si contemplamos un periodo de 100
años, tiempo en el cual su PCG llega a 14.800.
 La unidad de medida utilizada para indicar el potencial de calentamiento global de los
gases de efecto invernadero se denomina CO2 equivalente (CO2-eq). Esta unidad es
la recomendada por el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático en su
publicación “Directrices del IPCC para los inventarios nacionales de gases de efecto
invernadero, versión revisada en 1996” conocida como IPCC-96.
 El IPCC, a través de la revisión periódica de estas directrices, mantiene actualizados
los factores de emisión del PCG, y por consiguiente el valor de la unidad de CO2-eq.
La nomenclatura IPCC-96 es la utilizada actualmente por el Ministerio de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente para la elaboración del Inventario de Gases de Efecto
Invernadero de España.
Emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de la
actividad humana han crecido desde la época preindustrial. Desde 1750, año que
habitualmente se considera como el inicio de las actividades industriales, las
concentraciones atmosféricas globales de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y
óxido nitroso (N2O) han aumentado significativamente a causa de las actividades
humanas, siendo ahora mucho más altas que los niveles preindustriales. Así lo revelan
las muestras de hielo extraídas en los casquetes polares y que proporcionan datos que
abarcan miles de años.
Los datos calculados para las últimas décadas indican que las emisiones mundiales de
GEI causadas por actividades humanas han aumentado entre 1970 y 2004 en un 70%.
En concreto, para el caso del CO2, sus emisiones anuales en este periodo han crecido
aproximadamente un 80%, pasando de 21 a 38 gigatoneladas, representando en el año
2004 un 77% de las emisiones totales de GEI antropógenos. Los sectores que tuvieron
una mayor influencia en este aumento, debido al desarrollo experimentado durante el
periodo indicado, fueron los sectores de suministro de energía, transporte e industria,
mientras que la vivienda y el comercio, la silvicultura (incluida la deforestación) y la
agricultura, tuvieron un crecimiento más lento.
Pero centrándonos en periodos más cercanos, 2012 fue un año extraordinario en el
que las emisiones aumentaron sólo un 1,1% (teniendo una corrección a la baja por ser
un año bisiesto), que es menos de la mitad del incremento medio anual del 2,9%
observada en el última década, alcanzando un nuevo récord de
34,5 gigatoneladas. Después de un descenso del 1% en 2009, una recuperación del
4,5% en 2010, y un aumento del 3% en 2011, el aumento real en 2012 de las
emisiones globales de CO2 fue de 1,4% (excluyendo el efecto del año bisiesto), menor
de lo que cabría esperar, dado que en 2012 la economía mundial creció un 3,5%,
dato similar al de 2011 y a la tasa media de crecimiento anual en la última
década (FMI, 2013). Con una corrección bisiesto de 0,3% (= -1 / 365), el aumento de
2012 en las emisiones globales de CO2 fue de sólo del 1,1%.
La concentración de metano (CH4) en la atmósfera mundial ha aumentado, respecto de
un valor preindustrial de aproximadamente 715 ppm (partes por millón), hasta 1.732
ppm a comienzos de los años 90, alcanzando en 2012 las 1.819 ppm. El aumento
observado en la concentración de metano se debe, con mucha probabilidad, a la
extracción de los combustibles fósiles y a la actividad agrícola y ganadera.
También la concentración mundial de óxido nitroso en la atmósfera se incrementó
desde la época preindustrial, debido principalmente al uso de fertilizantes nitrogenados
en el sector agrícola. En 2012 su concentración atmosférica fue de 325,1 ppb (partes
por billón), lo que representa un aumento de 0,9 ppb con respecto al año anterior y del
120% con respecto al nivel de la era preindustrial.
En la tabla adjunta se pueden consultar los datos de concentración en la atmósfera de
los principales gases de efecto invernadero, comparando la época preindustrial con el
final del siglo XX, como referente de la era industrial.
Cambios observados en el clima
Cambios en las variables climáticas.
El estudio del clima es un campo de investigación complejo debido a la gran cantidad
de factores que intervienen. El clima de la Tierra nunca ha sido estático, sino que está
sometido a variaciones en todas las escalas temporales, desde decenios a miles y
millones de años. Entre las últimas variaciones climáticas datadas en territorio europeo
durante el Pleistoceno destaca, en el último millón de años, una secuencia de al menos
cuatro periodos glaciares, seguidos de periodos interglaciares.
Más recientemente, ya dentro de la escala histórica, estudios paleoclimáticos
realizados principalmente en Europa señalan el siglo XIV como el inicio de un periodo
de varios siglos caracterizado por un deterioro importante en las condiciones térmicas y
alteraciones en el comportamiento habitual de las precipitaciones, conocido como
Pequeña Edad del Hielo y que tuvo su fin en el siglo XIX.
En nuestros días, los estudios realizados a partir de las observaciones de variables
climáticas concluyen que se está produciendo un fenómeno globalizado, pero más
marcado en las regiones árticas, de incremento de la temperatura. El calentamiento ha
sido detectado en la superficie de la Tierra y en la atmósfera, así como en los primeros
cientos de metros de profundidad de los océanos. Las zonas terrestres se han
calentado más rápidamente que los mares.
Pero el calentamiento global del planeta al que estamos asistiendo es de naturaleza
distinta a las variaciones comentadas, ya que su explicación debe buscarse en causas
antropogénicas.
El artículo 1 del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, de
1992, define el cambio climático como una variación de clima atribuido directa o
indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera
mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos
de tiempo comparables.
 En la actualidad existe un consenso científico, casi generalizado, en torno a la idea de
que nuestro modo de producción y consumo energético están generando una
alteración climática global, que provocará, a su vez, serios impactos tanto sobre los
ecosistemas de la Tierra como sobre los sistemas socioeconómicos.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, más conocido por
sus siglas en inglés IPCC, elabora periódicamente informes de evaluación con el objeto
de divulgar el conocimiento científico-técnico disponible sobre el cambio climático. El
aumento promedio global de la combinación de las temperaturas superficiales de la
tierra y los océanos durante el período 1880-2012 se estimó en 0,85ºC, según recoge
el Quinto Informe de Evaluación del Grupo de Trabajo 1 del IPCC, publicado en el año
2013.
Respecto a las temperaturas, cada una de las tres últimas décadas ha sido
sucesivamente más cálida en la superficie de La Tierra que ninguna precedente desde
1850. En el Hemisferio Norte, 1983-2012 fue probablemente el período de 30 años más
cálido de los últimos 1.400 años.
En cuanto a las precipitaciones, según los datos estudiados por el IPCC, desde 1901
sufrieron aumentos en ciertas regiones del mundo, como las medias latitudes del
Hemisferio Norte. Además, hay más regiones donde el número de eventos de fuertes
precipitaciones se ha incrementado que regiones donde ha decrecido. La frecuencia de
eventos de fuertes precipitaciones se ha incrementado en Norteamérica y Europa.
Cambios en los océanos.
Se tiene virtualmente la certeza de que la temperatura media del océano somero (0-
700 m de profundidad) aumentó de 1971 a 2010; y probablemente también desde la
década de 1870 hasta 1971. Cerca de la superficie, los 75 m superiores se calentaron
0,11 ºC por década en el período 1971-2010. Es probable que el océano se calentara
también entre los 700 y 2.000 m desde 1959 hasta 2009. Se dispone de suficientes
observaciones durante el periodo 1992-2005 para una evaluación global de los
cambios de temperatura por debajo de los 2.000 m, y no se han detectado tendencias
en el cambio de temperatura entre esa cota y los 3.000 m de profundidad para el citado
periodo. Sin embargo es probable que el océano se haya calentado desde ahí hasta el
fondo, con el mayor aumento de temperatura en el Océano Antártico.
La tasa de elevación del nivel del mar desde mediados del siglo XIX ha sido mayor que
la media durante los dos milenios previos. En el período 1901-2010, el nivel del mar
global subió entre 0,17 y 0,21 m. La expansión del agua a medida que se calienta y el
deshielo de los glaciares, los casquetes y las capas de hielo polar están contribuyendo
a este aumento de forma conjunta.
Es muy probable que regiones de alta salinidad donde domina la evaporación se han
convertido en más saladas, mientras que las regiones de baja salinidad donde domina
de precipitación se han convertido en más dulces desde la década de 1950. Estas
tendencias regionales en la salinidad de los océanos proporcionan evidencia indirecta
de que la evaporación y la precipitación sobre los océanos han cambiado.
Eventos meteorológicos extremos.
Episodio, suceso o evento meteorológico que es raro, o infrecuente, según su
distribución estadística para un lugar determinado. Y según esta definición, por “raro”
debe entenderse todo episodio que se encuentre por encima del percentil 90 o por
debajo del 10 en la función de probabilidad observada.
A pesar de que los fenómenos extremos siempre han existido, el aumento de su
frecuencia y de la intensidad de algunos de ellos se revela como un hecho
preocupante, por lo que ha sido objeto de análisis por parte del IPCC en el último de los
informes que periódicamente elabora este Grupo con el objeto de divulgar el
conocimiento científico-técnico disponible sobre el cambio climático.
En este informe se recogen cambios en muchos eventos climáticos y meteorológicos
extremos aproximadamente desde 1950. Es muy probable que el número de días y
noches frías haya decrecido y el número de noches y días cálidos haya aumentado a
escala global. Es probable que el número de olas de calor se haya incrementado en
gran parte de Europa, Asia y Australia. Hay probablemente más regiones terrestres
donde el número de eventos de fuertes precipitaciones se ha incrementado que
regiones donde ha decrecido. La frecuencia de eventos de fuertes precipitaciones se
ha incrementado en Norteamérica y Europa.
En otras latitudes, si bien los ciclones tropicales intensos han aumentado desde
aproximadamente 1970, la alta variabilidad registrada durante estas décadas y la falta
de una observación sistemática de alta calidad, previa a las observaciones de satélite,
hacen difícil detectar tendencias de largo plazo, por lo que no se puede hablar aún de
una relación directa entre el calentamiento global y el aumento en la frecuencia de
estos fenómenos.

Proyección del cambio climático y sus impactos


Influencia de las emisiones en el clima futuro.
Desde las primeras evidencias del impacto que el cambio climático puede producir a
escala mundial, han sido muchos los acuerdos, políticas y estrategias que se han
puesto en marcha en el ámbito internacional para tratar de reducir las emisiones a la
atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI). Pero si todas estas iniciativas no
consiguen cambios apreciables en el modelo de desarrollo actual, las emisiones de GEI
continuarán creciendo en las próximas décadas.
El foro internacional responsable de evaluar los datos científicos del cambio climático y
sus consecuencias, el denominado Grupo Intergubernamental sobre Cambio
Climático, conocido por sus siglas en inglés IPCC, estima que, entre 2000 y 2030, si no
se toman medidas determinantes, las emisiones globales de GEI aumentarán entre un
25% y un 90%, dependiendo de los diferentes escenarios socioeconómicos
considerados para este periodo.
Si las emisiones de GEI se mantiene en tasas iguales o superiores a las actuales,
causarán más calentamiento e inducirán cambios en el sistema climático global durante
este siglo, que serán mayores que los observados durante el siglo XX. Algunos
estudios vaticinan que, de no tomar medidas efectivas, se producirá un aumento de
más de 6ºC en la temperatura media mundial durante el transcurso de este siglo.
Para que en 2050 el mundo haya reducido el total de sus emisiones al menos a la
mitad de los niveles registrados en 1990, los países desarrollados deberían rebajar
colectivamente sus emisiones un 30% para 2020 y entre un 60 y un 80% para 2050 con
respecto a los niveles de 1990.
 
Escenarios climáticos.

Un escenario es una descripción plausible, y a menudo simplificada, de cómo puede


desarrollarse el futuro, basada en un conjunto coherente de suposiciones. Aplicado al
estudio del cambio climático, un escenario climático es un conjunto de hipótesis de
trabajo sobre cómo puede evolucionar la sociedad y qué significará dicha evolución
para el clima. Los escenarios climáticos se construyen normalmente sobre la base
de escenarios de emisiones.
  
En cuanto a las proyecciones climáticas, su generación es un elemento crucial en el
proceso analítico del cambio climático. La herramienta básica para realizar
estimaciones de proyecciones climáticas son los modelos de circulación general
acoplados océano-atmósfera (AOGCM, de las siglas en inglés) que se desarrollan en
centros internacionales de investigación climática. Tradicionalmente estos modelos
están basados en la proyección de las variables físicas que gobiernan el
comportamiento de los distintos componentes del sistema climático, pero la nueva
generación de modelos globales que se está desarrollando incorpora aspectos del
medio ambiente químico y biológico, tales como una vegetación activa y una
bioquímica oceánica, además de aumentar la resolución espacial.
Estos modelos proporcionan las características a grandes rasgos de las proyecciones
climáticas, pero la gran escala a la que trabajan hacen que sea necesario aplicar
técnicas de regionalización para permitir su uso en estudios territoriales.
La regionalización se refiere, por lo tanto, al proceso de aumento de resolución para
adaptar las proyecciones de gran escala generadas por los modelos climáticos globales
a las características regionales o locales muy influidas por la orografía, contraste tierra-
agua, uso de suelo, etc.
 Impactos esperados del cambio climático.
 Para los ecosistemas, un aumento de entre 1,5 y 2,5ºC de la temperatura media
global, por encima de los niveles preindustriales, representará riesgos significativos en
muchos sistemas únicos y amenazados, y entre el 20% y el 30% de las especies estará
sometido a riesgo de extinción. Estos cambios en los ecosistemas vendrán
acompañados por desplazamientos de las distribuciones geográficas de especies
animales y vegetales, siendo probable que muchos ecosistemas agoten sus
capacidades para hacer frente a las modificaciones inducidas por el cambio climático y
las perturbaciones asociadas.
 El aumento de las concentraciones de CO2 en la atmósfera está causando un
incremento de la acidificación de los océanos, fenómeno que empezó a desarrollarse
con el inicio de la era industrial en 1750. Esta acidificación progresiva dañará
previsiblemente a las criaturas marinas que forman estructuras calcáreas, por ejemplo
los corales, y a las especies que dependen de ellas.
 El aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos
pondrá en riesgo la salud de millones de personas ya que se acrecentarán las
situaciones de emergencia que incrementarán la incidencia de la malnutrición, sobre la
que influirá también la subida del nivel del mar en zonas agrícolas muy pobladas.
También aumentarán los riesgos sanitarios inducidos por condiciones climáticas, como
los problemas de corazón y respiratorios provocados por niveles de ozono troposférico,
así como por la extensión de algunas enfermedades infecciosas.
 Se prevé que el cambio climático tenga un impacto crucial sobre el estrés hídrico
causado por el crecimiento poblacional y los cambios económicos y de uso de la tierra.
Las pérdidas severas y generalizadas en los glaciares y los mantos de nieve por el
calentamiento global reducirán la disponibilidad de agua en las regiones alimentadas
por el agua de deshielo de las cordilleras, donde habita más de la sexta parte de la
población mundial. Dos mil millones de personas dependen del agua proporcionada por
siete de los mayores ríos de Asia, todos ellos originados en el Himalaya.
 Los cambios en la precipitación y en la temperatura también afectan a la escorrentía y
a la disponibilidad de agua. Se extenderán las zonas afectadas por la sequía, lo que
constituye una amenaza para la producción de alimentos, el suministro de agua y
energía y para la salud, además aumentarán las demandas regionales de agua para el
riego. Las inundaciones y sequías más frecuentes y severas dificultarán el desarrollo
sostenible, las temperaturas en aumento afectarán a la calidad del agua dulce y, en las
áreas costeras, la subida de los niveles del mar provocará más salinización del agua
subterránea.
Mitigación y adaptación al cambio climático
Opciones de adaptación al cambio climático.
 Las tendencias actuales en la búsqueda de soluciones para evitar las consecuencias
de cambio climático apuntan hacia la necesidad de aplicar medidas que se
complementen mutuamente tanto en el campo de la adaptación como en el de la
mitigación.
 La adaptación tiene como objetivo prever los efectos adversos del cambio climático y
tomar las medidas oportunas para evitar o minimizar los daños que puedan causar. El
cambio climático ya está ocurriendo y se irá acentuando cada vez más en las próximas
décadas debido al efecto retardado de las emisiones ya pasadas, por lo que la
adaptación a las repercusiones actuales y futuras del cambio climático es un desafío
que deben afrontar las sociedades de todo el mundo para poder minimizar sus efectos.
Las estrategias de adaptación podrían incluir medidas sectoriales de los siguientes
tipos:
 ·         Agua: mejora de los sistemas de captación y almacenamiento, reutilización,
desalinización y mejora de la eficiencia en el uso del agua y en el riego.
 ·         Agricultura: cambios en los calendarios de siembra y en las variedades de
plantas empleadas, reubicación de cultivos, mejora de la gestión de las fincas.
 ·        Infraestructuras: reubicación de comunidades, construcción de diques marítimos
y de barreras antitormenta, refuerzo de sistemas de dunas, creación de marismas y
humedales como sistemas de amortiguación frente a inundaciones y subidas del nivel
del mar.
 ·       Salud humana: planes de acción para abordar las amenazas derivadas de las
olas de calor extremo, mejora de los servicios médicos de emergencia, seguimiento y
control de enfermedades sensibles a los cambios del clima, mejora de la calidad del
agua potable y de los sistemas de saneamiento.
 
·        Turismo: diversificación de recursos turísticos y fuentes de ingreso.
 ·        Transporte: reajuste y cambios de recorridos, diseño de carreteras, ferrocarriles y
otras infraestructuras de transporte para dar respuesta a los nuevos problemas de
calentamiento y drenaje.
 ·        Energía: reforzamiento de las redes aéreas de transmisión y distribución,
soterramiento de líneas de transporte de energía, eficiencia energética y energías
renovables, reducción de la dependencia de fuentes energéticas únicas.

BLIOGRAFIA
http://www.revista.unam.mx
http://movil.asturias.es/portal/site/medioambiente/menuitem
http://www.ideam.gov.co

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