CAMPOS, Geir. O que é tradução. São Paulo: Editora Brasiliense, 1986: 7 – 47.
RESUMEN CRÍTICO
El libro “O que é tradução” del brasileño Geir Campos va a ilustrar de manera
satisfactoria la problemática de la traducción, desde su origen y esencia hasta sus procedimientos prácticos. Antes de todo, les pregunta a los lectores qué es traducir, y les indica la significación latina, la de atravesar, o sea, el texto escrito de una lengua pasado a otra es traducir, y sobre la traducción de un texto oral de un idioma a otro le resultará mejor llamar interpretación. De esta forma, Campos dará al texto original tres nomenclaturas: “língua-fonte”, “língua de origem” o “língua de partida”; y llamará la lengua a la cual se hace la traducción “língua-meta”, “língua alvo”, “língua termo” o “língua de chegada”. Una traducción irreprensible exige respecto al léxico, sintaxis y morfología de ambas lenguas, de origen y término. Las peculiaridades del campo gramático de las dos lenguas hacen con que sean independientes y distintas, de manera que, como explica Campos, la necesidad de la traducción e interpretación surgió justamente por cuenta de la confusión o incomprensión de idiomas, y cita el autor a la historia bíblica de la Torre de Babel como el principal ejemplo. El capítulo “O que se diz da tradução” trae varias interpretaciones que convergen y divergen de autores sobre la traducción. Campos destaca como la más objetiva la de Catford, que señala como la sustitución de material textual de una lengua por material textual equivalente en otra. Más adelante el autor resalta la importancia de la traducción, que es indispensable en el mundo de la investigación y estudios, tanto conducida a un público lector de especialistas o legos y curiosos, que dependen de un texto en su lengua, de fácil acceso. Tal sustitución equivalente arriba citada, de una lengua por otra, es una tarea complicada y sutil, pero jamás imposible, y lo compara Campos al vuelo del escarabajo, un animal que tiene todas las dificultades posibles para no volar, pero aun así lo logra. El problema que percibe el autor es que hay personas que exigen de la traducción un proceso o una misión que se cumpla con exactitud, y para él eso no es posible. Acerca de la historia, informa Campos sobre el documento más famoso de la antigüedad, la Piedra de Rosetta, con un texto escrito en tres idiomas, pero afirma que la primera identificación legal de traducción ocurrió en Roma, 146, cuando el senado romano ordena que sus siervos tradujeran un tratado de agricultura de un cartaginés. Con el avance de las tecnologías se notó la posibilidad de que textos empezaran a ser traducidos, idea surgida en 1933 por la URSS, y reforzada adelante por los ingleses y americanos. Campos ve que el grande problema es una máquina poder traducir cuestiones lingüísticas de todo tipo. Por lo tanto, para que la máquina pudiera funcionar bien, tendría que estar cargada de múltiples de cuestiones y reglas lingüísticas, pues cuanto más una máquina almacenar peculiaridades gramáticas de lenguas, más podrá traducir eficazmente. No obstante, hay unos investigadores que rechazan la idea de una traducción plenamente automatizada. El autor destaca que el traductor debe tener el dominio perfecto de la lengua de origen para traducir, para que no cometa errores grandes, como cita los que hay en las películas. Como forma de evitar los equívocos, informa sobre la importancia y existencia de las escuelas de traducción y asociaciones de traductores, como Escuela Superior de Intérpretes y Traductores en Francia, que en el currículo presenta el estudio de tres lenguas obligatorias, la materna y dos extranjeras. Aún sobre esta cuestión, añade Campos que no se traduce un lengua a otra sino una cultura a otra, es decir, valora el conocimiento por lo menos general de la cultura de la lengua de origen que el traductor debe poseer. Sin embargo, el autor indica que en Brasil no hay todavía el reconocimiento oficial de la profesión de traductor, de forma que desestimula los traductores y desecha su valor. Sobre los modos de traducir, el autor destaca separa inicialmente la traducción en dos: la integral, en que se traduce a todo, palabras y expresiones del original; y la traducción parcial, cuando dejan de ser traducidas algunos puntos del original, por interés del editor, del traductor o de otras personas. La traducción puede ser para Campos “direta”, directamente del texto original; “indireta”, la traducción de otra traducción de un texto original; y la “intermediaria”, la traducción en otra lengua que sirve de base a la traducción final. Cuando dos lenguas pertenezcan a un mismo origen y/o sean parecidas, la traducción será “literal”; si, al contrario, será oblicua. La traducción literal es nada más que una sustitución de un escrito en la lengua original por el de la lengua término, con las palabras y expresiones de esta lengua. Si el traductor no encuentra equivalencia de algún(os) vocablo(s) o decide no usarlos y en cambio usa lo(s) de la propia lengua de origen, hace huso del “empréstimo” – mantener algo de la lengua de partida. En Brasil, esto se llama “estrangeirismo” o “aportuguesamento”, hecho que para la lingüística enriquece la lengua término. Luego, Campos llama “decalque” la traducción del “empréstimo”, por ejemplo: abajour – “empréstimo”, “quebra-luz” – “decalque”. De otra manera, él explicará el fenómeno de la “transposição”, como el hecho de sustituir una parte del discurso escrito por otra sin que altere el sentido original; por otro lado, la “modulação”, que ocurre cuando la traducción se aleja cuanto al sentido original aunque las reglas gramaticales sean obedecidas. Luego el autor explica la “equivalência”, cuando se encuentra en la lengua término palabras o expresiones que corresponden al sentido que quiere pasar la de origen, y cita como ejemplos algunas traducciones de proverbios populares. Finalizando, el autor explica la “adaptação”, cuando no sea posible traducir algunas expresiones a otra lengua de acuerdo cien por ciento a lo original, y esto por causa de un, a veces inexplicable, contexto cultural, como ejemplos: una época de peces gordos en portugués será de “vacas gordas”. Al final, Campos cita el profesor Vázquez-Ayora y la extensión que éste hace de los métodos de traducción, en cuatro procedimientos: “amplificação”, “condensação”, “explicitação”, “omissão” e “compensação”. La amplificación es cuando la traducción se presenta con un número más grande de palabras que el texto en la lengua de origen, y la condensación resulta al revés, o sea, con la traducción presentándose con un número menor de palabras; la explicitación es una explicación o esclarecimiento que le da el traductor a su lector, con el intento de que no haya dudas en la lectura, como se hace en las notas de libros traducidos; la omisión es cuando se omite alguna partícula o palabra de tal clase gramatical que no tiene ninguna o poca significancia en la lengua de la traducción; por fin, la compensación será el revés, o sea, mantener alguna palabra por no encontrar equivalencia en la lengua término y así mantener el brillo de la lengua original de origen, lo que va a pasar principalmente en textos poéticos. En síntesis, con la lectura de las páginas supra-citadas del libro “O que é tradução” del carioca Geir Campos, he observado lo amplio que es el estudio de traducción, un proceso que según el conocimiento común que tenía me parecía mecánico, matemático, sin embargo, en realidad se muestra cada vez más subjetivo y lleno de posibidades. Si hablamos de matemáticas, ninguna regla podrá tener excepción por causa de la exactitud de esta ciencia, pero la traducción aunque tenga sus reglas, carece de la plenitud de éstas y de esta forma abre espacio a varios modos o métodos, como los de arriba señalado por Campos: libre, con préstamos, con modulaciones, etc. Puedo concluir que un buen texto traducido es el que nos haga comprender el sentido del enunciado original de manera casi igual a la que entiendan los lectores nativos. Seguramente, para que pueda sucederlo, el traductor debe respetar y tener un conocimiento profundo de la lengua y a la vez de la cultura de la gente que habla tal lengua de origen, y asimismo poseer un grado incontestable de conocimiento de su propia lengua y cultura.