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Psiconeuroinmunología
Marina Roustan
3.66 · Autonomous University of Barcel…
Abstract
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PSICONEUROINMUNOLOGÍA
Emotions are at the nexus between matter and mind, going back and forth between the two and influencing both.
Candace Pert
RESUMEN
Para comprender parte de los aspectos relacionados con la etiología de los trastornos
psíquicos, una característica de la psiquiatría actual es tratar de encontrar las bases
para entender los aspectos clínicos y etiopatogénicos del enfermo mental. Con este
objetivo se desarrolla la psiconeuroinmunología. Este escrito presenta una breve
sinopsis de su historia, que refleja la evolución de los intentos de las neurociencias en
aras de investigar las interacciones entre el cerebro y el sistema inmune; el tratado
continúa con un recorrido sobre algunos mecanismos neuroinmunopatológicos
relacionados con ciertas enfermedades mentales como el autismo y la depresión, así
como con otras patologías indirectamente psiquiátricas como el cáncer y las asociadas
al envejecimiento, y acaba con posibles aplicaciones terapéuticas y la visión de futuras
vías de investigación o de nuevos conceptos de la salud mental. Los pacientes que
sufren pueden conceptuar sus patologías y caminos hacia la salud de maneras
diferentes, y así, la psiconeuroinmunología podrá otorgar una base científica para la
práctica de la medicina psiquiátrica, humanística e integradora.
DEFINICIÓN
En los últimos 40 años, se han ido acumulando las investigaciones y evidencias clínicas
y experimentales, in vitro e in vivo, para sostener que el sistema nervioso y varios
procesos inmunológicos mantienen una comunicación bi-direccional, disolviéndose el
dualismo cuerpo-mente o mente-ambiente. Hace muchos años ya que un inmunólogo
ingles estableció que la sugestión hipnótica puede anular las manifestaciones
vasculares de la prueba de Mantoux, que consiste en una inyección intradérmica de
tuberculina, un extracto del bacilo de la tuberculosis, y que se emplea para evaluar las
respuestas del cuerpo ante una infección tuberculosa. La reacción de la tuberculina de
Mantoux constituye una respuesta corporal que los inmunólogos denominan inmunidad
por mediación celular. Esta demostración del poder de la mente sobre el cuerpo da una
buena razón para creer que el estado mental afecta el desarrollo patológico que en
condiciones normales debería implicar una reacción inmunológica. De igual modo, el
proceso bioquímico de la digestión está afectado por el estado anímico.
Todos los estudios llevados a cabo en este tema están contribuyendo de una manera
muy eficaz al desarrollo de nuestros conocimientos respecto a las consecuencias de las
alteraciones estructurales y funcionales del cerebro en el enfermo mental.
HISTORIA
Las evidencias de la interacción del SNC incluyen la posibilidad de una lesión directa
de la región de control del cerebro, el rasgo y estado psicológico en el curso de una
UN ENFOQUE PSICOINMUNOENDOCRINOLÓGICO
Los neuropéptidos son sustancias químicas fabricadas mayoritariamente por células del
cerebro y se comunican con el cuerpo viajando a través de los fluidos corporales. De
este modo se establece un sistema de comunicación en el cual los neuropéptidos
transmiten información que los receptores correspondientes reciben. Este circuito tan
específico constituye la bioquímica de las emociones que están expresadas a través de
las moléculas neuropéptidas, poniendo en gran medida las bases para explicar las
enfermedades partiendo de las emociones. Candace Pert, neurocientífica del NIH,
bióloga y farmacóloga, ahora investigando desde Washington, llama a los
neuropéptidos y a sus receptores “moléculas de emociones”, ya que regulan cada
aspecto de la fisiología humana. Su identificación en 1972 del neuropéptido beta-
endorfina, el equivalente orgánico de la sustancia opiácea, confirma la especificad de
los receptores. Si los opiáceos ingeridos van directamente a unos receptores
específicos, entonces esos receptores lógicamente están diseñados para recibir
neuropéptidos formados dentro del cuerpo, como las beta-endorfinas. La información
del SNC no está sólo distribuida en la sinapsis, sino que viaja por todo el cuerpo, a
través de la regulación de los receptores específicos, que la filtran. El sistema límbico
está identificado como la sede de las emociones en el cerebro, particularmente a través
de la amígdala y el hipotálamo. El hipotálamo controla la acción de la glándula pituitaria
(normalmente considerada la glándula master del cuerpo) y de las hormonas que
secreta, cuya función es regular la secreción de otras hormonas involucradas en la
variabilidad de los estados emocionales. Eso confirma que los receptores de los
neuropéptidos son la clave en la bioquímica de las emociones. Wider Penfield colaboró
con otros neurólogos para llevar a cabo los primeros experimentos con seres humanos
demostrando la conexión entre el sistema límbico y las emociones, y consiguió
sistema inmune, las conductas hostiles se relacionaron con una baja actividad de las
células NK o natural killer y con una respuesta linfoproliferativa disminuida frente a
mitógenos. Estos cambios se mantenían horas después, más en las mujeres ya que
ellas tenían recuerdos más vívidos y detallados de las discusiones, pensando en ellas y
reviviéndolas a lo largo de todo el día. También las mujeres demostraron más afán en
solucionar el enfrentamiento, mientras los hombres demostraban una conducta más
evitativa, provocando más frustración para ellas y de ese modo más estrés.
Por otro lado, la lateralización funcional cerebral puede ser comprendida con sus
consecuencias en la salud individual ya que posibilita el surgimiento de patologías
mentales por excesiva valoración del plano mental. Por ejemplo, la aparición de
cuadros de estrés y crisis de pánico, que son, como dice Fidyka (2003), una buena
muestra, pese a las distintas variantes en intensidad de la alienación mente-cuerpo, de
que el paciente convive en un estado de hiperactividad mental, así que las
desvinculaciones máximas llegarían al llamado brote psicótico. En otros términos, la
revalorización de las funciones cerebrales del hemisferio derecho, es decir, las
correspondientes a la intuición, percepción y sensibilidad, ayudará a bajar el
hiperfuncionamiento del hemisferio izquierdo, responsable de la lógica y racionalidad,
con visibles consecuencias positivas para la salud.
Los receptores de estas citoquinas están presentes en los tejidos asociados con el eje
HPA. Algunos de estos tejidos son capaces de sintetizarlas. Por consiguiente, los
caminos que median la influencia de las citoquinas sobre el eje HPA son diversos.
Los órganos inmunes, incluso el timo, el bazo o la médula ósea, reciben la inervación
simpática con sinapsis de las uniones entre los terminales nerviosos y los inmunocitos.
El eje HPA, como se explicó anteriormente, se activa sea inmunológicamente, sea por
eventos psíquicos, y libera corticotrofina CRF y la hormona ACTH. Tiene efectos
directos en la inmunidad además de aquellas vías de inducción de descarga de cortisol.
El sistema inmunológico afecta el cerebro y la conducta, sobre todo por la vía de los
efectos inmunes de las citoquinas en el SNC. Aunque las citoquinas son moléculas
El modo de afrontamiento es otra variable que resultó significativa. Se define como los
esfuerzos cognoscitivos y conductuales que se desarrollan y adaptan a las demandas
específicas, externas o internas, que son evaluadas por el individuo como
desbordantes, es decir, como excesivas para sus recursos. Las estrategias de
afrontamiento que se clasifican como “orientadas al problema”, o sea, “de abordaje
activo”, suelen ir asociadas a un menor número de síntomas físicos. En cambio, las de
“evitación” y las orientadas al “manejo de las emociones” se relacionan con un mayor
número de afecciones.
En cuanto al apoyo social (o su falta), se ve que las personas clasificadas más solitarias
presentan niveles más bajos de actividad en las NK y niveles superiores de títulos de
anticuerpo al virus Epstein-Barr (Sarid, 2001). Las personas que gozan de más apoyo
social presentan concentraciones más elevadas de inmunoglobulina A. En la misma
línea, en muchos estudios se asocia la pérdida de un cónyuge a un detrimento de la
función inmune. De igual modo, se confirmó que aumentar un punto la satisfacción por
el apoyo social recibido disminuye el riesgo de SIDA. Otros autores consideran que el
estrés puede contribuir a la activación de la neoplasia latente o deteriorar la vigilancia
inmune durante una fase crítica de la vida. Así que, ante el mismo riesgo biológico, es
estrés emocional podría aumentar el riesgo general de cáncer.
Hans Selye fue quien definió en los años 60, en su clásico libro The stress of life, el
estrés como la respuesta general del organismo ante cualquier estímulo o situación
estresante. Denominó esta respuesta como “Síndrome General de Adaptación”.
Posteriormente el término estrés se ha utilizado con múltiples significados: se abordó
desde la perspectiva ambiental, psicológica e incluso biológica. No obstante, el modelo
transaccional de estrés y afrontamiento es el habitualmente empleado hoy en día. Este
modelo no considera el estrés como estímulo ni como respuesta, sino como resultado
de la relación dinámica entre el individuo, su entorno, y la evaluación personal del
individuo de aquel entorno concreto. En este escrito se hará referencia sólo a este
modelo.
A modo de ejemplo de los estudios realizados, en ellos se observa que los sujetos que
mejor afrontan el duelo tras el fallecimiento de un ser querido manifiestan aspectos
inmunes más positivos, presentando un menor declive de las células T CD4 en el
periodo de 2 a 3 años siguientes (Santiago, 2001) y un promedio menor de mortalidad
relativa al SIDA en el periodo de 4 a 9 semanas siguientes (Kemeny, 1995).
monocitos y mayor cantidad de eosinófilos así como una menor actividad de las NK.
(Kiegolt 2003, y Wik 1998)
Esas condiciones cursan con alteración de la respuesta inmune. Así mismo, el apoyo
central produce cambios positivos tanto a nivel psicológico como a nivel inmunológico
(Canelones, 2001).
Los huracanes y los eventos bélicos provocan numerosos estragos. No encontré datos
relevantes en referencia a la guerra de Irak, pero se ve que, en líneas generales, los
afectados de desastres bélicos o naturales, así como los que los atienden, manifiestan
medidas inmunes más deficientes, en particular bajos niveles de células NK, niveles
elevados de células blancas, disminución de las subpoblaciones celulares CD4 y CD8,
y una disminución de la respuesta a mitógenos PHA y PWM que evalúa la actividad de
las células T. Dichas alteraciones pueden permanecer por un periodo de hasta dos
años después del desastre, y se han relacionado con la activación fisiológica del estrés
en forma crónica, que es capaz de modular el aumento o disminución de diferentes
patologías orgánicas, entre ellas el cáncer, los problemas cardiovasculares,
autoinmunes, digestivos y otros (varios:ver bibliografía).
También la percepción subjetiva del dolor está modulada por unos elementos
psicosociales y neurotransmisores. Jasmin et al (2003) abordan este tema en la revista
Nature, y postulan que la percepción del dolor está alterada por el humor, la atención y
la cognición, o también por la estimulación directa del córtex cerebral encargado de
recibir el mismo, siendo la actividad del neurotransmisor GABA el encargado de su
inhibición. Abordaron los cambios en la neurotransmisión del neurotransmisor GABA
para demostrar cómo esos cambios aumentan y disminuyen el efecto analgésico.
Como último punto de este apartado, quisiera mencionar que los estudios demuestran
que la educación (ergo, un factor social o socioambiental) produce una multiplicación de
las sinapsis corticales. Un menor aumento en la densidad sináptica se asociaría con
una educación deficiente, y el descenso sináptico llevaría al paciente más fácilmente,
por ejemplo, al umbral de la demencia (revisado por Mora, 2002).
fibras nerviosas autonómicas y sensoriales. Otra vía está mediada por hormonas de la
pituitaria (Felten, 1991).
Así como el estrés puede influir en el sistema inmune, aquellas intervenciones dirigidas
a manipular el estrés también deberían asociarse a cambios inmunes. Sin embargo,
hay tantos factores que entran en juego que la relación no puede ser directa. Los
procesos subyacentes a dichas asociaciones forman un complejo entramado que refleja
la complejidad de la integridad del ser humano.
Por ejemplo, los estudios empíricos demuestran que, en general, las intervenciones con
pacientes oncológicos tienen por resultado un efecto positivo. Por mi experiencia clínica
personal en este sector, aunque los datos empíricos me falten aún, los grupos de
enfermos de cáncer así como sus familiares se benefician de la terapia grupal,
aprenden a manejar el estrés, a desafiar a la muerte y convivir con su proximidad, y a
adecuar su vida emocional para lograr un ajuste más conforme a sus deseos
inconscientes.
Estudios con hombres homosexuales con HIV que participaron en programas para
manejar el estrés mostraron un mayor numero de CD3 + CD8, hasta doce meses
después de la intervención (Vargas, 2002).
su problema específico, y bajo unas circunstancias concretas, para saber en cada caso
qué variables se pueden considerar.
Kandel, neurobiólogo y psiquiatra, premio Nobel 2000 de fisiología y medicina, nos dejó
cinco principios para relacionar la bioquímica y la cognición, o lo que en este caso sería
lo mismo, el efecto de una intervención psicológica. Dice al respecto: “Cambios en la
expresión genética producidos por el aprendizaje dan lugar a nuevos patrones de
conexiones neuronales”. Añade que “en tanto que la psicoterapia es efectiva para
producir cambios a largo plazo en la conducta de los pacientes y los producen
presumiblemente a través del aprendizaje, ello debe generar modificaciones en la
expresión de genes que cambian la fuerza de las conexiones sinápticas y cambios
estructurales neuronales que, a su vez, cambian los patrones anatómicos de
interconexiones entre neuronas del cerebro” (Mora, 2002, p. 174-175).
Las evidencias de la existencia de una actividad antitumoral del sistema inmune son
varias. En el ámbito de este escrito, he escogido algunas resumidas por Castés (2002):
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