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Relaciones de Producción y política Agraria

La revolución del 20 de octubre de 1944 significó un hecho fundamental en la vida


política del país porque terminó con la dictadura de Ubico, que mantenía el país en
el atraso y reprimía a sus opositores. Fue un movimiento esencialmente urbano y
de clases medias, cuyo objetivo era la democratización y la modernización
económica. Entre sus grandes logros se pueden apuntar la separación de poderes
dentro del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), la seguridad social y el
reconocimiento de la mujer como ciudadana, entre otros. Sin embargo, la
revolución no rompió las estructuras de opresión y subalternidad que afrontaban
los pueblos indígenas. Nunca tuvo ese objetivo porque en esa época el indígena
no era visto como un compañero de batallas, sino como un problema. Los
revolucionarios que habían logrado la gran gesta de 1944 tenían grandes sueños
de cambio, en los cuales no se incluía a los indígenas en igualdad de condiciones.

La gesta de 1944 no rompió el poder de la oligarquía, la cual, en última instancia,


definió sus límites.
Apenas dos días después del triunfo revolucionario y cuando aún se celebraba en
las calles esa gesta, ocurrió un hecho lamentable: Un grupo de kaqchikeles,
cansado del maltrato, discriminación y despojo de sus tierras, se enfrentó con
ladinos en Patzicía, Chimaltenango, hecho que dejó 16 muertos. En lugar de
mediar para resolver el conflicto, la Junta Revolucionaria de Gobierno envió a
tropas del Ejército a eliminar la supuesta sublevación de los “indios revoltosos”. El
resultado de la incursión del Ejército revolucionario fue la masacre de más de 400
kaqchikeles, entre hombres, mujeres y niños. Esta matanza, que fue bien vista por
los terratenientes, ha sido silenciada en la historia oficial de los revolucionarios,
como si los muertos no importaran. Este hecho materializaba la cuestión acerca
de qué hacer con el indio, sobre quien se erigía una construcción social de que es
problemático, insolente, terco y un resabio del pasado.

Esta relación conflictiva es analizada por Édgar Esquit en su libro Comunidad y


Estado durante la Revolución, en el que señala que el problema es que la gesta
revolucionaria no rompió el poder de la oligarquía, la cual, en última instancia,
definió los límites de la Revolución. Fue así como en 1945 se volvió a poner en
vigencia la Ley contra la Vagancia y el Reglamento de Control de Jornaleros que
mantenía el trabajo forzoso para los indígenas. Durante la Revolución persistieron
las estructuras coloniales, en las cuales los mayas continuaban en situación de
subalternidad, como sirvientes en las fincas. Para entonces, las mentes preclaras
de la intelectualidad de izquierda discutían qué hacer con el problema indígena.
Uno de los objetivos del Instituto Indigenista, constituido por el gobierno de
Arévalo, en 1945, era la asimilación forzosa del indígena a la civilización
occidental, por la vía de la “cultura ladina”.

Fue hasta en 1952, con el decreto 900, Ley de Reforma Agraria, cuando comenzó
a cambiar la situación de los pueblos indígenas, pero no porque al gobierno
revolucionario le interesara tal hecho. En realidad, el fin era modificar las
estructuras feudales que prevalecían en el campo para desarrollar relaciones
capitalistas de producción, por medio de hacer productivas las tierras ociosas en
poder de latifundistas y de la United Fruit Company. Según Esquit, esta situación
permitió que por primera vez comenzaran a coincidir los intereses de la
Revolución con la de los pueblos indígenas, quienes reivindicaban las tierras que
les habían sido despojadas en forma constante. Sin embargo, la oligarquía, en
alianza con la CIA, fue la columna vertebral de la contrarrevolución en 1954. Con
la derrota de la Revolución se volvieron a fortalecer las estructuras coloniales y el
sojuzgamiento de los pueblos indígenas, que de nuevo afrontaron el despojo y las
masacres que se extendieron en gran parte de la geografía nacional.
Agricultura
La población indígena de Guatemala continuó practicando una economía de
subsistencia durante la época colonial, en la que siguieron ocupando un lugar
primordial el maíz, el frijol, las calabazas y el chile. A la riqueza de flora americana,
pronto hubo de sumarse la presencia de los cultivos traídos por los españoles,
tales como trigo, para poder elaborar pan blanco o de trigo, debido a que los
europeos nunca se avinieron del todo al consumo de las indígenas tortillas de
maíz. Así, por ejemplo, sabemos por los informes de Tomas Gage, que hacia 1630
se sembraba abundante trigo su principal cultivo; también sembraron esta
gramínea en terrenos de mayor altura como San Lucas y Santiago Sacatepéquez,
asimismo en el occidente del reino de Guatemala.
Cacao. Algunas plantas americanas fueron cultivadas con especialidad, debido a
que la demanda que tenían en España o en la Nueva España. Uno de los
primeros productos de exportación con que contó Guatemala fue el cultivo del
cacao, semilla que tuvo gran importancia desde la época prehispánica; el de mejor
calidad se cultivaba en las cálidas zonas de Suchitepéquez y Soconusco, fue tan
apreciado el cacao guatemalteco, que en 1950 se exportaron 200,000 cargas
hacia Nueva España, con un valor de 60,000 pesos; la razón del éxito fue la gran
afición que los europeos le tomaron al chocolate, sabemos que durante toda la
época colonial se consumió esta nutritiva bebida en Guatemala, hasta poco más o
menos el año
1880, empezó a cambiar el gusto de los guatemaltecos hacia el café, quizá como
resultado de la siembra masiva que se hizo de este grano en tiempo de la
Reforma Liberal de 1871. En la actualidad el chocolate se bebe rara vez, y ha
quedado como bebida de cierta especialidad en algunas fiestas tradicionales,
donde se le sirve acompañado de un tamal y pan dulce. Continúa teniendo fama
en Santo Domingo Mixco, aunque su calidad ha venido a menos. El chocolate
sigue siendo elaborado de buena calidad y sabor, es el que se hace una sola vez
al año en Santa Lucía Cotzumalguapa, por los indígenas de la cofradía de la
virgen de Santa Lucía, con ocasión de su fiesta que se celebra el 13 de diciembre;
este chocolate en tabletas redondas, del tamaño de una tortilla de maíz, es
regalado a las personas que dan alguna contribución para costear la festividad.
El cacao es un árbol menudo, crece bajo la sombra, poco mayor que un arbusto,
con hojas grandes y anchas; el fruto crece unido al tronco del árbol en mazorcas
que van creciendo en tamaño hasta llegar a pesar unas 24 onzas; se quiebra la
mazorca por la mitad y aparece su interior lleno completamente de semillas
aplanadas y del tamaño de un haba, recubiertas de una pasta blanca y de sabor
ácido agradable; estas semillas se ponen a secar al sol durante varios días, hasta
que toman un color anaranjado oscuro; entonces están listas para ser procesadas
en la elaboración del chocolate, agregándosele canela, azúcar, clavo, almendras,
achiote, avellanas, etc.
Añol o xiquilite, esta es una planta americana que produce un líquido concentrado
de color azul. Durante la colonia, cuando era la época propicia, se cortaban
grandes cantidades, se cortaba en grandes cantidades y se echaba en estanques
de poco fondo y agua, luego se machacaba con los pies a la manera en que se la
uva para elaborar uva para elaborar vino; posteriormente se sacaban los residuos
de la planta y el agua azulada se hacía correr hacia otros estanques de poca
profundidad, donde el calor de los rayos evaporaba el agua, hasta dejar un residuo
pastoso, el cual era recogido con espátulas y puesto dentro de pequeños moldes
de madera donde terminaba de secarse; el producto final eran unos trozos del
tamaño de un queso pequeño llamados panes de añil.
Caña de azúcar, este fue cultivo de enorme importancia durante la colonia ya que
de la caña se fabricó panela o rapadura también azúcar. La caña de azúcar crece
con propiedad en los climas cálidos; es un cultivo que tiene la ventaja que puede
ser cosechado un año después de ser sembrado, y para posteriores no necesita
resiembra, sino hasta para después de varios años. Cuando la caña llega a cierta
madurez, es cortada y conducida a un sitio a propósito para ser procesada, el cual
se le llama trapiche; se compone este de cilindros que exprimen la caña sacándole
todo el jugo que contiene; en la época colonial estos cilindros eran de madera, así
como los engranajes que los hacían girar y recibían el nombre de tarabillas. La
fuerza motriz para accionar el trapiche podía ser una rueda con cubos de agua, o
bien la fuerza de bueyes o mulas que debían caminar incesantemente en círculos;
al jugo medianamente fermentado se le llama guarapo, y hecho pasar a ciertos
recipientes de gran tamaño, recibía una cocción hasta que la miel tomaba color
castaño y daba cierto punto; este era el momento de ser batida con grandes
paletas, hasta que se le transvasaba a moldes de madera, donde endurecía y
estaba lista para su consumo.
Ganadería; fue como una actividad por los españoles en Guatemala; sabemos que
los indígenas no conocían aquí animales mayores que el venado; así que vacas,
caballo, asnos, mulas, cabras, ovejas, y cerdos fueron un aporte europeo. El
ganado porcino se distribuyó por todo el reino debido a la utilidad y demanda de
su carne.
La crianza de caballos se desarrolló, del mismo modo, debido a la necesidad de
transporte de las personas; tenemos noticia de que particularmente famosa fue la
crianza de caballos que se hacía en el valle de san Jerónimo Baja Verapaz.

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