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pero vivir como si Dios no existiera
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Praesan conocer a Dias,
ero con sus acciones io nega:
son abominable, desobediones
¢ incapaces de hacer nada buen.
—T1T0 116Carta al lector
ANTRODUCCION
Un cristiano ateo en recuperacién.
capitulo
(Cuando crees en Dios. pero no lo comoces de verdad
‘Cuando crees en Dios, pero te avergitenza tu pasado.
cavirvio 3
(Cuando crees en Dios. pero no tienes Ia certeza de que te ama
caviruno 4,
Cuando crees en Dios, pero no en la oracién
capituia 5
(Cuando crees en Dios, pero no consideras que sea justo
capiruio 6
Cuando crees en Dios, pero no quieres perdonar
cavinvio 7
(Cuando crees en Dios. pero no piensas que puedas cambiar
Cuando crees en Dios, pero confias més en el dinero
Cuando crees en Dios, pero no hablas de tu fe
capiruzo xa
Cuando crees en Dios, pero no en su iglesia
PALABRAS FINALES
About the Publisher
‘Share Your ThoughtsCarta al lector
SIEMPRE QUE VIAIAS EN AVION, sentado junto a personas que no
conoces, tienes innumerables oportunidades de entretenerte y
sorprenderte. En especial si eres pastor, como yo.
Antes de que mi confiado compafiera de viaje se entere de
que soy pastor, todo es sonrisas y amabilidad. Sin embargo,
apenas descubren cuil es mi profesign, la conversacién cambia
En ocasiones, se torna mas profunda y crea un vinculo espir-
itual entre ambos. Otras veces se vuelve acalorada, porque mi
interlocutor me cuenta sus dudas, confusiones o suftimientos
espirituales. Y hay ocasiones en que entiendo el mensaje: auric-
ulares, ojos cerrados... la conversacién ha terminado.
Hace poco tuve que tomar dos aviones para llegar a mi des-
tino, En la primera parte del visje me tocé sentarme junto a
‘Travis, Era un hombre de mediana edad, casado y con dos
haijos, el cual volvia a casa después de un viaje de negocios que
no habia dado resultado alguno. En la segunda parte del viaje
‘me senté junto a Michelle, una joven de veintitrés afios excep:
.
Durante la primera parte del vuelo hablamos del negocio
inmobiliario de Travis, que pasaba por un mal momento. Dos
aflos atrés, las cosas iban perfectamente y vendia propiedades
cen los mejores distritos. No obstante, ahora ni siquiera podta
negociar el precio de algo, por bajo que fuera, La mala situacién
econémica y el deterioro de sus ingresos lo habfan obligado a
cambiar un poco su estilo de vida. Sin embargo, tenia exper
anzas de que las cosas volvieran a la normalidad pronto.
Después de contarme sobre las dificultades de su profesion,
‘Travis me pregunté qué hacfa yo. De modo que a tono con el
lenguaje comercial de nuestra conversacién, le dije que me ocu-
paba de los asuntos espirituales como pastor de una iglesia.
Fue entonces que Travis aflé las ullas: «O sea, que usted es
tun ministro»Y esforzindose por mantener un tono cordial,
‘pregunté con obvio sarcasm: «Supongo entonces que cree en
todo eso de la creacién en siete dias nada més, .
Aunque no recuerdo todo lo que me dijo el pastor, sf re
‘cuerdo sus consejos sobre no causar problemas, no ir tras las
‘chicas y no beber cemveza. En pocas palabras, fueron malas noti
cias. A todos mis amigos les gustaba la cerveza, y también las
chicas y meterse en dificultades. Y aunque yo no era su general,
por cierto legaba a la categoria de teniente, con un buen poten-
cial para un pronto ascenso.
Abandoné Ia oficina decidido a dejar de pecar, Era hora de
encontrar la zeligion y estar bien con Dios de una vez por todas,
Armado con este nuevo llamado, mi siguiente semana en la es
cuela estuvo impulsada por el flego espiritual y la determi-
nacién de vivir come debia.
Sin embargo, luego llegé el vieres porla noche,
No fue sino hasta afios mis tarde que descubri lo que dice
Pablo en Romanos 7. El afirma alli que todo lo que queria
hhacer, no lo hacia. ¥ que todo lo que no queria hacer, si lo
hhacia, La historia de Pablo era mi historia, Deseaba vivir con
‘ectitud, pero no lograba hacerlo durante més de cinco minutos.
Cxela en Dios, pero seguia copiando Ia tarea de algiin com
pafiero, bebia la cerveza muds barata que pudiera encontrar,
‘mentia sobre lo que hacia con mis novias, y siempre estaba con
el ojo atento para ver si encontraba alguna revista Playboy por
ahi
‘Dios, por favor, no me mandes al infierno! Amén, un mil-
Ion de veces améne.
MI PRIMER GRAN DESPERTAR
Cuando cursaba el primer afio de la escuela secundaria, mi
grupo de jévenes de la iglesia me eligi6 como presidente, Parece
que para ser presidente no hacia falta vivir como ctistiano, y
antes de que me diera cuenta, por ocupar dicho puesto me
habia «ganado» una beca parcial a fin de asistir a una univer
sidad cristiana Debido a mis habilidades deportivas cubri el
resto de los gastos de alojamiento y comida, y asi me embarqué
fen Io que suponia que daria inicio a una vida nueva que
agradara a Dios.Legué a la universidad con el auto cargado de rapa, lapiceros
Bic, mi péster de Cindy Craveford y muchisimos suefios, Sin
‘embargo, en lugar de encontrarme rodeado de jévenes pare
cidos a Billy Grahams y la Madre Teresa, me encontré en medio
de-una multitud de Lindsay Lohans y Kanye Wests en miniatu-
1a, y entré de Ileno en un ambiente de fiesta.
El pecado es divertido, al menos por un rato. No obstante,
tiene esa particularidad de no dejarte ir jams y vuelve al acecho
a cada rato, en general cuando menos lo esperas. Es como un
estornudo: te sientes bien al principio, pero luego ves el Ko que
hha quedado, Para cuando terminé el primer afi, me habia dado
‘cuenta de que muchos de mis compafteros ya tenian an:
tecedentes policiales por delitos menores, lo cual colocaba a casi
todo el grupo en riesgo de expulsién. Mis o menos al mismo
tiempo, falté a uma préctica de tenis porque me quedé dormido
bajo los efectos de la diversién de la noche anterior. Con un
error més como ese, petderia mi beca, Ademds, ya habia gente
que me miraba mal por a forma en que habia tratado a algunas
chicas,
Como sentia que iba de mal en peor, decidi volver a buscar a
Dios... una vez més.
Se me ocurrié que podriamos iniciar un estudio biblico en
nuestra casa tniversitaria, Les presents la idea a algunos de mis
‘companieros, explicéndoles que seria ademas un buen acto de
Relaciones Piblicas para limpiar nuestra manchada reputacion.
En realidad, que:
no me habia ayudado mucho en eso, cref que mas me valia ir
saber mis acerca de Dios, y como la iglesia
directo ala Biblia para ver qué podia descubrir por mi mismo,
En la mafiana del martes anterior a nuestro primer estudio
biblico iba caminando por el predio de la universidad cuando
me di cuenta de que no tenia Biblia (habia dejado la dorada de
si familia en casa). De camino a la clase de literatura mundial
se me present un caballeto mayor y me dijo que era un
Gedeén. Me pregunté si queria una Biblia gratis. Yo no sabia
qué era un Gedeén, pero en ese momento bien podria haber
sido un éngel enviado por Dios.
Esa noche fuimos unos pocos los que comenzamos a leer la
Biblia en una habitacién pequefla, con olor a fiestas y sudor, en
la casa Lamba Chi Alpha. Empezamos por el capitulo uno de
Mateo, y después de pasar por toda esa langa lista de «padre de,
pudimos avanzar. Como éramos principiantes, al final de cada
estudio biblico solo sabiamos orar asi: «Dios, protégenos cusn-
do estamos de fiesta. Dios, evita que la novia de Joe quede em-
barazada, Dios, no permitas que nos atrapen copindonos en ell
examen de historia de los Estados Unidos». En verdad no se
‘uataba del tipo de oraciones que hactan los estudiantes bautis:
tas, pero al menos resultaban sinceras.
Eramos un pufiado de tipos que creiamos en Dios, pero no
‘enfamos idea alguna de quién era él.
Aunque no sablamos muy bien lo que estébamos haciendo,
nuestro pequefio grupo fue creciendo. Al parecer, muchos de
Jos que se unian a nosotros en las fiestas también sentian cus
viosidad espizitual. Mientras més lelamos la Biblia y més
ordbamos, mas gente llegaba y més parecia estar haciendo Dios,
‘Cuando terminamos de leer Mateo, descubrimos que Mar
cos, Lucas y Juan contenian muchas de las mismas historias,Después de leer tres capitulos del libro de los Hechos, nos abur
rimos y saltamos a Romanos. fbamos por la mitad de Romanos
‘cuando me entusiasé y quise avanzar un poco més. Y cuando
legué Efesios, encontré dos versiculos que cambiarfan mi
vida para siempre: «Porque por gracia ustedes han sido sal-
vados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el
regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacteo. ;Seria
(Salmo
sua, 102).
David no intents fingir inocencia, Fue sincera, Sin embargo,
‘tampoco permitié que la trampa de la culpa le robara —o le ro-
‘ara a Dios— el gozo de una vida redimida y restaurada, Sabla
que no podia cambiar el pasado, pero esperaba cambiar el fu
‘ture.
Cuando tenemos esperanza en lo que Dios ha prometida
ordenado— nuestra esperanza equivale a la certeza.
Justo antes de que le entregata mi vida a Cristo en la univer:
sidad, tomé una mala decisién, muy parecida a la de David.
Sulfa con una dulee chica cristiana, pero como yo no era cris
iano, cedi a la tentacién destructiva, En esos tiempos erapresidente de mi fraternidad y tenia bajo mi cuidado a un «her
‘mano menor», un miembro més joven de esa frateridad. Fl
también salia en serio con una chica. Una noche de fiesta en la
que este joven no estaba en la ciudad, st novia se me insinud,
Al principio me resist, peto después de unos tragos més
tuaicioné a mi novia y a mi compafiero. En unos dias, el asunto
era la comidilla de todos en la universidad, y de ser un lider xe
spetado pasé a ser conocido como un despreciable traidor. Mi
vida, tal como la conocia, habfa acabado,
No vefa salida para alguien que hubiera cometido tal acto de
taicién. No obstante, sentia tal temor —y también me atrevia a
‘tener Ia esperanza suficiente— en cuanto a mi futuro, que per-
‘iti que mi pecado me acercara a Dios en lugar de apartanme
de al todavia mis. Por la gracia de Dios, en vez de encerrarme
cn la prisién de la vergitenza, me volvi al cielo, al Dios de la
sanidad y la esperanza.
Con la ayuda de un amigo sabio supe que aunque no podria
eshacer lo hecho, si podria hacer lo comecto a partir de en-
tonces. Mi intento por remediar la situacién empez6 por discul:
parme con toda sinceridad. No me extrafié ver que las personas
alas que habia herido no estuvieran dispuestas a perdonarme
de inmediato. No abstante, al menos mi arrepentimiento era un
‘primer paso en la direccién correcta, Y aunque mis intentos por
hhacer las paces no sanaron enseguida las heridas de las rela-
ciones que habia quebrado, si fueron de ayuda para sanar mi
quebranto interior. Con el tiempo, gracias al poder de restau:
racién de Cristo volvimos a ser amigos.
Para muchos es dificil aceptar que el pasado ha pasado. A
veces es muy dificil dejarlo alli, donde tiene que estar. Sin em-
Dargo, hasta tanto hagamos justo eso, no podremos estar en paz
con el presente ni avanzar hacia el futuro con esperanza.
CAMBIA TU FUTURO
Cuando tomamos la decisién de aceptar ese pasado que no
‘potemos cambiar, tenemos que aferramos a la esperanza que
Dios nos da para el futuro. Si bien tal vez secordaremos siempre
lo sucedido, debemos creer que lo que pasé no nos define como
‘personas. Somos Io que Dios dice: muevas creaciones (2 Corin-
tios 5:17). Cuando rechazamos lo que nos dice la vergitenza con
respecto a lo que somos, finalmente podemos oir lo que Dios
dice sobre nosotros. Hl estd obrando en todas las cosas para bien
en nuestras vidas, porque amamos a Dios y somos Lamados
segiin sus propésitos (Romanos 8:28)
Aunque Rebecca, fiel voluntaria en nuestra iglesia y madre
de dos nifios, parecta feliz, en realidad guardaba un oscuzo se
creto. Durante afios se habia dedicado a comer todo lo que
queria para luego ir en secreto a algtin bafio y devolver lo que
‘habia ingerido. Avergonzada de su problema, de algiin modo
Iogr6 que nadie se diera cuenta de su enfermedad. Y suponien
do que su pequefia jamés sabria lo que estaba haciendo, no la
detuvo cuando un dia la nifta entxé al batt y vio que se obli
gaba a vomitar, Rebecca jams habria imaginado que su impre-
sionable hijita comenzaria a imitarla, metiéndose el dedito en la
‘doca hasta tocar la campanilla, Al ver que ese geste se convertia
cen hibito, Rebecca supo que finalmente tendria que sacar st
problema ala luz.Jamis olvidaré cémo lloré cuando se confess ante un grupo
de personas en Ia iglesia, En lugar de apartarse, todos —in-
luyendo a su esposo— la abrazamos. Rebecca estuvo dispuesta
1a buscar la ayuda de un consejero cristiano y lentamente pudo
abrirse paso en medio de la oscuridad de su dolor para llegar a
Ia luz sanadora de Cristo. Afortunadamente, Dios ha convertide
esto que era un problema en un nuevo ministerio. Rebecca ad:
‘mite con sinceridad su antigua dificultad y ha ayudado a varias
‘mujeres que también vivieron agobiadas por su oscuro secreto,
Si vives con un secreto que te avergiienza, Dios puede obrar
jun milagro similar en tu vida iY cuando lo haga, te sentirés
‘mejor que munca! Cuando un lnueso fracturado se suelda, suele
quedar més fuerte en el lugar de la antigua fractura, Del mismo
modo, Dios puede tomar la vergiienza de los fracasos y exrores
del pasado y redirigir sus resultados para convertitos en éxitos
faturos. Traicioné a mis amigos de la universidad. En realidad
engafiar a mis novias era para mi una rutina, En el fondo, me
preguntaba si lograria ser fiel alguna vez cuando me casara, Sin
embargo, por el poder de Dios, que tomé la vergenza de mi
pasado, obtuve el perdén y estoy mejor que si no hubiera tenido
el problema. Mi debilidad fue reemplazada por una fuerza op-
‘uesta igual de fuerte. Mi fidelidad hacia mi esposa en todos los
aspectos es una parte importante de mi historia. Lo que antes
era un profando sentimiento de vergtlenza y pecado, Dios lo
1uss para bien,
‘Yl ansfa obrar de la misma manera en t.caviruno 3
Cuando crees en Dios,
pero no tienes la certeza
de que te ama
HACE UNOS ANOS ESTABA ALMORZANDO con un hombre al que
acababa de conocer, Por alguna razén, me conté que tenfa prob-
lemas en su matrimonio, Cuando le pregunté qué lugar ecu
‘paba Dios en su relacién matrimonial, su rostro se oscurecié y
corté el vinculo recién formado: «No creo en Dios. Y no quiero
hablar de religion».
Como no querfa presionarlo, respeté su postura y segui
hablando de su matrimonio sin decir nada més acerca de Dios,
Volvié a interrumpirme y repitié que no crela en Dios y que ne
deseabsa que le impusiera la religisn,
Callé, asombrado y confindido. Luego seguimos conver
sando. Me cuidé muchisimo de no mencionar a Dios. La tercera
vez que me interrumpi6, espet6: «No quiero hablar de Dios. No
creo en dl.
Por tiltimo me di cuenta de algo: Este hombre que suftia en
realidad si queria hablar de Dios. Y como no dejaba a un lado el
tema, le pregunté con mucho tacto: «Cuénteme sobre este Dios
en el que no cree». El comenzé a hablar con todo gusto. Dijo
que no creia en un Dios enojade que siempre estaba al acecho
para atrapar a la gente haciendo cosas malas y se deleitaba en
‘mandar alas personas al infierno.
Esta vez fui yo el que interrumpis:
—Es interesante. Tampoco yo exeo en ese Dios.
Percibiendo que la puerta estaba entreabierta, expliqué:
—Creo en un Dios de bondad, que se interesa personalmente