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2) Un par de medias cuesta $9. Martina compró 4 pares y pagó con $50. ¿Le tienen que dar
vuelto? ¿Cuánto? _________________
3) Mauro tiene 5 años, y su hermano tiene el triple. ¿Cuál es la cuenta que permite saber la
edad del hermano de Mauro?
5+3 5x3
Sin contar las baldosas, decidí con cuál de estos cálculos es posible saber cuántas baldosas hay:
5) En un edificio hay 6 ventanas que dan a la calle en cada uno de los 8 pisos. Para calcular
cuántas ventanas dan a la calle, Claudia pensó así:
6 + 6 + 6 + 6 + 6 + 6+ 6 + 6 = 48
6 x 8 = 48
6. Cada cuadro muestra la relación entre cantidad de artículos y sus precios en pesos.
a) Complétalos.
VASOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
2
PRECIO
PLATOS 1 2 4
8 12 20
PRECIO
JARRAS 1
8
PRECIO
b) ¿Se pueden encontrar los resultados de estos cálculos en las tablas que completaste? Marcá
con una cruz los que sí se pueden encontrar.
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
0 9 18 27 36 45 54 63 72 81 90
a) ¿Por qué número se multiplicó a los números de la primera fila para obtener los de la
segunda fila?
La docente presentará a los niños una leyenda la cual narrara mostrándoles las imágenes,
donde los niños pueden ver y reconocer diversos recursos utilizados en tiempos pasados, y la
belleza que tiene la leyenda en su conformación.
Leyenda kamshaut- Habla del indio que se convirtió en ave con plumas de colores de las hojas
de arboles.
En Tierra del Fuego, en la tribu selk`nam, había un joven llamado Kamshout, al que le gustaba
hablar. Le gustaba tanto que, cuando no temía nada que decir- y eso era muy notable porque
siempre encontraba tema-, repetía las últimas palabras que escuchaba de boca de otro.
-Si, es cierto. Mirémoslo en silencio. ¡Es verdad! ¡Está hermoso! Y es mucho más lindo así,
cuando uno lo mira con la boca cerrada, ¿no es cierto? – Respondía –Kamshout.
Por su charla, toda la tribu sintió su ausencia cuando tuvo que partir.
Paso el tiempo. Y Kamshout regresó y las aves al verlo emigraron porque,¿ para qué cantar
donde nadie puede escucharte?
Kamshout estaba maravillado. Repetía y repetía a quien quisiste oírlo que, en el norte, los
árboles cambian el color de sus hojas. Les hablaba de primaveras y otoños. De hojas verdes,
frescas, secándose de a poco, hasta quedar doradas y crujientes. ( y los que lo oían imaginaban
un pan recién sacado del fuego).
¿Qué era esa tontería de decir que los árboles no tienen hojas eternamente verdes? ¿Qué
quería decir “otoño”?
El descreimiento de su tribu enojo a Kamshout. Desesperado por convencerlos de que decía la
verdad, Kamshout contó lo mismo día y noche, sin parar. Segundo tras segundo hasta que sus
palabras se fueron encimando una tras otra y se convirtieron en un extraño sonido.
Recién lo notaron cuando escucharon que les hablaba desde los árboles.
¡Era él! No había duda. Era su voz, que ahora solo decía “Kerrhprr, kerrhprr…” hasta el
cansancio.
Kamshout volaba sobre las hojas, y al rozarlas, las teñía del color de sus plumas.
De pronto, una hoja cayó. Corrieron a verla, a levantarla. La palparon y la volvieron a dejar en
el suelo. Entonces, la pisaron. La hoja crujió bajo sus pies.
Pero Kamshout no respondió. Se había ido muy lejos. Dicen que acompañado por su amiga y
enamorada.
Recién en la primavera, cuando las hojas volvieron a cubrir las ramas erizadas de frío, volvió
Kamshout, acompañado de su nueva familia.
O tal vez solo era un grupo de loros haciendo Kerrhprr sin cesar desde las
copas de los árboles.