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GEOPOLÍTICA Y COMUNICACIÓN

ACTIVIDAD 1

ALUMNO: OSCAR SORIANO RAMÍREZ

INTRODUCCIÓN
El mundo a inicios del siglo XVI era muy diferente a como lo conocemos en la
actualidad. El desarrollo de la burguesía aún no estaba consolidado, la cultura y
creencias religiosas tenían una relevancia mucho mayor a la actual y en el aspecto
geopolítico, Estados Unidos ni siquiera se asomaba en el mapa. En realidad, los
países que ostentaban mayor poderío y control sobre los demás en el año 1500
son en muchos casos países de segundo orden del siglo XXI. Sin embargo, al
estudiar el desarrollo de Europa Occidental como una de las potencias
económicas que sobreviven erigidas como tal hasta nuestros días, es necesario
hablar de aquellas que por falta de tal o cual característica determinada, no
pudieron mantener la hegemonía en el periodo moderno de la humanidad.

DIFERENCIAS DE LOS CENTROS DE PODER DEL SIGLO XVI CON EUROPA


OCCIDENTAL

Los centros de poder del siglo XVI están ubicados zonas de Asia, África y Europa
Oriental. Al parecer, la más imponente de estos centros de poder era la antigua
China, dirigida por la dinastía Ming; sin embargo, no era la única. Otros centros
importantes eran el Imperio Otomano, el Mongol, Moscovia, Japón y por último
algunos estados de Europa Occidental.

Al hablar del desarrollo posterior de Europa como una potencia, se deben


encontrar las diferencias con los otros imperios existentes. En este sentido parece
importante mencionar que a lo largo del texto base para realizar este trabajo Auge
y caída de las grandes potencias de Kennedy, una de las diferencias más
importantes es la excesiva centralización de los imperios más importantes de
aquella época en comparación con Europa Occidental. Tanto la China, como los
Otomanos y Mongoles tenían entre esas características centralizadas el intento de
unificar las creencias y prácticas de sus ciudadanos, algo posible debido a la
existencia de un estado omnipresente que lograba controlar en gran medida las
“desviaciones” individuales. En contraste, Europa Occidental nunca tuvo tal
capacidad debido a que un estado único no existía, sino una gama de pequeños
estados divididos geográficamente por zonas montañosas que hacían difícil
siquiera los intentos de imponer un liderazgo único capaz de lograr conquistar toda
Europa Occidental. De esta diferencia se desprenden otras que logran imponerse
a las desventajas que sufría Europa Occidental respecto a los otros centros de
poder. Por ejemplo, el desarrollo armamentístico parece ser desarrollado con
mucha mayor facilidad por Europa Occidental que por los otros centros de poder.
En el caso de China se logra vislumbrar que la importancia que daban a la
erudición y al confucianismo, resulta en un rechazo principista al belicismo que a
largo plazo pasará factura, sobre todo en el armamentismo marítimo. Algo
parecido ocurrió con Japón y el Imperio Mongol. Europa en cambio logra
desarrollar y adoptar los avances militares que a largo plazo le hacen consolidarse
en este aspecto.

Una tercera diferencia se encuentra conectada con las anteriores y es la mayor


tolerancia para con las actividades de los comerciantes, que a la larga se
convertirían en los nuevos amos del mundo. Mientras que en los centros de poder
su centralización hacia posible restringir en su mayor parte las actividades de los
comerciantes y usureros, en Europa Occidental estos futuros burgueses
encontrarían mayores posibilidades de mantener sus actividades. Esto se traducía
en la práctica en la obtención de más variadas mercancías entre los distintos
estados de Europa Occidental, y entre estos intercambios también se podían
adquirir fácilmente productos para el desarrollo armamentístico.

Estas diferencias logran que Europa Occidental pase por encima de desventajas
evidentes, como su menor riqueza de recursos naturales, su menor fertilidad de
tierras respecto a las grandes civilizaciones fértiles como China o India, su
vulnerabilidad geográfica ante las invasiones, entre otras. Finalmente, los ejes
económicos, políticos y sociales se demostrarían como los factores decisivos en el
ulterior desarrollo de Europa Occidental frente a las ya viejas potencias.
BIBLIOGRAFÍA
Kennedy, P. (2007). Auge y caída de las grandes potencias. Barcelona. Plaza y Janés.

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