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Agustinos de la Asunción.

Aspirante: Daniel Magin S.


Acompañante de formación: P. Juan Carlos Cisterna

“El cristiano debe amar a los demás, y por tanto,


respetar las opiniones contrarias a las suyas, y convivir
con plena fraternidad con quienes piensan de otro
modo”.

Mientras me conmovía leyendo la carta sobre la fraternidad del Padre Benoît


Grière A.A. Superior General; donde nos ofrece una vez más un testimonio
precioso de su mirada sobre algunas dificultades y falencias en la fraternidad,
invitándonos a una ilustración de lo que es la verdadera fraternidad y llevando
acabo el mandamiento del amor al prójimo. “Pero la fraternidad es también un
objetivo. Se trata de llegar más lejos en el respeto a la diferencia y la alteridad. Es
también un medio para descubrir más profundamente a Dios, que es el Padre de
todos en Cristo Jesús, su Hijo único, nuestro hermano”.(carta fraternidad)
“El amor de Cristo ha reunido a un gran número de discípulos para llegar a
ser un sola cosa, a fin de que en el Espíritu, como Él y gracias a Él,
pudieran responder al amor del Padre a lo largo de los siglos, amándolo
«con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (Dt 6,5) y
amando al prójimo «como a sí mismos» (cf Mt 22,39)”
“Debemos superar sin cesar nuestras divisiones y limitaciones para
reencontramos en la acogida y el perdón” (Regla de Vida n° 8). Es uno de los
temas más fuertes en toda comunidad, y más en la vida religiosa donde viven
muchas personas, de diferentes partes y culturas y cada uno con su forma de
pensar y de ser. Es aquí el gran reto para cada hermano poder comprender y
escuchar al otro, sin entrar en discusiones y falencias que no puedan llevarnos a
una buena convivencia fraterna por esto el evangelio es muy claro cuando nos
dice “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que,
como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn. 13-
34) es uno de los mandamientos más complicados; pero no difícil de vivenciar,
siempre y cuando estemos dispuestos a sufrir con paciencia las dificultades que
nos traerá al con vivir con otras personas diferentes y con un mismo objetivo, el
seguimiento de Cristo.
“El perdón es necesario para cualquier grupo humano. También está en el corazón
de la oración del Señor. ¿Cómo olvidar esta llamada a perdonar, que viene del
propio Cristo? Un corazón endurecido, eso es lo que hace que el religioso no viva

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la reconciliación, eso es lo que destruye la fraternidad” un religioso con un
corazón lleno de rencores y discordias, no es capaz de darse a entender y a
conocer a los demás, si lo único que trae en él, es una indisponibilidad de amar a
su prójimo y a su hermano, debe ser un hombre de mucha oración y de
discernimiento al enfrentarse a diferentes acontecimientos que se presenten a
diario en el interior de la comunidad y sea capaz de asimilar las correcciones
fraternas que se la hagan llevando siempre presente el amor de Cristo y un
corazón capaz de perdonar y darse al servicio de sus hermanos y desde allí estará
construyendo la fraternidad. «Y el deseo de una vida plena, a la que pertenece un
anhelo inagotable de fraternidad, que empuja hacia la comunión con los otros, en
los que encontramos no enemigos o competidores, sino hermanos que acoger y
abrazar». Papa Francisco).
La fraternidad es algo que sebe implementar en todos los aspectos empezando
por la forma de como comportamos y tratamos al otro y del respeto de cada uno,
con el solo hecho de que podamos compartir lo mucho o lo poco que se tenga
tanto en lo material como espiritual y el mejor modo de mostrarnos cuan fraternos
somos; esta en algo tan sencillo como lo es la sagrada Eucaristía donde
encontramos sacramentalmente y visible la fraternidad en la fracción del pan en
comunión fraterna; “en la Eucaristía encontramos la fuerza necesaria para vivir la
unidad a la que nos convida el Señor, [de que la Eucaristía] nos recuerda que
tenemos necesidad unos de otros para caminar hacia el Reino de Dios” (Capítulo
General de 2011, p. 74)?
En conclusión la fraternidad nos debe llevar a un encuentro consigo mismo y con
el mismo Cristo, desde allí podemos comprender y entender lo que San Agustín
decía sobre la vida fraterna. “La comunidad debe irse renovando desde los gestos
o espacios pequeños como las convivencias, dejando que el otro sea el mismo,
así aceptamos a las personas con su manera de ser y no como a nosotros nos
gustaría que fueran”.
En las comunidades los hermanos deben ser hablantes, es decir, lugar donde
cada uno pueda expresarse libremente y con serenidad. Eso significa que
tenemos que escuchar al hermano cuando habla, porque dice lo que él es en
verdad, y a
sí aprendemos hacer hermanos comunicadores de amor fraterno y podremos
comprendernos mejor siendo hombres que encarnan el evangelio con su
testimonio de vida.

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