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la reconciliación, eso es lo que destruye la fraternidad” un religioso con un
corazón lleno de rencores y discordias, no es capaz de darse a entender y a
conocer a los demás, si lo único que trae en él, es una indisponibilidad de amar a
su prójimo y a su hermano, debe ser un hombre de mucha oración y de
discernimiento al enfrentarse a diferentes acontecimientos que se presenten a
diario en el interior de la comunidad y sea capaz de asimilar las correcciones
fraternas que se la hagan llevando siempre presente el amor de Cristo y un
corazón capaz de perdonar y darse al servicio de sus hermanos y desde allí estará
construyendo la fraternidad. «Y el deseo de una vida plena, a la que pertenece un
anhelo inagotable de fraternidad, que empuja hacia la comunión con los otros, en
los que encontramos no enemigos o competidores, sino hermanos que acoger y
abrazar». Papa Francisco).
La fraternidad es algo que sebe implementar en todos los aspectos empezando
por la forma de como comportamos y tratamos al otro y del respeto de cada uno,
con el solo hecho de que podamos compartir lo mucho o lo poco que se tenga
tanto en lo material como espiritual y el mejor modo de mostrarnos cuan fraternos
somos; esta en algo tan sencillo como lo es la sagrada Eucaristía donde
encontramos sacramentalmente y visible la fraternidad en la fracción del pan en
comunión fraterna; “en la Eucaristía encontramos la fuerza necesaria para vivir la
unidad a la que nos convida el Señor, [de que la Eucaristía] nos recuerda que
tenemos necesidad unos de otros para caminar hacia el Reino de Dios” (Capítulo
General de 2011, p. 74)?
En conclusión la fraternidad nos debe llevar a un encuentro consigo mismo y con
el mismo Cristo, desde allí podemos comprender y entender lo que San Agustín
decía sobre la vida fraterna. “La comunidad debe irse renovando desde los gestos
o espacios pequeños como las convivencias, dejando que el otro sea el mismo,
así aceptamos a las personas con su manera de ser y no como a nosotros nos
gustaría que fueran”.
En las comunidades los hermanos deben ser hablantes, es decir, lugar donde
cada uno pueda expresarse libremente y con serenidad. Eso significa que
tenemos que escuchar al hermano cuando habla, porque dice lo que él es en
verdad, y a
sí aprendemos hacer hermanos comunicadores de amor fraterno y podremos
comprendernos mejor siendo hombres que encarnan el evangelio con su
testimonio de vida.