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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE SANTIAGO

(UTESA)
ÁREAS DE CIENCIAS DE LA SALUD
CARRERA DE PSICOLOGÍA GENERAL

TRABAJO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE


LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA

TEMA

MANEJO DEL ESTRÉS EMOCIONAL Y CUIDADOS A NIÑOS VICTIMAS DEL


FEMINICIDIO EN LA REPUBLICA DOMINICANA A PARTIR DEL AÑO 2015.

SUSTENTANTES:

Darlyn Stephanie Linares: 1-15-4459


Angélica Peña Mateo: 1-15-3614
Paola de León Pellerano: 1-14-5171
Maria Isabel Vásquez: 3-144373
Argenis Joaquín Batista: 2-183657

ASESOR:

Prof: Nelson Rodríguez

Santo Domingo, República Dominicana

2020

1
“La satisfacción de la necesidad de autoestima conduce
a sentimientos de autoconfianza, valía, fuerza, capacidad
y suficiencia, de ser útil y necesario en el mundo”.

(Abraham Maslow)

A nuestros padres por su confianza

y paciencia. A nuestros profesores por sus consejos y

enseñanzas en todo el trayecto.

2
AGRADECIMIENTOS

Queremos poder plasmar aquí nuestros agradecimientos a todas aquellas personas que han
hecho de esta investigación algo posible posible.

Queremos agradecer al Dr. Nelson Rodríguez, su confianza por haber iniciado con nosotros
este proyecto de investigación de manejo del estrés emocional y cuidados a niños víctimas
del feminicidio en la republica dominicana.

Sin su ayuda, no hubiera podido llevar a cabo el presente estudio. Gracias por compartir
ideas y conocimientos, y también por permitirme aprender más sobre este tema. Deseo
agradecerle, su tiempo y su ayuda en el análisis de los resultados de esta investigación, y su
accesibilidad y amabilidad en todo momento.

A nuestros compañeros de trabajo. A nuestras familias, parejas, y amistades, por su apoyo


y palabras de aliento en todo momento.

3
4
ÍNDICE

Resumen…………………………………..…………………..6
Presentación…………………………………………………..8

Manejo Del Estrés Emocional Y Cuidados A Niños Victimas Del Feminicidio En La


Republica Dominicana………………….…………………….9
1.1Introducción……………………………...……………….11
1.2 Justificación………………………………...……………..12
1.3Antecedentes Históricos……….…...…………………….13

Marco Teórico
2.0 Marco Teórico…………………..……………………..19
2.1 Factores de Riesgos……………………………………23
2.1.0 Indicadores de Riesgos………………………..……..25

3.0 Objetivos e Hipótesis………………..……………………26


3.1Objetivos………………...…………………………………26
3.2 Hipótesis………………….……………………………….27
3.3 Método……………………………………………………28
3.4.1 Participantes…………………………………………….28
3.5 Instrumentos………………………………...…………….29
3.5.1Variables…………………………………………….…..30
3.6 Investigaciones Actuales………………………...……….32
3.7 Problemas Emocionales y de Comportamiento...………..34
3.8 Procedimientos…………………………………………..36
4.0 Análisis Estadísticos……………………………………..37
4.1Comparaciones Victimización en la Infancia….…………41
4.2 Hijos e Hijas……………………………………..………42
4.2.2 Comparación de la Psicopatología Según los Tipos de Victimizaciones
Maternas………………………………………………….…43
4.3Protocolo de Apoyo……………………………………..46
4.4 Objetivos Potenciales del Programa……….…………....46
5.0 Causas de Feminicidio………………….….……………47
5.1Consecuencias…………………………………………….48
5.2 Evaluación…………………………………………….…..49
5.3Tratamiento………………………………………….…….49
6.0 Conclusiones……………………………………..……….51
6.1Recomendaciones………………………………………….52
6.2 Bibliografías………………………………………………53

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RESUMEN

Antecedentes y objetivos. La victimización en la infancia y en la adolescencia supone un


factor de riesgo para la revictimización en la edad adulta. Además, en la última década, han
empezado a aparecer estudios que asocian la historia de victimización materna con
sintomatología depresiva, determinadas variables sociodemográficas y con peores
resultados psicopatológicos de sus hijos. En este trabajo se estudia manejo del estrés
emocional y cuidados a niños víctimas del feminicidio el perfil psicopatológico de los hijos
y las hijas de mujeres con distintas historias de victimización en la infancia, adolescencia, y
en la edad adulta en su relación de pareja.
Método. La muestra estuvo formada por 113 menores, de entre 6 y 17 años, hijos e hijas
de 84 mujeres con distintas historias de victimización en la infancia, adolescencia y en la
edad adulta en su relación de pareja en el último año asistidas en un servicio de psicología
de un centro de atención a mujeres víctimas de violencia de género. Se utilizaron modelos
GEE (ecuaciones de estimación generalizadas) para estudiar la relación conjunta de
diferentes aspectos como variables demográficas, la historia de victimización materna, su
duración y la depresión materna y el perfil psicopatológico de los menores.

Resultados. Las madres que han sufrido distintos tipos de victimización a lo largo de la
vida no difieren entre sí en el grado de sintomatología depresiva, tienen un menor nivel
educativo y permanecen menos tiempo en relación de pareja. En cuanto a los menores,
mayores puntuaciones de maltrato psicológico en la pareja fue el principal factor de riesgo
para la manifestación de más problemas interiorizados (B = 0.40, p < 0.001) y
exteriorizados (B = 0.23, p = 0.001). Además los hijos e hijas de madres con historias de
victimización general en la relación de pareja mostraron más problemas interiorizados de
ansiedad/depresión y quejas somáticas (p ≤ .042) y problemas de pensamiento (p = .032),
mientras que mayores puntuaciones de depresión materna se asociaron con más problemas
exteriorizados (p ≤ .040).

6
Conclusiones. La violencia psicológica en la pareja se asocia con diversos problemas
interiorizados y exteriorizados de hijos e hijas La vulnerabilidad de los hijos huérfanos por
feminicidios se acentúa en un contexto de impunidad y la violencia constante. En
República Dominicana más de 2.000 mujeres han sido asesinadas en los últimos diez años.
Y la violencia va en aumento. “Son miles y miles de niños a los que les han robado el
futuro. De un momento a otro, les destruyeron su vida", dice Soto. Y luego, el Estado los
ha dejado solos. “Siguen matándonos y siguen creciendo generaciones desamparadas”.

7
PRESENTACION

La violencia contra niños, niñas y adolescentes es una problemática mundial con graves y
permanentes consecuencias sociales y de salud. En promedio, 6 de cada 10 menores de edad
de 2 a 14 años (unos 1,000 millones) en el mundo padecen de manera periódica castigos
corporales propinados por sus cuidadores. A nivel global, se estima que una cuarta parte de
todos los adultos sufrieron maltrato físico durante la niñez o la adolescencia; mientras que
una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres aseguran haber padecido abusos
sexuales en la infancia. Se calcula que anualmente mueren por homicidio alrededor de 200
menores de 15 años.

(UNICEF, 2015) Por su gran magnitud e impacto, la Organización Mundial de la Salud


(OMS) considera que la violencia contra niños, niñas y adolescentes es un problema de
salud pública (Resolución 67.15, de 2016), el cual constituye una grave violación de sus
derechos fundamentales. El Informe mundial sobre la violencia contra los niños y niñas,
publicado en 2015 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que la
variedad y el alcance de todas las formas de violencia contra niños y niñas apenas se están
haciendo visibles; así como la evidencia del daño que hacen a su desarrollo.

También muestra que este tipo de violencia constituye un importante problema a nivel
internacional y, en particular, en países de América Latina. (Piñeiro, 2001) La Convención
de los Derechos del Niño (1989) establece el derecho que tienen los niños, niñas y
adolescentes a ser protegidos contra toda forma de violencia, perjuicio o abuso físico o
mental, descuido o negligencia, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual,
mientras se encuentren bajo la tutela de padres o madres, de un representante legal o de
cualquier otra persona que los tenga a cargo La complejidad de la violencia contra la
infancia y la adolescencia requiere de una atención multidisciplinaria y multisectorial, que
garantice una atención integral y un modelo de protección en el que se fortalezcan las
relaciones protectoras en la familia, la escuela y la comunidad.

8
TEMA

MANEJO DEL ESTRÉS EMOCIONAL Y CUIDADOS A NIÑOS VICTIMAS DEL


FEMINICIDIO EN LA REPUBLICA DOMINICANA A PARTIR DEL AÑO 2015.

9
CAPITULO I –
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

10
1.1 Introducción

Violencia psicológica o emocional se define como “formas de maltrato verbal de manera


constante en contra del niño, niña y adolescente, caracterizada por insultos, desprecios,
críticas o amenazas de abandono, así como el bloqueo de sus iniciativas de interacción
infantiles, que pueden ir desde evitarlo hasta mantenerlo encerrado, por parte de cualquier
adulto del grupo familiar, e incluye formas de atemorizar, humillar o rechazar a los niños,
niñas o adolescentes”.

El abuso psicológico o emocional al igual que la negligencia, calificado como ausencia de


cuidados por parte de padres y madres, son formas de violencia contra niños, niñas y
adolescentes poco reconocidas; pero consideradas de alta frecuencia y de gran impacto en su
salud y su desarrollo. (Mesa-Gresa, 2011).
El impacto en la salud dependerá del tipo de interacción cuidador-niño/a, la fase de
desarrollo del niño/a o adolescente y de la magnitud de la omisión en la atención de sus
necesidades emocionales y necesidades básicas. Los profesionales de la salud presentan
amplias dificultades para reconocer estos tipos de violencia contra los niños/niñas y
adolescentes, lo que ocasiona retrasos en su detección y en la intervención protectora
oportuna. Siendo la preocupación sobre la existencia de este tipo de abuso, lo que
desencadena el proceso de detección y respuesta.

El abuso emocional/ psicológico y la negligencia, se asocia con frecuencia a otras tipologías


de abuso, rara vez ocurren solo. En la República Dominicana, el 62% de niños y niñas de
entre uno y catorce años experimentan agresión psicológica o castigo físico por parte de sus
padres o tutores como método de disciplina, según revela la Encuesta Nacional de Hogares
(Enhogar- MICS), 2014 publicada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Según la
investigación, el 54% de las personas menores de edad encuestado dijo haber sufrido
agresión psicológica, seguido por un 39% que es sometido a castigo físico, frente al 20%
que no recibe disciplina violenta.

11
1.2 JUSTIFICACIÓN

Estudios recientes sugieren la necesidad de entender las historias de trauma en la vida de


las madres que buscan ayuda para problemas psicopatológicos de sus hijos e hijas; y
también la contemplación de estudios analíticos y explicativos sobre la interrelación de
distintas formas de

La finalidad de esta investigación, es profundizar en el conocimiento de cómo los distintos


tipos de revictimización materna (victimizaciones maternas físicas, sexuales y emocionales
en la infancia, adolescencia y/o en la edad adulta en forma de victimizaciones físicas,
emocionales, y sexuales en el ámbito de la relación de pareja) pueden afectar al estado
psicopatológico de sus hijos e hijas; y a su vez estudiar circunstancias de la historia de
victimización materna relevantes para la detección de la mayor gravedad psicopatológica
de los menores. De igual manera, también pretende ser un elemento más de reflexión en el
trabajo clínico con los y las menores expuestos a situaciones de violencia en el ámbito de la
pareja.

Todas las formas de violencia, maltrato o abuso contra niños, niñas o adolescentes son
consideradas riesgos importantes para la salud y representan una carga significativa en el
proceso salud-enfermedad en todo el mundo. El impacto en los niños, niñas y adolescentes
incluye alteraciones en su desarrollo y deterioro de su salud física y mental, lo que
repercute en su vida adulta en trastornos de conducta y estilos de vida que predisponen a
enfermedades crónicas y a la replicación de la violencia. (Mesa-Gresa, 2011) Se ha
demostrado que, en casos extremos de violencia y estrés, ocurren alteraciones en los
sistemas nervioso e inmunitario capaces de ocasionar en la vida adulta trastornos de
conducta que degeneran en violencia, depresión, tabaquismo, obesidad, consumo indebido
de alcohol y/o drogas, prácticas sexuales de riesgo y embarazos no deseados. Estos
comportamientos se convierten en factores predisponentes de enfermedades
cardiovasculares, cáncer, infecciones de trasmisión sexual y suicidio.

12
1.3 Antecedentes Históricos

Los niños, niñas y adolescentes que por diversas razones viven sin el cuidado de sus padres
son los más expuestos a la pobreza, discriminación y exclusión, factores que, a su vez,
pueden hacerlos más vulnerables al abuso, a la explotación y al abandono. Es en este
contexto que es necesario ejecutar un programa que permita generar un proceso de
acompañamiento a esos niños y niñas que son huérfanos a causa de violencia intrafamiliar,
para que puedan integrarse de una manera digna en la sociedad. De acuerdo con el estudio
«Factores psicosociales en hombres internos por feminicidios en el Nuevo Modelo de
Gestión Penitenciaria en República Dominicana», llevado a cabo en el 2012 por la
Procuraduría General de la República, se estima que en promedio hay 2.5 niños y
adolescentes huérfanos por cada feminicidio, unos 300 al año.

En el año 2005 se produjeron 98 feminicidios; en tanto que en el 2006 un total de 99


mujeres fueron víctimas de este flagelo. Durante el año 2007, 89 mujeres fallecieron,
mientras que en el 2008 se registró la cifra de mayor cantidad de víctimas, 131 muertes de
mujeres a manos de su pareja o expareja, cifra que volvió a descender a 92 en el 2009,
volviendo a incrementarse en el año 2010, cuando alcanzaron un total de 97. El informe de
la procuraduría refleja que en el año 2011 nuevamente se incrementó el número de mujeres
fallecidas por feminicidio, con un total de 128 víctimas. Las estadísticas en ese orden
reflejan también que en el año 2012, el número de mujeres muertas por esta causa fue de
103, la cifra de menor saldo en ese año. El país cerró el 2013 con un total de 74
feminicidios. Con los feminicidios-suicidios queda el gran drama, la fuerte tragedia, el
futuro incierto y desprotección de los niños y niñas y adolescentes. Cualquier hecho o
evento catastrófico en la vida del niño y niña, bien sea el quedar en la orfandad, el abuso
sexual u otro tipo de violencia, se expone a un duelo que va a necesitar intervención
profesional para que el impacto no afecte determinantemente su vida o deforme y recicle la
conducta vivida.

13
Tomás Romero en su tesis “Las Consecuencias Sociales de los Feminicidios en Niños,
Niñas y Adolescentes, Hijos e Hijas de las Víctimas” concluye que en su estudio no
encontró estadísticas ni un control que establezcan la cantidad y ubicación de los menores
que quedaron en la orfandad producto de la violencia intrafamiliar.
En su trabajo de campo, el investigador buscó todas esas informaciones, que nunca
encontró, en la Procuraduría General de la República, en el Ministerio de la Mujer y en el
Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia (Conani).
La coordinadora académica del Centro de Estudios de Género del Instituto Tecnológico de
Santo Domingo (Intec), Desirée del Rosario, en correspondencia a la pregunta de qué pasa
con los huérfanos de las mujeres asesinadas, dice que ese es uno de los nudos con relación al
abordaje integral de la violencia contra las mujeres y los niños, porque tal y como se ha
visto en los últimos estudios, en muchos de los casos los padres también se suicidan.
Se estima que en promedio hay 2.5 niños y adolescentes huérfanos por cada feminicidio,
unos 300 al año, de acuerdo al estudio “Factores psicosociales en hombres internos por
feminicidios en el Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria en República Dominicana”,
realizado en el 2012 por la Procuraduría General de la República.
Un total de 86 mujeres murieron a manos de sus parejas o exparejas en el 2013, según cifras
reveladas por la Procuraduría que, sin embargo, aseguran una disminución de 17 víctimas en
relación con el 2012.
Con los feminicidios-suicidios queda el gran drama, la fuerte tragedia, el futuro incierto y la
total desprotección de los pequeños porque, a juicio del siquiatra Rafael García, director
médico del Instituto de Sexualidad Humana, toda experiencia dolorosa en la infancia
repercutirá para toda la vida.
Explica que cualquier hecho o evento catastrófico en la vida del niño, bien sea el quedar en
la orfandad, el abuso sexual u otro tipo de violencia, es exponerlo a un duelo que va a
necesitar intervención profesional para que el impacto no deforme ni recicle esa conducta
vivida.

“Hay que evitar que ese niño sea un criminal prestando la debida atención porque esas
conductas se reciclan. Las personas son lo que vivieron. Cuando se tiene una vivencia muy
dolorosa se tiene una tendencia inconscientemente a hacer lo mismo”, subraya.
Según informó el terapeuta familiar Luis Vergés, director del Centro de Intervención
Conductual para Hombres, la Fiscalía del Distrito Nacional tiene un proyecto estructurado
que se pondría en funcionamiento próximamente para el apoyo de los huérfanos de los
14
feminicidios. En Santiago se desarrolla un programa de asistencia a los menores víctimas de
ese tipo de violencia, de acuerdo a lo que explicó la fiscal de ese distrito judicial, Luisa
Liranzo.
Empero, la magistrada considera que la visión de la justicia debe ser integral “y eso incluye
poder encaminar de manera adecuada a quienes son víctimas directas, en este caso los niños,
y poderles asistir desde una visión integral con el acompañamiento, el reforzamiento, el
empoderamiento y las atenciones debidas durante todo el proceso”.
A su juicio, cada órgano debe hacer el levantamiento de los huérfanos acorde con la
instancia que maneja. Violación de sus derechos. El Código para la Protección de Niños,
Niñas y Adolescentes, Ley 14-94, modificado por la Ley 136-03, manda a proteger y a
garantizar los derechos fundamentales de los menores de edad.
Para Del Rosario, el Ministerio Público ni Conani asumen el rol de proteger a los niños
huérfanos de los feminicidios como tampoco el sistema educativo está preparado para
responder ante el caso de un niño que haya atravesado por un trauma en su vida.
“Se trata de niños a los que el Estado ha dejado en abandono, que les ha negado los derechos
de vivir, crecer y rehacer su vida frente a una tragedia como la de perder a su madre. Por
ejemplo, no se ha establecido cuántos de los niños que viven en las calles son el resultado de
uno de esos hogares rotos por la violencia”, cuestiona y lamenta Del Rosario.

El no asistir a esa población vulnerable deja sus consecuencias. En su tesis, Romero


concluye que el feminicidio, al producir el rompimiento, trae crisis a la familia, se presenta
una situación de peligro o abandono, tanto físico como moral, por la falta de autoridad de la
madre y el padre; se producen carencias afectivas, económicas y educativas, ya que sus
condiciones de vida y necesidades no están cubiertas, así como se desarrolla un alto riesgo
de vulnerabilidad en los menores.
El terapeuta familiar Luis Vergés también observa que en la vida de esos niños huérfanos
queda mucha incertidumbre, se forman con un sentido de inseguridad, con pobre
autoestima, angustia, ansiedad, depresión, impotencia e indefensión, problemas que pueden
influir en el aprendizaje y la socialización. Tienen tendencia al aislamiento y a la soledad.
Para el profesional de la conducta se hace urgente atender a esos niños huérfanos de la
violencia desde el Estado y la sociedad.

El autor del texto académico también plantea que además del castigo de prisión, el imputado
debe reparar los daños a través de la Justicia Restaurativa, la cual tiene una forma diferente
frente al delito de reparar los daños entre víctima ofensa y comunidad.
15
Las fiscalías encargadas de ejecutar la pena de feminicidios deben tener departamentos de
Trabajos Sociales para que estos profesionales ayuden en el proceso restaurativo como
mediadores en el conflicto y produzcan un bien social colectivo a esta población
desprotegida.
Esos departamentos de Trabajo Social deben investigar los hogares en los que vivirán los
hijos de la víctima del feminicidio para que esa población resida en familias con el menor
riesgo y vulnerabilidad posible, como contempla la Ley 136-03 en su artículo 268. Cree que
el Estado debe cumplir con su obligación de garantizar ayuda de recuperación de crisis a esa
población, a través de servicios sociales de atención médica, psicoterapéuticos y apoyo
legal, con un equipo interdisciplinario de abogados, psiquiatras, psicólogos y trabajadores
sociales.

16
Capitulo II
MARCO TEORICO

17
2.0 Marco teórico

El sistema autoritario y patriarcal de las sociedades como la de República Dominicana


estimula la violencia contra las mujeres en forma sistemática. Asimismo, las excluye, las
discrimina y reduce su rol de género al ámbito privado. Estos factores permiten la violación
de los derechos de las mujeres. Desde la perspectiva del feminismo liberal la desigualdad
entre hombres y mujeres es producto de una injusta adjudicación de derechos y
18
oportunidades. Por otro lado, el feminismo radical plantea que la estructura de dominación y
opresión en la que se encuentran insertas las mujeres responde fundamentalmente al
ejercicio de poder masculino presente en todos los contextos de la vida públicos y privados.
Desde los roles impuestos en el hogar hasta en la interacción laboral. (Beltrán, 2001) La
teoría feminista puede entenderse como un tipo de pensamiento antropológico, moral y
político que tiene como referente la idea racionalista e ilustrada de igualdad de los sexos.
(Amorós, 1997) Shulamith Firestone, autora feminista radical norteamericana, argumenta
que el origen de la opresión de la mujer por el varón no está en el patriarcado como
estructura social o cultural, sino en la biología de la mujer, que la vincula inexorablemente a
la función reproductora.

Para Millet, autora norteamericana que se destaca por su producción sobre la teoría
feminista radical, así como por su participación activa en diferentes movimientos de
mujeres, una de las formas de opresión contra las mujeres es la dependencia económica, que
sirve para reforzar la sumisión y opresión. También la religión ha contribuido a la formación
de la sociedad patriarcal. (Beltrán, 2001) 9 La opresión, la objetivación, la falta de
incorporación de la mujer, la desigualdad, son factores que pueden ayudar al mantenimiento
de los roles femeninos en la sociedad.

La violencia contra las mujeres y algunas veces contra sus hijas o hijos puede agravarse y
convertirse en femicidio. Es necesario ahora ahondar en este aspecto. El femicidio es un
fenómeno social que representa la última consecuencia de la violencia contra las mujeres y
fue tipificado como delito según la Ley Contra el Femicidio y otras formas de Violencia
contra la Mujer (Decreto 22-2008) aprobada por el Congreso de la República de Guatemala
en mayo de 2008. Según Ana Leticia Aguilar, socióloga guatemalteca, el femicidio está
vinculado a las relaciones de inequidad y exclusión que vivimos las mujeres en la sociedad y
se manifiesta en el contexto de la violencia sexista contra nosotras.
No es un asunto privado, sino un fenómeno histórico, de orden social, que ocurre para
perpetuar el poder masculino en las sociedades patriarcales. (Aguilar A. L., 2005) El
femicidio se define como la muerte violenta de una mujer ocasionada en el contexto de las
relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres, en ejercicio del poder de género en
contra de las mujeres, según el artículo 3 inciso E de la Ley Contra el Femicidio y otras
Formas de Violencia contra la Mujer.
El femicidio es la acción por medio de la cual se da muerte a una mujer. Algunas autoras
definen el femicidio como crimen de odio contra las mujeres; como un conjunto de formas
19
de violencia que concluye en asesinatos de mujeres. Se puede definir entonces al femicidio
como una violación de derechos humanos por razones de género. Para Marcela Lagarde,
feminista mexicana, el femicidio sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas
sociales que permiten atentados contra la integridad, el desarrollo, la salud, las libertades y
la vida de las mujeres. El feminicidio se conforma por el ambiente ideológico y social de
machismo y misoginia, de violencia normalizada contra las mujeres por ausencias legales y
de políticas de gobierno, lo que genera una convivencia 10 insegura para las mujeres, pone
en riesgo la vida y favorece el conjunto de crímenes que exigimos esclarecer y eliminar.
(Maldonado Guevara, 2005)

De acuerdo a la autora Diana Russell, el femicidio puede entenderse “como una forma de
terrorismo que funciona para definir límites entre géneros sexuales, implementar y reafirmar
la dominación del hombre y convertir a todas las mujeres en seres crónica y profundamente
inseguros”. (Sanford, 2008) Por otro lado, para Ana Leticia Aguilar, nos refiere que el
acoso, “el abuso continuo, la violencia sobre la cual se nos ha socializado a las mujeres y
hombres en la sociedad, son todos eslabones de la misma cadena, que en su extremo más
perverso está atada a los cadáveres de las mujeres ejecutadas”. (Aguilar A. L., 2005) Ahora
bien, una sociedad patriarcal, por ende machista y desigual, con altos índices de pobreza,
con un tejido social lacerado, un Estado débil y en donde impera la impunidad, las muertes
de mujeres son una realidad diaria, invisibilizada por las instituciones de seguridad y
justicia.
Resulta pertinente entonces preguntarnos si el hecho de socializar a los niños, las niñas y
jóvenes en un ambiente de violencia, puede llegar a normalizarse de tal manera que la
anomia social, la falta de valores morales en la sociedad, pueda ser vista como algo tolerable
y sin mayor importancia en el cual los victimarios actúen sin mayores consecuencias
legales.

Según el Informe Preliminar del Proyecto de Investigación diagnóstica y psicosocial de


jóvenes, niños/as huérfanos por muerte violenta de la madre en el departamento de la Rep.
Dom, la ausencia de la madre en el hogar por un acto de femicidio afecta el desarrollo
emocional y psicosocial de las niñas y los niños. Gran parte de ellas/os presentan falta de
seguridad emocional, agresiones para con sus hermanas/os, baja autoestima, sentido de
inferioridad, timidez, introversión, pesadillas, conductas violentas, vínculos afectivos rotos.
En casos más extremos, los niñas/os y adolescentes presentan signos de violencia sexual, 11

20
explotación sexual o explotación laboral por las personas que han quedado encargadas de
velar por su dignidad y seguridad física y emocional.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que los actos de violencia


constituyen el 15% de la carga mundial de enfermedad. (Toro-Alfonso, Reflexiones en torno
a la Sexualidad y el Género, 2007). De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo, “de la violencia, la forma más frecuente se manifiesta en el ámbito doméstico,
en la familia, constituyéndose en la epidemia social más importante del presente siglo.”
(Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2002). El maltrato de la mujer por su
pareja es un problema de salud pública, según lo explica José Toro-Alfonso, ya que cada vez
es más preocupante su alcance a nivel mundial.
Se ha estimado que en la mayor parte de los países entre el 20% y el 50% de las mujeres
han sido maltratadas físicamente por su pareja. Es aquí donde la teoría feminista desafía la
distinción tradicional entre lo público y lo privado que obliga a la reformulación de
conceptos morales y políticos. (Beltrán, 2001) No se cuenta con registros precisos, ya que la
mayoría de víctimas prefieren no denunciarlo por miedo, por inseguridad de su futuro, por
sus hijos e hijas, por lazos emotivos, dependencia económica o bien por la generación del
síndrome de incapacidad aprendida. El término de incapacidad aprendida o de indefensión
aprendida como lo llaman otros autores, hace referencia al estado psicológico de las
víctimas que puede producirse cuando la persona es incapaz de controlar o predecir los
acontecimientos que configuran su vida.
En República Dominicana pese a ser generalizado este problema había permanecido oculto
durante siglos llegando a constituirse una violación a sus derechos normalizada y aprobada
socialmente que se reproduce en los patrones de convivencia familiares, institucionales y
sociales en general.” Debe tomarse en cuenta que en el país prevalece una cultura patriarcal
que determina que el papel de las mujeres sea marginal y supeditado a las relaciones de
poder excluyentes” (del Cid, 2007) 13 La violencia tiene diferentes significados, puede ser
entendida la “acción u omisión de una persona o colectividad que coarte el derecho al
desarrollo y bienestar de las personas. Es una alteración de las relaciones de convivencia
pacífica y armoniosa entre las personas de una colectividad.” (Mazariegos, 2009) “Por ser
un proceso generado por seres humanos, la violencia puede ser un hecho social, político y
cultural, producido por el desbalance de poder que se da entre las personas y que adquiere
diversas manifestaciones y dimensiones, desde la agresión física, moral o sicológica a un
individuo hasta las confrontaciones bélicas entre naciones.” (Mazariegos, 2009)

21
La violencia social en algunos casos se puede convertir fácilmente en violencia sexual
cuando hay una tendencia hacia las relaciones desiguales basadas en la exclusión, como se
evidencia en el contexto guatemalteco en el cual las relaciones de género son relaciones
asimétricas. Existen varias definiciones sobre el término violencia intrafamiliar, y para las
mujeres agredidas, la misma tiene un impacto en sus condiciones de vida, en los niveles de
subordinación y en sus expectativas de participación.

La violencia intrafamiliar se entiende como “cualquier acción u omisión que de manera


directa o indirecta cause daño o sufrimiento físico, sexual psicológico o patrimonial, tanto
en el ámbito público como privado, a personas integrantes de un grupo familiar por parte de
parientes o convivientes o ex convivientes, cónyuge o ex cónyuge o con quien se haya
procreado hijos o hijas.” (Decreto 97-96, 2010) La violencia doméstica es una categoría de
actos que incluyen la violencia conyugal, el abuso y el maltrato físico y psicológico de las
mujeres.

2.1 Factores de Riesgo

Una variedad de factores a nivel individual, de relaciones, de comunidad y de la sociedad


(incluyendo los niveles institucionales/estatales) se intersecan para aumentar el riesgo de
que mujeres y niñas sufran violencia. Estos factores, representados en el modelo
ecológico son:

Atestiguar o experimentar abuso desde la infancia (lo que está a asociado a que en el futuro
los niños sean perpetradores de violencia mientras las niñas  experimenten violencia contra

22
ellas); Abuso de sustancias (incluyendo alcohol), asociado a una mayor incidencia de la
violencia; Pertenencia de las mujeres a grupos marginados o excluidos.

Limitadas oportunidades económicas (factor agravante para la existencia hombres


desempleados  o subempleados, asociado con la perpetuación de la violencia; y es un factor
de riesgo para mujeres y niñas, de abuso doméstico, matrimonios forzados, matrimonios
precoces, la explotación sexual y trata.

La presencia de disparidades económicas, educativas y laborales entre hombres y mujeres al


interior de una relación íntima Conflicto y tensión dentro de una relación íntima de pareja
o de matrimonio El acceso inseguro de las mujeres al control de derechos de propiedad y de
tierras.
Control masculino en la toma de decisiones y respecto a los bienes. Actitudes y prácticas
que refuerzan la subordinación femenina y toleran la violencia masculina ( por ejemplo, la
dote, pagos por la novia, matrimonio precoz) Falta de espacios para mujeres y niñas,
espacios físicos o virtuales de encuentro que permitan su libre expresión y comunicación; un
lugar para desarrollar amistades y redes sociales, vincularse a asesores y buscar consejos en
un ambiente de apoyo.

Uso generalizado de la violencia dentro de la familia o la sociedad para enfrentar los


conflictos; Un limitado marco legislativo y de políticas para prevenir y hacer frente ante la
violencia;
Falta de sanción (impunidad) para perpetradores de la violencia; y , bajos niveles de
concientización por parte de los proveedores de servicios, así como de los actores judiciales
y los encargados de hacer cumplir la ley (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2006;
Bott, et al., 2005)
Algunos factores adicionales de riesgo que se encuentran relacionados con la  violencia por
parte de la pareja íntima, que se han identificado en el contexto de los Estados Unidos son:
corta edad; deficientes niveles de salud mental relacionadas a  una baja autoestima, ira,
depresión, inestabilidad emocional y dependencia, rasgos de personalidad antisocial o
fronteriza y aislamiento social; historial de disciplina física en la infancia; inestabilidad
marital y separación o divorcio; historial de comisión de abuso psicológico; relaciones
familiares no saludables; temas asociados a la pobreza como hacinamiento y tensión
económicas, y bajos niveles de intervención comunitaria o acciones contra la violencia
doméstica. (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, 2008).
23
Existen otros factores que requieren investigación y análisis adicionales pero que podrían
estar asociados con el riesgo de violencia doméstica y la protección contra la misma:
experiencias previas de mujeres como sobrevivientes de violencia (en cualquiera de sus
formas), a cualquier edad;  niveles de comunicación de hombres con sus parejas íntimas
femeninas; uso de la agresión física por parte de hombres contra otros hombres; así como la
limitada movilidad de mujeres y niñas. (WHO, 2005)
Es importante recordar que el riesgo y factores de protección no son causas directamente
relacionadas pero están correlacionadas. 

En nuestro país la Ley de Femicidio se promulgó el 13 de diciembre del año 2010 (Ley
20.480), la que califica el hecho de asesinato de una mujer en manos de marido o
conviviente; o de su ex marido o ex conviviente con penas equivalentes a las de parricidio,
que van desde los 15 años y día a la prisión perpetua calificada. Además hay que considerar
que la penalidad debe ser mayor de aquella consagrada para el delito de homicidio simple,
ya que en este caso, al igual que en el parricidio, la condición de la víctima, así como la
existencia de una relación afectiva en el pasado, de la que pueden o no existir hijos, es el
móvil principal de la agresión.
En Chile el femicidio es sólo abordado desde el plano íntimo, sin embargo, a diferencia de
la definición internacional, excluye las muertes de mujeres causadas por otras personas del
entorno cercano (ejemplo, el caso de los pololos).
“El femicidio es el últmo eslabón de la violencia de género”, este es el slogan de esta
campaña, el que intenta explicar que los actos femicidas no sólo afectan a sus víctimas, sino
que también a sus familias y entorno más próximo
Un femicidio es la máxima expresión de episodios de violencia de género reiterados, los que
pueden ser evitados si realizas la denuncia a tiempo.

2.1.0 Indicadores de riesgo:


 Control Excesivo
 Sexo Forzado
 Amenazas
 Violencia

La PDI dentro del análisis realizado en las investigaciones por femicidio, estableció que en
la gran mayoría de casos el delito se realiza al interior del domicilio de la víctima. Es por

24
esto, que se hace un llamado a la comunidad en general a conversar sobre el tema y
denunciar aquellas conductas violentas en las parejas, las que en ocasiones derivan en el
homicidio de la mujer.

2.1.1 Canales de denuncia:


Si eres víctima o testigo de un hecho de violencia de género, llama inmediatamente al 134.
Si tienes antecedentes de violencia reiterada, acude a cualquier unidad de la PDI y denuncia.
También puedes entregar información de manera anónima en cualquier unidad policial.

3.0 OBJETIVOS E HIPÓTESIS

3.1 Objetivos
El objetivo es estudiar cómo determinados tipos de maltrato infantil y/o de IPV
(psicológica, física o sexual) sufridos por la madre, se asocian con sintomatología depresiva
materna, determinadas variables sociodemográficas, así como con problemas de los hijos e
hijas manejo del estrés emocional y cuidados a niños víctimas del feminicidio en la republica
dominicana.

Este objetivo marco se ha desglosado en los siguientes objetivos específicos:


25
1. Estudiar la relación entre la historia de victimización de la madre en la infancia y/o
adolescencia y en la edad adulta por IPV y la sintomatología depresiva materna.

2. Estudiar la asociación entre variables sociodemográficas y la historia de


victimización materna en la infancia y/o adolescencia y en la edad adulta por IPV, y la mayor
gravedad de IPV en el último año, tanto de forma bivariada como conjunta.

3. Estudiar la salud mental de los hijos e hijas en función del tipo de victimización que
padece la madre.

4. Estudiar la asociación entre la presencia (vs. ausencia), el nivel de gravedad y


duración de cada tipo de victimización y la depresión materna y el perfil psicopatológico de
los hijos e hijas.

26
3.2 Hipótesis

Las hipótesis planteadas fueron:

1. Las madres con experiencias de victimización en la infancia y/o adolescencia, y


posterior victimización en la edad adulta en la pareja, presentarán mayores niveles de
depresión.

2. Determinados factores sociodemográficos, como la edad, un nivel educativo


inferior, bajos ingresos económicos, el hecho de tener pareja, un mayor número de hijos o
hijas, existencia de victimización previa por IPV (de tipo físico, psicológico, o sexual) y un
período más largo de convivencia con la pareja agresora, se asociarán con mayor riesgo de
historia de victimización o victimización acumulada, y mayor gravedad de IPV en el último
año.

3. La salud mental de los y las menores se hallará inversamente relacionada con la


presencia de historia de victimización materna, tanto en la infancia y/o adolescencia como en
la edad adulta por IPV.

4. Los hijos e hijas de mujeres con mayor duración de su historia de victimización y


con formas más graves de historias de victimización, presentarán más problemas emocionales
y de comportamiento.

5. La historia de victimización materna en la infancia y/o adolescencia y en la edad


adulta por IPV y la depresión materna se asociarán con más psicopatología de los hijos e
hijas.

27
3.3 MÉTODO

3.4 Participantes

La muestra incluyó 84 mujeres víctimas de violencia de pareja durante el último año y


sus hijos (N = 113) de entre 6 y 15 años.

Se pidió colaboración a las mujeres que estaban siendo atendidas en el Servicio de


Psicología del “Servei d’Informació Assessorament a Dones” (SIAD) de la “Regidoria de
Polítiques de Gènere” del Ayuntamiento de Terrassa (Barcelona), entre los años 2007 y 2008.
Este servicio público ofrece apoyo y tratamiento psicológico clínico, asesoramiento jurídico y
de medidas de protección y también asesoramiento en la búsqueda de recursos
socioeconómicos a mujeres empadronadas en la ciudad de Terrassa (Barcelona).

Las profesionales de este SIAD valoran la necesidad de que los hijos e hijas de estas
mujeres que presenten dificultades emocionales y/o comportamentales sean derivados a
servicios asistenciales de salud mental de menores y/o a servicios de atención psicológica para
menores víctimas de violencia de género. Por ello, en esta investigación, todos aquellos y
aquellas menores que participaron en el estudio y que manifestaron dificultades emocionales
y/o comportamentales fueron derivados al Centro de Salud Mental Infanto Juvenil (CSMIJ)
de la ciudad de Terrassa.

Los criterios de inclusión fueron los siguientes: a) la madre del niño o niña debía tener
una historia de victimización en la edad adulta en su relación de pareja durante el año anterior
al presente estudio, b) las mujeres participantes debían tener hijos o hijas en el rango de edad
del estudio (de 6 a 15 años de edad), c) las mujeres debían ser mayores de 18 años, y d) las
mujeres debían haber tenido pareja en el último año. Como criterios de exclusión se
consideraron: a) la patología psiquiátrica incapacitante en las madres, b) discapacidad
intelectual de la madre o de los hijos o hijas, y c) la existencia de trastornos generalizados del
desarrollo en los menores, y d) que la madre no supiera leer y escribir en castellano. Se
incluyeron en el estudio aquellos casos que finalizaron el proceso de evaluación de la
situación de victimización materna, de la situación de violencia vivida en el ámbito de la
pareja, y del estado psicopatológico de los hijos e hijas.

28
3.4.1 Características de la muestra

La Tabla 10 presenta las características sociodemográficas de las 84 madres


participantes. Las madres tenían una media de edad de 37.51 años, habían alcanzado
mayoritariamente estudios primarios, pertenecían a un nivel socioeconómico bajo y/o medio
bajo, tenían trabajo con contrato, más de la mitad tenían dos hijos o hijas, y en su mayoría no
Tabla 10. Características sociodemográficas de las madres

Madres (N = 84)
Características sociodemográficas
N %
Primarios 34 4
0.
5
Nivel Educativo Secundarios 31 3
6.
9
Nivel Socio Económico (SES3) Universidad 19 2
2.
6
Desconocido 4 4.
8
Situación Laboral Alto y Medio alto 22 2
6.
2
Medio 20 2
3.
8
Bajo y Medio bajo 38 4
Estado Civil 5.
2
Trabaja con contrato 50 5
9.
5
Madre tiene pareja (agresora) Trabaja sin contrato 7 8.
3
No trabaja 26 3
1.
0
Incapacitación 1 1.
2
Soltera 10 1
1.

En la Tabla 11 se presentan las características sociodemagráficas de los hijos/ hijas.


De los 113 menores participantes, el 60.2% (68) eran de sexo masculino, y el 39.8% (45) del
femenino. La media de edad fue de 9.5 años y en la gran mayoría de los casos el/la menor
participante era el mayor entre los hermanos.

29
Tabla 11. Características sociodemográficas de los y las menores

Menores (N = 113)
Otras características descriptivas generales
N %
Masculino 68 60.2
Sexo
Femenino 45 39.8
Primero 70 61.9
Segundo
Orden de los hermanos 36 31.9

Tercero 6 5.3

Cuarto 1 0.9

M DE

Edad (6-17 años) 9.48 3.07

3.5 Instrumentos

Para el estudio se han registrado las variables de la historia de victimización materna


en la infancia y/o adolescencia, la violencia en la pareja, las características sociodemográficas,
la depresión materna y la psicopatología de los y las menores, a través de entrevista y
autoinformes. Todas las informaciones referentes a las distintas medidas fueron reportadas
por las madres.

3.5.1 Variables relacionadas con la victimización materna

A.1) Tipología de victimización


La historia de victimización materna se conceptualizó según seis tipos de situaciones:
1) victimización emocional en la infancia y/o adolescencia, 2) victimización física en la
infancia y/o adolescencia, 3) victimización sexual en la infancia y/o adolescencia, 4)
victimización emocional en la pareja, 5) victimización física en la pareja, y 6) victimización
sexual en la pareja.

Para la medición de la historia de victimización en la infancia y/o adolescencia de las


madres se han utilizado los siguientes instrumentos:

- Early Trauma Inventory Self Report-Short Form (ETI-SF) (Bremner, Bolus, Mayer,
2007). El ETI-SF es un inventario de 27 ítems que evalúa la victimización vivida durante la
infancia y/o adolescencia y hasta el inicio de la edad adulta (18 años). Consta de una

30
subescala de trauma general (con 11 ítems) que evalúa la ocurrencia de traumas del tipo: a)
"eventos aleatorios", incluyendo los desastres naturales, accidente grave, lesiones graves de
un amigo, y ver a alguien asesinado; b) "eventos familiares disfuncionales", con la separación
de los padres, ser testigo de la violencia familiar, y de padres alcohólicos; c) y de "accidentes
de familia", con lesiones graves de padres, hermanos y la enfermedad mental de algún
miembro de la familia. También consta de tres subescalas que evalúan el abuso físico (5
ítems), el emocional (5 ítems) y el sexual (6 ítems) y una puntuación global que contempla los
distintos tipos de vivencias traumáticas acontecidas hasta los 18 años. Se completa en unos 5
minutos; el formato de respuesta a los ítems es dicotómico (0 = No, 1 = Sí). En un estudio
reciente en nuestro país, el ETI-SF ha demostrado ser un instrumento válido y fiable para la
evaluación del trauma infantil en mujeres después del parto (Plaza et al., 2011).

31
3.6 Investigaciones Actuales.

El drama de los feminicidios que tiñen de sangre la sociedad, lamentablemente va más allá
del terrible hecho de que un hombre quite la vida a su pareja y en la mayoría de los casos se
suicide.

Cientos de niños y adolescentes hijos de estas parejas que finalmente ya no están en sus
vidas, quedan desamparados y sin un panorama claro que les ayude a organizar nuevamente
sus vidas.
Deben aprender la mejor manera de vivir con el recuerdo de lo que para ellos es su peor
pesadilla y el hecho que apunta a poner en peligro su estabilidad emocional.
Y es que como todo duelo, es difícil que un día se olvide por completo la muerte de los
padres, mucho peor si esta muerte es por feminicidio. Especialistas afirman que más bien se
aprende a lidiar con eso.
Los hogares destinos de estos niños son muchas veces los familiares cercanos, que en
ocasiones no pueden asumirlos juntos, cuando son dos, tres o cuatro hermanitos. Entonces,
si los abuelos o tíos aceptan la responsabilidad, se reparten en diferentes hogares,
significando esto que no crecen juntos como hermanos, como debería ser una vida normal.
“Ya a este nivel los hijos e hijas no solo se quedan huérfanos, situación con la que hay que
lidiar, sino también con haber sido testigos y víctimas de un círculo de violencia, tóxico y
disfuncional”, explica la terapeuta infanto juvenil Arisleydi Sánchez.
La profesional manifiesta que no es sencillo hablar de las secuelas que pudieran presentar
los niños y niñas víctimas de estas tragedias.
“Son niños y niñas que se sienten frustrados e impotentes con la vida que les ha tocado, que
se han educado suprimidos y en situaciones de maltrato, directo e indirecto, que han ido
acumulando ira o que en otros casos han tenido que ser extremadamente pasivos para
sobrevivir”, agregó la psicóloga del Centro Vida y Familia. Entonces –dice- en general
podemos decir que su estado emocional, afectivo, psicológico y la forma de relacionarse
deben ser evaluados y tratados.
Las personas del entorno de estos niños deben entender que los que viven violencia
intrafamiliar, perciben la relación que tienen de manera muy diferente a las que no han
vivido este tipo de situación. Sánchez agrega que estos necesitan de mucha comprensión y
ayuda y sobre todo apoyo, de estar para ellas cuando pidan ayuda y también cuando no lo
hagan, ya que es muy difícil salir de una situación de violencia de género sin apoyo de la
32
familia y amigos cercanos. Sugiere realizar planes de actuación, prevención y educación en
violencia de género, así como fortalecer las redes de apoyo y ayuda, principalmente de
orden legal para no llegar a este punto.

La Procuraduría General de la República no tiene un programa de apoyo a los niños que han
perdido sus padres como consecuencia de un feminicidio, pero si existe en el gabinete social
un programa que los ayuda en aspectos importantes de su vida y estabilidad emocional.

La magistrada Marisol Tobal, procuradora de Niños Niñas y Adolescentes, detalla que este
programa les da soporte psicológico, seguimiento luego de que ocurre el hecho para ver
dónde colocarlos que sea un lugar seguro. Allí se investiga si hay un familiar que se puede
hacer cargo de ellos, preferiblemente del lado materno, por los conflictos que se pueden
generar por lo ocurrido. “De no haber una familia, porque a veces son tres y hasta cuatro
niños, se colocan en hogares de familias cuidadoras que son capacitadas y entrenadas para
poderlos recibir y deben aprender a tratar con niños que han sufrido este tipo de traumas. Se
les da seguimiento para ver que estos niños estén protegidos y no reciban maltratos”, aporta
Tobal. Afirma que las familias que quieran entrar como cuidadoras son depuradas porque
deben aprender a manejar traumas, vivir una vida organizada donde la integridad del niño,
niña o adolescente, esté asegurada.
La procuradora dice que ya en el país existen, en familias cuidadoras, de 250 a 300 niños
víctimas de feminicidios. En su totalidad miles de niños están en la orfandad por este
motivo, los que se encuentran entre estas familias cuidadoras y hogares de sus familias
consanguíneas.

3.7 Problemas emocionales y de comportamiento en los y las menores

33
Para evaluar los problemas emocionales y de comportamiento de estos y estas menores
expuestos a violencia de pareja, se empleó el:

Child Behavior Checklist/6-18, (CBCL/6-18; Achenbach y Rescorla, 2001), evalúa problemas


de conducta y emocionales en los últimos 6 meses en niños de 6 a 18 años [traducción
castellana: Unidad de Epidemiología y Diagnóstico en Psicopatología del Desarrollo (UED)
de la Universidad Autónoma de Barcelona, 2013]. Consta de 113 ítems con 3 alternativas de
respuesta (0 = no es cierto, 1 = frecuentemente cierto, 2 = muy cierto).

La valoración del apartado de problemas de conducta permite obtener puntuaciones en 8


síndromes empíricos y 2 escalas de segundo orden (trastornos interiorizados y trastornos
exteriorizados), además de la puntuación total. Los trastornos o problemas interiorizados
englobarían las escalas de ansiedad/depresión, retraimiento, y quejas somáticas. Y los
problemas exteriorizados englobarían las escalas de romper reglas y de conducta agresiva. Por
otro lado, dentro de la escala del total de problemas del CBCL se incluirán, además de las
escalas de problemas interiorizados y problemas exteriorizados, las restantes tres subescalas
que no cargaron en los factores de segundo orden: problemas de atención, problemas sociales
y problemas de pensamiento. A continuación se ofrece una breve descripción de cada una de
estas escalas:

(1) Ansiedad/Depresión: hace referencia a conductas tales como estar nervioso/a,


ansioso/a o tenso/a, sentirse poco querido o querida, llorar frecuentemente, sentir que se debe
ser perfecto o perfecta, mostrarse demasiado dependiente o apegado a los adultos, tener miedo
a ciertas situaciones, animales o lugares diferentes de la escuela, tener miedo a ir a la escuela,
y en general mostrar mayor preocupación.

(2) Retraimiento: hace referencia a características tales como ser tímido o tímida, o
estar triste, o aburrido o aburrida.

34
(3) Quejas somáticas: agrupa síntomas somáticos como dolores de cabeza,
estreñimiento, náuseas o vómitos, sin que tengan su base en una enfermedad específica.

(4) Problemas sociales: hace referencia a signos de¨ soledad, dependencia, preferencia
a estar con niños o niñas menores, o temor a ser rechazado por sus iguales.

(5) Problemas de pensamiento: agrupa síntomas tales como oír sonidos extraños,
presentar comportamientos poco comunes, sonambulismo, o mostrar una incapacidad para
apartar ciertos pensamientos de la mente.

(6) Problemas de atención: hace referencia a la incapacidad para concentrarse, a la


dificultad para mantenerse sentado o sentada, y del control de impulsos.

(7) Romper normas: se refiere a conductas de sacar malas calificaciones, ser


irresponsable, ser desordenado o desordenada, jugar en clase o en casa cuando no se debe,
otras trangresiones de reglas, y consumo de alcohol y tabaco.

(8) Conducta agresiva: se refiere a ser desobediente, mentir, discutir mucho, atacar a
otras persones, y tener peleas frecuentemente o ser temperamentales.

En el CBCL las puntuaciones directas de las escalas se transforman a puntuaciones T a


partir de los datos normativos. Aquellas puntuaciones T que se encuentran entre 65 y 70 se
consideran valores fronterizos, mientras que las superiores a 70 se consideran clínicamente
significativas.

La fiabilidad de consistencia interna del CBCL fue examinada mediante el coeficiente


alfa de Cronbach, que mostró una elevada consistencia para todas las medidas, con valores
que oscilaron entre .84 y .94.

35
3.8 Procedimiento

Se siguieron los principios éticos y recomendaciones que se indican en la “Declaración


de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, en su 52ª Asamblea General de 2000”
(Manzini, 2000); y así de acuerdo con la misma, la preocupación por el bienestar de las
personas participantes ha tenido primacía sobre los intereses científicos.

El procedimiento específico seguido para la obtención de toda esta información se dió de la


siguiente forma:

1) después de proporcionar una descripción completa del estudio a las mujeres que acudían a
consulta en la “Regidoria de Polítiques de Gènere” del Ayuntamiento de Terrasssa (y
cumplían los criterios de inclusión), se solicitaba de forma individual su colaboración.

2) Se obtuvo el consentimiento por escrito de las madres que aceptaron participar.

3) Aquellas mujeres incluidas en el estudio eran citadas en grupos de evaluación, de 2-4


personas, por una psicóloga especialista en Violencia de Género de la Regidoria de Polítiques
de Gènere del Ayuntamiento de Terrassa (Barcelona).

Si la mujer acudía con la pareja masculina, ésta no estaba presente en el momento de la


evaluación.

4) En el grupo de evaluación se explicaba el objetivo del estudio y se administraba el


cuestionario sociodemográfico y el Index of the Spouse Abuse.

5) Seguidamente, y en las mismas dependencias de este Servicio, se entrevistaba a cada mujer


individualmente mediante la entrevista diagnóstica de malos tratos de pareja, con la finalidad
de establecer la presencia de maltrato en la pareja; y en caso positivo, se recogían los datos
referentes a dicho maltrato, y también referentes a otras posibles formas de victimización en
su infancia y/o adolescencia con el Early Trauma Inventory Self Report-Short Form.

6) La psicóloga que realizaba la entrevista desconocía las puntuaciones del cuestionario ISA
para evitar posibles sesgos de la observadora.

7) Posteriormente, otra psicóloga llevó a cabo la aplicación del Inventario para la Depresión
de Beck, mediante entrevista con las madres, en la cual la entrevistadora leía las preguntas y
registraba las respuestas orales de la mujer.

36
4.0 Análisis estadístico

Para estudiar la relación entre la victimización materna y la depresión materna y las variables
sociodemográficas se utilizó la prueba ji-cuadrado para las variables dependientes categóricas
y la prueba no paramétrica de Kruskal-Wallis para la comparación de medias de las variables
métricas, dado el tamaño de algunos de los grupos (< 30).

Para ambos objetivos, la victimización materna se abordó de dos formas. Por un lado, se
consideraron ocho grupos correspondientes a la combinación de las diferentes formas de

puntuaciones de las madres en las tres escalas del ETI superaban o no los puntos de corte
establecidos. Y por otro lado, se consideraron cuatro grupos de victimización en la infancia
y/o adolescencia (ETI) y en la edad adulta (ISA), atendiendo a si las puntuaciones
proporcionadas por las madres superaron o no los puntos de corte establecidos para las
puntuaciones totales de ambos cuestionarios.

Además, para analizar la relación conjunta de los diferentes aspectos sociodemográficos de la


madre y la gravedad del maltrato en la edad adulta por IPV en el último año y la duración del
maltrato físico, psicológico, sexual y el tiempo de convivencia se emplearon modelos GEE
(ecuaciones de estimación generalizadas) con la instrucción GENLIN de SPSS. Como
predictores de la gravedad del maltrato se consideraron el nivel de estudios (categoría de
referencia: estudios universitarios), el nivel socioeconómico (categoría de referencia: bajo y
medio-bajo) el tipo de relación con la pareja (categoría de referencia: sin pareja), si no tiene
trabajo, y el número de hijos o hijas. Y como predictores de la duración del maltrato se
consideraron los mismos predictores excepto el tipo de relación con la pareja. Estos modelos
GEE son un procedimiento análogo a una regresión lineal múltiple, con la ventaja que tienen
en cuenta la estructura anidada de la matriz de datos, puesto que en la presente muestra 59 de
las madres que participaron en el estudio tienen más de 1 hijo o hija.

37
5.0 RESULTADOS

5.1 Madres

5.1.1 Resultados descriptivos de las variables de estudio


Historia de victimización materna
Combinando la información obtenida tanto en las subescalas del ETI como del ETI e
ISA total en la muestra de las 84 madres participantes se han obtenido los ocho y cuatro
grupos que aparecen en la Tabla 12, respectivamente.

Tabla 12. Grupos en función de distintos tipos de victimización materna

Medidas Grupos n %

Subescalas ETI G1: No emocional, física o sexual 37 4


4.
0

G2: Sólo sexual 5 6.


0

G3: Sólo emocional 12 1


4.
3

G4: Sexual y emocional 4 4.


8

G5: Sólo física 6 7.


1

G6: Física y sexual 5 6.


0

G7: Física y emocional 8 9.


5

G8: Física, emocional y sexual l 7 8.


3

Puntuación total ETI e no ETI total y no ISA total 17 2


ISA 0.
2

sí ETI total y no ISA total 18 2


1.
4

no ETI total y sí ISA total 23 2


7.

38
4

sí ETI total y sí ISA total 26 3


1.
0

Entre las traumatizaciones acontecidas durante la infancia y/o adolescencia, las


combinaciones más frecuentes fueron: a) la victimización emocional en la infancia y/o
adolescencia (14.3%), b) la victimización física y emocional en la infancia y/o adolescencia
(9.5%), c) la victimización física, emocional y sexual en la infancia y/o adolescencia (8.3%).

39
En cuanto a la duración de la situación de maltrato vivido en el ámbito de la relación de
pareja (Tabla 13), se evidencia mayor duración de los abusos psicológicos que son los que
se suelen mantener, en estos casos, a lo largo de la relación de pareja. La duración media
de la convivencia con la pareja agresora fue de 148.4 meses, que indica una situación de
maltrato de larga evolución; no en vano, y al margen de que el rango es amplio, la
duración media del maltrato era de 12.4 años.

Depresión materna
La puntuación media obtenida en el BDI-II fue de 24.5 (DE = 12.4) lo cual
indicaría, según los puntos de corte establecidos para este instrumento, un nivel de
depresión moderada (Tabla 13).

Tabla 13. Valores descriptivos de las variables de victimización y depresión materna (N = 84)

Medidas Punto de Media (DE)


corte

Gravedad del abuso (ISA)


ISA TOTAL 12 15.34 (11.31)

ISA-NP (Psicológico) 14 53.70 (19.34)

ISA-P (Físico) 7 29.08 (19.10)

Early Trauma Inventory(ETI)


ETI-físico 2 1.12 (1.20)

ETI-emocional 3 1.64 (1.83)

ETI-sexual 1 0.46 (0.99)

ETI-TOTAL 4 4.49 (4.14)

Duración maltrato físico en la pareja(en meses) 39.98 (65.83)


Duración maltrato psicológico en la pareja (en meses) 133.95 (78.32)

Duración maltrato sexual en la pareja (en meses) 19.27 (57.6)

En convivencia con la pareja (en meses) 148.36 (72.31)

Depresión: BDI-II 18 24.48 (12.44)

5.1.2 Comparaciones en las puntuaciones de depresión entre los distintos


grupos de victimización materna
El primer objetivo de esta investigación pretendía estudiar la relación entre la
historia de victimización de la madre en la infancia y/o adolescencia (ETI) y en la edad
adulta por IPV (ISA) y la sintomatología depresiva materna. La Tabla 14 muestra que
las puntuaciones del BDI-II no difirieron en función de los ocho grupos

40
correspondientes a la combinación de las diferentes formas de victimización en la
infancia y/o adolescencia de las madres (p = .256), lo que indica que el grado de
depresión de las madres que han sufrido distintos tipos de victimización es similar.

Tabla 14. Depresión materna en función del subtipo de victimización materna en la infancia (ETI)

Subtipo de victimización Puntuaciones BDI-II Comparación (prueba K-


W)

(subescalas del ETI) M D χ2 p


E (7)

No ETI emocional-físico-sexual (G1, n = 37) 22. 12. 8.9 .


62 95 52 2
5
6
Sólo sexual (G2, n = 5) 21. 11.
00 47

Sólo emocional (G3, n = 12) 24. 9.8


33 5

Sexual y emocional (G4, n = 4) 32. 17.


25 15

Sólo física (G4, n = 6) 22. 10.


83 94

Física y sexual (G5, n =5 ) 20. 13.


60 39

Física y emocional (G7, n = 8) 25. 11.


13 92

Física, emocional y sexual (G8, n = 7) 36. 9.6


00 3

Tabla 15. Depresión materna en función del tipo de victimización materna en la infancia y en
la edad adulta (ETI e ISA)

Victimización infancia/adolescencia y adultez Puntuaciones BDI-II Comparación (prueba K-


W)

(total ETI e ISA) M D χ2 (3) p


E

No ETI y No ISA (n = 17) 22. 13. 4.031 .


29 96 2
5
8
Sólo ETI total (n = 18) 26. 11.
50 80

Sólo ISA total (n = 23) 20. 11.


87 84

Sí ETI y Sí ISA (n = 26) 27. 11.


69 90

41
Por otro lado, en la Tabla 15 se puede observar cómo la comparación de las
puntuaciones medias del BDI-II de las madres en función de los cuatro grupos de

contemplados de forma binaria, tampoco resultó significativa (p = .258). Ahora bien, sí


se observan mayores puntuaciones de sintomatología depresiva en los grupos de madres
con victimización en la infancia/adolescencia y en las que sufrieron victimización en
ambos períodos de la vida, con valores medios alrededor de 27 puntos.

4.1 Comparaciones en las puntuaciones de variables sociodemográficas y


victimización en la infancia y en la edad adulta

El objetivo 2 se centraba en estudiar la asociación entre variables


sociodemográficas y la historia de victimización materna en la infancia y/o adolescencia,
y en la edad adulta por IPV en el último año. La Tabla 16 muestra la distribución de
frecuencias y las medias de las variables estudiadas en los distintos grupos.

Como se muestra en la Tabla 16, las madres con distintas historias de


victimización en su infancia y/o adolescencia (definidas en ocho grupos) no presentaron
diferencias estadísticamente significativas en cuanto a variables sociodemográficas
como tener o no tener relación de pareja, nivel de estudios, número de hijos e hijas, tipo
de trabajo, nivel socioeconómico o edad, así como tampoco en la duración del maltrato
en cualquiera de sus formas.

Sin embargo, en esta misma Tabla 16, sí se observa que el grupo de las madres
con victimizaciones de tipo emocional y sexual en su infancia y/o adolescencia,

42
presentan mayores puntuaciones medias en el tiempo de duración del maltrato sexual
por IPV en algún momento de su vida, pero la prueba global resultó
estadísticamente no significativa (p =
.886).

4.2 Hijos e hijas


4.2.1 Resultados descriptivos de las variables de estudio
Psicopatología
En la Tabla 20 se presentan los estadísticos descriptivos de las puntuaciones de
las diversas escalas de los síndromes empíricos del CBCL, así como de las escalas de
banda ancha y el total. Las puntuaciones más altas, por orden, se obtuvieron en la escala
de Problemas interiorizados, en los síndromes empíricos de Conducta Agresiva,
Retraimiento y Ansiedad/Depresión, y en la escala de Problemas exteriorizados (T ≥
58).

Tabla 20. Medias y desviaciones de las escalas del CBCL (puntuaciones T)

Puntaciones subescalas del CBCL N M DE


(N = 92)*
Ansiedad/Depresión 1 58.64 14.
0 12
0

Retraimiento 1 58.77 16.


0 74
2

43
Quejas somáticas 9 57.93 15.
8 59

Problemas de Atención 1 56.80 12.


0 79
3

Conducta Agresiva 1 59.36 15.


0 14
2

Problemas Sociales 1 56.23 12.


0 91
2

Problemas de Pensamiento 9 55.16 13.


8 25

Romper normas 1 53.13 10.


0 87
2

Problemas Interiorizados 1 60.03 15.


0 54
0

Problemas Exteriorizados 1 57.97 14.


0 16
2

CBCL Total 1 58.85 13.


0 66
1

* CBCL completo (de 92 menores sus madres completaron completamente el CBCL)

44
4.2.2 Comparación de la psicopatología infanto-juvenil según los tipos de
victimizaciones maternas

La observación de las medias de las puntuaciones de la psicopatología de los


niños según la historia de victimización de la madre evaluada con el ETI (Tabla 21)
indica que, entre los niños y niñas expuestos a IPV que tenían madres con historias
adicionales de victimización en su infancia y/o adolescencia (superaron el punto de
corte de la puntuación ETI total), se encontraron mayores puntuaciones en quejas
somáticas que en el caso de los y las menores que tenían madres sin historias de
victimización en la infancia y/o adolescencia (p = .043).

Tabla 21. Psicopatología de los hijos con presencia/ausencia de victimización materna en la


infancia-adolescencia (ETI)

CBCL Sí victimización No victimización Comparación


infancia/adolescencia infancia/adolescencia
t p
(n = 59) (n = 54)

M DE M D
E
Ansiedad/Depresión 5 13.2 5 1 0.23 .
8. 8. 5. 8
9 3 4 2
2

Retraimiento 6 17.2 5 1 1.01 .


0. 7. 6. 3
3 0 1 1
3

Quejas somáticas 6 15.5 5 1 2.05 .


1. 4. 5. 0
0 6 2 4
3

Problemas de Atención 5 11.8 5 1 0.31 .


7. 6. 3. 7
2 4 9 5
7

Conducta Agresiva 6 15.9 5 1 1.00 .


0. 7. 4. 3
7 7 2 2
1

Problemas Sociales 5 13.0 5 1 1.29 .


7. 4. 2. 1
8 5 7 9
9

Problemas de Pensamiento 5 12.2 5 1 .62 .


5. 4. 4. 5
9 3 4 3
9

45
Romper normas 5 10.7 5 1 1.04 .
4. 1. 1. 3
2 9 0 0
0

Problemas Interiorizados 6 15.4 5 1 1.21 .


1. 8. 5. 2
8 0 6 3
0

Problemas Exteriorizados 5 14.7 5 1 1.04 .


9. 6. 3. 3
3 4 5 0
3

CBCL Total 5 13.2 5 1 0.82 .


9. 7. 4. 4
9 7 2 1
6

En las Tablas 22, 23 y 24 se pueden observar las diferencias en las puntuaciones


de psicopatología en los niños y las niñas cuyas madres habían sufrido distintos tipos de
victimización (física, sexual, emocional) en la infancia y/o adolescencia en comparación
con los niños y las niñas cuyas madres que no habían sufrido dicho tipo de
victimización. No se encontraron diferencias en los grupos con historia de abuso físico
(Tabla 22) o emocional (Tabla 23), pero los hijos de madres con historia de
victimización materna de tipo sexual en la infancia y/o adolescencia puntuaron más alto
en las escalas de Conducta agresiva (p = .038) y de Problemas sociales (p = .040) que
los niños sin dicha historia de victimización materna (Tabla 24).

46
Tabla 22. Psicopatología de los hijos con presencia/ausencia de victimización de la madre durante la
infancia-adolescencia de tipo físico (ETI)

Sí victimización No victimización
CBCL Comparación
física (ETI) física (ETI)
(n = 38) (n = 75) t p

M D M DE
E

Ansiedad/Depresión 5 1 5 15.2 −0.59 .554


7. 2. 9.
5 3 3
Retraimiento 6 1 5 16.3 0.57 .571
0. 7. 8.
1 7 1

Quejas somáticas 6 1 5 16.1 1.37 .173


0. 4. 6.
9 4 4

Problemas Atención 5 1 5 13.3 0.20 .843


7. 2. 6.
1 1 6

Conducta Agresiva 6 1 5 14.8 0.67 .506


0. 5. 8.
7 9 6

Problemas Sociales 5 1 5 12.1 0.94 .347


7. 4. 5.
9 3 3

Problemas Pensamiento 5 1 5 13.6 0.64 .524


6. 2. 4.
3 7 5

Romper normas 5 1 5 10.7 1.96 .053


5. 0. 1.
9 7 6

Problemas Internalizados 6 1 5 16.2 0.39 .698


0. 4. 9.
9 5 6

Problemas Externalizados 5 1 5 14.0 1.06 .291


9. 4. 6.
9 5 8

CBC Total 5 1 5 13.8 0.46 .646


9. 3. 8.
7 5 4

Tabla 23. Psicopatología de los hijos con presencia/ausencia de victimización de la madre durante la
infancia-adolescencia de tipo emocional (ETI)
Sí victimización No victimización
CBCL Comparación

47
emocional (ETI) emocional (ETI)
(n = 43) (n = 70) t p

M D M DE
E

Ansiedad/Depresión 5 1 5 14.8 −0.83 .409


7. 3. 9.
1 3 6
Retraimiento 5 1 5 17.2 0.16 .876
9. 6. 8.
1 3 6

Quejas somáticas 5 1 5 16.6 0.10 .920


8. 4. 7.
1 0 8

Problemas Atención 5 1 5 13.3 −0.69 .491


5. 2. 7.
7 1 5

Conducta Agresiva 5 1 5 14.7 0.29 .775


9. 6. 9.
9 0 0

Problemas Sociales 5 1 5 13.6 −0.19 .853


5. 1. 6.
9 8 4

Problemas Pensamiento 5 1 5 13.9 −0.08 .934


5. 2. 5.
0 3 3

Romper normas 5 1 5 10.5 0.57 .567


3. 1. 2.
9 5 6

Problemas Internalizados 5 1 6 16.3 −0.40 .693


9. 4. 0.
3 5 5

Problemas Externalizados 5 1 5 13.7 0.41 .683


8. 5. 7.
7 0 5

CBC Total 5 1 5 14.0 −0.50 .622


8. 3. 9.
0 2 4

48
Tabla 24. Psicopatología de los hijos con presencia/ausencia de victimización de la madre
durante la infancia-adolescencia de tipo sexual (ETI)
Sí victimización No victimización
CBCL Comparación
sexual (ETI) sexual (ETI)
(n = 30) (n = 83) t p

M DE M DE

Ansiedad/Depresión 6 12.6 5 14.8 0.73 .470


0. 8.
4 0
Retraimiento 5 14.6 5 17.5 0.20 .841
9. 8.
3 6

Quejas somáticas 6 17.7 5 14.6 1.86 .066


3. 6.
0 3

Problemas Atención 5 12.5 5 12.9 0.92 .360


8. 6.
7 1

Conducta Agresiva 6 17.3 5 13.9 2.10 .038


4. 7.
5 5

Problemas Sociales 6 13.4 5 12.4 2.08 .040


0. 4.
6 7

Problemas Pensamiento 5 14.6 5 12.5 1.87 .065


9. 3.
3 7

Romper normas 5 11.6 5 10.5 1.36 .177


5. 2.
6 3

Problemas
63.1 15.6 5 15.5 1.16 .247
9.
0
Internalizados
Problemas
6 16.0 5 13.2 1.98 .051
Externaliza 2. 6.
dos 5 3

CBC Total 6 14.3 5 13.3 1.61 .111


2. 7.
5 6

La Tabla 25 presenta los descriptivos de las diversas medidas del CBCL en


función de las ocho posibles combinaciones según la victimización materna infanto-
juvenil evaluada con el ETI. Al hacer una inspección visual de los valores podemos
observar que los hijos e hijas de madres que habían sufrido victimizaciones físicas,
49
sexuales y psicológicas en su infancia y/o adolescencia mostraron puntuaciones
medias más elevadas tanto para los problemas interiorizados como exteriorizados
(pero en mayor medida de los primeros). No obstante, ninguna de las comparaciones
alcanzó la significación estadística. Ello puede ser debido, en parte, al bajo tamaño
muestral de alguno de los grupos.

4.3 Protocolo de apoyo

En el año 2015 se presentó el Protocolo del Programa de Atención a Niños, Niñas


y Adolescentes Huérfanos por Feminicidios, con el objetivo de fortalecer la
protección social con una política pública dirigida a garantizar los derechos de los
menores afectados por esta tragedia.
La iniciativa se ejecuta a través del programa Progresando con Solidaridad, con el
apoyo del Ministerio Público, el Consejo Nacional para la Niñez (Conani), el
Ministerio de la Mujer (MMujer); Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social,
el Seguro Nacional de Salud (Senasa); el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef), entre otras instituciones del Estado y no gubernamentales.
Buscan intervenir unos 300 niños y niñas huérfanos cada año producto de estos
hechos fatales e integrarlos a la Red de Protección Social del Gabinete de
Coordinación de Políticas Sociales.
El Observatorio Político Dominicano (OPD), publicó en uno de sus denominados
cuadernillos el pasado jueves, que 144 niños quedaron sin su madre en el 2016,
mientras que unos 91 quedaron sin padre. El material, que es una iniciativa la
Fundación Global, Democracia y Desarrollo (FUNGLODE) aporta además que el
23 por ciento de los feminicidas se suicidó tras matar a sus parejas o ex parejas.

4.4 Objetivos potenciales del programa 

50
Este programa de apoyo a niños y niñas víctimas de la violencia y la criminalidad
pretende potenciar la capacidad de las familias que protegerán a los niños que han
quedado en la orfandad por la ocurrencia de un hecho de violencia.
También: -Establecer procesos que permitan el empoderamiento y regreso a la vida
económicamente productiva de los cónyuges viudos o viudas.
-Se involucran en el liderazgo comunitario y social allegado a las víctimas, para
que contribuyan a generar un entorno favorable.
-Promueven iniciativas que apoyen el acceso de los huérfanos a servicios
esenciales como la educación, atención primaria de salud, registro de identidad y
otros.

5.0 Causas del feminicidio

Las razones que llevan al feminicidio son variadas, pero la más común son
los celos. Muchos hombres agresores alegan que los celos los llevan a cometer el
asesinato de sus parejas. Sobre todo si se trata de una supuesta infidelidad. 
La segunda causa que lleva a un hombre a perpetrar ese delito es la decisión de su
pareja de separarse, lo que no es aceptado por su agresor. Mientras que el rechazo
o la negación a una relación también es motivo de ataque. La adicción a las drogas
y el alcohol también se cuentan como causantes de la violencia del hombre hacia la
mujer. 
Otro motivo es el machismo, en la sociedad actual todavía existe un fuerte arraigo
de la población masculina a creer que son superiores a las mujeres, lo que conlleva
a la discriminación y el maltrato constante, que regularmente termina en el
feminicidio. “El agresor es una persona criada dentro de una cultura machista cuyo
objetivo es mantener el control sobre una mujer hasta lograr su subordinación”,
señaló la responsable del Registro de Feminicidio en Perú, Teresa Viviano.
El hombre machista acusa a la mujer agredida: “Se lo buscó”, “desobedeció”, “no
me atiende”, “no siguió instrucciones”, “ella sabe que no puede”, “tengo que usar
la fuerza para controlarla”, “el que manda soy yo”.
El crimen organizado también figura como un factor que ocasiona una gran
cantidad de feminicidios, en especial en países centroamericanos, donde proliferan
grupos criminales y del narcotráfico.

51
De acuerdo al informe de Derechos Humanos del Equipo Regional de Monitoreo y
Análisis de Derechos Humanos en Centroamérico, en países como Honduras, El
Salvador, Guatemala y Nicaragua, el feminicidio tiene “profundas raíces
históricas”. Señala que el homicidio de mujeres “está siendo acelerado y
profundizado por el incremento de pandillas, maras y mayor incidencia del crimen
organizado y el narcotráfico”. En este sentido, explica que más del 25 por ciento de
las muertes se deben a estas razones.

5.1 Consecuencias

Muerte de mujeres en edad productiva, traumas en las familias, niños y niñas


huérfanos, legitimación de un aprendizaje social del que ama controla, maltrata y
produce muerte en nombre del amor. Cultura de violencia aprendida, depresión.

Impacto psicológico. “La depresión lógicamente puede ser uno de los síntomas


principales, pero también puede presentar lo opuesto que es la rebeldía. El niño
puede adentrarse en una etapa de indisciplina que muchas veces termina en la etapa
de violencia”, señala.
Advierte que desde que se presentan las primeras experiencias de maltrato en el
hogar el niño va manejando una etapa depresiva, una etapa de violencia y dolor.
“Luego que ocurre el feminicidio viene lo peor para él, porque no solo pierde a su
madre sino también a su padre quien estará ausente, ya sea por huir, suicidarse o
estar recluido en una cárcel, quedando el niño en una gran inestabilidad
emocional”.
Según la doctora Báez, a raíz de que ha perdido a sus guías, las personas que deben
brindarle el apoyo, la moral, la crianza y el amor necesarios para su desarrollo, el
niño tiende a vivir un sin número de emociones negativas como el odio, el dolor, el
rencor, la ira y la impotencia.

52
Indica que probablemente esas emociones regirán su conducta y resultarán en un
ser humano inmisericorde, depravado y malvado “carente de la catadura moral que
ejercen las madres sobre los hijos”.
Un niño que ha sido testigo del asesinato de su madre a manos de su padre necesita
apoyo familiar. La familia debe tener una actitud de responsabilidad porque deberá
asumir los roles de esos padres y no solamente ocuparse de los compromisos de
educación, comida, techo y salud, sino también de todo lo relacionado con su
desarrollo interior, como el apoyo moral, el amor, los valores y el apego

5.2 Evaluación

Un niño que ha sido testigo del asesinato de su madre a manos de su padre


necesita apoyo familiar. La familia debe tener una actitud de responsabilidad
porque deberá asumir los roles de esos padres y no solamente ocuparse de los
compromisos de educación, comida, techo y salud, sino también de todo lo
relacionado con su desarrollo interior, como el apoyo moral, el amor, los
valores y el apego

5.3 Tratamiento

Ayuda profesional. Independientemente de que cuenten con el apoyo familiar, los


niños deberán recibir la ayuda de profesionales que les enseñen a manejar el
proceso vivido, de forma tal que la experiencia no se transforme en un futuro
negativo.
De acuerdo a la psiquiatra, baja autoestima, agresividad, impotencia para la
resolución de problemas, complejos y falta de misericordia, son algunos de los
resultados que pueden manifestarse de no recibir la ayuda necesaria.

53
El papel de los hijos ante la ola de agresión y maltrato. Ellos deben ser la voz de
alerta, los guardianes y vigilantes si estas situaciones están aconteciendo.
Deben acercarse a las autoridades de ese matrimonio, llámense los padres de esa
pareja, los hermanos, los tíos, gente que tengan poder de autoridad sobre ellos y
poder dar la voz de alerta para impedir que ocurra la desgracia de un feminicidio o
un suicidio”, dice Báez.
Recomienda que si los hijos son testigos del maltrato del padre hacia la madre, se
acerquen a otros adultos como sus abuelos o tíos, para que sean ellos quienes
tomen las acciones de lugar, “ya que lamentándolo mucho se ha demostrado que
los hijos no pueden frenar a papá ni a mamá de una ira.

Recomendaciones para un hombre que haya pensado en cometer feminicidio. La


doctora Báez dice que lo primero que él debe saber es que esa mujer tiene familia,
probablemente hijos, así como él tiene una madre. “Se considera que el ser al cual
más amamos es nuestra madre y él tiene que ponerse en la posición de que si fuera
su papá que se lo hiciera a su mamá, ¿qué sentimientos surgirían en él?”
Además, es muy importante recordar que el hombre no es dador de vida y por lo
tanto no tiene derecho a quitarla y que si en algún momento la idea cruza su mente
debe buscar ayuda, ya sea con algún familiar de confianza o directamente con un
especialista, porque aunque muchos no lo crean esto es una enfermedad, se ha
convertido en una enfermedad emocional.

54
_6.0 CONCLUSIONES

Se ha observado que más de la mitad, un 52.4%, de las madres participantes


en este estudio, evaluadas mediante el ETI y el ISA, perpetuaban la vivencia del
maltrato acumulado, si bien un 21.4% del total que acudían a recibir ayuda
profesional o consulta por IPV no presenten situaciones de mayor gravedad de IPV
(no superen el punto de punto corte del ISA). Por otro lado, la experiencia de abuso
en la infancia y/o adolescencia (sí ETItotal) e IPV en el último año en las madres (sí
ISAtotal) se asocia con el abuso sexual en la edad adulta. Además, la duración media
del abuso físico por IPV fue de 3.3 años, el psicológico 11.2 años y el sexual 1.6
años. El tiempo medio de convivencia con la pareja abusadora fue de 12.4 años.
Suponiendo todo ello que estamos ante una muestra con vivencia de grave situación
de IPV, sobretodo de tipo psicológico; y también con tiempo de permanencia en la
relación abusiva de más de diez años, como suelen indicar la mayoría de estudios
(Fontanil, Ezama y Fernández, 2002; Matud, 2005).

Se obtuvieron puntuaciones medias de sintomatología depresiva más altas en


los grupos de madres con victimización en la infancia y/o adolescencia y en las que
sufrieron victimización acumulada en ambos períodos de la vida (victimización en la

55
infancia y/o adolescencia y victimización en la edad adulta en la relación de pareja).
La revictimización parece repercutir en mayor sintomatología depresiva. En todos
los grupos de victimización materna en la infancia (ETI) y de victimización materna
en la infancia y en la edad adulta (ETI+ISA), se obtuvieron valores de puntuaciones
medias en el BDI-II superiores al valor del punto de corte del BDI-II, y en todos los
casos indicadores de niveles de depresión moderada.

6.1 Recomendaciones

Se considera fundamental que el Estado, como garante de los derechos de todas las
personas, asuma la responsabilidad de la exigibilidad y el cumplimiento de los
derechos de niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo producto de la
violencia feminicida contra sus madres. Es importante, además, que se adopten
medidas a corto, mediano y largo plazo para cubrir las necesidades básicas más
apremiantes de hijos e hijas de víctimas de feminicidio, considerando la
importancia de garantizar seguridad, protección y estabilidad emocional y física
luego de ocurrido el delito. Se debe establecer como prioridad la vida de niños,
niñas y adolescentes.

La sociedad civil y los movimientos de mujeres, entre otros, deben exigir el


cumplimiento de derechos ante el Estado. El rol de veedores sociales es importante
para cumplir con este fin, así como la participación permanente. Se sugiere que se
retomen acciones de prevención y atención de la violencia, que se incorpore como
elemento de análisis de casos de feminicidio, la responsabilidad estatal frente a la
impunidad del delito, que tienen que ver con dificultades de acceso a la justicia y la
ausencia de respuestas oportunas que pueden servir de prevención. En este mismo

56
punto, resulta indispensable contar con equipos técnicos capacitados en el abordaje
de la problemática de violencia de género, que acompañen de manera respetuosa
los procesos legales y psicosociales que se realizan con los niños, niñas y
adolescentes.
Se debe mantener espacios de capacitación y sensibilización a los actores que
intervienen en el ejercicio de restitución de derechos de hijos e hijas de víctimas de
feminicidio, en los ámbitos de justicia, salud, seguridad, escolar, familiar y social,
para propender a la garantía mínima de los derechos de niños, niñas y adolescentes
afectados por la muerte violenta de su madre.
La iniciativa de las comisiones de Justicia y Derechos Humanos, y de la Mujer y
Familia, contempla además modificar los artículos 107, 46-b y 46-C del Código
Penal y el artículo 46 del Código de Ejecución Penal. Así, se incorpora como delito
el asesinato de mujeres incluso cuando el autor no sea el esposo o pareja de la
víctima, sino por ejemplo un acosador, vecino o ex enamorado. La pena mínima
será de 15 años de prisión.
6.2 Bibliografía

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59

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