Está en la página 1de 6

Marco teórico

A continuación se hará mención de algunos conceptos teóricos que respaldan la


investigación sobre hábitos y estilos de vida saludable para personas condición de
discapacidad sobre el proceso de inclusión en el deporte y el mal manejo de hábitos
saludables en el barrio san Rafael del municipio de El Espinal – Tolima. .
En primera instancia, encontramos
a Moscovici (citado por León, 2002: 369), quién define las representaciones
sociales como:
…sistemas cognitivos con una lógica y lenguaje propios (…) No representan
simples opiniones, imágenes o actitudes en relación a algún objeto, sino teorías y áreas de
conocimiento para el descubrimiento y organización de la realidad (…) Sistema de
valores, ideas y prácticas con una doble función; primero, establecer un orden que le
permita a los individuos orientarse en un mundo material y social y dominarlo; y segundo
permitir la comunicación entre los miembros de una comunidad al proveerlos con un
código para el intercambio social y para nombrar y clasificar sin ambigüedades aspectos
de su mundo y de su historia individual y grupal.
También (Según Jodelet, citado por Lopez, 2008) Las representaciones sociales son
producidas por la experiencia en la vida cotidiana, por el sentido común; por ejemplo
pueden elaborarse representaciones sociales por situaciones que afecten a las personas,
como las enfermedades, etapas de la vida como adolescencia, juventud, etc. Esta última
forma de concebir las representaciones sociales (conjunto de creencias, imágenes, etc.)
parece ser la que más eco ha tenido en la investigación empírica en las ciencias sociales.
(p.245)
La Organización Internacional del Trabajo, en su serie de Integración Normalizada
en la Formación para el Trabajo: Un Proceso de inclusión Social, al tratar de caracterizar un
nuevo concepto sobre discapacidades, destaca esta necesidad de atender al contexto social
en relación a ella. Esto lo hace diciendo que  “tradicionalmente por influencia del modelo
médico, se ha abordado el problema de las personas con discapacidad, localizando la
causa básica de ésta  al interior de la persona, dejando de lado los factores causales
ubicados en los procesos sociales o en elementos externos al individuo”.  (OIT, 2012)
Por otra parte (Padilla, Muñoz. 2010) Discapacidad se define como la “restricción o
falta (debido a una deficiencia) de la capacidad para realizar una actividad en la forma o
dentro del margen que se consideran normales para un ser humano. (p.20)
Desde otra perspectiva el modelo ‘constructivista’ de la discapacidad define el
significado y consecuencias de la misma de acuerdo con las actitudes, prácticas y
estructuras institucionales más que por las deficiencias en sí (Schalock, 1997b). El
propósito de 2 quienes trabajan con este modelo, que inspiró la legislación norteamericana
de los últimos años (The American with Disabilities Act) es reducir al máximo esas
barreras físicas y sociales que limitan a los individuos con deficiencias (Verdugo, 1999a).
Romper las barreras físicas, sociales y actitudinales existentes contra las personas con
discapacidad es tan importante, sino lo es más, como curar las deficiencias físicas o
mentales (Imrie, 1997).
Las personas con discapacidad están aumentando por diversos motivos: conflicto
armado, minas antipersona, desnutrición, VIH-sida, enfermedades crónicas y desastres
naturales, entre otros. (OMS, 2005)
Ahora bien, con base en los planteamientos de García y Fernández, (2005), se
entiende que si bien la discapacidad tiene un origen en el individuo, sus reales dimensiones
están en los procesos sociales, subsecuentes a las opciones de interacción interpersonal e
interinstitucional y además en las posibilidades que ofrece el contexto. Frente a esto, es
importante comprender que ha prevalecido en la sociedad una mirada de lástima,
subvaloración y un aparente deseo de inclusión sobre las personas en condición de
discapacidad. A menudo se piensa, que dicha población necesita de los esfuerzos del
mundo por incluirlos, reconocerlos y vincularlos a actividades cotidianas, formativas y
productivas. Sin embargo, no se ha recopilado a profundidad la mirada y el sentido que
tiene la población discapacitada frente a dichas actividades de inclusión que
permanentemente se fomentan.
Por ello, se evidencia que las personas en condición de discapacidad reclaman un
lugar social por ocupar, participar en sus espacios comunitarios y desarrollar con ello
sentido de pertenencia, de logro y de realización personal. La ocupación les permitirá
asumir el rol productivo que les dará identidad, y esto se logra con oportunidades
equitativas en el ámbito laboral. (Rozo y Monsalve, 2011).
Constantemente Ibáñez (1988), afirma que las representaciones sociales inciden en
la visión de la realidad y además en su construcción. En efecto, las representaciones
facilitan los procesos de comunicación, logran integrar las novedades en el pensamiento
social, promoviendo la transformación progresiva del pensamiento. Adicionalmente, las RS
conforman identidades personales, sociales e intergrupales. Asimismo, se constituyen en
generadores de toma de postura, es decir reúnen elementos valorativos que orientan la
postura de un sujeto frente a un determinado objeto: “las representaciones sociales
producen los significados que la gente necesita para comprender, actuar y orientarse en su
medio social” (Ibáñez, 1988, p.55).
Dentro de la estructura de la RS, Moscovici (citado por Ibáñez, 1988), propone que
existen tres ejes entorno a los cuales se estructuran los componentes de las
representaciones. El primero de estos es la actitud, entendida como “la disposición más o
menos favorable que tiene una persona hacía el objeto de la representación, y expresa por lo
tanto la orientación evaluativa en relación de ese objeto” (Ibáñez, 1988, p.46). La actitud
imprime a las representaciones sociales un carácter dinámico que guía las conductas sobre
un objeto. El siguiente componente hace alusión a la información, que surge a partir de un
contacto directo con el objeto y de las prácticas que se desarrollan en torno a él. La
información es la base que determina qué tipo de representación se origina respecto a un
objeto. Finalmente, el campo de representación, que hace referencia “a la ordenación y a la
jerarquización de los elementos que configuran el contenido de la misma” (Ibáñez, 1988,
p.47). Lo anterior indica la forma como se organizan internamente los elementos que
integran el campo de representación, el cual se estructura con base al esquema o núcleo
figurativo que constituye la parte más sólida y estable de la representación y además se
encarga de su organización.
(Según Goffman, citado por Cruz y García, 2011) Sin ánimo de ser exhaustivos, nos
quedaremos con la definición de E. Goffman de que un estigma es un atributo especial que
produce en los demás un descrédito amplio […] relega a la persona que lo posee a un rol
estigmatizado en oposición a lo normal. (p.272)
Por ello se ha encontrado que en “muchos países han desarrollado políticas
sociales encaminadas al reconocimiento de los derechos de las personas con discapacidad,
potenciando su autodeterminación. Es debido a esta circunstancia que se ha constituido un
movimiento internacional para la integración de las personas con discapacidad a varios
niveles –social, educativa, profesional y laboral”. (Genelioux, 2002) Esto sería adecuado y
pertinente que en Colombia se ejecutara, en pro del mejoramiento de la calidad de vida de
la población en condición de discapacidad.
Por otra parte, no todos los tipos de discapacidad presentan las mismas
dificultades a la hora de conseguir la integración laboral. Mientras las personas con
discapacidades motrices o sensoriales pueden, en muchas ocasiones, conseguir y mantener
un empleo mediante la realización de adaptaciones del entorno laboral relativamente
sencillas, las personas con discapacidad intelectual requieren, en la mayoría de los casos,
adaptaciones y cambios más profundos. (Alba y Moreno, 2004) Por esta razón, muchas de
las experiencias desarrolladas para estas personas en los años pasados han consistido en la
creación de centros ocupacionales o entornos especiales de empleo protegido, como los
Centros Especiales de Empleo. (Fenández e Iglesias, 1999; Ibáñez y Mudarra, 2007)

Por consiguiente una de las estrategias que ha demostrado alcanzar un mayor éxito
en la inserción laboral de las personas con discapacidad intelectual en entornos ordinarios
de trabajo es el empleo con apoyo, que cuenta ya con una tradición de más de treinta años
en otros países. (Bayer, Kilsby y Sheam, 2000; Leach, 2002)

Así mismo se piensa que las diferentes situaciones que padecen estas personas
implican grandes desventajas para su participación laboral, siendo una de las razones
principales la dificultad para adaptarse a las tecnologías de producción vigentes en cada
época de la historia. Esto conllevaba a que las personas en condición de discapacidad
tuvieran una alta probabilidad de verse obligadas a vivir en condiciones de pobreza o a
emplearse en trabajos muy específicos, poco seguros y no muy bien remunerados. (Malo,
2004)

Algunos estudios enmarcan comúnmente en el modelo de búsqueda de empleo, en


el cual el agente económico en estado de inactividad tiene por finalidad encontrar un
trabajo maximizando su utilidad. Ésta depende de factores como los ingresos, el valor del
tiempo de ocio, el coste monetario de buscar trabajo y el coste de tiempo. (Rogerson,
Shimer y Wright, 2005) Además, desde un punto de vista microeconómico, se afirma que la
decisión de emplearse se encuentra determinada principalmente por características
personales como la edad, el género, la educación, los hijos, los ingresos totales del hogar,
entre otras. (Mortensen, 1986) Por su parte, la oferta de empleo está condicionada por los
requerimientos de habilidades, destrezas y conocimientos necesarios para su desempeño.
(Rogerson, Shimer y Wright, 2005)
Desde otro punto de vista las personas en condición de discapacidad, y en mayor
medida para las mujeres, el conocimiento de los problemas físicos y/o mentales de este tipo
de trabajadores afecta en gran medida la decisión del empleador. De igual manera, desde la
perspectiva de dichas personas, su condición influye en su decisión sobre la cantidad de
tiempo a invertir en el mercado laboral, distorsionando, por ende, su tasa marginal de
sustitución entre bienes y ocio. (Mortensen, 1986)

Weiner, Perry y Magnusson (1988) analizaron los efectos de la controlabilidad


percibida y de los juicios de responsabilidad relacionados con las causas de 10 estigmas,
entre los cuales dos hacían referencia a la discapacidad (ceguera y paraplejia).

En este sentido, Giné (2000) afirma que es muy importante que se establezca una
colaboración entre las familias y los profesionales que proporcionan los apoyos a las
personas con discapacidad. Apunta que actualmente se apuesta por superar la visión de la
relación centrada en la «formación de padres» ya que se considera que este enfoque indica
que la información fluye unidireccionalmente (desde el que sabe el profesional al que no
sabe la familia) y se impone una concepción diferente basada en la cooperación entre los
padres y los profesionales, en la que los padres no sólo son receptores sino también
proveedores de la información (partnership education) (Turnbull et al, 1999). Este autor
afirma que una perspectiva ecológica de la calidad de vida de las personas y las familias
implica admitir que no toda la experiencia reside en los profesionales...; así los
profesionales necesitan en gran manera no sólo la experiencia de los padres sino también la
de otros miembros de la comunidad.

También podría gustarte