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Fragmentos de la saga stave

Segundo libro: (el mejor a mi concepto)

—Me preguntaste si eras mi intento de una vida normal. Necesito que lo entiendas, no
es eso en absoluto. Estar contigo, lo que siento por ti, me pone los pies en la tierra. Me
haces cuestionarme jodidamente todo. Me dan ganas de hacer las cosas mejor. Me dan
ganas de ser mejor. No puedo ocultarme de la mierda o poner excusas cuando se trata
de ti, porque eso no va a funcionar. Ninguno de nosotros es feliz cuando las cosas son
así y quiero que seas feliz... —Su frente se arrugo y las cejas oscuras se tensaron—.
¿Entiendes?
—Creo que sí —le susurré, sintiendo tanto por él en ese momento que no sabía en qué
dirección estaba.
Volvió a bostezar, con la mandíbula abriéndose. —Lo siento. Joder, estoy agotado. ¿Te
importa si cierro los ojos durante cinco minutos?

—Me preguntaste si eras mi intento de una vida normal. Necesito que lo entiendas, no
es eso en absoluto. Estar contigo, lo que siento por ti, me pone los pies en la tierra. Me
haces cuestionarme jodidamente todo. Me dan ganas de hacer las cosas mejor. Me dan
ganas de ser mejor. No puedo ocultarme de la mierda o poner excusas cuando se trata
de ti, porque eso no va a funcionar. Ninguno de nosotros es feliz cuando las cosas son
así y quiero que seas feliz... —Su frente se arrugo y las cejas oscuras se tensaron—.
¿Entiendes?
—Creo que sí —le susurré, sintiendo tanto por él en ese momento que no sabía en qué
dirección estaba.
Volvió a bostezar, con la mandíbula abriéndose. —Lo siento. Joder, estoy agotado. ¿Te
importa si cierro los ojos durante cinco minutos?

Jimmy lo estaba perdiendo.


La puerta de la habitación se estremeció, cuando algo fue ruidosamente destrozado
contra ella. En el interior, las voces aumentaron su tono, pero las palabras eran
inentendibles. Tal vez debería salir al vestíbulo por un rato. Era tentador. Todo esto
era mi culpa, maldita sea, debería haberme ido hace semanas. La cosa es que, a pesar
de la gran cantidad de dinero que gano, yo y este trabajo no funcionamos. Sin
embargo, cada vez que abría la boca para decírselo, las palabras desaparecían.
No podía explicarlo.
—Hey. —Ev vagó hacia mí con un simple vestido negro, entrelazando sus dedos con
nerviosismo. Su pelo rubio se hallaba recogido en un elegante moño.
—Hola.
—David está hablando con él.

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