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GÉNESIS DEL ESPÍRITU DE EMPRESA

Henry Hurtado B.1


Julio César Montoya R., 2
Wilson Sanchez Jimenez3
Resumen

Esta ponencia muestra el origen del término Espíritu de Empresa, utilizado en la


actualidad para referirse al emprendimiento, la incubación de empresas y el fomento
empresarial. El término se refiere a un conjunto de características generales que
distinguen a un fenómeno, un hecho histórico o un grupo social, se usó en el siglo XIX
con los trabajos de Weber y Sombart, tiene relaciones con Hegel y el Volkgeist o espíritu
del pueblo, con los estoicos de la Grecia y Roma antigua, 300 años A.C., cuyo fin era vivir
conforme a la virtud. La virtud era la excelencia que conducía a la felicidad o
eudaimonismo, con el estoicismo Kantiano, el liberalismo mercantil de Locke y el Ipse
Intellectus del gran matemático alemán Leibniz. El espíritu de empresa también fue
expresado por Franklin en su Autobiografía de un hombre feliz. Finalmente, se compara
el concepto de Espíritu de Empresa con la práctica del empresario en el mundo actual.

Palabras claves: Espíritu de empresa, libre empresa, burgués, estoicismo,


racionalismo.

1 Administrador de Empresas, Licenciado en Matemáticas. – Magister en Ciencias de la


Organización. [Docente Programa Administración de Empresas] [Universidad Pontificia Bolivariana]
[Seccional Palmira] [Colombia] [Grupo de Investigación Estudios sobre Organizaciones]
E-mail: henry.hurtado@upb.edu.co
2 Administrador de Empresas – Magister en Administración [Docente ocasional] [Universidad
Nacional Abierta y a Distancia - UNAD] [Seccional Palmira] [Colombia] [Grupo de Investigación
ILAMA] E-mail: julio.montoya@unad.edu.co
3 Ingeniero Agrónomo– Magister en Filosofía [Docente ocasional] [Universidad Nacional Abierta y
a Distancia - UNAD] [Seccional Palmira] [Colombia] [Director Grupo de Investigación Nodo
Especializado de conocimiento en Derechos Humanos y Cultura de Paz]
E-mail: wilson.sánchez@unad.edu.co

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Introducción

Para la génesis del Espíritu de Empresa, se identificaron los autores que acuñaron el
término en el siglo XIX, Weber y Sombart, se explicó el significado de Espíritu, Geist en
alemán, se identificó el origen del término Espíritu, su relación con Hegel y la
Fenomenología del Espíritu, el Volksgeist o Espíritu del Pueblo usado por Hegel y el
Espíritu de las Naciones usado en Francia por Voltaire y Montesquieu. La anterior
disertación se une con el Espíritu del Capitalismo usado por Weber en la Ética
Protestante y la figura del burgués de Sombart, figura asceta que se relaciona a su vez
con el estoicismo, actitud de grandeza y fuerza que forjan la libertad, la individualidad
y el espíritu de empresa.

En el origen mismo, o mejor en la genealogía del concepto en cuestión “Espíritu de


Empresa” se logra comprender el germen de la extirpación de la libertad e igualdad
entre los hombres. Dicho concepto se instaló en el naciente discurso economicista de
occidente y se extiende a todos los rincones del planeta mediante la guerra y el dominio
sobre los pueblos y las comunidades. La esfera de la felicidad, enunciada por los
antiguos indoeuropeos se fundamenta en la propiedad privada y los privilegios de un
reducido sector de la sociedad sobre los intereses generales de las comunidades. La
felicidad y la virtuosidad de este tipo de orden social impuesto por el discurso
hegemónico de occidente a través de la guerra y el sometimiento, no es otra cosa que la
ruina y miseria de las comunidades trabajadoras.

Para los estoicos, el fin de la vida humana es la felicidad, y la felicidad se consigue a


través del conocimiento que hace al hombre sabio y virtuoso. El fin es vivir conforme a
la virtud y la virtud es la excelencia. Actuar y vivir conforme a la naturaleza, es la
máxima de la escuela filosófica de los estoicos. Marco Aurelio, el filósofo emperador en
la primera meditación del Libro segundo dice:

Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un


indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso
les acontece por ignorancia de los bienes y de los males. Pero yo, que he observado que
la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la naturaleza
del pecador mismo es pariente de la mía, porque participa, no de la misma sangre o de
la misma semilla, sino de la inteligencia y de una porción de la divinidad, no puedo

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recibir daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo
enfadarme con mi pariente ni odiarle. Pues hemos nacido para colaborar, al igual que
los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar,
pues, como adversarios los unos de los otros son contrarios a la naturaleza. Y es actuar
como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa. (Aurelio, M. 2008).

La virtud es la perfección, es la experticia en el manejo de la técnica y en el


comportamiento ético. La excelencia llevada a su punto culminante hace al hombre
virtuoso y feliz, a esto los estoicos le llaman vivir bien.

Para Aristóteles (Política, p. 17), el hombre puesto en poder y señorío, debe ser
prudente y virtuoso, de lo contrario, es un hombre cruel perdido en los sentidos. Para
Kant el hombre virtuoso es el hombre libre, es aquel que actúa conforme a la ley moral.
Jhon Locke, S. XVII, en su Carta sobre la tolerancia (p. 62) plantea que la religión
cristiana se estableció para regular la vida de los hombres conforme a la virtud, es decir,
para vencer los vicios, el orgullo y los malos deseos.

Leibniz, S. XVII, plantea su famosa proposición sobre el entendimiento humano “nihil


est in intellectu quod prius non fuerit in sensu, nisi intellectus ipse”, nada hay en el
entendimiento que antes no haya estado en los sentidos, a excepción del entendimiento
mismo.

Finalmente, Benjamin Franklin, siglo XVIII, recoge la filosofía estoica y plantea las bases
del hombre burgués, del empresario capitalista, en su obra Autobiografía de un hombre
feliz, donde hace énfasis en el trabajo, la virtud y la felicidad. Es de señalar que detrás
de todos estos preceptos de vida, de estos ríos turbulentos del deber ser, se enmarcará
el verdadero sentido de un orden social que hace lo contrario de lo que pregona en el
discurso. La enunciación discursiva se constituye en una auténtica forma de velar las
intenciones y lograr la concreción de un pensamiento mercantil, mecánico e
instrumental con arreglo a fines.

Desarrollo del tema

Weber y Sombart utilizaron en el siglo XIX el término espíritu como una categoría
suigéneris para referirse al capitalismo, en alemán Geist o espíritu corresponde a un

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conjunto de características generales que distinguen a un fenómeno, un hecho histórico
o un grupo social.

El término espíritu se remonta a Hegel y su Fenomenología del Espíritu. Para Hegel el


espíritu no permanece quieto, está en un movimiento incesantemente progresivo. El
espíritu se forma lentamente, en su transformación se desprende de rasgos sin alterar
el todo, el espíritu es lo absoluto, es un concepto sublime, es la esencia, es el ser en sí
mismo, el espíritu es la universalidad, lo fundamental.

Hegel que vivió igualmente en el siglo XIX se refiere al Volksgeist o espíritu del pueblo,
término que a su vez fue tomado de los franceses del siglo XVIII particularmente de
Voltaire y Montesquieu que se refirieron al Sprit des nations, de todos modos, el
concepto de espíritu del pueblo fue desarrollado especialmente por los alemanes y se
asemeja al Zeitgeist o espíritu de la época (Mora, 1979).

Cuando Weber y Sombart se refieren al espíritu del capitalismo, analiza una época donde
se involucra el pueblo con un todo, la sociedad capitalista, que está en un movimiento
continuo, con características propias como el afán de lucro, la sed insaciable de oro, la
racionalidad económica y la moral en los negocios (Sombart, 1979), a su vez, Weber
describe al burgués proto capitalista como un individuo que vive una vida de ascetismo.
El ascetismo casi religioso planteado por Weber se conecta con el estoicismo hegeliano,
un individualismo que hace posible la mentalidad burguesa.

La actitud estoica de grandeza y fuerza forjan la libertad, la individualidad y el espíritu


de empresa, que dio forma al empresario burgués, signado por la propiedad privada,
un esclavo sin amo, que desarrolla un espíritu de conquista, en el siglo XX, Schumpeter
le llamaría innovación.

La sociedad capitalista y el espíritu de empresa se fundan sobre los preceptos del


estoicismo, es decir sobre el conocimiento científico y la virtud. Desde el mundo greco-
romano el germen de la idea de empresa ya había dado sus primeros asomos a la
economía de la época.

El estoicismo se remonta a filósofos helenos como Zenón, Cleantes y Crisipo. Para los
estoicos el fin de la vida humana es la felicidad, y la felicidad se consigue a través del

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conocimiento que hace al hombre sabio y virtuoso. Para los estoicos, el fin es vivir
conforme a la virtud que es la excelencia.

Para Diógenes Laercio, la virtud es la perfección, es la experticia en el manejo de la


técnica y en el comportamiento ético. La excelencia llevada a su punto culminante, hace
al hombre virtuoso y por tanto, feliz, a esto los estoicos le llaman vivir bien. El hombre
sabio es virtuoso y por tanto feliz, eudaimonismo, posee la excelencia en el arte de vivir
(Cárdenas, 2011).

Epicteto, el estoico romano, quien en sus discursos preconizó la libertad interior como
camino a la felicidad, siglos después, sus postulados serían la base del pensamiento
capitalista, de la libre empresa como camino al progreso, la libertad y la felicidad.
Séneca, otro importante filósofo estoico, en su obra Sobre la felicidad plantea que lo
ideal no es lo que apruebe la mayoría, puesto que el vulgo es pésimo intérprete de la
verdad, la vida feliz es aquella que está conforme a su naturaleza, que se deleita en la
virtud (Séneca, p. 5).

Platón en su obra Menón, se pregunta si la virtud puede o no puede ser enseñada, la


virtud es el cumplimiento de los deberes públicos y privados, para Menón, la virtud es
la capacidad de mandar justamente a los demás. La virtud incluye la justicia, el valor, la
liberalidad y la sabiduría en los hombres al interior de una sociedad. Sócrates agrega
en Menón que, para aprender, hay que dudar (Platón, p. 283).

Aristóteles en la Ética a Nicómaco o Ética Nicomaquea, plantea que el fin de las acciones
humanas es la felicidad y la felicidad consiste en hacer las cosas conforme a la recta
razón, es decir, conforme a la virtud.

En el siglo XVIII, Kant, introduce la ley moral que está por encima de los sentidos, el
placer, la prudencia o la felicidad. La ley moral kantiana permite que el individuo evalúe
si está actuando de forma virtuosa o no. A diferencia de los estoicos, la virtud no se
relaciona con la felicidad, puesto que la virtud es racional mientras que la felicidad es
sensorial. Para Kant el hombre virtuoso es el hombre libre, es decir, todo aquel que
actúa conforme a la ley moral (Triana, 1998).

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No es clara la relación entre Aristóteles y los estoicos, no obstante, hay algunos
elementos aristotélicos que parecen ser tenidos en cuenta por los estoicos: para
Aristóteles, las emociones y el mundo sensible deben ser cultivadas y relacionarlas con
la razón, esto es el Conócete a ti mismo de Sócrates. Para Aristóteles (Política, p. 17), el
hombre puesto en poder y señorío, debe ser prudente y virtuoso, de lo contrario, es un
hombre cruel perdido en los sentidos. En la Política, Aristóteles (p. 34) plantea que el
trueque surgió para satisfacer necesidades de consumo, sin embargo, fue más práctico
el uso del dinero. El uso del dinero produjo la avaricia, donde las personas aun teniendo
dinero morían de hambre, según las fábulas de Midas, el hombre avaro todo lo que
tocaba se convertía en oro y finalmente moría.

Jhon Locke, S. XVII, en su Carta sobre la tolerancia (p. 62) plantea que la religión
cristiana se estableció para regular la vida de los hombres conforme a la virtud, es decir,
para vencer los vicios, el orgullo y los malos deseos.

Leibniz, S. XVII, plantea su famosa proposición sobre el entendimiento humano “nihil


est in intellectu quod prius non fuerit in sensu, nisi intellectus ipse”, nada hay en el
entendimiento que antes no haya estado en los sentidos, a excepción del entendimiento
mismo. Leibniz un racionalista alemán, reconoce la concepción aristotélica de valorar
los sentidos como fuente de conocimiento. Los sentidos captan rasgos comunes que
luego se convierte en abstracciones conducentes al conocimiento. Para los estoicos, la
razón es la forma en la que se expresa en logos el ser humano, el alma se compone del
pneuma y en el pneuma están los sentidos como elementos del conocimiento.

Benjamin Franklin, siglo XVIII, recoge la filosofía estoica y plantea las bases del hombre
burgués, del empresario capitalista, en su obra Autobiografía de un hombre feliz, donde
hace énfasis en el trabajo, la virtud y la felicidad. Franklin plantea un ascetismo estoico
como forma de vida, a través de 13 virtudes y preceptos donde destaca la templanza, el
silencio, el orden, la decisión, la frugalidad, la laboriosidad, la sinceridad, la justicia, la
moderación, la limpieza, la tranquilidad, la castidad y la humildad.

Conclusiones

Es en el capitalismo donde se afina la estulticia de las significaciones sociales del


concepto del espíritu empresarial. Marx denunció al capitalismo en todas sus

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expresiones, puso en evidencia la fórmula universal de los capitalistas cuyo propósito
es alcanzar la máxima ganancia procurando la minimización de todas las cosas que
tienen valor como el trabajo de los pueblos y la naturaleza. Es en el escenario del
capitalismo donde se desarrolla a profundidad el sentido del concepto “espíritu
empresarial”. El espíritu empresarial no es más que la permanente pretensión del
Capital por continuar sus aspiraciones de acumulación.

La gestión actual de las organizaciones fundamentadas en la calidad, en la


automatización, en la homogenización de los procesos y de las personas no conducen a
la felicidad, a la virtuosidad, estos atributos estoicos están muy lejos de la forma actual
como se ejerce en las organizaciones capitalistas.

Para los pueblos oprimidos el concepto de “espíritu de empresa” carece de una


verdadera significación colectiva. En el caso de los pueblos ancestrales en América, es
de señalar que para la corona española el proceso de conquista, exterminio y colonia
fue considerado en su época como la mayor empresa de toda España, he allí el papel del
espíritu empresarial que si bien su gramática aún no había sido enunciada, pero si sus
hechos y realizaciones.

De acuerdo a los autores referenciados, el espíritu de empresa se fundamenta en el


estoicismo: virtud, altruismo, ética, perfección, excelencia, frugalidad, orden, felicidad,
entre otros, lo cual está ausente en la realidad de las actuales organizaciones, que, si
bien enuncian algunos de estos valores en su componente teleológico, sus prácticas de
gestión están muy distante de dichos enunciados.

Hoy, el espíritu de empresa se concentra en la rentabilidad a ultranza, en el frío interés


de lucro, donde la felicidad de los actores que intervienen en las transacciones de la
organización es asimétrica, funciona para los inversionistas y empresarios, pero en
poca medida para los trabajadores y en algunos casos para sus proveedores: la libertad
es para el empresario, quien tiene la facultad de dominar coartando la felicidad y el
bienestar social de los que trabajan para él.

¿El espíritu empresarial del que hablan los griegos y los pensadores europeos y
norteamericanos es el mismo del que hablan los pueblos amerindios? ¿Un espíritu de

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empresa individualista, hegemónico y totalitarista es desencadenador de virtud,
felicidad y libertad?

La hegemonía del empresariado capitalista usa los Estados para el logro de sus
beneficios, un ejemplo de ello, es el de Elliot Abrams quien declaró recientemente, sin
tapujos y ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de
los Estados Unidos: “Esto de atacar al chavismo es sencillamente para nosotros una
guerra de sobrevivencia y la imposición de una razón que debe prevalecer sobre las
demás, porque de otro modo estaremos admitiendo y dando campo para que se nos
destruya. ¿Imagínense, señores representantes, por un segundo que nosotros
dejáramos gobernar a los chavistas sin ponerles trabas, sin hacerles la guerra,
permitiéndoles hacer sus proyectos sociales sin tomar en cuenta nuestras empresas y
socios sin el concurso de nuestras empresas?”

Para los pueblos, el Espíritu de Empresa ha sido una hecatombe, un laberinto


destructivo que subsume la vida en el pantano de la miseria, no así para los grandes
empresarios capitalistas, para ellos el modelo ha sido exitoso; para los humildes, para
los excluidos, para los desposeídos del mundo, para el campesino que está en estos
momentos terminando la jornada de trabajo mascando coca en los altos páramos del
Cauca, la empresa no tiene sentido, es un monstruo, el más frío de los monstruos fríos.

Hay que mirar desde qué perspectiva se habla de la empresa, se habla desde el oprimido
o desde el opresor, qué es el empresario y qué relación mantienen patrón obrero, amo
esclavo o vencedor vencido. La empresa es el medio como se ha dominado a la mayoría
de los pueblos, de los territorios, el espíritu de empresa ha usurpado todo el trabajo
comunitario y ha mancillado la vida en su totalidad, cosificando las relaciones más
sacras que la humanidad estableció con la naturaleza.

La historia de la empresa muestra que muchas de las más grandes empresas han
surgido de forma violenta y sangrienta, el espíritu de la empresa nació chorreando
sangre por todas sus porosidades; la empresa en la sociedad industrial avanzada carece
de espíritu, porque si tuviera espíritu no mancillaría la vida de los seres humanos y la
naturaleza, el espíritu es la grandeza de los seres vivientes, dicen los pueblos
milenarios; es la fuerza de lo todo cuanto existe, es el neuma, el hálito vital. La noción
de empresa en el mundo actual desprecia la vida y adora las cosas, posee una sed

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insaciable de acumulación, un afán de lucro frío y escabroso que destruye al diferente,
destruye el trabajo de la mujer, de los obreros, de los campesinos, de los indígenas, de
las comunidades negras; escurre hasta la más mínima gota de sudor de quien trabaja,
sólo garantiza el mínimo vital para que la persona llegue a la casa y recupere un octavo
de fuerza y así pueda reproducir futuros esclavos, para el día siguiente pueda levantarse
desanimado, a seguir de esclavo, pues no tiene otro camino distinto que la condena
perpetua a la enajenación, a ser ajenos de sí mismo, de no tener conciencia de que está
enajenado. En eso consiste la enajenación, en estar extraños de sí mismos y no tener
conciencia que se es esclavo de quien no trabaja. El espíritu de empresa es un éxito para
quienes han usufructuado las ganancias del trabajo, esquilmado a los demás, para ellos,
los empresarios, es un éxito tener tanta prosperidad, goce y privilegios sobre el
trabajador, pero para los líderes sociales, los trabajadores del mundo, las mujeres, esta
vida capitalista rodeada de progreso es una catástrofe que pasará de generación en
generación, mientras los pueblos no se levanten de cara a una auténtica transformación
de la sociedad.

Ante la agudización integral que realiza el capitalismo y su mundo empresarial en todo


el planeta, los pueblos vienen realizando enconadas resistencias a través de otros
modos de organización social y formas de vida colaborativas y recíprocas.

Una real alternativa a la visión escabrosa del capitalismo es la existencia de


organizaciones mancomunadas, basadas en el esfuerzo colectivo, de la voluntad y el
consenso de los pueblos, una organización que procure alcanzar la vivienda para todos,
la salud, la educación, la paz para todos, el cuidado de la naturaleza, de la vida, del otro,
de la otra, ahí surge un espíritu de virtuoso, generoso para la vida, acorde con el
estoicismo del cual se ha hablado previamente, pero si es el tipo de organización para
la muerte, es una organización que nos lleva a un estado de no retorno, a un abismo
insondable.

No se habla aquí de utopías, el alcanzar una fraternidad, solidaridad, el amor, el cariño


de los pueblos, todo esto ya se ha vivido, pese a los abusos contra los pueblos, la gente
se levanta con alegría, con solidaridad, con amor, con preocupación por el otro, hay
solidaridad entre todos los miembros de la comunidad. Hay que rescatar el espíritu
habitar el planeta para la vida, para la paz, para la convivencia en nuestra casa común.

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Referencias

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Triana, M. (1998). La ética Kantiana, el epicureísmo y el estoicismo. San José: Revista


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Veblen, Thorstein (1965): La Teoría de la Empresa de Negocios [1904], Buenos Aires:


Eudeba.

Weber, M. (1991). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. México: Premia


editora de libros.

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