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Envejecimiento y cambios

endocrinológicos
Los efectos de la edad sobre el eje hipotálamo-hipofiso-
suprarrenal, los cambios en el calcio y el metabolismo
óseo y la homeostasis de la glucosa
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Autor: van den Beld, Kaufman JM, Zillikens MC, Lamberts SWJ, Egan JM, van der Lely AJ. Lancet Diabetes
Endocrinol 2018; 6: 647–58
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencias bibliográficas
Pá gina 1
Resumen

 • Durante el envejecimiento cambian los patrones secretorios de las hormonas producidas por el eje hipotálamo–
hipofisario. Asimismo la homeostasis de la glucosa tiene al desequilibrio con la edad.

 • Se produce también la pérdida de masa ósea y muscular y el aumento de la masa grasa.

 • Otros factores frecuentes en los ancianos como enfermedades crónicas, inflamación y desnutrición, también pueden
afectar el sistema endocrino.

 • Algunos de estos cambios son una adaptación útil, mientras que la intervención hormonal a menudo causa importantes
efectos adversos.

 • En este trabajo se analizan los efectos de la edad sobre el eje hipotálamo-hipofiso-suprarrenal, así como los cambios en
el calcio y el metabolismo óseo y la homeostasis de la glucosa.

Introducción 

A lo largo de la vida adulta todas las funciones fisiológicas comienzan a


declinar gradualmente. El envejecimiento se caracteriza por cambios
en prácticamente todos los sistemas biológicos. Los cambios
significativos del sistema endócrino tienen como resultado un
envejecimiento sano.

No obstante, otros factores, como la inflamación y el consumo calórico,


también afectan el proceso de envejecimiento y con frecuencia se
asocian con enfermedades crónicas relacionadas con la edad.

En este trabajo se repasa la respuesta de los diferentes componentes del sistema


endó crino al proceso de envejecimiento, incluida la respuesta de los ejes
tirotró pico, somatotró pico, suprarrenal y gonadal, así como el crecimiento ó seo y
la homeostasis del calcio y la glucosa.

Ejes hipotálamo–hipófiso–órganos periféricos

> Eje tirotrópico

• Cambios en la función tiroidea durante el envejecimiento

Varios estudios demográficos, pero no todos, muestran que, tras


excluir a las personas con enfermedad tiroidea y a las que tienen
anticuerpos antitiroideos positivos, el envejecimiento normal se
acompaña con aumento de la concentración plasmática de la hormona
tiroideoestimulante (TSH por las siglas del inglés). Sin embargo, los
cambios de la concentración de TSH parecen ser dependientes
del estado regional del yodo.

Las concentraciones de tiroxina libre (FT4) permanecen estables con el


aumento de la edad, aunque un estudio informó el aumento de la
concentración de FT4 con la edad, mientras que la triyodotironina (FT 3)
disminuye en el curso de la vida.

La magnitud y las características de los cambios de la función tiroidea


durante el envejecimiento son sumamente variables entre las personas.
Además, con la edad se pueden producir cambios en la bioactividad de
la TSH, tornándola menos eficaz, o en el punto de ajuste del receptor
de la TSH, tornándolo menos funcional. Por último, la mayor
prevalencia de autoinmunidad tiroidea y de nódulos autónomos con el
envejecimiento, puede alterar las concentraciones de hormona tiroidea.

• Relevancia clínica de los cambios de las concentraciones de


hormona tiroidea durante al envejecimiento

Datos conjuntos muestran que el hipertiroidismo subclínico se asocia con aumento


del riesgo global y la mortalidad cardiovascular relacionada, especialmente en
ancianos y pacientes con enfermedades concomitantes. Sin embargo, un estudio
ulterior mostró que las personas de 85 añ os con hipertiroidismo subclínico no
tenían una sobrevida a 9 añ os significativamente menor que sus pares eutiroideos.

 El hipertiroidismo subclínico se asocia con aumento del riesgo de fibrilación auricular, fractura de cadera y
otras fracturas y demencia, en especial entre los pacientes con concentraciones de TSH inferiores a 0,10 mIU/l,
y aquellos con enfermedad tiroidea endógena.
 

 En cambio, los ancianos con hipotiroidismo subclínico o TSH más alta, pero dentro de los límites normales,
tienen menor mortalidad que los eutiroideos o que personas con concentraciones de TSH más bajas. Aunque
el hipotiroidismo subclínico en menores de 65 años se asocia con aumento del riesgo de aterosclerosis, esta
asociación no está presente en pacientes más ancianos con TSH de hasta 10 mIU/l.

Datos de otro metaanálisis, sin embargo, mostraron que las personas


de 65–79 años con TSH >10 mIU/l también tienen mayor riesgo de
enfermedad coronaria, mientras que este riesgo no está aumentado en
los mayores de 80 años. Por lo tanto, el riesgo más alto hallado en
personas más jóvenes parece atenuarse con la edad.

Estos datos sugieren que la actividad levemente menor del eje


hipotálamo–hipofisario–tiroideo es beneficiosa durante el proceso
de envejecimiento, hipótesis también sostenida por una serie de
estudios que vinculan las concentraciones reducidas de hormona
tiroidea con la disminución de la fragilidad.

Entre poblaciones más ancianas las menores concentraciones de FT 4 se


asociaron con mayor función física, mientras que las concentraciones
más bajas pronostican discapacidad a futuro.

En conclusión, el proceso de envejecimiento regula la concentración


de hormonas tiroideas. Si bien estas alteraciones son muy variables, el
eje de la hormona tiroidea parece declinar con la edad, lo que se refleja
por el aumento de la concentración de TSH y la disminución de la de
T3.

Estos cambios no constituyen un proceso de envejecimiento


perjudicial e incluso podría ser beneficioso.

Por lo tanto los límites de referencia de los valores hormonales son


útiles para evitar la clasificación errónea y el sobretratamiento de los
ancianos, aunque aún no se cuenta con estos límites de referencia para
la función tiroidea específicos para la edad.

> Eje somatotrópico

El eje hipotálamo–hipófiso–somatotrópico es un eje hipotálamo–


hipofisario que incluye la secreción de hormona de crecimiento
(somatotropina) de los somatotropos de la glándula hipofisaria a la
circulación y la estimulación ulterior del factor 1 de crecimiento tipo
insulina(IGF-1 por las siglas del inglés).
La somatopausia es la disminución gradual y progresiva de la
secreción hormonal normal a medida que el adulto va envejeciendo y
se asocia con el aumento del tejido adiposo.

Se debe principalmente a la reducida secreción hipotalámica de la


hormona liberadora de hormona de crecimiento, que causa el descenso
de la biosíntesis de esta última y de su liberación por la hipófisis
anterior.

Aunque se considera que esta declinación de la actividad del eje


hormona de crecimiento–IGF-1 contribuye a los cambios relacionados
con la edad, la deficiencia de o resistencia a la hormona de
crecimiento– IGF-1 también produce una expectativa de vida
prolongada, por lo menos en animales.

A partir de estos datos surge la pregunta de si la deficiencia de


hormona de crecimiento constituye una adaptación
beneficiosa al envejecimiento y por lo tanto no necesita
tratamiento.

En conclusión, el envejecimiento y la llamada somatopausia se


acompañan con la disminución de las concentraciones de hormona de
crecimiento e IGF-1, pero ninguna intervención ha sido eficaz para
detener o revertir la somatopausia.

> Control del apetito y del consumo de alimentos

El apetito y el consumo de alimentos disminuyen con el envejecimiento


normal, predisponiendo a los ancianos a la desnutrición. Esta es
frecuente en los mayores de 65 años y se la ha implicado en la
progresión de las enfermedades crónicas que suelen afectarlos, además
de aumentar la mortalidad.

Las posibles causas hormonales de la anorexia del envejecimiento


son el aumento de la actividad de la colecistoquinina, leptina y diversas
citocinas y la disminución de la actividad de la grelina. Todos estos
cambios parecen disminuir de manera significativa el apetito.
Investigaciones a futuro determinarán si es posible corregir estos
cambios con intervenciones farmacológicas.

> Eje suprarrenal

• Glucocorticoides

El envejecimiento del eje hipotálamo–hipófiso–suprarrenal


generalmente se asocia con aumento de las concentraciones
de cortisol al finalizar el día y por la noche, un pico en la madrugada,
menores amplitudes circadianas del cortisol y características más
irregulares de secreción de este.

Al igual que con los otros ejes hipotálamo–hipofisarios, no se sabe a


ciencia cierta si estos cambios en la secreción de cortisol se deben a la
edad o si reflejan otros efectos, como la presencia de inflamación leve,
trastornos del sueño o cambios en el estado social o emocional
asociados con la edad.

Los cambios del eje hipotálamo–hipófiso–suprarrenal que se producen


durante el envejecimiento pueden tener consecuencias
clínicas. Estudios previos mostraron que la actividad más dinámica
del eje (es decir una mayor disminución diurna) se relaciona con mejor
desempeño físico y función cognitiva en los adultos mayores que una
menor actividad. Además, las concentraciones urinarias de cortisol
libre de altas a normales se asocian con mayor riesgo de enfermedad
de Alzheimer.

El envejecimiento también puede influir sobre la disponibilidad de


cortisol tisular, ya que la actividad de la 11-β hidroxisteroide
deshidrogenasa, que transforma la cortisona inactiva en cortisol activo,
disminuye durante el envejecimiento. Este aumento de la
disponibilidad de cortisol conduce al aumento de la generación local de
glucocorticoides, que pueden causar cambios adversos en los ancianos.
En el músculo, por ejemplo el aumento de la actividad de la 11-β
hidroxisteroide deshidrogenasa se asocia con menor fuerza muscular.

• Dehidroepiandrosterona y su sulfato

La secreción suprarrenal del precursor de los esteroides


dehidroepiandrosterona (DHEA) y su sulfato (DHEAS)
también disminuye gradualmente con el tiempo.

Cuando una persona llega a los 70–80 años, las concentraciones de


DHEAS son de alrededor del 20% de los valores pico en los hombres y
del 30% de los valores pico en las mujeres, en relación con las personas
<40 años. DHEA y DHEAS son precursores inactivos que se convierten
en andrógenos y estrógenos en los tejidos periféricos. Esta fuente
de andrógenos es importante, ya que menos del 50% de estas
hormonas son de origen testicular.

 Concentraciones mayores de DHEA y DHEAS se asociaron con


bienestar psicológico y mejor funcionamiento físico, incluidas la
fuerza muscular y la densidad ósea y con acciones
antiinflamatorias e inmunorreguladoras.
 
 Concentraciones menores de DHEAS se asociaron con el
aumento del riesgo de episodios cardiovasculares y mortalidad
cardiovascular en mayores de 50 años.

En conclusión, resta saber si estas alteraciones reflejan o causan


cambios asociados con la edad en la capacidad funcional, la cognición y
el estado de ánimo.

> Eje gonadal

• Envejecimiento del sistema reproductivo femenino

El envejecimiento del sistema reproductivo femenino y los cambios


hormonales que lo acompañan se producen por el agotamiento
acelerado de las reservas ováricas de folículos primordiales. La calidad
inferior de los ovocitos en los folículos restantes contribuye a la
disminución de la fecundidad a partir de la cuarta década de vida.

La disminución del número de folículos antrales sensibles a la


hormona folículoestimulante (FSH por las siglas del inglés), que es
proporcional a la reserva reducida de folículos primordiales, se refleja
en las concentraciones en disminución de la hormona antimulleriana
segregada por las células granulosas de los folículos (un marcador de la
reserva ovárica producida en los folículos primarios, secundarios y
antrales precoces) y la inhibina B (un marcador de la actividad
ovárica).

La rápida reducción de la reserva ovárica durante la vida


reproductiva pasa desapercibida debido a la conservación de
los ciclos regulares, la mayoría ovulatorios.

Cuando los folículos pasan a ser insuficientes el ciclo se vuelve


irregular (>7 días más largo que los ciclos anteriores), lo que señala la
fase temprana de la transición menopáusica, a una media de edad de
46 años.

El ciclo más prolongado, la ausencia de algunos períodos y los


intervalos prolongados de amenorrea señalan el pasaje a la fase tardía
de la transición menopáusica, que termina con el agotamiento casi
total de los folículos ováricos y el último período menstrual (después de
12 meses de amenorrea) alrededor de la edad de 51 años.

A medida que la transición menopáusica progresa, los ciclos son más a


menudo anovulatorios. A la inversa, en los ciclos ovulatorios, la
duración de la fase luteínica y las concentraciones hormonales
permanecen estables durante toda la vida reproductiva y la transición
menopáusica, con la excepción de los valores de progesterona, que
disminuyen lentamente.

Los cambios de la secreción de gonadotropina a través de la transición


y después de la menopausia, caracterizados por el aumento de la
hormona luteinizante (LH por las siglas del inglés) y la amplitud del
pulso de la FSH y la pérdida de las oleadas preovulatorias de
gonadotropina, son causadas por alteración de la retroalimentación
producida por la declinación ovárica determinada intrínsecamente, de
los esteroides sexuales y la producción de inhibina A e inhibina B.

A través de la vida reproductiva y de la transición menopáusica hay una


tendencia al descenso de la producción suprarrenal de DHEA y DHEAS
y de la producción mixta suprarrenal y ovárica de testosterona y
androstenediona. Sin embargo, las células tecales estimuladas por la
LH en los ovarios posmenopáusicos aún contribuyen a las
concentraciones circulantes de testosterona durante hasta 10 años.

Las consecuencias clínicas multiorgánicas de los cambios


hormonales producidos durante la transición menopáusica y después
de la menopausia, como la alteración de la regulación vasomotora, del
metabolismo óseo o del aparato urogenital, se producen
principalmente por cambios en la producción de estrógeno.

Al respecto, la concentració n de estró genos tardíos posmenopá usicos originados a


partir de la aromatizació n de andró genos en los tejidos periféricos, aunque suele
ser baja en relació n con su concentració n durante el período reproductivo, todavía
es clínicamente significativa, tal como lo ilustra su asociació n con situaciones
clínicas como fracturas ó seas y cá ncer de mama y por la aparició n de síntomas
vasomotores y articulares y el aumento del riesgo de fracturas durante la
inhibició n farmacoló gica de la aromatasa en mujeres posmenopá usicas.

 La terapia de reemplazo hormonal inhibe los efectos indeseables de la menopausia, como los calores, la
pérdida ósea acelerada y la sequedad vaginal.
   

 Falta sin embargo determinar la relación riesgo–beneficio a largo plazo.

• Envejecimiento del sistema reproductivo masculino

Los hombres no experimentan un equivalente de la menopausia, ya


que muchos de ellos conservan su producción de hormona sexual y su
fecundidad hasta la vejez. Sin embargo el envejecimiento afecta el
sistema reproductivo masculino.

El volumen testicular en hombres mayores de 75 años disminuye en un


30% y el número de células de Sertoli se reduce, como se refleja en el
aumento modesto de las concentraciones de FSH. Los cambios en la
calidad del esperma se limitan a una modesta disminución del volumen
de la eyaculación y espermatozoides con motilidad y morfología
subóptimas.

En hombres sanos de 25 - 75 años disminuye lenta y progresivamente


el 25% de los valores matinales de testosterona plasmática. Además, los
valores de la globulina fijadora de hormonas sexuales (SHBG por las
siglas del inglés) aumentan alrededor del 1% por año. Esto causa que la
concentración de testosterona no ligada a la SHBG, en especial el 2%
de testosterona libre biológicamente activa, disminuya más
rápidamente que la testosterona total (alrededor del 50%) en estas
edades.

La concentración de testosterona libre y total varía entre las personas,


aunque aproximadamente el 20% de los hombres > 65 años tienen
valores de testosterona por debajo de lo normal para personas jóvenes
y esta proporción aumenta con la edad.

Otras hormonas masculinas también disminuyen con la edad, entre


ellas la dihidrotestosterona total y libre y el precursor de la
testosterona plasmática, androstenediona (producida en los testículos
y las suprarrenales). La excreción del metabolito urinario
androstanediol glucurónido también disminuye.

Los valores plasmáticos de estradiol, producido por la aromatización


de la testosterona y androstenediona en los tejidos periféricos como la
grasa y los músculos estriados, no disminuyen con la edad.

El aumento inadecuado de los valores de LH en respuesta a la


reducción de la testosterona libre y total en muchos ancianos revela
otros cambios en la secreción de gonadotropina, caracterizados por
disminución de la frecuencia de los pulsos de LH de mayor amplitud,
presuntamente producida por la reducción de la secreción
hipotalámica de hormona liberadora de gonadotropina.

El aumento independiente de la producción hepática de SHBG es otro


factor, posiblemente consecuencia de la disminución de la actividad del
eje somatotrópico. La obesidad es un factor de confusión, ya que el
IMC de 25–29 kg/m2se asocia con menores valores de SHBG y
testosterona plasmática total que cuando el peso es normal y con IMC
≥30 kg/m2 los valores de testosterona total y libre descienden como resultado de
disfunció n hipotalá mica adicional.

La contribución relativa del envejecimiento y de las enfermedades concomitantes, clínicas o subclínicas, a los cambios
de las hormonas reproductivas de los adultos mayores continúa siendo objeto de discusión La testosterona baja en
ancianos es un marcador de mala salud y se la ha vinculado con el aumento del riesgo de muerte. La disfunción sexual se
asocia con bajos valores plasmáticos de testosterona.

Los valores de corte para la aparición de síntomas, como disminución


de la libido y disfunción eréctil, se ubican en el límite inferior de la
normalidad de hombres jóvenes—testosterona total < 320 ng/dl (11
nmol/l), y testosterona libre < 6,4 ng/dl (0,22 nmol/l).

Se reconoce cada vez más la importancia de la testosterona como


precursor del estradiol, que tiene efectos fisiológicos importantes en los
hombres, por ejemplo sobre la homeostasis ósea.

Los beneficios del tratamiento con testosterona sobre el mú sculo, el hueso, la


funció n sexual y el bienestar se limitan a los ancianos que inicialmente tenían
valores bajos de testosterona. No obstante, estos beneficios son modestos y los
datos a largo plazo sobre temas importantes, como los efectos sobre la pró stata y
el sistema cardiovascular, son escasos.

Homeostasis del calcio y el hueso

La ancianidad es un factor de riesgo importante para la masa


y la fuerza ósea, ya que provoca aumento del riesgo de caídas
y fracturas.
La osteoporosis es causada por el desequilibrio entre los osteoblastos
que forman el hueso y los osteoclastos que lo reabsorben. Estos
procesos reciben la influencia de los osteocitos, que se alojan en el
interior del hueso mineralizado y funcionan como sensores de la carga
mecánica.

La deficiencia de estrógeno en la menopausia y la pérdida de


estrógenos y andrógenos en los adultos mayores se consideran los
principales factores endócrinos que contribuyen a la osteoporosis.
Evidencia creciente, especialmente de estudios en roedores, sugiere
que procesos intracelulares fundamentales en el hueso, como aumento
del estrés oxidativo, envejecimiento celular, inflamación, apoptosis de
los osteocitos, daño del ADN y varios otros, también son importantes
en la producción de osteoporosis y fracturas por fragilidad con el
envejecimiento.

Estos mecanismos intrínsecos relacionados con la edad se acompañan


con cambios en los sistemas endócrinos y mayor incidencia de
enfermedades endócrinas con la edad, entre ellos la diabetes tipo 2.

• Esteroides sexuales

Estrógenos y andrógenos son importantes para el crecimiento y el


mantenimiento de la masa tisular y la función de huesos y músculos.
Sus acciones sobre el hueso se producen principalmente por la fijación
de ligandos a los receptores de esteroides sexuales, entre ellos el
receptor de estrógeno α y β y el receptor de andrógeno. El desequilibrio
entre la formación y la resorción ósea en la deficiencia de estrógeno
afecta el hueso trabecular, con pérdida de la conectividad y el hueso
cortical, con adelgazamiento y porosidad cortical.

El aumento de la apoptosis de osteocitos tras la pérdida de la


función ovárica o testicular se debe principalmente al aumento del
estrés oxidativo. Además, el hipogonadismo se asocia con el aumento
de la formación de productos finales de la glucación e inflamación y
contribuye así a las causas intrínsecas de osteoporosis que se producen
con el envejecimiento.

 En las mujeres aún falta definir el posible papel de los cambios


en los valores de la progesterona, el andrógeno, las inhibinas y la
FSH en el aumento de los efectos de la deficiencia de estrógeno
sobre la pérdida de hueso durante el período perimenopáusico.
 
 En los hombres ancianos el estrógeno es el esteroide sexual
dominante que regula la resorción ósea y tanto el estrógeno como
la testosterona son importantes para mantener la formación
ósea. Los esteroides sexuales también se consideran importantes
en los cambios de la homeostasis del calcio y el fosfato que se
producen al envejecer.

Las mujeres posmenopáusicas tienen mayores valores de fosfato en


plasma que los hombres de la misma edad y algunos estudios hallaron
mayores valores de calcio en plasma en mujeres ancianas que en
hombres ancianos, lo que sugiere un dimorfismo sexual en la
homeostasis del calcio y el fosfato en la posmenopausia y una posible
asociación con las concentraciones de hormonas sexuales. El estrógeno
induce pérdida renal de fosfato e hipofosfatemia, reduce la excreción
renal de calcio y aumenta la absorción intestinal del mismo.

• Glucocorticoides

La osteoporosis y las fracturas son importantes efectos colaterales del


empleo o de un exceso de glucocorticoides y son causadas por los
efectos de los glucocorticoides sobre el hueso y la fuerza muscular. La
generación de corticoides sistémicos y producidos localmente y la
sensibilidad de las células óseas a los glucocorticoides aumentan con la
edad.

Los glucocorticoides son fuertes inhibidores de la formación de hueso


que funcionan, al menos en parte, estimulando la apoptosis de los
osteoblastos y osteocitos y suprimiendo la generación de nuevos
osteoblastos a través de la atenuación de señales Wnt.

También aumentan la resorción ósea al promover la supervivencia de


los osteoclastos. Todos estos efectos pueden contribuir a la
disminución, relacionada con la edad, de la densidad mineral ósea, la
porosidad cortical, la fuerza de los huesos y el aumento de fracturas.

• Vitamina D, hormona paratiroidea, factor de crecimiento


fibroblástico 23 y Klotho

La vitamina D y sus metabolitos y la hormona paratiroidea controlan la


homeostasis del calcio y el fosfato de todo el cuerpo.

Los valores plasmáticos de vitamina D disminuyen con la edad, lo que


puede producir menor absorción intestinal de calcio y desarrollo de
hiperparatiroidismo secundario.

Los valores de hormona paratiroidea circulante también parecen


aumentar con la edad, independientemente de la 25-hidroxivitamina
D, el calcio ionizado, el fosfato y la función renal.

 El hiperparatiroidismo primario, una enfermedad más


frecuente en mujeres postmenopáusicas, es una causa bien
conocida de disminución de la densidad mineral ósea y de
fracturas.
 
 El hiperparatiroidismo secundario también puede
aumentar el riesgo de fracturas, al igual que la disminución de la
función renal que se produce con el envejecimiento.

El factor de crecimiento fibroblástico 23 (FGF23) es una hormona


segregada por los osteocitos en el hueso, que junto con su cofactor α-
Klotho inhibe la reabsorción de fosfato y la producción de 1,25-
hidroxivitamina D en el riñón.
El FGF23 comienza a aumentar durante las primeras etapas de la
insuficiencia renal crónica en respuesta a la disminución de la
excreción de fosfato, pero no se han estudiado otros cambios
relacionados con la edad en este sistema endócrino óseo–renal.

• Hormona de crecimiento e IGF-1

La hormona de crecimiento y su mediador, IGF-1, son los mayores


determinantes de la masa ó sea pico. La declinació n de concentraciones de la
hormona y de IGF-1 durante el envejecimiento se asocia con pérdida de hueso.
Entre los 20 y 60 añ os de edad, el contenido de IGF-1 en los huesos declina un
60%. La declinació n en la matriz ó sea de esas proteínas junto con la proteína-3 se
asocia con reducció n de la densidad ó sea y riesgo de fracturas de cadera.

El tratamiento de reemplazo hormonal redujo el riesgo de fracturas en la mujer, pero se asoció con aumento del cáncer
de mama y la enfermedad cardiovascular, según el extenso estudio Women’s Health Initiative. Esto produjo una fuerte
reducción del empleo de reemplazo hormonal.

En los hombres no existen estudios con administració n de hormonas o


testosterona que permitan evaluar la tasa de fracturas.

Homeostasis de la glucosa

La homeostasis de la glucosa depende de un equilibrio entre su


ingestión, empleo y producción y está estrechamente controlada por
la insulina. Este equilibrio se altera con el envejecimiento. A partir de
la cuarta década de vida la glucemia comienza a aumentar. La
alteración del metabolismo de la glucosa cerebral podría preceder los
hallazgos histológicos en la enfermedad de Alzheimer y probablemente
la empeora.

Pulsatilidad reducida de la insulina y disminución de su acción

La insulina es segregada en forma pulsátil con dos tipos de pulsos:


pulsos de alta frecuencia con intervalos de 6 minutos y pulsos
ultradianos con intervalos de 90 minutos. La secreción pulsátil de
insulina es anormal (deficiente y caótica) en la diabetes tipo 2. Sin
embargo estas alteraciones se pueden observar también en ancianos no
diabéticos.

El hígado está expuesto a pulsos de insulina desde los islotes


directamente a través de la vena porta. La insulina es degradada
durante el primer pasaje, frenando la amplitud de los pulsos cuando
llegan a los tejidos periféricos. La insulina es menos eficaz para
suprimir la producción de glucosa hepática cuando llega al hígado en
forma desordenada que cuando llega normalmente.

Este mecanismo está alterado en el envejecimiento por una entrega


desordenada de insulina al hígado. Además, durante el envejecimiento
se produce un aumento de la depuración de insulina en el hígado.

• Efecto de la edad sobre la eliminación de la glucosa

La eliminación de glucosa a través del ciclo de vida continúa siendo


tema de debate. Normalmente la mayor parte de la glucosa, en una
prueba de carga de glucosa, es eliminada por los músculos. En el
envejecimiento esta entrega de glucosa se reduce y parece ser
independiente de la insulina.

La disminución de la insulina, estaría relacionada a cierto


grado de obesidad y a la alteración de la relación grasa/masa
muscular magra.

Otros factores que influyen son la magnitud de la ingesta calórica, la


menor actividad física, los medicamentos y las enfermedades. Sin
embargo, el ejercicio no modifica los cambios relacionados con la edad
que ocurren en las células beta.

• Diabetes en personas de edad avanzada

Después de los 85 años, las alteraciones en el metabolismo de la


glucosa alcanzan una meseta e incluso declinan. En los ancianos, la
disfunción de las células beta tiene mayor participación en la diabetes
que en sujetos más jóvenes. Alrededor del 25% de las personas > 65
años son diabéticos y esto solo se detecta con la prueba de tolerancia a
la glucosa de 2 horas, pero es preferible la prueba de HbA1 c para
detectar diabetes y la detección aumenta considerablemente si se
agrega la prueba de glucemia en ayunas.

En general se acepta que en personas ancianas y teniendo en cuenta el aumento de


la expectativa de vida, se debe pesquisar diabetes y si se detecta prediabetes se
indicará n cambios en el estilo de vida adaptados al paciente para prevenir la
diabetes y sus complicaciones micro y macrovasculares.

Conclusiones

 Durante el envejecimiento se producen cambios de diversos


sistemas endócrinos, entre ellos la alteración de la secreción
hormonal.
 
 La magnitud de estos cambios varía considerablemente entre los
individuos y se deben establecer valores de referencia de las
concentraciones hormonales en personas de edad avanzada.
 
 Es difícil diferenciar si estos cambios se deben al envejecimiento
o si están relacionados con otros procesos como enfermedades
crónicas, inflamación, estado nutricional, etc.
 
 Existe una información limitada sobre los efectos que pueden
producir estos cambios en la función física, el estado de
bienestar, la morbilidad y finalmente la mortalidad. Se requieren
estudios futuros para aclarar estos aspectos.

Resumen y comentario objetivo: Dr. Ricardo Ferreira

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