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Por ejemplo, si lanzamos un dado y sale el número tres es muy posible que, por culpa de la falacia

del jugador, lleguemos a la conclusión de que es bastante improbable que en una segunda tirada
vuelva a salir este mismo número; cuando, en realidad, las probabilidades son las mismas.

Debido a que este tipo de engaño de la lógica está asociado al mundo de las apuestas y los juegos
de azar, su principal consecuencia suele ser algún tipo de pérdida económica por parte de la
persona víctima de la falacia.

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