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Consejos y Técnicas para

tomar buenas decisiones


AUTOR: Camilo Pérez Serna

Como líderes de equipos de trabajo, debemos tomar decisiones


constantemente.

No importa el tipo de decisión que sea: una simple decisión bien


tomada podría significar el éxito, mientras que otra mal tomada
podría significar el fracaso. Tomar la decisión correcta cada vez
es la ambición de quienes practican la gerencia, pero hacerlo
requiere contar con un profundo conocimiento y una amplia
experiencia en el tema.

Los especialistas proponen diferentes consejos y técnicas para


reducir el riesgo en las decisiones.

Algunos consejos que nos pueden ayudar a tomar buenas


decisiones son:

1. Meditar bien cada decisión

Cada vez que tengamos que tomar una decisión, no importa el tipo o tamaño de ésta, debemos
analizarla bien.

Si se trata de decisiones importantes, debemos recabar más información y tomarnos un mayor


tiempo para poder analizarlas.

Pero si se trata de decisiones rutinarias, no debemos tomarnos demasiado tiempo, y tener la


capacidad para analizar y tomar decisiones rápidamente. Siempre confiando en nuestro buen
juicio, nuestra experiencia y en nuestros instintos.

2. Tener en cuenta las consecuencias futuras

Muchas veces se toma una decisión pensando sólo en las consecuencias que ésta podría
generar en el corto plazo, y no se toman en cuenta las consecuencias que podría generar en el
futuro.

Por ejemplo, se elige incursionar en un determinado tipo de negocio, pensando en los rápidos
beneficios que podría generar, dejando de lado otras oportunidades que tal vez no brinden
rápidos beneficios pero que en el futuro, a diferencia del primer caso, presentan buenas
posibilidades de convertirse en grandes negocios.

Por lo tanto, la recomendación es que al tomar una decisión, no sólo debemos tener en cuenta
las consecuencias inmediatas, sino también todas las consecuencias futuras que podría generar
el tomar la decisión.
3. Evitar la “parálisis por análisis”

Cada vez que tomemos una decisión, es necesario analizarla y meditarla bien, pero sin caer en
el exceso, es decir, sin tratar de preverlo o planificarlo todo.

Debemos saber que al tomar una decisión, por más que tratemos de evitarlo, siempre habrá
cierto riesgo de que las cosas no sucedan tal como se esperan.

Por lo tanto, debemos evitar tratar de controlarlo todo y, en ocasiones, no seguir alargando por
más tiempo la toma de la decisión, asumir cierto riesgo, y tomarla de una vez.

4. Confiar en los propios instintos

Para tomar buenas decisiones, debemos confiar en nuestro buen juicio, en nuestra experiencia,
pero sobre todo, en nuestros instintos de empresario.

Nunca debemos obviar a nuestros instintos, ellos nos dirán cuándo una decisión es la correcta, y
nos alertará cuándo una decisión que estamos a punto de tomar, no es la indicada.

5. No tomar una decisión si no estamos convencidos

Si estamos por tomar una decisión, pero dentro de nosotros no estamos muy seguros de que es
la decisión correcta, entonces no debemos tomarla por ningún motivo.

No debemos forzar las decisiones, si no estamos seguros de que vamos a tomar la decisión
correcta, debemos tomarnos un mayor tiempo, recabar más información, y no tomar una decisión
hasta que estemos completamente seguros de ella.

6. No tomar decisiones en base a emociones

Si tomamos una decisión cuando estamos apurados, preocupados, molestos, tensos o nerviosos,
es muy probable que la decisión que tomemos sea errada.

Lo recomendable en estos casos es no dejarse llevar por las emociones, esperar a recuperar la
tranquilidad, y recién entonces tomar la decisión.

El estar tranquilos nos dará una mayor claridad y sabiduría para tomar la decisión correcta, y
evitar cometer errores de los que más adelante podríamos arrepentirnos.

7. Delegar decisiones

En ocasiones delegar decisiones puede tener tus ventajas: puede que nos permita disponer de
un mayor tiempo para realizar otras cosas más importantes, puede que nos permita motivar al
trabajador a quien le deleguemos la decisión, o puede que nos permita tener mejores resultados,
por ejemplo, si la persona a quien le delegamos la decisión, cuenta con una mayor información o
experiencia en el tema en cuestión.

Delegar una decisión puede ser una buena alternativa, pero antes de ello, debemos siempre
asegurarnos de que no sea necesario de que seamos nosotros quien tomemos la decisión, y de
que la persona a quien se la vamos a delegar, tenga la capacidad necesaria para poder tomarla.

8. Aceptar las consecuencias

En el caso de que hayamos tomado una mala decisión, no debemos desmotivarnos sino asumir
los errores como una vía de aprendizaje. Los que nunca se equivocan, generalmente, es porque
pocas veces toman decisiones, y por lo tanto no asumen riesgos.

Entre las técnicas más sugeridas para tomar decisiones correctas se encuentran las siguientes:

• Establecer prioridades. Centrarse en las decisiones de mayor impacto.


• Recopilar y analizar la mayor cantidad de información relevante posible (antecedentes,
experiencias anteriores, criterios de expertos).
• Aplicar el “benchmarking”. Analizar lo que hacen y cómo, los que han tenido éxito.
• Escribir las opciones posibles. Lo que no está escrito es fácil olvidarlo; cuando lo
escribimos, podemos recordarlo, mejorarlo, tenerlo presente; además, nos “compulsa” a
decidir.
• Dividir un problema grande, en pequeños problemas.
• Generar la mayor cantidad posible de alternativas y analizar las ventajas y desventajas de
cada una.
• Evaluar cada alternativa desde diferentes ángulos (criterios). Entre los criterios que se
proponen están: aporte a los objetivos, tiempo requerido, costo, duración de sus efectos,
impacto en el entorno, nivel de riesgo o probabilidad de ocurrencia.
• Pensar en posibles “escenarios”. Se refiere a diferentes posibles comportamientos que
podamos proyectar para un futuro cercano, donde van a operar las decisiones que
tomemos.
• Preparar “planes de contingencia”, que respondan a la pregunta ¿Qué hacemos si
sucede…?.

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