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Franco David Capítulo 2 págs.

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27 de septiembre de 2011 1º de psicología

Éste que ves, Xavier Velasco

Sabiendo que todo lo que ha hecho, con tal de alcanzar sus objetivos, ha sido malo,
Velasco no puede estar en paz, la imagen del infierno, que la doctrina religiosa le ha
inculcado, lo tortura día y noche, así como también el temor de ser mandado a un
hospicio. Pero por si esto fuera poco su diario vivir dentro de la escuela es como si fuera
otro infierno, que en la actualidad es conocido como” bullying o acoso escolar”. A pesar
de que el niño está consciente de lo que hace y de lo que esto le puede acarrear,
pareciera –el autor lo maneja de una manera un tanto sarcástica-, que le da orgullo ser ya
no tanto un “raterito” sino un buen mentiroso. El pequeño Xavier se ha ido enseñando
poco a poco a mentir, a ser un mustio, pero en gran parte gracias a sus padres y a la
abuela, éstos lo han ayudado a salir de los apuros a través de las mentiras. Los padres y
la abuela saben quién es verdaderamente este niño, pero hasta ahora no han querido
aceptarlo y mucho menos ponerle límites.

El niño lucha consigo mismo, es como si fueran dos niños distintos dentro de uno solo. Tal
como cuando el autor describe el cuadro, un niño que quiere vivir, luchar, pero que a la
vez le da miedo todo. Por una parte se puede ver a un niño frío y calculador que hace lo
que puede para obtener lo que quiere, que abusa incluso de quien es más débil que él;
pero también un niño débil, de quien se burlan, abusan; e incluso él mismo se llega a
menospreciar, a caerse mal. Todas sus experiencias, lo han marcado, pienso que más
para mal que para bien. Se ha hecho un niño huraño, un tanto apático, desconfiado,
reservado, etc.

Resulta tierno imaginarse al niño completa y perdidamente enamorado de aquella


misteriosa niña a quien le canta canciones de amor y que a lo largo de la lectura prefiere
mantenerla en el anonimato, así como a otros personajes, pero con mirarla o pensarla su
mundo se torna de otro color, - ¿quién no llegó a tener un amor “platónico” como este
pequeño niño? - esto mismo pasaba cuando tarareaba sus canciones favoritas; ya sean
de Raphael o de los Beatles. Pero todo lo anterior lo expresa solamente para sí, lo
guarda; eran sus tesoros, aquellos que cuidará y no permitirá que nadie se atreva a
tocarlos y mucho menos a burlarse de ellos.
Se percibe un respiro de aliento, de descanso al final del capítulo pues parece que el
infierno ha terminado, sus pecados que tanto lo afligían le han sido perdonados, un
nuevo ciclo escolar ha comenzado y afortunadamente ya no en el grupo que tanto le hizo
sufrir; su “historia de terror”, como él mismo llama, ha terminado, y por tanto debe ser
olvidada, enterrada –nuevamente se guarda las cosas- para que nunca más vuelvan a
salir semejantes demonios.

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